Partida Rol por web

La ruina del Hombre

La flor de la luz (Fajssel, 3 de Numa del 471 d.T.)

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29/11/2007, 21:34
Director

Los ojos de Meridiar se abrieron a la luz de un nuevo día. Se movieron hacia la ventana a su derecha, buscando más luz. La luz algo mortecina que entraba por el hueco de aire en la piedra. Vio entonces que había en la pared dos tapices colgados, frente a él y sobre la larga mesa de madera oscura. Eran de color rojo uno, el de la derecha, y de azul noche el otro, plagado de estrellas blancas. Bajo el rojo había un desierto, un lugar lejano sin duda, donde dos hombres dibujados luchaban en extraños caballos de largo cuello y lomo abultado. Su tapiz compañero representaba dos lobos, uno blanco y otro gris, también peleando. El negro había aprisionado el cuello del otro con las frías mandíbulas y de entre los dientes surgían hilos escarlata. Sus ojos amarillos delataban un odio terrible. Y eso era todo.

Se esperaba de un miembro de la Corte que fuera recto en sus "funciones". Muchos de ellos se representaban a sí mismos, otros a regiones o a terceros, pero todos debían comportarse con mesura y buen juicio. Eso suponía no mezclarse con la servidumbre ni adquirir sus hábitos, excepto en el caso de necesidad o de ocio. Se esperaba de ellos educación y largos paseos, baile y, en general, una vida distraída, como si todo fueran pasillos, alcobas, jardines y músicas.

Sin embargo, lo que se esperaba y lo que se obtenía no eran cosas siempre coincidentes. Meridiar había pasado apenas un día y se le había encargado ya un objetivo bastante concreto. Había dedicado una tarde y una noche a conocer una fauna de lobos más hambrientos incluso que aquellos que le arrebataron a su hermano en las colinas. Y sus ojos eran tan amarillos como los de la bestia de hilo que clavaba sus fauces en otro de los suyos.

Se levantó. Tenía una buena jarra con agua y un cubo amplio de madera, allí podría asearse. Había ropa variada en los arcones. Todo estaba pensado para la función. Sólo le quedaba ver cuál era el papel. En la mesa vio un plato con fruta, uvas, naranjas y unas manzanas verdes con aspecto saludable, acompañadas de queso, pan y una jarra que contenía un vino oloroso.

Cada día tenía un nuevo sentido.

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29/11/2007, 21:43
Director

Rhiannon se despertó sudando, con las sábanas pegadas a su piel como un amante celoso. Su vestido era testigo de su miedo, o de aquello que hubiera turbado su sueño, porque no recordaba nada. Al miedo asoció un tacto frío, nada más, y la oscuridad y un filo en la garganta como compañía.

Su pelo había quedado enmarañado como su mente, y le costó ver la luz que entraba clara por su ventana. Daba al este, al Sol, y la claridad que entraba por ella era grande, y la vista extraordinaria. Las paredes estaban libres de cualquier adorno, y vio fruta, naranjas, melocotones y manzanas junto con queso y vino en una jarra. Había también un cubo y agua para lavarse, y los arcones tenían buenas prendas de todo tipo. Sin embargo, lo que más podía atraer era sin duda el exterior. Bajo su habitación el patio era estrecho y la muralla se divisaba ya separando el palacio de la ciudad...quizá no eran dos sino tres ciudades las que había, y ella estaba en la más alta...pero no en la más segura. Uno podía darse cuenta de aquello y temblar.

Miró el cerrojo y vio que seguía echado. Pronto tendría que descorrerlo y regresar a un mundo de lujos y sonrisas que ocultaban...otras intenciones.

A la mente de la joven volvió la noche anterior, con sus juegos y sus rostros. Unos y otros se reflejaron en el aire...Rhiannon tragó saliva y dejó que su mano acariciase la cicatriz que le acompañaba siempre, como un confidente y a la vez como una confidencia.

Pronto tendría que salir e ir hacia algún lado.

