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La Sociedad Fénix 2

Rizando el rizo (escenas asincrónicas)

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06/07/2013, 03:39
Director

Tras el briefing, Prudence se entretuvo hablando con su hermana y el pequeño robot con el que se había criado en casa de sus padres. Sabía que tenía algo pendiente, pero era bonito haber recobrado la libertad. Aunque, en realidad, ella nunca había dejado de ser libre, al menos a su manera.

Demoró la decisión un par de horas, deambulando y manteniendo charlas con todos. Hasta habló con MacDonald, y eso que era un hombre poco comunicativo. Pero, al cabo, llegó hasta el despacho y dormitorio donde sabía que William habitaba. Se encontró la puerta abierta, y a él fumando sentado en el sillón de su despacho, con unas cartas y documentos iluminadas sobre la mesa con una lamparilla flexible. No se dio cuenta de que había entrado hasta que captó la estela de sus pensamientos.

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06/07/2013, 03:43
William Talbot

William la miró durante un largo instante, y ella hizo lo propio. Sabía perfectamente que podía leer su mente, y que sabía en lo que estaba pensando. A decir verdad, en las muchas cosas en las que estaba pensando. Dejó el cigarrillo en el cenicero y la invitó a sentarse con la mirada, aunque no de palabra. Sabía que haría lo que quisiera, y tampoco le iba a ordenar nada. No en la intimidad.

-Sabes que lamento que te encerraran -comenzó a decir- Hice todo lo que pude para que no sucediera, pero la comisión se puso firme. Debía darles una concesión, al menos una vez, o cancelarían todo esto.

Parpadeó, respirando hondo.

-Quizá no es justificación para que te hayas pasado tres meses en la cárcel, lo se. Entiendo que estés dolida por ello, y entenderé cualquier decisión que quieras tomar.

Se levantó pesadamente hasta una de las licoreras, y sirvió dos vasos de whisky mientras hablaba.

-A veces desearía no tener que vestir este uniforme, ni tener tanta responsabilidad. No es fácil para mi, como tampoco lo es para ti. A veces... a veces quiero pensar como tu. Que podríamos arreglar todo esto combatiendo como lo hicieron nuestros padres. Cabalgando a lomos de nuestras propias decisiones, sin tener que rendir cuentas a nadie, ni vestir un uniforme.

Se detuvo junto a unos portaretratos que contenían fotos de sus desaparecidos padrastros, los Talbot. En su mirada podía leerse la pena, camuflada en una suerte de estoicismo del que, ella sabía, él hacía gala en los peores momentos.

-En ocasiones me pregunto que habrían hecho ellos. Y me da fuerzas para continuar.

La miró un momento, y se acercó a ella dejando el vaso sobre la mesa.

-Soy un fracaso, Prue. No valgo para ésto. No se como manteneros unidos, no se como hacer que rememos todos en la misma dirección. Tengo fe en nuestro potencial, tengo fe en aquello que podemos conseguir. Estos son tiempos difíciles, y yo os estoy pidiendo que hagáis muchos sacrificios. Os estoy pidiendo que comulguéis con ruedas de molino. Nos tienen contra las cuerdas, a pesar de nuestras pírricas victorias. El ejército alemán es dueño de Europa, cada día más, y sabemos que los japoneses se preparan para mover ficha en Asia. Tu madre habría dicho que Ormaz está por todas partes, que parece que todo lo maligno está aflorando. Los diques se han roto, y somos los únicos que empujamos, remando contra corriente.

Entonces hizo algo que ella jamás hubiera esperado. Se sentó sobre sus talones, como rendido, justo delante de ella.

-Perdón -dijo con cierta emoción- Perdóname por haberte metido en ésto contra tu voluntad, contra tu impulso, contra tu forma de ser. Perdóname por pedirte tanto, por haberte metido en tantos líos. Se que te esfuerzas, y se que lo haces por mí. Siempre lo has hecho. Pero yo te digo, Prue, que no te lamentes por la vida que no hemos podido tener. Porque la que hemos tenido hasta hoy ya ha sido maravillosa. No quiero que sigas recorriendo el mundo buscando como detener el tiempo, porque el único tiempo que se gasta es el que no se vive. Y yo, Prudence Urquart, quiero vivir lo que reste de mi tiempo contigo.

Cuando se metió la mano en el bolsillo, Prudence sintió vértigo teniendo la certeza de lo que iba a suceder. Confirmando sus temores, lo que él extrajo del bolsillo era la típica cajita de joyería, la cual abrió. Era un topacio.

-Persia... te iba a dar ésto cuando volviéramos de Creta, pero no se lo que va a pasar allí. Por eso te pido... te imploro, que me perdones. Y te pregunto, si deseas, como yo, comenzar de nuevo y vivir lo que reste de nuestras vidas juntos. ¿Quieres casarme conmigo?

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06/07/2013, 12:16
Prudence Urquart
Sólo para el director

La verdad es que fue hasta allí arrastrando los pies. Intentó posponerlo todo lo que pudo, pero tenía que hacerlo, tenían que hablar, más que nunca.

Los ojos de Cronos le hacían verlo todo cubierto de una sombra de oscuridad muy siniestra, incluso con un olor extraño, las voces de sus recuerdos apenas tenían un triste hilo de voz... era un mal augurio. Sin embargo cuando llegó al despacho todo se vio distinto, pareció recuperar el color. Se apoyó en el marco y quedó un rato observando la escena, el gesto de Will, lejos de ser marcial, era muy preocupado, surcado de mas arrugas que de costumbre. Si sobrevivían a la batalla igualmente esto le pasaría factura.
El briefing había aplacado sus ánimos, la incertidumbre del peligro inminente le hizo cambiar de actitud y todos sus reproches le parecieron estupideces. Los tiró a su papelera mental y se quedó solo con lo que verdaderamente le importaba, Will. No quería que fuera a Creta, no lo creía necesario, sabía que jamás permitiría que sus hombres fueran sin él, le conocía demasiado bien... eran tantos años juntos... se había portado como una idiota esa mañana, lo de Stark empezaba a darle una vergüenza horrorosa "a veces eres una cría" se recriminó a si misma. Entonces Will la miró y le invitó a sentarse.
La pesadumbre de su novio la impresionó, nunca le había visto así, de modo que mantuvo a raya su mente y escuchó y observó atentamente la escena que se desarrollaba frente a ella. Por primera vez en mucho tiempo era William el hombre y no el coronel el que estaba con ella. No pudo hacer otra cosa que enternecerse, su hombre la necesitaba, necesitaba cariño no uno de sus estufidos habituales.
Así bajó la guardia y cuando se clavó de rodillas delante de ella y repitió su petición Prue se quedó clavada en el asiento observando el anillo como si mirara directamente dentro de un agujero negro, casi sin parpadear ni respirar. Le miró a los ojos y, apartando la mano que sostenía el estuche, se escurrió del sillón para abrazarlo. Se desabrochó la camisa e introdujo la mano derecha de su novio bajo la camiseta, sobre el corazón, como solía hacer, luego juntó la frente con la suya y susurró -Shhhhhh, callate y escucha mi corazón- quedando en silencio, dejando las puertas de su alma y su mente abiertas para que él pudiera oir lo que quería decirle. Eran cosas demasiado complejas, demasiado grandes, demasiado antiguas, demasiado intensas, tanto que no podían decirse con palabras. Buscó entre sus recuerdos para que pudiera sentir lo mismo que ella, le mostró el día que se reencontraron, el día que empezaron a salir, la nochevieja que la dejó sola y que Remí inexplicablemente arregló, le dejó entender el vínculo irrompible e inexplicable que la unía a su primo, la soledad y abandono de los días de entrenamiento y cárcel... el por que de sus decisiones, las charlas con Irving, con Candance, con Tupolev, con Remí... sus descabellados planes de futuro, la desesperación de la selva, sus sueños de mujer enamorada... el vacío, la ira, la pena dentro de ella cuando él no está...

