Prólogo

Era una bonita mañana en Kokawa. Los dos sujetos parecían dormir plácidamente cuando, de repente, alguien irrumpe en la habitación levantando las persianas al grito de: ¡BUENOS DÍAS!.

Al parecer, Pleakley había sido mandado por Nani para que los despertaran. Con su vestido verde y una peluca negra, el teniente empezó a dar los buenos días:

-Hoy me veo muy favorecido, ¿no creéis? -comentó mirándose al espejo alienígena que llevaba consigo. Sticht, ¿tú qué opinas?

Experimento 626 abrió la boca frotándose los ojos en señal de que aún no estaba listo.

Así pues, en lugar de contestar a Pleaky lo que hizo fue acurrucarse nuevamente en la cama, empeorando la situación, pues Nani gritó desde abajo, provocando que, tanto Lilo como Stitch se levantasen corriendo y bajaran para tomar el desayuno.

Tanto la humana como su mascota, corrieron por las escaleras en un intento de llegar a la cocina y evitar una buena regañusa por parte de la adulta.

-¿Qué os tengo dicho sobre no hacer caso?

-¡Perdónanos, hermanita, por favor! Te juro que íbamos a bajar, pero estábamos aún levantándonos y despertándonos. Además, Pleaky estaba hablando sobre su nuevo...

-Lilo, no quiero excusas. Inmediatamente os quiero a ambos desayunando.

Sticht miró a Lilo y negó con la cabeza. Cuando se le pasase a Nani el enfado hablarían con ella. De momento, sólo tenían que desayunar y hacer las tareas del hogar.

Así pues, ambos se sentaron en la mesa. Lilo con un tazón de cereales esperando a ser devorado y Sticht con un tazón de leche con galletas de ...¿animales? Aún no sabían que desayunaba y, al parecer, él tampoco. Empezaron a comer su desayuno ya que tenían prisas para realizar las tareas del hogar y, con ellas, contentar a Nani.

-Oye, Sticht... ¿crees que nos perdonará?

-Sticht cree que sí.

-¿Quieres que cuando terminemos vayamos a la playa a hacer castillos de arena?

-¡A STICHT LE GUSTA ESO!

Lilo guiñó el ojo y se levantó de la silla una vez había acabado. Sticht la iba a imitar, pero se percató que algo raro pasaba. La niña de diez años empezaba a tambalearse y a ver un poco borroso.

-¿Sticht?

Automáticamente, la mascota fue corriendo a avisar a los demás. Nani intentó llevar a Lilo al sofá, pero no pudo. No la podía tocar, su mano traspasaba el cuerpecito de su hermana.

-¡Lilo!, ¡oh, LILO! ¿Jumba no puedes hacer nada? ¡¡¿QUÉ LE PASA?!!

-¿Nani, Sticht? -preguntaba confusa la pequeña, quien cada vez veía menos y se encontraba peor.

-¡LILO, LILO!

Lo último que recordaba Lilo era un telón negro.

Prólogo

-¡Yo voy a seeeeeeeeeeeeeeeeeeer el rey león!

Después de que el futuro rey de la sabana hiciese un numerito musical de bajo presupuesto, subiéndose a lomos de elefantes e hipopótamos, los dos leones empezaron a jugar en el agua.

-¡Oye, Simba! -exclamó Nala olisqueando un rastro.

-¿Sí?

-¿Cuál crees que será la sorpresa que te dará tu tío Skar?

-Pues...¡la verdad es que no lo sé! ¡Ah!, ¡sí! Seguro que me querrá dar algún consejo como el que me dio mi padre la noche anterior -puso la voz grave imitando a su padre-¡Es el ciclo de la vida, SIMBA! 

-¡Hala! ¿Y vas ahora con tu tío? Ten mucho cuidado, las hienas...

-Yo soy de una casta de valientes, me río en la cara del peligro, jajaja. 

-Está bien, pero no olvides rugir si necesitas ayuda, ¿eh? 

Simba, el pequeño príncipe de la sabana, se despidió de su fiel amiga felina y fue corriendo a ver a su tío Scar.

-¡Hola, tío Scar! ¿me gustará la sorpresa que me tienes preparado?

-Mi pequeño sobrino más querido y único -finjió-, es para m o r i r s e.

Scar se retiró e improvisó una reverencia:

-Oh, voy a tener que practicar mi reverencia.

El pequeño no entendía nada de lo que estaba ocurriendo, sólo estaba ansioso por la sorpresa que su tío le iba a dar.

-Espérame un segundo, bola de pelo, ahora vuelvo.

Simba esperó y esperó, tal y como se le había ordenado. Sin embargo, su tío no volvió. Había desaparecido como por arte de magia.

-¿Tío? ¿Tío Scar? ¿Estas ahí?