Partida Rol por web

El hombre  se te acerca  haciendo  un sonido de desesperación

Eres un loco, un pobre demente, que no sé si eres digno de esta sangre que  tanto manchaste con tu mierda y tus acciones suicidas, no te regalo la muerte, otro te la dará y posible ahí si valores tu origen.

 Y al decir esto te muerde desangrándote por completo, puedes sentir como se te va la vida, puedes sentir como  la luz se te va de los ojos y solo ves cuando él  se  corta   con un cuchillo una de las venas de su brazo y te da de beber. La sensación de la sangre es algo exquisito, maravilloso, y a la ver repulsivo… sientes por un momento un leve conflicto entre el placer y el sin saber. En ese momento  si bien no caes desmayado del todo, teniendo algo de conciencia de lo sucedido, solo  puedes ver como él se aleja de ti, y te deja ahí en el suelo.

Mientras lo hace comienzas a sentirte raro.

El hombre  se te acerca  haciendo  un sonido de desesperación

Te falta mucho para ser un asesino, pero posible sea el momento que demuestres lo poco prudente de tu ataque... Que Alá te acompañe.

 Y al decir esto te muerde desangrándote por completo, puedes sentir como se te va la vida, puedes sentir como  la luz se te va de los ojos y solo ves cuando él  se  corta   con un cuchillo una de las venas de su brazo y te da de beber. La sensación de la sangre es algo exquisito, maravilloso, y a la ver repulsivo… sientes por un momento un leve conflicto entre el placer y el sin saber. En ese momento  si bien no caes desmayado del todo, teniendo algo de conciencia de lo sucedido, solo  puedes ver como él se aleja de ti, y te deja ahí en el suelo.

Mientras lo hace comienzas a sentirte raro.

El hombre  se te acerca  haciendo  un sonido de desesperación

Obediencia, mágia y misterio, se te abren las puertas, aunque he de aceptar que me hubiera gustado que fueras más culto, pero no hay tiempo  de eso...

 Y al decir esto te muerde desangrándote por completo, puedes sentir como se te va la vida, puedes sentir como  la luz se te va de los ojos y solo ves cuando él  se  corta   con un cuchillo una de las venas de su brazo y te da de beber. La sensación de la sangre es algo exquisito, maravilloso, y a la ver repulsivo… sientes por un momento un leve conflicto entre el placer y el sin saber. En ese momento  si bien no caes desmayado del todo, teniendo algo de conciencia de lo sucedido, solo  puedes ver como él se aleja de ti, y te deja ahí en el suelo.

Mientras lo hace comienzas a sentirte raro.

El hombre  se te acerca  haciendo  un sonido de desesperación

Sabes, creo que tienes potencial, no eres tan rebelde como esperaba pero tienes caracter...

 Y al decir esto te muerde desangrándote por completo, puedes sentir como se te va la vida, puedes sentir como  la luz se te va de los ojos y solo ves cuando él  se  corta   con un cuchillo una de las venas de su brazo y te da de beber. La sensación de la sangre es algo exquisito, maravilloso, y a la ver repulsivo… sientes por un momento un leve conflicto entre el placer y el sin saber. En ese momento  si bien no caes desmayado del todo, teniendo algo de conciencia de lo sucedido, solo  puedes ver como él se aleja de ti, y te deja ahí en el suelo.

Mientras lo hace comienzas a sentirte raro.

El hombre  se te acerca  haciendo  un sonido de desesperación

¿Sabes?, internamente me complace hacer esto- se rie-  eres perfecto para recibir este regalo, y en cierta forma aunque no suelo tener compasión de nadie, me gusta la idea de hacer esto por ti..

 Y al decir esto te muerde desangrándote por completo, puedes sentir como se te va la vida, puedes sentir como  la luz se te va de los ojos y solo ves cuando él  se  corta   con un cuchillo una de las venas de su brazo y te da de beber. La sensación de la sangre es algo exquisito, maravilloso, y a la ver repulsivo… sientes por un momento un leve conflicto entre el placer y el sin saber. En ese momento  si bien no caes desmayado del todo, teniendo algo de conciencia de lo sucedido, solo  puedes ver como él se aleja de ti, y te deja ahí en el suelo.

