Partida Rol por web

La guardia...Isolda se tomó un instante para pensar que podía significar aquello, de una parte ellos no habían tenido culpa en la pendencia, de otra...algo le decía que las cosas podían ir mal si la guardia tomaba cartas en el asunto, en los últimos tiempos estaba viendo que actuando según su lógica se estaba metiendo en constantes inconvenientes, tal parecía que las cosas que siempre había pensado que eran de una manera, al final, acababan siendo completamente distintas. Sonrió tratando de aparentar serenidad, miro a sus recién reclutados soldados y sintió un cierto remordimiento, eran unos pobres muchachos no muy distintos a algunos compañeros que había conocido en la compañía del Señor Baclar y temió que los alguaciles no fueran justos con ellos...¿qué debo hacer? pensó.

Paseó la vista por la taberna y se fijó en la serenidad que destilaba Borgar, una sensación de fuerza y seguridad reconfortante, sin duda él sabía que hacer, era experimentado y un valiente guerrero, miró también a Leon, a quién su amuleto delataba como un sacerdote, sin duda este era también un hombre con la cabeza sobre los hombros, sin duda esos dos sabrían llevar esa situación....miró al hombre llamado Edrik, que tan gentilmente la había curado, se fijó en la expresión implacable de sus ojos y tuvo miedo. Sin embargo, pudo escuchar las palabras de Borgar, tan tranquilizadoras, decidió que confiaría en él.

- Señor Leon, señor Borgar, ¿pueden oir vuestras mercedes esos pasos?, ¿son esos los alguaciles?, sin duda lo más prudente será hacer como vuestras mercedes dicen y mostrarnos tranquilos, pero creo que Rowyn y los mercenarios deberían retirarse discretamente, no sea que los traten injustamente.

Entonces se dirigió a Driloc, que tan amablemente se ofrecía a hacerles de guía: - mi señor Muerdeortiga - comenzó, procurando hablar lo más humildemente que podía, bajando los ojos para ocultar la sorpresa que le casuaba ver a un ser de tan pequeñas proporciones - ¿conocéis vos por ventura a los alguaciles? ¿podéis decirnos si son de fiar o si debemos temer un maltrato?, ¡no olvidemos que son los mismos hombres que encarcelaron al viejo Garm!.

- Señor Bragantes, ¿no podríais vos adelantaros y explicar la situación a esos guardias?, sin duda vos sois un hombre importante y probo y vuestra buena fama hará por nuestra causa gran bien. - dijo dirigiéndose esta vez al dueño de la taberna, en la esperanza de que éste pudiera conjurar una mala impresión.

-¿De fiar?¿la guardia?¡Humf!-farfulló el enano-. No, nada de eso. En mi vida he visto peor panda de tuercebotas, pero es preferible seguirles la corriente antes que acabar en el calabozo como el viejo.

- Si, bien habéis hablado Señor Enano - dijo esperanzada dirigiéndose a Borgar - convengo con vuestro buen juicio y os pido consejo ¿cómo creeis que debo obrar?, ¿creéis que debo guardar silencio?, propongo que vos o el señor Leon o el señor Bragantes tomen la palabra.

- Señor Rowyn, vos y vuestros hombres procurad manteneros al margen mientras manejamos esta situación.

Ante todo guardad la calma permanecer sentados como si nada hubiese pasado.

Dice Tom mientras mira a los demás.

Rowyn y los soldados se ponen colorados cuando Isolda les recomienda retirarse, No mi señora ahora somos sus vasallos estaremos con vos mylady hasta el final.

Seguidamente recoge de la mesa las monedas que pidió, y a continuación sus hombres hacen lo mismo, Rowyn mira con detenimiento que cada uno coja su saldo estipulado no más.

Después cuando Isolda le manda no intervenir - sí mi señora mira hacia la mesa ya sin el color de la vergüenza en su rostro.

Escucho con detenimiento, justo cuando iba a hablar los ruidos de los soldados que parecían dirigirse hacia la taberna la redondean por el exterior hasta la otra puerta que da al puerto pero no entran.

