Partida Rol por web

La Sociedad Fénix 2

Achnacarry (Capítulo I)

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01/03/2013, 13:13
Prudence Urquart

-Oh! En ese caso...

Puntilleó hasta la puerta y la cerró silenciosamente. La mesa central tenía multitud de cajones, Prue giró uno de ellos, tras un click saltó una de las tablas laterales que escondía una oquedad. De allí sacó una polvorienta botella  color ámbar que dejó en el mueblecito junto al francés.

-Todo tuyo

Volvió a su sitio, solo que en lugar de sentarse en el sillón lo hizo sobre la alfombra, tiró un par de troncos a las brasas del hogar y chasqueó los dedos provocando una intensa llamarada que reavivó el fuego. En principio no se sirvió bebida pero sí encendió un cigarrillo, ofrecía la pitillera a su primo cuando este disparó a bocajarro sus preguntas.
Prue pestañeó aún con la pitillera abierta.

- Caray primito...

Regresó al sillón donde lentamente exhaló el humo.

- ¿Hay alguna palabra que signifique catastróficamente... bien?

Dijo arqueando las cejas. Se quedó mirandole un momento para luego dibujar una breve sonrisa algo vencida y cambiar de postura. Se puso transversal, con la cabeza en un brazo del sillón y las piernas colgando por encima del otro. Dio otra calada e hizo otra pausa.

-Lo de anoche... perdoname... no volverá a pasar, puedes estar seguro.

Le dirigió una mirada rápida y tímida tras lo que puso un gesto desenfadado y concienzudo.

- Llevo semanas pensando en esta charla, reconstruyendo mi discurso una y otra vez... y sabes que? No tengo ni puta idea de que decir...

Se retorció en el asiento asomando los ojos por encima del brazo tapizado, interrogantes como los de la niña Prue que él nunca conoció. Tiró el cigarro a la chimenea y se revolvió para acabar desplazandose por el suelo hasta sentarse frente a él. Le tomó de las manos e intentó articular una frase varias veces sin llegar a emitir la primera palabra pese a mover los labios como para hacerlo.

-Tú... esto... no, yo. Sí, eso, yo...

Apretó los ojos como si quisiera retener aquello como comienzo de un hilo.

- Debo pedirte disculpas por muchas cosas. No solo por lo de anoche, que aún ahora me tiene la sangre helada, si no por todo desde que regresé de Brasil. Te he preocupado y con razón... estaba hecha una mierda, confusa... Bueno, no se si ahora estoy mejor

Sonrió, hablaba con un tono entre serio y divertido, una manera ambigua de expresarse muy propia de ella.

- Me he portado como una imbecil sin darme cuenta de lo que necesitabas...

El tono desenfadado dio paso a uno realmente serio tras arrugar la frente, aunque seguía jugueteando con sus manos

- ...sin darme cuenta de que el tiempo había pasado... tu y Darius habeis crecido y ya no me necesitais enredando en vuestras vidas, mas bien... creo que ultimamente he sido un obstáculo. Se lo decía esta mañana a mi padre, sigo siendo una veinteañera... mis bioritmos me habían impedido madurar...

Mantenía la vista baja, mirando lo que hacía con los dedos o el fuego de la chimenea. Se llevo una mano a la sien, los pensamientos empezaban a embrollarsele otra vez, era demasiado complicado como para explicar que había pasado. No quería aburrirle ni dar la impresión de que buscaba excusas. Respiró hondo y apretó fuerte una de las manos de su primo. Por fin le miró a los ojos

-Remí Phénix Rosseau... te quiero, te quiero por encima de todas las cosas. Si tuviera que enfrentarme a la eternidad no querría hacerlo con nadie más que contigo. Es un amor que está por encima de ser primos, novios o lo que sea... supongo que es el tipo de amistad al que cantaba Alejandro Dumas.

Acababa de hacer su elección y eso la emocionó aunque procuró contenerse. Quedó callada cautivada por los hermosos rasgos del francés, posiblemente el hombre más guapo que había conocido nunca, recordando cada momento que habían compartido. Remí era su vida, era ella, era por quien Prue no se había diluido en las llamas del Asha, era la mitad de sí, era una de las razones, si no la principal, por la que no deseaba ser normal...

- Por ese amor... haré lo que me pidas. Si lo que quieres es que me aparte lo haré, desapareceré, pero ten clara una cosa para lo que necesites, cuando lo necesites, pase lo que pase, yo siempre voy a estar ahí.

Hizo esta última afirmación señalando con el dedo, como si lo estuviera grabando en piedra. Luego soltó todo el aire que había en sus pulmones y dejó caer la cabeza entre las manos, parecía haberse quitado un gran peso de encima

- Ahora si que me voy a tomar algo

Estiró el brazo para coger un vaso y se sirvió una deliciosa copa, aunque bebió con comedimiento

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03/03/2013, 02:56
Rémi Phénix Rosseau

Chasqueó sonoramente. Fue el sonido de su lengua contra el paladar cuando el fuego ambarino del whiskey pasó como ardiente miel por su garganta. Tras ello guardó silencio, escuchando a Prue. Una vez las palabras fueron vertidas permaneció largo tiempo en silencio, las manos abrazando el tallado vaso de cristal, la mirada azul gris bailando sobre la superficie del licor unas veces, sobre el rostro de su prima otras. Era una de aquellas situaciones en las que las palabras sobraban y a un tiempo eran necesarias, donde los sentimientos y emociones, una vez expuestos, exigían una respuesta y donde el silencio era un insulto.

-No necesitas disculparte, Prue. No conmigo. Lo de ayer... Bien, no diré que lo entienda, pero no es algo que dependa de tu voluntad. O eso creo. Crecí sabiendo lo del Asha. Debería haber estado preparado, pero nada te prepara para ello cuando lo tienes ante ti. Esa es la realidad. Es como que de niño te digan que Santa Claus existe y que, en una noche de navidad, aguantes despierto y en verdad lo veas. Sí, sé que no es el paralelismo más afortunado, pero entiendes lo que quiero decir. Lo mágico se convierte en real. Lo malo es que lo real te deje carbón en vez de lo que más deseas -dijo con una sonrisa que, sin embargo, era seria-. El Asha no me asustó. Nos miramos a los ojos y no nos caimos bien. Yo soy un Rosseau y me temo que he heredado de mi padre más cosas de las que creía para el gusto del Asha  -una suave carcajada sucedió a su comentario. Y un trago a la bebida siguió a esta-. Lo que realmente me causó temor fue que tú desapareciste. No estabas. O quizás sí, pero yo no alcancé a verte. Tuve miedo. Y no por mí. Por ti. Por perderte, por que esa personalidad, poder, cosa, lo que sea, te anulara, te hiciera perderte, que no volvieras.

