Partida Rol por web

GHELDANETH, 12 DE MARPENOTH, INVIERNO DEL AÑO 1368 CV. 

SÓTANO DE LA VIVIENDA DE NAGUAT EL-HARTUM.

Un cabizbajo Naguat, quien parecía haber comprendido a fin las consecuencias de las malas decisiones tomadas por tratar de eludir algunos impuestos, condujo al grupo hacia el sótano de su vivienda, portando una lámpara de aceite en la mano derecha. A medida que descendía escalones, comenzó a mostrarse cada vez más nervioso y temeroso, hasta que finalmente se detuvo a mitad de escalera. Naguat se giró y le entregó la lámpara a Jotnar. Le miró a los ojos, señaló hacia abajo y emprendió el regreso al piso superior casi a la carrera y sin pronunciar palabra alguna.

Una vez en el sótano, el grupo se dirigió a la pared situada al norte. Allí se veía como alguien había tirado recientemente una pared que ocupaba todo el frontal. Todavía había escombros recientes por el suelo. Tras ésta, una enorme puerta de piedra decorada por una serie de extraños símbolo y jeroglíficos que representan una serie de engendros inmundos y bestias horrendas con una apariencia aterradora. Presidiendo la escena, aparecía un personaje con apariencia aristócrata, el cual portaba un báculo y una corona presidida por un rubí, a juego con los ojos rojos de su portador. Éste lucía una piel verdosa y una barba negra trenzada.

El sello de la puerta se encontraba roto y ésta había sido abierta, aunque no del todo. En el suelo se evidenciaban marcas de arrastre del roce de la puerta con el mismo. Pese a no estar abierta del todo, permitía perfectamente la entrada a cualquiera de los miembros de la compañía de la Barba Insondable y evidentemente a Isidore también.

¿Momento de lanzar buffos?

Reconoces a Anhk El-Durss. Un antiguo sacerdote experto en el arte de la nigromancia que vivió hace más de dos siglos. Al parecer, éste realizó un pacto con un poderoso demonio llamado Mephisto, con el fin de hacerse con el control de Gheldaneth. La historia no está muy clara, pues, se perdió gran parte de la poca información que se tenía recogida en diversos papiros recogidos en la biblioteca de la ciudad setenta años atrás. No obstante, al parecer Anhk El-Durss llegó a alcanzar bastante poder y durante algunos años pudo gobernar sobre la ciudad, sometiendo a sus ciudadanos a base del miedo debido a que éste tuvo una terrible guardia personal integrada por demonios proporcionados por el demonio Mephisto.

Anhk El-Durss fue traicionado por su esposa Habibah, la cual le envenenó, pues ésta fue seducida por el propio Mephisto con la apariencia de un joven noble local, y tras lujuriosas prácticas entre ambos, éste la convenció para que envenenara a su esposo para una vez muerto, ambos pudieran gobernar juntos sobre Gheldaneth y vivir su amor sin miedo a ser descubiertos por Anhk El-Durss.

Una vez Anhk El-Durss murió, el alma de éste pasó a ser propiedad del propio Mephisto y pasó a tener nulo interés en Habiba. La guardia de Anhk El-Durss descubrió lo sucedido y Habiba fue enterrada junto su marido difunto, para que sirviera a su marido en la otra vida y por toda la eternidad, como castigo.

Según los jeroglíficos, la puerta de la tumba fue sellada tras el enterramiento y como protección a la misma, se realizó un ritual de nigromancia, por el cual se abriría una grieta entre el mundo de los vivos y el de los muertos si alguien osaba profanar la tumba.

Nepthis se arrodilló con humildad y reverencia, su mente en blanco mientras sabía que Hathor la observaba con su mirada benevolente y compasiva, esperando a que se elevara hacia ella una vez más.

En su interior, una luz blanca y pura se encendió, iluminando cada rincón de su ser. Nepthis se sintió como un barco a la deriva en medio de una tormenta, aturdida por la fuerza del viento y la lluvia, pero al mismo tiempo, una extraña calma la invadió, como si el ojo del huracán se hubiera posado sobre ella. La sensación de paz y plenitud que la invadió era abrumadora, como si se encontrara en el epicentro de una tormenta celestial.

