Partida Rol por web

Aquella noche la taberna estaba bastante bacía, a excepción de una mesa ocupada por un variopinto grupo, los primeros clientes desde hacía días. El avance de la ciénaga había hecho intransitable los caminos y engullido pueblos, y tras cada pueblo desaparecido sus vecinos se veían afectados económicamente…

El tabernero no podía reprimir su curiosidad y preguntarse qué asuntos podía tener en común un guerrero, un enano, una mediana, una elfa y un harapiento semiorco. El dueño había hecho un esfuerzo para no manifestar sus inquietudes, hacía tiempo que nadie se pasaba por su local y mientras pudieran pagar con piezas de metal no le importaba el tiempo que pudieran quedarse.

Sobre la mesa que estos cinco sospechosos compartían había, a parte de los platos con los restos de la cena, un viejo mapa que el posadero les había facilitado. Al parecer se hospedarían durante poco tiempo, pues parecía que pretendían adentrarse en la ciénaga…

 Debemos ir justo al centro!! Eso digo yo! No se que demonios ocurre en este cenagal, pero...  el origen de este mal debe estar por aquí!

Bork dijo esto con ímpetu, mientras su robusto dedo señalaba un punto no demasiado cercano al centro del mapa, pero sin duda el punto más centrado que podía alcanzar de manera digna con sus cortos brazos. Con su otra mano, sostenía una jarra de cerveza, a la que dio un largo trago cuando dio por entendido su mensaje. Tras el, continuó.

Hemos viajado durante días, y finalmente estamos aquí, en los lindes de la ciénaga. Como veis... poco queda para que también esta posada sea engu...

Cayó en que el posadero estaba cercano, y la sala bastante en silencio...

Eh.. digo... Aquí todavía encontramos civilización en pie, pero de aquí en adelante, no encontraremos nada amigable. Creo que deberíamos aprovechar bien los manjares de esta noche!

Y dicho esto, se acabó la cerveza e hizo un gesto al posadero, para que le trajera otra.

Que decís? Saldremos mañana a primera hora? Todavía estáis seguros que queréis venir? Si alguno quiere echarse atrás, ahora es el momento...

Miro al grupo... no acababa de saber mucho de ellos. El poco tiempo que habían estado viajando juntos habían estado más ocupados en buscar los límites de la ciénaga que en averiguar por que se habían lanzado a aquella empresa... No parecían cobardes... pero... serían de fiar? Responderían ante el peligro? 

Acababa de conocer a tan variopinto grupo en la casi desierta posada. Llevaba caminando bastantes días y estaba muy cansada. Mi fatigada espalda llevaba casi un mes sin probar un mullido colchón de plumas de oca y mis doloridos huesos reclamaban un descanso tras demasiadas noches durmiendo a la intemperie o abrazada a la rama del árbol mas alto que había podido encontrar, a salvo de saqueadores, bestias salvajes y malandrines.

Por eso había decidido entrar en la posada, porque la ciénaga ya estaba a muy pocas leguas y necesitaba todas mis energías bien recuperadas al día siguiente, tras una sencilla cena caliente y un reparador sueño bajo una pesada manta. Llevaba muchas jornadas evitando a los humanos y sus grandes, decadentes y sucias urbes; y muchos meses evitando los antros de perdición y nido de peleas que suponen las tabernas. Pero hoy era distinto. No podía seguir aguantando ni un día mas y necesitaba recuperar todas las energías posibles. Y esta taberna parecía casi desierta y muy tranquila, porque sin duda la ciénaga había expulsado a todos los habitantes de la comarca. Era justo lo que necesitaba, y no sería difícil pasar desapercibida. Me había acercado a la barra y había dejado caer la capucha de lana que cubría mi cabeza. Pedí un plato caliente y un poco de vino añejo caliente y especiado para calentar mi estómago para seguidamente depositar una pieza de metal sobre el mostrador. A alguien se le ocurrió preguntar a donde iba. No habría contestado en circunstancias normales y me habría limitado a encogerme de hombros para concentrarme en mis asuntos. Pero en ese momento respondí casi sin pensar animada por la ligereza de mi lengua y locuacidad causada por el vino en mi poco acostumbrado cuerpo:
Al corazón de la ciénaga. Y mas allá, quizás. respondí casi sin pensar.

Y esa respuesta llamó la atención de los 4 aventureros que comparten hoy mi mesa.Acepté su oferta de unirme a su grupo y me senté con ellos grácilmente mientras el posadero depositaba mi plato de asado y mi copa de vino frente a mi silla.

