Partida Rol por web

El tiempo pasó para todos con relativa tranquilidad; fue Howard el que estuvo más ocupado estudiando el peculiar libro. En él encontró información curiosa, perturbadora y ciertamente interesante a tenor de los acontecimientos que habían vivido...

En el libro se menciona a Nyoghua como un ser primigenio que habita bajo tierra. Es un ser sin una forma definida, parecido a una masa oscura gelatinosa que puede desplazarse utilizando seudópodos que forma a voluntad. Algunas descripciones mencionan que puede parecerse a una especie de araña gigante deforme. Según el libro, la adoración a este ser es más bien escasa y normalmente relacionada con seres que viven en lugares subterráneos, como los Gules, principalmente aquellos que frecuentan el mundo onírico de las Tierras del Sueño. A pesar de sus escasos adoradores, Nyoghua desarrolla su progenie entre  los humanos, los denominados Semillas de Nyoghua. 
La Semilla de Nyoghua procede de la unión entre seres humanos, Gules y el propio Primigenio. El resultado de una unión de estas características degenera rápidamente en abominaciones informes en unas pocas generaciones. La Semilla comienza su vida en forma humana y pasa fácilmente por tal a menos que se realice un examen médico detallado. Sin embargo, en lugar de sangre, a través de su cuerpo pulsa un icor negro y viscoso.
Al parecer las Semillas de Nyoghua son fotosensibles. El mero contacto de la luz solar sobre su carne les causa un tremendo dolor, y una fuente de luz brillante los ciega y confunde. También afirma que poseen una muy buena visión en la oscuridad.

En un momento determinado del libro se menciona el Cetro de Nyoghua, un artefacto de un poder estremecedor. El texto se acompaña con varios bocetos. Los dibujos no dejan lugar a duda. La empuñadura de oro con forma de estrella de uno de los bastones de la mansión Belasco es una de las partes del cetro.
Concretamente, la parte superior del mismo. A continuación, describe el cetro como un ente con voluntad propia. Se advierte de que su uso por parte de personas inexpertas puede acarrear graves consecuencias.
Debajo de la estrella, el cetro tiene grabados cuatro símbolos, como una especie de runas. Teniendo en cuenta estos símbolos, el cetro posee cuatro  orientaciones en relación a la persona que lo esté sosteniendo en sus manos. Cuando se usa sobre un objetivo, el cetro debe apuntarse hacia el mismo. Para activar su poder, debe recitarse la palabra correcta en relación con la orientación del símbolo que quiera emplearse; consiguiendo transferir parte de las capacidades del objetivo al portador del cetro; otorgando capacidades sobrehumanas al mismo.

En el libro también había dos conjuros. Un primero que permitía reconstruir el cetro en caso de que este fuera destruido y otro que permite expulsar a Nyoghua o para evitar y repeler los ataques de sus semillas.

 Jueves 29 de Mayo de 1924

Hace unos días Norman, Howard y Michael recibieron la carta de Samuel Wilkinson en nombre del club Blackstone solicitando que se presentaran hoy por la mañana en la sede del club para su aceptación. Tendrían que dar un discurso sobre su trayectoria en la ciudad así como lo que podrían aportar al mismo...

Las cosas habían ido bien para Michael Thomas. Su nombre recorría las calles y había podido resolver un par de caso sencillos gracias a la inversión en publicidad en el Bloomfield Gazette, con el dinero de Williams. Pero había algo que siempre estaba presente en la mesa de trabajo de Thomas: el proyecto Moonshade. Habían sido muchas horas invertidas en el proyecto y todavía nada tenía sentido para Michael.

En ese preciso instante, Michael tomaba café con Howard y Norman.

—¿Un discurso? ¿En serio? —preguntó sobresaltado cuando Howard recalcó ese hecho que Michael había pasado por alto—. Nunca he dado un discurso, ¿qué se supone que tengo que decir?

Norman perdió definitivamente su trabajo en el psiquiátrico, pero en el pasado había estado en situaciones peores y siempre encontraba algo con lo que tirar adelante. En esta ocasión fue el pago por el trabajo en la Mansión Belasco. Gracias a ello pudo mantener, de momento, su humilde nivel de vida.

Aquella mañana vestía con su mejor traje, aunque seguía sin ser bueno.

-El mío va a ser muuuy breve, ya os aviso. No me soprendería que me echasen de allí. El miembro más efímero de Blackstone-dijo con sorna, en relación al discurso de presentación.