Guardó silencio unos segundos. Largos incluso para él. Necesitaba ordenar sus frases, los contenidos. Aquella no era una conversación intrascendente.

-Pero estás aquí. Y eso me basta. Tú, con tu poder. Al gual que yo con el mío. Con nuestras personalidades marcadas por ellos. Siempre supe que éramos distintos, pero dentro de Talbot Manor esa "diferencia" no era tanta. Contigo al lado era como tener el pelo rojo o los ojos claros. Ahora, con el commando, con Cahun, con nuestro poder convertido en un instrumento al servicio de un fin y donde parece que la persona no cuenta... -calló. Era consciente de que el período de entrenamiento le había cambiado y por más que su madre hubiera intentado exculpar lo vivido, aquel mes había creado una falla que tan solo podía crecer-. Somos los otros, los bichos raros. Es como me siento. Y lo extraño es que no me molesta. Bueno, sí, me molesta pero solo porque parece que quieran que me sienta culpable por algo que no estaba bajo mi control. No decidí ser así. Pero lo soy, y a día de hoy estoy orgulloso de ello. Como nunca antes lo estuve. Adrienne calificaría esto de infantil y poco maduro -afirmó encogiéndose de hombros- pero ella misma habló de humanos para referirse a quienes no tienen poderes. Se le escapó. Pero divago. O más bien estoy haciendo tiempo.

Sacó un paquete de cigarrillos arrugado del bolsillo de su chaqueta y extrajo un cigarrillo que encendió sin prisas. Una larga calada fue el preludio de lo que seguía.

-Prue, enredando o no, te necesito en mi vida. Ya no se trata de juergas, peleas o aventuras varias. No entendería mi vida sin ti en ella. Eres mi amiga, mi hermana, mi capitana -su voz era seria. La conversación habida con su madre antes del viaje a casa de los Urquart sobrevolaba sobre la que estaba manteniendo con Prue-. Yo también te quiero. Sobre eso no hay duda posible. Y sí, trasciende al género, al sexo o como quieras decirlo. No es un amor romántico. Eres un alma gemela, alguien por quien daría la vida sin pensármelo dos veces. No necesito que te apartes, ni que desaparezcas, ni que aguardes en un rincón esperando a que te llame porque no hace falta. Prue, eres parte de mí, como lo es esta mano. Y eso es algo que no cambiará. Ni casándote con Will ni con ningún otro. Ni teniendo uno o cien hijos. Con el Asha o sin él. Vivamos seis meses o mil años. Las montañas caerán, los ríos se secarán y el infierno se congelará pero tú siempre serás mi Prue y yo..., bueno, yo siempre seré tu Dorremí.

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05/03/2013, 05:16
Prudence Urquart

Remí terminó de hablar y hubo un atronador silencio en el que le mantuvo la mirada.
Las facciones de Prue se quebraron en un mohín infantil que anunciaba abundantes lágrimas. Intentó reprimirlo ocultando la cara entre las manos pero finalmente, repitiendo una escena de 40 años atrás, la pelirroja se abalanzó a las rodillas de su primo presa de un llanto desconsolado, un llanto roto, abrumador, desbordado, la descarga de una tensión acumulada por demasiado tiempo, solo que esta vez no era el miedo lo que lo provocaba si no la liberación del mismo.

Dejó salir todo aquello hasta la extenuación, lo necesitaba, igual que vomitar tras una mala digestión. Al cabo de mas o menos 15 minutos ya no tuvo más que llorar, estaba cansada y deshidratada aunque permaneció abrazada a él hasta que recuperó el aliento.

- Perdona...

Musitó. Tenía la nariz y los ojos enrojecidos pero sonreía.

- Me aterrorizaba pensar que... bueno, ya sabes...

Lo de Prue no era el don de la palabra. Metió la mano en uno de los bolsillos del pantalón y sacó un pañuelo con el que se secó las mejillas y se sonó la nariz. Lo manchó de colorete y rimmel.

- Debo estar hecha un asco, seguro que se me ha corrido el maquillaje. Si es que yo no sirvo para estas pijadas... lo hice por darle un gusto a mi madre, no se por que...

Dio un buen trago apurando el vaso para luego dejarse reposar en las patas del sillón, reclinando la cabeza en las piernas de Remí. Suspiró.

- No se por donde empezar, y por mucho que digas... me siento fatal por estar contándote mis problemas, es injusto, no puedo imaginar que se siente al perder a un padre... sobre Cahun... pfff, tener en consideración lo que los demás piensen o esperen de ti solo sirve para ser sus esclavos, mirame a mi...

Se levantó para ponerse ante la chimenea y observar el retrato de sus padres que había sobre él.

- 43 años de sufrimiento solo por que mi madre esperaba que fuera como ella, su sucesora, y mi padre guardando silencio solo por no contrariarla más... la vida podía haber sido tan distinta...

Había bajado la vista, acariciaba el reloj que ahora colgaba de su cuello junto a la brújula

- Es el reloj con el que salvaron París... ahora resulta que algún día yo también tendré el poder del tiempo... así es... ni soy el Asha, ni soy Cronos, nadie sabe lo que soy, ni tengo maestro que me enseñe, por lo visto no tengo ni religión... he recuperado la memoria de mis antecesores y sigo tan perdida... me toca a mí descubrir cual es mi sitio y que soy capaz de hacer... ¡Soy inmensamente libre!

Los pensamientos se concatenaban a la par que los decía, practicamente acababa de descubrir todo aquello, sin tiempo de decantarlo. Sabía que se había liberado del destino, su madre había roto esa cadena, pero no fue hasta ese instante cuando Prue fue consciente de las conclusiones a las que le llevaban ese conjunto de revelaciones. Con cara sorprendida volvió a posar los ojos en el francés...

-Tú... eres tú...

Sonrió y trotó hasta Remí, le agarró la cara y empezó a cubrirlo de besos

-¡Por eso te odia el Asha! ¡No es por que seas un Rosseau!

Viendo que desconcertaba a su primo se quitó de encima suya aunque permaneciendo muy cerca, se revolvió el pelo intentando ordenar el tropel de ideas que quería explicar.

-Aunque hubiera querido el Asha jamás habría podido hacerte daño, no puede, yo no le dejaría. Por eso te odia, tienes poder sobre él.

Estaba entusiasmada, igual que cuando su padre o su hermano tenían una de sus ideas geniales, reía y saltaba con la mirada resplandeciente. Se mordió un dedo pensativa y volvió a intentar explicarse.

