Partida Rol por web

Fue abrir la boca , saludar y ver que no iba a ser mi mejor experiencia como comprador .Quizás fuese por mi condición de recién llegado ,al ir con los mercenarios o simplemente porque el herrero se había levantado con el pie izquierdo pero al darse la vuelta me lanzo una mirada glacial  de arriba  abajo y volvió a pegar golpes en el yunque .Ejem , maese herrero tengo dinero para pagar .digo señalando la bolsa .No se lo que me cobrariais  pero tengo  5 coronas .Segun lo digo ya me arrepiento pero hoy estoy  mas torpe de lo normal .Demonios tenia que haber traido al tal Jaime  para negociar seguro que el lo hubiera hecho mejor que yo .

Kurt estuvo observando un poco el trabajo del herrero antes de animarse a abordarle. Desde luego, parecía saber lo que hacía, al menos a ojos del mercenario. Por desgracia, éso tampoco decía mucho, ya que Kurt no tenía ni la más mínima idea del arte de la forja. 

-Buenas... Verá, si no es molestia, me gustaría saber si podría venderme algunos virotes. Bueno, y también estoy interesado en una mejor armadura, una malla completa no estaría mal.

La guerrera pelirroja, pasó los días camiando por las montañas con la exploradora en muchas ocasiones, tenía una vista muy aguda para ser humana, otras en cosas más mundanas como conseguir jabón y lavar toda su ropa que apestaba a sangre de orco, le llevo casi todo un día. Si bien la Elfa la hizo sentarse en medio de un arbusto hasta que el olor a desinfectante no fuera tan fuerte, era una agradable mejoría. No había sufrido ni un rasguño así que su armadura y armas estaban bien. Quizás reponer los virotes en el armero del regimiento. Ya estoy por contrato dentro de la compañía del mediano, pero me quedaban algunos amigos en el ejército.

También estuve buscando una capa con capucha, necesitaba abrigo para el resto del camino. También paso tiempo con Carafea, mi nuevo caballo, es la primera vez que tengo un caballo en propiedad, lo cuido y paseo para que se acostumbre a mí. También mi presupuesto se va en su comodidad y equipo.

Pasados tres días después de la competencia de bebidas me dirijo de inmediato a buscar la herrería, estos días fueron días perdidos y no puedo darme el lujo de desperdiciar mas tiempo si quiero trabajar en mis runas. Pregunto por todos lados como dar con la herrería y finalmente pido una entrevista con el maestro herrero para implantarle mi petición.

La elfa trató de conseguir cuerdas para su arco y unas pocas flechas especiales, media docena de flechas perforantes y otra media docena de flechas incendiarias. 

Desde el primer momento supo que no sería fácil conseguir todo lo que quería y así se lo hicieron ver con sus respuestas, de todos modos, y como aquello podría significar la diferencia entre la vida y la muerte en un puntual momento, insistió con la mejor de sus sonrisas.

Habían pasado unos cuantos días desde que tomamos como decisión mantenernos en la fortaleza esperando por nuestro guía, aunque las heridas de las piernas aun me molestaban parecía que cada día mejoraban un poco mas. Habría que aprovisionarse bien antes de la marcha, pero en mi caso la falta de monedas hacía que para mi esto careciese de importancia....quizás cuando llegara hacia nuestro objetivo consiguiese que me mejorara la suerte y así pudiera hacerme con mejor equipo.

Trojan puso su mano sobre el hombro de Alfred, acompañando sus palabras con su propia petición.

Yo necesito una cota de malla completa.

