Partida Rol por web

Poco a poco la manta fue empapándose de ese color negro, al mismo tiempo la habitación se impregnaba con el intenso olor que desprendía. El que estuviera todo cerrado no ayudaba en absoluto. Por suerte no parecía que fuera lo que fuera lo que había bajo la cama fuera a moverse de nuevo.

Michael finalmente se aventuró con cuidado y retiró la manta. Lo que había allí era una especie de brazo. No parecía de un maniquí... o quizá si. Era totalmente negro. En el lado de la mano había una garra con cinco especie de dedos afilados. Al otro lado simplemente terminaba en una forma rugosa. Se podían ver los restos de las varias cuchilladas de Michael por el que todavía supuraba lentamente un líquido también negro y muy espeso.

Norman se estremeció al ver aquella mano antinatural. Su forma en sí ya daba escalofríos, al igual que ese líquido negro que supuraba, pero lo peor fue la afirmación de Michael de que estaba viva y le había atacado. 

¿Cómo era eso posible?, ¿de qué infierno procedía, si era verdad?

Quiso negarse a creerlo, porque admitirlo sería dar un paso más en este abismo en el parecía estar metiéndose desde que se involucró en el caso. Sin embargo, algo en su interior le decía que era cierto. Michael podía haberse equivocado, pero la actitud de Eva confirmaba que ella también lo había visto. 

-No quiero estar más tiempo aquí. Y no me refiero sólo a esta habitación. Creo que deberíamos terminar el trabajo lo más rápidamente posible y marcharnos de esta maldita casa.

Howard miraba fascinado aquel miembro amputado.

—Esto... ¿dices que se movía? ¿qué demonios es? No parece... no sé lo que parece.

Vio que Norman salía de la habitación y se adelantó hacia él para intentar reternerlo.

—¡Espera! Yo tampoco entiendo lo que está pasando pero creo que es mala idea separarnos. Debemos mantener la calma y la cabeza en su sitio.— se volvió hacia Eva —Confieso que nunca he sido mucho de creer en supercherías pero no puedo negar lo que estoy viendo ahora mismo. Después de todo lo que ahora sabemos que resuelve la ciencia antiguamente era magia... ¿qué es eso?— dijo señalando con la cabeza hacia la cama.

El objeto que quedo al descubierto al retirar Michael la sábana era cuando menos aberrante y el espeso líquido que supuraba de las heridas que le había hecho el detective eran muestra de que ¿sangraba? ¿Cómo era eso posible? No había un corazón que impulsara sangre a través de un cuerpo. De hecho, no había un cuerpo. Era un brazo cercenado que hacía tiempo debería estar inerte y sin vida.

Su lado científico la empujaba a acercarse a aquel miembro monstruoso^* e investigar qué podía ser, cómo podía ser. Pero el miedo la tenía atenazada. Reunió todo el coraje que pudo y se acercó a la cama para verlo algo más de cerca, queriendo saber más.

Escuchó a Norman queriendo salir de allí cuanto antes y la respuesta de su marido, por lo que, sin dejar de mirar fijamente a aquel horrible objeto, secundo lo dicho por Howard.

– Si. Sera mejor que hagamos dos grupos. Sea lo que sea… esto… no querría encontrármelo estando yo sola.

—Sí, se movía... y estoy seguro de que quería atacarme. Afortunadamente he reaccionado rápido —dijo Michael todavía jadeando—. ¡Norman ten cuidado! —advirtió cuando éste caminaba junto al maniquí—. Salió de ahí, puede que haya más.

Dijo estas palabras sosteniendo todavía fuertemente el cuchillo y mirando en esa dirección, pero su mirada se cruzó con la de Eva.

—¿Cómo estás querida? —preguntó preocupado.

Norman se sobresaltó ante la advertencia de Michael.

-Gracias. Realmente no pretendo acercarme a esos maniquíes ni a nada de aquí, sólo salir de la habitación.

Entonces, se paró para escuchar las recomendaciones del matrimonio.

-Está bien. Todos juntos, o en dos grupos, lo que queráis. Me parece buena idea que nadie ande solo a partir de ahora.

