Partida Rol por web

Roux

Juliet devora la tarta de manzana servida en la cafetería de la universidad en silencio. Cuando el hambre parece remitir mira a su acompañante mientras da un buen sorbo al batido de chocolate. -A veces veo cosas o las oigo. No sé muy bien cómo explicarlo. Son cosas que sé, que vienen aquí.- Se señala la cabeza -Empezó antes de ayer... fue mi cumpleaños...- se entristece, deja de comer y mueve un trozo de tarta con el tenedor-...pedí ser especial porque en el colegio se metían conmigo. Pero ya no quiero ser especial.- Tras pasear el trozo por todo el plato se lo lleva a la boca, lo mastica y se recuesta en la silla -Me he escapado de los hombres malos. Vi como llegaban a mi casa pero no me dio tiempo a avisar a mis padres, sólo me escondí de ellos. Sabía cómo moverme para que no me vieran y salí.- Las lágrimas afloran a sus ojos -Les ha pasado algo malo. Lo sé. Lo vi.- Se limpia las lágrimas con la manga, le tiembla el labio inferior, no puede dejar de llorar y hunde la cabecita entre sus brazos.

Sentado a su lado intentas consolarla. Funciona. Poco a poco, con paciencia, se tranquiliza -Esos hombres me buscaban a mí.- El llanto pasa a ser enfado. -Quiero hacerles lo que ellos le han hecho a mi mamá y a mi papá.- Pincha con fuerza otro trozo de tarta de manzana y deja el tenedor clavado. Vuelve a recostarse en la silla. La paz regresa a su rostro después del desahogo. Se termina la tarta y te mira. Aun con la boca llena -Vi la librería de Donovan. Me gusta.- Bebe el culo del batido de chocolate -¿Qué vamos a hacer ahora?-

Jackie

Has pasado el cruce y tanto tu corazón como el de Jake laten deprisa -¡Mierda! El cuatro tercios. Joder.- El objetivo queda destrozado en medio de la carretera. Con el frenazo la cámara en el pecho de Jake golpeó con su cuerpo y se desprendió.

Tras el susto ves que el taxi donde viajaba la doctora se ha detenido. El hombre cierra la puerta y ambos se mezclan con la gente junto a una parada de metro a la que descienden con la multitud. -Jackie, el metro- Confirma tu compañero a lo que asientes -Espera, me bajo y los sigo. Tú estate atenta al móvil. Te diré hacia dónde vamos y en qué parada nos bajamos.-

Casi sin dejar que te detengas a un lado de la carretera, junto a la parada del metro, Jake, visiblemente enfadado por lo ocurrido, salta de la moto y corre hacia las escaleras mientras pone otro objetivo a la cámara. -Te llamo- 

Mientras aguardas pasa, lentamente junto a ti, el Audi negro con el chófer y su mirada fría se cruza con la tuya en un largo instante donde ambos os podéis quedar fácilmente con el rostro del otro. Sin más, pasa de largo y continúa su camino algo más rápido de como ha pasado a tu lado pero sin pegar ningún acelerón, simplemente continúa a una velocidad normal y sus ojos te siguen observando por el retrovisor.

De pronto te suena el móvil. Es Jake...

Esa aventura ya me ha costado un susto y un objetivo. Ya le pasaré la factura al bueno de Thomas. Por nada del mundo voy a dejar que se me escapen.

A esa hora el metro está abarrotado y es difícil distinguir entre tanta gente. Afortunadamente Jake se encuentra como pez en el agua cuando el desplazamiento se basa en transporte público. Sabe donde hay que ir para sacar los billetes.

Un minuto después coge su teléfono y llama a su compañera -Jac ... ¡Jackie! Los veo. Han sacado un bi ... te y van al andén. Los sigo de cerca. En cuan ... sepa dónde van te lo ... go.-

A medida que descienden la cobertura es peor. Jake es consciente de ello y cuelga optando mejor por los mensajes de texto.

>Hay muy poca gente en el andén. Observo desde las escaleras. Se les ha acercado un pandillero y están hablando.

El pandillero retrocede sorprendido -¿Cien pavos por hacer de niñera?- mira a su colega -¡Hecho! Cincuenta, cincuenta- le dice a su compañero. Mientras habláis el borracho se ha acercado zigzagueando. El pandillero depara en su presencia y se le acerca interponiéndose entre él y vosotros -¡Lárgate de aquí! Estamos hablando.- El borracho cruza su mirada con Stensrud y sus ojos se fijan en ella, no es la mirada perdida de un adicto al vino de cartón o la cerveza caliente, sus ojos fríos la atraviesan. Puedes distinguir una malformación en su mandíbula, como si una fractura no hubiera cicatrizado bien.

