Partida Rol por web

La quema de Barrientos

Una historia en mitad de la Península - Escena de juego

Cargando editor
27/02/2023, 10:42
Director

Os hicieron entonces huecos los criados en la punta de una de las mesas, junto al criado de un invitado de buena alcurnia, y comenzaron a agasajaros con vasos, pellejos de vino, jarras, fruta y carne, mucha carne. Odón se sentó frente a tí, al igual que don Ramiro, y comenzásteis a comer y escuchar las chanzas, a modo de voces, que allí se daban.

Tras unos diez minutos, uno de los hombres se colocó en medio de la sala, haciendo que la atención de todos los presentes se posase ante él.

Cargando editor
27/02/2023, 10:43
Beltrán de Castromayor

He me pues, aquí, don Rosauro... -dijo entonces aquel que había sido señalado como el juglar, una vez se desprendió de su vaso de vino-; que a vuestra buena señora he de recitarle estos versos... 

Aquel tipo iba vestido con prendas doradas y se mostraba con un bigotillo corto, como su poco entendimiento a la hora de limpiarse las manos antes de tomar una flautilla entre sus dedos. Entonces se hizo el silencio, y comenzó a tocarla y a intercalar las bellas notas que desprendía con algunos versos de dudosa procedencia:

Hágame vos señora, una dádiva,
os lo ruego.
Y es que me diga ahora,
sin dilación,
cómo es que este mío corazón,
de su marcha no aminora,
y se quema como el fuego...

Y siguió tocando la falutilla mientras fascinaba a unos, hacía reir a otros, y atraía la atención de los anfitriones, sin duda.

Cargando editor
27/02/2023, 10:43
Ramiro de Alfambra

A ese sí lo conozco, señora Estrela -dijo entonces Ramiro-. Es Beltrán de Castromayor, natural de las tierras de llevan su apellido, no muy lejos de Toledo. Es un truhán, claro está: sólo hay que ver cómo trata de embaucar a la esposa de don Rosauro, ¡mirad!

Y efectivamente, la esposa del noble, varios años más joven que él, miraba complacida al juglar, atendiendo a sus notas como si jamás hubiera escuchado una canción.

Notas de juego

Con tu siguiente post haz una tirada con el d100 de Descubrir (difícil -25%).

Cargando editor
27/02/2023, 19:49
Estrela Medeiros

Doblemente agradecida (por el festín y por no tener que trabajar), disfruté de aquella velada en la pequeña corte de Don Rosario de Trigalejo. Quién me parecía más el rey de una pequeña taifa, que un noble castellano cualquiera.

Compartí carnes y chanzas con quienes tenía alrededor en la mesa. Estaban impresionados con saberme extranjera y médica. Tremendamente exótica. Me alegré por Odón, que vivía una experiencia nueva más, y por Don Ramiro, que parecía aliviar sus muchas penas.

¿Un truhán, dices? Ya veo ya... tiene más peligro con la lengua y la mirada, que muchos con la espada... Pocas veladas más le quedan en esta corte... Reí, cuando el reyezuelo de Trigalejo le descubriese, iba a azotar a aquel juglar pícaro.

Entre las conversaciones que tuve, intenté informarme de cómo estaban los caminos de allí a la villa de Don Ramiro. ¿Habría bandidos?

- Tiradas (1)
Cargando editor
28/02/2023, 21:58
Beltrán de Castromayor

¡FIUUU! -sonaba la flauta-
Quien dijera que sus ojos,
gran señora,
no contaran con piedad;
quien bebiera en sus pupilas,
yo le digo;
en buena hora,
y hasta la saciedad...
¡FIUUUU! ¡FIUUUU!
-la flauta volvió a sonar-.

Cargando editor
28/02/2023, 21:59
Director

Mientras el tal Beltrán seguía agasajando a la señora de don Rosauro, tus conversaciones se limitaron a establecerse con los criados de éste, así como también con el siervo de los invitados nobles, quien estaba justo a tu lado. Por lo que supístes, él y sus notables eran de Toledo, y en aquel lugar no solía haber, que él supiera, bandidos. Otra criada del castillo llamada Romerilla (o así la decían), comentó que en Villaseñor había un castillo de caballeros de Dios, "de esos que manejan la espada y la Biblia por igual". Por ello, y dado que no eran aquellas tierras de montañas, no albergaban bandidaje (a excepción de algún que otro quien incurriera en maldad, pues mal había en todos sitios, claro).

