Partida Rol por web

- ¡Si escuchan algo ... avisen! Estaremos cerca ...

Travis Goldan y Angelo Leone se miran. Cada uno muestra una expresión impasible, pero desesperada. Os harán caso, ya que es su última esperanza, pero no parecen muy convencidos.

Salís del patio de butacas, y, cuando abrís las puertas, escucháis unas torpes notas de piano a vuestra espalda... La suerte está echada.

Pero ¿A dónde ir? Ya no hay luz que os guíe en el teatro. Y el silencio es casi sólido. letal como un cuchillo y denso como la melaza. Incluso respirar es opresivo. 

Estáis desanimados, no sabéis qué hacer y vuestras opciones se agotan, sólo queda rezar para que vuestro plan tenga éxito, pero... ¿A quién buscáis?

Nada en el despacho de Zann... Nada en los baños, en los vestuarios, en el Hall... Hasta treinta minutos en una desolada y desanimada búsqueda infructuosa a lo largo de los corredores barrocos, bajo la atenta mirada de los ángeles esculpidos y con el olor de la muerte donde quiera que vais...

Hasta que llegáis a la sala de descanso.

Allí, un nuevo cadáver se ha unido a la masacre. Con un disparo en la cabeza, descansa, junto a la puerta, Samiel Zann, con una expresión de profundo horror y sorpresa en su rostro contorsionado... EL cadáver aún está caliente. Un poco más allá, la trampilla hacia el sótano.

Escucháis algo, una especie de... Gruñido... ¿Jadeo? Sí, y golpes. Dos personas están peleándose allí abajo, es un forcejeo...

A vuestra espalda, llega el sonido amortiguado de una extraña melodía... Os recuerda mucho a aquella que escuchásteis en los ensayos, aquella en la cuál los intérpretes iban abandonando la sala según la interpretaban... Pero, si la otra tenía un aura fantasmal, casi irreal... Esta la definirías como de otro mundo... Alienígena... 

Parece ser que el Señor Goldan no es tan mediocre tocando el piano...

- Acabemos esto juntos, amigo mío.

Con el revolver preparado Burk se acerco a la trampilla.

Lew sacó su arma, comprobó que estaba cargada a tope (si no le pone un nuevo cargador) y asiente a su compañero para hacerle saber que él también estaba listo.

Era hora de entrar y acabar con Samiel, pues era la otra parte de la ecuación que les estaba encarcelando en el Curssal.

Cuando os acercáis a la trampilla, podéis ver algo inusual en el suelo, junto al cadáver del director adjunto Newman. Es una peluca rubia. Estáis seguros de que no estaba allí la primera vez que visitasteis el lugar.

Con cautela y las armas alzadas, bajáis las escaleras, de nuevo, hacia el tan frecuentado sótano. Ya no hay dudas. Los golpes, los gemidos de dolor y los gruñidos corresponden a una pelea, y bastante encarnizada, por lo que parece.

Allí, en la base de las escaleras, el señor Flickerman se encuentra enzarzado con alguien... Sus facciones en la oscuridad son vagas, pero el vestido que lleva... Es el de la señorita Dorothy Abnets. Ambos contendientes se golpean, ruedan e intentan levantarse del suelo, están cubiertos de arañazos y contusiones, parece ser que la lucha es a vida o muerte. Un poco más allá, junto a ellos, hay dos pistolas. Una de ellas es el arma del señor Harold, mientras que la otr aparece una pistola de mecha del siglo pasado. Huele a pólvora...

- ¡Dorothy! ¡Todo ha terminado! ¡Apartese de Harold!

Y disparo apuntando a la cabeza.

Al ver la pelea Lew se intenta acercarse, pero en ese momento ve como su socio levanta el arma en direcció a los luchadores.

- ¡Espera!- intenta en vano detener el disparo de Seamus.

- Intentemos sacar información, somos tres contra una- ayudemos a Harold a doblegar a Dorothy.

Dicho esto el detective se acercó a la reyerta para ayudar a contener a la mujer.