Mientras lo hace comienzas a sentirte raro.

El hombre  se te acerca  haciendo  un sonido de desesperación

Oh duquesa, debo decir que aunque muchos creen que habla mucho, me hubiera gustado conversar más con usted, y su delicado  perfume, que las sombras te acompañen hasta tu muerte.

 Y al decir esto te muerde desangrándote por completo, puedes sentir como se te va la vida, puedes sentir como  la luz se te va de los ojos y solo ves cuando él  se  corta   con un cuchillo una de las venas de su brazo y te da de beber. La sensación de la sangre es algo exquisito, maravilloso, y a la ver repulsivo… sientes por un momento un leve conflicto entre el placer y el sin saber. En ese momento  si bien no caes desmayada del todo, teniendo algo de conciencia de lo sucedido, solo  puedes ver como él se aleja de ti, y te deja ahí en el suelo.

Mientras lo hace comienzas a sentirte rara.

Liberados de sus cadenas, por un segundo se levantan con un ligero mareo. Algunos puede que traten de seguir a los anfitriones pero la puerta de la cocina la encuentran  trancada. Realmente los habían dejado ahí, abandonados como carne de cañon para que sean muertos por esos desconocidos.  Los gritos de  Giuliano Piccolomini que en su puesto se revuelca de dolor, sintiendo como su piel cambia. Mientras que el resto debe prepararse a enfrentar lo desconocido, y por primera vez en este relato deberán trabajar en equipo.

Los músicos  estan tratando de empujar la puerta para salir desesperados, así como algunos criados que habian sido abandonados, incluyendo Paul que parece no entender que ocurre.

Quienes llevaban algún arma, aún la conservan, al rededor pueden encontrar todo lo tipico de una cena, cubiertos, bandejas etc..

Mareado, repto por el suelo hasta lograr incorporarme y contemplar el descorazonador panorama que ha quedado tras la marcha de tan misteriosos anfitriones.

No entiendo, no acierto a dilucidar qué es lo que conmigo ha hecho Lord Mieczyslav. Sólo que me siento débil, terriblemente desfallecido y que, al parecer, nos han dejado en la Sala para que seamos pasto de unos supuestos enemigos y, de esta manera, ellos ganen tiempo para huir.

Todos, a mi alrededor, parecen igualmente desconcertados por lo ocurrido aunque es uno de los frailes que viajaba con nosotros el que se ha llevado la peor parte ya que se retuerce y grita horrorizado como si le hubieran echado aceite hirviendo por encima...

Por un instante valoro la posibilidad de acudir en su ayuda mas que estimo la inutilidad de mi auxilio así que trato de ignorar su agonía para centrarme en aspectos más prácticos en lo que a mi supervivencia refiere:

Encerrados, aparentemente sitiados por un ejército que no creo que vaya a darnos tregua. Soy absolutamente inútil en lo que a las artes bélicas refiere... se impone la urgente necesidad de hallar una escapatoria a esta ratonera!!!

        Por un momento la mujer grito desesperada al debatirse con la muerte mientras que escuchaba las burlas del poderoso Leopold Valdemar y rezó para alcanzar la paz eterna en el cielo, sin embargo un momento mas adelante ingirió un poco de la poderosa vitae del cainita y sintió alimentarse de un sorbo de vida, de placer, oscuridad, poder, dolor y muerte que la torturaron antes de dar le de nuevo un atisbo de esperanza con el cual lenta y segura se puso de pie, sosteniendo se de la mesa para reconocer el caos, miedo e incertidumbre a su alrededor, de manera que la mujer les dijo a los otros neonatos mientras que se aproximaba a Mariana para ayudarla a incorporarse:

         " Señorita Mariana, caballeros, les pido por favor que acepten pronto que no podemos huir de la ratonera donde nos han dejado esos demonios del señor Giovani y que tampoco podemos hacer frente a esos dichosos fundadores de los que el señor Giovanni y sus aliados huyen, menos en el estado en el que nos encontramos. 