-En Talbot, cuando eras niño, estaba en lo peor de mi rebeldía, era salvaje, egoísta, pero apareciste tú, te vi con la rodilla pelada, te... tetete, te habías caído persiguiendome como solías hacer y yo... en vez de ignorarlo, como habría hecho... me... me di la vuelta, te ayudé a llegar hasta la enfermería y te curé yo misma... tú hiciste que dejara de ser esclava de la voluntad despótica del Asha, tú me haces ser Prue...

Dijo esto con ojos brillantes de emoción

-Siempre has aparecido cuando estaba al borde de la desaparición, en Brasil... anoche...

calló sentada al suelo mientras se reía, a pesar del cansancio de la excitación repentina.

-Es “Maktub”...

Poco a poco se calmó dibujando en sí un rostro sereno

- Hace mucho me dijeron en el Tibet “El Dragón dominaba el mundo, y el niño dominaba al dragón”

Le observó con ternura. El Asha se había vuelto dócil ante la revelación de la naturaleza de Prue, un ser infinitamente más poderoso que la propia Inana, pero sabiamente Dios había puesto un freno a semejante criatura, el yugo mas fuerte y resistente, el único aceptable: el amor.
La nueva memoria milenaria de la pelirroja empezó a recordarle cientos, miles de referencias de aquello que eran el uno para el otro, señales que habían estado siempre ahí, para ella.

-A eso se refería aquel anciano!... (exclamó, meditando en voz alta),  Long, el dragón, es el señor del tiempo y su inseparable, su ying es Feng-hua , el fénix...

Todo empezaba a cuadrar su filias y sus fobias, sus afinidades personales, sus gustos, hasta su sexualidad... todo. Reía y reía, estaba exultante. Regresó a los pies de su primo, apoyándose en el brazo del sillón con aire risueño. Suspiró mirandole alegre, sus ojos no eran del azul de siempre, parecían nebulosos, con matices de colores, como si dentro de ellos pudieras asomarte al universo.

-Claro que somos humanos primito

Dijo retorciendo un pellizco de los pantalones de Phénix. Trepó hasta hacerse un hueco en el sillón junto a él.

-Si bien es cierto que la familia Fénix somos casos particulares, también es cierto que somos más humanos que ninguno. Piensa en nuestros padres, en nosotros... somos apasionados, nuestras emociones son abrumadoras! Has visto al Asha, has visto lo que hace Thule... has viajado y vivido tanto como yo, sabes reconocer perfectamente que es humano y que no, igual que sabes que tú eres muy humano.

Hizo estas afirmaciones señalandole con el índice sobre el corazón, luego metió la mano en el bolsillo donde este guardaba el paquete de cigarrillos para encenderse uno

- ¿Crees que Cahun te trataría diferente si supiera que eres bi pero no un serendípico? Es un cabeza cuadrada, un bruto... como lo fue tu padre (dijo dandole un cariñoso codazo), pero es un buen militar y como tal sabe lo que importa de verdad y no le quedará más remedio que reconocer nuestras habilidades. (sopló el humo como si fuera un delgado hilo) Ya sabes que no era partidaria de esta idea de Will pero... pensandolo detenidamente... creo que es una buena manera de dejar de ser “los bichos raros”, como tu dices. El segregacionismo es antinatural, solo genera abismos de ignorancia y odio (dio otra calada) y de eso tú sabrás más que yo.

Parpadeó inclinando la cabeza simpáticamente, descansando de tanto hablar, disfrutando del silencio, de estar juntos

-Esto va a sonar típico pero... te quiero mucho Phénix. Gracias...

Le dio un sonoro par de besos en la mejilla

- ¿Y sabes que? En una cosa vas a tener razón... esa preciosa cara tuya y este culazo que tengo son algo sobrehumano

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11/03/2013, 20:22
Rémi Phénix Rosseau

-Sí, estás hecha un asco -dijo demoledor y sin asomo de dudas ante el comentario de Prue acerca de su propio aspecto-. De eso, ninguna duda -era como el hermano menor o ese niño pequeño que resulta arrasador con sus respuestas-. Nada que no tenga remedio -señaló sacando un pañuelo y limpiando la cara de Prue. En un momento, mojó un poco del pañuelo en el whiskey para limpiar mejor la pintura de los ojos-. Tú vete hablando, y no te preocupes por mí. Suelta esa mierda que llevas dentro o te la sacaré a bofetones -dijo con su sonrisa más conquistadora mientras seguía limpiando el rostro de la inquieta prima, que no paraba de moverse.

Escuchó. Y escuchó. Guardando siempre silencio. El pañuelo sucio en su mano, mirándola. Hasta que lo guardó, con un suspiro. Entonces, tras los dos besos, unas carcajadas mudas sacudieron su tórax. Se puso en pie y sirvió dos nuevos lingotazos de aquel estupendo licor. Dio uno de los vasos tallados a Prue y luego se volvió a sentar.

-Así que soy una especie de cortafuegos o como uno de esos condensadores con los que juega tu hermano. Tú te pones loca perdida y yo te echo el freno. Que estallas en llamas, y allí estoy yo para echarte el cubo de agua fría. Sí, sí, Prue, ya sé que es una forma tonta de decirlo, pero es que yo no soy el listo de la casa. Casi que solo me falta ser rubio -sonrió. Se reía de sí mismo y el humor era la clave para entender y superar mejor todo lo que su gran amiga le decía-. Eres un cóctel explosivo. Si te sirvieran en Nueva York, deberían hacerlo con cuentagotas. Asha y Cronos. Dos en uno sin ser ambos del todo. Más libre de lo que fueron tus padres, pero sin un maestro. Eso lleva a la autoformación y a la autodisciplina. Va ser duro, Prue, y lo sabes ¿verdad? Pero puedes estar tranquila, estaré ahí, contigo. Sí, eres inmensamente libre, pero libertad implica responsabilidad. Mucha. Joder, tú y yo siendo responsables. El mundo al revés -dijo, pero su expresión era seria. Advertía toda la gravedad de aquella aventura que estaban a punto de vivir ellos dos juntos-. Haré cuanto esté en mis manos por ayudarte, pero recuerda que solo soy el chico invisible. Nada del otro viernes.

Sonrió una vez más, esta vez con picardía.

-En cuanto al resto, el tiempo se encargará de poner cada cosa en su lugar. Ahora, lo que más me apetece es un buen brindis. Por ti Prudence Urquart. Y por haber encontrado respuestas y un camino -dijo alzando el tallado cristal de su bebida-, sin olvidar ese culazo que hubiera envidiado la propia Cleopatra.

