Partida Rol por web

El mercenario asintió ante el plazo.

-5 días entonces. En cuanto a usted, capitán... Bueno, he servido como mercenario a las órdenes de verdaderos idiotas insufribles, gente a la que muchos les hubieran clavado un puñal si hubieran sabido que se iban a librar. Usted no me lo ha parecido, y sus hombres parecen apreciarle. Así que no me arrepiento de haber querido salvarle en aquella ocasión. 

Melissa se movía entre los aventureros hasta quedarse cerca de la Elfa en último lugar. Empezaba a sudar un poco por la espalda, una gota solitaria le bajaba por la columna. Están en una especie de discusión sobre cuanto tiempo estarán en la fortaleza, todos hablan con naturalidad y con claridad, cosa poco común. También detecto algunas actitudes que vienen de hace tiempo, rencillas. El mediano decide quedarnos cinco días, no se si es por todo lo que ha oído o es que pretendía quedarse cinco días aún así.

Cuando oigo mi nombre me pongo en actitud alerta, levanto la cabeza rápidamente y me cuadro. El demostrar que una mujer puede hacer lo mismo que un hombre es agotador. Así que hago lo que me piden.

- Juro completar la misión, en los términos aquí hablados- digo con gesto serio, aunque mi voz es suave y femenina.

Poco más tengo que añadir al respecto, al pasar Lorantha a mi lado le guiño un ojo y le ronrío, asintiendo con la cabeza a su agradecimiento.

Juro por el martillo  que seguiremos las órdenes .Respondo serio con la mente mas puesta en otrlas cosas en el propio juramento .Aun 5 días más ?.No es que no agradezca más descanso pero estoy en tierra de nadie , aun no me siento miembro de pleno derecho del clan,  de ahí mis prolongados silencios , y ya no me siento tampoco totalmente ligado al capitán  sino es por esa ultima misión .Pffff , Al menos en combate no me siento tan desplazado , no hay tiempo para darle vueltas a la cabeza .

Saco la armadura  orca que saque del campo de batalla y me dirijo a enano  , al menos  hacer algo de provecho y si pueden adaptarme la cota de malla me vendrá bien para futura  batallas .Maese Grim , si tenéis tiempo me gustaría saber si podrías arreglarme esta armadura .Si no tenéis tiempo puedo pedírselo al herrero local pero estoy seguro que el resultado no seria el mismo  y me ofrecería mas confianza si pudieras hacerlo vos .

-¿¡Encadenarme!?- exclamó Jaime asombrado, sobre todo ante la incapacidad de no saber como reaccionar a lo dicho por la elfa. Pero inmediatamente la mujer se hubo retirado, el mediano no dudó en hablar, -No le hagáis caso, ha tenido muchos días complicados y como bien sabe Capitán, no simpatiza con usted y tiene muy mal carácter. Le aseguró que nuestra estadía aquí será por supuesto, en el ambiente mas respetable posible desde mi perspectiva y la de mis compañeros-.

Al igual que sus compañeros, Hans también juró ante su capitán. Era un hombre callado y tenía la apariencia de estar de mal humor en muchas ocasiones. Según se decía entre los hombres del capitán, su esposa se había acostado con un vecino, aunque algunas historias apuntaban al propio hermano de Hans, lo cierto era que Hans había matado a aquel hombre y huyendo de la autoridad había acabado enlistándose en las fuerzas que irían a combatir a los pieles verdes en el paso de fuego negro. Ahora, al querer ir hasta Karak Azgal, era claro para todos que intentaba huir de la justicia.

-Juro completa la misión que nos ha asignado y dar mi vida por ello si fuese necesario- clamó aquel hombre tras lo cual quedo de nuevo en silencio.

-Pero como, no les han otorgado aun aposentos?, el comandante mismo dio esa orden en mi presencia una hora atrás. Estáis seguros?- preguntó el capitán con incredulidad.

Alguno que otro iba a responder a ello, pero en ese momento se suscitaron los juramentos de los hombres del capitán. La primera fue Melissa, quien no dijo mucho, y después vinieron los turnos de Alfred y el callado Hans. Con ello, aprovechando el momento, Kurt se hizo presente mencionando algunas palabras que de cierta forma eran tanto un agradecimiento como un halado, a lo cual cortésmente el capitán respondió.

-Y yo tampoco me arrepiento de haberlos salvado a ustedes señor Kurt, créame que no es así cuando lo afirmo-.

Una vez concluída la reunión, Melissa se dirige a sus habitaciones con ambas manos cruzadas sobre el pecho, sus altas botas apenas resuenan en la abarrotada fortaleza donde tienen sus jergones. Saluda con la cabeza a un par de soldados, al cruzarse por el pasillo, que cree de la noche anterior, aunque también puede ser que sean simples mirones, demasiado perezosos como para disimular lo más mínimo.