        Mientras que les expresaba su idea a los demás la neonata vampiresa trató de tranquilizarse a pesar del hambre incremental que sentía a pesar de haber comido un momento antes, asearse de la sangre de ella misma y mostrar la mejor apariencia posible 

         " Tal vez como ellos han dicho ese tal Hardestat debe ser alguien poco piadoso, pero podría que nos perdone la vida si nos mostramos unidos y colaboramos para que den con el dueño de este castillo y sus seguidores, mostrando les nuestro repudio por ellos, por favor traten de recordar cualquier información valiosa que nos hayan dicho juntos o por separado para poder informar mas adelante "    

Me levanté intentando recuperarme de lo que acababa de pasar. Mientras los brujos demoniacos cierran la puerta tras de sí, cerrándola para que nadie pueda escapar con ellos. —Ese hijo de perra de Al-Nazir... — Pensaba mientras me incorporaba y observaba a los demás. —Por lo menos estamos vivos. — Pensé. No era para menos.

A mi alrededor, algunos ya se paraban y la duquesa intentaba poner un orden a la situación. Intentando tragar saliva, inutilmente, me acerqué a ella. A lo mejor si nos organizábamos al menos podríamos salir. —Capadocia. — Mencioné intentando aportar algo. —Estaban conspirando contra alguien de Capadocia. — Por mi experiencia en tierras otomanas, sabía que era un lugar en manos de los turcos, pero no sabía bien dónde quedaba.

Mientras pensaba en eso me acerqué al fraile que gritaba en el piso. No sabía mucho de medicina, pero debía tener un dolor terrible para retorcerse así. Quizá no podía curarlo, pero no lo dejaría ahí para que lo maten en cuanto lo vean. Haciendo fuerza, intenté tomarlo sobre mi hombro.

Tan solo desperté un segundo de mi casi muerte para contemplar que, en la cena, yo mismo había sido el postre.

-Genial, Miguel! Caes de la sartén para caer en las brasas.- Pienso , mientras con un pequeño hilo de consciencia, miro a Lord Casmis cuando me dedica unas palabras. Apenas las entiendo. Mi cabeza da vueltas y mi vista se nubla, mas aún cuando, nuevamente, hunde sus fauces en mi cuello dejando escapar mi vida con mi sangre.

Esa extraña sensación de estar al limite me embarga de nuevo. No consigo entenderlo. Pasa todo tan rápido... Pero justo cuando los ángeles desean mi muerte, algo me devuelve a la vida. ¿Vida? Quien lo diría. Una gota de sangre. Puede que dos. No mucho mas. Noto su sabor en mis labios, pasando por mi lengua y entrando sola, bajando por mi garganta hasta llegar a mi interior.

Mis entrañas arden por dentro. Una mezcla de asco por saber que es sangre y el deseo de querer mas del elixir que se posa en mi boca, luchan con mi mente por intentar entender que demonios esta pasando. Mientras, mis músculos vuelven a tensarse, la vida que se me escapaba parece volver a llenar mi cuerpo. Me siento fuerte y débil a la vez. Me siento despierto y aturdido. Mi mente se abre, mis sentidos se expanden pero aun sigo sin comprender como es posible... sentir... Hambre.

Miro a mi alrededor y solo nos veo a nosotros mismos corretear de un lado a otro en una sala atascada con los músicos, y miedo en nuestro ojos. Por lo menos se que no soy el único.

-Somos como hormigas a las que un niño ha metido un palo en su agujero.- grito al resto

Se que tras la otra puerta viene alguien, lo suficientemente peligroso para que, los que antes me parecían intocables, ahora hayan huido como ratas de un barco.

Oigo a la Duquesa intentar mantener la compostura y al Franciscano todo lo contrario, retorcerse de dolor. Sus gritos incesantes inundan la sala y solo hacen que mi ira crezca mas y mas. Me acerco al fraile para intentar calmarlo y levantarlo del suelo para ver si aun puede caminar mientras veo como, sin exito, el Arabe intenta hacerlo.

