Partida Rol por web

-¡Michael, daos prisa!-exclamó Norman para apremiar a su compañero y al minero a que les siguiesen.

Aunque no quería permanecer más tiempo dentro de aquel siniestro túnel, tampoco estaba dispuesto a seguir avanzando dejando a su amigo detrás. Aguardaría atento desde la boca de la entrada.

—¡Qué demonios! —dijo Michael mientras se acercaba poco a poco a aquella protuberancia. Miró hacia atrás para ver a un temeroso Ramón seguirlo a unos pasos pero pronto la mirada se dirigió de nuevo a esa protuberancia en mitad de la gruta.

Fue a dar un paso más cuando oyó la voz de Norman. Como sacado de un trance, el detective sacudió la cabeza y corrió de vuelta hacia donde estaban los compañeros.

—No se qué diablos es este sitio, pero no es natural Norman.

El grupo finalmente decidió continuar el camino. Michael y Ramón pudieron escuchar una especie de susurro, quizá algo similar al roce que produce algo arrastrándose por el suelo, algo grande. Conforme se alejaban de aquel monolito el sonido desaparecía, y cuando finalmente hubieron subido a las galerías fue totalmente imperceptible. La mirada de Ramón buscaba los ojos de Michael, esperando quizá una confirmación de que esta vez él también lo había escuchado.

Salir de la cueva tuvo un par de nuevas repercusiones. La iluminación volvía a ser nula. Tan solo las propias linternas de la comitiva alumbraba los diferentes recovecos. El aire estaba si cabe más viciado, y respirar era fatigoso y duro. 

Esta nueva galería, al igual que la anterior antes de la cueva, mostraba de nuevo raíles para vagonetas. Siguiendo a Will y los demás mineros el grupo prosiguió en ruta descendente, bastante pronunciada, hasta que finalmente, y tras media hora de caminata una nueva zona bastante más ancha y con una mayor altura se abrió ante ellos. Algunas rocas habían caído al suelo en desprendimientos provocados presumiblemente por el terremoto. Había varios armarios y mesas con ropa de minero, botas y diverso material de excavación. También se podían ver algunas lámparas eléctricas apagadas en las paredes de toda la estancia que por desgracia no parecían funcionar.

En el centro destacaba la construcción metálica de lo que sin duda eran los dos montacargas de la mina. La cabina del primer montacargas estaba tirada en el suelo, desguazada. Los cables que la izaban se habían partido. La cabina estaba atascada y los intentos de izarla desde arriba parecía que habían terminado por partir el cable, dejando el montacargas completamente inservible. La cabina del otro montacargas se encontraba suspendida a un par de metros del suelo. Atascada contra una de las paredes de la chimenea por la que circulaba hasta el exterior. La cabina del montacargas se había desplazado por el terremoto y se había salido de las guías.

Un rápido vistazo al panel de control mostró que el cableado que traía energía desde la superficie estaba deteriorado, impidiendo que la corriente circulase.

Un rápido vistazo a la estancia mostraba que desde donde estaban salían a su vez tres^[1] nuevos túneles...

—Esta debe de ser la zona a la que intentaban acceder desde arriba —dijo examinando los montacargas—. Quizá estemos más cerca de ellos de lo que creemos de ellos.

Miró a todo el equipo y en especial a los mineros que les habían conducido por las minas.

—Supongo que estos túneles son más conocidos, ¿verdad? ¿Dónde deberían estar?

Se acercó a uno de los túneles y levantó un poco la voz.

—¿Hay alguien ahí?

Howard se situó cerca de Meredith. Aquellos túneles, si bien seguían siendo peligrosos, le parecían más normales que el lugar del cual venían ahora. Esperaba, como su compañero, a ver que podían aportar los mineros.

Meredith se acercó a su marido, reconfortándose con su presencia. El ambiente en aquel nuevo grupo de galerías, aunque algo opresor, devolvió cierta calma a la enfermera por el mero hecho de ser obra de seres humanos.

Mientras esperaba a las respuestas de los mineros, que esperaba fueran afirmativas, se acercó a los ascensores queriendo hacerse una mejor idea de cuál era su estado.

-Menudo destrozo...-dijo Norman en voz baja, casi hablando consigo mismo, cuando observó el estado de los montacargas. 

Junto a Meredith, intentó examinarlos más de cerca y tratar de averiguar si había alguna manera de reparar aunque fuese el que todavía seguía colgando. ¿Quizá volviéndolo a encajar en sus raíles y empalmando algunos cables? No parecía sencillo, pero quién sabe...

El propio rostro de los mineros valía como respuesta a la pregunta de Michael. 

