Partida Rol por web

El resto de ogros, en vistas de que la puerta era inalcanzable gracias a la magia de Andet, deciden volcarse tambien en convertir a Dayereth en pulpa.

El behir continuaba masticando y digiriendo a Iannes. Por un momento le había parecido que el hombre santo estaba un poco mas masticado ya, pero parecía volver a tener el mismo gustito del principio ...

El arquero le continuaba lanzando flechas y se le estaba terminando la paciencia al enorme monstruo. Pero sabia que tenia de continuar aguantando, al fin y al cabo sus ataques no solo dañaban a sus enemigos, la puerta tambien iba cediendo poco a poco.

Sus ataques se volvían previsibles y no alcanzó a nadie esta vez.

El cansancio empezaba a hacer mella en mi cuerpo. Podría seguir torturando ese Behir durante horas, pero no podía negar que mis golpes se hacían paulatinamente mas débiles.

Una nueva descarga de energía envenenada rompe una barrera en las sus defensas. Por primera vez desde que hemos empezado, el Behir parece flaquear. Se tambalea por un instante y aunque recupera rapidamente la compostura sabe que su muerta esta mas cercana.

Una y otra vez el joven dragón intentó voltearlo con su terrible pisotón. Dolorido y sosteniéndose en pie por pura fuerza de voluntad, Andet pudo predecir cada uno de los ataques. La mirada del enemigo se perdía y confundía por momentos, con cada reflejo falso y traicionero que el hechizo le provocaba.

- Demasiado vanidoso para evitar mirarte en el espejo, ¿eh? - murmuró mientras movía ligeramente el orbe y Mhul dudaba. Suficiente para salir del alcance de su ataque.

El escape del monseñor lo renovó completamente, renovando su cuerpo y sus ánimos. La oportunidad no debía ser desaprovechada. De sus labios brotó nuevamente la conocida melodía, mientras sus dedos dibujaban partituras de música arcana. Aún de mente afilada y resistencia natural a la magia, pocos podían resistir el impulso demencial de seguir aquella retorcida canción.

- Con las hadas y los gnomos, baila mi querido Mhul - exclamó mientras reia, cada pequeña venganza contra el soberbio behir elevaba su propio ego.

El behir sigue las instrucciones de Andet y termina arrancando de cuajo la cabeza del ogro.

Después se sacude la cabeza molesto.

-Sucio traicionero.- Masculla en un común torcido.

Acto seguido da media vuelta y sube trepando la pared con furia y dejando sus garras marcadas en la piedra.

El temible monstruo escala la muralla hacia Karún. El elfo, sin amedrentarse en absoluto hace una pirueta hacia atrás dando una voltereta mientras dispara su arco estando bocabajo*, dañando gravemente al monstruo e inmovilizándolo en su lugar.

(PNJtorizado por Quel).

Los ogros y el gigante continúan su lucha contra Daye, que poco a poco va quedándose con menos piel ante los ataques del flagelo. Por su parte el Behir retoma su curso de golpear el suelo causando grandes explosiones atronadoras que lanzan tanto a Eva como a Karun al suelo.

Karún está al límite de sus fuerzas, se levanta con dificultad. Mira hacia atrás: quizá deba salvaguardarme y curar mis heridas... Pero esa idea se le quita rápidamente de su cabeza. Aún tiene algunos trucos reservados para guarecerse de esa criatura por si le ataca. 

El elfo levanta el arco y sin vacilar de nuevo dispara dos flechas a la enorme criatura que les acecha.  

Uno de los ogros consigue atravesar las defensas mágicas del eladrin y clavar su arma entre los hombros de forma dolorosa, encima de la muralla el Behir decide dejar de golpear y lanzar una poderosa explosión de electricidad que lanza por los aires a Karun y casi derriba a Iannes.

Llevaban mucho rato luchando y el monstruo empezaba a perder el resuello, lo que se notaba en su respirar profundo y cansado.

Aun desde el suelo, todos los músculos del cuerpo aquejaban el maltrato al que se veían sometidos. La electricidad chisporroteaba por encima de la piel, dejando por allá donde pasa, un errático camino enrojecido. También por entre mis entrañas, inundando todos los sentidos de un suplicio tan desgarrador como siniestramente gozoso.
Siento un innegable cosquilleo pulsante en el perineo. ... Aun estas enferma. Me digo a mi misma con una sonrisa que casi roza la demencia.

El potente estallido eléctrico golpea al hombre santo y al elfo pretencioso. El primero resiste el golpe y se mantiene en pie, aunque los espasmos de su cuerpo parecen tomar el control de sus acciones. El segundo no ... y tampoco me importa.

Horriblemente dolorida, enfadada y excitada, doy un paso al frente. Abro mis brazos, con las palmas abiertas al cielo y los dedos retorcidos en forma de garras, como si pretendiese acabar con el monstruo con mis propios manos. ¡¡Mírame!!. Le ordeno sin abrir la boca que solo muestra unos dientes apretados y bañados en sangre. El Behir obedece y sus ojos se encuentran con los míos ... y ... ¡¡témeme!!. Exclamo de nuevo, pero sin pronunciar otro sonido que un gruñido inhumano.

El enemigo sangraba por las numerosas flechas que atravesaban sus escamas, su carne se podría por dentro, las llamas del averno lo devoraban.

- Su voluntad se ha quebrado... - observó el ilusionista con satisfacción cuando sucumbió, pusilánime ante la furia de Eva.

Al oir el estruendo de su caida de la muralla, Andet se apresuró, mesándose la barba y enrulando un bigote.
Con una amplia sonrisa se asomó por el borde, el espectáculo se le antojaba gracioso y lastimero.

- El pobre Mhul ha encontrado su tumba, la hierba junto a la antigua muralla cubrirá sus huesos - se jactó, estaba en la posición que siempre añoraba, y ahora nada podría borrarle esa sonrisa burlezca.

- ¡¿No estás de acuerdo, gigante?! - elevó su voz para cubrir la distancia. Su orbe, como un faro incandescente atrajo la mirada de agotado gigante que intentaba acabar con el Eladrín.

La mente de aquellos seres no era tan simplona como la de los ogros, pero definitivamente carecía del poder interno de las estirpes draconianas. El brillo fue un simple canal, para que la fórmula arcana entrara en su mente y atacase sus instintos más primitivos. La furia lo abrumó, el bicho gritó y cargó contra su líder.

El gigante avanza casi a ciegas y lanza un contundente golpe con su flagelo en el suelo que arranca hierba y tierra de su posición, el Behir ha logrado esquivar el ataque por los pelos y mira con molestia hacia Andet.

-No cantes victoria tan deprisa, gusano.- Replica con voz forzada.

El estado confuso en que se encontraba le hizo retroceder a cuando fue una marioneta en manos de sus captores, en noches y días de torturas que su mente se había sobrepasado una y otra vez, asi como su cuerpo. Su mente, su voluntad era suya, y asi lo demostró a romper los lazos con ese estado.
Recobrando la consciencia vio que Karum yacia inerte en el suelo y su cuerpo estaba demasiado magullado.
Sostubo con su voluntad la zona de luz y realizo una plegaria de cura que no esperaba realizarla salvo en momento mas dedicados, pero este era le mejor que tenia. Su heridas se cerraron casi al completo como la de Andet y Eva. Karum empezó a recobrar la consciencia y a dar señales de vida.