Se escucha ¡DISPARAD A LOS BARCOS! ¡SE ESCAPAN! 

Escucháis el mecanismo de varias ballestas accionarse, ¡MALDITOS SEÁIS! ¡CARGAD! ¡DISPARAR!

El desafío lanzado por el sacerdote, si es que se le puede llamar así, no había caído nada bien. Era evidente que, pese a compartir dogma, no interpretaban igual su significado. Aquellas palabras delante de todos los presentes no sentaron nada bien al ferviente paladín.

¿Cómo demonios se redime a alguien desechándolo por su equipo? ¿Porqué para una noble causa se necesitan espadas de alquiler? Esa gente no tiene ideales, el dinero es su guía y el mejor postor aquél al que llamaran señor. No existe honor, ni lealtad en aquéllos que se venden por algo tan banal como unas monedas.

Seguía mascullando, esta vez asegurándose de que realmente no salía una palabra de su boca. No entendía nada de la situación, una y otra vez chocaban de frente contra el muro que era su fe. Una fe fuerte e inquebrantable, forjada con las premisas de lealtad, justicia, protección de los débiles e indefensos y, lucha contra el mal.

¿Temor a la guardia? ¿cómo no se va a presentar después de una reyerta como ésta? No deberíamos temer nada, aquí sólo nos hemos defendido ante la agresión de unos marineros pasados de cervezas y vino. Lo único que podrán requerirnos es un testimonio de los hechos aquí acaecidos.

Quizás, de hecho, puede llegar a ser una primera toma de contacto para poder llegar al viejo Garm. Al fin y al cabo, ¿es para lo que estábamos aquí, no?

Isolda se volvió a mirar a Edrik cuando éste tomó la palabra, ella quería, sinceramente creer en sus palabras, a fin de cuentas, desde su niñez siempre había creído en una clara distinción entre las fuerzas del Orden y las fuerzas del Caos, siempre había pensado que la buena gente se entendía, que no podían tener nada que temer del poder legítimo de la Ley, pero...en los últimos tiempos había presenciado muchas injusticias...

No obstante, parecía que los de la guardia no iban a por ellos, sino que estaban intentando evitar que los marineros que los habían atacado salieran de puerto. Este era un pensamiento que no sabía si considerar como positivo o negativo, su corazón sufría pensando que el derramamiento de sangre podía continuar.

- Sin duda estáis en lo cierto mi señor Edrik, esta puede ser una buena ocasión, quizá los de la guardia puedan transmitir nuestra demanda al Burgomaestre.

Entonces se dirigió a Driloc: - señor Muerdeortiga, ¿creéis que podéis hablar con alguno de los alguaciles y preguntarle si sabe algo en relación al encarcelamiento del viejo Garm? creo que nos convendría enterarnos de lo que podamos y, a continuación, hacernos oir por el oficial que esté al mando, ya que confío más en la sinceridad de un soldado que en la de un gobernante.

Estoy de acuerdo con vos Ser Edrik si vos representa a la justicia es bueno que nos represente, así entenderán que no nos oponemos a ella.

La única oposición que tenemos es hacia la injusticia he escuchado por mis feligreses que el viejo Garm es un hombre bueno que ayudaba al pueblo, y su encarcelamiento ha sido injustificado. Sí es así entonces exigimos su liberación. 

Los calabozos deben de contener a los verdaderos infractores de la justicia no a la gente inocente.

—¿Acaso tenéis gana de que vayamos a visitar al Viejo Garm con unas delicadas pulseras? —advirtió el halfling juntando sus muñecas y entornando un ojo dirigiéndose a Isolda—. Al abuelo se lo llevaron esos que están asaeteando a los de “La Bella Molly” —prosiguió señalando hacia la salida de la taberna visiblemente malhumorado—, y cuestionar sus órdenes solo podrá conducirnos hasta la celda contigua a la suya.

Suspiró, dirigió un manotazo a la puerta dando muestras de reproche hacia la guardia y se encogió de hombros. Buscó en su bolsillo un pañuelo arrugado y lleno de lamparones con el que se sonó las narices sin recato, y con los ojos aguados miró de soslayo la triste silla que aguardaba el retorno del Viejo Garm junto a la chimenea.