Cargando editor
28/02/2023, 21:59
Beltrán de Castromayor

Los suyos dientes, son perlas;
los suyos ojos zafiros...

Seguía adulando el juglar Beltrán, y andábase Odón mirándole, como extasiado, no entendiendo cómo alguien podía juntar con tanta maña tantas palabras, que bien rimaran; y a la vez que tuvieran al público tan entretenido, como él lo estaba.

...Su caminar, un poema;
... su mirada, un don que inspira.

Odón masticaba un pedazo de pollo bien tostado.

Cargando editor
28/02/2023, 21:59
Rosauro de Trigalejo

¡CLAP! ¡CLAP! ¡CLAP!

Bien, bien bien... -dijo calmadamente don Rosauro, levantándose mientras aplaudía levemente-. Gracias, don Beltrán. Muy..."animosos" los suyos versos -y entonces comenzó a aplaudir todo el público, de forma leve, pues no era costumbre para muchos de los presentes el asistir a recitales tan animados como aquel-. Tomad un poco de vino, os lo ruego, no váyase a desarmaros la... sesera, con tantas "dádivas"... -entendiste que el noble estaba algo molesto, y quiso cortar aquella situación, cuya destinataria parecía ser su mujer-. Al sentarse, el noble miró a su esposa un instante, con el ceño fruncido; y ésta a él antes de bajar la cabeza.

Después la cena continuó.

Cargando editor
28/02/2023, 22:00
Odón

Mi señora Estrela... -dijo Odón-. Hay algo que no vos he dicho en todo este tiempo. Buena voz tengo, o eso decían mis hermanos mayores. ¿Cree que ese señor don Rosauro le placerá si le recito unos versos? Mi señora madre me los cantaba de zagal, y es lo único que sé... -te preguntó-.

Viste pues que, mientras Odón te preguntaba aquello, alguien en el otro extremo del salón, en la otra mesa, miraba por doquier, de acá para allá. En un momento fijó la vista en tí, y ambas miradas os cruzaron. Cuando esto ocurrió, el tipo, quien contaba con barbas recortadas y pelo oscuro, así como prendas de buena alcurnia, elevó levemente un vaso y sonrió un instante, tratando de ser cortés. Luego se le acercó Beltrán, quien comenzó a hablarle, y tal que así ambos se pusieron a charlar.

Notas de juego

Lo que descubres con el éxito en la tirada es eso, darte cuenta de que un invitado de tu mesa te mira.

Cargando editor
01/03/2023, 09:50
Estrela Medeiros

Ahora todos sabían cantar. ¡Qué asombro! Odón, no tenía ni idea, ¡pues más llevadero me hubieses hecho el viaje de Plasencia a Magerit, joven trovador!  Reí, y le dediqué una sonrisa. Crucé una mirada con Don Ramiro. ¿Debería dejarle cantar sin haberle oído nunca? Las alabanzas de una madre... son baratas. En ese momento, observé que un hombre me observaba desde el otro lado del salón. Por un instante. Era un amigo del juglar.

Mejor que ahora no, Odón. Luego entre los criados, canta todo lo que desees. Pero... algo me dice que los juglares agradan más a la señora del castillo, que al señor. Mejor no meterse en los caprichos de los nobles.

Luego, me volví hacia Don Ramiro. ¿Sabe quién es aquel hombre de barba que habla con el trovador? Se porta como usted en Magerit, mirándome desde la distancia. Le sonreí también. Era una broma. El vino, que me estaba poniendo contenta.

Cargando editor
01/03/2023, 22:01
Ramiro de Alfambra

La cara de Odón tornó en cierta desesperanza. No es que el chico aspirara ahora a cantar, ni ser su vida dedicada a ello; pero poder mencionar las coplillas de su madre delante de otros tantos bien que le agradaría. Ahora se encogió de hombros y siguió comiendo, sin dejar de mirar al plato.