¿Vamos a pasar 5 días así? Me planto junto a la entrada del ala asignada, no hay demasiado espacio, y mi cama está debajo de un soldado que está roncando, el olor a pies casi me tira para detrás, siempre he tenido un olfato muy fino, y un sonoro pedo seguido de un coro de risas, me hace levantar las cejas del todo. Por Sigmar, que ilusa he sido. Miro al techo y suspiro, esta es la única parte buena y que las cocinas deben estar relativamente cerca, sin embargo, me siento observada, aunque puede que sea mi imaginación, no es confortable.

En un determinado momento después de la reunión, la dura guerrera se acerca donde está la elfa para hablar con ella en privado. Sus movimientos no son tan seguros como quisiera aparentar y mira hacia ambos lados antes de abrir la boca. Incluso se moja un poco los labios y fuerza una sonrisa cuando se aprosima a la inhumana arquera.

-Loranza, podemos hablar un momento- mientras le indica un sitio apartado para hablar.

- Por favor. - respondió la elfa amablemente. - Dime. - añadió cordialidad a la vez que se movió para acompañar a la humana.

Carraspea un poco antes de empezar, tarda unos segundos jugueteo con mis dedos, tengo las espaldas anchas y las manos llenas de cortes y sucias, cerca de la Elfa me siento un poco más bruta aún.

-He visto las habitaciones asignadas, pensé que sería algo más íntimo- mi voz tiembla ante lo que tengo que reconocer- no me gusta estar tan rodeada de hombres alejados de la capital, hombres que...,- no acabo la frase- el sitio está muy lleno, me estoy agobiando, creo que mi parte más salvaje a veces lucha por salir- miro por una de las ventanas- se que para ti sólo soy una humana que acabas de conocer, pero podemos ser buenas amigas- giro la cabeza y le miro-pensaba que quizás tu pasarías largas horas fuera de aquí y me gustaría acompañarte, tengo piernas fuertes y no seré una molestia, pero yo sola no se apañarme ahí fuera y podrías enseñarme a ser... menos bruta.

La guerrera se gira del todo hacia la elfa, tiene la cabeza ligeramente inclinada y la súplica baila en sus ojos, si la conociera de antes, sabría lo difícil que es ver esa mirada en la orgullosa Melissa.

La elfa recibió sus palabras con una amplia sonrisa, pues nunca dejaba de sorprenderla y agradarla la candidez que los humanos podían demostrar en algunos momentos, momentos que eran mágicos para ella. - Puedes venir conmigo siempre que quieras. - le dijo, - pero no sé si nuestros paseos nos van a hacer menos brutas, pues la naturaleza es bruta y es amable, es dura y cándida, la naturaleza es muchas cosas y son todas sus facetas la que la hacen especial y única, y como parte del todo bebemos de todas sus esencias. Yo también tengo muchas cosas que aprender, así que podemos aprender juntas.- añadió.

- En cuanto a pasar los 5 días aquí, no te preocupes que seguro que nos podremos hacer con las últimas literas, para Valdia, Igor, para ti y para mi, y con un par de mantas conseguirnos algo de intimidad. Yo iba a dar un paseo ahora mismo, si quieres venirte.- la invitó.

Melissa no hizo ningún esfuerzo en disimular su alegría. Asintió enérgicamente ante lo dicho por la elfa y el pelo rojo se le sacudió salvaje. Con una mano se puso el pelo detrás de las orejas y sonrío con los ojos brillantes. Tenía tantas preguntas que hacerle a una elfa que no sabía por donde empezar.

En cuanto a lo de las mantas en la habitación me pareció una idea excelente, se que se usaba en los barcos, pero no había pensado que también aquí se pudiera hacer. Todo lo que sea evitar esas miradas sucias continuas sin tener que sacar la espada para desviarlas, es un avance.

Esto puede ser el principio de una buena amistad.

Tras aquella reunión, Kurt dedicó los días siguientes principalmente a repasar su equipo y vagar por la fortaleza, sin saber muy bien qué hacer, aunque procurando aprovechar aquel descanso que el camino les ofrecía, probablemente el último seguro en una larga temporada. Además de eso, intentó ver por cuanto le saldría en la herrería de aquel lugar una armadura mejor que la que vestía. Algo de mallas estaría bien, o eso pensaba el mercenario. Aunque mucho se temía que, con el oro del que disponía, no iba a poder comprar demasiado. 

Con la cota de mallas a cuestas , a ver si se aire algo , me dirijo a la forja para buscar al herrero .En cuanto distingo a un hombreton con un mandil de cuero golpear un yunque no hay perdida asi que le interpelo.Buenas maese herrero  no se como andais de trabajo pero si pudierais sacar un momento para examinar esta armadura y decirme si podrias adaptarla para mi uso .Carraspeo algo antes de seguir .El tema del dinero tambien es importante , cuanto me cobrariais por vuestra  labor ?

- Un lapsus, creo que bebí demasiada cerveza durante las celebraciones. Gracias por su hospitalidad capitán y si Sigmar quiere quizás volvamos a encontrarnos.

