Partida Rol por web

El hombre que parece de más edad levanta la mano y deja la lanza apoyada en carromato:

Saludos viajeros, perdón pero hace unas horas hemos tenido éste accidente y no sabíamos quién aparecía entre las rocas (ésto dicho con un acento cerrado y un uso más arcaico de las palabras)

El carro parece estar en buen estado a pesar de haber volcado sobre uno de los laterales y al fondo veis a la mujer abrazando a un niño y un rebaño de ovejas desperdigado que se dedica a buscar retazos de hierba.

Ingolt se adelantó a sus compañeros, aún a pesar del tosco recibimiento por parte de sus congéneres, los cuales se parapetaron en la caravana preparados para defenderse.
El bárdido levantó las manos en señal de paz, no quería problemas, y tras unos segundos que parecieron una eternidad, uno de ellos dejó la lanza en el suelo y se presentó.

Cita:

- les dijo.

El hijo de Ingelt asintió, bajando los brazos y con gesto grave confirmó las palabras de aquel hombre. A lo lejos, unas ovejas pastaban mientras la mujer y el niño los miraban todavía nerviosos. El otro hombre se mantenía, receloso, escondido en la carreta.

No tenéis que disculparos, los caminos no son seguros en estos días...-dijo mirando a su alrededor, poco a poco, aparecían sus compañeros...Therry,Odo, Lyndale y Saradoc...Disculpad mis modales, mi nombre es Ingolt, del reino de Bardo el Arquero y estos son mis compañeros de viaje. ¿Quiénes son ustedes?- preguntó refiriéndose a todos los miembros de la carreta.

Sufrimos una emboscada en el camino, por parte de unos montañeses y estos tomaron algo muy preciado para nosotros, huyendo al galope. ¿No los habréis visto pasar por casualidad?- preguntó mientras miraba la carreta.

No parecéis mala gente, los viajeros tenemos que ayudarnos pues nunca se sabe que problemas puedes sufrir en el camino. Decidme que os parece esto, podria ayudaros a reparar la carreta, si algo entiende Ingolt, hijo de Ingelt, mercader famoso al Este del Bosque Negro, es de carretas y carromatos...dejadme ver.- el bárdido dió un paso hacia la caravana mirando al hombre que se encontraba allí, esperando a que se apartara y poder iniciar la reparación.

Therri, me vendrá bien tu ayuda con esto....necesito poner la rueda en su sitio. Habrá que poner en su sitio el eje.- le dijo a la enana.

—Lo comprendo, mas no tenéis que temer de nosotros. Y desde luego no tanto como al camino— la enana volvió a mirar el sitio en el que estaban varados y sacudió la cabeza, desde luego no parecía un sitio para llevar un carromato.—Tenemos algo de prisa, pero os ayudaremos a poneros en marcha de nuevo. Será mejor que lleguéis a un sitio seguro antes de que caiga la noche.

Therusia se acercó y e inclinó ligeramente la cabeza llevándose la mano al pecho a modo de saludo. La enana miró primero al grupo de desconocidos y luego a sus compañeros. Había demasiada gente y no se sentía cómoda, pero aún así se acercó cuando Ingolt lo requirió, aunque no tenía ni idea de lo que estaba pidiendo.

—¿Lo que necesitas es que levante el carro?— preguntó acercándose a la esquina de la rueda averiada y levantándolo con más fuerza que maña. La madera crujió levemente cuando lo hizo aunque afortunadamente no suponía riesgo alguno para el carro. Sin embargo, aquella posición, destinada a facilitar la reparación a Ingolt, no era realmente de mucha ayuda.

Saradoc despues de llegar con el grupo y ver que Wolf hijo de Lean se presentaba no dudo en, aunque Ingolt hablo por el grupo, presentarse tambien y demostrar que estaban ahi para ayudar, - "Hola Wolf, (Creo que se llama asi, no le entiendo muy bien) yo soy Saradoc Tuk del Norte, soy el hobbit que visteis antes. He visto que necesitabais ayuda y corri raudo a avisar a mis compañeros para ver en que podiamos ayudaros si si si."

El hobbit tras su presentacion vio como Ingolt y Therri fueron a ayudar a levantar la carreta. El hobbit no tenia ni suficiente fuerza ni suficiente estatura para ayudar a levantarla por lo que se quedo al margen de esa escena, sin embargo penso que podia ayudar a levantar el animo de aquella gente y quizas entretener al niño que parecia aun asustado, penso para si mismo - "Quizas haya alguna forma de ayudar a esta gente aunque no sea con el carromato... Dejame pensar... quizas alguna cancion adecuada para este momento que pueda ayudar... Ah ya se."

