Partida Rol por web

La sombra del Norte

Capítulo 1: La Comarca

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12/07/2016, 01:46
Mithdúlin

La tensión parecía estar floreciendo entre el grupo, amenazando la calma que se había instaurado al ver que el humor de Dimrod había mejorado y las jornadas bajo la lluvia habían quedado atrás. A Mithdúlin le sorprendió la lengua ácida de Aeth, que hablaba sin tapujos y sin temer ofender a nadie. Sin embargo, no podía adivinar si se debía a sus toscos modales o, tal cómo había señalado Hunkel el enano, se trataba de una estratagema para conocer mejor las reacciones de sus compañeros.

No supo si intervenir o no, él sólo era un bardo y sospechaba que no gozaría de mucha estima ni respeto por parte de aquel huraño mercenario. Aún así, dejó a un lado el protocolo cuando su impulsividad ganó el duelo de sus emociones:

Señor Aeth, creo que debería reservar su bilis para el verdadero enemigo. Ya tendremos bastantes problemas si nos encontramos con bandidos o...— hizo una pausa en la que respiró hondo y su mirada se ensombreció —los siervos de Morgoth.

 

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12/07/2016, 19:56
Aular Robleviejo

Uno de los mercenarios decidió que era hora de incordiarle con sus preguntas , educadas  pero molestas para alguien ocupado en sus pensamientos.Le miró de arriba a abajo intentando decidir si su interés era real , burlón o simplemente un intento amable de integrarle en el grupo .¿Que daño podría hacer decirle lo que había visto?Por otro lado quien era el para revelar lo que los espíritus tenían reservado a aquel grupo..Miro fijamente al muchacho y paso el dedo gordo a modo de cuchillo de lado a lado de la gargánta.Gurz..muerte

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12/07/2016, 21:35
Eoden

El norteño de las tierras de los señores de los caballos no desaprovechó la oportunidad que se le presentaba ante las sugerencias de Aceroamargo y Aeth. Redujo la velocidad de su caballo y se colocó a la par de Dimrod y Aceroamargo.

-Yo puedo encargarme de proteger a la dama. Seré su escolta personal y no la dejaré sola en ningún momento. -Se giró hacía ella y le dedicó una encantadora sonrisa mostrando su perfecta y blanca dentadura.

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12/07/2016, 21:57
Rossuon Pairaniar

Rossuon reculó. Las palabras de aquel hombre le habían provocado un escalofrío. Torció el gesto, no quería creer que ese fuera el augurio para aquella compañía. Tenía que ser un paseo apacible. O al menos lo apacible que puede ser teniendo que caminar montones de leguas a pie... Y aguantando a Eoden y sus flirteos acaramelados con la caprichosa...

- Muerte... - repitió, queriendo escupir aquella palabra lejos y que no le tocara. - Esperemos poder evitarla. - pronunció como un salmo, una expresión tantas veces escuchada que le salió de manera automática. Miró a Aular con curiosidad, pero también con cierto pavor. ¿Qué había visto? ¿le estaba tomando el pelo? 

Caminó al lado del harapiento hombre de los bosques, aunque a cierta distancia. Estaba dispuesto a continuar la conversación, pero, como a su interlocutor no parecía contentarle tanto el intercambio, se quedo en silencio. Se cuestionaba sobre la veracidad del presagio, o de cómo podía haber visto nada en aquellos huesos, o de porqué los dioses iban a revelarle la muerte de aquel grupo, o de porqué ya habían decidido sus aciagos destinos... Al menos se olvidó de su dolorido cuerpo. Por un rato. 

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12/07/2016, 22:12
Dimrod

Dimrod observaba los campos de plantaciones de los hobbits mientras caminaba tirando de las riendas de una de las mulas. Agradeció la conversación y el buen consejo que le daba Aceroamargo, pero dejó que la intervención de Aeth fuera su respuesta a la última de las preguntas que le había formulado el numenoreano y no añadió nada más. No parecía querer revelar nada más acerca del motivo del viaje a Fornost, iban a visitar a unos parientes y pagaba una moneda de plata al día y una ración de comida para llegar a salvo. Eso era todo. 