Una sensación cálida y reconfortante comenzó a extenderse por su cuerpo, mientras la corriente de energía divina la envolvía lentamente. Cerró los ojos y se dejó llevar por la sensación de calma y paz que la envolvía. Esta vez, la paz era más profunda que la que sintió en el Templo de la Ascensión, más intensa, como si las capas más íntimas de su ser se hubieran fundido con lo divino. Los colores del mundo adquirieron una nueva dimensión, los sonidos se transformaron en música celestial y los aromas se volvieron más intensos y sugerentes.

En aquel instante, Nepthis se sentía una parte integrante del universo. Sus preocupaciones, miedos y ego se desvanecieron ante la grandeza de lo divino. Una felicidad infinita la inundó, la presencia divina la envolvía con una fuerza incontenible, y Nepthis se sentía vulnerable y a la vez invencible, como si flotara en el borde de la eternidad.

Cuando la presencia divina se retiró, dejando una vez más solo a Nepthis, su corazón palpitaba con fuerza y su cuerpo temblaba ligeramente. Pero esta vez, en lugar de sentirse extenuada, se sentía renovada, más fuerte, más llena de vida. Y más joven.

Nepthis se levantó con elegancia, sintiendo la presencia de las alas resplandecientes en su espalda. La luz que emanaba de ellas iluminaba la habitación, haciendo que su figura pareciera aún más imponente. La armadura de luz que había invocado se ajustaba perfectamente a su cuerpo, haciéndola parecer una guerrera divina, una de las devas que servían en el reino de Hathor, en Heliopolis.

Asintió con confianza y, con paso firme, lideró el camino hacia el sótano de la casa de Naguat, sin reconocer los jeroglíficos o la estatua que custodiaba la entrada de la tumba.

—Amessis, ¿te suena de algo esto? —le preguntó, buscando la ayuda de su amiga en la interpretación de los símbolos antiguos.

De camino al mercado, Nepthis lanzó Armadura luminosa sobre sí misma, Círculo mágico contra el mal centrado en Jotnar y Convicción en grupo afectando también al chiquillo y al guardia, todo ello prolongado con su Cetro de prolongación menor. Se curó el daño a Fuerza del sacrificio con su Cetro de restablecimiento corporal.

Sumario de estadísticas modificadas por los conjuros activos (recuerdo que la Armadura Luminosa equivale a un conjuro de luz del día, y que cualquier oponente que ataque cuerpo a cuerpo a Nepthis recibe un penalizador -4 al ataque)

Armadura luminosa: 12 horas y 40 minutos
Círculo mágico contra el mal: 1 hora
Convicción en grupo: 1 horas

Tardo 1 hora en Ascender. Y he calculado que habremos tardado 20 minutos en ir del mercado a la casa de Nagua. He deducido ese tiempo de la duración de mis buffs activos. Además, voy a usar las sortílegas de la Ascensión Protección contra el mal sobre Lurzca, Amessis y Nepthis para tener los bonos sin tener que depender en estar cerca de Jotnar.

Recuerdo también que en el prólogo lancé Imbuir aptitud para los conjuros sobre Lurzca para otorgarle la capacidad de lanzar Escudo de la fe y Cerrar heridas a su conveniencia.

Amessis contemplaba a su amiga con los ojos refulgentes, ligeramente humedecidos; tenía una mano en los labios para contener la emoción.

-Ay, Nepthis, estás tan preciosa -le dijo al final, sin poder contenerse, lanzando un gritito de euforia. Tenía ganas de abrazarla y achucharla para rebajar tanta solemnidad, le encantaban sus alas y resplandecía como una diosa. Tenía ganas de darle un apretón en las mejillas-. Estas tan buena. Eres la mejor.

Tras aquellas palabras, el grupo se dirigió a la tumba en cuestión. Amessis leyó el jeroglífico entornando los ojos, no veía muy bien de cerca. Solo cuando Nepthis le dio luz con su presencia, pudo leer lo que había escrito y descifrar la historia.

-Ah, sí, este tipo de aquí se llamaba Anhk El-Durss -señaló una figura representada-. Un nigromante que hizo un pacto con un demonio para conquistar Mulhorand. Uno de tantos idiotas con pretensiones conquistadoras. Fue traicionado por su esposa y asesinado por ella, cuando lo descubrieron, la enterraron con él. Espera, ¿no será esta la tumba de este desgraciado? No tengo ganas de enfrentarme a otro nigromante, son muy cansinos.