Así pasaron un buen rato hasta que la atención de Prue regresó al anillo, dibujó con la yema el círculo de oro, era claramente un diseño de su padre.

-No eres un fracaso, eres un idiota al que el ejercito a moldeado hasta hacerte olvidar como se trata con las personas, hablando, no ordenando... pero supongo que la situación es apremiante, no deja tiempo para pensar con claridad y ya es tarde para lamentarse.- Inspiró y expiró profundamente, se le saltaron las lágrimas aunque no llegó a llorar -Llevo 20 años esperando esto, que te sinceres conmigo y me digas lo importante que soy para ti, saber que me amas (parpadeó)... Will te necesito, el centro del universo eres tu, no hay nada mas importante para mi que una palabra o un gesto tuyo y me los has dado como migajas todos estos años, cada vez menos... he llegado pensar que ya no me querías, que me utilizabas... vale que no soy una delicada señorita pero eso no quiere decir que no sueñe con gestos de amor y detalles bonitos... yo... (puso gesto compungido) lo único que deseo es sentir que me amas tanto como yo a ti, saber que nos tenemos el uno al otro, que me lo digas, hazme sentir importante para ti y no una pieza más en este juego...

Suspiró, hizo una pausa reconsiderando que no era de ella de lo que tenían que hablar si no de él, era él quien necesitaba consuelo con mas urgencia, precisamente por que nunca hasta entonces lo había pedido.

-No puedo leer mentes pero se,  siempre lo he sabido, que te sientes solo, desubicado, siempre luchando por demostrar que te mereces existir, por ganarte el derecho a las cosas y ahora... solo tienes este despacho que cualquier día puede ocupar otro... y al igual que todo a tu alrededor se ha ido, tu mayor temor ha sido que volara de tu lado... - Le acarició la mejilla, rasposa como de costumbre, sonrió muy levemente
- Que tonto... y que torpemente has intentado retenerme de uno u otro modo... Esta mañana rompí la cadena de la brújula y ahora quieres ponerme un grillete en el dedo... Tiene gracia ¿Es que no lo entiendes? El único círculo que quiero rodeandome es el de tus brazos estrechandome mientras me besas y ese ya me lo pusiste, aquel día junto al árbol, y desde entonces no he podido quitármelo por que lo llevo en mi mente, mi corazón y mi alma. Es eterno e indeleble... ¿Por que ponerme algo que se puede robar, perder o estropear? Algo que cada vez que lo mire me recuerde que te clavaste de rodillas ante mí derrotado, con la sombra de la muerte planeando sobre nosotros.

Se acurrucó en su regazo tratando de confortarle, acariciendole con la nariz

-Tengo una idea- ronroneó. Estrechó la mano entre las suyas cerrando el estuche y acercandolo a su pecho indicando que se lo quedara -Guardalo- entonces sacó del bolsillo del pantalón el reloj de Irving- puedo estancar esta habitación en el tiempo. Quedémonos aquí cuanto queramos, sin que nadie nos moleste, y cuando estemos hartos de reír, de besarnos, de acariciarnos y de hacer el amor, entonces y solo entonces, saca el anillo y ponmelo en el dedo, así cuando lo vea recordaré que hubo un tiempo maravilloso que nos perteneció solo a nosotros. Te amo William Talbot y sí, quiero ser la señora de “macarrones con tomate”

Notas de juego

He editalo, lo se, odiame, pero era necesario XD

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08/07/2013, 02:45
William Talbot

"Macarrones con tomate" sonrió por la respuesta. Y con el mismo movimiento que hizo para levantarse, la cogió en brazos con sorprendente jovialidad. De camino a la cama se detuvo y la miró a los ojos, que eran claros como una mañana de verano.

-¿Importante? Tu eres lo más importante que tengo en esta vida, Persia. Cuando todo esto acabe, voy a presentar mi dimisión. Dejaré el ejército y el uniforme, y me concentraré en lo verdaderamente importante: vivir contigo el resto de mis días.

La dejó en la cama y comenzó a besarla, una y otra vez, provocándole risitas y algunas sensaciones algo más inconfesables. La miró desde arriba, revolviendo un poco más su pelo.

-Pero ahora mismo me voy a concentrar en hacerte cosquillas.

Dicho y hecho. Sus manos la recorrieron encontrando los puntos débiles, hasta que ella se retorció de risa pidiendo clemencia. Le costó Dios y ayuda calmar la respiración de su pecho, pero cuando eso sucedió William comenzó a acariciar su cuerpo con manos hambrientas y seguras. Fue como rascar una cerilla contra una superficie rugosa. En un momento, se encendieron en un torbellino de pasión que les consumió durante el resto de la noche, y parte de los dos días siguientes.

Vencidos por el hambre y el sueño, decidieron regresar a la línea temporal primigenia, durmiendo plácidamente hasta que el amanecer de las highlands y sus rayos de sol entrando por la ventana les despertaron.

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08/07/2013, 08:53
Prudence Urquart
Sólo para el director

No parecía él, temió que fuera un sueño.
Adoraba que la cogiera en brazos, rodear su cuello y apoyar la cabeza, embriagarse del amor de aquel gesto y dejarse querer. El regazo de Will era el "happy place" de Prue, cerraba los ojos y regresaba a él siempre que se encontraba mal.

Creía que flotaba cuando se detuvieron y Will confesó sus planes "el resto de mis días...", palabras fatalistas, la realidad que rompía el idilio y que sin embargo tanto valor le daba a aquello que tenían.
En una carta de San Pablo había leído "El amor todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta", así era el suyo, ambos acababan de hacer una importante concesión al otro a cambio del ahora. El ejército lo era todo para él, alzó la vista sorprendida tratando de decir mil cosas, no dijo nada, pero las supo, pudo leerlas en sus ojos.

Había llegado el momento de que los labios hablaran con un lenguaje distinto al de las palabras y lo hicieron con profusión y elocuencia. Entre besos y risas la ropa se desordenó, se desabrochó y empezó a desaparecer, cuando al fin le dio tregua para recuperar el aliento, Prue quedó inmersa en los ojos de Will, parpadeó recordando sus travesuras juntos, cuando ella era una niña aún y él empezaba a dejar de serlo, una sola lágrima se le despeñó lentamente. "Te amo" pensaba una y otra vez, sorbió con la nariz colorada, estaba emocionada y se entregó a las caricias de su novio. Ni todo el yimmik del mundo hubiera sido capaz de aplacar el fuego dentro de Prue, solo la saliva y el sudor de ambos mezclados podrían hacerlo, así fueron arrastrados una marea cuyo vaivén les llevó de la pasión desenfrenada al mas dulce arrullo y viceversa. 