El sonido del metro denuncia su llegada -Es que no me has oído borracho de mierda- El pandillero da dos pasos poniéndose cara a cara con el individuo que apesta a alcohol y deshechos. Las luces del metro asoman por el túnel. Un brillo de amenaza aflora en los ojos del indigente que mira ahora al pandillero, éste se le encara con firmeza posando bien los pies en el suelo y cerrando los puños. El metro llega a vuestra altura y va frenando. El pandillero empuja al borracho que cae de culo al tiempo que un guardia de seguridad entraba en la zona viendo lo ocurrido y llamando la atención del muchacho. El metro se detiene y entráis junto con la pareja de estudiantes. Los dos jóvenes pandilleros huyen del guardia que acude en auxilio del borracho que queda sentado en el suelo.

Un joven de pelo corto sale corriendo desde las escaleras. Lleva una cámara colgada al cuello y un teléfono en la oreja. Vuestras miradas se cruzan, lo reconoces, estaba en el aeropuerto.

El pasillo es largo y estrecho. Hay más fotografías colgadas en las paredes y algunos dibujos infantiles enmarcados. Todo es normal en la primera mitad del pasillo salvo que el suelo está plagado de bolas negras. Más allá son muchas las manchas de sangre que pueblan esa escena y el brazo derecho del cura yace en un rincón a la derecha, en el suelo, completo desde el hombro a la mano, con la palma hacia arriba y sobre un charco que mancha una biblia tirada a unos centímetros de la mano. A partir de ese punto las salpicaduras son muy variadas, gruesas, finas, espolvoreadas, restregones... y huellas. En el suelo hay diferentes pisadas que se esparcen por todo lo largo de esa segunda mitad del pasillo y hay que tener cuidado de no pisarla.

El olor ferroso de la sangre es insorportablemente intenso.

Nick asiente a tus esperanzas sobre la niña: -Con suerte estará con su padre.- 

Los dos observáis desde el pasillo. Os miráis. -El cura vendría desde el salón y se encontraría con los asaltantes de frente o los asaltantes llegaron primero al salón, hubo una primera refriega y el cura corrió por el pasillo siendo atacado por detrás.- sentencia Nick en sus primeras hipótesis -¿Qué me puedes decir de la herida del brazo?-

Me giro y me dirijo a Caith

Uno de los tipos del aeropuerto esta en el metro . Preparate cuando las puertas comiencen a cerrarse saltaremos fuera del tren y correremos fuera de la estacion. Entendido?

Los nervios me estaban matando . Pero en que demonios te has metido? Quien son estas personas?

Estas preparada disimula como si no pasara nada y en cuanto comiencen a cerrarse saltamos. Ahi que intentar dejar a ese tipo en el tren y luego ya pensare algo. Por Dios pero en que estas metida...

Mi corazon latia tan fuerte que parecia que queria escapar de mi pecho. Disimulaba pero no podia evitar mirar la puerta de manera furtiva. Todos los musculos en tension esperando que las puertas comenzaran a moverse. Habia vito esto un millon de veces en las peliculas, esperemos que funciene tmbien ahora

El semáforo se pone en verde y el Audi en marcha. Pese a las migrañas, Frank ha visto la temeridad de la puta y el fotógrafo con la moto. Es una suerte disponer de acceso al gps del taxi pero de nada sirve si otros persiguen a su objetivo de forma tan llamativa. El taxi hizo una parada junto a una estación de metro y seis paradas de autobuses, sin mencionar el resto de posibles taxis...