-Tenéis razón, Aceroamargo. -Respondió el eriadoriano, asintiendo también a las palabras de Aeth. El dorwinrim expresaba a su modo su postura, con aquel mal humor y sus vulgares palabras, pero no le faltaba razón en lo que decía, también en que serían presa fácil si unos bandidos decidían asaltarles. Por ello se colocó tras la mula y sacó un par de mantas que colocó sobre la grupa de los animales para tapar los cofres y que no quedaran tan evidente a la vista. Colocó unas cinchas para amarrar la manta y disimularla un poco y después se giró hacía Aceroamargo, no sin antes dedicarle una mirada despectiva a Eoden. -Vos os encargaréis de escoltar a la dama. -Sin duda se fiaba más de las intenciones de aquel joven que de las del miembro de los Éothéod. -Sin embargo, no quiero que marchemos con una formación marcial. Prefiero que piensen que somos un grupo de viajeros que se dirigen al Norte. -Añadió al final, pues era cierto que el enano Hunkel había formulado una cuestión parecida antes de partir.

Tras zanjar el asunto, la voz lastimera de Rossuon se escuchó entre la discusión que comenzaba por los hoscos modos con los que Aeth trataba al resto de miembros de la escolta, uno de los enanos y el elfo bardo se dirigieron a él para darle una especie de aviso. Sin embargo Dimrod se centró en las quejas del dúnedan, a sabiendas de que el alcohol que había tomado a su costa estaría haciéndole pasar un mal rato. 

-Ciento cincuenta kilómetros. -Respondió a su pregunta con una media sonrisa algo sañuda en sus labios. -Y otro tanto de Bree a Fornost. Espero llegar a Bree en tres días, por lo que caminaremos unos cincuenta kilómetros diarios. Eso son 12 horas de camino al día a este ritmo, con descansos para reposar y comer. Y espero veros abriendo el camino, con los ojos bien abiertos y los sentidos alerta. Seguro que después de la celebración que ayer tuvisteis a cuenta de mi cartera os convertís en el empleado más servicial que un empleador pudiera desear, ya sabéis, para saldar vuestra deuda. 

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12/07/2016, 22:15
Melyanna Forestel

La dama escuchó su nombre y empezó a prestar atención a la conversación que mantenían, empezaba a estar aburrida de que la consideraran una niña que necesitaba protección para caminar por las tranquilas tierras de los medianos, como si no fuera suficiente con el grupo que habían contratado. Se preguntaba si también la escoltarían cuando tuviera que ir a hacer sus necesidades. Aquellos mercenarios que el buen Dimrod había seleccionado la habían tomado por una invalida que necesitaba ayuda hasta para calzarse las botas de invierno. La dama era terca, cabezota y estaba acostumbrada a seguir el camino que ella misma se marcaba, si querían cambiar eso iban a conocer su mal genio. Eoden se ofreció para el puesto pero Dimrod determinó que Aceroamargo sería su escolta personal

-Aceroamargo. -Dijo la joven. -¿Qué clase de nombre es ese?.

La mirada de reproche que Dimrod le lanzó por el tono que había empleado hizo que relajara su actitud y cuando volvió a hablar lo hizo sin el retintín de sus primeras palabras. 

-¿De dónde sois?.

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13/07/2016, 09:27
Gramj Haïa

¿50 kilómetros?. El enano estaba sorprendido. Había que estar muy bien entrenado, ser disciplinado y constante para cumplir con esos objetivos. Y claro, siempre y cuando no surja problema alguno o contratiempo que lo impida. Las reservas del enano y su adiestramiento en campaña le hizo mantener la compostura y no decir nada, pero mucho le parecía. ¿No es demasiado optimista ese objetivo? Pero por dentro lo pensaba. De todas maneras transitarían por caminos establecidos, no por campos o senderos. Era posible, duro pero posible. De todas maneras era demasiado optimista, por lo menos a ojos de este enano.

Estaba satisfecho con haber ido pronto a dormir, un frugal desayuno y cena, y algo escamoteado para el camino. Para picar. Se mantenía al margen de conversaciones, diatribas y el resto de chácharas, pero se notaba que a su forma de pensar, todo lo que hablasen, sin caminar, era una pérdida de tiempo, sobre todo pensando en la distancia que quería cubrir.

 

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13/07/2016, 11:39
"Aceroamargo"

El joven sonrió de medio lado ante las palabras de Umbradacil, pues tenía razón. Bien cierto era que no les pagaban para fisgonear. Pero su curiosidad era poderosa, y por otro lado él no estaba acostumbrado a quedar fuera de la planificación y limitarse a acatar ordenes. Por su parte, Dimrod eludió las preguntas del joven de rubio cabello, pero aceptó la sugerencia de colocar más estratégicamente a los miembros de la escolta, amen de ocultar los cofres de la vista de cualquiera con el que se cruzasen.

