François se toma unos segundos para reflexionar. Finalmente, lanza un pequeño gruñido y se encamina hacia la puerta.
- Voy a coger mis armas. Por favor, monsieur de Geragé, podría ser tan amable de decirle al capitan Fauchet a donde tenemos que dirigirnos y darle una ropa menos elegante. No podremos pasar desapercibidos entre la gente con un traje tan bonito. Si no hay nada más, le espero fuera capitán.
Se despide y parte raudo hacia el carruaje.
Recojo mi espada y un arma de fuego, además de mi cartera con algunas monedas.
Aprovechando que de Reims ha salido de la sala, Fauchet se dirige a su superior:
- Bueno, ¿está seguro que ese remilgado extranjero va a servir de algo en este asunto tan importante?. No le veo yo maneras de agente de la ley. Espero que, al menos, no tenga que ir cuidando de él todo el día... , dice Fauchet. Luego, resignado, añade: [b]- Si no hay novedad nos pondremos en marcha. Le mantendré informado, señor.
En principio, si mi "jefe" no dice nada más, me informo bien del lugar de los hechos, salgo y me reúno con de Reims para ponernos en marcha.
Geargé te hace las indicaciones pertinentes y sales en busca de tu nuevo compañero.
Tú dirás si pasamos de escena y adónde ;)
Montais vuestros caballos y os dirijís donde se produjo el encuentro entre el coche de los Habsburgo y la turba de ciudadanos.
El sol caía en el horizonte y tintaba de tonos ocres algunas nubes que resguardaban el cielo parisino. Por encima de los tejados se alargaban las sombras como si se trataran de larguiruchos dedos intentando absorver la luz de las cosas.
Al tomar la avenida St. Louis que bajaba casi perpendicular hacia el Senna, observais las calles más mugrientas de la ciudad. Un fuerte olor a putrefacción proviene de las fosas sépticas y en los callejones deducís sombras en movimiento. De bién seguro se trata de mendigos.
Ya casi al final de la avenida, os encontrais con un coche parado que al parecer se le ha roto una de las ruedas.
François se acerca al coche a observar lo que ocurre mientras comenta:
- Buenas noches caballeros, ¿podría ayudarles?
Fauchet, sin bajar del caballo, se acerca a la carroza y mira en su interior, suponiendo que será el vehículo de madmosielle Chacelle. Observa el estado de los asientos y el de la carroza en general para ver si descubre algo que le llame la atención.
Luego se fija en de Reims y frunce el ceño sin decir nada.
Al acercaros al coche observais que no solo la rueda estaba rota, sinó que el carruaje entero estaba calcinado. Al parecer hubo quién se abrigó la noche humeda de parís alrededor de una hoguera.
Cuando François y Pierre se asoman al interior de lo que queda de habitáculo, ve a dos cadaveres calcinados en su interior. Un fuerte olor a carne quemada hace contenerte una náusea.
Con un pañuelo, Fauchet cubre su rostro e intenta abrir lo que queda de la puerta del carruaje, para acercarse a los cadáveres calcinados e intentar reconocer algo en ellos que le pueda permitir identificarles.
François se queda fuera, esperando que Pierre salga y le informe. "Menuda forma de empezar la investigación, la he metido hasta el fondo", piensa para sus adentros mientras recapacita sobre lo embotado que está después de un viaje tan largo. Suerte que, poco a poco, va recuperándose y sus sentidos comienzan a estar otra vez activos.
Los cadaveres son irreconocibles, aunque en la madera calcinada del interior del habitáculo se puede ver el resto de un escudo gravado. No lo reconoceis, está en muy mal estado, pero de lo que si que estais seguros es que es de una familia noble.
Al cabo de unos instantes os sorprende contemplar a una joven que se acerca hacia vosotros.
-Tsst! yo vi lo que pasó...- Dice en voz baja al llegar a vuestra posición. Vestía harapos y su rostro estaba mugriento. Quizá alguna vez pudo mostrar belleza, pero ahora desde su desdentada boca solo se deducía pobreza. -Si, yo lo ví todo... se llevaron a una niña.-
- Dime, zarrapastrosa, ¿quién se llevó a la niña?, quizás tenga alguna moneda para ti por aquí..., dice Fauchet dirigiéndose a la mendiga.
La muchacha dibuja una gran sonrisa al escuchar lo de la moneda. Y de esta forma deja ver su dentadura entre mugrienta y desdentada.
-Si, mesié, yo lo ví...- Dice acercándose con la mano extendida. -La gente paró la carreta y unos burgueses se llevaron a la niña...-
- ¿Quién paró la carreta y por qué lo hicieron?, ¿quiénes eran esos burgueses?, vamos, mujer, responde....
Fauchet se comporta de una maner un tanto agresiva con la mujer y no esconde su desprecio hacia ella, aunque entiende que en estos momentos necesita de su ayuda y por eso se debe rebajar a dirigirle la palabra.
François observa desde la distancia el comportamiento de su compañero. No consigue comprender la violencia que muestran sus respuestas. "¿Cual será la razón de este comportamiento?", se pregunta François.
-El buén soldado ha prometido una moneda...- Dice la mujer sosteniendo la mano abierta con la palma hacia arriba.
- No dudes de mi palabra, pordiosera, si te he dicho que te daré una moneda te la daré, pero antes tengo que saber si de verdad viste algo o si simplemente quieres quedarte con mi dinero, que tanto me cuesta ganar.
Fauchet sigue con su tono agresivo, pero, aunque no le da la moneda, rebusca entre su saco hasta que encuentra una y la guarda en su mano.
La mujer te mira incrédula. Aunque cabía la posibilidad de que si no hablaba se quedaría sin moneda. Y eso no era algo con lo que tuviera valor de jugar.
-Unos cuantos ciudadanos pararon el coche de los nobles cuando de repente una niña apareció.- Dice mientras observaba la carreta quemada. -Se la llevaron unos hombres, Burgueses, con buenas ropas...- Dice la muchacha y señala hacia el final de la calle. -Se fueron por allí con la niña, al parecer sus padres no tuvieron tanta suerte. Seguro que habrá cruzado el río. Si la niña aún sigue viva estará al otro lado.-
Visiblemente golpeado por la información que la mujer les está dando, Fauchet decide seguir con el interrogatorio.
- Pero... a ver si te entiendo bien, mujer, ¿esos burgueses que se llevaron a la niña son los mismos que pararon el carruaje o estaban intentando salvarla?, y, ¿quién le prendió fuego?