— Yo... si. Solo un poco impresionada. No me he hecho daño —

Eva se puso de pié ayudada Norman que estaba en la entrada a su lado. Miró la criatura que descansaba sobre la cama mientras se llevaba un pañuelo a la boca por el olor que poco a poco se metía en su nariz y su cerebro haciendo casi llorar los ojos.

— No. No tengo ni idea — Contesto a Howard con una sinceridad abrumadora — No había visto nada así en mi vida. pero si tuviera que apostar... ¿Quizá algún espíritu haya poseído... ese brazo? — Ahora su tono era de absoluto desconcierto. Realmente no tenía ni idea y tan solo daba una posibilidad remota y que más que otra cosa usaba para tratar de mantener su cordura en su sitio.

— Estoy de acuerdo. Vámonos de aquí, terminemos el trabajo y no volvamos nunca más. — Dio un par de pasos hacia atrás en dirección a la salida de la habitación, sin perder de vista a la criatura.

Meredith se acercó a aquella criatura. A simple vista pudo ver con claridad que no ese brazo no perteneció a nadie humano. Parecía cortado justo antes del codo, pero no había rastros de corte; terminando en una especie de muñón cerrado. Tampoco tenía dedos al uso, sino garras afiladas. El líquido negro cubría el resto del "brazo"; por lo que no podría comprobar el interior sino limpiaba y abría un poco las heridas provocadas por Michael. 

-Si vamos a votar, mi voto es para que nos movamos todos juntos. Que Michael y Eva nos indiquen qué habitaciones les han quedado aquí arriba por registrar, y vayamos una por una. Luego bajamos al sótano y se acabó.

Norman intentó darle todo el convencimiento posible a su pequeño discurso. 

-Por cierto, que no se nos olvide anotar lo que hay en cada habitación. Al menos, que podamos sacar un beneficio de este mal trago.

—¿Sótano? No sabía que había un sótano aunque... bueno, debí suponerlo. Hemos revisado todo este ala. Nos queda el ala contraria. Ahora tendremos que tener los ojos bien abiertos. Esta vez he tenido suerte pero, ¿y si la casa está plagada de esos... esas cosas? —dijo Michael arrugando la nariz—. De lo que estoy seguro es de que estos Belasco ocultaban más de lo que parece. Vayamos al otro ala, si os parece.

Frunció el ceño al comprender que aquella cosa no podía ser de naturaleza humana y decidió que debía de ser algún tipo de experimento de algún cerebro enfermo, algo como lo que leyó en su día en una novela de Mary Shelley. Era increíble, claro, pero era la manera en que el cerebro de Meredith trataba de dar una explicación medianamente lógica, basándose en la ciencia.

Volvió a la realidad cuando Norman comentaba de ir todos juntos y asintió casi inconscientemente con la cabeza, esperando que Michael les dijera entonces por donde continuar.

Al escuchar a Norman decir que no debían de olvidarse de seguir con el inventario, tuvo que ahogar una risa nerviosa y un comentario sarcástico.

– Pues no te olvides de escribir bien grande: negro brazo fantasmal en la habitación del sastre. –pensó para sí.

—Bien. Vayamos pues.

Howard parecía tranquilo, al menos en apariencia. Su cerebro todavía estaba intentando procesar lo que había sucedido allí.

—Ahora ya sabemos por qué el anterior grupo de inventario salió por patas de aquí. Y fíjate Meredith: tenemos que dar suerte a esa pareja de policías que nos 'aguó la fiesta' aquella noche. No quiero siquiera pensar en lo que nos podría haber pasado a nosotros dos solos aquí, de noche, si una de esas... cosas... nos atacase por sorpresa.

No, la verdad es que prefería no pensar en ello. Así que se encaminó con los demás a la siguiente sala.

Los cinco se dirigieron hacia la siguiente habitación. Recorrieron el largo pasillo que separaba un ala de la otra. La enorme lámpara de cristal de bohemia colgaba siempre vigilante a cada cambio de habitación. Con esos cristales y aquel tamaño seguramente iluminaría tanto el distribuidor como toda la segunda planta con facilidad.