Como "recompensa" le tocó caminar junto a Lady Melyanna; aunque estaba casi seguro de que era más por alejar a Eoden de la dama que un reproche por sus preguntas indiscretas. No era mala idea, con él al lado de la señora era menos probable que Eoden ganase la atención de sus ojos que si fuese caminando con uno de los taciturnos enanos; y acercarla a Rossuon fuese tal vez más peligroso que dejarla a solas con el Eotheod; visto lo visto el de Gondor nunca eludía la posibilidad de gozar de los placeres de la vida.

La treta de Dimrod pareció funcionar, pues la dama le dirigió la palabra. Preguntole por su nombre en primera instancia; el joven, algo nervioso, se apartó un mechón de cabello de la frente, recolocándolo con los dedos entre la pequeña trenza que le bajaba por la nuca; a todas luces era un nombre falso, o como mínimo, muy extraño.- Es la clase de nombre que le da a uno el destino y las circunstancias, mi señora...- Respondió algo azorado. Una severa mirada de Dimrod a la dama acudió en su rescate, pues esta suavizó el tono y se dirigió a él más educadamente.- Tengo el honor de ser súbdito del Rey Arvedui de Arthedain; mi familia es leal a los reyes de Arnor desde el desembarco de Elendil, mi señora; aunque mi hogar se encuentra a muchas leguas hacia el Sur.- Dijo pausadamente, más calmado, para después contraatacar con una pregunta. Tal vez la dama fuese más parlanchina que Dimrod.- ¿Vos habéis visitado Fornost con anterioridad; o será la primera vez que veais la hermosa ciudad?

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13/07/2016, 17:25
Mithdúlin

Dimrod pareció zanjar el asunto ordenando a Aceroamargo cabalgar junto a la joven dama. Mithdúlin sospecho que era, en parte, para alejar los cortejos de Eoden.

La pregunta de Melyanna le hizo agudizar el oído; al parecer quería conocer el origen de su acompañante. El semblante del bardo se relajó pero no dejó de prestar atención a la respuesta del Dorwinrim, pero poniendo atención a la explicación del joven caballero. Estrategia militar, familia noble, un turbio pasado... necesito saber más. Tuvo que contener un ya familiar escalofrío de emoción. La emoción de todo su cuerpo latiendo, bullendo. Las rimas se proyectaban en su mente como imágenes que se entrelazaban. 

Necesitaría recordarlo todo y anotarlo cuando tuviese oportunidad. No obstante, necesitaría conocer toda la historia para poder crear algo completo. 

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13/07/2016, 22:17
Rossuon Pairaniar

¿Había dicho 50 km? ¿del tirón? ¿doce horas caminando? Rossuon se sintió desfallecer y resopló con fuerza. Una bocanada que se le hizo eterna, como si hubiera expulsado el aire de media comarca. La carga se multiplicó sobre sus hombros y le pesaba hasta el último mechón de pelo. 

- ¿Está de broma?

No quería creerlo. Nunca quiso formular esa pregunta y nunca quiso que fuera respondida. Porque la respuesta bien podía ser no. Esperaba que el encargo fuera en las mismas circunstancias que la jornada anterior. Misma distancia, mismo tiempo caminando, mismo tiempo sufriendo. Sabía que eso podía hacerlo, ya lo había hecho tres veces... ¿podía? ¿Y ahora mucho más?... Lo mejor sería dejarlo ahora... Le sobrevino una arcada y se llevó la mano a la boca. Tras el reflejo se estiró en toda su longitud y comenzó a respirar profundamente, llegando a cerrar los ojos. Se detuvo.

- Sí. - Una deuda que saldar, su fiesta por todo lo alto. La celebración del éxito. No podía abandonar, se lo había prometido. Además, ¿cómo iba a darle ese gusto a su padre? No. Sería ese empleado modelo. ¿Acaso se creía que no podía? ¿le estaba retando? Rossuon se plantó frente a Dimrod con una decisión insólita y lo perforó con la mirada.- Abriré la marcha, jefe. - sus palabras cargadas de resentimiento, orgullosas. Marchó hacia el frente de la comitiva, pero antes se giró. - Y le pagaré el dinero que considere que le debo, no se preocupe. - escupió las palabras, nadie había dudado de aquella forma de su honestidad. Estaba furioso, adelantó a todos y marchó delante. La adrenalina le hizo olvidar todos sus males. 