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16/12/2007, 21:42
Rhiannon de Curyll

Noche y luna...y una nueva vuelta de mi cuerpo en las sombras del lecho…No…

Frío y fuego…y un recuerdo del presente…y uno del pasado...No... no…

Plata y acero…y de nuevo la angustia… y la rabia…No otra vez… no…no… NOOOOO

Mi propio movimiento brusco y casi desesperado me despertó… y me encontré sentada en la cama al abrir los ojos… con la respiración agitada y el recuerdo de un sueño que se me escapaba entre los dedos como el agua… que se diluía a pesar de mis esfuerzos por retenerle…que huía, como lo hacían las sombras de la habitación del sol que las acuchillaba cada mañana…

El latido del corazón se entremezclaba con el sonido agitado del aliento, con el vaivén acelerado del pecho… y sentía las gotas recorrer mi espalda, mojar mi frente...descender por mi cuello… obligando al pelo a lamerme las mejillas y los hombros, húmedo del sudor salado que me provocaba la inquietud que me había atenazado durante el sueño, pero que ya apenas era capaz de justificar. Sentía la sabana adherida a la piel, desagradable… dibujándome el cuerpo con esa opresión extraña que se siente cuando uno se sabe libre, pero se siente atado… y sentía la luz del sol naciente acariciarme y arrancarme de recuerdos y desasosiegos… El día nacía… las sombras debían retirarse…

El vestido herido descansaba en la silla…y al ver de nuevo su manga desgarrada, la mano acudió protectora a la magulladura del brazo. Ahí seguían…las marcas de la noche pasada… doloroso en lo físico, inquietante en todo lo demás…

Arropada, rodeada por aquellas telas de cama que me ceñían, negaba con la cabeza mientras las manos llevaban el pelo hacia atrás, despejando la cara y la mirada ambarina, y la inteligencia… que ahora sentía embotada y lenta…Qué era lo que aquellos hombres habían pretendido realmente? Que demonios era aquel frío que calaba los huesos y empequeñecía el espíritu?... Y Meridiar… y sus palabras

Maldita sea…. aquel no era mi juego, pero iba a aprender a jugarlo…

Arranqué aquellos lienzos de mi cuerpo casi con rabia…y salté de la cama para notar el frío suelo de piedra en los pies, el calor del sol en la piel desnuda… y ahora… mientras el agua fría de aquel balde acababa de borrar las inquietudes de la noche… una nueva desazón me asaltaba a través de aquella grieta al mundo que representaba la ventana…casi hipnótica en su paisaje y en su mensaje… y no pude por más que acercarme a ella para contemplar el mundo que se abría ante mí, con la piel aún húmeda…con la sensación tirante en el cuerpo por el agua fría que aún notaba en pequeñas gotas abandonarme perezosa…con la mente despejada ahora, pero perdida en intrigas y conjuras que se me escapaban… y los recuerdos de las luces… de las miradas… de la música…

Mis ojos buscaron casi involuntarios la puerta… mientras los nombres y las voces parecían rodearme…engaños, ardides… medias mentiras y medias verdades… Sin saber en quien confiar… sin poder hacerlo en nadie… Tomé aire mientras las yemas de los dedos me devolvían al tacto de mi cicatriz, y su recuerdo… y su rienda impuesta…Y en aquel recuerdo apuntalé el nuevo día y el nuevo despertar… y el orgullo de los hombros y de la mirada… Allí estaba, no tenía opción… no podía esconderme e ignorar todo aquello… y aunque pudiese… quien deseaba hacerlo?...

La mano volvió a acariciar los rasguños del brazo cuando me dirigí a los arcones… y con los ojos del halcón que busca presa rebusqué en ellos...Una túnica suave y blanca acarició la piel al envolverme y, sobre ella, la sobretúnica me ciñó el cuerpo… De tela suave pero con cuerpo…del rojo profundo del vino, del de las ultimas cerezas, del de la sangre en la piedra…La túnica estaba apenas ribeteada con un hilo dorado en mangas y escote… Las caderas circunscritas por aquel cinturón que se me regalara… por la advertencia… y el pelo recogido hacia atrás en una trenza casi deshilachada y floja, que liberaba algunos de los mechones.. Dorado rebelde del pelo enmarcando el dorado obstinado de los ojos… y con paso firme y el gesto decidido me dirigí a la puerta para abrirla sin vacilar... Quizá encontrara a Unnysia en algunos de los jardines... La buscaría...

Era un nuevo día…e intentaría vivirlo sin desviar mi camino… como siempre…

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03/01/2008, 08:48
Director

El pasillo pareció un familiar lejano del que atravesó la noche anterior. Igual en aspecto, pero la luz y la calidez de una primera mañana le hacían acogedor y alegraba un espíritu aún dormido y algo abotargado por la reciente noche y los oscuros sucesos.

Un cruce de caminos dio paso a la luz plácida y serena de un patio interior, tan distinta de la argéntea luz de luna fría que robaba el calor del cuerpo y lo sustituía con desazón.