Si. Ese es mi destino. Allí voy. había continuado. Quizás necesitaba hablar desesperadamente. Desconfiaba de los humanos pero conmigo también se sentaban un enano, un semiorco y una hobbit, razas de las que había oido hablar en viejos poemas y cantares pero con las que nunca me había llegado a cruzar. Miré con algo de desconfianza al humano y al semiorco pero aún así me senté. Llevaba demasiado tiempo sin hablar con nadie. Quizás lo necesitaba en lo que podría ser mi último viaje.

Mi nombre es Nessa. Vengo de Calanor. Y tengo el mismo destino que usted, señor enano. Partiré al alba. había comentado. Sin sonreir. Sin pretender ser simpática. No sabía si debería fiarme de sus interlocutores por lo que decide no continuar hablando sobre mi papel en esta aventura. Mejor sería escuchar lo que tendrían que decirme
Pero podríamos compartir camino y riesgos. admitió para seguidamente mordisquear suavemente una costilla de venado. ¿qué saben de la ciénaga? pregunté sin poder evitar que un atisbo de tristeza asomara en mis claros ojos

 Nemeïa agradecía por fín el poder estar tranquila en un sitio, con techo y comida caliente. Éste último viaje no le había apetecido en absoluto, y menos cuándo ya se estaba acostumbrando a las comodidades de las grandes comunidades. 

Mientras terminaba de comer, miraba a todos sitios... jamás había visto una taberna tan vacía como aquella y realmente comenzaba a dudar el hecho de que simplemente todos se habían ido por aburrimiento y que lo de la ciénaga no eran más que excusas, o un reclamo turístico para atraer población. De repente no pudo parar de reir al escucharse a sí mismo las tonterías que estaba diciendo... tanto tiempo sin robar le estaba pasando factura.

-¿Así que partimos mañana a primera hora?- refunfuñó. Pero si acabamos de llegar. pensó. Pero de repente cayó en la cuenta de que si la situación estaba así era sinónimo de que había problemas, y si sabía algo es que allí donde hay problemas, probablemente hubiese también tesoros. -Está bien, ¡a la luz del alba!- afirmó. A continuacíón hizo una pausa mientras escuchaba a la elfa. -Eso... ¿Alguien sabe algo de la maldita ciénaga?- dijo, procurando que el tabernero también escuchase sus palabras.

Hacía mucho tiempo desde la ultima vez que Sark se unió a un grupo para facilitar su viaje y por experiencia sabía que era una buena idea, pero teniendo tan poca información de la ciénaga y siendo tan poco afable con la gente que no conoce le hacía escéptico.
Su grado de desconfianza era alto, pero sabía que no encontraría un grupo mejor para entrar en la ciénaga, además tenia un gran interés por descubrir los secretos que se escondían.

Sentado en la mesa bebiendo un poco junto al nuevo grupo, escuchaba lo que decían. Poco sabían de la ciénaga y perecían igual de interesados que él, lo que mantuvo la desconfianza y aumento la curiosidad en Sark.

Al centro, ¿por qué no? aunque quizá encontremos la respuesta por el camino. Dijo Sark con tono ingenuo.
En este lugar pasa algo extraño y peligroso. Pesaba Sark mientras miraba a todos lados como si buscara respuestas.
¡Gran forma de empezar el día! mañana a primera hora. Dijo Sark con espíritu y cerrando los puños con ganas de empezar el viaje. Pese a su desconfianza e inquietud su espíritu y curiosidad eran más fuertes.

 El entusiasmo de Sark agradó al enano, aunque no acababa de estar acostumbrado todavía a la presencia del semiorco. Su familia le había acostumbrado a tratar con gente de toda índole, pero... los orcos nunca habían gozado de buena reputación! Eran agresivos, groseros, y de costumbres extrañas... pero este parecía poco problemático, y el resto parecía aceptarlo bien. Y... lo más importante... era el único explorador que se había ofrecido a acompañarles al interior de la ciénaga. Así que de momento, era uno más del grupo.

Bien, bien! Está bien ver que estamos tan locos de empezar el día haciendo lo que todo el mundo evita hacer! Adentrarnos en un terreno pantanoso, apestoso y putrefacto! Ah... Gran manera de empezar el día, Sark, cierto!

