Partida Rol por web

La Sociedad Fénix

La batalla de las Pirámides (Capítulo 4)

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12/12/2011, 00:21
Madame Alika

Se incorporó para permanecer en una actitud de atención y respeto para con la señora Rosseau que tantas molestias se estaba tomando para hacer de ellos un grupo funcional.
Arqueó las cejas al revelarse el autentico poder de Adrienne y el contenido de sus recientes visiones.
- Eso es la fiesta de la primavera
Carraspeó un poco al darse cuenta de que lo había dicho en voz alta y retomó su habitual tono neutro
-Ejem, perdón... quiero decir que la gente lanzandose polvo de colores es una celebración de la India, la fiesta de “Holi”, se celebra en la luna llena de Marzo.
Miró entonces a Adrienne con gesto amable
-Ahura te ha bendecido con el don de la clarividencia querida. Eres un oráculo. Si lo deseas puedo enseñarte algunas cosas que a lo mejor te son útiles...
Lo dijo con la mano en sobre el pecho, sinceramente
-Todo sea por ayudar
¿Esconderían sus compañeros alguna otra interesante serendipia?

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12/12/2011, 11:50
Adrienne Rosseau

Adrienne abrió los ojos sorprendida al oír a Candence que su imagen se refería a algo muy concreto en un país conocido, pero cualquier comentario que fuera a hacer quedó relegado a un segundo plano ante su última afirmación.

-¿Sí? ¿De verdad puedes enseñarme? -preguntó adelantando su cuerpo y tomando agradecida con su mano libre una de las de Candence-. No sabes lo importantes que son para mí esas palabras, amiga mía. Apenas recuerdo mi vida sin esos sueños, sin la pesadilla de no poder guiarme en ese caos de imágenes... Hace ya tantos años -susurró apenas-. Ignoro si soy clarividente o un oráculo como dices, pero seré tu discípula. Durand, por fin alguien va a poder ayudarme, guiarme -los ojos de Adrienne, clavados en su marido, brillaban con la humedad de unas lágrimas que no serían derramadas, lágrimas contenidas de felicidad, de alivio.

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12/12/2011, 22:53
Artemis Marie Sowreston

Agradeció infinitamente las palabras y la pose afectuosa de Adrienne, aceptando también el té a pesar de que no le gustaba en absoluto. Pero en aquel momento necesitaba tener algo en las manos, notar el calor de la bebida le reconfortaba de alguna manera. Se sentó cerca del fuego y notó cómo las mejillas le ardían, aunque no sabía si era por el elemento o los ánimos de la noche. Adrienne estaba dando pie a hablar y abrirse, cosa que hacía tan solo una hora le habría parecido imposible. Por suerte el clima era más propenso, la aceptación de la disculpa por parte de Ness ya decía mucho de las ganas generalizadas que había de hermanarse.

- Me temo que yo no tengo ningún secreto que compartir, al menos no del estilo. - contestó con voz calmada y un tanto fascinada por la revelación. Sus ojos volvían a estar abiertos y atentos como los de una niña pequeña, olvidado ya el ataque de hacía unos minutos. - ¿Es posible que hayas visto parte de la batalla que se acerca? - miró a Candance, que parecía entender cómo funcionaba el poder de Adrienne - ¿Sería posible extraer de esos sueños información estratégica? - le preguntó esperanzada.

Se frenó un momento después de la última pregunta, a pesar de que un buen número de ellas se agolpaba en su cabeza. Aquel momento debían aprovecharlo para zanjar temas pendientes, no para interrogar a alguien hasta la extenuación. Por una vez iba a intentar comportarse de forma educada y madura.

- Adrienne tiene razón, debemos hacer un esfuerzo por unirnos más allá de lo que nos obliga el trabajo. - dijo mirando su taza - Un grupo de guerreros se debe conocer entre si, deben saber las reacciones de los otros, las dudas y los miedos. En ciertas situaciones, nosotros podemos ser nuestro peor enemigo. - hizo una pausa, pues lo que pretendía decir a continuación le costaba - Prue me enseñó a querer como nunca había querido, era una hermana para mi. Jamás he vivido algo semejante, la muerte de mi padre no me supuso tanto dolor como esto. Pero es posible... que las dos muertes, tan cercanas entre ellas, me hayan creado... dudas. - el tono de su voz era mucho más adulto de lo que acostumbrado y su cara mostraba una seriedad inusitada en ella - No creo que pueda superar esto sola, por mucho que me cuesta admitirlo.