El patio se llenó de trinos invisibles, agudos y repetitivos, los pájaros se movían en compases largos, como una melodía de los árboles, el abedul y el castaño, y sobre ellos la sombra del roble negro, como una sombra, pero noble en lugar de amenazante.

El camino de Rhiannon le llevaba abajo, y así recorrió otros pasillos y escaleras de piedra pulida y brillante, topando de cuando en cuando con discretos sirvientes con la mirada fija en el suelo que lavaban o en su paso apresurado hacia sus quehaceres matutinos. Alguno ya se movía cansado, pero no dejaba escapar quejido alguno, ni un suspiro siquiera.

Llegó así al patio, y desde allí, moviendo la cabeza para orientarse, la amable brisa de la mañana entró en ella como una promesa de días mejores. Rhiannon sabía que la brisa, como las promesas, eran pasajeras, pero la agradeció de todos modos y respiró su aire del Norte, fresco al paso por el Milrríos y oloroso con fragancias de romero y tomillo de las laderas.

Dirigió sus pasos hacia el jardín de cristal, la belleza real más allá de las leyendas. El lugar del que todos hablaban como un trozo de magia que aún no se había ido. Los soldados pasaron junto a la muralla en su andar diario, y más sirvientes que esquivaban la mirada noble de oro de la joven. Ella no esquivó la belleza cuando se presentó radiante frente a ella. A la luz de la mañana, cuando la muralla descendía por un recodo, se elevaba un jardín de luces como el tintineo de un río multicolor. El sendero de arenas surcada de arbustos de endrino y madreselva, de lavanda y topacio tallado, junto a bancos de cuarzo y serpientes de amatista y turquesa. Cortezas de jaspe con frondosa esmeraldina rodeaban un fruto de rubí claro, frente al bosquete de serbales y acantos. Los pájaros también cantaban allí, pero posados en los reflejos de las ramas, vanidosos, contemplando el brillo de su plumaje ante la dorada luz del ámbar.

El paso de Rhiannon se hizo medido, cadencioso, asombrado. Tardó en ver a la gente pasar a su lado, jóvenes de su condición, ociosos y risueños, alegres por la suerte de haber podido contemplar semejante belleza. "El jardín de cristal siempre es distinto", se decía, "siempre es nuevo".

Con un esfuerzo notable logró separar la mente de aquella maravilla, pues ciertamente necesitaba esa sensación que experimentaba ahora, después de un día gris y después negro. Unnysia estaba al fondo, semioculta en un pequeño claro con una pristina fuente de agua y cristal azulado como el hielo en el centro. De espaldas a Rhiannon, llevaba un vestido ambarino sencillo como era costumbre en ella, pero su cabello pardo estaba trenzado con esmero e hilo de bronce y ónice. Mostraba parte de la espalda con el corte de su vestido, elegante, blanca y delgada, y con sus manos acariciaba un seto alto de brillante sabina entrelazada con aguamarina.

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11/01/2008, 01:28
Rhiannon de Curyll

Había caminado casi sin rumbo… dejándome guiar más por el instinto y los primeros rayos de sol que por el conocimiento cierto del camino… guiada por la luz, que parecía descorrer cortinas ante el paso de la estela carmín del vestido… al paso del destello oro de la trenza… del recorrer tranquilo y orgulloso de las pupilas… Pozos negros que todo observaban, que todo recogían… pero que mucho más mostraban… que nada escondían…

Había caminado casi sin rumbo… olvidando a cada uno de los pasos las tinieblas del sueño, el arder de las heridas… y el juego… y las piezas… desdibujando a la mujer… pincelando a la niña… Y a cada nueva caricia de sol, a cada nuevo sentir de su calor, la sonrisa se me dibujaba serena y franca… y el caminar se volvía pausado… y la mirada se perdía en detalles…

El patio me recibió con la esperanza de un día nuevo… y detenida allí, mientras apartaba con los dedos el dorado rebelde de un mechón sobre la frente y decidía el nuevo paso, el aliento del norte me regaló su vida, su aroma…y el recuerdo, despertando perezoso pero firme… Tomillo… Cerrados los ojos… inundada de fragancia de juegos y niñez… transportada al prado de mi infancia, a las tardes de verano bajo el sauce, a las garras de David sobre mi hombro… A la niña que fui… que aún era… que esperaba no dejar de ser a pesar de sentirla lejos en ocasiones... Devolví la mirada al cielo, con la sonrisa en los labios y en el destello dorado y casi desafiante de los ojos… Era la Dama Rhiannon… la mujer… Nunca dejaría de ser la niña que jugaba con espadas y halcones…

