Partida Rol por web

Pido a nuestro Señor que de a los franceses el don de pronunciar la «r» perfectamente. Un día de estos su negativa a aprender un castellano decente o esforzarse por pronunciar mejor nos dará un disgusto.

Escucho las órdenes con la firma convicción de que las entendería mucho mejor si hablasen en francés. Guardo el rosario y empuño el arma. Ya rezaré después de la batalla, si Dios quiere.

Muchachos, García se dirige a vuestro grupito sin llamar la atención del coronel.

Creo que ya ha llegado el momento de decirle adiós a esta mierda de guerra. Pero como aquí los musiús no parecen muy dispuestos a dejarnos marchar por la buenas, habrá que usar el método Peláez y despacharlos por la posta en cuanto estemos a una distancia conveniente de los ruskis. Muñoz, llévate a Ortega y a Emilio, y a por Bernard. Los demás, conmigo a por Oudin. Cuando yo diga "Cartagena", empezamos el baile y que Dios nos pille confesados.

Ahora a formar en línea de avance, y vámonos para los rusos como si hubieran dicho "maricón el último."

Emilio hace un rápido saludo y se acerca al alférez para quedar a su disposición lo más presto posible.

- "A sus órdenes mi alférez, ¿quiere que marche en cabeza o liderará usted el binomio?"

Se giro en busca del sargento, que seguramente se acercaba a ellos... Pero con el humo reinante tuvo que volver a taparse la cara para evitar que una nube de hollín no se le metiera en los ojos.

Marchaban hacia los rusos como leales soldados del emperador francés, maldito retaco.

Las órdenes estabas claras y yo, bastante cansado de todo aquello y con ganas de irme a mi casa o casi mejor a algún lugar nuevo en el que pudiera buscarme algún sitio para vivir, pero seguro, que ese sitio no era éste, perdido de la mano de dios como estaba.

Fruncí el ceño ante las palabras del capitán, pensando en mis cosas, hasta que al final cogí el arma bien cogida y cambiando a una expresión más decidida me dispuse a seguirlo como bien había dicho.

- No sé a quién tengo más ganas de meter un tiro, si a los gabachos o los malditos rusos..

El problema es que sí que sabía a quién prefería llenar de plomo y sin duda, era a los franceses de mierda a los que llevábamos tanto tiempo " obedeciendo ". A fin de cuentas, los rusos sólo estaban defendiendo su territorio, como haría cualquiera en su situación.

¿vamos a poder dale julepe a los megsius ?acaricio la navaja cabritera que siempre llevo a la cintura mas o menos oculta pero siempre a mano .

Escucho anonadado las órdenes de mi capitán. No es esto para lo que he venido aquí. Pero entonces recuerdo la casi insoportable estancia en la cárcel, el desprecio de los franceses hacia nobles miembros de su propio ejército y lo tomo como una señal de Dios. Dios quiere que volvamos a predicar a nuestra tierra, tierra santa. Nuestra labor como soldados debe llevarnos de vuelta a tierras cristianas y mi labor como sacerdote es guiar al rebaño en este éxodo.

—Si, mi Capitán— respondo con voz profunda y perfectamente audible.

Cita:

—Iremos a par señores, y que Dios nos pille confesados— ordeno a mis subordinados.

Hago la señal de la cruz, y comienzo a caminar con paso firme hacia mi objetivo.

El sargeto Ortega apretó los dientes tras su mostacho de soldado viejo, en una mueca feroz. No era esa la suerte que merecía Bernard. Al fin y al cabo era un buen hombre. Se juntaba con la tropa, la mayoría alegre aunque infame balhurria de gitanos y jaques de Sierra Morena. Bandoleros de fácil chanfaina y escupitajo por el colmillo. Y además disfrutaba. Una pena. Sólo esperaba que no le tocara a él pegarle el tiro de gracia. Aunque en cualquier caso era algo que iría de oficio. Pum. selavi. Así eran la mayoría de las mierdas que teníamos que hacer en este estropicio que llamaban guerra. La guerra del enano. ¿Lo haría por Europa o simplemente por insania megalomanía? Algún día se pronunciaría la historia, pero de momento era el capitán García el único que hablaba aquí, así que me moví, -primero de mala gana y después presto para no levantar sospechas- hacia el grupo que se me había asignado...