Mientras tanto, Ramiro se giró (pues estaba de espaldas al que te referías). Lo miró, pero no con indiscreción, y entonces te miró a tí.

No lo sé, doña Estrela, no lo conozco. Al menos no es de Villaseñor -su pueblo natal, se refería-. ¿Ocurre algo?

Cargando editor
03/03/2023, 21:38
Estrela Medeiros

Me encogí de hombros. No debía ser hombre de relevancia, sólo un compañero del juglar. No, Don Ramiro, no ocurre nada. Creo.

El banquete siguió, y yo me divertí mucho. Necesitaba una velada así, no tan gris como las de Magerit. Definitivamente, después de esto, necesitaba más "aventura". Odón, lo he decidido. Después de acompañar a Don Ramiro a su casa, seguiremos hasta Toledo. Vamos a conocer mundo, mientras lo permitan nuestra salud, nuestro bolsillo y nuestro Señor. Brindé con mi criado. ¡Ay, el vino!

Cargando editor
04/03/2023, 09:54
Odón

¿A Toledo? -preguntó el joven siervo, no sabiendo muy bien dónde quedaba tal ciudad-. Como usted vea, doña Estrela. Yo ya me estaba haciendo a Magerit, aunque la seguiré a donde vaya.

Cargando editor
04/03/2023, 09:55
Director

El banquete comenzó a aminorar su marcha. Beltrán de Castromayor ya había dejado de cantar en algún momento, presa del vino; el anfitrión don Rosauro había dejado de hacer brindis o recibir en su mesa a los invitados. Y precisamente algún invitado se había marchado y también la hija del matrimonio. Al rato, también hubo de ausentarse de la cena tanto el hombre que te miraba, como el trovador casi ebrio.

Y llegó un momento en que quedaron, tan sólo, el matrimonio anfitrión y tres parejas de nobles, ahora con menos criados en la estancia.

Cargando editor
04/03/2023, 09:55
Ramiro de Alfambra

Bueno, si me disculpan iré a procurar de las habitaciones para dormir en este lugar. Los huesos de uno ya no son lo que eran -añadió, con una sonrisa, mientras se apoyaba en la mesa para levantarse-. Ahora vuelvo.

Ramiro desapareció de la sala, saliendo por una de las puertas.

Cargando editor
04/03/2023, 09:55
Odón

* * *
Casi media hora después

Señora Estrela, no se vos, pero a mi los párpados me pesan -el muchacho estaba recostado en la propia mesa, junto a su plato-. El fuego ya ardía leve, y tenía que ser avivado por los criados del castillo. Mi señor padre, a quien apenas conocí de niño, decía eso de: "cuando el sueño aprieta, y el hambre ahoga, desdicha inquieta"; y hambre no tengo ninguna, pero sueño... -sueño sí, se refería-.

Entonces miró hacia la puerta. ¿Donde estará don Ramiro? -preguntó en alto-. Ciertamente, había salido hacía un buen rato de aquel pequeño salón.

Cargando editor
06/03/2023, 07:54
Estrela Medeiros

A Toledo, sí. De visita sólo, descuida. Te gustará, es más ciudad que Majerit. Sonreí a mi criado, esta noche le estaba dando disgustos sin querer. 

Pasado un rato, Don Ramiro no volvía. Tienes razón, Odón. A lo mejor se ha quedado dormido. Voy a ver... y ya de paso me retiro a dormir también. Tú quédate si quieres. Canta y baila con el servicio. Que la vida es breve, aunque apriete el sueño. Le palmeé un hombro y me levanté de la mesa. Hice una leve reverencia hacia los anfitriones, y me marché por donde se fue el de Alfambra. ¿Donde estaría? Este anciano era especialista en desapariciones.

Cargando editor
06/03/2023, 17:01
Director

Odón asintió con lo de la ciudad, sabiendo tú que confiaba en tu criterio. Sonrió cuando le diste algo de vía libre, y tomo su vaso de vino, dispuesto a rellenárselo un poquito (pero no hasta el borde). El anfitrión don Rosauro, al verte marchar, levantó la copa y asintió, como agradecido que hubiérais escogido su gran hogar para pasar la noche. Acto seguido te giraste y saliste de allí.