- Mi... señora?- Pregunto a la Duquesa mientras intento incorporar al Fraile... pero que cojones le esta ocurriendo en la cara!!!- ¿Piensa de verdad " los enemigos de mis enemigos son.. mis amigos?" Joder!! Que alguien nos ayude a levantarlo!!- Digo mirando a los demás pidiendo ayuda con el franciscano.

Apreto mis dientes, con rabia mientras la contesto - Puede... que tenga razón... mi señora... Lamentablemente no creo estar en buenas condiciones para una lucha despues de lo ocurrido- Opino dudando de mi, pues ahora parezco distinto y con mas fuerza que antes de llegar, pero mirando a Abdul ver como , aunque lo intenta, tampoco puede con su peso.

Acababa de morir...estoy bastante seguro de que acababa de morir pero...Esa ira imparable que siempre me acompañaba me desperto de repente, y senti un hambre y una sed brutales.

Por un momento recorde a Lady Dimitra gritarme "Corre, quiero cazarte" y "eres un animal" y llegue a la conclusion de que si eso era cierto, tenia un hambre de lobo, me tambalee, y descubri al levantarme de mi asiento, que habia acabado con toda la comida como me ordenaron... "malditos" y vomite todo lo que llevaba encima, eso me sorprendio pero se me aclaro un poco la cabeza...Olia a mi alrededor algo nuevo, algo que me estaba pidiendo "comeme", y note como me salian unos colmillos.

Me limpie los labios con la manga de la camisa y mire a mi alrededor, tratando de encontrar cual era la fuente del preciado olor...y me quede mirando a los musicos que trataban de escapar, me centre en uno de ellos y empece a oir su corazon latir...y en seguida lo supe "tengo hambre y quiero beber de el"

Me abalance sobre el primer pobre musico que pille...era una trompetista pero hacia rato que habia dejado caer su trompeta y yacia en el suelo...me miro horrorizada mientras le agarraba y le clavaba los colmillos en el hombro

Al instante se tranquilizo, como si darle un mordisco fuera lo mejor que le han hecho en su vida , bebi y bebi y llegado cierto momento pense "le voy a matar, tengo hambre pero creo que le voy a matar" y me esforce por parar...lo cual tras un rato consegui.

Calmada el hambre, y sintiendo que tenia control por fin de mi mismo, mire alrededor.Lo primero que hice fue acordarme que aun no habia recuperado mi espada, estaba en el cinto, tras mi silla, donde la coloco uno de los criados...y recuperarla fue lo que hice.

Me mire al espejo y vi un espectaculo dantesco, o mas bien...no vi nada. Como si hubiera desaparecido de este mundo, ahora no me reflejaba.

Rei por un momento y calle, al darme cuenta que no estaba solo en la sala, alguien estaba gritando y 3 personas discutian entre ellas...

Me acerque a Miguel, la Duquesa, Mariana, Abdul, Jean y Giuliano

-Dime Moro....¿tienes armas?-Pues era el unico que parecia fuerte, y casi empece a reir...la situacion era tan absurda-No se tu, pero yo a lo que estoy acostumbrado es a luchar-sonrei...¿porque sonreia? hace solo unas horas fruncia tan a menudo el ceño que me estaban empezando a salir arrugas, y entonces me di cuenta...habia caminado hasta los presentes sin cojear, di un par de pasos de baile, pegue un fuerte brinco y empeze a correr por la sala- ¡Jajaja! ¡mi pierna! ¡mi pierna se ha curado! -me acerque a Mariana, a Miguel y Maria, y les plante un beso en la boca a cada uno 

me sentia totalmente bipolar, por un lado el dolor que me atormentaba hacia meses habia desaparecido y me sentia un hombre completo de nuevo, por otro...odiaba a esa panda de cabrones de la cena con todas mis ganas, sus burlas mientras nos desangraban daban vueltas alrededor de mi cabeza.

Me calme y desenvaine la espada mientras miraba a los otros guerreros de la sala, Victor y Pietro.-¿que me decis?