Bloomfield no era Nueva York y eso se notaba en la dificultad de los pleitos que tenía que resolver Howard. Para él eran juego de niños y su fama no paraba de crecer. Alguien capaz de ganar el caso Cobb estaba claro que podía resolver los problemas más complicados y por eso su cartera de clientes tenía cada vez nombres más importantes.

—Bueno, yo os escribo los discursos si queréis. ¡Es mi trabajo!— dijo riéndose. — Sé que me vais a tomar por loco pero el libro ese... no sé como explicarlo... tiene unos conjuros. Hay magia. Real. No trucos. De alguna manera he comprendido como se pueden realizar ciertos encantamientos y creo que si en el futuro nos tenemos que enfrentar a alguna criatura como la que atacó a Michael no estaremos totalmente desprotegidos.

Les explicó entonces, brevemente, lo que había averiguado del libro y el hecho de que aquellos conjuros parecían de verdad.

-Pues sí. De no ser por lo que hemos visto, seguramente te tomaría por un loco-respondió a Howard-. Sólo espero que sepas lo que haces si decides practicar esa... magia... Conocí a una gitana de la que decían que echaba maldiciones, y de un día para otro desapareció sin dejar rastro. En fin, por lo que explicas, es verdad que esos conjuros podrían resultar útiles, pero no por ello dejan de darme muy mala espina. Ten cuidado.

—Lo tendré, descuida.

Aprovechando la reunión y en un momento en que pudo quedar a solas con Norman el abogado le comentó discretamente:

—Oye, me he enterado que las cosas no van muy bien últimamente. Si necesitases efectivo para maniobrar y recuperarte no dudes en acudir a mí. Para eso están los amigos. Nuestra situación ahora mismo es muy desahogada y no tendría problemas en avalarte si fuera necesario. Simplemente tenlo en cuenta.

Y así llegaron hasta la sede del club. El club de caballeros Blackstone estba ubicado en una casa de dos plantas y sótano en una de las mejores calles del distrito de Hillsburg. El club fue fundado por Nathaniel Blackstone pero fue la familia Parker (una de las familias fundadoras) la que donó el edificio. El club se constituyó como un elemento en el que los buenos hombres pudiesen resolver sus disputas con honor, teniendo como testigos al resto de miembros del club.

Al llegar, los tres pudieron ver que en el exterior de la misma esperaba apoyado en la pared y leyendo el diario de Bloomfield el señor Wilkinson. Habíais podido saber que era capitán en la reserva de la novísima fuerza aérea del ejército norteamericano. Vestía una desgastada chaqueta de cuero de aviador junto a una bufanda que para ser francos, no hacía demasiada falta. Parecía la típica estampa de un as de la aviación.

— Ah, por fin llegan — Miró a los tres sonriendo — Muy elegantes, si señor. Muy elegantes. Me alegra que hayan accedido los tres. Acompáñenme por favor, les mostraré nuestra sede antes de comenzar con su presentación; todavía tenemos tiempo y no han llegado todos los miembros que dijeron que asistirían —

Llamó al timbre y apareció una mujer de mediana edad que saludó al señor Wilkinson. Se trataba de Abbie Sherwood. Al parecer ella y su marido Martin trabajaban como personal de servicio y se encargaban de tener todo en orden y de hacer las comidas así como de atender a los miembros.

El edificio contaba con salones y diversas estancias dedicadas al esparcimiento y ocio. Había salas con billares, dardos e incluso una galería de tiro en el sótano. Todas estas estancias aparecían decoradas con gruesas alfombras persas y multitud de trofeos de caza. Algunos de estos trofeos de caza mayor se obtuvieron durante una expedición que varios miembros del club realizaron hace unos años a África según relataba el propio Wilkinson. El club también disponía de varios dormitorios que podían ser empleados por sus miembros en el caso de que deban pasar discretamente alguna noche fuera de sus respectivos domicilios. A pesar de la prohibición, en el club se servía alcohol a sus miembros, aunque de manera discreta y sin excesos que puedan llamar la atención.

— Pronto verán que Martin prepara unos excelentes margaritas —

El final de la visita llevó a los cuatro al salón principal en donde varios miembros esperaban sentados en varios sofás y hablaban mientras disfrutaban de algunos puros.

Wilkinson carraspeó, llamando la atención del resto de miembros. 