Los siguientes dos días y últimos de su estancia en aquel lugar, pasaron sin novedad. Jaime seguía desaparecido la mayor parte del día y el viejo Igor seguía en su mundo de batallas imaginarias y grandes guerras. Los mercenarios para aquel entonces ya se habían habituado al día a día en la fortaleza imperial; algunos se mantenían entrenando como Domochievsky quien gustaba presumirles a los imperiales que los kislevitas eran mejores, aunque no siempre lo conseguía; otros como Lorantha, preferían pasar la mayor parte del tiempo fuera de la fortaleza, aunque la naturaleza de aquellas montañas estaba muy lejos de ser lo que ella buscaría para relajarse; y otros simplemente se la pasaban descansando o deambulando dentro de la fortaleza.

El armero fue muy asediado en aquellos días, los mercenarios sabían que les esperaba una dura tarea por delante y que mejorar su equipo les vendría bien. No obstante aquel hombre era un duro hueso de roer, este dejaba siempre muy en claro que la fortaleza necesitaba de esas armas para sobrevivir, y que solo podría vendérselas a un precio muy alto. Y así era, el precio que les deba en general era alto, aunque no tanto como habían visto en otros lugares en el pasado.

La noche del quinto día vieron a Jaime con mas frecuencia de la habitual, de hecho estaba vez cenó con ellos, cosa que no había hecho en los últimos días, pues era justamente por las noches que el mediano estaba mas ausente. Cosa que quizá acentuara aquellas palabras de advertencia de la elfa.

Finalizada la cena, el mediano sorpresivamente empezó a empacar sus cosas sin decirles nada, ya todos esperaban partir al día siguiente, pero sin aviso alguno la cuestión se tornaba más sospechosa.

-Harían bien en empacar ya sus cosas como yo, partiremos al amanecer y será mejor no tener retrasos- exclamó el mediano con su típica sonrisa de emoción y travesura, aunque ante la mirada intrigante de Lorantha, se puso algo mas serio. –No temáis, no me he robado el cofre ni nada parecido. Ya he hablado con el capitán Hansel esta tarde, supuse que nadie quería tener que verlo de nuevo. Aunque quizá nos despida mañana. Hemos pactado en partir al despuntar el sol, en la puerta de la fortaleza le entregaran el cofre Alfred y los demás con la carta para el señor enano. Así que, preparen sus cosas y descansen que mañana partiremos-.

Algunos días antes, con el armero.

Debatiendo con el armero, observó los precios y como todo se complicaba. Realmente no le quedaban muchas más opciones. No, al menos, si quería atravesar aquellas montañas con más protección que la que había tenido hasta el momento. Señaló su camisa de malla.

-Setenta coronas, esto, 18 saquitos de pólvora y 8 proyectiles de arma de fuego. ¿Llegaría con eso para una cota de mallas completa y algunos virotes? De no ser así...-el mercenario llevó la mano a su cinto con calma y puso sobre la mesa una pistola-añade esto. En el caso de vender también el arma de fuego, quiero unos... 50 virotes, el resto de lo que sobre entre la venta de la pólvora, los proyectiles, la camisa de malla y la pistola, en dinero. 

18 coronas ?.Pregunto algo decepcionado.Me temo que mi bolsa no esta tan llena ya que solo poseo 10 coronas .En fin , quizas en alguna ciudad  me cobren menos , perdon por haberle hecho perder el tiempo.

Meneando la cabeza y pensando en lo bien que me hubiera venido mejorar la armadura me retiro a descansar porque quien sabe cuando podremos volver a dormir del tirón y sin preocuparnos de que  nos corten el cuello .

La quinta noche el mediano  anuncia nuestra inminente salida y los últimos preparativos antes de abandonar la fortaleza .que a lo mejor ya no veremos al capitan?.Bueno , mientras mantenga su palabra y quede liberado del servicio al acabar esta misión me vale ..Es todo lo que tengo que decir mientras interiormente agradezco no cargar con el cofre .

La elfa accedió al pago de las 4 coronas de oro por las cuerdas para el arco, pues aunque caro, a ella le merecía la pena contar con aquellos repuestos.