El bulto envuelto en mantas que se había colgado a la espalda como una mochila comenzó a agitarse y Amessis tuvo que quitarse la "mochila" para dejarla en el suelo.

-Ehm... chicos, una cosa, de uno al diez, ¿cómo de malo consideráis que puede ser tener de mascota una cría de aberración? 

—Eso iba a preguntar yo. ¿Qué clase de idiota se llama así?—comentó Jotnar—. Bueno, y lo de los pactos con demonios también.

Se rascó la cabeza y terminó dejando caer el brazo.

—Sí, Amessis ya lo hemos visto, Amessis. Lleva intentando llamar la atención sobre si mismo de mil y un formas posibles desde que llegamos al maldito mercado—suspiró—. Por amor de los dioses, viajo con un coco y una cebolla sentientes. Otro elemento absurdo más alrededor no me va a sorprender.

Señaló con el pulgar la estatua a su espalda.

—Pero volviendo al tema. Yo también estoy harto de nigromantes y de sus mierdas. Oh, y de Set. Sobre todo de Set. ¿Os jugáis algo a que nos volvemos a encontrar alguna de esas cosas aquí dentro? Mínimo la primera. Estoy empezando a pensar que el gremio de villanos anda corto de efectivos. Aunque al menos la parte de los demonios es nueva—hizo una pausa la caer en la cuenta de algo y miró a Amessis sacudiendo la mano como quien espanta una nube de mosquitos imaginaria—. Nigromantes de los que no son tú, querida. Ya me entiendes.

Luzrca es quien decidió ponerse al frente del grupo para atravesar las puertas de la tumba, fuera o no fuera la tumba del estúpido Anhk El-Durss. Seguida por Jotnar, Nepthis, Isidore, Amessis y su curiosa nueva "mascota", se adentraron en el recinto. Un frío antinatural reinaba en el lugar, así como un abrumador olor a azufre que invadió súbitamente los pulmones de todos ellos nada más acceder a la tumba.

La oscuridad también reinaba en el lugar, algo que no parecía importarle demasiado al enano, como tampoco a Lurzca, no obstante y gracias a la deslumbrante armadura encantada que portaba la ascendida Nepthis, aquellos que no tenían unos ojos adaptados a las condiciones de total oscuridad, también podían ver bastante bien lo que se encontraba por delante de ellos, aunque no vislumbraron el final del pasillo que avanzaba hacia adelante.

Ante ellos, se abrían paso dos pasillos, uno que se bifurcaba hacia su izquierda y que acababa en una puerta de piedra y un segundo que avanzaba hacia adelante, contando con otra puerta a la izquierda, también de piedra y una tercera sólo Luzrca, Jotnar  Nepthis gracias a los dones que le proporcionaba su forma de ascendida, pudieron apreciar desde el lugar donde se encontraban.

El suelo y las paredes estaban construidos con piedra granítica y arenisca y a diferencia de la puerta de entrada, ningún jeroglífico o inscripción decoraba la estancia, salvo por una serie de extraños ídolos dispuestos en el corredor que se perdía en la oscuridad reinante. Dichos ídolos, no eran otra cosa que una serie de esculturas en relieve, dispuestas de forma simétrica cada pocos pasos. Rostros demoníacos de miradas lascivas, las cuales parecían mirarles, pese a evidenciarse que se trataba de meras esculturas realizadas en piedra, pese a lo realistas que resultaban ser.

Os encontráis en 1. 2, 3 y 4 son las otras puertas mencionadas en la pared.

Olor a azufre: TS FOR CD 18 o queda afectado (Sickened): el personaje sufre un penalizador de -2 en las tiradas de ataque y daño de las armas, los TS y las pruebas de habilidad y característica. Se trata de un veneno. Aplicar bonos.

Sumatorio de estados: COMPROBAR SI FALTA ALGO.

Nepthis:  Armadura luminosa,  Círculo mágico contra el mal,  Convicción en grupo 

Jotnar:  Círculo mágico contra el mal,  Convicción en grupo 

Lurzca:  Círculo mágico contra el mal,  Convicción en grupo,  Imbuir aptitud para los conjuros

Amessis:  Círculo mágico contra el mal,  Convicción en grupo 

Isidore:  Círculo mágico contra el mal,  Convicción en grupo 

Ojitos: Círculo mágico contra el mal,  Convicción en grupo 

- Esas caras... - Dijo entonces Isidore. - Son aterradoras... - Afirmó mientras desenfundaba su estoque y su kukri, como si presagiara que pronto tendría que enfrentarse a éstas.