-¡Ah! La puta de la motocicleta. Ahí está. ¿Y su compañero?- Ralentiza el vehículo -No está en las tres paradas de autobus a la vista, claro, demasiado obvio, el metro sería la mejor opción en esta hora, ocultos en la multitud.- El Audi pasa lento por el lado izquierdo de la moto aparcada y Frank observa a la mujer grabando su rostro en la memoria -Ya te cogeré, te desollaré y me quedaré con esa preciosidad que tienes entre las piernas...- El coche pasa de largo, Frank acelera. -Tengo que conseguir la información de esa vieja, es mi billete a la inmortalidad.- Saca las gafas de sol de la guantera cegado por la luz matinal -Aun tengo tiempo antes de que despierte.-

          - Bien. Eh... - Roux procura disimular su incredulidad y curiosidad a partes iguales. Su voz trata de sonar reconfortante. - A veces... Las cosas que vemos aquí... - Señala su propia cabeza. - No son del todo reales. Puede ser que tus padres estén bien, y preocupados por ti. - Se deja unos segundos para pensar en los próximos pasos a dar, incluidas sus palabras. - ¿Quieres que llamemos a tu casa? - Roux se termina el café que tenia enfrente. - Vamos, buscaremos una cabina y llamamos, así sabremos si están bien. - El joven deja unos dólares sobre la mesa y sin preocuparse de esperar a recibir las vueltas tiende una mano a la niña haciendo ver que es momento de salir de allí.

          No cuesta mucho encontrar una cabina desde la que llamar, y dado lo poco que se utilizan hoy en día tienen cierto aura de tranquilidad a su alrededor. Roux ayuda a Juliet para que se siente en la cabina, descuelga el teléfono, y lo pone entre los dos, esperando que así puedan escuchar la conversación ambos y la niña esté más tranquila. - Ahora tu parte, ¿Sabes el teléfono de tu casa? Sino podemos buscarlo en la guía. ¿Como se llaman? - Esperando que el plan surta efecto pero aún sin su curiosidad saciada, decide ofrecerle algo más en su trato. - Venga, después te llevaré a que conozcas la librería, y a Donovan, aunque no es tan majo como yo. - Roux sonríe con complicidad, buscando calmar y ganarse la confianza de Juliet.

La pequeña Juliet asiente con el rostro inexpresivo y te coge la mano mientras llegáis a la cabina. No cambia hasta que prometes visitar la librería y presentarle a Donovan, momento en que se vuelve a dibujar la sonrisa que tanto te tranquiliza ver en su rostro, con esos dos holluelos en las mejillas. -Mi mamá se llama Sonia Engen y mi papá se llama Marcos Engen- Te da el número y marcas, sin embargo ella prefiere esperar fuera de la cabina.

Primer pitido

Segundo pitido

Tercer pitido

Descuelgan el teléfono -Detective Coole Roberts de la policía de Nueva York. Ha llamado a la casa de los Engen ¿Con quién hablo?- El detective parece sereno, de voz firme y autoritaria, pero puedes sentir la tensión al otro lado del auricular.

Inquietud, nerviosismo. Antes de moverse pensó el no coger el avión a Nueva York por miedo de que algo cambiara. Ahora la doctora comprueba no sólo que sus sospechas de que la vigilaban eran muy reales sino que, además, a sembrado la alarma en sus observadores.

Observa con atención las puertas ignorando al joven que entró en último lugar y que seguramente esté en el vagón de al lado abriéndose paso hacia ellos. Sólo mira las puertas.

"Tsssss" el escape que denuncia el cierre activa sus músculos y de una zancada vuelve al andén. Las puertas se cierran tras los dos. Todas las puertas están cerradas. Ella te coge del brazo, el metro comienza a marcharse con el joven perseguidor de la cámara de fotos en su interior y pocos segundos después desaparece por la oscuridad del túnel.

A vuestra espalda el borracho está de pie junto al hombre de seguridad. Ninguno de los dos depara en vosotros. Por lo demás el andén está despejado. -Gregory...- suspira -tengo que contarte tantas cosas- su respiración esa agitada -No sabía lo que ocurría ni si era cierto o no, pero por miedo, antes de decidir venir a aquí, te mandé una copia de lo que encontré que deberá llegarte en unos días.- Sus palabras suenan más a disculpa que a revelación. Sin duda la doctora se arrepiente de haberte mandado las notas pues, con ello, te ha inmiscuido de lleno en lo ocurrido. -Quiero explicártelo todo.- Mira en derredor nerviosa y casi no puede soportar la ansiedad provocada por no tener ni un respiro desde que llegó al aeropuerto -¿Cómo sabían que venía? Sólo te lo dije a ti y...- te mira a los ojos -Thomas y tú sois los únicos en los que confío-.

          Roux observa a la niña mientras llama, temeroso quizás de que quiera marcharse, o tal vez de que se sienta desprotegida.