Poco a poco regresó a la realidad. La marcha iba a ser interminable, le dolía todo el cuerpo, lo notaba entumecido, lento, torpe... ¿Y qué estaba haciendo? ¿por qué había respondido así? ¿había hecho bien? Con lo fácil que le resultaría volverse a casa... pero ¿a qué vida? No. Él quería librarse de él. Todos. No les daría el gusto. Su maestro... ¿Acaso tenía otra opción?

Echó una mirada hacía atrás, de reojo. Ver a Dimrod volvió a asentar la determinación en sus ojos, veía en él a su padre. Giró la cabeza con violencia hacia el camino y se concentró en aguantar. Cincuenta kilómetros. Doce horas. Aguantaría. Tenía que aguantar. 

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14/07/2016, 09:30
Melyanna Forestel

-¿Vuestro padre es un noble?. -Le preguntó extrañada por la escasa y misteriosa explicación que Aceroamargo había dado. Sin duda el joven rubio no parecía un noble a simple vista, con esa armadura abollada y la ropa tan gastada, pero si uno se fijaba bien en él si que tenía un porte distinguido y una elegancia al caminar digna de los más altos miembros de las casas dúnedain. Parecía un numenoreano sacado de las leyendas que se narraban por los bardos que había sobrevivido a la caída del viejo Númenor. -Mi padre es Lord Forestel de Nielros, ¿no habéis oído hablar de él?. Luchó hace años en el frente contra Agmar.

Ante la curiosidad de Melyanna, el joven dúnadan decidió contraatacar con alguna pregunta hacía la joven. Tal vez ella tuviera menos precauciones que su veterano protector.

-Es la primera vez que voy. -Respondió Melyanna con su tierna voz. -¿Vos conocéis más de esa ciudad? Contadme lo que sepáis. -Un ápice de ilusión se dibujó en sus ojos. Al fin había un mercenario que parecía interesante y que podía sacarla de la monotonía en la que el camino la había sumergido.

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14/07/2016, 21:28
Aeth Umbradacil

Las palabras dirigidas a "Aceroamargo" parecían haber hecho reaccionar a varios de sus compañeros de fatigas. La reacción del enano era predecible, ya que las primeras palabras que habían intercambiado no habían sido especialmente amistosas; no creía que fuera posible una camaradería en un futuro cercano. El elfo, sin embargo, le pareció un entrometido. Sus anteriores palabras no habían estado motivadas por ira o frustación; simplemente, dijo en voz alta lo que estaba pensando en ese momento concreto.

- ya conocerás mi bilis. - pensó con una punzada de irritación. Sin embargo, se encogió de homrbos como única respuesta, absteniéndose de iniciar una nueva réplica hacia el elfo. Si los enanos eran famosos por su cabezonería, los elfos lo eran por ser cerrados de mente y de ideas fijas; tendría más éxito intentando convencer a una piedra del camino para hablar antes que de cambiar la opinión de un elfo.

La noticia de Dimrod sobre la distancia a recorrer no le afectó tanto como a sus compañeros, aunque dejó un mal ambiente palpable entre todos los presentes. Kilómetros y horas eran solo números; si le pagaban por caminar, lo haría hasta verse incapaz de continuar. Por lo que veía no llevaba la carga más pesada del grupo, incluso en el peor de los casos dudaba ser el único rezagado, y también dudaba que Dimrod renunciase a varios de sus valiosos guardaespaldas solo por cumplir unas jornadas de marcha inhumanas.

Respecto a la conversación entre "Aceroamargo" y la dama... no le concedió ninguna importancia. La nobleza no se diferenciaba en nada de la plebe, salvo en el oro que poseían. El poder y autoridad que ostentaban no eran realmente suyos, sino del brillante metal. Prueba de ello era que la guardia de la dama había sido "comprada" casi en su totalidad.

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15/07/2016, 08:53
"Aceroamargo"

La noticia de los 50 Km diarios dejó anonadado a Rossuon, y no era para menos; 50 Km diarios cargados con armas y pertrechos no eran cosa baladí. El joven sabía que podría aguantarlo sin gran dificultad, pero era consciente de que al llegar a Fornost necesitaría un buen descanso. Aun así, recordó el día que su caballo cayó reventado por el cansancio y las heridas y no se volvió a levantar.

