Partida Rol por web

Doy un puntapié frustado a la pared que nos bloquea el camino. No puede ser que esta pared se interpusiera así sin más en nuestra persecución. Además me encontraba totalmente desorientado bajo tierra, a mi memoria llegaron ecos de mi estadía en la facultad.

- Ójala me hubiera aputando al club de espeleología en la facultad, ahora no estaríamos tan perdidos.... claro que con todas esas cuevas tan estrechas que había que recorrer...

Ninguno de los tres pudo orientarse, podrían estar debajo de San Agustín o estar en dirección contraria, hacia el interior, era casi imposible orientarse y en la pared definitivamente no había nada. Intentásteis buscar en el resto de túneles, pero tras dar un par de vueltas y en algo más de una hora andando, os dísteis cuenta de que unos iban en círculos y otros simplemente terminaban de sopetón, como si nadie se hubiese molestado en seguir excavando, estaban cegados.

No os quedaba más remedio que volver con George.

Una hora y media tuvo que esperar el bueno de George frente a la fosa en un cementerio totalmente desierto y lúgubre a más no poder. A George le recordaba a uno de esos cementerios descritos por Stoker en sus novelas. Cualquier otro habría salido corriendo de vuelta al hotel gritando como un loco y temblando de miedo, pero el bueno de George ¿sabéis lo que hizo? se apoyó contra una lápida cercana dejando la linterna a un lado y empezó a darle vueltas al asunto... durante menos de dos minutos, se quedó dormido.

Se despertó cuando sus tres compañeros asomaron por el agujero de la tumba del sacerdote como lo hacen los viejos, como si hubiese estado despierto todo el rato y en un microsegundo, eso sí, refunfuñó algo ininteligible que ni él mismo supo explicar y se levantó son una agilidad sorprendente para ayudar a los demás a subir a "tierra firme".

Salgo de la tumba apoyándome en el suelo de tierra y sacudo luego la suciedad de mi gabardina mientras refunfuño.

Miro a Bangs, sigue ahí y no parece que haya habido problemas.

- Un camino sin salida. - explico rápidamente. Me giro y alargo la mano hacia Harper para echarle una mano para que salga de ahí.

- ¿Ahora qué, muchachos? - pregunto pensando en nuestro siguiente paso.

¿Una hora recorriendo unas galerías subterráneas para daros cuenta que no hay salida? - Pregunta escéptico el viejo.- Si no fuera porque he aprovechado el rato para dar una cabezada pensaría que ha sido una completa pérdida de tiempo.- Añade.

Pues parece que no nos queda otra que ...- Una tos seca interrumpió su frase a mitad.- ¡parece que he cogido algo de frío!- Dijo mientras se arrebujaba bajo la chaqueta.- ¿Por dónde iba? Ah sí. Que tendremos que hacer una visita a los tipos de los cocodrilos.

- Alguna salida tiene que haber, señor Bangs. No creo que el cuerpo del sacerdote haya desaparecido así como así. Aunque considerando algunas cosas que he visto... -comentó Konrad, algo ausente. Estaba pensando en posibilidades. Tal vez los túneles conectasen el cementerio con el criadero de cocodrilos, y los hubieran utilizado para arrastrar el cuerpo sin ser vistos, bloqueando luego la salida desde el otro lado.

- Una ruina señor Bangs, allí abajo nos hemos perdido y no hemos logrado dar con la salida. Ha hecho bien no bajando. ¿Ha habido alguna novedad por aquí?... comento con fastidio mientras me sacudo la suciedad de la ropa.

- Yo también creo que es hora de visitar a los cocodrilos, y a sus criadores. No nos queda otra pista... añado con ganas de algo de acción antes de terminar la noche.

Por aquí todo tranquilo hijo, ni un solo ruido.- Responde.- Aunque hubiese querido no habría podido seguir vuestro ritmo, la artritis es una amante muy posesiva.

¿Ahora? ¿No sería mejor esperar a mañana? - Pregunta el viejo anticuario al que sin duda la cabezada que acaba de echar mientras sus compañeros exploraban los túneles le ha dejado algo traspuesto y desganado.- Bueno, si es lo que queréis....- Dice a la vez que levanta los hombros en señal de acuerdo para luego comenzar a caminar hacia la salida del cementerio.

Tal vez sea mejor así, a estas horas podremos entrar sin que nos molesten.- Añade por último, en voz baja, más para si mismo que para los demás.

Los investigadores recorrieron el camino inverso, no se veía un alma y a ciertos personajes de edad avanzada les dio bastante miedo el ir campo a través a aquellas horas. Finalmente cruzaron el cementerio y recorrieron el camino de vuelta al casco urbano y de allí a las inmediaciones del puerto donde habían dejado el coche. Una vez el equipo puesto a buen recaudo, montaron todos en el automóvil y condujeron hasta las afueras, la carretera de Jacksonville paralela a la costa. A poca distancia hallaron el famoso criadero, era una parcela bastante grande con una verja a pie de carretera cerrada a cal y canto. Detuvieron el coche y se apearon, la única luz que había procedía de la única construcción de la parcela, una pequeña cabaña de madera que se veía a lo lejos. La finca no estaba cerrada pero desde donde estábais sólo se veía la cabaña.