Había caminado casi sin rumbo… Y al fulgurar de la maravilla el paso se detuvo junto al aliento... La magia de una belleza que no podía describirse se abría ante mis ojos… El jardín… Y erguida frente a él, azotado el pelo y el vestido por la brisa del norte y su voz de tomillo y romero... ondulando rojo y oro como una bandera… sentí el asombro ampliar mi sonrisa… y maravillar las pupilas… y entreabrir los labios para intentar hablar sin poder hacerlo… sin saber hacerlo…

Entré en aquel mundo de fabula… con la cadencia ahora lánguida de las caderas... de una mirada que se entretenía en cada pequeño detalle… en cada forma, en cada destello… cada matiz… Fascinada… niña… alargando una mano aquí y allí para tocar lo que las pupilas no creían posible… Una mano que ahora se posaba en los labios para acariciar la sonrisa incrédula… que ahora apartaba los mechones obstinados de la frente… que ahora acariciaba algún hermoso rasgo de aquel jardín… Apenas las yemas de los dedos recorriéndolo… suficiente para no olvidarlo nunca…

Las voces de otros me devolvieron al motivo de mi búsqueda… Y con pesar, con el suspiro resignado, me detuve de nuevo para mirar más allá de aquella belleza y encontrar lo que había venido a buscar. Unnysia se encontraba allí, y hacia ella me dirigi con la sonrisa en los labios… pero sintiéndome crecer y empañar por lo que quería tratar con ella...caminando casi reticente...tentada a olvidar, a ignorar... Miré a mi alrededor un segundo para centrarme en Unnysia un segundo después...tomando aire... afianzando el paso. Porque la Dama Rhiannon, la pieza del tablero,no podía ignorar… y Rhia, la niña del halcón… no quería.

Buenos días, Unnysia… la voz me sonó extrañamente suave… demasiado alejada de risas y confidencias triviales… Debes perdonar que no fuera capaz de encontrar tu compañía ayer en el baile… no logré encontrarte. Te retiraste temprano? me acercaba un poco más a ella mientras hablaba…Espero que llegaras a tu alcoba sin problemas…Yo tuve un encuentro bastante… desafortunado…

La observaba atenta… cómplice… No confíes en nadie, me habían dicho… juega tus cartas… pieza de tablero…

Aprendería a jugar…

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12/01/2008, 20:43
Director

La joven se volvió, ambarina, y una sonrisa entre divertida y tierna surgió de sus labios, tan brillante como la luz que la envolvía. Su mano jugó distraídamente con la sabina y dejó que los dedos perfilaran la aguamarina que serpenteaba entre las hojas escamosas, apareciendo y desapareciendo como las torpes pistas de un esquivo rompecabezas.

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12/01/2008, 20:50
Unnysia ni Dooyrn

- ¿Un encuentro desafortunado? - repitió -. Supongo que no me extraña. Los bailes no son para gente como nosotros. Algún día los poderosos cumplirán con sus votos ceremoniales, protegerán al pueblo y garantizarán el alimento y limpiarán los caminos y las montañas, y seremos todos libres, en lugar de encerrarnos unos de otros con muros y farsas. Mientras tanto, ellos bailan y otros sufren.

Yo aguanté bastante poco, la verdad. Y eso fue también más de lo que en realidad debía haber soportado, si me pongo a pensar en ello. Pero comprendo a mi tío y no quiero ser un problema para él. Realmente me alegro de tenerte aquí, Rhiannon. Contigo aquí puedo decirlo, puedo dejar salir estos malos humores.

Dejó el muro de cristal y selva y se acercó a Rhiannon, llegando a la mitad de la pequeña plaza junto a la fuente de transparente azul.

- Bueno, ¿y cuál fue tu desafortunado encuentro?

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15/01/2008, 17:58
Meridiar de Loorgyll

Al llegar a la estancia esa noche sintió que el tacto de las sábanas se había mantenido fresco lo cuál era un alivio para aquella época del año. Apoyó la palma de su mano y recorrió con suavidad y casi con sensualidad una línea que atravesaba diagonalmente su lecho. Así como lo hacía se recostaba más y más sobre si mismo hasta precipitarse en un sueño inevitable.

La luz del día le hizo recobrar por completo la conciencia. Tenía una sensación extraña, como si mil noches hubiesen ocurrido desde la última hasta el amanecer. Se recordaba abriendo los ojos e inquieto por sueños que representaban todo lo acontecido. Se recordaba viendo en la ventana el tinte añil del alba demorada y el canto de primeros pájaros que se adelantaban impacientes.