Carraspeó antes de contestar a la dama, quizá fuese él el que estaba hablando más de lo necesario.- Mi padre murió luchando contra los hombres de Carn Dum.- contestó escuetamente, acariciando el pomo de su espada, con aire ceñudo. Esperaba que aquello la disuadiese de seguir preguntando por su familia - ¿Quién no ha oído hablar de Lord Forestel? Sus hazañas son conocidas de un extremo a otro de Arthedain.- Dijo puramente por educación, pues aunque el nombre le sonaba, lo cierto era que no sabía quien era con exactitud. Volvió a centrarse en Fornost.- Es una hermosa ciudad, la Joya del Norte; aunque muchos dicen que no es más que la sombra de Annuminas, sin duda es el faro que sirve de guía a nuestro pueblo en el Norte. Aunque yo solo estuve allí una vez, cuando era niño. ¿A quien visitaréis allí, mi señora? ¿O simplemente deseáis contemplar sus muros por el placer de verlos?

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15/07/2016, 11:58
Gramj Haïa

Como enano en las patrullas no entraba en los pueblos de los hombres. Era una cosa que siempre le había irritado. Hubiera querido ver esas ciudades por dentro, pero sólo los escoltas personales y los mandos con su grupo de leales tenían ese privilegio. Él, como veterano quedaba fuera, al mando del grupo de desarrapados que no tenían el derecho de acceder. El que hablasen de esos preciosos sitios, imponentes lugares con sus inmensas construcciones al aire libre, le eran temas dignos de escuchar. Estaba interesado, y con sibilina discreción, tenía el oído puesto, para deleitarse con los sitios que había visitado, y que jamás había podido ver.

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16/07/2016, 12:38
Thund

Se había mantenido todo aquel rato en un taciturno silencio, solamente observándolos de soslayo con curiosidad. Pronto empezó a ver lo que esperaba: peleas de gallos. Que si los enanos no podrían ir rápido, que si el bosquimano ese está loco... Ser mercenario era tremendamente distinto a ser soldado: la ausencia de disciplina y respeto parecían ser lo más común en aquella variopinta compañía.

Se permitió alguna media sonrisa, parcialmente oculta por su barba, especialmente cuando el tal Robleviejo hizo su amenaza. Estuviera loco o no, que tuviera la sangre fría para hacer ese anuncio sin planteárselo demasiado era algo que había que tener en cuenta. Por muy débil que pudiera ser en el mejor de los casos para sus enemigos, si en mitad de la noche decidía que era el momento de cumplir con su palabra, no habría mucha defensa contra el acero.

Por parte de los demás no parecía haber tanta hostilidad, pero sí demasiada comunidad para lo que él tenía ganas de compartir. Se contaban sus historias. ¿Qué les importarían a los otros si su padre hacía tanto o cuanto? Esto no es una corte, ni un ejército de hidalgos. Había una misión: proteger. Y distraídos hablando poco podrían advertir.

A cada poco miraba a su alrededor, esperando un ataque en el lugar menos sospechado. Si él fuera un bandido, no esperaría al lugar más predecible sino que iría cambiando. Además de que no eran los orcos ni los bandidos al uso los únicos que podían asaltarles. 

Chasqueó la lengua por puro aburrimiento y tuvo que reconocer que solo tenía ganas de desatar su frustración con algo que se moviera y contra lo que tuviera excusa. No quería estar ahí, y era más que evidente.

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18/07/2016, 18:34
Melyanna Forestel

-Oh.-Musitó la joven dama. -Lamento vuestra perdida.

Conforme la conversación avanzaba, Aceroamargo afirmó conocer a Lord Forestel y eso pareció agradar a la joven Melyanna, quien mostró una orgullosa sonrisa en el rostro. Aunque no sabía que el numenoreano tan sólo estaba siendo cortés y en realidad no conocía nada sobre el padre de la muchacha, más allá de que el nombre le fuera familiar ya que tal vez lo hubiera oído mencionar en alguna ocasión.

La conversación se desvió entonces a la ciudad de Fornost, y Melyanna prestó atención a lo que decía sobre la ciudad. Pareció maravillarla aquel apodo que la ciudad poseía, la Joya del Norte, y la belleza que Aceroamargo decía que poseía. Eso hizo que su actitud con respecto al viaje que tanto la disgustaba se modificara ligeramente, tal vez no estuviera tan mal visitar aquella ciudad. Aunque sin duda no estaba muy conforme todavía.

Luego Aceroamargo preguntó sobre los motivos del viaje y la joven fue a hablar pero su mirada se dirigió a Dirmod quien estaba observando a cierta distancia. La mirada del eriadoriano provocó que la muchacha agachara la cabeza en señal de asentimiento y al volverse de nuevo hacía el joven rubio le contestara con una repetición de las palabras de Dimrod.