Dicho esto y visto que poco más íbamos a hablar decido salir de la habitación a buscar un lugar donde poder descansar tranquilamente. Con cinco días por delante podría tener el suficiente tiempo para que las malditas piernas dejaran de doler, cosa que agradecería en nuestra siguiente travesía. 

Trojan estaba deseando partir cuanto antes hacia Karak-Azgal, y no por las riquezas que allí les esperaban, sino porque la relación con el capitán se iba enfriando más y más cada día; y Trojan no veía lejano el momento en el que corriera la sangre. Pero en aquel momento el norsca tenía otras preocupaciones, su bolsa había menguado en número de monedas y cuando intentó recordar cómo había pasado...

¡Dioses! ¡Qué resaca! ¡Hacía mucho tiempo que no me sentía tan bien!

El dolor de cabeza era un síntoma palpable de lo bien que se lo había pasado la noche anterior, pero no pudo conseguir el silencio que necesitaba, pues siguió con ímpetu a Alfred para poder negociar con el herrero.

¡Yo también requiero de un buen herrero! ¡Necesito una armadura de mallas para que las lanzas de esos sucios goblins no osen siquiera rozarme!

La elfa pasó los 5 días* paseando por los alrededores, sin alejarse demasiado, pero sí lo suficiente como para gozar de cierta intimidad, y en la mayoría de ellos se dejó acompañar por Melissa.

Aparte de este necesario contacto con la naturaleza, que no solo la devolvía en cierta manera a sus orígenes, sino que también le permitía acostumbrarse a la orografía que se encontrarían de allí en adelante, la elfa habló con el arquero/flechero para encargarle y pedirle varias cosas, un par de cuerdas para el arco, media docena de flechas perforantes y otra media docena de flechas incendiarias.

Cuando llegó el explorador que había de acompañares, alternó sus paseos para pasar tiempo con él y junto a los mapas de la región, a fin de comprenderlos y de aprender las regiones que eran más seguras para alcanzar su objetivo.

Ya que debo estar aquí cinco días prácticamente parado aprovecharé para hacer el camino hacia mí que pretendía hacer hace tanto tiempo.

Bien, en primer lugar buscaré un lugar tranquilo, alejado de miradas indiscretas. He hablado lo suficiente con los soldados para hacerme una idea de sus motivaciones, mis compañeros están a lo suyo y no están pendientes de mi persona. Es el momento ideal.

¡Bien! aquel montículo me será perfecto.

Se despoja ceremonialmente de la armadura, la apila de manera ordenada y le hace un par de reverencias antes de sentarse con las piernas cruzadas y meditar. Cierra los ojos y dedica las horas del día hasta el atardecer en meditar, en pensar en sus acciones presentes y pasadas, en lo que aconteció con los hechiceros del Caos que le valió el honor de ser nombrado Caballero del Reino. Medita sobre Bastonne, sobre Bretonia, sobre el Imperio, sobre su Bastión de Pinares, feudo que le ha sido concedido que aún no conoce, en cómo mejorará el pequeño puente de madera, en cómo denará las tierras pantanosas y quizás, con un poco de suerte, convencerá a alguno de los enanos que viajan con él o alguno de "El Pico" para que se traslade a su feudo a explotar el subsuelo, a enseñar a los campesinos cómo se hace. Reza a la Dama y vuelve a rezar y una vez más... da gracias... se arrepiente de su arrogancia... da gracias de nuevo... pide protección y sigue rezando.

Los primeros tres días pactados pasaron sin sobresaltos. Valdia, Igor, Melissa y Lorantha habían armado una especie de habitación privada con la ayuda de mantas y el favor de alguno que otro soldado imperial que les había proporcionado lo necesario. La improvisada habitación privada era rudimentaria y realmente no les daba tanta privacidad como podrían desear. Valdia por su parte había aprovechado para dejar la cocina durante aquellos días y dedicarse a preparar todo para el viaje. El viejo Igor, quien creía que se encontraban en un campamento de guerra, y no estaba muy lejos de ello, hablaba continuamente sobre cuando sería la gran batalla, los soldados imperiales, ya algo acostumbrados le aseguraban que la armadura que siempre solicitaba estaría lista para aquel momento especial.

Alfred se mantuvo cerca de la herrería de la fortaleza intentando conseguir ventajas de aquel lugar que le pudieran permitir ir mejor preparado a las futuras batallas. Walter y Nathan pasaron la mayor parte de aquellos días descansando pues sus piernas habían sufrido mucho tras la anterior batalla y la constante marcha desde los reinos fronterizos; y así a su vez se mantuvieron intercambiando experiencia con los muchos soldados que deambulaban por la fortaleza. Por su parte para el caballero bretoniano Sir Hugo, todo se concentro en descansar y honrar ceremonialmente a su esencia intentando reparar en sus errores y proezas personales. Y no obstante, a quien no se le había visto mucho era Jaime, solia deambular acompañado siempre por su guardaespaldas, pero no tardaba demasiado en desaparecer.