Partida Rol por web

Ponze permanecía en silencio, meditabundo. Escuchó cada palabra con atención, intentando dilucidar la trampa. Pero le era imposible, ya que no lograba darle veracidad a la historia que les narró la criatura.
No se podía confiar en una criatura oscura, eso era cierto, pero si la historia era cierta, el mundo que conocían podía correr peligro. Y si era posible que los muertos se levantasen de sus tumbas para luchar y que una criatura salida del inframundo les hablase, ¿no podría ser el espejo más cierto que todo ello?

Las opciones se acababan. No se podía actuar con lógica, al menos no con la que Ponze frecuentaba actuar. No tenía nada que perder (excepto la vida, claro está), por lo que, tras escuchar a sus compañeros, tomó una decisión.

-Tenemos que encontrar el espejo. Si la historia es cierta, la tierra está en peligro, y vive Dios que todavía no es la hora del juicio final, pues trompetas no oigo, aunque bien que he visto muertos caminando entre los vivos. Ponze le dio una patada a la bolsa con las monedas, apartándolas de él. Guárdate tu limosna, criatura, para aquellos insensatos que no teman al castigo eterno. Y más te vale no engañarnos, pues no osaremos aguantar más tretas de un diablo.

Ponze se dio la vuelta, presto para salir del caserón...

Miro con sorna al fraile:- ¿Acaso eres el líder de la manada frailecillo valiente? ¿Por qué debemos ayudar a un siervo del maligno sin saber si dice la verdad? Yo creo que nada tenemos que oir de este ser del Averno, sigamos nuestro camino o vayamos a destruir ese espejo, pero nunca volveré a este lugar.

- El fraile tiene razón Puñadas - replicó Koldo perdiendo un poco la paciencia - no seas terco, ya has visto como los muertos caminan pos su propio pie. Creo que debemos recuperar ese espejo y que Dios provea, ¿no fraile? - sus últimas palabras fueron acompañadas por una sonrisa burlona y un trago de vino.

- ¡Vuestros pecados os hacen más estúpidos de lo que pensaba!, ¿no veis que es una trampa?, si le traemos el espejo nos matará a todos, si rompemos el espejo moriremos todos, esto es cosa de brujería y sólo los herejes brujos deben tocar esas cosas, lo mejor es continuar el camino a casa dejando las monedas que seguro se convierten en serpientes venenosas o ascuas ardientes por no hablar del olor a azufre.

Tras otro trago añadió:

- Salgamos fuera y hablemos en privado, Puñadas.

- ¡De acuerdo vizcaíno, pero no me vas a convencer de ayudar al diablo!- Salgo de la casa para hablar con Koldo.

Ponze dejó salir a Puñadas y a Koldo, no quería entrometerse en chanzas privadas.
Observó que Mudarra seguía postrado en el suelo, pensativo, y parecía no sentir dolor alguno mientras admiraba las bolsas que había dejado en el suelo la criatura.

-Mudarra, será mejor que le echemos un ojo a tu herida, no quisiera tener que enterrarte antes de tiempo y por el rito cristiano. Salgamos mientras podamos.

Se acercó a Mudarra y le tendió la mano...

Una vez a solas y a salvo de oídos indiscretos Koldo sujetó a Puñadas  por los hombros para que fijara su mirada en la suya.

- Pedro, entiendo tu postura - le dijo con una expresión grave - no estoy pidiendo que le devolvamos el espejo. Tenemos que saber contra qué nos enfretamos. Si el mundo está en peligro es nuestro deber impedirlo y no devolviendo el espejo a un ser demoniaco, sino destruirlo - buscó la mirada de Puñadas - se trata de intentar descubrir como destruirlo y hacerlo. No podemos mantenernos al márgen y consentir que el espejo caiga en manos equivocadas. ¿Qué dices? - esperó su respuesta.

Miro con la cabeza medio bajada al cazador y con semblante perdido le digo:- Quizá tengas razón, hagámoslo pues- Levanto mi mirada y mi cabeza y grito:- ¡Fraile, Modorra! ¿VAMOS O QUÉ?- Me giro de nuevo hacia Koldo de Lezama y le digo:- No volveré a entrar ahí adentro.- Dicho eso me giro y miro el horizonte del camino.

Mudarra, en su debilidad, se había mantenido callado y a la espectativa. Escuchó la conversación de sus compañeros sin llegar a formarse todavía una idea clara de lo que iba a hacer, las monedas que tenía delante eran demasiada tentación para él pero jugar con el destino en el más allá... eso eran palabras mayores.

Agradeció con una inclinación de cabeza la ayuda de Ponze y agarrándose de su mano se levantó del suelo. Sus huesos crujieron con el esfuerzo, pero al final apoyándose en el antiguo monje, consiguió mantener el equilibrio. Sus ojos seguían sin perder contacto con las monedas, ya que al ser infernal no se atrevía ni a mirar.

- Es mucho dinero... más del que veremos en nuestra vida... ¿No podemos pensarlo mejor? Aunque... miedo me da perder el alma.