Calló y miró las llamas, sin esperar ninguna reacción en particular. De momento, era todo lo que podía desahogarse.

 

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15/12/2011, 17:23
Adrienne Rosseau

-La muerte de Prue fue un verdadero castigo, Artemis. Sí, un castigo -murmuró Adrienne-. Una niña apenas... Pero haremos justicia. Sí, justicia. No venganza como tal vez desee la señora... -su voz se apagó dejando inconclusa la frase. Hubiera o no oídos indiscretos, no necesitaba pronunciar en voz alta el nombre de la señora Talbot para que supieran a quién se dirigía-. Y entonces podremos descansar nosotros y hacer que ella repose igualmente. Su pérdida, Artemis, ha sido dura. Ojalá no hubiera ocurrido pero... nos ha unido. Esta ya no es una misión más y estamos juntos. En la alegría y en la tristeza. Mi padre siempre decía que la alegría compartida era doble alegría y que la pena compartida es mitad de pena. Y la vida se ha encargado de demostrarme cuánta razón tenía. Sí, yo también lo perdí hace unos años ya -su mirada se centró en Artemis. Entendía su dolor. Lo conocía. Y un nuevo elemento en común sirvió para cerrar una fisura más entre ellas, uniéndola más a quella impulsiva mujer que tenía frente a sí-. Respecto a mi visión, no, no puedo ofrecerte nada importante. No lo creo al menos, aunque quizás, Candance pueda ayudarme en ese sentido si como dice puede ayudarme. Tal vez pueda conseguir que recuerde algún detalle más que pudiera ayudarnos.

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15/12/2011, 19:56
Madame Alika

-Artemis, todos lloramos la pérdida de Prue, pero no podemos permitirnos dejarnos arrastrar por la desesperación. Prudence murió cumpliendo su deber, murió por nosotros para que siguieramos adelante. Nuestro fracaso haría su muerte inutil.
Tragó saliba y le tendió la mano
-Al empezar todo esto me di cuenta de que sola no lograría nada, pero os encontré a vosotros. Si te sientes sola, triste o perdida cuenta con nosotros para escucharte y ayudarte, es cierto que tenemos que ser fuertes, pero no somos de piedra.
Candance contempló con alivio como la tensión desaparecía, aunque no fuera así con el escocés, el cual parecía bastante ausente o al menos desatento.
-Antes de hablar mas tenemos que ser prudentes, sería bueno que alguno echaramos un vistazo para cuidar que no haya oidos indiscretos, no sabemos por donde anda Stavros ni a que juega.
Espero unos momentos hasta que quedaron tranquilos a ese respecto, aún así bajó un poco el tono de voz. Habló para todos aunque quizás enfocandose a Artemis que había preguntado tan concretamente.
-No se que avances podré obtener en Adrienne, esta clase de dones han de entrenarse desde la infancia, cuando cuerpo y mente aún son moldeables. Es como aprender un idioma nuevo, cuanto mayor se és mas dificil resulta. Yo llevo 400 años dedicandome casi en exclusiva a entrenar mi poder y aún no lo domino a la perfección...
Lo dijo con total naturalidad, unos segundos despues se dió cuenta y se calló a si misma incorporandose y llevandose la mano al pecho. Se sonrojó claramente, titubeó, y adoptó una pose erguida encogiendo los hombros. Suspiró “De perdidos al rio”
-Emmm... si, bueno... tecnicamente los cumplo con el cambio de siglo.

Los miró nerviosa
-E...En serio, no es broma. El capitán e Irving lo saben
Apretó los ojos como una niña
-Pero... bueno ese no es el tema.
Dijo agitando la cabeza
-¡Pero no soy un vampiro! que quede eso claro... (ejem) Bueno, volviendo a lo nuestro. Para empezar, señora Rosseau, habra de estar descansada. Los dones misticos requieren de mucha energía y autocontrol, se necesita estar en equilibrio, así que será mejor comenzar mañana, también debo advertir que si la hipnosis y la meditación no resultan... tendré que emplear sustancias psicotrópicas
Dijo esto ultimo mirando a ambos miembros del matrimonio
-Se que suena mal pero confien en mi, el oráculo es el don conocido mas antiguo, estoy mas que familiarizada con él. Adrienne, no te voy a imponer nada que no haya hecho yo misma y tu pondras los limites.