- Si, esta es el montacargas - Dijo Daniel. - Las vías se usan para sacar el mineral - Señaló el camino de la izquierda - Mientras que las otras dos galerías es de donde estamos sacando material ahora. Deberíamos ir a mirar a las dos a ver si encontramos a algún superviviente. - 

Mientras tanto Meredith y Norman observaban el montacargas. Fue este último el que se fijó en que si cortaban una sección del cable que iba desde el panel de control al interruptor de las luces para empalmar los cables deteriorados que daban corriente al panel del montacargas quizá podrían hacer uso de él... Si eso funcionaba^[1] todavía tendrían que desatascar la cabina del montacargas, pero era un buen comienzo.

-Caballeros, señora, creo que quizá podríamos hacer funcionar de nuevo este montacargas. Pero también necesitaríamos colocar la cabina de nuevo en sus vías.

Norman explicó el proceso que habría que hacer con los cables.

Howard iba siguiendo las instrucciones que le daba Norman. Cuando se restableció la corriente fue el primer sorprendido:

—Cariño, aunque ahora te parezca que soy un manitas no te lo tomes en serio: ¡ha sido simple desesperación! No quiero que luego me pidas que arregle los desperfectos de la casa.— le dijo a Meredith guiñando un ojo para intentar relajar la tensa situación en la que estaban.

Luego miró lo que indicaban los mineros.

—Sí, creo que sería conveniente revisar esos túneles buscando supervivientes. En la parte física yo no seré de tanta ayuda.— dijo refiriéndose al tema de desatascar los montacargas —Así que si les parece bien iré por uno de los túneles a echar un ojo con cuidado¹.

Michael ya estaba adentrado en uno de los túneles de donde supuestamente sacaban material, según había confirmado el minero. Volvió a levantar la voz tratando de que algún posible minero atrapado pudiera oírle.

—Echaré un vistazo por este túnel —dijo cuando Howard pidió que alguien buscara a los mineros—. Norman, quizá podrías echar un vistazo en el otro túnel.

La verdad es que tampoco había creído sacar nada en claro acerca del estado del ascensor. Quizás por eso se alegró aún más al escuchar a Norman explicando lo que había que hacer para volver a ponerlo en marcha. Tan contenta se puso que a punto estuvo de ponerse a aplaudir.

Pero parecía que la reparación no iba a ser nada sencilla y, cuando vio que Howard se adelantaba para probar a arreglarlo el mismo, poco la falto para darse una palmada en la frente y expirar el aire con fuerza, indicando la confianza que la daba aquella exposición de autoconfianza por parte del abogado.

A punto estuvo de caerle la mandíbula contra el pecho cuando escuchó el zumbido característico de la electricidad y prefirió no responder al comentario divertido de Howard. Pero si que se pegó a él, cuando se aventuró a adentrarse por uno de los dos túneles.

Norman no pudo evitar soltar una carcajada cuando Howard hizo funcionar de nuevo los controles del montacargas; en parte por la alegría de verlo en marcha, y en parte también por su comentario.

-Creo que mejor, mientras vosotros echáis un vistazo a los túneles, yo voy a tantear la manera de colocar el montacargas en sus rieles. Id con cuidado, y si necesitáis ayuda pegad un grito.

Norman observó más de cerca la cabina y sopesó qué procedimiento seguir a continuación.

El zumbido eléctrico fue una señal maravillosa, el panel de control del montacargas funcionaba. Ahora solo quedaba sacar aquella estructura de donde estaba y recolocarla en las guías. Norman se quedó, quizá intentando hacerlo por si mismo, quizá tan solo valorando el peso y la cantidad de fuerza necesaria para ello. En cualquier caso no sería tarea fácil. Imposible para que él por su cuenta y riesgo pudiera mover ese peso. Tras un análisis preliminar necesitaría unos cuantos hombres fuertes para volver a colocar el montacargas en su lugar^[1].

Mientras tanto Michael se adentró en una de las galerías, Ramón lo acompañó como en la cueva anterior. Will decidió seguir el camino de las vías por su cuenta, quería comprobar el estado del derrumbamiento. Al parecer era ese el camino que estaban intentando limpiar desde el exterior. Howard, Meredith y Daniel, se adentraron en la galería superior.

Michael y Ramón se encontraron con un túnel que se extendía unos metros y desembocaba al inicio de una galería de la cual se estaba extrayendo material. Se podían apreciar varias vetas en las paredes. Los desprendimientos aquí habían sido menores, tan solo algunas rocas pequeñas y de tamaño mediano. Ramón confirmó que allí es donde estaba trabajando él y varios compañeros. Entonces su rostro cambió y se detuvo. Michael no tardó en ver porqué. El cuerpo de dos mineros yacían en el suelo. Uno de ellos tenía una roca de tamaño medio aplastando el pecho y parte de la cara. El otro estaba tan solo tendido en el suelo, cubierto de pequeñas piedras y con un pequeño charco de sangre cerca de la cabeza.