           Sus ojos se abren por unos instantes en los que no puede disimular del todo su sorpresa. - ¿Como? ¿Detective? - Su voz, aunque se mantiene a un todo moderado, suena con cierta urgencia, algo que no ha hecho adrede pero que decide aprovechar para continuar la conversación. - ¿Que le a pasado a Marcos? ¿Esta bien? - Sus ojos, ya más calmados, van de la niña a su alrededor, sin perderla del todo de vista, queriendo saber si llama la atención de alguien. Habiendo visto muchas películas, aún más libros leídos, y sin querer involucrarse con la policía debe pensar y actuar rápido. - Soy Frank, Frank Braun. Conocí a Marcos hace un tiempo, quería saber de él porque últimamente habíamos perdido el contacto. ¿Se encuentra bien? ¿Y su familia? -

           Roux escucha atento, tratando de tomar decisiones rápidas como qué decir si le pide que se reúnan, si debe decirle que esta con la hija, o qué hilo de investigación usar si es que decidiera indagar más. Para ello observa el rostro de la niña, y recuerda en él la desesperación y el miedo que tan solo minutos atrás había podido observar. - Si de verdad ha ocurrido algo, y ha acudido a mi, no creo que quiera ir a la policía. - Lo que ha oído de los orfanatos y centros sociales, nunca ha sido algo que le hubiera gustado para él. Por lo que para ella tampoco. Las decisiones están tomadas. - El viernes volveré a la ciudad, apunto su teléfono, o si me dice como localizarle iré a verle. - Roux arranca una hoja de la guía sin preocuparse mucho por el qué dirán y apunta todos los datos que tiene frescos en su memoria, por temor al hecho de que no a descansado todo lo que debería y pudiera olvidar algo. - De acuerdo. Le llamaré. - Roux cuelga el teléfono asimilando la conversación, y sin decir palabra tiende la mano a la niña y se dirige hacia el metro, es más, otra, boca de metro.

El corazón me latía a toda velocidad tras el susto en el cruce, podíamos habernos matado, aunque la única baja fuera uno de los objetivos de Jake. Me sentía muy mal por su pérdida, sabía perfectamente como adoraba su equipo y lo caro que era, más tarde tendría que pensar en alguna manera de compensarle, aunque no pagándoselo, ni de coña podría permitirme algo así. Por suerte el taxi paró un poco más adelante, no les habíamos perdido la pista, al menos mi maniobra arriesgada sirvió de algo.

Jake casi saltó de la moto en marcha, algo que me sorprendió tras el susto anterior y corrió tras ellos en dirección al metro. Respiré hondo tratando de tranquilizarme un poco cuando el Audi pasó a mi lado, su mirada me puso los pelos de punta, sobretodo porque me seguía mirando por el espejo retrovisor. El sonido de mi móvil me sorprendió y di un respingo, era Jake. Sin poder contestarle escuché sus palabras entrecortadas por la mala cobertura, parecía mentira que en una ciudad como Nueva York no hubiera repetidores en los túneles de metro.  

Cuando leí el primer mensaje que me envió guardé el teléfono en el bolsillo de la cazadora, no tenía mucho sentido estar parada en medio de la calle, así que conduje en la misma dirección por la que se había ido el Audi. No esperaba encontrarle, porque hacía tiempo que se había ido, pero la mirada del conductor me había dejado un poco impactada y tenía mucha curiosidad por saber a dónde se dirigía.

La psiquiatra forense entra en la vivienda donde el resto de policías analizan las escenas del crimen múltiple. -Buenos días.- Saluda cortésmente la psiquiatra sin prestar atención a quién devuelve el saludo. El detective Cole Roberts se acerca a ella. -¿Es usted la psiquiatra forense?- la señorita Davidson afirma mecánicamente aun sin prestar atención a su interlocutor mientras el detective le da instrucciones -Bienvenida, soy Cole Roberts y llevaré el caso junto al detective Nicholas Cunningham. Ella es Amada Wickham mi forense, por así decirlo,...-Las tocayas intercambian una sonrisa -...y la otra forense que ahora trabaja con Nicholas es Isabela Becker, también forense. Quizá debería empezar por el edificio de arriba. Allí hay dos víctimas además de las dos de aquí y el descuartizado del pasillo.- 

Las palabras sacan a la forense Davidson de su ensimismamiento -Yo soy Amanda Davidso... ¿cinco muertes uno de ellos descuartizado?- Ninguno de los detalles pasó desapercibido para la recién llegada en el momento en que puso un pie es ese desgraciado lugar. Aun sin salir de su asombro, asiente y sale del apartamento, en el que hay demasiada gente, para dirigirse al piso de arriba. Desde luego sería todo un reto ponerse en la piel del agresor o agresores.