Se quedó callada y relajó la postura como claudicando

-¿Algo que querais preguntar o saber?

Lanzó la pregunta de un modo que servía tanto como para el asunto de Adrienne como para ella misma, no sabía por donde empezar para sincerarse con el grupo

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15/12/2011, 20:31
Adrienne Rosseau

-No, no suena mal. Nada mal. Suena como una puerta abierta a la esperanza, a la libertad, Candence. No puedes llegar a hacerte idea de cómo he ansiado un día como este. No me importan las dificultades, los obstáculos, el reto. Nada será tan duro como la agonía de ver y no entender. Y hazme un favor, llámame Adrienne -imploró una Adrienne excitada ante la nueva aventura personal que estaba a punto de vivir gracias a Candence-. Oh, Stavros. No me fío de él, pese a sus regalos y su hospitalidad. Esa insistencia suya en descalificar a nuestro guía... Ya hablaremos después. Porque sí, tengo una pregunta para ti -en aquel punto se inclinó hacia adelante, curiosa, bajando su tono-. ¿Cuatrocientos años? ¿De verdad? Pues créeme cuando te digo que no te hubiera echado más de trescientos setenta. Ma chère amie, esto exige una explicación -alzó un dedo como si fuera una institutriz británica-. Y nada de evasivas. Puedo ser tan insistente como un hombre cuando quiere... comer -dijo tras una breve pausa y con una voz cargada de intención, subrayada por su guiño pícaro. De algún modo, la conversación de grupo se había convertido en una conversación de mujeres ante el mutismo de su marido, Tupolev y del doctor Ness. Curiosamente, estaban siendo testigos de algo que muy pocos hombres llegaban a oír. Aun menos a ser testigos.

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15/12/2011, 22:16
Artemis Marie Sowreston

Sentir un dolor compartido de repente lo hizo todo más llevadera, toda una experiencia nueva que no sabía cómo llevar. A pesar de que el tema que se estaba tratando era delicado, una sonrisa cálida apareció apareció en su rostro. Miró a las dos mujeres alternativamente, olvidando al resto de los que estaban en la tienda, y acercándose a ellas para cogerles la mano.

- Gracias... - dijo con una sinceridad inocente y efusiva - Ahora me doy cuenta de que no estoy sola, de que me entienden. - le costaba encontrar las palabras para expresarse y sacudió la cabeza - No hay venganza sin justicia. - añadió con voz más firme - Se le puede llamar como uno quiera, pero el caso es que pagarán por lo que hicieron. - su tono de voz era más resolutivo.

Carraspeó, casi aliviada, al ver que la conversación iba por otros derroteros. Si hubieran seguido hablando de Prue probablemente habría acabado explotando de nuevo, pero esta vez con las lágrimas que llevaba tantos días negándose.

- Yo tampoco me fío de Stavros, tengo la intención de vigilarlo de cerca. - dijo, olvidada ya la fascinación inicial por el hombre - Tampoco me fio de Tariq, que quede claro. No dejaré que tomen ninguna decisión importante, hasta tengo mis dudas sobre que nos guíen.

Se quedó unos segundos ensimismada, los suficientes para que la revelación sobre la edad de Candance le despertara cual sopapo. Miró a la mujer con los ojos muy abiertos, mientras Adrienne demostraba auténtica curiosidad. Su carácter y su poco tacto hicieron que levantara una mano y acariciara la mejilla de Candance, mientras la miraba fascinada.

- ¿Va en serio? ¿Y cómo lo conseguiste? - había pasado la época de las distancias y las formalidades, a partir de ahora pertocaba tuteo. Se juntó un poco más a Adrienne, aprovechando para escudriñar a Candance de forma divertida, como si estuvieran en un tribunal o una sala de exposiciones - Y si ella no consigue las respuestas, ¡ten por seguro que yo lo haré! - exclamó con una risotada.