Enseguida empezó a toser. El olor a azufre se filtró a través de sus pulmones y pese a las divinas plegarias de Nepthis, para velar por que su fortaleza contra todo mal fuera superior a la habitual, quedó afectado por la pestilencia.

Lurzca se llevó la mano a la nariz instintivamente, por tal de evitar el hedor. No dijo nada, pero su expresión bastó para reflejar la repulsa que le ocasionaba el olor. Por suerte, pudo reponerse a la peste y no quedó afectada por la misma, como si fue el caso de Isidore.

- ¡Cuidado! - Le dijo al chiquillo al ver que por un momento perdía el equilibrio a causa de la nube tóxica. 

Lurzca le sostuvo y el pequeño pronto se recupero el equilibrio, aunque no los efectos que la nube tóxica había provocado no desaparecerían así como así.

- Tendremos que avanzar. - Les dijo al resto. Miró entonces a Nepthis y luego a Jotnar. Ellos eran quienes solían tomar la iniciativa, aunque tampoco es que tuvieran demasiadas opciones.

—Diez —decretó Nepthis, con desmayo en el tono de voz.

Nepthis avanzó tras Lurzca, siguiendo de cerca a su compañera de aventuras. El frío antinatural que invadía la tumba y el fuerte olor a azufre no eran nada comparado con la sensación de incomodidad y desasosiego que sentía al contemplar los rostros demoníacos tallados en las paredes. No hacía falta ningún conjuro para sentir la presencia del mal en aquel lugar.

Aunque los dones de Hathor le permitían ver igual de bien en la oscuridad que sus compañeros no humanos, agradeció la luz de su brillante armadura para poder ver con mayor claridad los extraños ídolos que se encontraban en su camino. Se detuvo un momento para observarlos de cerca, tratando de descubrir si había algún tipo de mensaje o significado oculto en ellos.

—Parecen estar mirándonos fijamente —comentó Nepthis, en voz baja, a sus compañeros—. Cuidado, pueden estar imbuidas de algún tipo de magia oscura.

Con cuidado de no tocar ninguna de las esculturas, rezó una sencilla oración para revelar auras mágicas. Después, Nepthis continuó avanzando tras Lurzca, siguiendo el pasillo que avanzaba hacia adelante. Mientras caminaba, intentaba mantenerse alerta y preparada para cualquier peligro que pudiera aparecer.

Nepthis pasa la TS Fortaleza (22 contra CD 18).

Elijo 10 en el Saber pertinente para examinar las caras demoníacas. Lanzo Detectar magia, y mantengo la concentración hasta que haya algún combate o algo.

Por mi, vamos hacia 4, mismamente. 

Amessis asintió hacia Jotnar y descubrió el bulto que había estado escondiendo todo el tiempo. Se trataba de una esfera de color rosado con tentáculos, que habría sido graciosa en otro momento y lugar, pero que en realidad era un único ojo con párpados, con una boca llena de colmillitos justo debajo y ojos parpadeantes en los extremos de sus cuatro tentáculos. Tenía el tamaño de una sandía pequeña y flotaba por obra de alguna magia extraña. Sus apéndices ondulaban con hipnóticas sacudidas. La criatura parpadeó un par de veces y luego se colocó sobre la cabeza de Amessis, mirando fijamente al resto del grupo.

-Es inofensivo -comentó a Nepthis, haciéndole una carantoña a la criatura. Esta entrecerró el ojo y lanzó lo que debía tratarse de una risa. A Amessis le pareció una monada-. Le he dado de comer.

En cuanto el veneno comenzó a estancarse en la estancia, la nigromante empezó a toser y se mareó. La esfera ocular se tambaleó cuando la nigromante se desvaneció un momento, a punto de vomitarlo todo, y flotó a su alrededor, alarmada.

-No me encuentro bien.

Jotnar estaba pendiente de cosas más trascendentales que bichos rosas, como por ejemplo de exclamar:

—¡Joder, aquí huele a culo de camello!

Agitó la mano delante de si emitiendo un "brrf" en el gesto propio de alguien que trata de disipar un olor asqueroso. Aunque cuando Nepthis habló lo cambió por estirarse un bigote como si fuera una suerte de detective.