Los 5 días habían resultado tranquilos y poco a poco se iba adaptando al nuevo entorno por el que les tocaría viajar las siguientes semanas. La compañía de Melissa fue como un baño de agua limpia y fresca, había pasado tanto tiempo en el clan con la sola presencia de Valdia que casi había olvidado cuánto echaba de menos la compañía femenina.

Cuando llegó el último día, la habitual actitud de Jaime tras meterlos en graves problemas se manifestó, - ¿qué habría hecho aquella vez? - pensó mientras le dedicaba una gélida mirada cuando este empezó a empacar.

Por su parte, preparó con sumo cuidado el equipaje asegurándose de no dejarse nada. Aquella noche aprovechó para irse pronto a dormir, pues quería estar descansada para el día siguiente.

Había pasado los cinco últimos días manos sobre mano, intentando dejar a mis piernas el mayor tiempo de descanso posible. Y así había sido menos a la hora de ir a buscar la comida o ir al catre, pero aun así pequeños ramalazos de dolor recorrían mis piernas cada vez que hacía algún gesto extraño.

Con la llegada hasta nosotros del mediano, al cual no habíamos visto mucho y a mas de uno nos había hecho sospechar de sus intenciones, estaba claro que en breves nos iríamos de la fortaleza imperial. Cosa que nos comunicó, instándonos a estar preparados para salir al amanecer. Después de guardar mis cosas....empecé a pensar que quizás unos cuantos días mas de descanso no hubiesen estado tan mal.

- Bueno, empezaba a aburrirme de tanto descanso.  

El bretoniano en realidad llevaba con sus cosas preparadas desde hacía por lo menos un par de días. Tan sólo mantenía aparte su queridísima armadura de la cual se había despojado para sus quehaceres aquellos días: rezar, meditar y de cuando en cuando hablar con los soldados.

- Descuida Jaime- y miró al resto diciendo -creo que no ha habido nunca un grupo con tantas ganas de partir como nosotros ahora mismo -y sonrió.

- Lo tengo todo preparado a excepción de la armdura. ¡Esta noche no se pasen mucho con la bebida señores enanos! -sino mañana no habrá quién los levante...

Trojan refunfuñó ante el desorbitado precio que le pedían por la armadura. Aún no estaba acostumbrado a estas monedas imperiales y no era consciente del poco dinero que tenía. Si hubieran logrado vender aquel maldito grifo...

No logró comprar nada de lo que quería, pero aún contaba con la protección de los dioses.

Pasó los días siguientes revoloteando por las fortaleza, hasta que el tedio le pudo, lo que ocurrió muy pronto. El norsca se hartaba de esperar, tenían ansias de lucha, pero sobre todo tenía ansias de botín.

Cuanto antes nos vayamos, mejorr. Si es mañana, que sea mañana.

Buenas tardes camarada- Saludo inmediatamente al entrar en la forja y me dirijo al maestro herrero a cargo. -Saludos buen hombre, mi nombre es Grimm, uno de los tantos hijos herreros de Norsca. Veras, pertenezco al grupo que esta de momento como huéspedes de su fortaleza y lo cierto es que para poder continuar nuestro tortuoso camino necesitamos reforzar y mejorar un poco nuestro equipo, por lo que me preguntaba si durante el tiempo que estemos aquí me permitirías usar tu forja para trabajar. Como veras mi calidad como herrero es alta, por lo que puedo serte de ayuda en lo que necesites, ten por seguro que Grungni te bendecirá por ayudar a un compañero herrero a cumplir su misión.

El alba llego como un suspiro de nostalgia y alegría; el grupo pronto emprendería el camino final hasta su meta, la aun lejana Karak Azgal. Por ello, había gran nostalgia ante lo que dejaban atrás, toda una vida de aventuras, recuerdos de su pasado, amigos e incluso un inolvidable viaje a través de los confines del viejo mundo. Y sin embargo, había alegría, al fin aquel maldito viaje estaba por terminar, al fin llegarían a un lugar al que quizá podrían llamar hogar y al fin se librarían de aquellos jodidos imperiales con los que habían convivido tanto que ya los sentían cerca hasta cuando dormían.