Tratándose de un criadero de cocodrilos, no era buena idea desviarse mucho del escaso camino visible, así que sus únicas opciones era pasar cerca de la cabaña.

- Será mejor que no nos acerquemos todos; tenemos que procurar no hacer ruido

- Coincido con Konrad. – digo asintiendo con la cabeza. – Dos de nosotros podían acercarse a la cabaña a ver qué ven, los más sigilosos. – sugiero en voz algo más baja. – Y los otros dos por el momento deberían quedarse aquí para vigilar que nadie intente escapar. –

Me pueden la tentación y las ganas de fisgar qué habrá dentro de esa cabaña. La expectativa de una buena pelea es superior a mí pero debo reconocer que no soy la persona más sigilosa del mundo. Quizá Konrad y Harper sean más apropiados, o puede que incluso el señor Bangs.

- Hmmmm, no creo que sea yo el más sigiloso del equipo, pero podría intentarlo.

Saco mi pistola del abrigo y compruebo que esté cargada.

- A una bala del .45 no hay escama de cocodrilo que se le resista.

Me quedaré aquí.-Confirmó el viejo anticuario.- Un ataque de tos podría echar por tierra todo nuestro sigilo.

- Si un cocodrilo te atrapa no vas a tener tiempo de disparar, Harper -respondió Konrad al tiempo que sacaba su arma- así que mejor ir con cuidado. Con acercarnos a la casa a echar un vistazo será suficiente; no pienso adentrarme más alla, no creo que los cocodrilos sepan responder preguntas.

Harper y Konrad se alejan, el detective es todo un profesional, entra en la linde de la finca por la parte izquierda y al caminar parece levitar pues no hace ni un sonido al pisar sobre la hojarasca que cubre el lecho de la finca. No puede decirse lo mismo de Harper que parece un trozo de carne embutida en su abrigo, antes de que les perdáis de vista, véis a Harper hace ruido media docena de veces y a Konrad girándose y lanzándole miradas poco amigables. Al final, los dos hombres se alejan y les perdéis de vista.

Konrad se adentra en la finca seguido de cerca por Harper, por la parte izquierda dáis con un sendero cubierto con placas de pizarra sobre un lecho herbáceo, flanqueado por vegetación selvática propia de Florida. No se ve a mucha distancia, pero lo suficiente para no pasar apuros. A vuestra izquierda véis una enorme jaula, al acercaros un poco aparece un estanque tranquilo y junto a él hay un caimán totalmente inmóvil. Sobre el estanque flotan varios nenúfares, o alguna planta del estilo. Continuáis el sendero de frente y os encontráis con un enorme letrero que dice "No alimente a los cocodrilos" y a continuación otro "No entre en las jaulas".

A la derecha a no mucha distancia hay otra jaula en la que véis dos cocodrilos fuera del agua y otro dentro de un estanque aún más grande que el anterior, el "lomo" del reptil sobresale del agua. El sendero continúa recto metiéndose en la espesura y hacia la derecha hacia la entrada de la cabaña.

Sigo a Konrad con tanto sigilo como soy capaz, de hecho creo que voy cogiendo el tranquillo a los subterfugios propios de su profesión y, ayudado por mi volumen logro amortiguar mis pasos de tal forma que me sorprendo a mí mismo. Incluso Konrad se muestra tan asombrado que tiene que volverse varias veces para comprobar que sigo allí. 

Llegado a cierto punto le hago señas hacia la cabaña, creo que lo mejor es presentarnos sin avisar a dar las buenas noches... y sin molestar a los cocodrilos.

Observo con calma cómo nuestros dos compañeros se alejan en dirección a la casa y miro a Bangs. Saco un cigarrillo y me lo enciendo tranquilamente.

- Bien. Espero que nuestros amigos criadores sean amistosos, de lo contrario Harper va a desear que le coma un cocodrilo. – comento en tono algo divertido. Con todo el ruido que está haciendo, si les descubren Konrad será el primero en matar a Harper.

Sonrío y preparo mi arma para tenerla lista por si sucede cualquier imprevisto. Luego me apoyo junto a la verja de entrada y me limito a vigilar.

- ¿Quiere uno? – pregunto en dirección a Bangs ofreciéndole un cigarrillo. Es una noche algo fresca, quizá le ayude a entrar en calor, o a matar el tiempo hasta que nuestros compañeros regresen con algo de información.

Konrad hace unos gestos a Harper para que permanezca quieto; antes de hacer nada, prefiere acercarse a la cabaña poco a poco e intentar ver o escuchar algo. Si no queda más remedio, irrumpirá pistola en mano.