Con esto, mordisqueó un poco de la carne que todavía quedaba en su plato mientras observaba a la elfa y la mediana. Se preguntó si Nessa mantendría sus modales refinados a la mañana siguiente, mientras luchaba por avanzar a través de los fangos y los insectos... No sabía por qué, pero no la imaginaba habiendo vivido como aventurera mucho tiempo...  Pero, aunque dudaba que fuera a ser de utilidad en una batalla, no quería imaginarse quan rápido moriría quien fuera herido dentro de la ciénaga... La infección de la herida sería inevitable sin alguien con las habilidades de la clérigo! Era bueno que ella estuviera en el grupo, sin duda...

Veamos, Sark... espero que si no sabes de esta ciénaga, al menos sepas como moverte en ellas! Mañana tendrás que guiarnos de forma segura y rápida! Pero... como dicen Nessa y Nemeia... sabes quizá tu algo de la ciénaga que no nosotros no sepamos? Has explorado quizá la zona un poco más que nosotros? O debemos interrogar al posadero... no parece muy ocupado con la clientela, ciertamente...

Permanezco atenta a la posible respuesta que pueda tener el semiorco.No sonreía, no estaba cómoda, porque hacía ya muchas jornadas que no tenía mas compañía que el eco de mis pasos, pero tenía que reconocer que era bastante sensato que todos nos uniéramos para explorar el pútrido terreno. Ignoraba que había traido a mis compañeros de viaje a este lugar, pero aún no me atrevía a preguntárselo.

Mañana temprano necesitaríamos adquirir una barcaza o construirnos una balsa. No tenía ni idea de como podríamos acceder al centro de la ciénaga, y no sabía muy bien como podríamos acceder al interior sin poder respirar bajo el agua. Pero una primera exploración del sitio nos serviría de ayuda y la luz del día nos servirá para quizás comprender algo mas.

¿Tienen una barca? pregunté ingenuamente aunque ya intuía la respuesta y no habría tampoco muchos comerciantes en la comarca que pudieran proporcionarles una. Mañana será un día algo atareado y quizás no nos llevará demasiado tiempo construir una balsa. Los fuertes brazos del semiorco, del enano y del humano serían de gran ayuda.

También intuía las razones por las que la ciénaga avanzaba imperturbable y engulléndolo todo a su paso, pero soy demasiado tímida para compartir mis pensamientos. Miré de reojo al semiorco y al humano y sabía que pronto tendría que comenzar a confiar en ellos, porque no me quedaba otra salida. Quizás el enano también me intimidaba un poco. Pero imaginaba que les iba a necesitar, y seguramente ellos a mi también. No me gustaba, no me fiaba de ellos y me daban miedo, pero mi misión está por encima de lo que pueda sentir. Y mientras espera una respuesta, dirijo una mirada triste y melancólica a mi copa que me es devuelta en el reflejo de mis ojos en el oscuro vino.

 -Jaja, eso estaría bien, disponer de una barca, si señor- reía divertida mientras chupeteaba un último hueso de pollo. - Pero mucho me temo que nos pondremos de mierda hasta las caderas.- La verdad es que no le hacía mucha gracia que fuera verdad lo que estaba diciendo, sobretodo porque si a algún compañero le llegase el fango a las caderas, implicaria que a ella le llegaría al cuello.

 Al soltar el hueso miró al posadero, para después hacerle unas señas a sus compañeros -Cómo no lo vigilemos, seguro que cuando estemos en mitad de la ciénaga nos hemos dado cuenta de que nos ha seguido hasta allí, de lo aburrido que tiene que estar- decía jocosa. -Pues ni hablar, no pienso compartir los tesoros con nadie además de vosotros, aunque tuviese que quitarles la mugre yo solita-

El posadero, hombre rechoncho y con un delantal con manchas de aceite, seguía haciendo sus quehaceres rutinarios. Hacía tiempo que había terminado de trabajar pero como propietario del local no podía irse a dormir antes que sus clientes aunque hiciera tiempo que se habia pasado la hora normal del cierre.

Algunos miembros del grupo seguían comiendo y aunque les había parecido oírles hablar sobre él, no había sido para llamarlo. El dueño siguió desde detrás del mostrador, limpiando platos y vasos a los que ya había sacado brillo mientras esperaba a ser llamado para el siguiente pedido o para el retiro de los platos sucios.