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12/03/2013, 13:34
Prudence Urquart
Sólo para el director

Prue quedó descorazonada sentada en el sillón con su primo frente a sí ofreciendole aquella copa de hiel. Había algo en esa mirada algo que no comprendía o quizás sí... algo que deseaba muy dentro de ella, lo que siempre le hacía sentir que la cagaba cada vez que habría la boca, la razón por la que prefería emborracharse con él que hablar, solo el alcohol era capaz de tranquilizarla en su presencia y William lo sabía.
¿Que soltara toda la mierda que llevaba dentro? Mejor no, al menos aún... “Si tu supieras...” pensó. Recordó a todos los metamórficos que se le habían cruzado fingiendo ser Remí, todo lo que había hecho con ellos, de pura rabia por fingir ser él, por no ser él, les había dicho tantas cosas... como si se hubiera tratado de un ensayo, se recriminó a si misma bastantes cosas, incluidas algunas que acababa de decir.
Tomó el vaso y quedó mirandolo mientras le daba vueltas, observando como la luz del fuego se reflectaba a través del facetado y el líquido meloso. Tragó saliva.
Soltó una sonrisa resoplada con un gesto de hombros

-Como si hacerse invisible fuera tan normal

Soltó una carcajada irónica tipo -Há!-

- Ayhh... no has entendido nada, no soy libre de hacer lo que quiera, soy libre de un destino aciago (Negó con la cabeza y se levantó) ¿Que es mas importante? ¿El sol o la luna? Remí...

le miró a los ojos con los brazos en jarra.

- ...un idiota no me habría encontrado en mitad del amazonas ni sería distinguible de cualquier otro que se le pareciera, pero tu lo has hecho, eres único... si fueras tan melón o tan mediocre no me gustarías tanto, los tontos me aburren, no me ponen y ya sabes que estoy acostumbrada a codearme con gente brillante...

le guiñó el ojo con esa última broma

-Nos hemos forjado a nosotros mismos, hemos sabido estar donde teníamos que estar y cuando y como teníamos que estar ¿Hmm? (arqueó las cejas) juntos nada es demasiado difícil...

Volvió a tragar saliva, tenía la sensación de que, tras la muerte de Durand, Remí se encontraba desubicado, necesitaba demostrar algo y el entrenamiento y Cahun no habían ayudado precisamente. Se frenó a si misma, frenó su habitual forma de comportarse y de entender las cosas, tan particular y confusa, trató de seguir al sentido común y no al corazón y en cualquier caso... no sabía cual era la mejor manera de hacerle sentir querido e importante sin meter la pata. “Prue, te estás liando”, le quitó el vaso, poniendolo junto al suyo, se rodeó con los brazos de su primo y lo abrazó con fuerza, acomodandose, tratando de ser dulce

-No quiero volver a oírte decir esas cosas ¿Como puedo hacerte comprender lo importante que eres?

Ocultó la cara creyendo que pegandose más a él podría sentir su cariño

- ¿No lo entiendes? Tu eres ese niño, el dueño del dragón... Pudiste haber acatado los planes de tu padre, obedecer las órdenes sin más y haber dejado tu vida en la comodidad de la inercia. Pero en lugar de elegir el camino fácil te cruzaste con un monstruo que decidiste domar, perseveraste hasta que lo conseguiste, algo que no había logrado nadie y lo hiciste tu solo, del mismo modo que te enfrentaste a la vida.
El ser más importante no es el más espectacular o fantástico, es el que tiene valentía y grandeza de corazón... eres católico ¿Tengo que recordarte todo eso de los niños y el Reino de Dios? ¿De acceder al magisterio a través del ministerio?

Como zoroastrista ella lo tenía claro, todos tenían su lugar en el orden universal igual que los engranajes en una máquina, donde cada pieza es importante. Le acarició la cara sin decir nada más

-Si quieres beber, bebamos, podemos tener todo el tiempo del mundo (dijo balanceando el reloj, ofreciendo la opción de detener el tiempo dentro de la habitación) pero brindemos por nosotros (vació su vaso en el del francés y se lo ofreció), por el reto del futuro, juntos...

Desplegó su más radiante sonrisa a la espera de que bebiera para beber ella después.

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17/03/2013, 20:31
Prudence Urquart

Hubo un pequeño lapso de tiempo que transcurrió mientras Prudence ofrecía el vaso sosteniendo la mirada a su primo. El tiempo justo para que borrara la sonrisa y bajara el brazo.

Tiempo, tiempo, tiempo!!!!! no paraba de salir esa palabra en la conversación. Tuvo una extraña sensación, puede que para Remí aquello fueran solo unas milésimas de segundo, a duras penas un minuto pero en el cerebro de Prue hubo lugar para analizar el abanico de posibles reacciones según lo que hiciera en ese instante. Quiso lanzar el vaso con ira al fuego y largarse, irse al lago y nadar con las bestias, sellar la habitación hasta que su primo confesara que era eso que andaba rumiando, lanzarse a sus labios sin pensar, confesar el intento de suicidio, darle una bofetada por minusvalorarse o simplemente seguir con la farsa, sonreír y brindar, perpetuar lo de siempre, beber, hablar de tonterías...

Se sintió muy vieja de repente...

Dejó el vaso en la repisa y se quedó mirando a su primo con una expresión algo derrotada, clavó la coronilla en el pecho de Remí, resopló.

- Remí...

No sabía que decir, tardó en continuar

- Se que te guardas algo, quiero y no quiero saberlo, no lo se, igual que yo también te escondo cosas... cosas que aún no me atrevo a confesar del miedo y vergüenza que me producen. Cuando tu quieras... cuentamelo, siempre estaré ahí y algún día espero yo también reunir el valor de hacer lo mismo...

Volvió a quedar en silencio, respirando profundamente, su olor la tranquilizaba. Finalmente desenterró la cara y apoyó la barbilla con gesto cansadamente simpático

- ¿Que te parece si hacemos algo diferente a lo de costumbre? Vamos a dejarnos de alcohol y desparrame y paseemos, respiremos aire puro, estiremos las piernas y disfrutemos del paisaje, sin pensar, no hace falta que hablemos solo... estar juntos tranquilamente. Creo que no vamos a poder descansar en una temporada...

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24/03/2013, 13:22
Rémi Phénix Rosseau

Phénix asintió. Era cuanto cabía hacer. Lo cierto es que hasta aquel momento en que su prima lo invitara a salir de la casa, no se dio cuenta de lo opresiva que esta le resultaba. Habían demasiados recuerdos encerrados, recuerdos en lo que su padre seguía vivo, acumulados como polvo sobre un mueble hacía tiempo sin limpiar.

Siguió a Prue, tras dejar el vaso y arrojar el cigarrillo a la chimenea, por los pasillos y salones de la casa familiar de los Urquart. Cuadros, tapices, muebles... todo hablaba de historia y de viajes por los confines del planeta, muchos de ellos aportados por la propia Prue. Cuando finalmente salieron al exterior, el frío ambiente fue como una bofetada que hizo que la piel se le pusiera de gallina, aunque agradeció aquel contraste.