— Buenos días caballeros. Me agrada presentar a nuestros tres nuevos miembros del club. Lo primero quiero agradecer a todos los miembros su beneplácito para aceptar a nuestros nuevos compañeros. — Hizo un gesto levantando su mano en señal de agradecimiento. — Por otro lado dejaré que ellos mismos se presenten. —

Samuel Wilkinson se giró y os miro sonriendo; hablando en voz baja. — Recuerden lo que decía la carta. Una presentación somera; y a ser posible agradeciendo el ser aceptado — Guiñó el ojo y se retiró junto al resto de miembros que fue poniéndose de pie mientras guardaban silencio...

Norman apreció el gesto de Howard.

-Al final vas a resultar ser un buen tipo y todo...-dijo guiñándole el ojo con una sonrisa-. Tranquilo, he estado en situaciones peores, pero te lo agradezco. De momento me puedo apañar.

Como continuara esta escalada de violencia que estaba despuntando entre el crimen organizado, seguro que trabajo no le iba a faltar, aunque confiaba en no tener que volver a las andadas.

Wilkinson era sin duda un sujeto peculiar. Ese uniforme le daba un toque autoritario, pero también algo cómico. Sea como fuere, era amable y educado, lo que le hacía digno de respeto.

Norman aprovechó para memorizar la estructura de la sede durante la ruta turística. Puertas, accesos, qué salas les mostraban y cuáles no.

Cuando finalmente llegaron frente a aquellos peces gordos, los observó de arriba a abajo. Era como estar ante los capos de las grandes familias. Sus miradas, su pose, sus gestos. Si aquellos no eran los tipos que manejaban los hilos de la ciudad, al menos lo parecían.

Norman tomó la iniciativa con un carraspeo.

-Mi nombre es Norman Burton. Encantado de conocerles. Si les soy sincero, no me esperaba ser invitado a un club tan selecto como este. Aunque a decir verdad tampoco imaginé nada de lo que ha sucedido en mi vida de un tiempo a esta parte. Llegué a Bloomfield en busca de un futuro mejor, sin embargo terribles tragedias se cruzaron en mi camino. No obstante, cuando cuentas con grandes amigos a tu lado dispuestos a trabajar codo con codo, es más fácil dar un paso al frente y hacer lo que hay que hacer. Los que hayan estado en la guerra me entenderán mejor que nadie. No creo haber hecho nada que cualquier otro no hubiese hecho en mi lugar, pero si mis acciones se consideran dignas para entrar en su club, les agradezco la oferta, la cual aceptaré humildemente.

Howard aplaudió la presentación de Norman y luego tomó la palabra.

—Igual que mi buen amigo Norman yo también quisiera empezar agradeciéndoles la deferencia que han tenido con nosotros dándonos la bienvenida en tan selecto club. Aunque sea abogado no se asusten: ¡prometo ser breve!— dijo guiñando un ojo con una sonrisa —Espero ser merecedor del honor que nos conceden al entrar en este club donde se reúne lo más selecto de Bloomsfield. Una ciudad que nos ha acogido con los brazos abiertos y a la que esperamos devolver el abrazo dando lo mejor de nosotros mismos.

Se apartó a un lado para dejarle sitio a Michael.

El discurso de Michael fue el que más desapercibido pasó; y un contenido y corto aplauso terminó con la presentación de los tres nuevos miembros. Samuel se acercó a los tres.

— Bienvenidos al club de caballeros Blackstone hahaha —

El resto se acercó y con una actitud bastante jovial y cercana fueron presentándose. El primero fue Wilkinson claro, que habló acerca de su aeródromo, dos hangares y un edificio de administración. Su bien más preciado era su biplano al que parecía haber bautizado como Betty.

— Oh vamos Samuel... deja ya de hablar de tu niña bonita — Un hombre alto, bien peinado, vestido con uno de los trajes más caros de la ciudad. Puede que Howard ya lo conociera.

— Chandler Vaughn. Notario municipal de esta nuestra hermosa ciudad. Bienvenidos al club. —  Como distraído parecía buscar por algo o alguien.

— Oh, ahí está Martin. Si me disculpan —

Algunos miembros habían decidido seguir sus conversaciones previas; pero un joven de unos 30-32 años se acercó después del señor Vaughn.

— Robret Pennington  a su servicio — Llevaba en su mano una copa de whisky. Vestía un traje si cabe más caro que el del notario y sin duda tenía ese aura que rodea a los ricos cuando no han tenido que luchar para conseguirlo.

— Si tienen alguna duda sobre donde conseguir una buena botella de esta maravilla... soy su hombre — un guiño y dejó paso al siguiente.

— Por desgracio no los conozco. James McCracken — Se presentó un hombre un tanto huraño. Vestido con levitas negras y un andar ligeramente encorvado. Sin duda era el hombre de aspecto más austero del club.