Esos dos necios no me escuchan ahora -dijo la Sombra refiriéndose a Koldo y a Puñadas-, pero os hago saber que si tocáis el espejo o tan sólo lo miráis, no volveréis a ver la luz del sol en ésta, vuestra tierra. Andad e id a por lo que os pido, y tomad las monedas que comprobaréis que los posaderos las toman bien sin miramientos.

Luego pareció calmarse la Sombre. Su voz era ahora más relajada.

Esto es un trato -dijo-, y os entrego mi parte, como veis, aunque algunos no la acepten. Con esto quiero decir: cumplid vuestra parte, pues la consecuencias de no hacerlo no serán agradables, nada agradables.

Entonces la sombra pareició recogerse de nuevo, y ya no flotaba, sino que aquel humo negro volvió a convertirse en una figura tapada con una manta y acurrucada a un lateral del derruido caserón.

Koldo y Puñadas hablaban fuera, mientras que la sombra parecía decirles algo a Mudarra y Fray, dentro. No obstante, al minuto el susurro y percepción de la voz de la sombra se apagó. Parece que íbais a por el espejo.

Recordaste que alguna vez oíste hablar de la:

Sombra: Entidad demoníaca de la oscuridad. Su apariencia es de una gran forma oscura, sin rasgos definidos  sujetas al demonio Agaliaretph. Una sombra conoce todos los hechizos y no gasta PC al usarlos.

Miró con una mezcla de codicia y aprensión aquella bolsa a sus pies para, acto seguido levantar la vista hacia Ponze y hacia la sombra. Estaba asustado pero tampoco le parecía una tarea tan difícil de realizar y, al fin y al cabo, ¿qué riesgo podrían correr?

- Pero... pero... no hemos decidido nada aún, así que ¿qué consecuencias podría acarrear nuestra negativa? Si no hemos dado nuestra palabra.

Miró de nuevo a Ponze para volver a desviar la mirada a la bolsa. Aquella sí que era una decisión difícil. Además... sabiendo a quien servía aquel ser y todos los conocimientos que tenía, una negativa podría ser muy peligrosa para ellos.

- Ponze, creo que será mejor que hagamos caso y aceptemos el encargo.

-Dejadlas ahí, sarraceno, pues si lo que dice la criatura es cierto es posible que no vivamos para disfrutarlas. Además, no creo que vayan a ninguna parte, estarán aquí cuando regresemos... - si es que regresamos.

Ponze ayudó a Mudarra a incorporarse, y cargando con su peso se dispuso a llevarlo fuera del caserón.
Las tripas empezaron a rugirle, y se dió cuenta de que no se había llevado nada a la boca. El fragor de la batalla y la aparición de la criatura le habían paralizado el apetito, que ahora parecía salir en estampida.

Aún así las últimas palabras de la criatura le habían dado más motivos aún para guardarse el hambre. Y Ponze no dudaba de la veracidad de las palabras, pues todo mal que sea predicho merece de precaución. No se debe mirar ni tocar el espejo.

Mejor será no darles más motivos de desconfianza - pensó Ponze. Cuando llegue el momento me ocuparé del espejo.

Me giro hacia Koldo con cara de preocupación:- ¿Se los habrá comido esa cosa que hace mucho rato que esperamos que salgan y nada? ¡Ves a ver y avisa si necesitáis ayuda!

Koldo bebe otro sorbo y apura la botella tirándolo con fuerza contra la roca. Se sujetó las sienes y dando un par de pasos fijó su mirada en Puñadas.

- Ja, ja iré a ver que pasa.

Avanzó a grandes pasos y se asomó.

Ponze se encontró con la mirada de Koldo mientras intentaba llevar a Mudarra fuera del caserón.

-Presto, saquemos a Mudarra afora y vendémosle las heridas. No perdamos más tiempo del necesario o el día del juicio se nos echará encima.

Al ver que ya salen del caserón, respiro tranquilo, parece que no se los ha comido el demonio del interior. Avanzo, no mucho, y cuando sacan a Mudarra ayudo a vendarle las heridas, aunque mirando constantemente, como si de un tic se tratase, hacia la puerta del caserón por si aparece algo.

Tras unos minutos de dudas posteriores, salísteis de la choza ruinosa. Aún teníais el miedo el en el cuerpo tras el encuentro con la sombra (casi más que si os estuviera persiguiendo la mesnada de Su Majestad), y decidísteis avanzar (no sin antes preguntaros de nuevo en vuestro pensamiento si sería lo correcto)  en la misma dirección y sentido por donde íbais, por la cual, en teoría, veríais el susodicho carruaje del espejo.

Ahora notásteis la ausencia de tormenta, y no había rastros de lluvia por ningún lado. Por contra, veis que la noche ha hecho su aparición en "tiempo récord" y en la oscura inmensidad de los cielos algunas estrellas brillan ténuemente. Cuando andásteis la cuarentena de pasos y la choza se hacía cada vez más pequeña, os percatásteis de que la sombra, aún visible a pesar de la noche sin luna, había salido a la entrada del mismo, permaneciendo allí parada, como vigilándoos y comprobando que andábais a donde os dijo. Notábais la sangre helada recorriendo vuestro cuerpo.