- No... - La voz de Ramón se rompió, se arrodilló. - Thomas, Adrian - 

Al parecer no habían logrado sobrevivir al derrumbe. Cuando Michael puso su mano sobre el hombro del minero algo sorprendió a ambos. El minero de la sangre en la cabeza movió un dedo, y comenzó a toser casi sin fuerzas...

Mientras tanto, Howard, Meredith y Daniel habían avanzado por la galería superior. No había dudas que también era una zona de extracción de mineral, así lo confirmo Daniel que avanzaba casi corriendo. Al igual que en la zona central había restos de material y ropas de mineros; sin embargo, a unos treinta metros de la entrada, un gran derrumbamiento bloqueaba totalmente la galería, impidiendo continuar el camino^[2]. Daniel colocó su mano en aquella pared de roca, y dio un puñetazo de impotencia.

- Maldita sea - Fue lo único que dijo.

—Ayúdame Ramón, está vivo —dijo mientras comenzaba a quitar piedras de encima del hombre—. Tranquilo, estamos aquí... vas a salir de esta.

Michael, con la ayuda de Ramón, cogió al hombre del suelo y lo transportó con cuidado hasta la galería de los montacargas.

—Meredith —gritó—. Hay uno vivo pero necesita ayuda. ¡Rápido!

Norman suspiró al comprobar la dificultad de mover el armatoste. El lado bueno es que eran bastantes en esa expedición, y quizá entre unos cuantos pudieran conseguirlo.

Escuchó entonces la voz de Michael desde uno de los túneles. Decía que habían encontrado a uno vivo. Eso fue suficiente para que Norman se acercase para ver si podía ayudar en algo.

Se acercó algo a las rocas, para hacerse a la idea de la gravedad del derrumbamiento, cuando oyó que Michael la llamaba a gritos. Su voz parecía temerosa y preocupada y tenía un tono que hizo que la enfermera no se parara a pensárselo dos veces.

Dio una rápida mirada a Howard, lo que fue suficiente para transmitir a su marido lo que tenía pensado hacer, y salió corriendo hacia la galería donde se encontraba el detective. Había dos hombres en el suelo, pero Michael estaba arrodillado al lado de uno de ellos y Meredith supo que era él quien aún respiraba. Se acercó al herido sin pensárselo dos veces y empezó a hacerle un reconocimiento visual, además de palpar ciertas partes del cuerpo, queriendo saber hacerse una idea de la gravedad de sus heridas.

– ¿Me oye, caballero? ¿Puede hablar?

Howard asintió cuando Meredith se marchó a la otra galería. Apoyó una mano en el hombre de Daniel para solidarizarse con la frustración de aquel hombre:

—Encontraremos otra...

El abogado se calló repentinamente. Hizo un gesto de silencio al minero:

—¿Espere? ¿No lo oye usted? Es como si las rocas se estuviesen moviendo al otro lado. ¡Escuche! ¿Y si hay alguien intentando abrirse paso?

-¿Dónde?-respondió Norman a la revelación de Howard-. Voy a ir para allá, a ver si puedo escuchar algo más de cerca.

Se aproximó hasta la zona indicada por el abogado y trató de prestar atención, no sólo a sonidos, sino a las propias rocas, por si notaba algún tipo de movimiento como gravilla o polvo desprendiéndose.

Independiente de si notaba algo o no, pegaría un grito por si alguien respondía desde el otro lado.

Una vez en pie,  aquel minero parecía encontrarse medianamente bien. Podía andar siempre que fuera ayudado, en ese caso por Michael y Ramón. Cuando llegaron a la zona de montacargas Meredith ya estaba esperando. Tenía una herida en la cabeza que ya había dejado de sangrar, llena de polvo, suciedad y sangre reseca. Uno de sus tobillos estaba roto y tenía contusiones y magulladores por todo el cuerpo. Sobreviviría, pero necesitaría atención médica pronto.

- ¿Ramón? - Dijo al fijarse en su compañero primero

- Si, si. Me duele la cabeza - Dijo respondiendo a Meredith llevando su mano a la zona de la herida.

Mientras tanto Norman y Daniel fueron capaces de escuchar el ruido tal como había hecho Howard.

- Picos... - Susurró Daniel - ¡¡ Son picos !! - Dijo gritando.

Como respuesta al grito de Norman se pudo escuchar con algo más de claridad otros gritos de respuesta del otro lado. Parecían lejanos, amortiguados... pero gritos al fin y al cabo. 

En poco más de 10 minutos Daniel ya había organizado la situación. La zona del desprendimiento era estrecha y solo dos personas podían trabajar en ese momento. Will había vuelto de su investigación del túnel de las vías. Confirmó que los desprendimientos estaban muy cerca y que llevaría semanas hacer un túnel por allí antes de ponerse a picar junto a Daniel.

- No se cuanto nos llevará, pero vamos a sacarlos - Se dijo así mismo y a su compañero, que comenzaron a trabajar a toda velocidad. -