Partida Rol por web

La Sociedad Fénix

El Resurgir (Capítulo 1)

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13/12/2010, 00:31
Lady Talbot

La pareja se miró un momento en el arranque de las escaleras. Luego, lord Talbot asintió a su esposa, y subió él solo. La dama le miró un momento, bastante largo, hasta que el señor O'Rourke cerró la puerta de acceso al ala desde su lado.

-Acompáñeme -dijo.

Caminaron por el pasillo hasta otra ala de palacio, llegando a unas escaleras diferentes, oscuras a esa hora de la noche. En el hueco, había una especie de enrejado de metal muy curioso, que enmarcaba una especie de caseta de madera, que ella abrió. Tenía una puerta y una cortina de acero. Le indicó que entrara, y entonces comprendió que se trataba de un ascensor, una versión civil de un montarcargas.

El aparato subió con un inquietante traqueteo inicial hasta el tercer piso, por debajo de unas torres que festoneaban el palacio. Cuando el montacargas se detuvo, y ella abrió de nuevo la reja, estaban en una salita privada, con una pequeña y selecta biblioteca que se definía más allá, tras unas cortinas rojas que podían dar al saloncito la intimidad deseada.

-Siéntese, por favor -dijo.

Luego se acercó a uno de los muebles, que al abrirlo resultó ser un minibar.

-Este es mi rinconcito, aquí es donde leo y ordeno mis pensamientos.

Trasteó las licoreras, y la voz le cambió. Juraría que era la voz de Sherlock Holmes.

-¿Le gustá el whiskey? -preguntó.

Cuando se giró a mirarla, vió que sus facciones cambiaban de repente, como si su rostro fuera una masa gelatinosa, y se convertían poco a poco en la cara del detective londinense. Era un proceso bastante perturbador de contemplar.

-Imagino que ahora comprenderá por que me encerré en el baño del hospital para hacer estas cosas.

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13/12/2010, 01:04
Candance Urquart
Sólo para el director

-...¡Era usted!...

Exclamó mientras se dejaba caer/sentar en uno de los silloncitos. No es que fuera agradable la visión de la transformación, pero despues de haber visitado las leproserías de la India cualquier cosa era asumible, sin embargo la imagen de Holmes con corsé...eso si que era perturbador.

-Disculpeme Lady Talbot pero me encuentro muy confusa...creo que ya no se distinguir con claridad los sucesos ¿Desde cuando...?...ahora si que me tomaré una copa. U...un aguardiente si tiene

Desplomó la cara tras su mano totalmente avergonzada, pensaba en la escenita del hotel ¿Sería ella?

-Ustedes los ingleses me van a matar de un sobresalto, quien lo imaginaria!

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13/12/2010, 01:29
Lady Talbot

Lady Talbot/Holmes sonrió por su reacción, y se dió la vuelta, buscando la licorera. Pudo advertir entonces como volvía a cambiarle la cabeza, sobretodo en la forma y lo correspondiente al cabello. Cuando se acercó a tenderle su copa, y tomar asiento, volvía a ser de nuevo ella. O el rostro que se había asignado como lady Talbot.

-No se preocupe, no he hecho de él, no en su presencia. Pero fue muy gracioso ver la cara de Holmes cuando la mía imitó a la suya, en voz y sonido. Creo que ahí fue cuando se convenció de que debía dejarla en nuestras manos. Lástima que la embajada turca tuviera otros planes, y yo que estuviera ocupada aquella noche.

Dió un sorbito a su whiskey, aclarándose la garganta. Luego miró el líquido, como meditando.

-Hasta los cuatro años mi madre no pudo enseñarme a ninguna de sus amigas, a la mayoría de mis familiares y por supuesto a ningún extraño. Nací con una cara totalmente deforme, señorita Candance. Solo a los cuatro años, al ver a una vecina jugando en el frontal de mi casa, supe que podía imitar el rostro de los demás. Pero tuve que ocultárselo a mi madre, y elaborar una complicada excusa con la complicidad de uno de mis tíos. Técnicamente, me caí sobre unas brasas, y debieron llevarme al hospital. Allí, un médico muy excéntrico, pionero de lo que él llamaba como "ciencia estética", se ofreció a hacerme unos injertos de piel y moldear mi rostro. Al verme con una cara aceptable, mi madre terminó creyéndose la historia, y dando gracias a Dios.

Dió otro sorbito, mirándola ahora.

-Me dió por aprovechar este "don" de una manera muy poco ética. Robaba. Y en uno de mis robos conocí a Edmund.

Sonrió, recordando.

-Había robado algo que no debía. Era una pieza de maquinaria esencial para unos obreros, que se enfrentaron a un cruel castigo del patrón. Yo estaba presente cuando lord Talbot les salvó de recibir una paliza, y yo misma le devolví la pieza. Desde entonces, solo él puede ver mi auténtico rostro. Y solo él no siente asco ni verguenza por verme despertar por las mañanas con él.

