Partida Rol por web

Cuando volvéis a la torre del guardián, encontráis a Obanar en uno de los balcones observatorios que se alza en la gran torre. Desde ella se puede ver la ciudad de Argen, las montañas por debajo de ellas y el extenso paisaje.

Las nubes de la mañana ya han pasado y ahora es mas fácil ver hacia la lejanía. Es una vista que aporta una extraña paz, y no obstante la expresión de Obanar es de preocupación.

Al veros llegar parece alegrarse ligeramente.

Os percatáis de los sonidos de guerra que provienen del exterior, gritos, cuernos y el paso de un ejercito que resuena tenuemente en las montañas. Se acercan.

-Los gigantes de las montañas han montado un asedio a la ciudad.- Comenta Obanar con voz queda. -Las defensas aguantarán, al menos por un breve tiempo. ¿Creéis que podríais reforzar las defensas mientras yo preparo un plan para una pequeña ofensiva?-

Ignorando el paisaje(*) me acerco a Obanar para informarle de los hallazgos. - Hemos descubierto lo ocurrido con lo torrianos. - Empiezo antes de aguardar unos instantes y asegurarme de que me esta escuchando. - Thror, el administrador, fue engañado o corrompido por un ente llamado Physandos. Este, con la ayuda de artes arcanas, propagó el engaño al resto de los torrianos, que marcharon hasta los Bosques Cobijados.

Al acabar, me percato de que el viejo guardián parece estar mas preocupado por otras cosas que no mis palabras.

¿Creéis que podríais reforzar las defensas mientras yo preparo un plan para una pequeña ofensiva?

Dirijo mi atención al horizonte ... Quizás mis ojos han dejado de ser lo que eran, pero el resto de mis otros sentidos aun funcionan. Los sonidos de guerra, aun distantes pero amenazadores, evocan amargas experiencias pasadas. Cierro los ojos un segundo y sacudo levemente la cabeza. Intentando impedir que la memoria, en un inexplicable acto de masoquismo, pueda recuperar algunos recuerdos que intento enterrar.

Por supuesto. - Respondo al final, casi agradeciendo poder volver a centrar mi mente en el aquí, y el ahora. - ¿ Que necesitas ?

El paisaje era capaz de quitarle el aliento a uno, excepto quizá a alguien ciego como Eva.
Andet abrió los ojos y respiró profundamente, el aire allí no era como las montañas que habían recorrido cerca de Winterhaven, parecía cargar con recuerdos e historias. No solo refrescaba en cuerpo y hanchía el pecho sino que parecía acariciarle el alma a uno.

El sonido de los cuernos y la algarabía de orden militar los sacó de ese pequeño disfrute.

Obanar estaba con su mente en el combate que se venía, antes que analizar sus habllazgos. Era un líder, sabía priorizar y eso se notaba. Su viaje tendría que posponerse.

El mago se mantuvo en silencio esperando que respondiese la pregunta de Eva.

-Hay dos puntos concretos de la ciudad por defender, la plataforma de aterrizaje ... donde antaño los campeones plateados llegaban con sus monturas aladas, y la puerta principal, donde se están acumulando muchas tropas con la esperanzas de derribar el portón.-

Responde Obanar.

-Es indiferente por cual empecéis, pues yo concentraré las defensas mágicas en el otro punto hasta que podáis llegar.-

Este conflicto iba a pedir de cada héroe lo mejor de ellos. El tema del asedio era ese, el desgaste del defensor, atacar en varios puntos a lo largo de días hasta que los defensores estén agotados o sin recurso, que Pelor no lo permita.

Creo que deberíamos ir al punto donde hay mas enemigos, sin duda las prodigiosas habilidades de los arcanos en áreas dejara duras cicatrices en sus ataques.

Aguanta el portón todo lo que puedas. - Ordeno con ímpetu y usando de nuevo mi tono de voz inquisitivo - Si permitimos que se nos escabullen dentro las murallas, pueden hacer mucho daño desde dentro.

Andet tomó su cristalina esfera, que estalló en brillos, refractando la luz que bañaba la ciudad. El hermoso efecto visual se tornó un remolino de colores cuado la hizo girar hábilmente sobre su dedo índice.

Una sonrisa se dibujó en su rostro a medias, mostrando algunos dientes - No perdamos tiempo entonces, hacia la plataforma -

La situación no era lo más adecuada para el eladrin. Pero no defraudaría la fe puesta en ellos por Obanar.

Sabía que tarde o temprano acabaría accediendo al cumplimiento de una posición entre los Capas Plateadas, pero mientras tanto intentaría ganarse eso por medio de sus actos.

- Entonces que sea ese el primer lugar donde descargar nuestros golpes. – Fueron sus palabras.

Obanar asiente a vuestras palabras, y antes que partáis da un vistazo a un espejo mágico que hay en la habitación. Las imágenes que se reflejan en el no tienen sentido para vosotros pero el anciano parece entenderlas sin ningún problema.

-Asaltadores montados en Rocs están apunto de entrar por la plataforma de aterrizaje ... si, será mejor que vayáis por allí y os deis prisa.-

Impulsados por sus palabras os dais un poco de prisa para abandonar la torre del guardián y llegar hacia donde debería estar la plataforma de entrada, solo hay una con lo que es fácil saber donde ir.

A vuestra espalda queda el esplendido templo del amanecer, donde todas las religiones son bien recibidas y delante vuestro la puerta en la muralla que lleva al exterior y una terraza al aire libre que sirve como plataforma de llegada para los viajeros alados.

Las puertas están cerradas, y es recomendable que sigan así, pero podeis acceder a la parte superior de estas a través de las escaleras internas de la muralla.

El Roc es el mas rápido a moverse, apenas os ve sacar la cabeza por la muralla que carga contra vosotros, agarra a Andet y se lo lleva volando con un terrorífico grito de batalla ... y justo cuando está encima del barranco, abre las garras y suelta al mago para que se estrelle contra el suelo.

Las cosas se suceden tal y como temía, pero mas rápido de lo que esperaba. Apenas ponemos el pie sobre las murallas y el Roc se hace con Andet para lanzarlo al vacío. - ¡Maldito cabron!. - Reniego mientras el fuego empieza a rodear mis manos. Preparo el golpe para uno de los gigantes, con la esperanza de lanzarlo al vació. Pero contra tódo pronostico la energia me estalla en las manos antes de poder proyectarla. - ¡MIERDA! - Grito con las manos ensangrentadas, mientras me aparto unos pasos del muro.