La primera vez acabó con la pelirroja llorando, demasiado había aguantado las lágrimas y el orgasmo no hizo si no abrir las compuertas de cuanto sentimiento tenía reprimido desde hacía años. Descansaron el uno en brazos del otro, hablaron del futuro, de reconstruir Talbot, de ampliar la escuela, de viajes, de la boda, de niños... de esos que rabiaba por darle y que sabía él tenía tantas ganas de ver crecer, criarlos y quererlos...
Agotados, finalmente, apretó el botón del reloj y el tiempo volvió a correr mientras dormían al calor de sus sueños hasta que las primeras luces de la mañana resplandecieron en el anillo y se despertaron.

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18/07/2013, 03:07
Director

Base avanzada de operaciones de la División Thule, Leika, a 4 kilómetros de Kalamata (Grecia)

Un ruido de tacones distrajo a dos guardias que aguardaban en la entrada del módulo de mando. Se cuadraron al ver de quien se trataba, aunque con poco convencimiento. La joven oficial de las SS entró con una carpeta de documentos bajo el brazo, y la puerta se cerró tras de si.

El ambiente dentro del centro de mando estaba cargado por el humo del tabaco. El incesante repiqueteo de la máquina enigma se mezclaba con las transmisiones de radio y el taconeo enervante de unas botas. Ese taconeo cesó cuando la joven entró en el lugar y se acercó unos pasos hacia la mesa donde estaban desplegados los mapas. Steiner se giró a mirarla, curioso, pero no dijo nada.

El hombre que estaba de espaldas sentado junto a la mesa, con su gorra de plato en una esquina de la misma, se giró un momento y la miró con una sonrisa. Bauer dejó entonces el cigarrillo en el cenicero, y se cruzó de piernas de modo aristocrático y elegante alzando las cejas, pero sin articular palabra. Sabía que no necesitaba más.

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18/07/2013, 03:22
Lotte Engel

La mujer dejó los documentos sobre la mesa y se cuadró un momento. Bauer imponía respeto a todos, y más que respeto, una especie de temor reverencial. Hasta Steiner le trataba con cautela, y eso que el hombre-máquina no temía a nadie en el campo de batalla.

-Mensaje del general Student. Los fallschirmjäger han tomado Maleme hace una hora, y Heraklion está bajo asedio. Los observadores de campo han confirmado la presencia enemiga en la meseta de Cnossos, y se han fotografiado varios convoyes de material aliado que se dirigen a la costa.

En ese momento, sonó el teléfono que estaba sobre la mesa, y ella lo cogió rápida como un rayo. Se enderezó al escuchar la voz tras la línea, y luego ofreció el auricular al general.

-Es el führer, señor.

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18/07/2013, 03:26
Hermann Bauer

El general de las SS cogió el teléfono con renovado interés por las excelentes noticias que llegaban del frente. Mantuvo una breve conversación con Hitler, que a juzgar por su tono fue de lo más cordial. Luego se despidió de él, colgando el teléfono con tres dedos. Les miró entonces, disfrutando de la sensación de saberles impacientes. Al cabo, tamborileó los dedos sobre la mesa, y compuso una de sus misteriosamente joviales sonrisas.

-El führer nos desea buena caza, caballeros.

Steiner pareció sentirse aliviado al escuchar aquello. Era un hombre de acción, si es que el término "hombre" se ajustaba a su persona. Como accionado por un resorte, el general se levantó dando una palmada en la mesa. Estaba exultante.

-Los aliados han puesto toda la carne en el asador. Y seguro que dos más dos son cuatro, y tendrá una oportunidad para vengarse del comando fénix, coronel. Inicie la operación Kritias.

Se giró entonces hacia la teniente, que aguardaba con una pequeña sonrisa.

-Que preparen mi nave. Me uniré a nuestras fuerzas en la meseta en cuanto la situación esté bajo control.

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18/07/2013, 03:34
Coronel Steiner

El coronel inspiró varias veces, fuerte, y pudo escucharse a través de la rejilla de su sistema de respiración. Luego alzó el brazo y le saludó con energía.

-Jawohl!!

Se giró dando un taconazo y abrió la puerta, caminando hacia el fondo del pasillo. La alarma ya sonaba por todo el complejo, y las tropas se aprestaban para tomar sus armas y pertrechos, marchando luego hacia la explanada donde se encontraban los vehículos. Se trataba de tres bombarderos Dornier con bombas V-1 adosadas al casco, unos cazas Fw-90 de escolta, stuka y un transporte Me 323 cargado con varios blindados. Frente a los aparatos la fuerza de tripulantes y soldados preparados y armados hasta los dientes con fusiles, MP40 y el prototipo de la Stg-42 que habían conocido en Noruega. Entre ellos podían verse portadores de armas experimentales que luego serían conocidas en la guerra, como el lanzagranadas panzerfaust o el leichtgeschütz 40, una pieza de artillería de campaña muy ligera con la que esperaban infringir gran daño al enemigo.

Pero aquello no era todo. La élite de la fuerza de desembarco la formaba un pelotón de "tropas de choque pesadas", soldados diseñados genéticamente para ser más altos, fuertes y ágiles que un humano medio. Llevaban armaduras de combate con placas protectoras contra las balas. Estos serían los soldados que desembarcarían en avanzada para abrir una brecha en las defensas enemigas, mientras el resto de sus compañeros caían del cielo en paracaidas. Pero ellos no usarían este medio de transporte. Contaban con unos modernos helicópteros Drache con una Mg 42 instalada en un costado de la cabina de carga con capacidad para seis de aquellos hombres-monstruo, o diez soldados "normales" (si es que a los clones se les podía llamar normales).

-¡Atención, el general! -dijo uno de los oficiales, y todos se cuadraron mirando en aquella dirección.

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18/07/2013, 04:00
Hermann Bauer

El general pasó revista a las tropas que iban a partir hacia el combate, y recibió el saludo de los soldados y oficiales. Estrechó algunas manos, y se acercó finalmente hasta Steiner, con el que mantuvo una breve conversación. Luego pidió permiso para dirigirse a sus hombres, lo que hizo con ayuda de la megafonía y tras subirse al asiento de un kübelwagen para ser reconocido con mayor facilidad. Había más de doscientos hombres en aquella pista de aterrizaje, esperando para embarcar.

-¡Soldados del Reich! Estáis a punto de embarcaros en una cruzada. Esta será una de las batallas decisivas de esta guerra, amigos míos. Nuestros antepasados lucharon y murieron esperando este día. Daremos a los ingleses una lección, y les demostraremos por qué deben rendirse, por qué deben dejar de luchar obstinadamente. No hay victoria posible para ellos, ni para sus aliados. Pronto, el mundo sucumbirá ante una raza, la nuestra. Y todos los que no pertenezcan a ella, deberán perecer y desvanecerse en el olvido.

Señaló entonces hacia el horizonte, con determinación.

-Allí, al otro lado del mar, os espera vuestro mayor enemigo. Allí, en la planicie de Cnossos, el enemigo confiado aguarda. Nuestros antepasados esperaron este día, muchachos... el día en que aplastaríamos definitivamente a la Sociedad Fénix. No esperéis cuartel, soldados, ni lo deis. En esta batalla, en la captura de la colonia de nuestros antepasados arios, los atlantes, se decidirá la suerte de esta guerra.