Su ropa se encontraba doblada sobre una silla y como si fuese un recuerdo olvidado de años atrás recordó haberse desprendido de ella inquieto y húmedo en algún momento de su duermevela.

La primera vez que bailó con Tryyta, ocurrió de verdad, quizá también la segunda, pero no así la tercera, la cuarta y la quinta. Diversas conversaciones y posibilidades se habían apresurado en su cabeza durante el sueño y ahora, poco a poco, comenzaban a asentarse.

Se levantó y mojó el rostro. Se asomó a la ventana. La belleza. Era imposible dejar de verla. Siempre estaba ahí, como los párpados en un parpadeo. Nada le dolía más que acostumbrarse a ella hasta dejar de apreciarla.

Pasó todavía un tiempo hasta que salió de la habitación, tras haberse lavado y puesto sus ropas de corte. Amaba su independencia pero tanto como echaba en falta un buen servicio personal. Hubiese deseado traerse a Wynard con él y así lo habría hecho si su padre no hubiese considerado su viaje en solitario como una suerte de atávica prueba iniciática de paso a la edad adulta.

Apenas un bocado fortuito con la mirada perdida en los ojos del lobo había dejado en su estómago un hueco que él sentía en su propia alma. Inquieto trató de dar con el viejo mayordomo con quien debería ultimar los detalles de su inminente viaje.

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17/01/2008, 19:42
Director

La belleza de la mañana había atrapado también a un pasillo iluminado por una enredadera de haces dorados. Muy lejos del túnel oscuro sin esperanza de la noche anterior, su dibujo matinal era la brisa de un suave pincel sobre el rostro que pintaba, donde ponía una sonrisa satisfecha, naciente al nuevo día, seguramente pronta a marchitarse, pero no todavía.

Meridiar agradeció esa brisa al abrir la puerta.

Luego vadeó el río de pasillos con vista a los patios ajardinados. Quizá antes no había reparado en la forma estudiada de las columnas sobre el alto pasamanos tallado con escenas de épicas lizas en Los Prados. Igual que la tierra alimenta a los hombres, ellos la han regado sobradamente con su sangre. Esa frase no se le acababa de ocurrir. Ya la había oído antes.

Mientras recorría los pasillos vio un ruiseñor cantar sobre una rama poblada, muy verde, en contraste con su color discreto. La mejor de las voces en una silueta mediocre. Aquello podía significar muchas cosas. Un ruiseñor era fácil de escuchar, pero nada fácil de ver.

A quien sí vio fue precisamente al viejo Coraar. No tuvo que andar mucho para ello, sino que le bastó con encontrar un lugar alto y centrado en el palacio. El apresurado y anciano mayordomo pronto pasó por allí.

No pareció verle al principio, y cuando lo hizo, desde lejos le saludó con un breve movimiento de cabeza y una sonrisa muy sincera y muy amable, pero también con restos de una preocupación que se agarraba a su blanca barba como un piojo. Su túnica roja ondeaba furiosa como un animal espantado. Parecía que iba a pasar a su lado, pero en ese momento torció el paso por otro camino junto a Meridiar, como si se dirigiera hacia un lugar muy concreto. El buen Coraar siempre era responsable y meticuloso, pero tal era su dominio de lo cotidiano que llegaba a tiempo justo sin dar un paso más rápido de otro, algo que gustaba bastante a quienes le conocían, pues era discreto y no perturbaba la serenidad de los demás.

Sin embargo, esa celeridad indicaba, más allá de toda duda, que aquello que reclamaba su atención no era en absoluto dominio de lo cotidiano.

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17/01/2008, 23:00
Rhiannon de Curyll

Me había sorprendido… realmente aquella niña me había tomado por sorpresa. Y a pesar de ser menor que yo miraba a Unnysia con una expresión casi admirada mientras escuchaba sus palabras como si escuchara a la voz sabia de alguien mucho mayor… Unnysia era valiente… Unnysia me gustaba…

Vaya… la sonrisa se me había dibuja en los labios mientras buscaba la complicidad de su mirada… no puedo más que agradecerte la confianza, Unnysia… la confianza y la sinceridad… He de confesarte que me siento perdida en tu tierra… entre tus paredes… y la noche de ayer no hizo sino acrecentar esa sensación… Si alguien se alegra y ha sido afortunada al encontrarte… sin duda he sido yo… y al igual que tú, lo último que desearía es causar daño o mal alguno a tu tío, que tan amablemente me ha acogido y me ha honrado… a pesar de lo que esa distinción pueda implicar… o suponerme… No había despegado mis ojos de los suyos… ni ya lo haría hasta que no acabara de hablar… Sin disimulos ahora… sin artificios…

