Partida Rol por web

Cuando por fin acaba toda la ceremonia, y puedes dejar tranquilamente al faraón con su nuevo amigo, y a los cortesanos algo mas tranquilos, vas tranquilamente hacia un lugar algo mas solitario para volver a tus aposentos en el Monte Olimpo.

Te concentras para deshacer tu avatar... cuando el mas fiel de tus servidores, Tarandonoriel, se te acerca despacio.

- ¿Mi señor? Creo que hay algo que deberiais ver antes de iros - Te dice. - Hay información... nueva, según ciertos diplomáticos. Creen que debeis oirles cuanto antes.

Miro a Tarandonoriel con algo de mosqueo, no contra él, sino contra el mundo, como es habitual. Soy un dios y me siguen tocando las narices cuando lo que quiero es descansar... Mmm... casi puedo saborear una copa del vino de Dionisos y sentir las caricias de alguna ninfa lujuriosa...

Pero no.

Más problemas.

Suspiro y dejo caer los hombros, en gesto derrotado.

-Dime, mi buen Tarandonoriel. Dime qué es lo que sucede ahora... -levanto un momento la mano-. No, mejor no me digas nada. Diles a quienes sean que estaré en el jardín exterior del palacio del faraón. Me apetece tumbarme bajo una higuera. Que vayan a verme allí. Y tú... -me encojo de hombros-... tú puedes descansar, mi fiel servidor. Bébete una jarra de vino a mi salud -sonrío amigablemente-. Tómatelo como un mandato divino.

- Por supuesto, mi señor. Os lo agradezco - Lo cierto es que le notas bastante cansado. Es normal, después de las emociones de hoy... y sabiendo que le agrada el politiqueo mas o menos lo mismo que a ti. Es decir, cero. - Les pediré que sean breves, si os parece bien. Supongo que querrán establecer relaciones con nuestro nuevo reino, y ya les dije que no era necesario que os molestaran para eso, pero insistieron mucho... - Dice, y después, parte de vuelta hacia el interior.

Llegas tranquilamente a los jardines. Al menos aquí, se esta tranquilo, y puedes sentir la naturaleza a tu alrededor, quizá algo domada por los humanos, pero aun libre.

Busco la higuera que dé la mejor sombra y me tumbo a sus pies, con mi forma de lobo legendario celestial divino (o sea: yo). Me tumbo de forma indolente, dispuesto a saltar al menor ruido, claro.

Espero a los embajadores, o lo que sean. Me rezo a mí mismo para que sean breves.

Virel, tras tirarte a la sombre tranquilamente durante unos cinco minutos, hueles el olor de dos personas acercandose. Tienen un olor muy... exótico, para lo que estas acostumbrado. Además del olor común de todos los humanos, tienen algo de olor a mar pegado a la piel, de forma casi permanente. También huelen levemente a especias que desconoces, a los ropajes nuevos que llevan, y uno de ellos, a componentes mágicos parecidos a los de Alina. Ya les has olido antes, en la recepción, pero ahora que estan solos, puedes apreciar cada parte del olor por separado.

Quieres hacer algo antes de que aparezcan?

No, no voy a hacer nada. Simplemente espero.

Los dos diplomáticos que antes estuvieron hablando con Ixía y contigo, justo antes de la presentación de los regalos, finalmente se acercan hacia el árbol. Son verdaderamente exóticos. El hombre es curiosamente alto y enjuto, con un cierto bamboleo al caminar que demuestra que pasa muchos días en el mar. No va armado, a pesar de que dirías que esta acostumbrado a tener acero colgando de la cintura. La mujer es algo mas baja, y mas entrada en carnes, aunque aun asi bastnate atractiva. Es ella la que lleva los componentes mágicos, como reparas por el olor ahora que está mas cerca. A ambos se los ve bastante seguros de si mismos. Sin embargo, cuando te ven, hacen la apropiada reverencia (o al menos es apropiada para ti. A saber si es la que marca el protocolo de las narices).

- Por vuestra fama, creo que prefeririais que seamos breves, señor. Tenenemos noticias nuevas sobre la esfera que os concernen.

Sin cambiar a mi aspecto de elfo, les digo, indolente pero sin quitarles ojo:

-Por favor, sentaos a la sombra de este magnífico árbol. Y decidme qué noticias pensáis que son de mi interés, honorables dignatarios.

Que se note que las clases de Diplomacia que me pagó Ixía sirvieron para algo.

Aunque aun algo impresionados, los dos diplomáticos se sientan cuando se lo pides. La mujer toma la palabra. - He contactado con mi patria natal hace media hora, y el líder de nuestra... un, la traducción mas cercana es "orden esotérica", creo. Bien, nos ha informado de que la esfera es una esfera espía procente del país vecino de Alhahad. Está unos ocho mil kilometros al sur de este continente, pasado el antiguo reino de Iuz - Te explica.