Me siento débil por la sangre que perdí pero luego la sangre que bebí de Gabril hace que me sienta con nuevas energías pero además de ello no solo sentí la muerte que me estaba llevando sino que además fue como un pequeño baile de salón de reyes donde baile un rato para luego despedirme amablemente y decir ¨aún no me puedes llevar nos veremos mas adelante¨.

Cuando volví al mundo de los vivos mi odio y furia no solamente hacia gabril sino a Giovanni y el resto se encendió mas fuerte que nunca,tenía una misión y esa era de vengarme de todos aquellos que me hicieron pasar esto no solo por mi sino también por mis compañeros de viaje,les devolvería el favor multiplicado x 10000,pero necesitaba sangre y allí estábamos,con unos humanos atrapados junto con nosotros y sin pensarlo dos veces me alimente sin pedir permiso a nadie.

Un dolor atroz atenazaba el cuerpo del que un día fuera fray Giuliano Piccolomini. Sus venas ardían como si a duras penas lograran contener los ríos de fuego que eran la sangre de la Matrona Violetta, ese monstruo de cara de porcelana que le había condenado. Los espasmos eran tan fuertes que el resto de desgraciados que rodeaban el cuerpo caído del franciscano, podían escuchar sus huesos chasquear al dislocarse. Y Giuliano gritaba. Aullaba su terrible sufrimiento desde el centro de su alma perdida.

—¿¡Quid!? ¿¡QUID!? —bramó en latín al techo abovedado del salón, cuando logró dejar de chillar— ¿¡Ut quid dereliquisti me!?

Un par de esos desconocidos, cubiertos por su propia sangre y con una mirada perdida de confusión, se acercó al yaciente fraile, intentando sujetarle y ayudarle a levantarse. Los alaridos cejaron en unos instantes, convirtiéndose en patéticos sollozos desconsolados. El antiguo fraile dejó poco a poco de lloriquear.

La criatura que una vez fuera Giuliano, se palpó la cara cuidadosamente, entre gemidos y gimoteos. Nada parecía estar en su lugar. Los dientes torcidos, afilados y asimétricos; las orejas deformes, pegadas al cráneo como si no fueran más que muñones quemados; parte del pelo había caído, dejando grotescas calvas cubiertas de una piel áspera y escamosa. La ansiedad que sentía se veía acrecentada por una vasta sensación de vacío. He sido abandonado... Dejado de la mano de Dios... Repudiado por el Señor... Soy un hijo de Satanás...

Y ahí murió Giuliano Piccolomini, postrado en medio del salón de un castillo maldito. Apartado de la senda Nuestro Señor y cerradas ya las Puertas del Cielo para su alma perdida.

Aquel que se levantó y despertó a una nueva vida, poseía un corazón henchido de rencor y odio. Rencor a aquel que le había dejado atrás, su Dios y guía que ahora le cerraba la entrada al Paraíso y lo arrojaba a una existencia sin esperanza. Odio hacia la debilidad que había llevado a un sencillo fraile a ganarse el destierro y la vergüenza eternas.

—Nuestras almas se han perdido... —musitó sin dirigirse a nadie en particular— Hemos sido apartados de la Luz...

Todo era terriblemente confuso, siempre lo era estando rodeado de señores. No había entendido nada de lo que había sucedido, se había negado a entenderlo. No quería creer que algo así pudiera suceder, no quería pensar que eso era cierto. Él era cristiano, creyente en Dios todopoderoso, pero había visto aquella noche cosas que no obedecían a la lógica cristiana. Las había visto pero se negaba a creerlas.

Le dolía la cabeza, sus pulmones no funcionaban, tampoco su corazón. No sentía latidos en su pecho. La vista estaba borrosa. Le dolía la cabeza. Percibía todo de una forma diferente, miraba a su alrededor con desconfianza, como un animal perdido. Sus ojos bailaban de un lado a otro de la estancia sin fijar un punto claro. Estaba aturdido, todo era realmente confuso ahora mismo en su cabeza. Pasó sus manos por su torso y su cara tratando de reconocerse a sí mismo, hasta la textura de las cosas era percibida diferente al tacto. Todo era completamente diferente para él, quizás porque él era completamente diferente pese a no creerlo.