Hizo una pausa dramática, escuchando sus respiraciones contenidas.

-Me llena de orgullo combatir codo con codo con vosotros. Hacia la victoria, hermanos. ¡Sieg heil viktoria!

Alguien de entre la tropa, espontáneamente, comenzó a cantar el himno de las waffen SS, que era precisamente "Sieg heil viktoria". Alzando el brazo, llenos de furor y celo nacionalsocialista, los hombres comenzaron a cantar al unísono. Su voz sonaba siniestramente marcial y coordinada. Doscientas gargantas, la mayoría de las cuales tenía de hecho la misma voz, sincronizadas de modo perfecto.

Y siguieron cantando conforme abordaban sus transportes, y los motores se encendían bramando con estrépito. El himno, ahora retransmitido por la megafonía, les despidió de aquella pista de aterrizaje, mientras el general miraba como los aviones daban una triunfante pasada sobre su cabeza. El ejército alemán, invicto, se preparaba para asestar un terrible golpe en Creta. Y la División Thule, la tropa más fanática, puntera y temida de todas las Waffen SS, lideraría el ataque.

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27/11/2013, 02:52
Director

Había amanecido para ambos, desnudos y calientes bajo las mantas de la cama. Un dulce despertar, que pronto les recordó la incomodidad de tener que explicar a todos lo que había sucedido. Sin embargo, antes tenían una asignatura pendiente. Tras los preceptivos arrumacos, bajaron al salón donde su tío estaba desayunando con evidentes síntomas de resaca, y les saludó con una sonrisa en los labios. Había café, bollos, mantequilla, bacon, huevos y todos esas calorías que los ingleses disfrutaban ingiriendo a primera hora de la mañana.

Lo que había también era una suspicaz Candance mirándoles desde su asiento, sabiendo como solo podía saberlo una madre, que habían dormido juntos y no como hermanos. Pero en su rostro no se leía la lástima, si no la preocupación. Sin embargo, nada dijo. Fue el doctor el que habló.

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27/11/2013, 03:02
Irvin Urquart

-¿Tienes mi reloj, Persia? Vamos a ir a pescar un rato y hablaremos de las cosas importantes.

Miró a su esposa, pero esta no hizo ademán de mirarle. Seguía con la vista fija en su hija.

-Antes de marchar, hay algo que quería decirte, en presencia de tu madre, y de Rémi. Creo que merece escucharlo también.

Carraspeó, evidentemente molesto por la tensa situación.

-Verás, la última noche, mientras dormías, viniste a mi cuarto. Pero no eras tu. Era ese tal Cronos, que está dentro de ti. Deseaba manifestarse y decirme algo a mi, personalmente, como su... dijo descendiente, que soy. Que somos. Es posible que solo pueda manifestarse a través de ti cuando estás dormida. Dijo que él no tomaba posesión de sus húespedes de forma activa, como su hermana, Asha. Me explicó que esto es nocivo para la salud mental del recipiente.

Era un poco raro hablar de eso desayunando, así que se removió en la silla. Candance parpadeó.

-Me dijo que tras tantos siglos yo no comprendía bien el propio alcance de mis poderes, de nuestros poderes. Así que deseó darnos las gracias por lo que estamos haciendo por él, y por la obra de su padre, con un regalo. Gracias a ti sabía sobre la navidad, que solemos hacernos regalos... Quería que te lo diera en su nombre.

Candance apretaba una servilleta en la mano, evidentemente furiosa. Su marido no sabía donde meterse en ese momento.

-Verás, hija mía... Es muy duro decirte esto ahora, después de lo que imagino que pasó ayer -tamborileó los dedos en la mesa- Cronos me enseñó como envejecer y rejuvenecer a los seres humanos, a través de mi poder. Quería darte ese regalo, por que había visto dentro de ti que eso era lo que deseabas fervientemente para ti. Para Will...

Hizo una pausa, preocupado por la posible reacción de su hija.

-Era mi regalo de navidad.

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27/11/2013, 03:12
Candance Urquart

Entonces, estalló. Estaba claro que su madre no aprobaba su comportamiento, casi desde que era pequeña. Siempre estaban discutiendo por que ambas tenían un carácter muy fuerte. Y sin embargo lo que le dijo, aunque no era sorprendente en el tono, si lo era en el contenido.

-Buenos pensamientos y buenas obras, Prudence. Buenos pensamientos. ¿Sabes por que William no fue a verte en estos meses?, ¿piensas que es por qué no te quería? No. Lo hizo por que te quiere. Él sabía lo que había pasado con Rémi en Creta, lo supo desde que te rescató. También sabía que desde ese mismo momento habías tomado tu decisión, una decisión que ni siquiera su cariño y su proximidad podían cambiar. Quiso hacerlo, y en realidad lo hizo. Te pasaste semanas en casa, que no estabas en tus cabales, y él estuvo aquí. No te acordarás de eso, por que tenías momentos de lucidez y otros en los que no. Y cuando William venía a verte, algo en ti cambiaba, como un revulsivo. Te quedabas dormida, hablabas como si fueras otra persona. Llegaste a emplear el insulto, ¿Sabes? Todos en esta casa hicimos el juramento de que no te ibamos a decir nada, hasta que te recuperaras. Te recuperaste, pero Will no volvió, se fue con los commandos, al Norte de África. No soportaba estar aquí. Cuando regresó se lo expliqué, y decidimos que esta navidad iba a ser un punto y aparte. Además, lo que acaba de decir tu padre me enfada, y mucho...

Parpadeó, tamborileando los dedos sobre la mesa. Rémi no cabía de asombro. No sabía absolutamente nada sobre aquellos episodios de pérdida de consciencia en los meses en los que no la habían dejado visitar a su prima. Creía que simple y llanamente se trataba de un complot para evitar que se enamoraran todavía más.

-Todo esto ha pasado por que no te he educado bien. Por que no has sido capaz de pensar para bien. Te diste por vencida cuando el asha abandonó tu cuerpo. Creeme, yo pasé por lo mismo, y ni siquiera la presencia de tu padre me ayudó. Le pedí que me dejara sola, por que tuve exactamente los mismos episodios. Le hice daño sin querer, le dije cosas muy feas, me desvanecía en estados febriles... El asha nos ha dominado, a mi durante mucho más tiempo que a ti. Y se que solo el amor es capaz de llenar ese vacío y dar un norte a una pérdida de rumbo total.

Negó, despacio, estaba a punto de llorar.

-Todo lo hemos hecho por ti. Por que te queremos, por que sabemos que eres especial. Demonios, niña. Sois tal para cual.

Hizo un gesto con la mano, como queriendo decir "nada de esto importa".

-Has tomado una decisión sola, que era exactamente lo que Adrienne y yo queríamos. Y... ahora me vas a escuchar bien -dijo señalando a Rémi- Soy tu madre, y siempre te he querido. Siempre he tratado de protegerte, aunque fuera de ti misma, de tus instintos. Yo tenía los mismos, aunque no me creas. Solo mi educación y una sobredósis de fe y voluntad me mantuvieron cuerda y en pie hasta el final. Pero no he sabido enseñarte a ser como yo, por que tu no eres yo. Tienes mucho de tu padre, que es un cabezota y un libertino cuando quiere -Irvin se removió en la silla- Y sobretodo tienes mucho de ti misma. Eres un ser único, frágil y a la vez admirable. Lo supe cuando te tuve en brazos por primera vez, mirándote a la luz de la luna, a orillas del Eúfrates. Tu estabas llamada a hacer lo que yo no pude. A cerrar el círculo. A despojar a otras de nuestra bendición, que enmascara la mayor de las maldiciones. Y por eso quiero...