El hobbit decidido empezo a cantar una cancion que largo tiempo se oyo en la comarca cuando las aventuras hobbit aun estaban por empezar y que tanto se habia escuchado despues:

¡Desportillad los vasos y destrozad los platos!
¡Embotad los cuchillos, doblad los tenedores!
¡Esto es lo que Bilbo Bolsón detesta tanto!
¡Estrellad las botellas y quemad los tapones!

¡Desgarrad el mantel, pisotead la manteca,
y derramad la leche en la despensa!
¡Echad los huesos en la alfombra del cuarto!
¡Salpicad de vino todas las puertas!

¡Vaciad los cacharros en un caldero hirviente;
hacedlos trizas a barrotazos;
y cuando terminéis, si aún algo queda entero,
echadlo a rodar pasillo abajo!

¡Esto es lo que Bilbo Bolsón detesta tanto!
¡De modo que cuidado! ¡Cuidado con los platos!

Poco a poco Saradoc fue viendo como la gente se iba animando e iba cantando con el, el hobbit se sintio util ante esta gente.

- Buenos días señores, no pretendo ser indiscreto pero he detectado por su acento que proceden del norte. ¿Forman a caso parte de la comunidad de protegidos por el señor Beorn? En todo caso, les saludo. Se me conoce como El Pequeño aunque el nombre que me pusieron en los salones es Odo. Si quieren, puedo tratar de ayudarles con aquellas ovejas.

     Wolf se presenta a si mismo, a su acompañante, Bren su hermano y una vez aclarada la situacion Wella su esposa y Wolen su único hijo.

     Tal como indica Ingolt son efectivamente lo que ahora se conoce como beórnidas ya que la mayoría están bajo la protección de Beorn pero durante mucho tiempo han sido simplemente los viajeros, los vigilantes del paso o esos extraños hombres que no tienen ciudad.

     Se sorprenden especialmente con la presencia de Saradoc, confiesan no haber visto nunca a un hombre pequeño que no fuera un enano y se sienten intrigados por su amabilidad y por descubrir que algunas palabras son comunes así como el ritmo de la canción que Saradoc comienza a cantar y que pronto el niño corea con ganas. Está claro que la presencia del hobbit ha sido la mejor manera de relajar el ambiente y ver que aunque de culturas tan distantes compartís muchas cosas.

     Ingolt y Therusia se ofrecen para poner nuevamente el carro en pie y Lyndale se queda algo más aparte vigilante, su pueblo ha tenido roces con algunos de los nuevos beórnidas y no confía del todo en esta gente. Mientras Ingolt consigue encajar correctamente las maderas que Wolf le va pasando podéis ver que a Therusia ésto no se le da tan bien y a pesar de la fuerza que desprenden sus movimientos le falta la agilidad de colocar a tiempo la rueda en su sitio y algo que podría haberse solucionado en un momento va a llevar un poco más. Tampoco es nada grave ya que Odo va colina abajo acompañado de Huan y llevando detrás a Wella que intenta llamar a gritos a las ovejas.

2ª Ronda:

Ingolt y Therusia nueva tirada de Oficio

Odo Cazar para reunir las ovejas

¿Saradoc? decidir qué hace/dice/pregunta y en función de eso tirar o no.

Si algo eran los enanos era tercos y Therri era más terca que la mayoría de sus congéneres, de modo que no iba a dejar que la falta de habilidad inicial la detuviese. La enana se había fijado en lo que hacía Ingolt y, rápida de pensamiento, había intentado  relacionarlo con los conocimientos que tenía de otras artes. Así, pronto se dio cuenta que no tenía que pensar en ello como en una de las artesanías que hacía, sino como en las herramientas que usaba para ello y en las pequeñas reparaciones que necesitaban. 

—Así que era eso— la enana sonrió cuando Ingolt señaló el eje, ya que había puesto la rueda al revés y, con facilidad, corrigió la posición de esta, sacándola y volviéndola a colocar con cuidado, antes de apretar con fuerza para que no volviese a salirse. Una vez colocada, se giró hacia el grupo de humanos e inclinó de nuevo la cabeza.