Le seguía doliendo la cabeza y tenía una sensación animal de hambre en su interior. Un hambre como nunca antes había sentido y sin embargo, no era capaz de identificar con claridad. Pietro apretaba sus dientes con rabia, mientras miraba a todos los lados. Allí únicamente estaban esas personas con las que había viajado y le eran ajenas, además de insignificantes. Haciendo un tremendo esfuerzo se puso en pie. Pero aún seguía atontado, todo le era confuso. Escuchaba gritos y ruidos. Ese sonido le era familiar, al fin algo le era conocido. Palpó su cuerpo hasta que llegó a su cinturón donde se encontraba el pomo de su espada. La sentía diferente, pero la recordaba. Hubiera respirado aliviado por el contacto, pero su sistema respiratorio ya no funcionaba.

Oía pero no escuchaba al resto de sus compañeros de reclusión. Creía que decían algunas palabras, pero no les prestaba atención y tampoco le preocupaban. No escuchaba su conversación, pues él estaba teniendo una interna. Pietro caminaba como un alma en pena, dio unos pequeños pasos hasta la zona donde mejor escuchaba el ruido exterior y desenvainó su espada.

Todo era confuso, nada parecía real o cierto. En mitad de ese mar de dudas en el que se encontraba sumido, únicamente había una cosa que le podía ayudar, un combate. Los combates lo simplificaban todo, el de enfrente es enemigo y tienes que acabar con él. Esa es la única regla de un combate sobrevivir, estás tú y tu enemigo, el resto da igual. Necesitaba eso, algo de simpleza que le permitiera asumir la tremenda complejidad de lo que estaba viviendo.

En búsqueda de una salida, y cada vez más mareado, trastabilleo por la sala hasta tener que apoyarme en una de las paredes de la desnuda piedra lisa que enmarca la escena.

A pesar que la mirada se me nubla en un ascendente tono carmesí, acierto a entender que la aristócrata con la que compartimos carruaje trata de poner orden mientras dos de los otros acompañantes intentan levantar al fraile que se retuerce de dolor...

El fraile... o lo que queda de él: Por fin se recompone de los gemidos y dolor de los que tanto se aquejaba y logra incorporarse para ofrecerme una espeluznante visión, la del hombre convertido en un ser monstruoso, que atribuyo sin ningún género de dudas a la debilidad que tanto me afecta.

Parpadeo confundido ante el horripilante engendro que emerge del suelo, llevándome la mano a la frente para asimilar el tremendo impacto visual...

Mas que mucho más extraño que lo acaecido con el fraile es lo que sucede con el tipo, antes cojo y que ahora dejó de serlo, que ataca indiscriminadamente a uno de los músicos, mordiéndole como si hubiera enloquecido y... sí, succionando su sangre con placer...

Todo eso, lo que ocurre a mi alrededor, es demasiado para mi así que caigo postrado de rodillas, la palma de mi mano todavía apoyada en la fría piedra me doy cuenta, en ese preciso instante ya que antes no lo había tenido en consideración, que el motivo de mi debilidad no es otro que un hambre voraz... pero cómo si acabo de comer??? Lo ignoro y lo más curioso de todo es que no es comida lo que deseo... no, definitivamente no... lo que se me antoja, o más que eso, lo que deseo fervientemente, más que cualquier cosa en el mundo y con la desesperación con la que el estrangulado busca el aire que le permita sobrevivir es nutrirme del mismo modo que hizo el tipo que era cojo y dejó de serlo: Morder una arteria rezumante de viscoso plasma rojo y succionar hasta saciar el hambre que tanto me apremia.

Froto mi cara, notando una suerte de escalofrío recorriendo mi espalda y algo parecido a un sudor frío que empapara mi frente... si pudiera sudar, claro está. Todo resulta extraño desde que Lord Mieczyslav hiciera su embrujo conmigo.
Noto, del mismo modo, una presencia extraña en la mandíbula: Me he convertido en un depredador y, como tal, dispongo de las herramientas idóneas para mi cometido. Gruño ya que es lo único que soy capaz de hacer.

