Partida Rol por web

Therusia no había dormido muy bien; no estaba acostumbrada a dormir al raso con compañeros, y menos con compañeros no enanos. Por mucho que empezasen a forjar un vínculo no había podido evitar sentirse tensa toda la noche, llegando a estar en un estado de duermevela en el que realmente ni estaba alerta ni descansaba demasiado. De modo que, cuando el mediano le ofreció aquel brebaje revitalizador, no pudo sino agradecérselo

—Está realmente bueno, Saradoc— le felicitó pasándose la mano por la comisura de los labios.—Por muy bien que hablen de las habilidades de los hobbit, están infravaloradas. ¡Que los pelos de los pies te crezcan siempre frondosos!*

Sin embargo, no había demasiado tiempo para elogios. Una vez levantados y asegurándose de llevar todo encima, continuaron la carrera detrás del explorador y su perro. Tenían que alcanzar al montañés antes de que fuese tarde.

- Realmente delicioso, maese Saradoc. Parece mentira que con elementos tan sencillos su pericia le permita hacer estos cocidos. Ya me explicará cómo lo hace porque llevo unos días deambulando por el valle alimentándome de lo que encuentro. Y la verdad, veo que con un poco de mano todo es más sabroso y el camino se hace más llevadero.

     Volvéis a estar rodeados de altas colinas y delante de vosotros el terreno cada vez se vuelve más y más escarpado, la excasa vegetación son árboles raquíticos y hierbas de ramas duras que se aferran con fuerza a la tierra que pisáis. Odo y su perro avanzan y vuelven de forma continúa a lo largo del día, parecen incansables pero en ningún momento cambia su gesto serio. Su buen trabajo explorando y guiando os permite tener la sensación de ir ganando terreno o al menos en ningún momento perdéis tiempo buscando el mejor camino.

     Por detrás Ingolt recoge un par de veces a Saradoc que curioso se acerca a mirar una flores extrañas o la madriguera de unos conejos olvidando que el camino está delante y no a los lados. Lyndale os va contando historias de esta zona ya que la ha recorrido varias veces, os señala varias zonas donde veis unas piedras claramente talladas: Viejas vigías del peligro que llegaba de las Montañas. Vuestros antepasados las erigieron y el tiempo las ha derruido. Tal vez ése es el futuro de todos los que una vez hemos querido dejar nuestras huellas en el mundo. Pero mientras ellas se elevaron orgullosas hacia el cielo protegieron a hombres y elfos de los peligros que bajaban de las Montañas y ahora somos nosotros los que nos dirigimos hacia ellas para buscar el mismo destino, proteger a elfos y hombres... bueno, y enanos y medianos que empiezan a llegar hasta estas tierras (termina con una sonrisa mientras os mira).

     Saradoc os entretiene con una pequeña clase de cocina aprovechando las hierbas que encontrais por el camino aunque eso supone más paradas de las que Lyndale puede llevar con buen humor. El hobbit no tiene problemas en ir probando hojas, raices y frutos no siempre con buena cara cuando algo amargo llega a su boca, pero en otras ocasiones vuelve a recoger más de eso que acaba de probar y que le ha gustado.

Pasa la mañana y tras parar a comer continuais vuestro camino con la misma dinámica de avanzar siguiendo las señales de Odo. De pronto véis venir al hombre del bosque con el gesto agitado y os señala a una colina que está a vuestra derecha: Hay una carromato volcado y animales sueltos al pie de esa colina. He visto movimiento pero no me he quedado porque quería avisaros de no hacer ruido. Es extraño que esté ahí porque no sigue la línea normal de avance en ésta zona.

Odo se acercó rápidamente advirtiéndoles de algo que había visto más adelante.

Cita:

Ingolt miró a sus compañeros, los cuales se reunieron en torno al hombre del bosque.

No deberíamos perder el tiempo y seguir el rastro que hemos encontrado- el bárdido señaló hacía otra dirección a la que venía Odo-ir al carromato podría causar que nos retrasaramos...por no hablar de si nos metemos en más problemas.

Cada minuto que pasa, más lejos se iba a ir el ladrón y más cerca tendrá su casa.- pensó.

El hijo de Ingelt esperó la respuesta de sus compañeros mientras bebía un poco de agua.