Imaginaba que esa era la justificación de tanto amor, o una de sus poderosas razones. Un amor ciego, entre una desfigurada y un obeso. Sin embargo, a ninguno de ellos parecía importarle algo tan trivial como el aspecto físico. Se medían por el más perfecto baremo: el corazón. Lady Talbot se terminó la copa de un trago, de manera menos femenina y caballerosa que antes. Sin embargo, se notaba que la evocación de aquello la había turbado, porque había girado el rostro y apoyado la muñeca con la que sostenía el vaso sobre los labios apretados.

Tardó un buen rato en volver en si misma, y cuando lo hizo, parpadeó mirándola, como si se hubiera dado cuenta por primera vez de que estaba en aquella sala.

-Usted pide muchas cosas, pero no se cuanto está dispuesta a dar. Ya le hemos salvado la vida y la libertad, y creo que eso merece que ahora sea usted quien se demuestre digna de esos favores que pide.

Sonrió un momento, de una manera casi irónica y cruel.

-Quizá se haya creído que mi marido dirige la Sociedad Fénix. Pero él ya tiene bastante trabajo con esta escuela y con ser escolta de la reina, un trabajo de mucha responsabilidad. Y como vivimos en una sociedad en la que una mujer no es nada sin un hombre, los demás pueden contentarse pensando que somos ambos los que dirigimos al 50% este servicio de espionaje. Pero mi marido es bueno, demasiado. Solo su don, su serendipia, le ha hecho sobrevivir a todas las pruebas que se le han presentado hasta ahora.

Dejó el vaso en la mesa, despacio.

-Por lo demás, considéreme a mi su jefa inmediata. Y no le quepa duda de que voy a seguir esta misión... muy de cerca.

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13/12/2010, 02:55
Candance Urquart
Sólo para el director

Observó y escuchó atentamente a aquella mujer, enérgica e inflexible, una vida nada facil sin duda, admirable el que fuera capaz de mantener la cordura con semejante habilidad.

-Es usted afortunada mi lady, tiene lo más importante de este mundo

Dijo con la mirada baja conteniendo el nudo de la garganta "alguien que te ame tal cual eres"

-...siento envidia...

alzando el rostro forzando una sonrisa. Resopló lentamente como equilibrando las energías de su interior y se hirguió en el asiento hablando con máxima educación y solemnidad.

-No deseo poder, riqueza ni concesiones, a día de hoy solo quiero cumplir mi destino y descansar por fin en paz. Como ya le dije en el hospital lo daré todo, este es el cometido por el que Dios me puso en la tierra, así que no dude ni por un instante de mi entrega total a la causa. Pero lo hago por algo muy superior a ningún imperio terrenal y me siento feliz por ello.

Guardó entonces silencio, aunque su cerebro bullía, ¿Como explicar 400 años de espera, de búsqueda, de fe? estaba más que decidida a acabar con esos oscuros personajes, esas aberraciones, humanos ciegos de ambición, las peores bestias al servicio de Ahriman.

Hizo una breve pausa y adoptó un tono algo melancólico, apoyando los codos sobre las rodillas y perdiendo la vista en los reflejos del vaso de Whiskey

-Ese niño, William, me ha hecho replantearme ciertas cosas, el hecho de dejar algo de mi en este mundo. Mis antecesoras se revelan como un rastro de tristeza y desesperación, creo, y lo digo sin ánimo de ser presuntuosa, creo que soy la primera Asha que no ha sucumbido ante su poder. He dedicado toda mi vida al estudio y canalización del mismo, he reflexionado y extraído conclusiones, creo que es mi deber legar ese conocimiento para ayudar a aquellos que puedan tener las mismas dudas que yo, rendir homenaje a aquellos que me han enseñado, enseñando. He vivido una vida privilegiada, debo ser agradecida y pensé que... creí que ustedes eran el canal adecuado, de ahí mi petición...

Hizo una sonrisa torcida con un solo lado de la boca y se reclinó en el sillón

-Demasiado osada quizá, supongo que mi función es luchar, no pensar, así que no pierda el tiempo atendiendo mis locuras de vieja.

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13/12/2010, 07:31
Doctor Irvin Ness

- Y yo de mostrárselos, señorita Candance. Lo cierto es que la gente no suele estar interesada por la ciencia, me alegra comprobar que hay excepciones. -El doctor de pronto empieza a pensar como explicar a esta señora lo del lago Ness o lo de Glasgow sin parecer un chapuzas... ya llegaría el momento.

Cuando el señor y la señora Talbot se marchan, el doctor se dirije a Durand, delante de todos por si alguien mas quiere intervenir.

- Ha dicho que tienen un asunto personal en esta misión... No pretendo meterme en su ámbito privado, pero como me ha oído decir, ese tal señor Homolka intentó matarme y robarme ciertos planos de un invento. Y por lo que he escuchado al resto, no he sido el único que ha tenido ciertos problemas los días previos a venir aquí. Disculpenmé si mi curiosidad fuese impertinente.