Escudriño de nuevo mi alrededor, los que me acompañaran en el carruaje no parecen servir a mis propósitos. El motivo lo ignoro pero me siento más inclinado por alguno de los camareros, músicos o sirvientes que revolotean aún por la Sala.

A partir de ese momento todo sucede muy rápido, demasiado como para permitirme reflexionar al respecto: Como un lobo hambriento caigo encima de una de esas personas y ya no sé que más sucede ya que todo se funde en una cegadora nube roja de la que emerjo, ya saciado, con un frío y pálido cadáver a mis pies y mi ropa cubierta por los chorros de sangre resultantes de mi mortífero ataque.

Pasan unos instantes en los que me apercibo de como, a mi alrededor, la gente me mira espantada, más que eso, horrorizada, mas que ahora ya estoy tranquilo, he apaciguado mis instintos y logro pensar con más claridad lo que debo hacer para sobrevivir a la situación en la que ando metido: Una salida, debo escapar de este lugar!!!

           " Por favor Paul, señores ... ayudémonos a detener esta ansia por ingerir sangre como ya lo han hecho algunos, porque debemos buscar un acuerdo con esos tipos que entran al castillo ya que hemos sido embaucados para venir por esos conspiradores de ... Capadocia ... y precisamente porque no estamos en condiciones de enfrentar a uno u otro grupo ... por el momento debemos ... negociar nuestra sobre-vivencia y para ello ... "   

           Les dijo la duquesa Maria Borgia al resto de recién neonatos mientras que trataba de ayudar a mariana a incorporarse, esperando que estuviese bien, pero se vio tentada a alimentarse de ella aprovechándose de su debilidad pero se esforzo en detenerse y si Mariana no reacciona pronto se alimentará la duquesa María Borgia de ella, tratando de no drenarle toda la sangre 

El fraile parecía que se había recuperado. 

Aunque su aspecto fuera totalmente distinto. Incluso Lían era distinto. Su carácter agrio y su cojera habían desaparecido.  Y en los ojos de los demás ardía una llama que pedía ser extinguida. Algo que yo notaba igual. 

Hambre.

Hambre de algo que no era lógico. Un hambre sin igual que no podía describir. Hasta que mis ojos se toparon con los de una de las criadas que habían dejado allí con nosotros.

Su piel sonrosada. Su ojos inquietos y sus labios carnosos. Todo efímero.  Tan solo un palmo más abajo de su mirada, la mía se clavaba inconscientemente. 

Y en mis oídos me parecía oír el palpitar de su corazón que me llamaba.

No hubo palabras. Puede que un grito sordo que se confundió  con el resto del barullo de la sala. Lo próximo que recuerdo es que algo me impulso a tomar el cuello de aquella mujer y beber de su sangre. No podía parar. Hasta que su vida se escapo entre mis brazos, dejando tan sólo un último suspiro de vida en mi oído. 

Y me gustó. 

-Qué Dios nos ha abandonado? -pregunte al fraile. -No se equivoque, padre. Dios esta entre nosotros... y nos odia a muerte riéndose de todos.

Dije señalando a La muchacha  que acababa de de sangrar tumbada en el suelo.

Observo aterrado como el fraile se levanta para dar lugar a una bestia horrenda. ¿Qué le habían hecho los brujos? Estaba más allá de mi entendimiento, pero no puedo más que retroceder al ver a ese engendro erguirse y hablar con la voz del hombre.

Es entonces cuando oigo los ruidos detrás mio, y puedo ver a Miguel tomando a una mujer de los hombros y mordiéndola con ganas, sacando sangre de forma parecida a como lo hacían nuestros captores, de forma menos refinada quizá. Me acerqué para ayudar a la criada y poner fin a esa situación, mientras llevaba la mano a mi cimitarra. Sin embargo, el olor de la sangre me embriagaba de una forma que no podía describir. Sentía que mi corazón empezaba a latir fuertemente al contacto con ese olor.

Volteé la cabeza para ver a los demás criados que todavía quedaban y me di cuenta de que no era mi corazón el que bombeaba, sino el de ellos. No pude más, y yo también me lancé a consumir la vida de uno de ellos.