-Ven, cógeme del brazo -dijo Phénix. No sonreía. Estaba serio. Prue quería saber y él ni siquiera sabía por dónde comenzar-. Haz que tu Asha me temple un poco o pillaré una pulmonía.

Caminaron. En silencio. Prue, respetaba la palabra dada de no hablar si no hacía falta y respetaba su silencio. Solo se oía el sonido de sus pasos, el trino aislado de algún pájaro y el viento entre las ramas de los árboles.

-Decías que quieres saber. Y que también no quieres saberlo -dijo repentinamente, rompiendo anticlimáticamente con la paz del momento-. Es lo malo de la vida. Saber muchas veces implica tener conocimiento de la realidad y eso es algo que la mayor parte de las veces no nos hace felices. Más bien al contrario. Podría darte la opción de decidir, pero llegados a este punto, tomaré yo la iniciativa y no te daré esa libertad. Y es muy probable que lo escuches ni siquiera te guste. ¿Por dónde empezar? Supongo que por el comienzo. Y ese no es otro que Talbot Manor. Nací allí para bien o para mal. Educado como francés en Gran Bretaña. Educado entre gentes de habilidades imposibles en un mundo poblado de gentes normales. Criado por profesores y mentores en vez de por unos padres demasiado ocupados por las responsabilidades derivadas de sus increíbles poderes y capacidades. Me descubrí capaz de amar a cualquiera en un mundo heterosexual y donde lo que yo era solo podía ser considerado como un estigma o pecado. Supe de mi don, cuando lo normal era no tenerlo. ¡Invisibilidad! ¡Dios! Es casi una broma, como si mi mente hubiera sido capaz de ver inconscientemente lo que realmente deseaba. Ser invisible a ojos de todos. De mi padre, el gran soldado, avergonzado del varón que había de perpetuar el apellido Rosseau. De mi madre, demasiado ocupada con los restantes dotados como para dedicar su atención a un hijo que parecía criarse solo, algo que fue verdad cuando tú apareciste. De la sociedad, para la que sería un monstruo, doblemente monstruo si atendemos a mi sexualidad y capacidades.

Suspiró. Se desenlazó del brazo de Prue un instante para encender un cigarrillo, antes de volver a ofrecérselo y seguir caminando.

-Nunca he tenido un lugar, una plaza, un sitio, una casa. O por lo menos, nunca he sentido que lo tuviera. Puede que solo sea un egoísta incapaz de ver todo lo que le ofrecieron, un inmaduro que solo aguarda a que le acepten tal y como es, dándole una palmadita en la espalda. Puede. No lo sé. Solo sé lo que siento. Lo que he sentido toda mi puta vida -dijo en un siseo, antes de dar una calada y echar el humo-. Y sigo igual, Prue. No, peor. El viejo ha muerto y lo que pensaba de mí, perdurará. No hay vuelta atrás, ni posible redención ante sus ojos. Ha muerto pensando que era una vergüenza de hombre. Y ante eso solo siento odio. Odio hacia él por haberse ido. Odio hacia el que lo mató, arrebatándolo de mi lado. Es la única razón por la que he entrado en este experimento. Lo he meditado, analizado y sé que es por eso. No por una justicia que haya que conquistar, no porque el mundo deba verse liberado de un cáncer. Lo hago por una vendetta personal. Y no sé a dónde me va a llevar eso, Prue.

Una nueva calada, aún más profunda. El humo del cigarrillo flotando azulado al salir de entre sus labios, velando su mirada.

-Tú eres lo único firme en mi vida. Una especie de ancla. Tal vez sea algo simbiótico. Tú dices que de algún modo te ayudo a controlar al Asha. Tú me ayudas a no volverme loco. Eres el hogar al que uno vuelve tras un largo viaje. Da igual que no te vea en seis meses, embarcada en una de tus expediciones. Incluso en la lejanía, estás ahí. Pero empieza a no ser suficiente -la sinceridad de su afirmación fue devastadora-. Tal vez sea ese odio que me reconcome y que me hace sentirme cada vez menos humano. Oh, sí, sé lo que es la humanidad, los gestos humanos y la biología humana. Esto va más allá. La historia, mi historia, todo cuanto ha habido a mi alrededor durante mi vida me ha dicho siempre que era distinto, diferente. Una diferencia que había que mantener oculta, como si fuera algo negativo. Sí, claro, porque si se supiera, si fuera un libro abierto a los ojos de la sociedad esta reaccionaría con miedo, como unos paletos de pueblo ante el milagro de Frankenstein. Y ahora, en tiempos de guerra, me reclaman para ser hacer uso de ese carácter especial, que ahora, por emergencia y urgencia, porque el enemigo no duda en hacer uso de cuanto tiene en su mano, parece que es bueno. No, Prue, no me siento uno más, solo distinto por tener el cabello de tal o cual color. Solo sé que estoy al borde una sima. Y que me apetece arrojarme a ella. Esa es la verdad que, posiblemente, no quisieras conocer.

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26/03/2013, 13:10
Prudence Urquart

La naturaleza tenía un efecto balsámico sobre Prue, cuanto más se alejaban de la casa mas se templaban sus nervios, le gustaban los espacios abiertos y la soledad. Aunque no es que se sintiera bien, podía notar la tensión de su primo. Todo cuanto Remí hiciera tenía una profunda resonancia en el alma de su prima desde siempre y siempre había tenido el instinto de acogerlo, siempre lo había hecho. No le costó asirse de su brazo e irradiar el calor necesario para templar el aire a su alrededor.
Caminaron largo rato en esa calma tensa, le miraba de vez en cuando con preocupación, jamás le había visto así, se estaba volviendo alguien oscuro. Entonces cesaron la marcha y Phenix pronuncio aquella larga ráfaga de palabras, en la que cada una era como una bala de plomo directa al corazón de su prima.

Se soltó de su brazo con la frente arrugada y la mirada baja, huidiza. No se atrevía a tocarle, se sentía impotente, avergonzada, abrumada por tanto dolor... se había equivocado una y otra vez en su vida personal y el que creía que era su único triunfo resultaba ser el fracaso mayor de todos.

-Te he fallado...

Balbució sombría apartandose

- Soy imbécil, pensaba que era Will quien se sentía desarraigado y solo y que tu rabiabas por que te comía espacio y querías ser independiente...

Hubo una sonrisa nerviosa en su cara, esa que se escapa ante una situación que nos supera, se llevó las manos a las sienes e hizo un amago de decir algo en el que no sonó nada y el aire de su interior escapó en una gran bocanada de vaho.