—Señorita de… —carraspeó hurgando el apelativo apropiado— rancia hidalguía, y… señores de bien: al viejo humano no deben de quedarle mucho más que un par de inviernos por contar, tres a lo sumo. Necesita cerveza de aquel barril y tisana de mejorana a diario… ¿Creéis que  el carcelero será consciente de tales necesidades? En menos de un mes lo estarán metiendo en un saco. ¡Y todo por algún maldito bocazas que le fue con el cuento de esa historia de la torre de la ciénaga al burgomaestre!

Drildoc empezó a andar en círculos alrededor de los cinco contertulios haciendo aspavientos sin caer en la cuenta de que la guardia de la ciudad podría entrar la puerta de un momento a otro.

—Llevo oyendo sus chascarrillos desde que entré por esa puerta hace dos años, y por más increíbles y fabulosos que fueran, no levantaron los sarpullidos que parecen haberle provocado a ese gordo come-panes, ese lord Hornboot… ¡Mal rayo le parta la crisma! —explicó lanzando un escupitajo al suelo—. Ustedes, que tanto abogan por el desamparado… que tan curtidos están en lances, y que sin lugar a dudas han sido ungidos por… sus dioses, ¿no tendrían a bien en darle una sonora patada al ilustre trasero del señor burgomaestre de Robleda? Si así lo estiman, y puesto que mi patrón, el señor Bragantes, me ha asignado como vuestro timonel por esta ciudad, estaré encantado de ver qué diantre aguarda tras los muros esa maldita torre de la que parece no quieren que se sepa.

El enano se acerca a vosotros y al escuchar decir a Drildoc que el viejo podía morir, se enternece dejando ver una lágrima caer - ¡Oh el viejo Garm! Que nos hacia volar con sus anécdotas sobre las costas más allá del Mar Dragón, donde reside la ciudad de Neferu según contaba.

Nos hablaba de palacios que podían sobrecoger el corazón de cualquiera que mirase debido a su magnificencia, calidad de sus construcciones y esplendorosas vistas que desde allí se podían ver.

Sus caminos y empedrados estaban hechos de mármol imaginaros compañeros ¡Calles de mármol! Las casas con sus mejores materiales de ornamentos nunca vistos tanto en edificios, torres y adoquines que te transportaban a un mundo de ensueño.

- Saco un pañuelo y me sueno de manera ruidosa.

¡Oh por el dios del templo! ¡ pero qué dice este medio hombre! Drildoc ¿te has vuelto loco? te pueden meter en la cárcel por haber incitado a la violencia contra el burgomaestre.

- Veis que mueve las manos como intentando alejar los malos espíritus que se estaban formando a su alrededor, aunque no veis nada extraño.

- Será mejor que guardes esa bocaza muchacho y dejes hablar al caballero, (dirigiéndose a Ser Edrik) creo que es el que tiene más apego a las leyes y a la forma de tratar con el alguacil.

-Serenidad- Susurré a Drildoc mientras observaba la escena, las saetas volaban y yo estaba intranquilo.

-En ningún caso nos haría bien enzarzarnos en una pelea con la guardia de la ciudad, nos sería demasiado problemático, por otro lado si empezamos a hablarles como los que provocaron un altercado no llegaremos a nada- Digo mientras intento respirar tranquilamente y repaso mentalmente todos los libros que he leído -Pero, tenemos buenos puntos para evitarlo, las peleas de borrachos no son desconocidas y dos hombres de dios además de otras personas de corazón noble estamos aquí, nuestra inocencia en cuanto a la pelea está clara- Entrelazo mis brazos e intento pensar pero estoy en blanco.

Liberar a alguien que está en presidio es complicado, no puedo, no se me ocurre como convencerlos, afortunadamente no estoy solo, seguro que ellos conseguirán sacar algo.

-Si nos explicamos y luego les hablamos con la verdad de nuestro lado no será en vano, las palabras pueden ser mas agudas que el acero.