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16/12/2011, 09:19
Madame Alika

-Por favor no me mireis así... me siento como en un freakshow...
Dijo parpadeando nerviosa aunque sin abrir distancia como habría hecho en otro tiempo.

-Yo... a ver, mmmm. Todo lo que creais saber sobre mi es mentira. La gran Alika es solo un personaje, ningún rumor o cotilleo que se haya publicado en los periódicos es verdad, al igual que Candance.

Miró timidamente a Irving y continuó amasandose las manos nerviosa. Sonrio forzadamente.

- Artemis, no lo he logrado de ninguna manera, es mi naturaleza. Nunca he estado enferma, apenas necesito comer, beber o dormir y me recupero rapidamente de cualquier lesión o herida... durante mucho tiempo he pensado que no soy humana.

Se le atropellaron un poco las palabras pero supo retomar el control

-De hecho no nací de una madre, si no del fuego de un templo, con un desarrollo aproximado al de una niña de 5 años. El matrimonio que me crió y al que quiero como unos padres... me llamó Boran.

Se llevó la mano a la frente para intentar dominar la emoción del recuerdo, les echaba tanto de menos...

-No se si ya sabreis que soy Zoroastrista, la religión de los antiguos Persas. En nuestra religión hay una leyenda que dice que Dios encarna en una mujer el espíritu del “Asha” para que luche contra el mal. “Asha Vahista” sería el equivalente a vuestro arcangel Miguel o Uriel, representa el fuego sagrado, la justicia divina. Yo soy esa criatura y llevo toda mi vida entrenando y estudiando para cumplir esa misión, esta misión.

Apretó los labios, los recuerdos y conceptos se agolpaban en su cabeza y la aturdían

-Es dificil llevar el Asha dentro de mi, tiene voluntad propia y si estoy débil este toma el poder sin control, como pudisteis ver en la cena en mi casa o hace un rato en la tienda. No os engañeis, no es nada envidiable, nadie debería vivir tanto tiempo ni tener tanto poder.  Antes de toparme con la Sociedad estaba decidida a dejarme morir, pero llegasteis con vuestras peculiaridades, lo pusisteis todo patas arriba y...

Miró a Irving con suma dulzura quedandose sin palabras

Notas de juego

Para mas datos sobre Boran (no es plan de soltar aquí las Filípicas) podeis leer la historia completa pinchando en "Historia de Pj completa" en el perfil de mis personajes ^^

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17/12/2011, 12:34
Durand Rosseau

La peculiar reunión resultó ser un bálsamo que sosegó los ánimos. A petición de Adrienne serví unas tazas de un té afrutado y con un agradable aroma, mientras se planteaban los cimientos de lo que entendí como un intento de reconducir la relación de los miembros de nuestro grupo. Y creo que ni en el más prestigioso de los circos se podrían encontrar personalidades tan peculiares y extraordinarias como en el interior de este campamento en pleno desierto.
La cuestión bordeó aspectos discretos, aquello de lo que no soliamos hablar, y que nos hacía peculiares. Los sueños premonitorios de Adrienne hallaron una sorprendente respuesta por parte de Madame Alika, que de algún modo no se hallaba en tenrreno desconocido al hablar del campo onírico precognitivo. Pero lo que me impactó, respecto a nuestra misteriosa dama, es su extraordinaria longevidad. Al escuchar "400 años" casi me atraganto con el té... y al escuchar que llevaba a su interior a una especie de arcángel, me atraganté completamente, empezando a toser de forma irreverente mientras sentía como las lágrimas humedecían mis ojos. En cualquier caso, en ese instante, mi principal preocupación era respirar y no aparentar ser un petimetre, por lo que con la voz ahogada me disculpé y abandoné la estancia decorosamente.

No negaré que, en parte, el incidente con el té me daba la excusa para echar una ojeada por los alrededores. Stravros y Tariq, que ya habían estado en el punto de mira de la suspicacia y la desconfianza, seguían siendo un enigma. Y teniendo en cuenta nuestra misión, no sería extraño que hubiese interés en tenernos vigilados. Y qué mejor que alguien haciendo de guía paa tener nuestros destinos bien controlados. Así que entre los estertores del mal viaje realizado por ese trago de té, aproveché la coyuntura para atender a la presencia de oídos curiosos.
No obstante, no perdí demasiado tiempo ausentándome, y rápidamente regresé para seguir con atención la conversación. En cierto modo parecía que la necesidad de sincerarse la tenían las damas, puesto que ni el Doctor ni el Capitán parecían dispuestos a unirse a la charla. Y yo tampoco. Al fin y al cabo, ¿qué podría decir? ¿Qué las balas difícilmente pueden acabar conmigo? Bah, nada comparado con lo de llevar a un arcángel en tu interior...