Las lágrimas comenzaron a caer, el tío Irvin le tomó la mano.

-Por eso quiero, Rémi Phénix Rosseau, que me prometas que vas a hacer feliz a mi hija. Por que lo único que importa en esta vida, y en todas las que estén por llegar, es su felicidad -le miró muy seria- No quiero que dejes a mi hija cuando te canses. No quiero que la hagas sufrir yéndote a emborracharte con marineros y poniéndole los cuernos en cada aventura. Mi hija merece a un hombre que la quiera a ella sola, y que la adore como el ser especial que es. ¿Me entiendes?

Rompió a llorar, incontenible.

-¡¿Me entendéis ahora?!

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27/11/2013, 18:17
Rémi Phénix Rosseau

Phénix no estaba preparado para aquel aluvión de declaraciones, información o exigencias de promesas. Había ido allí, en compañía de Prue, la mujer a la que quería, con un objetivo. Ver a su padre de acuerdo con el regalo recibido la víspera. Y a cambio o como preludio de todo ello, se había desarrollado un drama propio de un folletín de su amado Dumas. Además, allí no se había planteado una ecuación de dos incógnitas, Prue y Rémi, sino una en la que el único valor era ella, Prue. Poco importaba su propia felicidad o una felicidad conjunta. No, se había primado a Prue, su felicidad exclusiva, se la había tachado de especial, de ser la merecedora de una promesa de amor eterno y fidelidad de parte de un hombre que había sido pintado muy claramente por su tía Candance. Borracho, pendenciero e infiel. A resultas de todo ello, el rostro de Phénix aparecía sorprendentemente serio y algo pálido.

-No, no te entiendo. Pero veo que la ausencia del Asha aún se hace notar en ti, tía Candance. Tu capacidad para insultar se mantiene incólume -dijo con gravedad-. Y me dejas muy claro cuál es tu concepto de mí. Verás, yo no soy un señor del tiempo, un hombre capaz de viajar en el tiempo y contemplar desde una aséptica distancia lo que ha de ocurrir en el futuro o lo que ocurrió en un pasado, como vosotros. Quizá deberíais permitiros un viaje privado y contemplar qué supondré yo para Prue. Si felicidad o no. Candance, Irvin, no, no soy perfecto. Tampoco lo pretendo -añadió negando con la cabeza levemente-. Si deseas un valor seguro para tu hija, la mejor opción que la vida le pueda proporcionar a Prue coge un arma y pégame un tiro, porque yo no lo soy. Eso lo sé yo, lo sabe ella y lo sabemos todos los aquí presentes.

Cogió de la mano a Prue y se volvió para mirarla.

-Tu padre ha hablado de un don. La capacidad para envejecer y rejuvenecer, un don proporcionado porque Cronos vio tu deseo de hacer de Will un hombre más joven, alguien equiparado en edad a ti, alguien que ya no quedara hipotecado por una muerte prematura a tu lado -sonrió cálida y tristemente a aquella muchacha pelirroja cuya mano sujetaba-. Pero ha llegado un tanto tarde, ¿no crees? O tal vez a destiempo. O en el peor de los momentos. Verás, Prue, te quiero, lo sabes, pero no puedo prometerte felicidad eterna tal y como desea tu madre. Nadie puede hacerlo, aunque quisiera. Puedo prometer que lo intentaré, de igual modo que pienso que tú lo intentarás. Pero, ¿quién sabe qué nos deparará el futuro? Yo no lo sé y no quiero saberlo. Me basta el pasado para aprender y el presente para vivirlo. Tus padres no confían demasiado en mí y en que sea bueno para ti. No les falta razón, supongo, aunque no sea agradable oírlo. Pero no necesito su bendición ni su permiso. Ni el de ninguna otra persona. Tú me conoces mejor que nadie, he crecido a tu lado y sabes que no ha sido fácil para ninguno de los dos llegar a este punto. Y me basta con que me aceptes tal y como soy, que confíes en que haré cuanto esté en mi mano para que lo nuestro funcione y que me creas cuando digo que te quiero. Puede que no te baste, que quieras más, no lo sé, pero es cuanto puedo ofrecerte. Soy lo que soy y pretender ser otra cosa es imposible.

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01/12/2013, 05:00
Prudence Urquart

¿Cuantas veces habían dormido juntos? Había perdido la cuenta, tampoco era la primera vez que estaban desnudos, mas bien... la número 1.500.000.. Le había enseñado a no temer las tormentas, a conservar la temperatura en la nieve y el desierto, como no caerse de la copa de un árbol, a controlar una hamaca, a no sentir pudor, hasta consejos sobre que hacer a la mañana siguiente al despertarte junto a un extraño.

A su lado, dormido, le oía respirar profundo, tranquilo, feliz... ella también lo estaba, mecida por esa cadencia mientras le acariciaba el pelo. Era ese momento en que no es de día ni de noche, su momento favorito (ese día más), cuando la naturaleza se despereza y los hombres aún duermen. No recordaba la última vez que había dormido tan bien. Bostezó.
Y aún con todo lo que había llorado la noche anterior su despertador natural no faltó a la cita.

Se le erizó la piel, bajo los kilos de mantas, abrazados y desnudos había creado una burbuja de calor, y salir de ella fue como abrir una ventana en Siberia, por no hablar del contacto con el marmolillo. Regresó cual centella y se deslizó bajo las sábanas para volviendo a hacerse un ovillo. Se aferró a Fénix con brazos y piernas, despertandole al contacto de su fría piel. Este se retorció emitiendo algunas quejas infantiles

-Por Dios Prue...¿Que hora es?- musitó frotandose los ojos

-Las... 6:30 creo...-

Le dejó espacio para que se desperezara y mientras se apoyó en el cabezero frotandose para quitarse el frío, con especial insistencia en los pechos. Remí, aún teniendo los párpados medio pegados no pudo evitar quedar impresionado por la estampa.

-Es... alguna especie de rito de cortejo africano?... por que es de lo más inquietante- dijo incorporandose

-No joder! Es que me he helado al salir de la cama y ahora me duelen los pezones- paró para que pudiera ver por si mismo el doloroso endurecimiento súbito de las areolas, espontánea y natural como hubiera hecho cualquier otro día, sin apercibirse de que aquel no era un día cualquiera...