—Therusia, podéis llamarme Therri. A vuestro servicio— se presentó, pues no quería faltar al respeto a aquella gente antes de hacer un gesto a Lyndale para que se acercase. Por algún motivo, a pesar de todo lo que se contase, no le caía mal del todo la elfa y nada sabía de los roces entre elfos y beornidas.

Ingolt sonrió ante la canción del hobbit y escuchó con atención cuando Wolf se identificaba como beórnida, su padre le había hablado de Beorn, un hombre capaz de transformarse en un oso gigante, pero no en que tenía hombres a su servicio.
Tampoco sabía dónde vivían, al parecer estos hombres bajo la protección de Beorn habitaban entre las montañas y el bosque negro.

Mantienen esta zona segura de trasgos, es de agradecer...- pensó mientras devolvía la mirada hacia la carreta.

Therry, más que ayudarle, había levantado el carro con su fuerza mientras Ingolt procedía a arreglar el eje de la rueda.
Qué brutas son las enanas y qué fuerza tienen- el bárdido, a duras penas, sostendría el carro unos segundos levantado y ella lo aguantaba sin tambalearse.

Muchas gracias Therry, creo que esto ya está...- dijo mientras clavaba el eje y cogiendo una piedra golpeó varias veces la rueda para que encajara perfectamente.

Ingolt miró en una de sus faltriqueras y aplicó un poco de aceite para carruajes, este se ponía en las ruedas para que rodaran mejor y no se desgastara el eje que las sostenía.
Quitándose el polvo de las rodillas, finalizó el trabajo y volvió con Wolf y Bren.

Amigos, esto ya está solucionado. Le he puesto un poco de aceite, eso ayudará a que la rueda gire suavemente y no se agriete la madera. No creo que tengan problemas, pero siempre vigilen de no topar con piedras en el camino que pudieran volver a hacer que se saliera el eje.- dijo sonriendo.

Fue entonces cuando se dió cuenta de que los beórnidas estaban absortos con el hobbit- tal vez, nunca hayan visto a uno. Él podrá sacarles información sobre los montañeses.- pensó el hijo de Ingelt.

A lo lejos, Huan y Odo perseguían a las ovejas- jajaja, qué estampa más graciosa- pensó y rompió a reir, vió como Lyndale le miraba y la elfa lanzaba una risita también.

Ingolt se acercó a ella y le dijo...¿te apetece que vayamos a atrapar alguna oveja? Será divertido- le dijo entre risas y salió en ayuda de Odo.

- Vamos Huan, vamos a buscar todas esasovejas y hacerlas venir.

Poco a poco y con mucha paciencia las ovejas van llegando alrededor del carro a medida que tanto el sabueso como Odo van localizándolas y espantándolas o arratrándolas hacia el lugar donde se encuentra el resto.

Wolf y Bren miran con los ojos abiertos como platos la forma de trabajar de Ingolt y Therusia. Después Wolf se queda sin palabras cuando ve como Ingolt retira dos de los radios de las ruedas, gira levente esas mismas ruedas, le pide a Therusia que golpee la parte inferior del carro y de repente algo hace "clack" y el carro descansa sobre sus cuatro ruedas pero con un nuevo ajuste que ofrece mejor capacidad de avance sobre la tierra gracias a los ajustes que ha hecho el bárdido (un secreto aprendido de su padre acostumbrado a largos viajes). Los Beórnidas han sido siempre más tradicionales y no hubieran pensado nunca en esa forma de ajustar las ruedas que facilitará y hará más cómodos sus viajes a partir de ahora y quien sabe si no animarán al resto de su clan a adoptar esa mejora. Wolf llama a Wella para enseñarle lo que ha hecho Ingolt y ésta corre a darle un abrazo (después de todo son ella y su hijo quienes pasan más tiempo dentro del carromato).

Más abajo, al pie de la colina, Huan y Odo demuestran que están hechos para éste trabajo, en cuestión de unos pocos minutos Huan reúne a todas las ovejas en el punto que le indica Odo y evita cualquier intento de separarse de las más rebeldes mordiendo sus patas cuando lo intentan. La forma tan rápida de reunirlas hace que se oigan aplausos desde la zona del carromato.

Sufrimos una emboscada en el camino, por parte de unos montañeses y estos tomaron algo muy preciado para nosotros, huyendo al galope. ¿No los habréis visto pasar por casualidad?- preguntó mientras miraba la carreta.