La bala emerge con un estallido del cañón del revólver de Seamus, y atraviesa el espacio que lo separa de Dorothy como una exhalación, incrustándose en su nuca. Antes de expirar, expulsa una violenta arcada de sangre y jugos gástricos sobre el rostro sudoroso de Harold.

Todo queda en silencio, ya no se escucha la música que deberían estar tocando el señor Goldan y el señor Leone, pero tampoco se escuchan las flautas. La noche ha vuelto al silencio sepulcral...

De repente, un fiero y horrible temblor sacude el Kursaal. Durante cuatro agónicos segundos, el edificio se sacude desde sus mismísimos cimientos, y el enorme ruido se asemeja más a un grito agónico de alguna enorme bestia que a un movimiento tectónico... 

De las cajas apiladas en el sótano, comienzan a desmoronarse varias pilas, cayendo una pesada sobre el señor Burk y derribándolo tras casi aplastarle las cervicales.

Entonces, silencio, calma... Todas las luces del teatro se apagan. Escucháis un horrible sonido viscoso escaleras arriba, por los pasillos...

Pero, con el movimiento de las cajas, se ha revelado algo que no visteis en vuestra primera ni segunda visita. Bajo una de las pilas de atrezo, hay una segunda trampilla, y esta es metálica.

Lew mira como el cuerpo sin vida de Dorothy cae como si lo viera a cámara lente. Todo lo que estaba pasando y todo lo que tenía que pasar estaba alejándose como si fuera el último rayo de sol que lo cubre las nubes.

Entonces el grito acompañado del temblor. Algo dentro del Curssal...o el mismo teatro, estaba despertando.

Del temblor varias cajas dejaron a la vista una trampilla que daba a un subsótano. El detective se fijó en ella y luego miró a sus compañeros.

Con cuidado y con su arma en la mano Lew se acercó a la misma.

- Si algo ha movido los cimientos, ese algo debe estar ahí abajo- elucubró el detective mirando la trampilla. Luego se giró y miró tanto a su socio Séamus como a Harold, invitándoles a que se acercaran y les acompañara en su viaje al abismo.

Masajeandose el cuello tras incorporarse, Seamus recarga el arma.

- Tendremos que bajar.

Sea lo que fuere lo que haya allí abajo, no puede ser peor que lo que podéis notar escaleras arriba. Mientras os adentráis bajando la escalera de mano, atisbáis, por la trampilla que lleva al patio de butacas, un manojo de apéndices tentaculares, de consistencia gelatinosa, piadosamente ocultos por las tinieblas. Casi inmediatamente, llegan los gritos del señor Goldan y todos los que se hallaban allí arriba, interpretando la ópera titulada "Tru´Nembra". Ruidos de zancadas, horribles succiones, sangre salpicando...

Todo ello queda atrás cuando iniciáis la bajada. La escalerilla desciende por un túnel directamente excavado en la roca, húmeda y maloliente, durante unos cuantos metros. Por el sonido del agua corriente, parece que conecta por las cloacas. El ambiente es caliente, pero no opresivo, parece como si os hubiérais quitado unos cuantos kilogramos de encima.

Cuando finalmente tocáis tierra, os encontráis en una cámara subterránea de aproximadamente unos diez metros por diez... LLena de cartuchos de dinamita, junto con un detonador. Justo en los cimientos del Kursaal... Parece que Zann tenía ciertos planes que alguien decidió atajar.

Más allá, otro pequeño túnel conecta con las alcantarillas de Boston.

Seamus inspira el fetido aire en un esfuerzo por tranquilizarse.

- Podríamos huir por aquí, y hacer volar todo el maldito teatro ...

Los gritos que oían a sus espaldas no dejaban interpretación posible, los últimos actores estaban siendo eliminados en aquella obra macabra. Lew, con lágrimas en los ojos siguió descendiendo por aquella escalera hasta que llegó tocó fondo, y ahí descubrió el "regalo".

El detective asintió a su compañero y luego verificó la carga. Él no era ducho en detonaciones así que no podía asegurar que todo funcionase, pero debían intentarlo.

. Podrían terminar de interpretar esa obra preternatural aquí y si la criatura pierde poder que volemos todo el maldito edificio.

Seamus parpadeo varias veces como intentando comrender la locura que estaba aceptando como real.