-Oye... pero tu no llevabas camisón cuando te acostaste?- preguntó preso de un nuevo y poderoso magnetismo en la desnudez de Prue. Era un físico muy escocés, pecoso y longilíneo, muy atlético, terso, amelocotonado con pechos y nalgas pequeños, pero redondos y suaves como frutas jugosas.
-Durmiendo me dio calor y me lo quité...- respondió encogiendose de hombros ingenuamente. Tardó pero acabó dandose cuenta del asunto: ella no era la única que estaba como una piedra...
-Oh!- musitó sonrojandose. Tiró de la sábana instintivamente sin mucho éxito, pues el gesto de pudor y la ahora insinuada forma de sus muslos bajo la ropa no hizo otra cosa que azuzar la incipiente llama en los ojos de Fénix.
El calibre y potencia de los Rosseau eran bien conocidos gracias al alarde de Durand y las numerosas anecdotas que les había proporcionado, pero una cosa era saberlo y otra conocerlo. Víctima de la curiosidad y su propia personalidad juguetona, miró de reojo bajo las mantas -¡¡Oooh!!- exclamó. Tuvo un momento de confusión, solo un segundo en el que parpadeó nerviosa recordando lo hablado la noche anterior sobre esperar y hacer las cosas bien... pero ahí estaban, gasolina y un mechero. Observó a Remí, en quien reconoció las mismas dudas y el mismo apetito.

Tomó de la mesilla de noche el reloj de su padre y se escurrió mas próxima al francés, acariciandole la piel en el proceso

-que te parece... un tiempo solo para nosotros, sin prisas, interrupciones ni oídos indiscretos?...- la sombra del deseo cayó sobre sus profundos ojos al recorrer la fisonomía de Fénix. Hasta ese momento no había sido consciente de lo muchisssimo que necesitaba tocarlo, besarlo, lamerlo... todo ese ansia le llegó de golpe haciendola sentir febril. Él sonrió satisfecho y la atrajo hacia sí apartando el reloj -Los Rosseau tenemos una reputación que mantener- dijo seductor -así que nada de trucos ni disimular... nunca más...- Totalmente rendida ante el hechizo de sus ojos y su voz onduló al contacto hambriento de sus manos dejandose moldear. Sonreía e incluso se le escapaba alguna risilla entre los progresivos jadeos. No tenía ni idea de que estaba haciendo solo se dejaba llevar, sin necesidad de fingir, demostrar u ocultar nada, algo completamente nuevo. Así, en el va y ven, mas fuera que dentro de las mantas, acabó aprisionando a Fénix entre sus muslos, tentandolo con la promesa caliente y húmeda de su sexo sin llegar a dárselo pero atenazandolo aún más al intentar zafarse.

En uno de esas revueltas se detuvo, las primeras luces del día dibujaban el cuerpo de su novio, tan perfecto y delicioso, con la respiración agitada, ansioso. En ese instante habría podido arder de amor y excitación. Descendió sobre él para refrescarle con un dulce beso. Le devolvió el cariño abrazándola pero la blandura pechos calientes de Prue y el contacto con la suavidad de su pubis hicieron insoportable la espera, las tornas cambiaron y donde antes reposaba la espalda del francés ahora lo hacía la de la escocesa quien dio la primera nota del concierto que daba los buenos días a sus vecinos de habitación.
I​ntenso, un poco torpe y escandaloso, así fue hacer el amor con la persona a la que más había querido nunca. Parecido a nada, precioso, eléctrico, romantico, lo más bonito y placentero que le había pasado en la vida. Cóncavos y convexos fluctuaron de cuanta manera puede curvar el amor los cuerpos de las personas, atiborrandose mutamente de cada parte y el total, hasta quedar vacíos y plenos. Primero ella y luego él, recortados por el amanecer como figuras de un templo hindú, sentados y abrazados, paralizados por el paroxismo.

Finalmente se desmadejaron en el colchón buscando el modo de resguardarse del frío.
Recuperaron el aliento entre miradas y caricias, al cabo de un rato Fénix paso el brazo sobre los hombros de Prue, quien descansaba la cabeza sobre su pecho. Con la otra mano sacó la pitillera de los pantalones y se puso un cigarro en la boca que Prue encendió con el dedo, tras un par de caladas se lo pasó. Sonreían satisfechos y cómplices cuando les llegó el rumor de otra pareja que se les había puesto a coro ¿Darius y Marie? contuvieron la risa tratando de identificar la dirección de origen. La sorpresa fue mayúscula, los gemidos venían del cuarto de Saraswati! La carcajada fue instantánea aunque la reprimieron rápido, no era plan de darle otro motivo a la cascarrabias de su hermana para que les cogiera aún más manía.

Volvió a asirle acurrucándose como un gatito

-Te quiero brioche...-

-...y yo a ti pelirroja-

La mirada y el tierno beso que la acompaño pusieron el broche final a dos vidas y casi medio siglo de búsqueda dando comienzo a una nueva etapa. Estaban juntos y no necesitaban nada más. Apuraron el pitillo en silencio, saboreando la embriaguez del momento sin pensar en nada.
Fuera el sol inundaba blanco y suave las highlands condensando la humedad en las ventanas.

La respiración se hizo progresivamente profunda y los párpados pesados, debían de ser en torno a las 7:30 de la mañana, aún había tiempo para relajarse antes de volver a enfrentarse al mundo. Templados de amor cayeron en brazos de Morfeo.

Ya podía volver Thule a bombardearlos o Durand y Candance juntos soltarles la reprimenda del siglo, ellos en ese momento eran felices. Y punto.

Notas de juego

Primito, a ver que te parece (me doy mucha grimaaaaaaaaaa XD), quedo a la espera de lo que tu me digas (x si quieres cambiar algo o lo que sea) para postear la respuesta a Irving y Candance, oki?

Por otro lado...
Desde el principio e identificado la escena con una de mis obras favoritas de Toulouse-Lautrec, "In bed, The kiss," 1892

Perdón por las ediciones, esto se ha vuelto loco! :S

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04/12/2013, 03:22
Prudence Urquart

Le costó un triunfo salir de la cama cuando volvieron a despertarse, estaban muy a gusto, solo los dos tan calentitos y abrazados. Intentó estirar los arrumacos, la ducha, el vestirse... pero el momento de abrir la puerta y bajar las escaleras irremediablemente llegó. Remí, que la leía como un libro abierto la retuvo un último momento con un fuerte abrazo, se insuflaron ánimos mutuamente y caminaron cogidos de la mano hasta el salón.

Nadie más que sus padres había bajado a desayunar, no sabía si aquello era mejor o peor para el desarrollo de los acontecimientos, en cualquier caso el ambiente era raro, no como esperaba. Se mantuvo afable ignorando el juego de miradas entre sus progenitores. Daba el primer sorbo al café cuando Irving empezó a hablar.

Tenía un mal presentimiento y no falló. Gracias a Dios y a Fénix que había descansado o de otro modo... Dejó la taza y escuchó contenida sin mueca ni gesto alguno, manteniendo la mirada al anciano que tan apurado y culpable revelaba su error. En los ojos de su hija vio la niebla del dolor espesarse hasta robarles el brillo con el que siempre le habían mirado. Pero la cosa no acababa ahí. Candance tenía un talento especial para clavar clavos en el corazón de su hija y esa no iba a ser la excepción, sus palabras penetraron como veneno dentro de Prue, que seguía impertérrita fija en su padre.

No hay palabra humana que pueda definir la mezcla de pena, decepción y sufrimiento que la abrumaban, ni su intensidad, por suerte poseía un poder mucho mayor que sus serendipias, era extraordinariamente fuerte y se había acostumbrado al dolor.

Mientras hablaban las piezas se ordenaban en su cabeza componiendo por vez primera una imagen comprensible de sí misma. El porqué de todo.