Sopló el frío... ultimamente lo experimentaba demasiado a menudo, algo preocupante para quien no lo había sufrido nunca y que lo interpretaba como el gélido abrazo de la muerte, no del tránsito de la vida, si no de la extinción total... la llama de su interior pareció desaparecer, el calor se fue...

Ese aire helado le trajo un olor que de vez en cuando, los últimos meses, había detectado muy levemente sin hallar su procedencia. Era un olor que la había saturado en sus pesadillas y ahora, que la memoria de sus antecesores había despertado en ella, supo que era el olor de la corrupción, era el rastro de Ormazd filtrandose no en su alma si no en la de Remí.
Arrancó el prendedor del pelo y se lo revolvió, las voces de quienes habían sido Asha y Cronos antes que ella la acribillaban con recuerdos, con sus opiniones, con sus consejos, creyó volverse loca por un segundo. Apretó los ojos y los dientes y logró que se hiciera el silencio. Respiró hondo  quedando un buen rato callada eligiendo las palabras

- Podría decirte tantas cosas, comparar tu experiencia con la de tantas y tantas vidas de Cronos y Ashas... si quieres saber de soledad, desarraigo y sentirse un monstruo solo tienes que hablar con mi madre, 400 años vagando por el mundo en busca de si misma y de su sitio en el... creo que yo estoy llegando al final de esa búsqueda y se que no sirve de nada lo que nadie pueda decirte, este es un proceso que has de superar tú, sacar tus propias conclusiones y cualquier decisión que tomes que no provenga de tu interior no servirá de nada, se derrumbará tarde o temprano. Va a ser tortuoso y oscuro, horrible...

Tomó la mano derecha del francés entre las suyas

- Pero no vas a pasar por esto solo. Puede que no sea mucho, ni suficiente, pero lo único que puedo ofrecerte es a mi misma en cuerpo y alma, mi compañía y torpe ayuda, la promesa de no volver a separarme de ti y decirte que allí donde yo esté siempre tendrás tu sitio por que tu hogar... es mi corazón...

Apretó los labios llena de pena, se estaba desdiciendo de todo cuanto había decidido hacer, posiblemente en ese momento fue el ser mas desdichado de la tierra. Pero era lo que el corazón le dictaba, necesitaba hacerlo, lo mismo que no podía resistirse a luchar contra Thule (con o sin comando), estaba en su naturaleza, era Maktub y si no obraba así estaría actuando en contra del orden y de ella misma.
Levantó la cara para observarle compungida, esperando servir al menos de un mínimo consuelo. Entonces una idea, como un palpito, surgió contraviniendo toda recomendación de Irving

- Puedo ofrecerte una cosa más...

Arrugó el entrecejo de un modo muy Urquart. Tiró de la cadena y sacó el reloj enseñandoselo a Phénix

- puedo... llevarte con tu padre y que hables con él todo lo que tengas que hablar... incluso... podemos viajar a un punto del pasado el tiempo que tu quieras, una semana, un mes, un año...el que necesites, como unas vacaciones... y luego regresar a este mismo momento. Lo que tu me pidas lo haré...

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26/03/2013, 15:49
Rémi Phénix Rosseau

Phénix seguía mirando al frente, apurando su cigarrillo, mientras Prue hablaba. Pudiera parecer que lo que le decía carecía de importancia para él o que, teniéndola, no le afectara. Sin embargo, cuando su prima y amiga calló, la miró. En su rostro flotaba una leve sonrisa, quizá esperanza, quizá aferrarse a lo que la vida le ofrecía.

-Tienes una extraña obsesión pelirroja con ese de sentirte responsable de todo. No me has fallado. Nunca lo hiciste del pasado. No lo has hecho ahora -su mirada se fijó entonces en el reloj, una mirada hambrienta, la de un adicto ante la vista de su perdición. Lo acarició tímidamente, suspendido de la cadena que Prue sujetaba-. ¿Puedes... podrías hacerlo? ¡Qué tontería! Claro que puedes. Si no, no lo hubieras mencionado. 

Volvió a mirarla. Intensamente, con sus ojos azules oscurecidos como un mar bajo la tormenta. 

-Gracias. Acepto tu regalo. Pero no ahora. No aún. Sólo cuando lo merezca, cuando pueda hablar con mi padre y sepa que he hecho algo que le haga sentir un mínimo de orgullo por su hijo. Cuando tenga el valor para despedirme, cuando este dolor haya remitido -dijo tocándose el pecho-. Gracias, Prue, de verdad -se inclinó y la besó en la mejilla.

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06/04/2013, 20:46
Director

Tras la conversación con Rémi, la noche fue cayendo lentamente en el castillo Urquart. Rémi se sumió en sus reflexiones, y tras una larga sobremesa entre sus madres, abandonaron en castillo e hicieron una corta visita a la ruinas de Talbot Manor, donde les asaltaron los recuerdos.

Por su parte, una desorientada Prudence, cuyo corazón no hacía más que dar bandazos, se encontró tras la cena con sus padres con una escena algo hogareña (aunque ella la consideraba un poco "de viejos"). En su habitación, William estaba leyendo con una bata de raso y una taza humeante que contenía leche mezclada con cacao en polvo, una bebida a la que era aficionado desde que era pequeño cuando se disponía a ir a la cama.

Había sido un día cargado de fuertes emociones, en el que ella no sabía muy bien como iba a recomponer los trozos del puzzle en el que se había convertido su vida. Si debía tener o no una seguridad, algo en lo que aferrarse. A quién amaba, y de que manera. Cerró la puerta lentamente tras de si, como regodeándose en la lentitud y perfección de sus movimientos.

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06/04/2013, 20:52
William Talbot

Will parpadeó al escuchar un ruido, y se giró levemente para verla entrar. La recibió con una sonrisa. Una sonrisa que en parte era cariño, pero también cansancio. No del día, en realidad, sino por la situación. La conocía bien, y sabía leerla como un libro abierto. No había dicho nada, esperando. A fin de cuentas, no se trataba de que él se enfadara más o menos, o de que le recriminara cosas. Prue no funcionaba así. Ella terminaba haciendo lo que quería, realmente, solo que era ella misma la que tenía que tomar la decisión de hacer una u otra cosa.

-Has venido -dijo, en tono neutro- ¿Que ha pasado hoy? Te veo diferente... mucho. Tu padre me ha contado algo pero creo que es solo una fracción.

Se levantó, despacio, y llegó hasta ella, apoyando una mano en su hombro.

-Ya sabes que estoy aquí para ayudarte. En lo que necesites. No lo olvides.