El señor Octopuss, pasado ya unos minitos entre la despedida de Lord Talbot, vuelve al doctor, trepa por la pierna y el brazo y vuelve solo al bolsillo de su chaqueta.

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13/12/2010, 17:30
Durand Rosseau

Durand ladeó su cuerpo y apoyó ambas manos en su bastón durante un segundo, el tiempo que miró a su esposa; el francés le devolvió el gesto a la chica y luego miró al capitán ruso.

-¿Lo ve? ha sido rápido, capitán. Además, sospecho que ya sabía el resultado ¿verdad?

Durand extendió el dedo indice y señaló al hombre, pero sin tocarlo, agitando su dedo de forma divertida.

-¿Está casado con algo que no sea un país?

Inquirió, volviendo a su pose, colocando la mano en su cadera. Cuando los Talbot se despidieron, Durand alzó la mano hasta su bombín.

-Muchas gracias por la cena y la explicación, monsieur y madame Talbot, habéis sido unos magníficos anfitriones, si me permitís decirlo.

Tras eso, el caballero francés sacó un pañuelo y limpió su pipa, antes de introducirla en el bolsillo de su chaqueta.

El espadachín miró al doctor Urquart ¿o era Ness? cuando se diriguió a él. Pese a lo personal de la pregunta, Durand no se ofendió, ni mucho menos.

-No me inoporuna, doctor. Verá, digamos que conozco a uno de esos hombres que nombró nuestros anfitriones. Pero dudo que él me recuerde a mi. Era un muchacho cuando nos conocimos, fue la razón por la cual yo cogí el camino de la espada y no cualquier otro.

Respondió, cortés.

Durand cogió el bastón con la mano y se acercó a Adrienne a la cual le ofreció el brazo y miró a su interlocutor, el doctor.

-Deberíamos irnos pues ¿no?

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13/12/2010, 23:55
Lady Talbot

La señora la observó detenidamente cuando hablaba. Su semblante se afiló un poco más cuando le habló de sus sueños, su destino y la vida que había vivido sin rumbo, esperando un golpe de timón que nunca llegaba. Aquello le sonaba demasiado. Sin embargo, no parecía enternecerse por aquellas palabras. Al cabo, negó una vez, quedo, y habló.

-Todo eso son palabras y deseos, señorita. Y yo juzgo a las personas por lo que las veo hacer, cuando llega el momento y la oportunidad en que deben demostrar de que pasta están hechas. Entretanto, tenga presente una cosa. Hay más como nosotros ahí fuera. Con los mismos poderes, o con poderes diferentes. Ellos nunca descansarán hasta obtener lo que desean, y la matarán sin pestañear si creen que con ello conseguirán su objetivo.

El reloj de torre indicó que ya eran las 11 de la noche. Una hora bastante avanzada, y terreno de Morfeo más que de tertulias. Por eso, lady Talbot se levantó.

-Busque al señor O'Rourke. Le asignará una habitación.

Iba a retirarse cuando pareció acordarse de algo en el umbral de la puerta. Habló sin volverse, como si se estuviera haciendo violencia ética.

-Y yo que usted, escribiría entretanto ese diario.

Entonces escuchó sus pasos alejándose, y su voz resonó con cierto eco por el corredor.

-Buenas noches, señorita Boran.

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14/12/2010, 00:22
Director

El capitán ruso miró al señor Rosseau cuando dijo aquello. Un comentario bastante desafortunado, dadas las circunstancias. Si que estaba casado, y de hecho debió dejar a su mujer e hija en la lejana Rusia. Y eso no le resultaba un pensamiento especialmente agradable, por lo que se limitó a no contestar a aquella pregunta.

El señor O'Rourke les indicó a continuación que le acompañaran, y les guió a través de los ya oscuros corredores de Talbot Mannor hasta las habitaciones que les habían sido asignadas. Su equipaje llegó una hora después, y la mayoría no lo deshizo. Sabían de sobra que a partir de ese momento, su vida sería un viaje constante, lleno de azares y peligros.

Mientras Artemis dormía a pierna suelta, el matrimonio en la habitación contigua tardó un poco más en conciliar el sueño, y se encontraba en la cama, mirándose a los ojos, mientras ella le acarició el rostro y él le apartó el pelo detrás de la oreja, dándole un suave beso. En la habitación de al lado, el señor Octopuss se encaramó a lámpara de gas de la pared, apagándola, mientras el doctor Urquart se metía en la cama con un enorme pijama blanco de dos piezas, algo demodé. Cuando cerró los ojos, pudo escuchar en el pasillo los pasos de la señorita Candance, que ya se retiraba a su propia habitación.

Las luces de Talbot Mannor se apagaron, y todos los presentes durmieron aquel día sabedores de que comenzaba un nuevo capítulo en sus vidas.