Pero la ciénaga puede ser tremendamente profunda. No olvidemos que se ha tragado pueblos enteros. No podemos caminar sobre las aguas respondo algo intranquila a la afirmación de la mediana.
¿Por lo menos podríamos construir una balsa? Miro seguidamente al posadero. Quizás el sepa algo mas.
Puede que el posadero sepa darnos mas información. De todos modos puedo estar equivocada. Aún no he visto la ciénaga, no he llegado hasta allí,no todavía.

Una barca!?! No cuentes conmigo, elfa!! Me gusta sentir el suelo bajo mis pies... incluso un suelo fangoso y traicionero! No, no!! Creo que Sark es el que debe guiarnos por la zona... espero que él sepa como encontrar la mejor manera para avanzar de manera rápida y... seca!

Bork finalizó de comer lo que tenía en el plato... estaba realmente hambriento esta noche. Al acabar, fue a beber otro trago de cerveza y descubrió con desagrado que el posadero no había traído más bebida. 

Quizá sí sea buena idea interrogar un poco al propietario... a fin de cuentas, es el que sabe más de este lugar de todos los presentes...

Y dicho esto, hizo un ademán con la jarra de cerveza para llamar la atención del posadero, sin dejar muy claro si quería empezar el  interrogatorio, o sencillamente pedir más cerveza.

El posadero abandona el mostrador y se acerca con aspecto afable a la mesa con una jarra llena. Cada nuevo pedido era más de ese pulido metal que tanto apreciaba alojado en sus bolsillos, así que debía mostrar su mejor cara a pesar del cansancio.

El dueño llena la jarra del enano y deja la que traía llena para retirar la vacía.

-¿Desean algo mas los señores? –Pregunta servicialmente pero con la duda de que sus clientes pudieran pagar lo pedido a juzgar por su aspecto.

Los Morrigan ya no exilian, su linaje, como el del posadero debía de remontarse a una barrica de cerveza, el había cenado frugalmente, no quería comer mucho antes de dormir.

Las habitaciones las habían sacado a un buen precio, pero sabía que aquel hombre, estaba esperando para sangrar sus bolsas, y no podía culparlo.

Primero la guerra, luego epidemias, y ahora aquel extraño cenagal que todo se comía a su paso. El había llegado solo, pero pronto el enano había empezado a hablar de una misión. Claro que tras un par de cervezas todo hombre hablaba de más.

El semiorco ofreció sus servicios, antes incluso de saber que no había dinero en las manos del enano. Pero como ya estaba a la mesa, allí se quedo.
Con el problema del dinero en mente llego la mediana. Bueno, aquella mediana tenía una filosofía muy curiosa.

Brenus había sonreído varias veces con sus comentarios. Tesoros decía, todos para ellos. Ojala tuviera razón.
El por su parte solo podía aspirar a ayudar a este pueblo y a los vecinos que aun quedaban en el.
Una señora lo había contratado, a cambio le había prometido la mano de su hija pequeña. Que no levantaba un palmo del suelo.

Acepto igualmente, y sus pasos le llevaron a la posada. Allí podría conseguir lo que necesitaban. Cuando llevaban un rato hablando una elfa llego, su destino el mismo que el de ellos, y al final, los únicos clientes que había parecían dispuestos a aventurarse en los peligros del cenagal.

El pensaba ir solo, pero ir con un grupo, eso le proporcionaba manos, ojos y mentes extra para salir vivo del aquel lugar.

Había estado callado durante mucho rato observando a sus coetáneos. Todos tenían recelos, no era algo nuevo para él, había visto muchas veces esas caras en la posada de su tío.
Aquel pensamiento le dolió dentro, así que lo aparto como quien aparta una mosca.

Miro al posadero al tiempo que sacaba su bolsa.

Si, toda la cuenta la pagare yo. Que hoy estamos de celebración. ¿Verad compañeros, hoy se ha unido nuestro formidable grupo?

Pero necesito de usted información. Me temo que mis alocados compañeros y yo mismo no sabemos mucho sobre el fenómeno del cenagal. Podría decirnos cuando empezó, que pasaba antes de que empezara, o al menos que ritmo crece. Porque seguro que no es de manera natural, usted ya me entiende.

Brenus sabía que la manera más fácil de llegar al corazón de las personas, era siendo sincero, y mostrando sus propios sentimientos. La gente no podía confiar en alguien que no los mostraba. Si iba a trabajar con ellos, y lo iba a hacer si o si, necesitaba que ellos confiaran en alguien.