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07/04/2013, 03:19
Prudence Urquart
Sólo para el director

Mientras todos se arreglaban para la cena ella se coló en la capilla.
Nadie la usaba hace mucho, lo cual le dio mucha pena, un templo abandonado es algo muy triste. No obstante estaba bien cuidada, sus abuelos la habían restaurado otorgandole un aspecto quizás mas arcaico del que originalmente tenía, decorandola con objetos neobizantinos. Quizas querían demostrar que eran cristianos de vieja raigambre, Reino Unido era un lugar hostil para los católicos...
Era pequeña, el espacio justo para la familia, bien pensado era acogedor. No se escuchaba ni un ruido pero no era un silencio inquietante, palmeó un asiento y el polvo la hizo toser, resonó por la bóveda de cañón casi musicalmente. Entonó un tímido La y el sonido se elevó delicado y limpio con el cristal. Sonrió, los recuerdos de otras vidas la hicieron sonreir.
Allí se sentó encogida como una niña con las manos entre las piernas y clavando la punta de los pies hacia atrás. Sobre el altar pendía un cristo crucificado de madera, parecía verdaderamente románico y al fondo una graciosa imagen de la Virgen con el niño ofreciendole una especie de fruta. Su atención se centró en el crucificado, no era una imagen triste, mas parecía... cansado, melancólico. Algo la atraía hacia él, una especie de complicidad, como si tuviera que acercarse para escuchar algo. Sacó el pañuelo de su bolsillo y encaramandose al altar agarró el travesaño vertical mientras cuidadosamente le quitaba el polvo. Lo hizo con especial cuidado cuando pasó sobre las llagas, como si lo hiciera sobre alguien real. Pensaba en aquello que compartían, el deber, la responsabilidad, las renuncias... comparó situaciones tras lo que se sintió indigna siquiera de limpiar lo que al fin y al cabo no era mas que una imagen. Resopló a carrillos llenos bajando el pañuelo sucio

-Me hubiera gustado conocerte, seguro que contigo se podía hablar...

Alzó la cabeza para mirarle directamente a la cara, a lo mejor fueron sus nuevos ojos los que le hicieron ver algo más, o solo fue un juego de luces, pero Prue juraría toda la vida que esos ojos  la miraban, había en ellos algo más allá de la madera, algo que sintió que la atravesaba de un modo terrorífico y a la vez placentero. Fue una plenitud extraña, que la hizo saberse escuchada y comprendida, así fue como Prue se giró y vio un estrecho mueble del que asomaba algo. Eran libros, polvorientos y ajados, unos más que otros seguramente por antiguos, cantorales, devocionarios, el Kempis, misales... y varias Biblias. De entre todas había una cubierta con una camisa de tela gastada.

-Nuevo Testamento trilingüe...

Sorprendentemente no era un tomo grueso, en buen estado, lleno de anotaciones en los márgenes.
Agitó el tomo de cara a la escultura

- Está bien, si insistes me lo llevo

Antes de encaminarse al salón terminó de pasar el polvo, le vino bien para serenarse y cenar tranquilamente

----------------oOo----------------

Estaba agotada, el día de hoy le pesaba como si hubieran sido mil años aunque no podía dormir había algo que llevaba queriendo hacer todo el día, quería estar con Will. No sabía ni que hora era, tarde seguro. Aún así se incorporó y se miró en el espejo largo -Hecha un desastre, como siempre- se rascó la cabeza -Hmmm, por alguna parte debe quedarme ropa interior bonita-

Tenía su punto coqueto y si se lo proponía sabía ser elegante, no en vano era hija de la admirada Madame Alika lo cual había dejado en ella un eco indeleble, en los años 20 fue la flapper con turbante más popular de toda Europa. Sin embargo pesaban en ella mucho más la practicidad y la espontaneidad que dieron paso progresivamente a un look andrógino y aventurero. Solo Will era capaz de volver a sacar de las profundidades a la señorita Urquart, quería estar guapa para él.
Eran una pareja atípica, hablaban poco no les hacía falta más. El defecto de los Urquart era la incapacidad de dejar de pensar, continuamente las ideas iban y venían en sus excéntricas cabezas pero cuando Prue estaba con él se hacía el silencio, se tranquilizaba, y a la vez esta quietud era un alivio para el mentalísta cansado de oír los pensamientos de todo el mundo. Juntos, solo había lugar para los sentimientos y dejarse llevar por ellos. No sabía si era capaz de leer sus recuerdos, en ellos  encontraría amantes y secretos que podrían herirle, de modo que ella que habitualmente tenía un carácter dominante e independiente se esforzaba en hacerle sentir querido, deseado, importante... aunque en el fondo de sus ojos veía que no lo conseguía.
Aún así tenía recuerdos preciosos con él, casi siempre en lugares extraños. Sus respectivas responsabilidades siempre les tenían ocupados, con gente alrededor que no dejaba lugar a la intimidad, de modo que el coche había sido su mas habitual nido de amor en medio de la tranquilidad de los campos escoceses.

Volvió a mirarse en el espejo comprobando que el conjunto de satén rosa elegido le quedaba bien

-Perfecto Prue, no has variado ni un gramo

Descolgó su bata favorita del perchero y se envolvió en ella para ir al encuentro de su novio. Antes de llegar a la habitación de Will pasó por la puerta de Remí, en el picaporte anudó un colgante, un disco Bi de jade verde. Esperaba que lo viera al levantarse por la mañana.
Descalza y de puntillas, apretando las solapas del batón para que no se abriese, caminó con rápidos pasos cortos, pizpireta, hasta llegar a la puerta de Will, la rascó con los nudillos para avisar sin hacer escándalo y entró. Estaba contenta, tenía muchas ganas de estar con él, aunque solo fuera para dormir juntos pero le recibió con una mirada que le sentó como un jarro de agua fría. Era una mirada de hastío.
El cincuentón fue testigo de como se le borraba la sonrisa. En Brasil había tomado una determinación, hablar con sus padres la había reforzado, incluso después de la charla con Remí se mantenía firme en ella, estaba ilusionada por ello pero jamás hubiera esperado esa mirada, esa expresión si que lo cambió todo de verdad. Dudó sobre que hacer permaneciendo quieta y en silencio, el bajón de energía la dejó perpleja. Volvió la cara

- Por el bien de tu salud mental te recomiendo que no vuelvas a leerme el pensamiento, ya no estamos solo yo y el Asha... podrías hacerte daño... No debí venir... que ridículo tan espantoso.

Tomó la mano del hombro manteniendola entre las suyas, la observó, curtida, añosa y masculina que tan dulces caricias le había dedicado y que ahora le había pesado como el plomo.