Mal asunto, VIrel. No tienes adoradores por esa zona, asi que no puedes encargarte en persona de entrar allí...

- Mi señor... si vos o alguno de los nuevos dioses desean mandar un emisario a investigar, estaremos encantados de escoltarles hasta nuestra nación - Dice el hombre. - Es... díficil llegar hasta alli, y tardarais meses en una travesía normal. Con nosotros, tardarían días - Explica.

Humm... mal asunto el adentrarse en terreno desconocido... aunque por otra parte, la exploración de lo ignoto trae gloria...

-Mis dominios no llegan tan al sur, me temo. Lo más lejos hacia el meridión que vi con mis ojos mortales fue el devastado Reino de Iuz... y lo recorrí de cabo a rabo -bostezo indolentemente-. Aunque sí tengo algunos adoradores entre los supervivientes de la Antigua Raza que vivían esclavizados allí, es un país tan yermo que no ha suscitado demasiado mi interés -sonrío lobunamente-. No obstante, eso podría cambiar después de esta pequeña charla...

Cierro los ojos y retransmito mentalmente la conversación que estamos teniendo a Ixía y a Alina.

-Habladme de Alhahad... y también de vuestras tierras. Disfruto mucho escuchando nuevas de lugares tan lejanos... y ardo en deseos de aprender.

Pues basicamente, Iuz esta al sur de vuestro continente. Y es del tamaño del vuestro, si no un poco mas grande. Bien, pues mas al sur aun (pasando el ecuador, vamos), esta la peninsula de la que hablan estos señores. Es decir, en la otra punta del globo, tirando corto.

Ok, pero eso no responde a mi petición de que me hablen de su país y de sus vecinos, que es lo que me interesa. No pienso enviar a nadie sin por lo menos saber a qué se va a enfrentar.

- Por supuesto. Si os parece, empezaremos por nuestro país. Si bien ambos son bastante similares en algunas cosas - Te dice el hombre. - Somos de una nación de islas, en un archipielago llamado Ihzak. Somos una nación de pocos habitantes, aunque relativamente poderosa localmente. Vivimos en pequeñas ciudades, cada una en una isla, todas con un puerto, ya sea grande o pequeño. Son... muy distintas a las de aquí. La mayoría de edificios son mas altos que anchos, parecidos a las torres de vuestros castillos. Espero que algun día podaís ver una... - Dice

- Manejamos poderes algo distintos a la magia de aquí. Nuestros sacerdotes son parecidos a los de aquí, pero no conocemos mucho la magia del norte. La nuestra extrae el poder de nuestros semejantes de forma voluntaria, y es la que nos permite que nuestras flotas sean potentes a pesar de tener menos tripulación que cualquiera de las de aquí. Somos una nación del mar, no de la tierra... quizá por eso es por lo que no teneís aún adoradores ahi.

-Mis dominios no se restringen a los bosques, honorable enviado -sonrío despreocupadamente-. Aunque me placen las tupidas forestas, allá donde un ser natural busque, cace y devore a otro... allá me encontraréis. Pero por favor -añado-, continúa con tu relato...

- En cuanto a Alhazad... en parte son parecidos a nuestro pais. La arquitectura es similar, si bien ellos solo tienen algunos puertos de importancia, pero muchas de sus villas estan en el interior - Dice, con un tono que deja claro que la idea de una ciudad sin puerto le es extraña. - Sin embargo... nosotros intentamos ser amistosos con nuestros vecinos. Nuestro lider es amante de la paz, y solo usamos nuestros barcos y nuestros poderes para la defensa y el comercio. Sin embargo, el Rajá de Alhazad es un hombre que no se conforma con su peninsula, y esta preparando un ejercito para la guerra. No va a marchar contra nosotros, pero el hombre es aun asi una grave amenaza. Y por lo que parece, sus redes de espías ya estan llegando incluso al otro extremo del mundo - Te explica

-¿Para la guerra? ¿Y ese animoso Rajá desea hacerle la guerra a un país que ni siquiera tiene mar y que se encuentra al otro lado del mundo? -pregunto, sorprendido-. Y eso sin tener en cuenta que dos nuevas divinidades, famosas por su ferocidad y rencor, se han tomado la libertad de tejer sobre su antiguo hogar una red de culto poderosa y resistente. Así que... ¿para qué habéis venido vosotros hasta este vuestro fin del mundo? -pregunto, algo incordiado por sus evasivas- ¿Para solicitar ayuda? ¿Para avisar? ¿Para espiar...?

Me transformo en elfo y apoyo mi espalda contra la pared, cruzándome de brazos y mirándoles con los ojos entrecerrados.

-Los humanos sois tramposos, y vosotros todavía no me habéis dado motivos para fiarme de vuestra palabra...

Si quieres añadir algo, no crees que te hayan mentido en ningún momento hasta ahora. No obstante, a ambos se les ve bastante intimidados por tus palabras, como es lógico.