—Oh, por supuesto. Eso ni lo dudes—comentó—. Es más, no me extrañaría que fueran de ese tipo de estatuas autóctonas de las ruinas, templos ocultos, y demás lugares olvidados de la mano de los dioses que te tiran algún tipo de mierda mágica, venenosa o a secas conforme pasas por delante. ¡Amuir! vete a echar un ojo a...

Se quedó callado un instante.

Se rascó la cabeza.

—Perdón, la costumbre—carraspeó—. Como iba diciendo... no me cabe duda de que no están ahí sólo para adornar.

Jotnar pasa la TS Fort. Va ya con la postura de Mirada del Guarda de Hierro.

Yo evitaría cruzar ante las estatuas por el momento e iría por 2. Aunque bueno, a la esperar de a ver qué saca Nepthis de la tirada de Saber (eso sí, si en algún momento hay que cruzar, Jotnar es muy caballeroso y le deja a Lurzca ir delante respetando su auto-ofrecimiento como voluntaria)

Nepthis se concentró durantre unos instantes mientras el grupo decidía a hacia donde dirigirse. Los rostros demoníacos de la pared evidentemente eran mágicos. El aura mágica que desprendían cada uno de los objetos era moderada. No tardó demasiado la sacerdotisa en identificiar que se trataba de sortilegios de la escuela de conjuración.

Nada relevante sobre los demonios con la tirada de "saber".

Nepthis respiraba con tranquilidad, pero observó a Amessis y al niño que los había acompañado a la tumba subterránea. Al notar que la atmósfera era perjudicial para su salud, la Madre Favorecida se acercó al muchacho y le dijo con ternura:

—Pequeño, es demasiado peligroso aquí abajo. Regresa escaleras arriba y quédate en un lugar seguro. No te preocupes por nosotras, estaremos bien. Encontraremos a tus amigos.

Después, la sanadora se enfocó en Amessis y sacó un pergamino de su estuche. Nepthis leyó el pergamino y murmuró un conjuro que hizo que su amiga se volviera inmune a los vapores tóxicos del lugar. Aliviada al ver que su amiga estaba ahora protegida, Nepthis se dirigió a Jotnar y a Lurzca diciendo:

—Detecto un aura de conjuración en las caras demoníacas que adornan el pasillo. Podría ser la causa de la presencia de aquel gas venenoso —aventuró la Ascendida—, pero también podría ser otra cosa como una trampa de invocación de infernales. Debemos tener cuidado y estar alerta.

Nepthis utiliza un pergamino de neutralizar veneno para eliminar los penalizadores de Amessis, que además se vuelve inmune a todos los venenos durante 30 minutos.

Isidore tenía mala cara. Era evidente que para él, aquel aire era irrespirble y que además le había afectado sobremanera. El joven se mantuvo dubitativo unos momentos. Miró a Lurzca y ésta asintió con la cabeza. Era evidente que Isidore estaba considerando la opción que le había dado Nepthis. Al fin y al cabo, seguía siendo un niño y ahora enfermo. Que la mestiza confirmara las palabras de la ascendida, fue suficiente para doblegar su voluntad, accediendo a abandonar la tumba.

- Está bien... - Dijo resignado. - Id con cuidado y regresad con Aswand. - Le pidio a los valerosos mercenarios. 

Lurzca se acercó al pequeño, le acarició el cabello y le dio un pequeño empujoncito para que iniciar el ascenso hacia la vivienda del comerciante. En pocos segundos perdieron de vista a Isidore.

Jotnar de adelantó al resto del grupo eligiendo de forma unilateral la dirección en la que iban a continuar explorando la tumba. Sin duda, aquellos rostros demoniacos no le causaron gran impresión, al menos no positiva, pues optó por desviar su ruta a la izquierda.

Al acercarse al cruce y ampliar su campo de visión, pudieron observar como la puerta situada al fondo del pasillo de los bustos demoníacos, tenía un sello roto y que la puerta lateral, en cambio no lo tenía, ni roto, ni sin romper. Además, también observaron restos de sangre en las paredes y en el suelo. Sangre reciente a tenor de que aún no estaba del todo seca y al fondo del pasillo, observaron también un objeto, que probablemente fuera una daga. 

No obstante, Jotnar había decidido seguro hacia el pasillo de la derecha y por inercia, el resto continúo tras sus pasos. Cautelosos se situaron frente a la puerta. Se trataba de una puerta de piedra aparentemente muy pesada. Se encontraba cerrada con un sello y sin ninguna inscripción sobre su superficie. 