Notas de juego

Máster, si al salir fuera tengo que tirar para detectar si hay ojos curiosos, me lo dices.

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22/12/2011, 13:12
Doctor Irvin Ness

Irvin permanece en silencio, parece apartado, taciturno. Tiene dos pequeños engranajes en las manos y los va urgando con una especie de destornillador pequeño. Pero esta escuchando la conversación en todo momento. Cuando Candance termina de hablar y mira a Irving, el la devuelve la mirada como un movimiento involuntario.

Estaba claro que ella se había percatado de que algo no iba bien. La mirada del doctor no es distante, ni fría. Son los ojos de un hombre derrotado. El doctor quería a Candance y no decían otra cosa. Pero había una brecha entre ambos. Había llegado la hora de las confesiones y le tienta decir todo lo que por su cabeza pensaba, pero no era el momento, de esa manera, ni el lugar.

- Yo, aunque quiera, no puedo contar demasiados datos interesantes sobre mi persona que puedan resultarles útiles. No soy aventurero, ni soldado, ni tengo lo que llaman "serendipias". Sólo tengo la ciencia a mi disposición, y aún con eso, soy tachado de loco por gente que luego toma que he inventado, le pone otro nombre y se apoderan de ellos.

Parecía sentirse incómodo por algo y aprovecha que Rosseau ha salido de la conversación para hacer lo mismo.

- Si me disculpan. - Hace una leve y correcta inclinación de cabeza tras incorporarse, y su mirada vuelve a cruzarse con la de Candance. - Tengo cosas que hacer.

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28/12/2011, 17:06
Señor Octopuss

Adelantándose a cualquier otro, Octopuss siguió el rastro de las pisadas del copto sobre la arena, camuflándose por su pequeño tamaño. Tuvo que recorrer una gran distancia, casi medio kilómetro, siguiendo la pista del hombre hasta unas apartadas rocas junto a una solitaria palmera.

Al reptar y asomarse por ellas, pudo ver como el hombre estaba cerrando una especie de acuerdo, con otros dos hombres, esto de aspecto bereber. Intentó escuchar lo que decían, pero solo le alcanzó la última parte de la conversación.

-Tenemos un trato, entonces -dijo- Y he aquí el precio convenido.

Dicho esto, el copto sacó una bolsa con monedas, y se la dió a uno de los hombres. Este se quitó la tela que le tapaba el rostro, y se reveló como un hombre de aspecto patibulario, con algún diente de oro, el rostro picado por alguna enfermedad, y el pelo ensortijado y sucio.

-Quedese tranquilo. No pasarán de Sidi-al-Rayyan.

Octopuss hizo un movimiento, pequeño, y desprendió una piedrecilla, haciéndoles girar el rostro. Se escondió entre las piedras, y aunque uno de los hombres se acercó a mirar, no pudo verle en la oscuridad. Al cabo, regresaron donde estaban, y finalizaron la conversación con una despedida.

Al regresar al campamento, Octopuss se topó con una sombra, que no sabía que era Durand buscando al copto, sin hallarlo. Cauto, esquivó a la figura y se deslizó en el interior de la tienda donde estaba Ness trabajando, y donde Candance se había echado a dormir, pensativa. Entonces, trepó hasta el hombro del científico, y le puso al corriente de lo que había visto, con su particular jerigonza, que solo él entendió.

- Tiradas (1)
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28/12/2011, 17:18
Director

Artemis estaba en la orilla del lago. La conversación había terminado, dado lo avanzado de la hora, y cada cual se fue a su tienda a dormir. Ella tenía cosas en las que pensar antes de hacerlo, por lo que se había acercado a refrescarse mojando un paño en el agua.

