Partida Rol por web

Sentís la misma vertiginosa sensación que cuando cruzasteis el portal de Ejandr. Y entonces os impacta en la cara un calor intenso. Tras cerciorarte de que la puerta no va a abrirse de nuevo, echas un vistazo a tu alrededor. Ante vosotros se extiende un erial de tierra calcinada y rocas retorcidas y deformadas que asemejan los rostros de almas torturadas. El cielo, de color rojizo, no tiene sol ni estrellas, pero lo cruzan enormes bolas de fuego que a veces aterrizan en el suelo con una temible explosión.

Menelpar, deberíamosss ponernosss en marcha - comenta Axelos apurando su poción de resistencia al fuego -. Puedo sssentir el Cáliz en essste plano, pero necesssito concentrarme para localizarlo. Debemosss ponernosss primero a cubierto o esssasss bolasss de fuego nosss harán fosssfatina.

¡Eh! ¡Vosotros!

A unos veinte metros una mujer os hace señas para aproximaros a una cueva excavada en una montaña cercana.

Por aquí, ¡deprisa!

- Venga, vamos a la cueva esa. - Les digo al resto mientras me intento tapar la cara con el brazo - Por lo poco que he visto, el aspecto parece de una atractiva súcubo, no os fieis.

Corréis en dirección a la cueva, más pendientes de evitar que os caiga una bola de fuego en la cabeza que de lo que pueda haber en el interior de la misma, incluyendo a la mujer.

¡Deprisa! - os vuelve a instar la mujer - ¿Sois inmunes al calor o qué? - añade para quitarle hierro a la situación. 

Pst, Menelpar - te susurra el gnomo -, ¿que crees que hace un pibón así en un lugar como este?

Os adentrais en el interior de la cueva, una pequeña abertura comunicada con un único túnel. Lejos de ser silenciosa, la cueva presenta un combinado de gritos agónicos que se escuchan al fondo y temblores provocados por el impacto de las bolas de fuego en el exterior. Luz tenue se cuela por algunas grietas de la pared, haciendo un variopinto juego de claroscuros.

Le respondo a Flok al mismo volumen - Lo siento Flok, pero alguién así no estaría en el infierno. O es un demonio que sólo quiere quedarse con nuestras almas o es el mismo señor de la entrada a la cueva del Deva, disfrazado esta vez de mujerzuela para ayudarnos a entrar a otra cueva. Algún tipo de Maestro Espeleólogo. Desde luego, no creo que te de lo que tú esperas.

Estiro las piernas de estar agachado para hablar con Flok e intentando ignorar los gritos de dolor le respondo a la mujer.

- Por suerte podemos aguantar unos minutos en ese calor, pero tampoco indefinidamente. Que nos condujeras hasta esta cueva ha sido de gran ayuda. ¿Quién eres y por qué nos ayudas?

Intentaré no hablar más de la cuenta por si las moscas.

Siempre es agradable tener compañía con un número "normal" de apéndices - rie la mujer -. Mi nombre es Shaila. Si estoy aquí es porque debo rescatar a mi hijo de las garras del demonio Bel. Como habéis sido capaces de llegar hasta aquí con vida he de suponer que sois poderosos guerreros... Y esperaba que pudierais ayudarme en mi empresa. A propósito, os pido disculpas si mi armadura es demasiado... provocativa - le dedica una mirada a Flok y se sonroja -. Es lo único que he sido capaz de encontrar para aguantar las temperaturas de este plano. De normal vestiría una túnica en el templo de Sylvanus en el que sirvo.

No nos podemos desviar de la misión sin una buena razón, necesito más información.

Me llama la atención la espada, de un color verde que destaca sobre todo lo demás en este sitio. Según sus palabras tiene sentido si realmente sigue a Sylvanus. Me fijo en los detalles de la espada para averiguar si realmente está asociada a ese dios.

- Perdona por la pregunta, pero aunque tu apariencia parece humana, que estés aquí y que tu hijo haya sido raptado por un demonio no parecen concordar. ¿De dónde vienes? ¿Qué eres?