-Pues... vamos a visitar a unos familiares. Espero que la belleza de la ciudad sea tal cual me habéis contado, señor Aceroamargo.

La joven dio por finalizada la conversación justo a continuación, cuando se giró para hablar con Matha sobre los diferentes tipos de planta de tabaco que los hobbits cultivaban.

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18/07/2016, 18:47
Director

Turno 3

El camino continuaba serpenteando ligeramente en algunos tramos. La Comarca era un lugar tranquilo y apacible que sorprendía al viajero por la paz en la que vivían los medianos que la poblaban. Parecían totalmente ajenos al ejercito de sombras que se alzaba en el norte, y tan sólo se mostraban preocupados por fumar de sus pipas, cultivar sus huertos y disponer de sus seis o siete comidas diarias. Aquella tierra se dividía en cuatro Cuadernas, la del Sur era por la que se encontraban caminando y constaba en su mayoría de campos de cultivos y pequeñas poblaciones conformadas por diminutos smials en las laderas de las colinas que encontraban. Los smials eran las construcciones que los medianos realizaban bajo tierra, como una especie de madriguera y que tan sólo dejaban a la vista exterior alguna ventana y una redonda puerta de madera. Finalmente llegaron al Gran Camino del Este, el más famoso y recordado camino de las baladas. Aquel que llegaba desde los Puertos Grises hasta las orillas del río Bruinen, cerca de Rivendel, la ciudad secreta de los elfos.

Unas horas después de partir, mientras el camino discurría junto a un tranquilo bosquecillo cercano a una pequeña aldea, fueron alertados por unos gritos de dolor y pánico que pudieron escuchar con total nitidez. El grupo se detuvo en seco, casi por instinto, y quedaron enormemente sorprendidos de que unos gritos así rompieran la tranquilidad reinante en las tierras de la Comarca aunque afortunadamente no se trataba de ningún ataque a la compañía, ni nada por el estilo. Miraron alrededor y localizaron el lugar del que provenían: los árboles del bosquecillo que tenían junto al camino.

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18/07/2016, 19:03
Dimrod

Dimrod se había llevado la mano al cinturón en el que descansaba la espada cuando los gritos les alertaron, pero se tranquilizó después al comprobar que no era ninguna emboscada. Otro nuevo grito volvió a escucharse entre los árboles y, consciente de que todos estaban esperando su decisión, les miró con cara de circunstancias.

-No es problema nuestro. -Dijo desviando brevemente la vista hacía el camino. -Pero no me importaría que echarais un vistazo.

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19/07/2016, 08:01
"Aceroamargo"

Al joven no le pasó desapercibida la mirada entre Dimrod y la dama, y la escueta respuesta de esta con la versión "oficial" de la visita a los parientes. Allí había algo más, seguro. Tal vez fuese simplemente que no acababan de fiarse del todo de los "espadas vendidas" y preferían disfrazar su viaje como algo simple y sin importancia, o quizá fuese algo más importante. Debería mantenerse alerta.

Después de aquello, Lady Melyanna volvió a su conversación con Matha; el joven no quiso resultar pesado y decidió no insistir. A partir de ese momento, se limitó a caminar en silencio junto a la dama. En aquellas estaban cuando, de pronto, unos gritos de angustia y dolor los sorprendieron a todos. Recuperados de la primera impresión, y descartado un posible ataque sobre el grupo, quedó patente que se habían cruzado con alguien en problemas. "Aceroamargo" echó un vistazo a sus compañeros, y a Dimrod. Este último, anunció que, pese a que no era asunto suyo, no le importaría que echasen un vistazo.

El joven lo pensó durante medio segundo y, en seguida, se ajustó el yelmo, desenvainó la espada, embrazó el escudo y se dirigió hacia los gritos. Sabía que no era la idea más prudente; y que, como había dicho Dimrod no era asunto suyo; pero también sabía que si pasaban de largo, aquellos gritos lo atormentarían más tarde por no haber prestado ayuda a quien la necesitaba.

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19/07/2016, 08:38
Gramj Haïa

Si hay un problema cerca, puede afectarnos a la larga, si no tratamos. Así, y con el permiso velado que el señor Dimrod les ofrecía se armó y marchó para allá con la discreta sutileza que correspondía a un enano a la carga. Siendo zona de Medianos, igual es una ratita y hay una muchacha sobre un taburete. Pero no quería perder oportunidad de eliminar la pega si era algo mayor el problema.