Y además necesitaban información, no debían de meterse en problemas a lo loco. Y la mejor fuente de información siempre sería un mesonero.

El iba a ser esa persona. Alegre y educado, y siempre dispuesto. Ese era el lema de su familia a la hora de los negocios, así que supuso que se podría aplicar también a este momento y lugar.

El dueño sonríe ampliamente ante el tintineo de la bolsa, prestando total atención al joven caballero.

-Sin duda sois muy generoso, señor. Bueno, no es mucho lo que se pero espero que les pueda servir… Hace años la ciénaga era un lugar reducido y con la torre de la alta hechicería como único edificio tras la caída del reino… Su cerco crece a cada mes de manera alarmante, empezó a crecer hara un año y ya ha engullido cuatro pueblos según crecia. Supongo que su centro seguirá siendo la torre… Pero solo puedo suponerlo, a nadie se le ha ocurrido entrar ahí y regresar para confirmarlo. –Dice encogiéndose de hombros. Seguidamente mete la mano en el bolsillo delantero de su sucio delantal y saca un lápiz de mina de carbón.

-El mapa es muy viejo, los cartógrafos no se molestan en actualizar los mapas ya que la zona cambia constantemente. –Prosigue, haciendo unas cruces en distintos puntos del mapa. –Estos son los pueblos que existían, por si la distancia a la que están pudiera servirles para hacerse una idea de su inmensidad.

El hombre vuelve a guardar el lápiz y prosigue con la explicación.

-Hiendo a buen paso y por la antigua ruta mercante deberían llegar hasta sus límites tras unas cuantas horas, pero cruzar el cenagal les puede llevar todo el día. Si desean llegar antes a su destino mi sobrino puede acercarles a cambio de una pieza de plata… De ese modo llegarían antes.

Estaba haciendo cuentas sobre cuál de mis posesiones podría servir como trueque a cambio del alojamiento y de la cena. Y del vino, claro. Realmente ignoraba su precio. Y la oferta del humano llega como agua de mayo, sorprendente y también muy generosa. Me sonrojé y agaché la cabeza. Quizás la expresión de mi rostro había llamado su atención
y había adivinado mis pensamientos. Mi expresivo rostro era commo un libro abierto.

Siempre viajaba sin dinero. Nadie lo poseia ni lo necesitaba allí donde vivía, pues la naturaleza nos proveía de todo lo que necesitábamos.

El posadero hace una oferta para atravesar rápidamente el cenagal, pero no estoy segura de si debemos aceptarla o no. No por el tema económico, al menos no solo por eso, sino porque puede que lo que nos sobre ahora mismo es tiempo y no debamos perder ni una sola de las pistas que podremos encontrar en el camino.

Sea como sea decido guardar silencio y dejar que mis compañeros sean los que decidan.

-Muy generosa tu oferta- le dice al compañero tras ofrecerse pagar todo lo consumido. -Yo pagaría...- dijo mientras se llevaba una mano a la bolsa donde guardaba las monedas, esperando que nadie sospechara que realmente tenía bastantes. -Pero mejor otro día, estoy pelada, ya sabes, hoy por mí y mañana por tí, si se da el caso, claro- bromeó.

-Pienso que su sobrino podría acompañarnos, así llegaremos antes y alcanzaremos antes el cenagal- dice confiada. -Y ya será cuestión de tiempo y llenarse de fango, para enterarnos de qué diantres es lo que está pasando. Si es por la moneda de plata no hay problema, para eso me llega.- sonrió.

Bork asentía mientras escuchaba hablar a la mediana.

Sí, sí... sería conveniente que nos acompañara. Alguien que conozca el terreno y sepa cómo era este antes de la llegada de las aguas puede ser más útil que el mejor explorador...

Especialmente uno tan parlanchín como este, pensó Bork.

Yo mismo pagaré por la compañía de tu sobrino. Quien sabe! Tras unas horas con nosotros igual se inspira, y decide convertirse en Paladín, también!

Dicho esto, Bork se puso a estudiar un poco el mapa, con los puntos que había marcado el posadero, mientras escuchaba al resto del grupo hablar.

El rechoncho hombre recoge con sus regordetas manos las piezas de metal por los servició y el trasporte del día siguiente.

-Gracias señores... Sus habitaciones están ya listas, por si desean descansar para antes del largo viaje. Espero que sean de su agrado. Y no se preocupen, mi sobrino estará listo para cuando quieran partir.