Wolf parece ahora recordar las palabras de Ingolt (lo que ha hecho con el carromato compensa el fallo en la cortesía inicial) y mirando a su hermano empieza a hablar de forma baja intentando que su hijo quede al margen de la conversación, cosa fácil ya que el niño está totalmente entregado a las canciones de Saradoc: No hace mucho que hemos visto pasar un caballo que no era de nuestros valles, más grande que cualquier otro caballo que haya visto antes, encima llevaba a dos montañeses, al menos uno de ellos era montañés porque el otro llevaba ropajes más oscuros y apenas se le veía el rostro. Llevaban prisa y no es de extrañar, les pisaban los talones una patrulla de trasgos que fueron los que nos obligaron a subir la colina y al llegar arriba el carromato se deslizó y terminó volcando. Fueron siguiendo esa dirección (os señala con el dedo el mismo camino que ya veniáis siguiendo) y no creo que ninguno de ellos acabe bien si no se desvían, hay malos espíritus y viejos guardianes a los pies de las montañas.

Gracias, gracias, no ha sido nada...de verdad.- pudo balbucear con una sonrisa mientras Wella le abrazaba y él le devolvía el abrazo.
Igual nunca vuelves a abrazar a una beórnida, aprovecha idiota...- se dijo mientras sentía los senos de esa mujer grandota estrellarse contra su pecho.

Wolf les dijo hacia dónde se fueron esos montañeses- ¿perseguidos por trasgos? que raro- pensó el bárdido mientras miraba hacía las montañas.

Se giró de repente pensativo y se dirigió hacia sus compañeros, evitando que el niño escuchara lo que tenía que decirles.

Apostaría el mejor dedo de mi mano a qué ese es el montañés que te robó.- miró a Lyndale- Un hombre de ropas oscuras lo acompaña, me pareció no ver a nadie así en nuestro anterior enfrentamiento.- puso la mano en el mentón.
Encima huían de los trasgos hacía un lugar maldito...se fueron tan rápido que ni siquiera atacaron a estas pobres gentes.- Ingolt, por cada pregunta que respondia, dos más aparecían.

¿Hacía dónde irían? ¿por qué tanta prisa? ¿tan importante era ese objeto para trasgos y montañeses? ¿por ello quieren, ambos, apoderarse de él? Mierda...no sabemos nada.- pensaba el hijo de Ingelt mientras bebía un poco de agua fresca.

Wolf, me gustaría agradecerte la información que nos has dado, para nosotros es de mucha ayuda. Ahora bien, hablastes de las montañas...¿qué hay allí? espectros y fantasmas también hay en Ciudad del Lago, casas encantadas...¿por qué ese lugar está maldito? ¿qué nos podemos encontrar cuando vayamos allí? ¿hay algún camino por el que podamos avanzar y no ser vistos?-le preguntó Ingolt mientras miraba en aquella dirección.

Todavía les quedaban un par de horas a buen paso hasta llegar a la falda de la montaña, les tocaría pasar la noche allí, siendo presa fácil para trasgos, montañeses y ahora...espíritus también.- dedujo el bárdido haciendo una mueca.

—Quizás las cuevas. Las cuevas siempre esconden secretos.

La enana miró a lo lejos, pensativa, recordando aquellas leyendas que tanto oía cuando era niña y las largas galerías de su tierra. Galerías que desde niña había aprendido a identificar y guiarse, tanto por ser enana como por ser mujer. 

—Siempre que hay un trasgo, hay un agujero donde meterse. Y si hay un agujero, hay una cueva cerca. Quizás incluso galerías. Cuentan las leyendas, que cuando los músicos crearon nuestro mundo, mantuvieron pequeños silencios, bien conscientes o inconscientes, y estos daban lugar a zonas de tierra más blanda o incluso agujeros. Es por ello que, aunque los habitantes de la superficie no lo veáis con claridad, existen galerías por toda la Tierra Media— Therusia suspiró. Excavar demasiado profundo había despertado cosas horribles, pero excavar a lo largo, había facilitado también la expansión de los males lejos de los ojos molestos. Con todo, aquella vieja (y por supuesto, nada secreta) historia enana, le había hecho pensar que quizás hubiese otra opción.—Nadie conoce todos, por supuesto. Y seguro que hay muchos desconocidos, pero una cosa está clara. Si hay trasgos, hay agujeros. ¿No sabréis por ventura de alguna entrada cercana o de la existencia de alguna red de galerías?