—O quizás sepan algo del fugitivo o de las tribus cercanas —señaló Therusia— si es que no están con ellos... Si no sigue el camino normal para un carro, quizás sea un refugio. Porque, por lo que dices, no parece que hayan sido atacados, ¿no?

La enana miró hacía donde señalaba Odo. El nerviosismo del humano era normal, ya que por aquella zona no había habitualmente nada bueno. Sin embargo, tanto si era gente de bien como si eran amigos de los ladrones o los propios ladrones sería conveniente echar un vistazo.

—Un pequeño desvío puede ser un gran atajo— dijo mirando a la elfa, sabiendo que no le haría mucha gracia— Creo de corazón que puede ser útil. Ese es mi consejo, más aunque dependa de ello el destino de todos, es a ti a quien corresponde la decisión ya que por desgracia, heredaste la responsabilidad.

Igual que me habéis ayudado a mi no puedo evitar sentir que ahora debo ser yo quien pierda su camino para ver si puedo ser de ayuda a otras personas, no, no me gusta volver a perder tiempo y poner en peligro algo tan importante pero si no somos capaces de hacer pequeños sacrificios dudo que cuando llegue el momento hagamos un sacrificio mayor.

Aún así, tampoco cometamos locuras. Acerquémonos con cuidado quien sepa pisar en silencio y los demás esperar aquí, si son amigos podremos acercarnos y si hay peligro daremos un rodeo.

Estáis en el valle de dos grandes y poco empinadas colinas, a vuestra derecha está la que deberéis subir, en su parte superior hay afloramientos de roca que dejan un hueco en el medio como si un hacha descomunal hubiera descendido desde el cielo para romper la roca.

También podéis dar un rodeo (un rodeo largo) para acceder por la falda de la colina, más corto si retrocedéis un poco que si avanzáis hacia el final de la elevación.

Saradoc despues de estar al margen durante casi todo el camino debido a que no se encontraba del todo animado, vio la posibilidad de ser de gran ayuda. Dijo al grupo - "Bueno creo que es mi turno, si si si. Yo soy un gran buscador de tesoros y lo que ello conlleva, se escabullirme y pasar desapercibido es mi gran cualidad aparte de la de cocinar. Por cierto me alegra mucho de que os haya gustado mi comida, la hice para vosotros para reponer fuerzas y disfrutar de un buen momento de descanso."

Tras lo cual el hobbit decidio dejar lo que le fuera a molestar para intentar acercarse sin ser visto. Tenia una gran habilidad para escabullirse y esconderse. Para pasar mas desapercibido e intentar mimetizarse con el entorno cogio unas hojas por alli y se echo un poco de barro por alla. Su objetivo fue el no desprender ningun olor que pudiera descubrirle y el pasar desapercibido a cualquier ojo. 

Una vez el hobbit estaba preparado dijo - "Creo que es mejor que vaya solo, ya estoy preparado me acercare a ver y regresare con lo que descubra. Es hora de mostrar que los hobbits sabemos hacer algo mas que cocinar" - concluyo Saradoc. Se despidio y fue a cumplir su mision como el mismo Bilbo haria si estuviera en su lugar.

Ingolt asintió ante las palabras de Lyndale, pero más por caerle bien que por aceptación de sus argumentos, si algo no quería el humano eran más problemas, pero... qué guapa es...¿serán todas las elfas así?- pensó mientras la miraba.

Iremos- decidió el bárdido y fue grande su sorpresa, al ver como Saradoc, daba un paso adelante ofreciéndose voluntario.

El hijo de Ingelt lo miró extrañado- eres pequeño y te mueves rápido, además Bilbo engañó a Smaug..si un dragón no puede atrapar a un hobbit dudo que otra cosa pueda hacerlo. Creo que eres el candidato indicado.- le dijo animándolo.

Ahora bien Saradoc, no te metas en líos. Al menor atisbo de peligro baja con nosotros. No sabemos qué o quién atacó a esa caravana y puede andar cerca...

—¿Eh?