— Soy el sacristán de la Iglesia de la Transmigración. Supongo que como el resto de los distinguidos miembros... estarán demasiado ocupados para venir a la iglesia a acercarse a Dios. Bienvenidos en cualquier caso. —

— Vamos McCracken, no empieces. Sabes que aquí va a la iglesia quien quiere o quien puede. Somos hombres ocupados — Wilkinson guiñó un ojo a los tres nuevos miembros mientras daba la espalda y los llevaba a una mesa aparte. 

— Es un buen hombre, pero demasiado insistente con el misticiscmo, la religión. ¿Sabe que da charlas en el club? Es una buena forma de mantenerse cercanos a las creencias de la población claro... En fin, espero que estén cómodos. Ahora si me disculpan voy a ver si hablo de negocios con algún caballero. Ya he hecho mi buena labor por hoy. ¿Puedo ayudarles con algo más? —

Howard agradeció a Wilkinson su ayuda y dejó que siguiera con sus asuntos. Cuando se hubo retirado se aproximó al padre McCracken.

—Discúlpeme padre. Debo confesarle que no soy una persona especialmente religiosa y por eso no suelo acudir al templo. Supongo que, por mi oficio, soy más dado a los temas materiales. Pero no por ello dejo de creer que haya algo que guíe nuestros pasos en este mundo. Pero desde lo sucedido con el joven Miller no solo creo que haya una entidad benigna que nos intente proteger sino que empiezo a pensar en el influjo de su contrincante en nuestras vidas. ¿Que preceptos sigue su culto a la Transmigración?

Norman estrechó las manos de todos aquellos hombres conforme iban presentándose. Le llamó la atención el joven que alegremente se ofrecía como proveedor de ese whisky tan caro. Seguamente tendría que vender un riñón para poder permitirse una botella de esa delicia.

Por lo pronto, Norman se limitó a tomar un buen vaso del excelente licor y a pasearse entre los presentes. También intentó observar qué aspecto tenía ese tal Martin al que parecía haber estado buscando el notario.

El padre McCracken escucho sorprendido las palabras de Howard. Su rostro cambió de una corta sonrisa a su llamada a una nueva mueca de hastío al escuchar la exposición del abogado.

— Por desgracia ya me ha dejado claro que sus creencias no son lo que le motivan. En nuestra iglesia creemos en que el regreso personal, visible y glorioso de nuestro señor es inminente. La segunda venida. Adventistas. Por ello oramos en la iglesia y por ello, a pesar de su falta de fe... le invito a venir cuando quiera a escuchar mi sermón de los sábados. —

Mientras tanto Norman observaba; y su mirada fue a parar al tal Martin. Era un tipo elegante, alto bien peinado y con una maestría digna de un barman al preparar los cócteles por lo visto. Wilkinson ya portaba uno en su mano que levantaba a modo de brindis al verle. El notario sonreía mientras hablaba con el tal Martin y este le preparaba un combinado...

Michael por su parte parecía absorto por todo lo que le rodeaba...

—Entiendo.— dijo Howard asintiendo y perdiendo el interés en el sacerdote.

Si el cura esperaba que los no creyentes fueran a su iglesia por su propio pie es que no tenía ni idea de como vender su producto. Pero le intranquilizó un poco esa frase: la llegada de nuestro Señor es inminente porque a estas alturas le buscaba un doble sentido a todo en Bloomfield.

Se quedó entonces en la barra, disfrutando de unas de las bebidas que servían, ojeando alrededor por si por un casual veía aparecer a McKenzie.

Michael no paraba de observar el papel donde Howard le había escrito el discurso. Era sencillo, una agradecimiento y una presentación formal, en la línea del de Norman. Pero no había tenido el mismo efecto. Quizá era el tercero y eso hizo que la parroquia perdiera el interés rápidamente o quizá es que Michael resultaba el menos interesante de los tres nuevos miembros. Sin duda Howard estaba más en su ambiente.

El instinto de Michael se centró en Vaughn. Era el notario de la ciudad y probablemente por sus manos pasaran muchos proyectos y, en particular, los proyectos públicos. Quizá recordara la obra de Belasco pero ese no era el momento para sacar ese tema.

Se acercó a la barra desde donde Howard observaba.

—Me siento tan fuera de mi terreno, Howard —se lamentó cogiendo la copa que acababan de dejar sobre la barra—. Eres un hombre inteligente, ¿qué piensas sobre la inclusión de hombres como Norman o yo en este club? No parece muy natural y empiezo a pensar que quieren mantenernos controlados.