Partida Rol por web

Entre las voces de sus compañeros, pareció ser la única en escuchar el leve susurro emitido por Jaime e imaginaba que debía estar en una situación más que precaria al borde del acantilado, si no su carismático líder hubiera alzado más la voz.

La elfa se movió rápida al carro para tomar una cuerda. Luego tendiendo un extremo a Sir Hugo le dijo - Sígueme y cuidado con las piedras, he localizado al mediano.- Dicho esto, se adelantó con amplia zancada al caballero y con sumo cuidado de no provocar una nueva precipitación de rocas se acercó hasta el punto más cercano posible al origen de la voz de Jaime.

Una vez llegó a su altura afianzó los pies en el suelo y soltó el resto de la cuerda para que Jaime pudiera asirse a ella. Entre Sir Hugo y ella la mantendrían firme y le ayudarían a subir.

Ante las indicaciones de la elfa dio un lacónico - así sea - y ayudó a la elfa en la búsqueda de jaime, sostuvo la cuerda con fuerza, por nada del mundo la soltaría.

Con una gran esfuerzo y ayudado por sus compañeros, Nathan pudo por fin liberar a su perro, este tenía una pierna probablemente fracturada que necesitaría ser entablillada, a la par de que el perro estaría fuera de batalla por un largo tiempo probablemente. Mientras Valdia y compañía liberaban al perro de Nathan, el cuervo de este apareció repentinamente sobre su cabeza posándose sobre el carromato, para molestia de Grim quien por su parte examina el carromato a detalle y le preocupaba que el peso extra por mínimo que fuera pudiera causar más daños.
A la par de ello para sorpresa de todos, Lorantha parecía saber donde se encontraba Jaime, pues tomando una de las cuerdas de Grunt y pidiendo el apoyo del caballero Bretoniano se aproximo a los bordes del risco para lanzar la cuerda afianzando entre el bretoniano y ella el otro extremo.
Para sorpresa de ambos y de todos los demás allí presentes, un muy empolvado y algo maltrecho Jaime surgió de los bordes del acantilado aferrandose a la cuerda que sujetaban Sir Hugo y Lorantha. Ahora el grupo estaba de nuevo completo, pero aparentemente no listo para partir.

-Esto no tiene buena pinta...- Me digo a mi mismo mientras examino el carromato a detalle, de repente el maldito pajarraco del mocoso se posa sobre este y trato de ahuyentarlo gritándole para evitar que el peso de este termine de arruinar el carromato. -Nathan, llama a tu pajarraco antes de que haga que se desplome nuestro único medio de transporte¡-. Le grito malhumorado, en parte estresado por todo lo que ha pasado y ahora al ver el deplorable estado del carromato.
-Bien, escuchen-. Le digo a todos para llamar su atención. -El carromato no parece estar tan mal como creía, pero ademas de que uno de nuestros caballos esta embarrado en el suelo hay algunos desperfectos que hay que reparar antes de proseguir o de lo contrario esta cosa se caerá a pedazos, puedo trabajar en el pero tardare mucho, a menos que alguien quiera ayudarme y tenga algunos conocimientos para reparar cosas. De lo contrario preparémonos para estar aquí un buen rato-. Les digo en espera que alguien sepa reparar estas cosas.

Con todo el amor y el cuidado que puedo, abrazo a mi pobre Ulrich entre mis brazos, intentando ignorar el peso de este.

-Ya, ya, no te preocupes. Ulrich, pronto estarás mejor. No llores, te recuperas. Mira, vez a la elfa, ella fue la que te cuido antes. Ella te curara de nuevo. Pero mientras tendrás que aguantar un ratito.

Al escuchar al enano gruñir molesto por Morr, mi gesto de tensión se relaja un poco

Estás bien, tu también estás bien.

Rápidamente silvo algo rápido. -Morr. Ven acá Morr. Mira, Ulrich esta bien.

Ulrich, amigo, vez, estamos bien. Todos estamos bien.

Había pasado un buen rato desde el último de los temblores, y la mayoría de sus compañeros ya empezaban a poner las cosas en orden para alejarse lo más rápido posible de allí. Sin embargo, para el aturdido y confuso enano, el tiempo sencillamente se había detenido por completo.

En todo ese lapso, apenas si había podido reptar algunos palmos por entre las rocas, justo lo suficiente como para llegar a un montículo particularmente grande de piedras donde recostar su adolorida anatomía.

Una vez allí, sin tener todavía la más remota idea sobre lo que acaba de ocurrir, e incluso mucho antes de que su conmovido cerebro comenzara a preguntarse como diablos había terminado en aquel lastimoso estado, arrastrándose entre las rocas del camino y cubierto completamente de polvo y contusiones, el enano solo pudo incorporarse a medias y observar a su alrededor con la mirada perdida y un gesto de infinita estupidez en su rostro.

Apenas si era conciente de las familiares sombras que iban de un lado a otro del onírico paisaje, y las voces de sus camaradas le llegaban como un eco distante, un sordo murmullo lejano y brumoso que parecía provenir de algún lugar cercano a las confusas nieblas del sueño…

- ¿Qué diablos…? – murmuró de manera inconciente para si mismo. Lo último que recordaba era haber echado una pequeña cabezadita en el carro mientras avanzaban por el paso.

¿O quizás no? ¿Había tal vez algo más? ¿Otro recuerdo? Su mente pugnaba por unir los fragmentos dispersos de la realidad, pero la tarea se le antojaba titánica.