La voz la sorprendió, y más aún el hombre que la emitía. Se habría esperado que el capitán hubiera vuelto para hablar sobre sentimientos, y aquellas cosas, o que el copto la hubiera abordado con simpatía. Sin embargo, el que le habló no fue otro que Tariq, el cual no le caía demasiado simpático.

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28/12/2011, 17:21
Tariq

El egipcio estaba serio, lo que era infrecuente en él. Normalmente se mostraba jovial, servicial (hasta el punto de resultar rastrero), o bien ladino y desconfiado. Ahora, sin embargo, parecía una persona normal. O todo lo normal que podía ser él.

-No se fiar de ese hombre -dijo- Él piquito de orio, cara bonita, y luego apuñalar por la espalda.

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28/12/2011, 17:25
Director

Durand salió a buscar al copto, pero solo encontró a su acompañante, roncando a pierna suelta poco más allá de donde habían estado hablando y discutiendo. Lo que si vió fue un rastro de pisadas que se alejaba en dirección a las dunas, pero que perdió enseguida. Al volver, vió que el copto no se había llevado su camello, así que en principio descartó que hubiera huído para informar a alguien. Quizá solo se estaba dando un paseo, como él dijo, un largo paseo por el desierto, y obviamente, al no tener camello, regresaría poco después. Si tuvieran malas intenciones, resolvió, no habría dejado a su compañero roncando (efectivamente estaba dormido, se cercioró de ello) allí a merced de ellos, para que le pudieran despertar e interrogar en su ausencia. No tenía mucho sentido.

Algo descorazonado, y cansado por los parcos resultados de su búsqueda, regresó a la tienda donde Adrienne estaba despierta, ya solo vestida con su camisón de dormir, y con aire pensativo, algo soñador. Lo que le había dicho Candance la había emocionado, y eso se notaba. Controlar su poder, era quizá una de sus grandes asignaturas pendientes.

Durand se acercó al quinqué encendido, y se lavó la cara y las manos del polvo y la arena del desierto, mirándose al espejo y pasándose la mano por la cara (necesitaba un afeitado desde ayer). Luego, recordó que tenía otra asignatura pendiente, esta con su esposa. Y ella, que se había girado a mirarle, estaba seguro que se la iba a cobrar, como siempre hacía.

Ya habían discutido suficiente por hoy. Ahora tocaba olvidarse de las penas.

Notas de juego

¿Creíais que os iba a dejar en paz? Muahahahaha :P

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29/12/2011, 00:51
Madame Alika

Candance se hacía la dormida mientras Ness la torturaba con su silencio y el ruido de sus cacharros.

A ratos quería llorar, gritar, a ratos fulminarlo, otros abrazarlo y comérselo a besos implorando perdon. Estaba hecha un lio, lo unico que sabía a ciencia cierta es que lo amaba y se sentía peor que mal, cada vuelta de tuerca que daba el doctor se apretaba en el estómago de la turca, en cualquier caso no podia dormir.

Estaba echada inmóvil, acurrucada a la espera de una pausa, una caricia, un acercamiento, una palabra... lo que fuera por parte de su adorado inventor, pero nada, solo resoplidos y engranajes rodando, cuanto mas tiempo pasaba mas le costaba contener la rabia y las lagrimas.

Estaba a punto de explotar y abalanzarse sobre el cuando ceso su actividad, algo pasaba.
Sigilosamente se giro y vio a Octopus emitir sus peculiares sonidos, algo entendio de la conversacion entre ambos pero no todo.

-Dime que estaba equivocada y que no he entendido lo que he creido entender.

Una lágrima se derramó por su mejilla mientras escuchaba el relato de lo sucedido de boca de Irving. El mundo definitivamente se estaba desmoronando, el mal habia penetrado hasta el alma misma de los que siempre había considerado sus hermanos. Jamás habria esperado algo así de un copto. Su corazón se rompió y el doctor pudo verlo a la perfección pese al silencio y mutismo de la oriental.

Una pregunta empezo a martillear el pensamiento de Candance.

Respiró con la mirada triste y perdida y se giró decidida. Rebuscó entre sus botes, se peinó, se repasó el maquillaje y se untó un perfume de almizcle incluso bajo la unica chilaba que llevaba puesta, blanca y fina, muy sensual. Tomó un amplio velo de gasa negra y se envolvió en el realzando su rostro y formas.