El baile fue desconcertante… Demasiados intereses que no soy capaz de comprender… aún… Pero los salones de baile y sus pomposos concurrentes no son lo que verdaderamente me preocupa… No entiendo de los hilos que se tejen a nuestro alrededor… Unnysia… no los distingo con claridad… ni veo de dónde vienen, o a dónde pretenden ir… me había acercado a ella mientras hablaba, confidente… pero sí sentí con claridad el acero que anoche me amenazo la garganta… y el frío inhumano de la mano que me atenazo el brazo… Dime Unnysia… Yadoss y Hoomerr… conoces esos nombres?... Ayer me atacaron… y por la Voz que averiguaré por qué… y lo pagaran…

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18/01/2008, 11:05
Meridiar de Loorgyll

Así como la luz había hecho de aquellos pasillos su patio de recreo, los sonidos se percibian más nítidos que la noche anterior. Los zapatos de Meridiar resonaban y el pasillo le devolvía el eco de sus pisadas en una suerte de canto polifónico de bienvenida. Como director de orquesta, tacón, punta, tacón, caminaba mitigando el sonido de sus pasos en los momentos de máxima audiencia para aumentar la intensidad y tempo en las largas y solitarias avenidas de arcadas.

La mejor cualidad de un buen servicio es sin duda ser invisible para reaparecer únicamente cuando es preciso. Así Coraar se dejaba ver en los momentos en los que Meridiar lo estaba buscando. El jóven sonrió y apretó el paso tratando de alcanzar al viejo. Cruzaron miradas y saludos pero no estaba dispuesto a dejarlo escapar. Ampliando sus zancadas flanqueó al viejo Coraar.

- Buenos días, Coraar. Hoy tenemos asuntos pendientes que tratar. Así lo ordena el Donner. Sin embargo, no puedo dejar de percibir que el día ha despertado con una cierta inquietud y tal vez prioridades más altas que los asuntos que me ocupan. ¿Está todo bien?

Meridiar miró con atención a su alrededor como si pudiese percibir en su entorno algún indicio sobre los asuntos que exigían tal premura al criado.

Notas de juego

Por cierto, maravilloso post el tuyo, cómo lo echaba de menos :)

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21/01/2008, 19:17
Unnysia ni Dooyrn

La joven Unnysia sonrió con el brillo del cristal en el reflejo de los ojos.

- ¿Yadoss y Hoomerr? Hombres de la primera guardia de mi padre. No hay mucho que contar. Yadoss es listo, demasiado para ser sólo cabo, y Hoomerr no es idiota, pero resulta demasiado impulsivo en el cumplimiento de sus cometidos. Ha cometido más de un exceso en el interior del palacio. Por alguna extraña razón, Yadoss le protege. Suele estar con él, incluso es cabo de su formación. Él y otros seis cinco hombres más. El seis es un número de la suerte desde que se unieron los reinos, ¿sabes? Quizá es porque así quieren todos que sea.

Se movió grácil y a la vez directa. Quizá fuera cierto que el jardín regalaba a quienes lo paseaban el don de la elegancia. Su voz incluso parecía más clara, más limpia, y su sonrisa más sincera.

- Mi tío no quiere decirme nada, Rhiannon, pero creo que pasa algo...o ha pasado. Ha habido un par de accidentes. Dos caballeros han muerto, uno incluso era señor. Demasiadas casualidades, si me preguntas. Y luego está ese tema, el de los de Nyrr. Yo diría, y no quiero asustarte, que mi tío quiere utilizar tu inocencia como una baza ante ellos. Creo que tiene un problema de cesión de terrenos en la frontera norte...y las negociaciones no van nada bien.

Unnysia cambió la sonrisa por un gesto para que la acompañase, y siguió con paso medido un camino más oscuro flanqueado por finas ramas oscuras de almendro, cuya sombra hilvanaba un dibujo en el suelo de dorado y gris.

- Hay mucho secreto con respecto a esto, pero creo que el hermano menor del hombre que mi tío te ha pedido...acompañar, ha muerto. Esta gente del Norte es dura como su piedra, y más fría que su hielo, y uno no podría decir si es eso o que les ha sentado mal el desayuno, pero creo que no me engaño.

Lo que mi tío no ha considerado, creo yo, es que puede haber más intereses en juego. No es que lo sepa, es que no creo en determinadas casualidades...y eso es lo que, perdóname si te altero, me hace temer por ti.