En aquella habitación había una cama con cabecero de madera labrado, una mesita de noche, una mesa con una silla y un armario. El dormitorio se encontraba bastante despejado y recogido. El lugar destacaba por el orden, ya que no había nada desparramado por el suelo como en casi toda la primera planta. Posiblemente fuera porque realmente en esa estancia no hubiese nada que desparramar. Aun así, el papel pintado de las paredes se encontraba también medio desprendido como en resto de la casa.

Como ahora iban todos juntos, Norman optó por tomar un papel de guarda mientras exploraban cada habitación. Dejaría, de momento, que sus compañeros se dedicasen a registrar, mientras él vigilaba cualquier movimiento extraño, tanto en la propia habitación como cualquier cosa que pudiese entrar tras ellos por la puerta, sin dejar de empuñar el arma.

—Parece una habitación de invitados —dijo Michael mientras entraba con cuidado en la habitación. Llevaba el cuchillo manchado en la mano derecha y avanzaba con cuidado en la sala. Parecía ver sombras por todos lados y estaba temeroso de cualquier sombra.

Se acercó a la pared con el papel desprendido e introdujo el cuchillo para desprenderlo un poco más. Estaba hecho jirones. Inmediatamente después abrió algunos cajones con sumo cuidado y con el cuchillo delante a modo de protección.

—Bueno... alguien tiene que hacerlo...

Diciendo esto Howard se agachó para mirar debajo de la cama mientras decía con una voz más tensa de lo que hubiera deseado:

—¿Hola? ¿Hay algún monstruo debajo de esta cama?¹

Michael y Howard habían decidido buscar en la pared y debajo de la cama objetos para inventariar, dejando para Meredith el armario¹. Se acercó despacio, imaginando a cada paso distintos horrores que podían esconderse detrás de la puerta cerrada. Se sentía de vuelta a la niñez, cuando sus monstruos aprovechaban la oscuridad de la noche para abandonar las sombras que habitaban y lanzarse sobre ella para devorarla.

Respiró profundamente y repitió mentalmente como un mantra que no tenía que temer, que era una mujer adulta. Cuando por fin expulsó el aire, abrió la puerta del armario de par en par.

Meredith abrió el armario mientras escuchaba como su marido realizada una pregunta cuya única posible respuesta era seguramente un nuevo brazo saliendo bajo la cama. Por suerte para el abogado no hubo respuesta, ni verbal ni física. 

Dentro del armario la enfermera no encontró nada. Unas pocas perchabas viejas, algunas rotas y otras carcomidas y llenas de telarañas. Posiblemente respirara con tranquilidad al ver que nada le atacó. Mismo resultado para Michael. Los cajones estaban completamente vacíos y aunque el papel pintado caía con facilidad no había nada especial en la pared.

Norman por su parte se giró al ver que sus tres compañeros registraban la habitación sin percances. Apuntaba con su mirada al resto de las habitaciones, esperando quizá que fueran igual de tranquilas que esta. Eva a su lado parecía todavía un poco alterada y no entro en la habitación, quedando al lado de Norman.

El silencio de la casa era ahora quizá un poco más opresivo. La poca visibilidad no ayudaba tampoco y cada vez que alguno de los focos de luz pasaba por la enrome lámpara central, esta lanzaba brillos y reflejos que provocaban inquietantes sombras por todos los lados.

No se molesto en ocultar un suspiro de alivio al descubrir que el interior del armario no escondía nada más que objetos ordinarios, aunque muy ajados por el tiempo.

Se giró, muy relajada, para observar al resto de sus compañeros. Al ver que ellos parecían haber tenido tanta suerte como ella, esperó a que Michael decidiera con que habitación continuar.

No parecía que sus compañeros hubiesen encontrado nada, lo que alivió a Norman. Por su parte, se limitaría a continuar con la misma estrategia de seguir al grupo y mantenerse vigilante ante posibles sorpresas de naturaleza hostil.

Michael salió de nuevo al pasillo y observó la lampara con detenimiento, alzando la luz hacia ella para contemplarla en su esplendor. La luz se reflejó en los cristales que colgaban de la gran lampara.

Tras echar un vistazo se giró a sus compañeros y se encogió de hombros entrando en la siguiente estancia.