Se hirguió frente a Irving, hermosa e inquietante con una mirada tan vacía que helaria el infierno

-Voy a solucionar esto.

Fue lo único que dijo antes de salir de la tienda sin siquiera mirar atras o dedicar una explicacioó o despedida al perplejo inventor.

Fuera, donde el ya no la veia, si echó un ultimo vistazo con tristeza, como si hubiera perdido algo irrecuperable en esos pocos pasos que había dado. Estaba decidida a borrar de la faz de la tierra a aquel traidor, pero antes se cercioraría de su vileza como fuera necesario.

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29/12/2011, 14:19
Artemis Marie Sowreston

Se quedó quieta y muy seria mientras escuchaba las palabras del egipcio. Su actitud era vigilante, pues por mucho que el hombre hubiera cambiado de registro seguía sin fiarse de él. No era tan tonta como para ignorar la advertencia tampoco. Sólo hacía que confirmar sus propias sospechas, y las del resto del grupo. Entornó los ojos evaluando qué respuesta merecía el hombrecillo.

- No se preocupe por eso, aquí nadie se fía de una cara bonita. - dijo con tono áspero - Aunque me gustaría que me diera algún tipo de prueba que confirme sus palabras. Que demuestre la culpabilidad del cara bonita... y de paso su propia inocencia, Tariq.

Se puso firme delante de él, le pasaba los centímetros suficientes como para mirarlo condescendiente desde arriba. Sabía por propia experiencia que cierto tipo de hombres orientales no se dejaba impresionar por una mujer, pero también sabía que dado el caso podía llevar a cabo una demostración de fuerza mucho más elocuente.

- Tengo bastantes maneras de saber si dice la verdad, así que intente ser honesto. - su boca se frunció en una sonrisa maliciosa, a pesar de que el último recurso era menos violento de lo que le gustaría. La mente de Tupolev podía hacer milagros, pero dada la situación entre ellos evitaría acudir a él. - ¿Quién es de verdad Stavros? ¿Qué es lo que trama y qué sabe usted sobre ello?

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30/12/2011, 01:12
Doctor Irvin Ness

Irvin cree que Candance duerme plácidamente mientras extiende unos viejos papiros que compró hace unos día, y empieza a dibujar sobre ellos ensimismado. Vacía una pequeña bolsa de piezas y empieza a poner unas sobre otras...

- No... no... así no... Esto encaja aquí... bien.

De pronto Octopus se coloca encima de la mesa y le cuenta todo lo que ha visto. Se lo traduce inmediatamente a Candace, agobiado por lo que ocurre, y contempla estupefacto lo que esta haciendo.

- Un... un momento...

La voz de Irvin suena nerviosa, no entiende absolutamente nada de lo que esta ocurriendo. Cada vez más, el mundo de Candance se le escapa.

- ¿Dónde vas? Tenemos que tratar este asunto con delicadeza, debemos alertar al resto. ¿Qué es lo que pretendes hacer? No podemos actuar de forma compulsiva.

La voz de Irvin suena nerviosa, pero inocente. A pesar de lo que ha visto en la hogera, parece como si no se percatara de lo que parecía realmente, al menos en los primeros instantes... Símplemente la pone una mano en el hombro, saliendo de la tienda, y la detiene lo suficiente como para que le escuche.

- Tranquilízate. Por favor. Debemos pensar antes de actuar o podemos empeorar la situación. Sé que te sientes traicionada, pero todos sufrimos golpes y no podemos dejarnos llevar...

El doctor poco a poco va comprendiendo...

- No sé si esas ropas significan que vás a cargartelo, o... o qué.

El doctor no puede evitar ponerse nervioso, pero intenta aplicar su lógica a todo esto.

- Sé que las cosas no estan bien, Candance. Y que debemos hablar. Pero ni esta es la manera, ni este es el momento. Si crees que las vidas de toda la Sociedad Fénix merecen ponerse en riesgo porque nos haya traicionado ese.. ese gusano miserable... si crees que tu y yo valemos menos que unos asaltatumbas mentirosos y que esta situación se arregla actuando sin meditar ni un segundo y haciendo... esto, en vez de poner al resto en alerta y actuar de una forma razonable... me decepcionas. - De pronto la mirada de Ness es fría, como nunca. Se va transformando mientras dice esas palabras. Por muy mal que fueran las cosas , no esperaba una reacción de Candance de ese tipo. Los ojos del doctor miran fijamente a los de Candance, el nerviosismo se transforma en un aire sombrío. -Tú no puedes ser así.