La vieja Prue tuvo la tentación de huir, de enfadarse y gritar, viejas costumbres, un gasto inútil de energía sin aportar solución alguna.

Quedó en silencio, rígida o más bien bloqueada, sobresaturada hasta el punto de la incapacidad de reacción hasta que Remí, la sacó de su mutismo.

Ah! Los hombres Rosseau tan torpes y brutos y encantadores sin embargo. Desde luego no era una declaración de amor al uso, pero era Remí y hacía las cosas a su manera, y si lo hubiera dicho de otro modo quizás no le habría sonado tan romántico.

Sonrió sin decir nada, dedicándole esa mirada que tenía solo para él ¿Para qué hablar? Cuando murió supo que las palabras no sirven para expresar la verdad, las palabras reducen su dimensión y repercusión, así lo único que hizo fue besarle. Un beso largo y dulce a través del cual volcar cuanto sentía por él. Era su declaración de intenciones y única respuesta.

Luego giró en dirección al matrimonio Urquart sin mirarles directamente en un rictus de lo más inexpresivo. -Los hijos somos arcilla en manos de nuestros padres, sus palabras, sus actos, sus decisiones, sus enseñanzas al fin y al cabo nos moldean. Pude tener la Lágrima, pude tener un maestro y pude no haber sido esa niña endemoniada a la que desterrasteis a África, pude tener un noviazgo feliz, el cariño de mis hermanos, llevar una vida pacífica y cómoda. Sin tener que matar, sin acostarme con nadie por desesperación, pude no tener que emborracharme para olvidar, para no pensar en que había mal en mí que tanto os decepcionaba...  ahora me doy cuenta de que no soy yo ¿Dices que querías que tomara una decisión?- preguntó duramente a Candance -Me lo reprochas, cuando se acaba de ver que toda la vida habéis tomado decisiones por mí, ocultándome cosas, negándomelas... “por mi bien, por ser especial”... Madre... siempre te has quejado amargamente de como todos te trataban distinto por ser el Asha ¿Por qué me has hecho lo mismo? ¿O me lo vas a negar? Y tú, padre... ¿Por qué se lo consentiste?- hubo un leve temblor en su voz en esa última pregunta. Tragó saliva -Lo que Adrienne y tu queríais... ¿Y lo que queramos los demás dónde queda?... - dejó caer los hombros con abatimiento e hizo una pausa para recuperar la serenidad -Hoy por primera vez en años, más de los que puedo recordar, me he despertado feliz, sin tristeza, preocupación o ganas de morirme. Remí me ha devuelto las ganas de vivir, la ilusión por el futuro, sea cual sea. Me ha hecho sentir algo que creí haber enterrado junto a mi primer novio, ese del que no sabéis nada porque nunca me habéis preguntado... un amor puro, inocente, sincero... Sé muy bien como es, le conozco mejor que su propia madre, por eso sé que le amo, porque no me importan sus defectos, si fuera de otro modo tal vez no le querría y si cambiara dejaría de ser el hombre del que estoy enamorada. Lo mismo podría decir Adrienne de mí, no soy ninguna santa, tengo esqueletos en el armario que valen por tres vidas... Remí y yo somos más que amigos, más que hermanos y más que novios... siempre estaremos unidos. Nos hemos peleado mil veces, hemos estado con otros, nos hemos visto enfermos, resacosos, cabreados, hechos un asco, deprimidos, nos hemos dicho de todo... y nunca hemos dejado de querernos. Tengo fe absoluta en él, algo que no he podido decir de ningún otro.- Sonrió a su novio cálidamente antes de volver a dirigirse a sus padres -Así que quedad tranquilos, benditos sean todos vuestros errores, secretos y manipulaciones porque nos han hecho ser lo que somos y amarnos.- Sujeta de su mano se sentía más segura que nunca y llena de esa seguridad observó a sus padres re-entrelazando los dedos con los de Fénix, aún más fuerte que antes. Se acabó la niña que intenta agradar y a la que todos creen que deben moldear -Cariño voy a salir a dar un paseo si no te importa, estoy un poco sofocada...- lo dijo en parte por si quería acompañarla. Se levantó tranquilamente de la silla y le dio un beso en la frente para luego, en tono correcto pero distante, dirigir unas últimas palabras antes de salir -Padre, nos vemos luego-

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04/12/2013, 21:51
Rémi Phénix Rosseau

La escuchó y su sangre se inflamó con sus respuestas, con su actitud, con la aceptación de él, de su relación, de su mutuo amor. Era una valkiria en plena batalla, una amazona disparando su arco con precisión y seguridad, quemando puentes que ya habían sido deteriorados por otros.

Y cuando ella, Prue, su mujer, su media alma, se levantó de la silla, hizo lo propio.

-Te acompañaré, por supuesto. El aire está viciado aquí -dijo con una amplia y poco diplomática sonrisa. En aquel momento, su objetivo, aquel viaje a un pasado reciente para visitar a su padre, había pasado a un segundo plano. Ella era ahora su prioridad. Y no pensaba abandonarla en momentos como aquellos.

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12/12/2013, 12:42
Prudence Urquart

Salió de allí con paso firme, sin mirar atrás. Temblaba por dentro, una hija no debe decir esas cosas a sus padres, mas si cabe a unos que pese a todo sabía que la querían como a nada en el mundo, pero no hay mayor daño que el que puede infligirte quien te ha traído al mundo aún sin querer y aquello fue más de lo que esperaba. Le palpitaban el corazón y las sienes como si las venas le fueran a explotar, si aún hubiera sido el Asha se habría autocombustionado de rabia, pensaba en Will, en el regalo de Cronos, en como la estupidez de todos le había destrozado la vida a su ex-novio ¿Como se lo dirían? ¿Quien? ¿Que respondería?

Siguió adelante como un autómata, sin cuidado por el frío o la nieve, no cesó hasta llegar a la cochera, su escondite habitual. La tentación de huir estaba ahí, en otro tiempo sin dudarlo se habría largado al último rincón del mundo, pero no, ya no, huir no arreglaba nada. Abandonar el salón fue una medida de seguridad, de cerrarse la boca y no seguir estropeando el primer día de sus nuevas vidas. 

-Lo siento cielo-

El vapor de la respiración la envolvía a la vez que irradiaba calor a su alrededor. Evidentemente alterada se apontocó contra el portón -Siento que... no quería que...Ahhhhhhh- sacudió la cabeza para aclarar las ideas y de paso recobrar la voz. Carraspeó, no quería llorar aunque no podía esconder la rojez de los ojos. Cruzó los brazos como truco de autocontrol -ha sido tan desagradable...-
Después de un rato relajó los hombros inclinando la cabeza, tenerle junto a ella parecía que la tranquilizaba. Le acarició la cara -no me puedo imaginar como te habrás sentido, ninguno debimos decir esas cosas... tenemos buen corazón pero nos pierde la boca en esta familia. Papá debe estar hecho polvo...-

Hizo otra pausa. Se había prometido no volver a hacerlo, no dejarse llevar por emociones negativas ni arrebatos y ese día especialmente quería permanecer fuerte junto a Remí soportando el enjuiciamiento de todos.