El primero en pararse fue Jaime quien les invita a estar presto a partir con gran enjundia. Y sin bien el mediano era alguien que no solía quedarse quieto, tampoco era alguien partidario a trabajar, razón de más para sospechar de él y sus incontables estupideces. Valdia había empacado ya sus cosas y las del anciano Igor quien se había despertado incluso antes ante la emoción de partir supuestamente a la batalla, esta vez no preguntó por su armadura, quizá creía que ya la tenia puesta. Domochievski no se mostraba emocionado ante la partida, aunque el en general no se mostraba emocionado nunca.

A su salida a la plaza central de la fortaleza, el sol aun no despuntaba del todo y solo había unos pocos imperiales deambulando por la zona, y en su mayoría se trataba de la guardia nocturna. Al final de dicha plaza, junto a la puerta que les conduciría a la salida de aquel lugar, se encontraban ya algunas personas reunidas, entre ellos estaban el capitán Mike Hansel. Había también un par de hombres del capitán cargando un pequeño y aparentemente pesado cofre y otro hombre con apariencia de cazador dada su vestimenta y que agarraba con su mano izquierda a un imponente corcel por lo que seguramente se trataba de su guía, aquel hombre llamado Jalon Smith.

-Alabado sea su majestad el capitán Hansel- clamó Jaime en broma con gran carga de burla, -sus siervos aquí reunidos están listos para partir-. El mediano parecía muy confiado, incluso para insultar al imperial en aquel momento, aunque de haber continuado, probablemente se habría metido en problemas. Conciente de ello, optó por desmontar y aproximarse al carromato que iba en la cola de su grupo. –Vamos, echad esa condenado cofre aquí atrás donde quepa, y cuidado con rayar la madera de la base, es vehiculo muy fino- señaló el mediano, quien era conciente de que aquel carromato eran tan viejo y había pasado ya tantas cosas durante su viaje, que no le extrañaría que les fallase durante el camino.

El capitán Hansel hizo una seña con la mano indicando a sus hombres que accedieran a lo que decía el mediano y se dispusieran a depositar el pesado cofre en el carromato. -Hans, Melissa y Alfred, dejo a su resguardo el cumplimiento de las ordenes del imperio a si como la protección y entrega del cofre que les proporciono y de este pergamino que debe ser solo entregado a las manos indicadas- dijo el capitán en tono firme a sus allegados al tiempo que le extendía a Melissa un tubo de madera sellado que contenía en su interior aquel dichoso pergamino.

-Nuestro camino se separa aquí, y probablemente no volvamos a vernos nunca más en nuestras vidas. Por ello les agradezco toda la ayuda prestada y les aseguro que está ha sido invaluable. Quisiera por tanto entregarles algo más antes de que partan con Jalon aquí presente y el resto de mis hombres- el capitán saco un par de cosas de entre sus pertenencias y se las extendió a los allí presentes.

La primera de estás era un segundo tubo de madera. –Este salvoconducto firmado por mi y el comandante de la fortaleza les otorga nuestro favor y solicita a quien se presente les se prestada toda la ayuda necesaria en nombre del imperio. Solo podrán usarlo una vez, y solo les servirá con alguna autoridad importante que consideren pueda sentirse en deuda con el imperio-. El segundo artículo era una pequeña bolsa llena de piedritas pintorescas. –Espero que esto les pueda dar la suerte necesaria para cumplir el sendero que ha marcado su destino. Y sin más, los despido deseándoles un exitoso futuro en Karak Azgal, pueden partir cuando lo deseen-. Y así, tras dar la orden, las puertas de la fortaleza se abrieron de par en par dejando que la luz del amanecer los golpeara de lleno, pues el sol ya salía a recibirlos.