Cuando Therusia quiso darse cuenta, el hobbit ya había desaparecido. Pasaron un par de minutos con la enana acariciando su barba nerviosa y moviendo la cabeza. No desconfiaba de las habilidades del pequeño hobbit, pero había algo que no la gustaba en todo aquello. Los lobos, la serpiente... sería habilidoso, pero el muchacho parecía atraer el peligro como las piedras magnéticas el metal. Y encima, el no iba acompañado, como si lo iba Odo de su gran sabueso.

—Será mejor que vaya yo también— razonó finalmente— no creo que lo descubran, pero hay peligros más allá de que llame la atención, y va solo. Daré un rodeo por el otro lado, así cubriremos también más terreno y, si le ocurre algo, lo veré.

Odo no estaba seguro de si el hobbit podía tomarse mal el hecho que el resto del grupo desobedeciera sus órdenes de no seguirle así que pensó que era momento de confiar en él. Parecía poco dado a hacer frente a los problemas que podía encontrarse si realmente hubiera enemigos pero a decir verdad, ya había salido indemne de un ataque poco antes... y todo el mundo conocía el valor de hobbits como el seór Bolsón.

Como única opción, se dirigió a Lyndale:

- Me siento abrumado porque maese Tuk no haya querido que le sigamos. Si lo hacemos quizás crea que desconfiamos en él. Tengo entendido que los elfos tenéis buena vista y vuestros sentidos son más agudos que los nuestros. ¿Crees que podrías identificar cualquier peligro al que se pudiera enfrentar nuestro compañero?

     Es cierto lo que decís de mi gente maese Odo, se nos conoce por poder caminar sobre la nieve sin dejar huella y por desaparecer entre las ramas de los árboles desnudos de hojas. Pero creo que ese hobbit tiene un don porque ni siquiera yo he podido ver cuándo ha desaparecido y pocas son las cosas que escapan a nuestra vista. Confiemos en él y en su buen hacer.

     Lo que si podéis hacer es avanzar hacia el final de esta colina para ver qué nos espera al otro lado de la colina y servirnos de apoyo si al final hay problemas. Therusia ha rodeado por detrás de nosotros y Saradoc ha subido directamente por la colina. Podemos esperar aquí Ingolt y yo mientras te mantengas a distancia de poder vernos y avisarnos

Subes por la colina aprovechando las rocas para impulsarte y las sombras para esconderte, al llegar arriba te asomas en el hueco central y a mitad de la colina ves un carromato volcado y las señales de su caida desde lo alto de la colina. Sabes que lo normal hubiera sido seguir el mismo camino que llevabais vosotros y que haya subido hasta aquí y después caido es el motivo que justifica que esa opción siempre sea la peor.

Bajas sin problemas hasta la parte baja del carromato que ahora te hace de parapeto porque se apoya sobre sus ruedas de la parte derecha, al otro lado oyes a dos hombres hablando con un marcado acento que te cuesta entender, te suena arcaico y rebuscado. Por lo que puedes entender han tenido que huir a pesar de que uno de ellos no quería y ahora no son capaces de colocar de nuevo el carromato en pie sin romper las ruedas. Entre la conversación escuchas algo sobre los jinetes y después algo sobre los trasgos de las montañas, pero esas palabras van unidas a códigos de tiempo y distancia que no entiendes.

Notas cierta preocupación y urgencia en su conversación.

Retrocedes hacia el inicio de la colina que habéis dejado atrás y avanzas a cubierto entre las rocas buscando la mejor forma de acercarte sin ser vista. Agradeces los remaches de cuero de tu armadura que evitan el tintineo mientras avanzas y llegas a una zona desde la que puedes observar sin problemas la falda del otro lado y ahí ves a mitad de distancia un carromato volcado sobre su lado derecho y dos hombres de cierto parecido, aunque a ti casi todos te parecen iguales, que parece que llevan un tiempo intentando volver a colocarlo pero en cada intento las ruedas crujen y amenazan con partirse.

Más abajo, al final de la colina, hay una mujer y un niño intentando reunir un rebaño de ovejas que se ha desperdigado por toda la zona con excaso éxito ya que la mujer tiene que estar más pendiente de dónde va el niño que de recuperar al ganado disperso.

No eres capaz de ver a Saradoc a pesar de que sabes dónde buscarle, o se lo ha tragado la tierra o su capacidad de desaparecer roza lo mágico.