Vaya, en buen lío nos hemos metido, aquí todos parecen tener su parte de razón. Edrik  y Leon están en lo cierto, no se puede pasar por encima del imperio de la Ley, de lo contrario nos convertiremos en proscritos, preferiría morir que permitir que tal deshonra se abatiera sobre el nombre de mi familia, sólo pensar que mi buen padre tuviera que soportar la vergüenza de saber que su hija está proscrita...no haré tal cosa.

Sin embargo han encarcelado a un hombre inocente y eso es inicuo, ¡hasta el sacerdote está de acuerdo en que Garm es un buen hombre!, pero entonces...¿porqué le han encerrado?, ese tipo, Drake sugirió que sus palabras habían molestado a alguien poderoso....uno nunca puede fiarse de los gobernantes, la política es algo sucio, mi padre, como buen soldado, siempre procuró mantenerse alejado de esas cosas.

¿Cómo puede un hombre honrado hacer valer su derecho si los poderosos utilizan de su fuerza contra él?, ¿cómo puede el débil triunfar de los soberbios?...mi fuerte no es pensar, sino actuar, ahhh...lo que daría por encontrar la manera de resolver este asunto a lanzadas.

Recuerdo que Gamelin me aconsejó una cosa, que los hombres siempre iban a creerse superiores a mi y subestimarme y que debía utilizar eso como arma, me pregunto si podría usar algo así en este caso, convendría que pensaran que somos más torpes e ignorantes de lo que somos, mi padre siempre decía que hay que conocer al enemigo y que el conocimiento gana las batallas....

- ¡Hola!, ¡por favor!, sirvánse de escucharme sus señorías, pienso que de nada vale quedarnos aquí parados sin hacer nada, es preciso tomar acción. Los alguaciles son hombres sujetos a disciplina, no les toca a ellos decidir lo que se hace, sino obedecer lo que se les ordena, si han encarcelado a Garm será porque han recibido órdenes...- se detuvo un instante con la cabeza echa un torbellino de ideas, continuó dirigiéndose a Edrik - mi señor Edrik, espejo de caballeros, vos sois recto y justo, sin duda el Capitán de la Guardia os respetará, ¡grande es la fama de la Foraleza del Vado, Bastión  de la Justicia!, el Capitán habrá sin duda de escucharos, os ruego que habléis con el, con franqueza de hombre a hombre, para que os diga bajo que cargos han encarcelado al viejo Garm, prque es justicia que todo hombre tenga derecho a una defensa, es Ley que así sea.... - se detuvo un momento, con los ojos bajos , retorciéndose las manos nerviosa.

- Mi señor Leon, marchemos vos y yo a la casa del Burgomaestre, guiados por este excelente .... - titubeaba buscando la palabra adecuada para dirigirse a Driloc, pues nunca había visto un halfling - ...camrero...maese Driloc.., trataremos de que ese señor nos escuche. Rowyn mietras tanto, tratad de preguntar entre la gente a ver que se dice entre el pueblo del encarcelamiento de Garm, y si alguno de vuestros hombres conoce a alguien de entre la Guardia, que le pregunte también....

- ¿Alguien sabe si podemos visitar a Garm en el calabozo?, lo mejor sería que alguno de nosotros pudiera hablar con el prisionero en persona, a ver que nos puede contar de su historia y su encarcelamiento, además será preciso hacerle saber que hay quien se cuida de él y hace lo posible por liberarle, no sea que desmaye en su prisión y pierda las fuerzas.

Entonces se dirigió al hombre que se había presentado como Drake llamándole y haciéndole gestos para que se acercara:

Tengo que conseguir hablar con este hombre en secreto sin que se enteren Edrik ni Leon, este hombre es astuto, pero su astucia no casa con la rectitud de esos dos, mejor será que le hable a solas.

-Caaaalma. No os impacientéis o acabaréis consiguiendo acabar en una celda con el viejo. O peor que os corten la cabeza. Peor aún, haréis que me corten la mía. Esperad. Ya llegará nuestro momento.