- ¿Sabes?Yo también estoy cansada... haga lo que haga nunca es suficiente, ni para ti ni para Remí, ni para mis padres, ni para Cahun, ni para nadie... 

desató el pañuelo que le recogía el pelo en un gesto pesado

- Esta visita mas que resolver dudas me ha plateado preguntas que ni en 10 vidas podré resolver... no puedo hacer otra cosa mas que esperar a ver como se suceden los acontecimientos y descubrir yo sola las respuestas que nadie tiene. No tengo rumbo, ni idea de donde ni como voy a acabar... había tomado una decisión, solo una y... No se como no me he dado cuenta antes del daño que te hago... tu no te mereces eso... diferente dices? No... a pesar de todo Prue sigue siendo Prue, creo que ese es el problema

hizo una pausa larga en la que calló muchas cosas, le dio la espalda y agarró la manilla de la puerta tratando de reunir fuerzas para lo que iba a decir, temblaba, sabía que no muchas mas palabras podrian salir de su boca sin quebrarse

-No tienes por que seguir conmigo si no quieres, no te sientas obligado

Giró el picaporte, quería salir de allí corriendo. Desaparecer, estaba agotada de la montaña rusa de sentimientos en la que la había sumido esa vuelta a... casa?

Notas de juego

Perdón por las ediciones, el puñetero editor me lleva a mal traer...

Por Dios, un batín de raso!!!???? AGGGGGGG :P

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07/04/2013, 18:53
William Talbot

Escuchó lo que dijo, y vio sus reacciones. No se esperaba una respuesta así, en realidad. Aunque ella no quisiera admitirlo, había cambiado, convirtiéndose en un ser más maduro, más mesurado, más cerebral. Cuando se dió la vuelta para irse, sintió como un tren de mercancías le arrastrara hacia adelante con una cuerda, seguido de una sensación de opresión en el pecho. Se quitó la bata, que le había dado su madre, y abrió la puerta tras ella.

-Prue, espera. No te vayas.

No sabía si iba a salir corriendo, pero la retuvo por la mano, sin violencia. Luego la llevó a un recodo del pasillo y le susurró esto.

-¿Eres tonta? Claro que quiero seguir contigo. ¿Has visto la edad que tengo? No, Prue. No me voy a ir con una mujer tratando de recuperar el tiempo perdido. Porque no he perdido el tiempo. Eres la mujer más maravillosa que he conocido y que conoceré. Y cuando era joven ya decidí que, sea como fuere, quería vivir mi vida contigo.

La miró a los ojos, fijamente.

-Sea como fuere... estaré ahí. Quizá no me lo merezca, pero tu si que te lo mereces. He dado media vida por ti, y no veo por que no deba dar la otra mitad.

Le acarició el rostro, suavemente, como solía hacer cuando estaban en la cama, relajados y escuchando la lluvia caer.

-Te amo, Persia.

Dejó que ella decidiera si quería que le diera un beso o apartaba el rostro. No quería forzarla, ni convencerla mediante una imposición. Nunca lo había querido.

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08/04/2013, 04:53
Prudence Urquart
Sólo para el director

Hiperventilaba en la huída, no podía correr pero caminaba con paso apresurado hacia su dormitorio. El agotamiento era real, ni siquiera tuvo fuerzas para zafarse de la mano de Will, quien la cogió con suma delicadeza y la llevó a un aparte igual que si moviera un pañuelo en el agua.
Dócil como una niña, encogida de hombros y gesto compungido. Totalmente indefensa sus ojos se encontraron con los de Will cayendo en el influjo de ese efecto tranquilizador que ejercía en ella. Movió los labios en un par de ocasiones, había ideas crudas y tristes en su cabeza, afortunadamente su novio no dio lugar a que pudiera decirlas, quedando un tímido -Pero...-

Cada palabra se filtró dentro de ella como un agua mágica que sacia una sed infinita. Apoyada en la pared le devolvió la caricia con la mas absoluta devoción, en la penumbra se sonrojó como la primera vez que escuchó esas palabras y su gesto se dulcificó. Nadie que no amara realmente habría sido capaz de soportar lo que él había aguantado con ella, su mal carácter, sus ausencias, sus caprichos... casi 20 años juntos... no, toda la vida, desde que con solo unos meses la pusieron en sus brazos. La amaba de un modo que la asombraba, que no podía entender, y del que solo encontraba un ejemplo comparable que la hacía estremecer. Abrió el batón y le colocó la mano mas o menos bajo su pecho izquierdo quería que le leyera el corazón.

- William Talbot, eres el hombre mas extraordinario que he conocido jamás ¿Como puedes seguir queriendome así con lo que te he hecho pasar?...

El pecho le palpitaba con fuerza henchido de emoción, todo aquello que justificaba su rechazo anterior, todo lo que quería decirle, se esfumó. Como pasaba siempre entre ellos las palabras molestaban y al final lo único que le salio decir desde lo mas profundo de su ser fue

-Te amo William Talbot

Le atrajo con un suave gesto dejandose abrazar y le besó al calor de la pureza de sus sentimientos. Fue un beso largo y aterciopelado en el que se entrelazaron con ternura. Estaba tan cansada que no había lugar para pensamientos turbios, ni dudas, solo podía aflorar la verdad y lo cierto era que su único deseo era hacerle feliz.

-Perdoname por haberte dicho algo tan feo yo solo... ha sido un día muy largo, más que todos los meses desde que me fui a Brasil y... supongo que el agotamiento me hacía verlo todo negro.
Entrelazó la mano con la suya

-Tengo muchas cosas que contarte pero hoy no, ni mañana. Disfrutemos de este breve descanso

Parpadeó tímida

-Puedo... pasar la noche contigo?

No hacia falta sexo, no hacía falta que le hiciera caso, perfectamente él podía quedarse haciendo lo que fuera mientras ella dormía, solo quería estar con él tranquilamente, aunque por preferir... prefería estar en la cama abrazandole amorosamente.

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18/04/2013, 00:54
Director

La noche cayó con una tranquila languidez sobre el castillo Urquart. Tranquila, rutinaria, en calma. En aquel lugar, el tiempo parecía detenerse de una forma especial. Solo la luz, el viento y la bruma cambiaban en paisaje que la había visto nacer. Un día de emociones intensas para Prudence, que terminaba de aquella manera, recordándole que había cosas intemporales, que no cambiaban jamás.

Mientras Prudence dormía abrazada a William, Rémi contemplaba con su madre las ruinas de Talbot Manor, y el lugar de la batalla desesperada contra los alemanes. Se agachó a tomar una brizna de hierba entre sus dedos, reflexivo. Había tumbas cavadas para los que murieron allí, y no tenían familia que les llorara, bajo un gran almendro.

Pensó en su padre, pero también en el futuro. Atrás quedaba aquella etapa, la de jugar a ser espías, la de vivir despreocupadamente. Aquella lucha iba a ser a muerte, y en la primera batalla, les habían masacrado sin razón. Ahora convendría volver las tornas. Por su padre. Y por los niños.