En el pasillo no había nadie, tan solo hallábanse antorchas y candiles colgados en las paredes. Gran parte de la plantilla de los criados debian estar ya dormidos. Andaste un poco de acá para allá, por el zaguán y entonces escuchaste un crujido lejano: "¡Crasssh! Parecía como si un plato o vaso de barro se hubiera caído y quebrado en varios pedazos. Lo más cercano allí no era sino las cocinas del castillo, pero no había nadie allí (pues te asomaste a mirar). Oiste entonces un quejido ahogado; un leve suspiro, hecho de manera desesperada, que venía del patio de armas, o tal vez más allá.

Pronto  tus pasos se encaminaron a dicho patio, a cielo abierto, y viste el establo abierto. Te pareció que el barracón de soldados y servidumbre estaba clausurado a aquellas horas casi de madrugada, por lo que tu instinto no hizo sino enfocarse las puertas del establo, adosado a la muralla. Tras caminar hasta allí, de nuevo oíste un quejido... ¡Era la voz dificultosa de Ramiro!

Tras correr hasta el lugar viste que, una vez dentro del establo (donde aguardaban un par de caballos y una mula), habia un tipo en el suelo, cerca de los cubículos, sobre la paja esparcida por el suelo. Era Ramiro, tumbado bocarriba, y al verte llegar abrió los ojos con fuerza, y también trató de levantar su mano, pero éstas estaban juntas y pegadas a su estómago, del cual brotaba un gran manchurrón de sangre, esparciéndose entre sus dedos y cayendo al suelo. Trataba de hablar, pero parecía írsele el alma y la vida por la boca...

Cualquiera con dos ojos de frente sabría que, a aquel anciano, le acababan de apuñalar.

Notas de juego

Ramiro en el suelo, junto a los caballos y sobre la paja, en el establo. Si quieres, puedes intentar alguna tirada con el d100.

Cargando editor
07/03/2023, 09:28
Estrela Medeiros

Fuí y vení por los pasillos, sin dar con Don Ramiro. No entendía nada, ¿donde se había metido? ¡Qué facilidad tenía este hombre para desaparecer!

Un quejido me hizo poner los vellos de punta. Instintivamente seguí el lamento hasta los establos y...

¡Ay, Ramiro! Meu Deus! No había tiempo que perder. La sangre manaba de su vientre a borbotones. Tenía que evitar que se muriese. Luta, resiste... Le susurré. Despejé de dos patadas las bostas de caballo que le rodeaban, tomé paja fresca para secar la zona y la herida y busqué los pocos aparejos que llevaba encima siempre. Me puse manos a la obra, al tiempo que gritaba a pleno pulmón. ¡AYUDAAAA! ¡A MI LA GUARDIAAAA!

Ojalá no hubiese dejado al anciano irse sólo. Ojalá le hubiese dicho a Odón que vienese ahora conmigo.

- Tiradas (1)

Notas de juego

He declarado Suerte en la tirada 

Cargando editor
07/03/2023, 20:32
Ramiro de Alfambra

La herida se embadurnó de paja. Tus manos apretaban con fuerza, y el quejido ahogado de Ramiro hacían que notaras su dolor, que no podía expresar. Justo entonces gritaste, implorando ayuda, pero entonces hizo un gesto el anciano con sus últimas fuerzas.

No... -susurró, como queriendo que le escucharas, en vez de intentar otra cosa-. Entonces señaló su zurrón, que estaba allí arrojado, junto a su cuerpo, sobre la paja. Asomaba por la solapa un volumen grande-. Lleva el... el... libro a Villa... Villa...señor. ¡Estrela! -un borbotón de sangre fue escupido, justo al decir tu nombre, aún allí tendido-: ¡Entré... entrégalo a mis hermanos del T...Temple! No dejes que caí...ga en manos de Barr... Barrientos ¡Honra el rec... rec...uerdo del Marqués! -añadió-.

Y su cabeza giró a un lado, señal de la muerte del anciano, al menos con tu compañía, entre tus brazos.

Instantes después, acudieron allí dos criados, un soldado y el joven Odón. El muchacho se quedó pasmado, como hipnotizado: te veía con las manos llenas de sangre, y parecía un joven muy impresionable.