Borgar seguía sentado en su mesa, esperando a que se calmase la situación. Lo último que les convenía era meterse en líos con la guardia.

Escuchaba atento, todo lo que acontecía. Al mismo tiempo, pensaba, su cabeza era un torbellino de ideas que casi al mismo tiempo desechaba. De repente, le vino una pequeña esperanza.

Señorita, no creo que hablar con el burgomaestre sea tarea fácil. Conociendo a la casta de políticos que pueblan esta parte de la Marca, seguro que ponen mil y una trabas para no conceder audiencias, y permitirse el lujo de gastar su tiempo en ir de caza, y no me refiero a la de venado precisamente.

Quizás el señor Leon pueda llegar al viejo, alegando que es un viejo feligrés y necesita redención. ¡Sí! Eso es, el viejo necesita confesarse. A lo mejor puede funcionar….

Por mi parte, intentaré hablar con el capitán de la guardia, es posible que pueda conseguir algo de información, pero no puedo asegurar nada.

No debemos levantar sospechas, las habladurías de la gente, sólo nos llevarían al calabozo. Pues, parece que así castiga a los que husmean, el burgomaestre. 

Hablar con el burgomaestre es tarea complicada, ser Edrik tiene razón en ese tema, pero, en cuanto a que consiga hablar con el viejo Garm es mas complicado.

-Es posible que me dejen entrar, pero las circunstancias de su detención no son normales, por lo visto el ya había explicado otras historias controvertidas sin tales repercusiones, y aunque esta ha tenido nefastas consecuencias para algunos desafortunados ¿No es una medida de contingencia algo desmedida?- Digo observando la situación mientras intento dilucidar solución al problema.

Recuerdo que el maestro solía hacer este tipo de visitas carcelarias, no suelo hacer este tipo de trabajo, aunque no es de extrañar que me ocupe de ello.

-Pero eso viene luego, lo primero es el problema con la guardia, si por lo que sea entramos en una pelea entraremos en un serio apuro- Me acomodo bien en mi asiento e intento liberar un poco de tensión -Mejor tratar los problemas de uno en uno, tal vez saquemos algo de provecho del capitán de la guardia. Calma ante todo, de apresurarnos no saldrá nada provechoso.

Todo esto es bastante extraño ¿De donde sacó esa historia en primer momento el viejo?¿Lo encerraron por la peligrosidad de ese tema o le interesaba a alguien que lo encerraran? Definitivamente no es normal, una retención de información es algo complicado, no se haría tal cosa por nada.

Isolda mira a Leon asintiendo a sus palabras, concentrada en encontrar una solución. Sin duda estos son hombres de experiencia, debo confiar en su criterio, pero algo me dice que deberíamos ser lo más discretos posible, quizá no nos convenga que el Burgomaestre se entere de nuestras pretensiones....a fin de cuentas, es obvio que que él, o alguien muy próximo quien ordenó encarcelar a Garm...

- Señores, concuerdo con vuestras mercedes, sin duda la mejor idea es visitar a Garm en su prisión, en primer lugar porque es una obra de caridad y vos Driloc, sin duda convendréis en esto conmigo, deberiamos llevarle una tisana de esas y no creo que los guardianes de la prisión impidan a un clérigo como mi señor Leon prestar auxilio espiritual a un prisionero...quizá sería mejor que fueran vuestras mercedes a hacerle una visita. Propongo que, mientras tanto, mi señor Edrik, mi señor de Brhunt y yo vayamos y charlemos con el Capitán de la Guardia, si a vuestras mercedes les place.

- Pero creo que lo que realmente nos convendría, si hemos de liberar de sospecha a ese pobre hombre maltratado por la justicia es investigar su historia, creo que lo mejor sería que reconociéramos ese lugar, esa torre abandonada de la que hablaba y descubrir que ocurre allí, con el informe que obtengamos podremos presentar una causa mejor ante las autoridades. Pero antes de embarcarnos en esa aventura, sería mejor hablar con Garm y que nos contara todo lo que sabe, porque será sin duda una jornada atrevida, llena de peligros y trabajos, digna de un corazón valeroso.