 

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30/12/2011, 02:44
Madame Alika

“¡Por fin!”
Por fin Irving le dirigía la palabra, por fin decía algo de verdad, por fin la miraba aunque fuera frío como el hielo.

Enrojeció al darse cuenta de la locura que había estado a punto de hacer.
Tragó saliva y poco a poco sus facciones empezaron a temblar hasta que definitivamente la resistencia acabó y se desplomó a los pies de su novio totalmente desolada, llorando desgarradoramente como nunca en su vida lo había hecho.

-No me mires asi... por favor... yo... yo solo quiero que me quieras... perdoname, te lo ruego...

Posiblemente lo mas patético que el escocés habría visto jamás

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30/12/2011, 12:42
Doctor Irvin Ness

El tono frío de Ness cambia completamente al ver a Candance así. Inmediatamente, se agacha hacia ella y la levanta, la pone las manos sobre los hombros y la mira fijamente. Esta vez no hay frialdad, sino la mayor calidez que ha visto nunca Candance en Irvin. Parece, de pronto, también destrozado, como si quisiera llorar al verla a ella así, pero reprime sus sentimientos como mejor puede, para no perder su semblante científico. Y a pesar de ello, ese semblante se tambalea. 

- Recuerda esto: Pase lo que pase, siempre estaré a tu lado. Aunque mañana me odiaras y dijeras que no quieres volver a verme, seguiría estando a tu lado de algún modo, buscaría la manera de asegurarme de que no te pasara nada malo. No dudes es de mí nunca, por favor.

Un escalofrío recorre la columna de Irvin, lo último que pretendía era dañarla así. Estaba clara su ineptitud para estas cosas... Nunca imaginó que pudiera aparecer una reacción así.

- Debemos hablar. Hay cosas de mí que debes saber, y por las que podrías odiarme. Pero soy lo que soy, y no puedo cambiar eso. Es por ello por lo que me he distanciado. Pero ahora no es el momento. Estamos en peligro. Yo no sé luchar, ni tengo poderes, te necesito en plenas facultades... lo necesitamos todos. Por lo que pueda ocurrir. 

El doctor busca de nuevo al señor Octopus.

- Octopus, sigue observando al copto. Si ves cualquier cosa sospechosa, vuelve a buscarme.

Mira a Candance:

- Avisa a los Rosseau, ¿de acuerdo? Yo iré a buscar a Tupolev y a Artemis. Debemos hacer esto con total serenidad, como si fueramos a hablar con ellos cualquier cosa rutinaria.

De pronto, Ness se siente totalmente estúpido. Candance probablemente sabría mil veces mejor que hacer en este tipo de situaciones. O quizá es que Ness iba aprendiendo de sus compañeros...

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30/12/2011, 18:33
Madame Alika

Se sentía igual que una chiquilla, frágil y débil, con la cara empapada y mocosa. A duras penas la sostenían las manos de Irving.
Escuchó atentamente todo lo que su novio dijo, sin perder ripio del mas mínimo movimiento y expresión de su cara. 

Necesitaba mimos, palabras dulces, un beso... pero estaba aprendiendo como era el doctor, tan torpe... eso era lo mas afectuoso que iba a obtener de él en mucho tiempo y aunque formalmente pareciera poco, sentía la verdadera importancia de contenido. El cambio en su mirada le devolvió la vida y sus palabras le llenaron el alma.

Respiró recuperando la compostura. Tomó las manos del doctor, las llevó a sus mejillas y se enjugo las lagrimas mezclandolas con besos. Le miró y sonrió timidamente, luego lo abrazó con todas sus fuerzas escondiendo el rostro en su pecho
-Gracias...
Balbució de forma casi imperceptible. Se quedó así agarrada un rato en silencio escuchando los latidos de su corazón, sintiendo su respiración y su calor.
Desenterró los ojos para mirarle tiernamente interrogante
-¿Siempre juntos?
Esperó respuesta y antes de separarse le besó dulcemente