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21/01/2008, 19:33
Coraar el Viejo

El mayordomo intentó zafarse con la misma torpeza que delicadeza, pero sólo logró liarse y terminó por detener el paso con la barba blanca temblando de premura.

- Mi señor, perdonadme. Un asunto de la mayor importancia me requiere.

Sus ojos gastados fueron hacia una puerta que custodiaba un soldado armado con alabarda y cota resplandeciente, sin escudo. Sólo uno, a la derecha de la puerta, de cuyo borde asomaba la forma asustada de una joven sirvienta con un cubo en la mano y una melena rubia que bien podría ser la fregona con la que hubiera repasado el suelo. En el interior de esa habitación parecía que había movimiento y ajetreo.

Volvió la vista el viejo Coraar hacia Meridiar, con aire de súplica.

- Mi señor...permitidme...

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22/01/2008, 16:42
Meridiar de Loorgyll

Había un gesto de contradición en el rostro de Meridiar. Comprensivo quizá como persona, no era así indulgente como noble. Se detuvo un momento tratando de asimilar aquello. Miró hacia el interior de la estancia con rostro circunspecto tratando de buscar en ella algún indicio que justificase la urgencia del mayordomo. Sus ojos volvieron a la puerta para buscar en el guardia en la sirvienta de nuevo algo relevante. Finalmente respondió a la súplica del criado asintiendo con la cabeza despacio y dando un paso hacia atrás sin muestra alguna de estar conforme con la situación.

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22/01/2008, 23:15
Director

Y el viejo Coraar no ignoraba el desagrado de Meridiar ante su petición. Sus ojos se hicieron pequeños como los de un niño que implora la comprensión y el perdón de sus mayores, aún sabiendo que no se trataba de comprender nada, sino de, en su caso, elegir el menor de los males en una situación dada.

De esa manera, con cierta queja y duda en el caminar, retomó su sendero hacia la puerta entreabierta, se cruzó con la chica, que caminaba con la cabeza gacha y algo acongojada, hasta llegar a la puerta, y una vez allí, saludando al centinela, llevó sus ojos hacia el otro extremo del largo pasillo del patio elevado, donde pareció esperar la presencia de alguien a quien hubiera visto. Ese alguien, cuando asomó, un cierto rato después, sería de la edad de Coraar, y como él, tenía una barba cana y poco pelo en la cabeza. Sin embargo, afilando la vista, pudo Meridiar contemplar unas marcas en su expresión hosta e inteligente, marcas que seguramente serían trazos de escritura tatuados, correspondientes a un preste, o más concretamente, a un fryllë, una rama menor de las órdenes, dedicada al trato con el vulgo y los simples. Esto podía saberlo con facilidad pues vestían túnicas bastas sin teñir, normalmente algo sucias y raídas, como era el caso.

Sin embargo, a pesar del parecido físico, el recién llegado era más alto y corpulento que Coraar, y llevaba con él una energía que parecía no caber dentro de él, hasta el punto de tener que gastarla andando a trancos y gesticulando.

En ese momento, la chica pasó junto a él con la mirada desviada hacia el suelo, como el rostro. Llevaba el cubo como un gran lastre, con un paño en el interior y un cepillo. Era una joven de cierto atractivo, siempre condicionado por su baja estofa y condición, y por el miedo en su rostro y su esfuerzo por pasar todo lo desapercibida que pudiera.

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23/01/2008, 11:11
Meridiar de Loorgyll

Ya se había decidido retomar el camino opuesto, meditando sobre todo aquello cuando alguno de sus pensamientos le hizo volverse de nuevo hacia la escena. Miró a las figuras que se desvanecían al fondo de la estancia, miró al centinela y pareció estar a punto de expresar algo verbalmente pero resolvió a fruncir el ceño y girarse de nuevo.

Observó a la criada pasar a su lado como si no hubiese reparado antes en ella y mientras su mente divagaba, sus ojos la seguían despacio como quien sigue inconsciente el vuelo de un pájaro o el mecer de las hojas de un árbol.

Todos aquellos acontecimientos, desde noches anteriores a su llegada eran del todo extraños. Su viaje parecía súbitamente pospuesto hasta que el mayordomo ordenase sus prioridades por lo que, viendo ampliada su estancia en el palacio, el joven Medidiar optó por llegar hasta el fondo de todo aquello.

Caminaba en silencio junto al pájaro que observaba con la curiosidad con la que un niño sique la mano que oculta sólo por el hecho de que oculta. En la corte el conocimiento era el verdadero poder y estar bien informado una imperiosa necesidad de supervivencia. Los ojos del noble cobraron cierto brillo y su mirada dejó de mostrarse distraida. Ahora la observaba con la paciencia y el estudio con el que un lobo mira a un conejo.