Nepthis frunció los labios al ver el sello intacto en aquel lado de la habitación y desvió la mirada al otro lado de la intersección en forma de T, donde había una daga y restos de sangre

—Parece lógico pensar que el grupo de Asteirm se decidió por aquella otra puerta de allí —dijo la Madre Favorecida—. Teniendo en cuenta lo que liberaron al romper el otro sello, deberíamos mantener este intacto. Lurzca querida, ¿harías los honores?

Amessis se encontraba mal, pero luego se sintió mejor, fortalecida por la magia de su amiga Nepthis. Se puso en pie con gesto dramático y luego le dio un abrazo a la elegida de Hathor; aprovechó para hacerle una carantoña en la mejilla.

-Gracias, querida. No sé qué haría sin ti.

Una vez recuperada, la esfera ocultar flotó en torno a ella y sus tentáculos se sacudieron. Amessis le acarició la parte superior del párpado y le rascó bajo la boca llena de colmillos. La criatura gruñó, divertida.

-Evidentemente, no vamos a ir abriendo sellos antiguos, porque vete a saber lo que puede salir de ahí. Lo que me resulta extraño es que unos expertos en tumbas como el grupo de Isidore, mercenarios serios, hubiesen roto el sello. Espero que se lo encontrasen así, como nosotros, ya abierto, y decidieran investigar. Vamos, Lurzca, ve delante. Aunque si lo preferís, puedo enviar a un pequeño esqueleto a que investigue por nosotros. Ya sabeis, por si hay alguna trampa.

—Coleccionar maldiciones ancestrales —fue la vehemente respuesta de Nepthis, mientras Amessis le acariciaba la mejilla. La profetisa hizo un gesto elocuente con la mano—. No sé por qué te resulta tan extraño que unos mercenarios serios toquen cosas que no deberían. Te recuerdo que lo primero que hiciste al escuchar unas voces llamándote desde una fuente en la tumba de Akhenseti fue beber de ella. 

»Y ahora llevas un contemplador en miniatura a todas partes —añadió, poniendo los ojos en blanco mientras le hacía carantoñas a la aberración.

—Coleccionar maldiciones ancestrales—había respondido Jotnar automáticamente, y a la vez que Nepthis.

Como se había escuchado "doble", miró un instante a la sierva de Hathor, parpadearon a la vez, el enano se encogió de hombros y dio media vuelta varios pasos por donde habían venido.

—Oh, y no olvides el gorro con forma de serpiente que se puso y la hacía hablar enfatizando las eses—añadió ociosamente a lo de la fuente de la tumba mientras lo hacía—. En fin. En esta puerta hay sello intacto pero en la otra puerta hay uno roto así que ciñámonos a la evidencia. Que por cierto, si los mercenarios serios supuestamente no deben romper sellos, o ya sabemos lo que no son, o lo rompió otra cosa. Pero lo que decía: adelante, Lurzca. O el huesitos, lo que prefieras.

Lurzca no tenía miedo a lo que pudiera encontrarse. Sabía que Hathor y Anhur velarían por ella. De no ser así, tampoco tenía nada que temer, pues su deber era obedecer y proteger a la Ascendida. Al menos eso era en lo que creía en aquella etapa de su vida. Podía cambiar o no, pero esa era ahora su verdad.

- Voy. - Dijo de forma escueta, como siempre solía ser. 

La mestiza agarró con firmeza la empuñadura de su hacha y se avanzó a través del pasillo de las cras demonicas con cuidado de no hacer un solo paso en falso. La mestiza miró a un lado y a otro y cuando se encontró a la altura de los primeros ídolos, se detuvo un instante. Ladeó ligeramente la cabeza a uno y otro lado, cruzando su mirada con la de los rotros, primero a derecha y luego a izquierda. Nada sucedió...

- Nada... - Murmuró. 

Miró atrás haciendo un gesto a sus compañeros para que avanzaran unos pasos. Momentos después, ella misma avanzó algunos pasos más alejándose de los primeros rostros y acercándose a los segundos. Al llegar a su alturo se detuvo. Volvió a mirar sus blasfemas expresiones y nada sucedió. Empitió un leve gruñido y tomó aire dispuesta a seguir avanando.

Iniciativas:

Luzrca: 19

Podéis tirar iniciativas, por si acaso XD.