A vuestro alrededor sigue el caos de la batalla.

Caen pepinos de la artillería rusa (todavía lejos), grupos de cosacos persiguen a cuadros de infantería en plena retirada, aquí y allá tienen lugar cargas y contracargas a la bayoneta. En fin, un día de trabajo como cualquier otro.

Desde luego el paísaje no era ni bonito ni agradable, sino más bien todo lo contrario. No había más que lo típico que puedes encontrar en una batalla, sangre, muerte, gritos, gente corriendo, llorando.. No creía que pudiera olvidar aquello ni aún estando lejos, ni aunque pasara mucho tiempo se me olvidarían aquellas imágenes, pero ahora, lo importante era poder mantenerme vivo para aunque a disgusto, en un futuro pudiera recordar todas aquellas escenas.

No disparé mi arma, pues no pensaba parar mi carrera tras el capitán. Lo único que quería era que salváramos nuestros culos y si para eso tenía que disparar a los " gabachos amigos " me los llevaría por delante.

- No sé cuál será la idea del capitán pero si me saca de aquí vivo le haré un monumento!

A pesar de no tener idea de abrir fuego, tampoco descuidaba que alguien pudiera abrirlo contra mí.

El combate: aspectos prácticos
Tanto el combate cuerpo a cuerpo como con armas de fuego dependen (como es lógico) del arma utilizada. En las armas de fuego, además, se tiene en cuenta la distancia al blanco. Como quiera que se trata de freir a tiros a los dos franchutes, empezaremos explicando cómo van los tiroteos.

Mosquete
Alcance (distancia)/Cartas
Bocajarro (hasta 3 m)/5
Normal (hasta 15 m)/3
Largo (hasta 30 m)/2
Extremo (hasta 75 m)/1

Pistola
Alcance (distancia)/Cartas
Bocajarro (hasta 1'5 m)/4
Normal (hasta 6 m)/3
Largo (hasta 15 m)/1
Extremo (hasta 30 m)/1

Rifle
Alcance (distancia)/Cartas
Bocajarro (hasta 3 m)/6
Normal (hasta 30 m)/5
Largo (hasta 60 m)/3
Extremo (hasta 120 m)/1

El procedimiento es: para cada ataque yo sacaré una carta (se le llama la carta del destino) y vosotros tantas como vuestra arma, más posibles cartas adicionales por rasgos, reputación u objetos, comparando la mejor carta que saquéis con la del destino. Ese será el resultado del ataque.

Francotiradores y hostigadores usan rifle, el resto de clases de tropa y los suboficiales, mosquete. Los oficiales, pistola.

¡Que nadie dispare hasta estar a distancia de bocajarro! No quiero que esos cabrones salgan de ésta, o colgaremos del árbol más próximo en un decir Jesús.

No se preocupe mi capitán que le partiré el alma en un santiamén no va a tener tiempo ni de pedir confesión .Bueno ,eso si los megsius gastan de esoabro la cabritera y oculto la mano derecha pegada a la pierna para que no se vea demasiado.

Emilio se quedó mirando al capitán.

La orden que había dado era muy arriesgada, aunque no era nada raro en él.

No pudo evitar menear la cabeza mientras seguía avanzando. Al acercarse aseguraban el objetivo, pero se expondrían mucho más.

La ventaja es que al ser mayoría en el batallón los únicos peligrosos eran los oficiales franceses y si todo salía bien estarían bien muertos...

El batallón seguía avanzando, y ya empezaba a oirse el zurreo de las balas, y algún que otro "¡Ay!" al alcanzar éstas un blanco viviente.

Vosotros avanzábais a un paso ligeramente superior al del resto de la tropa para reducir distancias con los dos oficiales. Por fin llegásteis a distancia de bocajarro, aproximándoos por detrás para no ser detectados, y el capitán García, sable en una mano y pistola en la otra, se irguió todo lo que daba su escaso 1'65 m, y gritó a pleno pulmón, para que se oyera por encima de las balas: ¡CARTAGENA!