Partida Rol por web

Os encontráis a la salida del templo, allí os recibe una voz conocida. Es Andraax, quien os sugirió tomar el camino hacia el interior del templo para conseguir las dos armas. Él quería para su pueblo Cortaelfos, ya que era un arma creada expresamente para destruir a los de su raza. Thudim, como portador de Cortaelfos, busca exasperadamente a Andraax con el objetivo de matarlo; sin embargo, Andraax no está a la vista. Saludos, nobles señores enanos, habéis superado las expectativas y conseguido ambas armas sin haber perdido ninguno de vosotros la vida ni, espero, la cordura. Permitirme que siga oculto, Cortaelfos tiene voluntad propia y querrá instar a su portador a matarme. Dejar Cortaelfos en el suelo, alejaros y me mostraré.

-Seguro que nos quiere matar. Muéstrate elfito. dice Thudim gritando y con las armas de la mano. 

Habían logrado salir de aquel lugar de hechicería, pero los peligros no habían terminado. Ante las palabras del elfo, Dalbur dio un paso atrás, atento a todo. -Debemos separarnos un poco entre nosotros. Thudim, prueba dejar el arma en el suelo, pero ten tu otra arma a mano. A ver qué pasa...

-No sabía como, pero el dichoso arma había acabado en sus manos y estaba amenazando a un aliado. Thudim agitó la cabeza intentando despejarse e hizo lo que su compañero le pedía. 

Thudim deja Cortaelfos en el suelo y os alejáis de la cimitarra, tras una corta pausa Andraax aparece cogiendo el arma buen trabajo dice mientras observa el arma con detenimiento y que os haga dudar si se está refiriendo al arma o a vosotros debo destruirla o intentará matarme a mi o a cualquier elfo que se cruce en su camino. El pueblo élfico está en deuda con vosotros, decirme qué podemos hacer por vosotros y en la medida de lo posible cumpliremos con ello. De entre los árboles de alrededor empiezan a salir un grupo de cinco altos elfos que mantienen las distancias todavía con vosotros y con Andraax que continúa hablando tranquilos, vienen conmigo.

Sabía que se tiraba el moco, pero, había que probar. Habían estado tirando dados y forzando a la fortuna en su favor. Había que probar suerte, a ver si seguían con la misma estrella.

- Como es un favor de raza a raza, queremos que los de tu raza reconozcan los méritos de los enanos, nos traten con la cordialidad y respeto que como enanos, sentimos que merecemos y se pidan disculpas y se resarzan correspondientemente todos los agravios a nuestra raza.

La petición de Gramj parecía justa en la misma medida que difícil de aceptar para los elfos. Pero habían sido ellos quienes se habían ofrecido. En cierto modo, la victoria que ahora reclamaba Gramj tenía un significado mayor que el Martillo de Durin, e incluso mayor que la soñada reconquista de Moria. 

-Me uno a lo dicho por mi hermano, sentenció Dalbur y se quedó esperando la respuesta de los elfos. 

Una afable sonrisa apareció en el rostro del señor elfo Eso está hecho afirmó con vehemencia lo que habéis hecho por nosotros lo merece, vayamos a un lugar más tranquilo y discutamos los términos