Lo tomó de ambas manos y le habló en tono suave

-Escuchame... todo cuanto he dicho allí dentro es cierto, como lo es que Will me importa y pensar que mi vida pudo ser distinta me duele...- se detuvo un momento temerosa de herirle – pero...- señaló con el indice casi tocandole la punta de la nariz -no cambiaría nada, ni una coma, si con ello te perdiera, si 45 años de desesperación y el amor de mi familia es el precio a pagar por estar contigo con gusto lo pagaría mil veces más.-

Sonrió tirando de él un poco hacia sí -gracias por estar conmigo...- juntó la frente con la suya, acompasandose a su respiración como mecanismo de llamada a la serenidad. Le acarició la nuca con los dedos. -Vamos a tener que echarle paciencia a esto ¿Sí? No dejemos que se nos escape la felicidad tan facilmente, aún tenemos que hablar con tu padre y hemos de estar fuertes...-

De reojo vio las motos aparcadas (incluida la de Stark que aún no había probado), la prueba indudable de que algo había cambiado, ellos.
Volvió a echarse hacia atrás

-Debería ir al lago y hablar con papá y tu ir a casa y ponerte algo o pillarás un resfriado- No lo dijo directamente pero iba implícito el hecho de hablar con calma y reconciliarse con sus padres -Vamos anda-

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17/12/2013, 21:10
Rémi Phénix Rosseau

-No tienes por qué disculparte y aún menos justificarte, Prue. Ambos tenemos pasado. Un largo pasado -Phénix sonrió-. ¿Agradable lo de dentro? Bueno, me hubiera extrañado que descorcharan el champán, la verdad. Will... es pasado, presente y futuro. De ambos. Más tuyo que mío, quizás, o de otro tipo, pero de ambos a fin de cuentas -señaló con un mohín mientras ella le acariciaba la nuca-. Respecto a la paciencia, ¿lo dices en serio? Porque no te creo. Podemos intentarlo, claro, pero me temo que no somos dos paradigmas de la espera ni de la contemplación. Como ya dije, ni espero ni necesito permiso para estar contigo. A quien guste, bien. A quien no, bueno, es su problema, no el nuestro. Y no lo voy a hacer mío. Llevo mucho tiempo siendo el rarito de la familia como para empezar a preocuparme por el qué dirán a estas alturas. Tengo el culo pelado -soltó una carcajada-. Bueno, quizá eso no debiera decirlo delante de mi chica.

Phénix se agachó un tanto para depositar un beso en el cuello de Prue, acariciando con su lengua el recorrido que hizo hasta llegar a la oreja que mordisqueó.

-Está bien, te dejaré sola, pero te aseguro que no tengo frío. Nada de frío, de hecho -se acuclilló y cogió un buen puñado de nieve que apretó haciendo una bola con una sonrisa pícara. Aquella bola tenía nombre y apellido y Prue debió verlo en la mirada poco inocente de él-. Yo que tú correría o esta va a encontrar demasiado fácil su destino -señaló arrojando la bola hacia arriba para luego recogerla al caer, una operación que repitió varias veces.

Repentinamente, y para estupor de Phénix que se quedó mirando la mano vacía, la bola se detuvo en el aire durante un instante. Cuando alzó la mirada, sus ojos azules habían virado a un tono celeste, algo de lo que él no fue consciente, y vio cómo aquella bola estallaba en una lluvia de copos de nieve que se arremolinaba en torno a ellos dos, girando alocadamente, en una espiral que brillaba bajo la luz del sol como una miríada de diamantes.

-Me cago en la leche -acertó a decir sin saber a qué se debía aquello.

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21/12/2013, 11:53
Prudence Urquart

Will, Will, Will... el nombre era una incómoda ironía. Una cuenta pendiente y puede que lo fuera por mucho tiempo. Aún había que plantearle el regalo de Cronos, contarle que Fénix y ella estaban juntos... y todo ello permaneciendo en el comando con él como jefe.
Tenían que sentarse a hablar, pero otro día, aunque era difícil resistirse al magnetismo del coronel. Hasta entonces pensaba que la atracción que sentía hacia él se debía al vínculo mental entre ambos, pero la noche anterior, al descubrir que no era la única, le hizo verlo de otro modo

Recuperar la paz era mucho mas fácil sin el Asha, pero con Remí era instantáneo. Ese chiste, esa risa, ese beso... Conocía sus gustos, igual que sabía que ella no era el paradigma de la feminidad ni un hermoso efebo, pero solo parecía un problema lejos de él, juntos sentía el “orden” fluir correctamente. Al igual que podía sentir el retorno de su agudeza sensorial, encontró el rastro del deseo a través de la piel

-Así que tu chica...- ronroneó mordiendose el labio inferior. Quiso acercarlo tirando de una de las trabillas del pantalón pero fue mas rápido y se zafó dejandola con la palabra y la picardia en la punta de la lengua. Jugaba con ella, había encontrado la horma de su zapato, le gustaba. Con locura.

Emitió un sonoro “Há!” al verlo tan gallito entre la nieve con la bola en la mano -Me río yo de tu puntería- dijo en una clara provocación zarandeando el trasero, obviamente iba a acertar pero así no le quedaría mas remedio que “calentarla” después. Nunca tenía suficiente, no si le gustaba tanto.

Esperaba el bolazo cuando le escuchó maldecir, al girarse la sorprendió la explosión de nieve.

-¡Pero que c...!

Miles de estrellas de hielo resplandecían al sol descendiendo lentamente a su alrededor dibujando una cúpula invisible. Atónita se pegó a Fénix y al rozarse con su mano se dio cuenta de que estaba anormalmente fría. Al tomarla la encontró gradualmente cristalina como un carámbano

-Ahora entiendo tu invisibilidad! Es por el hidrógeno! Eres capaz de manipularlo aisladamente, ahora acabas de someterlo a electrólisis y lo has criogenizado! ¿Como no me di cuenta antes? Es como lo que yo hago con el oxígeno...- los Urquart eran una familia de científicos y Prue no era menos, cada serendipia que encontraba la analizaba hasta dar con la clave científica de la misma, de pronto abrió aún más los ojos -es... - sonrió emocionada -somos complementarios...- entrelazó los dedos con los suyos haciendolos chisporrotear, el hielo y las llamas se mezclaron en las yemas en una aleación perfecta. Una suave neblina de vapor los envolvió, a través de la cual podían ver los ojos del otro, brillantes en su respectivo color.
Prue actuó de forma instintiva, un sexto sentido la guiaba. Candance era de las que creía que las serendipias debían ser dominadas, sin embargo Prue había aprendido que era mejor dejarlas fluir, hacerse uno con ella ¿Por que ordenar cuando puedes convencer?

-Tsss- susurró. Empinó los pies para besarle, el aire frío y el caliente comenzaron a moverse y con él los copos de nieve, rodeandoles en un torbellino, fue solo un momento pero pudieron sentir un enorme poder recorriendoles, proveniente de la tierra, del aire...

Al separarse de él le hizo mirar a su alrededor -observa...- quería que viera el mundo con sus nuevos ojos -¿Ves eso? ¿Ese extraño color y esos puntitos flotando? Es Khshathra Vairya , la energía del universo cuando funciona correctamente, es “el orden”-

Apretó la mano de Fénix, la sensación era indescriptible y el paisaje fabulosamente bello. Eso era la plenitud.