Finalmente, luego de un lapso de tiempo más que considerable, una tenue luz de discernimiento se abrió paso entre la profunda oscuridad de su cerebro. Con ella, llegó inevitablemente el dolor.

- OOOOUUUCCHHH !!!! – se lamentó amargamente el enano mientras procuraba, sin mucho éxito, incorporarse sobre sus débiles y tambaleantes piernas – Por la bendita y despoblada coronilla de Grungni !!!!

- Es la última vez que le dejamos echar un trago al conductor… A partir de ahora, solo agua para el cochero !!! Y una noche entera de sueño !!!

- Quién necesita cultistas y bandidos cuando tiene un sendero como este…
 

Lorantha se sintió aliviada al notar como crecía la tensión en la cuerda que agarraba y que el caballero le ayudaba a mantener firme. Y ver que Jaime se las arreglaba por sus propios medios para trepar por ella era un claro indicativo de que no estaba mal herido sino tan solo magullado.

Una vez con Jaime arriba y tras las palabras de Grim acerca del carro la elfa mirando a Jaime, a Valdia y a Domochievski preguntó - Este sitio no es demasiado estable y todavía desconocemos cuál ha sido la causa de que nos encontremos en esta precaria situación, ¿no creéis que los que no seamos imprescindibles para ayudar a Grim a reparar el carro deberíamos adelantarnos para tratar de descubrir de qué se trata todo esto? -

Había sonreído y había dado gracias a la Dama cuando vio aparecer al polvoriento Jaime sano y salvo, había sido un milagro. Aunque si bien es verdad que aquella elfa era todo un prodigio... con un par más como ellas podrían conquistar imperios, además lo que decía tenía muchísimo sentido.

- En efecto Lorantha, deberíamos hacer un reconocimiento sobre lo que nos encontraremos más adelante - mira el desastre - esto tiene pinta de requerir varias horas, yo me ofrezco voluntario para ir a echar un vistazo - palmea su caballo - mi montura es fuerte y está en perfectas condiciones.

-Bueno...-dijo, meditando brevemente la propuesta de la elfa-en cierto modo tienes razón, pero tampoco podemos dejar desprotegido el carro... no es cuestión de que los que no puedan repararlo se vayan, alguien más debe quedar vigilando. 

-De todos modos-añadió, mientras se sacudía distraídamente algo de polvo de sus ropas-no negaré que tengo curiosidad y me gustaría saber que demonios ocurre en éstas condenadas montañas. 

Mientras Valdia atendía la pata herida de Ulrich, Jaime avanzaba entre el polvo y las rocas a donde estaban los demás, se le veía algo triste y es que tan solo lo vieron aparecer por sobre el acantilado, todos se hubieron olvidado de él, ni siquiera le preguntaron el como se encontraba de salud.
Despechado, Jaime fue a sentarse sobre una roca cerca del carromato escuchando lo que todos los demás decían. –¿Y que pasa si surge un imprevisto?, ¿como nos reencontramos?, estamos en el paso de fuego negro, no en un mercado de una de las grandes ciudades del imperio. Separarnos puede llegar a ser muy peligroso.-

Me alegrro de verrte pequeño. -El norsca puso una mano sobre el hombro de Jaime- Nos tenías muy prreocupados. Bueno, a la mayorría. En todos los grrupos siemprre hay...espírritus librres. Tú me entiendes.

Trojan se quedó junto al halfling, viendo a los demás actuar. Rebuscó entre el carro en busca de un arco o ballesta, algo que le sirviera para combatir bestias y enemigos.

Domochievski siemprre va en cabeza,o porr detrrás; y siemprre nos encuentrra, que os enseñe.

Cabezo ante las palabras de Jaime - Pues yo creo que estaria bien que alguno de nosotros explorara el terreno mientras el resto intentamos arreglar este desastre pero si no os importan yo me quedare aqui. Creo que mis heridas se han agravado por culpa de este desprendimiento de rocas -

Al no ver que nadie sabe lo mas mínimo sobre como reparar el carromato me hago a la idea de que me tocara a mi hacer todo esto. -Bien, supongo que me tocara a mi hacer lo posible por arreglar el armatoste, es buena idea que algunos vallan a explorar, pero que algunos se queden, no podre reparar esto si tengo que andar vigilando mi espalda-. Sin decir mas empiezo a revisar las ruedas, sera lo que intente reparar primero por que es lo mas apremiante, tengo algunas herramientas para herrería que espero me ayuden a reparar las ruedas y espero que mi oficio me sea útil para dicha labor y no termine empeorando todo.

El silencio reinaba ahora en el paso, lo único que se escuchaba allí eran los legionarios y las labores que estaban llevando a cabo. Las explosiones habían cesado; fueran lo que fueran y vinieran de donde vinieran para todos era mejor no escucharlas mas, aunque la duda de que era lo que estaba sucediendo se iba acrecentando en sus mentes mas y mas a cada momento.
Las reparaciones del carromato estaban en proceso, aunque por lo que se podía ver iban a tomar demasiado, realmente demasiado tiempo. Quizá incluso no estarían listas en un día.
Y esto llevaba a un nuevo problema, si iban a demorarse en las reparaciones era necesario mover el carromato a un lugar mas seguro, estaban entre un acantilado y una serie de riscos escarpados con rocas algo sueltas.