- Eh, chica... - dijo poco después cuando se hubieron alejado lo suficiente de la puerta - vienes de allí ¿verdad? - y con la cabeza hizo un discreto gesto hacia le puerta distante donde todavía refulgían los colores del guarda.

La miró con delicadeza como si en ella pudiese leer aquello que todavía no ha preguntado.

- Dime, chica... ¿Qué es lo que ha ocurrido? El viejo Coraar parecía verdaderamente intranquilo y estoy preocupado por ello. Has estado ahí. ¿Qué es lo que ocurre?

Sonrió con cierta dulzura, como quien encuentra una flor silvestre en un jardín cultivado. Se llevó las manos a la espalda y se inclina levemente tratando de no parecer amenazador y reservándose la posibilidad de erguirse si así quisiese serlo.

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23/01/2008, 20:43
Rikke

Suspiro de alivio al dejar atrás al desconocido noble que se interponía en mi camino, ese breve momento de tensión parece haber quedado relegado mientras mis pensamientos intentan retomar el hilo que parecía embrollarse cada vez, entonces, una voz a mis espaldas me hizo dar un pequeño respingo, no me había dado cuenta de que me seguía el hombre con el que me había cruzado hace apenas unos instantes…

Siento de nuevo acelerarse mi corazón, algunas veces los nobles me detenían para preguntarme como llegar de un lugar a otro del castillo, o para saber donde se encontraba alguno de los sirvientes importantes…pero sus palabras…levanto la mirada lo justo para seguir la dirección que indica su cabeza, aunque bien sé al lugar al que se refería, un tímido asentimiento es la respuesta a una pregunta cuya respuesta parecía conocer de antemano…

¿Qué ha ocurrido?, ni yo misma lo sé realmente…sin ni siquiera atreverme a alzar la vista del suelo, un ligero susurro sale de mis labios… No…no lo sé mi señor, yo sólo limpiaba la habitación, pero el principal Jorgall me ordenó que me marchara nuevamente las lagrimas luchan por abrirse hueco, no se muy bien porque, pero consigo retenerlas…cada vez estoy más nerviosa… mi madre siempre me advirtió de que desconfiara de las incluso de las buenas palabras, los nobles no son un buen asunto para nosotras, dice…y a fe que los últimos acontecimientos así me lo confirmaban…

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24/01/2008, 12:01
Meridiar de Loorgyll

El noble frunció el ceño y ladeó la cabeza como si buscase un ángulo diferente para atacar los ojos de la chica.

- ¿El principal Jorgall? - volvió la mirada hacia la puerta que habían abandonado, perdida al fondo y luego hizo un ademán a la sirvienta para que siguiese caminando - ¿Qué me dices de ese fryllë? - dice caminando a su lado con la mirada al frente más como si hablase para si mismo que como si lo hiciese hacia Rikke - Parecía tambien preocupado. Espero que no sea nada grave.

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24/01/2008, 12:28
Rikke

Sigo caminando a la orden de aquel hombre que se obstinaba en interrogarme, mi paso es lento y constante, el cuerpo levantado más del lado derecho para evitar que el cubo arrastre por el suelo…mi mirada sigue perdida en los pasos que voy dando…

No se quien es ese fryllë mi señor, nunca antes lo había visto mi voz algo más firme que la vez anterior, aunque marcada por el esfuerzo de la carga…Yo también lo espero... que no se nada grave…señor me apresuro a añadir torpemente…y continúo el camino sin saber bien que dirección tomar…

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24/01/2008, 12:55
Meridiar de Loorgyll

Meridiar asintió resignado aunque comprensivo. Se descubrió haciéndolo ya por segunda vez esa misma mañana. Asintió con la cabeza e hizo ademán de retirarse pero cambió de parecer.

- Una cosa más... tal vez sí puedas ayudarme... ¿me podrías indicar cómo llegar hasta el capitán de la guardia? Al parecer anoche cierto señor atacó a la servidumbre. Desconozco si estás al tanto. Creo que por causa de aquello hubo un mal entendido que me gustaría aclarar sin más dilación. Como ya te digo, chica, soy nuevo en el palacio y todavía me cuesta orientarme entre tanto pasillo.

El tono del noble parecía extrañamente accesible y sus maneras contrastaban con las que acostumbraban a verse en palacio. Menos recargado y artificioso, sí, pero de mirada inquietante y misteriosa a su vez.