A medida que la mujer habla, te vas fijando en los detalles de la espada. No cabe duda de que el arma lleva los símbolos de Silvanus: el color verde del filo, la empuñadura en madera de roble, el emblema con forma de hoja en la empuñadura... Por otro lado, la mujer parece perfectamente humana, pese a que su armadura es claramente demoníaca.

Entiendo vuestra desconfianza - responde Shaila -. Bel es el segundo al mando después de Zariel, a quien supongo habréis oído mencionar alguna vez. Ambos tratan de derrocarse el uno al otro para gobernar el Avernus. Mi hijo es el último descendiente de una antigua familia de druidas. Éstos tienen una conexión especial con Silvanus y eso les permite realizar hechizos o milagros fuera del alcance de un druida normal. Bel planea usar a mi hijo para desatar el caos en la Ciudadela de Bronce y aprovechar la confusión para destronar a Zariel de nuevo.

Demonios matando demonios, yo lo veo como un buen plan.

- Nosotros sin embargo estamos en otra misión totalmente distinta. El Dragonborn de aquí es quién nos ha contratado para ayudarle. Por cierto, yo soy Menelpar, de los mil dioses.

Doy paso a Axelos para que él cuente lo que crea oportuno.

Axelos te dedica una larga mirada.

Como bien dice Menelpar, nuessstra misssión esss otra y bien importante, pero sssupongo que no essstá de másss aliarnosss temporalmente.

¡Ole! ¡Ole! - Flok da saltos de alegría - ¡La macizorra se une al grupo! No te ofendas gigantona - añade el gnomo mirando a Niveka - Tu también estás potente, pero eres muy alta para mí

Nunca le he visto utilidad a los llaveros - responde la goliath con indiferencia -. Qué sabes de esta zona? - pregunta a Shaila.

Hasta donde sé, esta cueva permite atravesar la montaña de un extremo a otro, aunque no he podido comprobarlo personalmente - Shaila señala el túnel -. Más adelante el túnel se bifurca en tres caminos. El de la izquierda permite atravesar la montaña, y el de la derecha lleva al exterior. El central conduce a un camino sin salida. Sin embargo, en ese camino he encontrado un manantial con agua potable y es perfecto para descansar sin peligro.

- Parece una buena idea que empecemos descansando. Si queremos sobrevivir aquí necesitaremos todas nuestras fuerzas al máximo. Eso te dará tiempo también, Axelos, para localizar el cáliz y saber hacia dónde dirigirnos.

Me giro hacia la súcubo druida para dirigirme a ella y tantearla un poco.

- Shaila, ¿A dónde te dirijes tú? ¿Dónde está tu hijo? ¿Conoces a un druida mudo que usa un pájaro para comunicarse?

La intento desconertar y fijarme en sus gestos a ver si hace algo raro.

Me dirijo a la Ciudadela de Bronce. Pero aún estoy averiguando cómo llegar sin morir en el intento - la mujer te dedica una sonrisa encantadora, más de lo que pegaría con la conversación -. Quiero pensar que mi hijo se encuentra allí... En cuanto a tu amigo - Shaila hace una pausa como si tratase de recordar sin éxito -, la comunidad de druidas que adoran a Silvanus es muy extensa. No se si alguna vez me habré topado con él.

Los gestos de la mujer son despreocupados y naturales, aunque parecen enfocados a hacer que os caiga bien.

- ¿No lo conoces? Bueno, no pasa nada. Vamos a descansar y por el camino me explicas como con la apariencia de niña que tienes ya tienes un hijo druida con tanto poder.

Mientras camino a su lado saco un poco el escudo por un costado.

- Aún lo conservo, te lo guardo hasta que terminemos. - Y termino guiñandole un ojo.

Shaila observa el escudo y eleva una ceja inconscientemente, claramente desconcertada. Entonces, para cambiar de tema, te explica que Silvanus les provee de plantas medicinales y otras soluciones naturales que favorecen enormemente el cuidado de la piel.

Avanzáis por el túnel hasta llegar a la bifurcación que os había dicho la mujer. Los gritos agónicos son más intensos y parecen provenir del camino izquierdo, el cual se vuelve cada vez más oscuro. A la derecha se observa el caótico exterior. Y frente a vosotros el camino continúa, iluminado por las pequeñas grietas de las paredes.

- ¿Era por el centro para poder descansar un poco verdad?