Partida Rol por web

¿Ssskronch, essstásss bien? Me alegro - añade tras una breve pausa -. Sea lo que sea esa criatura, debemos mantenernos siempre en la luz...

- ¡¡¡SUARA!!! ¡NO ES MOMENTO!

Vamos, piensa rápido, necesitamos luz.

Saco tres de mis antorchas de la mochila y las enciende usando la lámpara. Una de ellas la lanzo a mis pies, cerca de la puerta, otra a través de la puerta para que ilumine la zona donde está Axelos y la última hacia dentro de la habitación.

La piromante consigue recomponerse y te dedica una mirada cargada de odio.

Pagaría por veros gestionar las Luces danzantes mientras el estómago os hace un número de acrobacia - por tercera vez, Suara da una palmada sobre su cabeza y extiende los brazos hasta formar una cruz, generando a su paso 4 orbes llameantes. Moviendo los índices y meñiques de sus manos, la piromante envía dos de las esferas a iluminar el resto de la habitación y las otras dos fuera de ésta. Todo esto sin apartar su mirada furibunda de ti.

La nueva luz proveniente de las antorchas y las Luces Danzantes proporciona más detalles sobre la habitación. El olor a ácido proviene de una decena de pequeños charcos esparcidos por toda la sala. El olor a corrosión proviene del aparato del centro que, además de estar destrozado por el fragmento caído de techo, está oxidado y corroído por la misma sustancia de los charquitos. Del aparato salen unos cables gruesos que recorren el suelo y se pierden atravesando las paredes. Tras el aparato, como si hubiera caído de la planta superior, encontráis el cadáver de una mujer humana.

- Otro cadaver...

Me acerco a investigar el cadaver mientras entrecierro los ojos mirando a la oscuridad del hueco del techo.

Lo de ahi arriba no tiene buena pinta.

Reconoces en la armadura de cuero de la mujer el blasón del Arpa Lunar, una asociación de rangers casi tan antigua como la icónica ciudad de Waterdeep. Estos rangers son famosos por su versatilidad y destreza en la más adversa de las condiciones, especialmente cuando van solos. La mujer parecía estar blandiendo sus espadas cortas momentos antes de caer por el agujero, y encuentras su arco largo a un par de metros de ella. Te llaman la atención sus brazales, pues parecen emanar un ligero aura mágico. Por las heridas, no parece que la caída fuese la causa de la muerte, más bien la gota que colmó el vaso. Todo apunta a que murió a manos de la misma criatura que la genasi de fuego...

Necesito salir de esta sala - murmura Suara aún entre pálida y verdosa -. El hedor me está matando...

Con velocidad la piromante se marcha, dejando las bolas igneas con Niveka y contigo.

Miro de reojo a Suara mientras se va con gesto de desprecio por su debilidad.

- Los dos últimos cadáveres parecen mas aventureros o mercernarios que vinieron aquí a morir a manos del monstruo que nos acecha. Tal vez tengamos que usar todo lo que tengamos a mano.

Me inclino sobre el cuerpo para mirar mejor los brazales.

Cuando termino con el cuerpo doy una vuelta alrededor del aparato esquivando los charcos de ácido. Al mismo tiempo, hago varias preguntas al aire, tanto para mí como para que me escuche el resto.

- ¿Para que servirá este aparato? ¿Se podrá arreglar? - Miro detenidamente las conexiones de los cables y la parte interior a ver si se me ocurre que es lo que hacia y si se puede reparar.

Yo no soy ninguna experta en tecnología, y Helm sabe que desconozco para que sirve este cacharro - responde Niveka a tus preguntas al aire -, pero he visto suficientes cosas destrozadas como para saber que ese trasto es imposible de arreglar. Mira que abolladuras... 

A falta de saber lo que hace, cojo el brazalete y me lo pongo para ver si siento algo.

Luego se lo enseño a Suara a ver si se le ocurre algo con este otro artefacto.

- Tienes razón Niveka, aquí no hay nada donde rascar. Tendremos que ir directos al grano. Reunamonos con el resto y subamos al piso de arriba. Tengo ganas de pelear contra la criatura de las sombras.

Niveka y tú salís de la sala, acompañados de cerca por las esferas llameantes de Suara. Encontrais a Suara sentada en el suelo con aspecto cansado mientras Skronch trata de explicarle algo a Axelos.

Eh, Menelpar dice de ir a romperle los dientes al bicho ese que nos está dando por el culo desde que hemos entrado en el templo - resume Niveka -. En esa sala no hay más que un cacharro destrozado, así que sólo nos queda subir las escaleras hasta la planta superior.

- Ehh sí, gracias Niveka. ¡Eso, vamos a por ese desgraciado! - De repente me viene a la mente la misión de Axelos - Sí bueno, a ver si está Jayna para preguntarle por el objeto.

Desssde luego no vamosss a poder dar con esssa mujer sssi no nosss libramosss de esssa criatura - coincide el dragonborn.

Contigo a la cabeza, seguido de Skronch, Axelos, Suara, y Niveka, subís las escaleras hasta la primera planta.

Una vez arriba, encontráis los restos de lo que antes era una amplia puerta de doble hoja, destrozada como si algo enorme hubiese querido (y conseguido) pasar por allí.

Al cruzar el umbral descubrís, iluminado por tu lámpara de aceite y las luces danzantes de Suara, un salón cuyas ventanas alguien ha tapiado concienzudamente. Sobresaliendo, un mirador bloqueado por una estatua derribada de gran tamaño de alguna deidad. Al pie de la estatua, una especie de constructo de unos tres metros reposa inerte. A vuestra derecha hay un enorme agujero del que emana una luz tenue y cálida y un olor familiar para algunos. A la izquierda, yacen dos cuerpos.

- Y más cuerpos... veamos. ¿Quién va a mirar la chatarra esa mientras miro yo los cadáveres?- Me acerco de nuevo cual buitre a los cadaveres para inspeccionarlos.

- Cuidado con el agujero, que con esta oscuridad no es dificil tropezarse. Sobre todo tú Suara, a ver si por oler el liquido tienes que irte de nuevo.

El hombre, ataviado con una cota de malla, parece haber muerto por sorpresa, pues sus dos espadas están envainadas. Su rostro te resulta extrañamente familiar.

La mujer, al contrario que el resto de los cadáveres que habéis encontrado, presenta múltiples cortes y heridas, y seguramente fue el hombre quien le mató, atravesándole con una espada de gran tamaño. Su piel parece azulada, pero tras los cristales verdes de tu yelmo no puedes estar seguro. Cuanto más la inspeccionas, más seguro estás de que hay algo demoníaco en ella.

- Oh dios, pero quién o qué es esta mujer. - Dejo la lámpara en el suelo junto a mis pies para tener la manos libres y sacar mi símbolo sagrado. Sin perder la vista de la mujer pido a los dioses que me ayuden en la visión de lo innatural, aunque sea en un tono verdoso.

Si en la mujer no viese nada, aprovecharía para mirar alrededor por la habitación.

Te falta tiempo para notar el acre hedor de los demonios emanando del cuerpo de la mujer.

Horrorizado y sin dudarlo, guardo rápidamente mi reliquia y cojo el espadón con ambas.

Clavo en el cuerpo inerte la punta por si acaso.