En ese momento suena el teléfono fijo de la vivienda.

Tras haber dado instrucciones a la peculiar recién llegada el teléfono le sobresaltó. Todos los agentes se miraron y, siendo él el detective al cargo en la habitación no tuvo más remedio que descolgar el aparato. -Detective Coole Roberts de la policía de Nueva York. Ha llamado a la casa de los Engen ¿Con quién hablo?- La voz al otro lado, ausente completamente a lo ocurrido en la vivienda, se sorprende por la identificación del agente -Señor Frank Braun...- repite el nombre en alto mientras señala a un agente para que lo apunte en su libreta -Lamento informarle que tanto el señor Marco Engen como su hija Juliet, se encuentran desaparecidos. ¿Podría pasarse por la comisaría de Manhattan mañana a primera hora de la mañana? Me gustaría que me describiera con detalle a Marco ¿Hace mucho que se conocían?-

La moto se vuelve a poner en marcha con un ronroneo. Aun puedes ver el Audi A3 en la lejanía pero no está en la carretera. Ha aparcado en zona amarilla y se baja del vehículo. Te dispones a arrancar para acercarte o, simplemente para evitar la línea de visión con él y ver sin ser vista. Sin embargo, vuelve a sonarte el móvil. Es Thomas.

Thomas mantiene una inquietante conversación telefónica que poco a poco le hace pasar por varios estados emocionales. Incredulidad, seriedad, interés, excitación, agobio... cuelga el teléfono y corre a la puerta de su despacho -¡Jackie!¡¡¡Jackie!!! ¡¡¡¡Jackeline Davidson!!!! ¿Alguien la ha visto?- Al no obtener respuesta, presuroso, coge su teléfono, se encierra y la llama paseándose con nerviosismo por su despacho. -Jackie ¿Dónde cojones estás? No, olvídalo, no me importa, escucha, hay algo muy gordo. He hablado con Arthur, sí Arthur B Maddeeel comisario, y hay algo muy gordo. Está pidiendo la colavoración de los medios. Debemos elaborar un comunicado sobre dos desaparecidos. Marco Engen y su hija pequeña Juliet Engen, las fotos nos llegarán de un momento a otro.- Thomas se queda sin aire, tose, respira agitadamente -He tirado de contactos, el hermetismo sobre el caso es brutal, están trabajando la comisaría de Brooklin y la de Manhattan en el mismo caso. Pondré al becario a redactar el comunicado, tú ve a casa de los Engen: Edificio Pearl 2. Rascacielos situado en el bajo Manhattan junto al puente de Brookling. Planta duodécima. Pregunta a su esposa, a su perro, haz tu magia y averigua qué ha pasado ¡¡¡Ya!!! Espero tu llamada en veinte minutos.- Thomas cuelga el teléfono sin dejar hablar a la periodista y se deja caer en su asiento para tomar aire y seguir haciendo llamadas.

Jake entra corriendo en el vagón contiguo. -Misión cumplida. Ahora me presentaré, les diré que me manda Thomas y...- mientras se abre camino entre los pasajeros para llegar hasta la pareja los ve saltar al andén al tiempo que se cierran las puertas dejando al fotógrafo helado dentro. El acompañante de la doctora Catherine es el que la ha instado a salir y, una vez en el andén, intercambia una mirada triunfal con Jake. En enfado que le hizo saltar de la moto crece en su interior pero mantiene la compostura en el vagón, saca el teléfono y llama a su compañera de piso. Comunica, lo que no ayuda a su situación y termina por dejar un mensaje de voz narrando lo sucedido.

          - Cole Roberts, comisaría de Manhattan. - Repite despacio mientras termina de tomar sus notas. - El viernes regreso a la ciudad, por la mañana, iré a verle sin falta entonces. ¿Tiene un teléfono de contacto? - Ahora tiene más preguntas de las que ya tenia antes, y se toma más tiempo del que habría querido en un principio. - ¿Y su mujer esta bien? Hace un par de años que no veo a Marco, así que la descripción que yo le puedo dar no es más fiable que cualquiera de sus fotos, imagino. - Mentir desde el otro lado del teléfono se antoja sencillo, por suerte tiene un lugar donde tomar notas y recordar los detalles importantes. Ojalá hubiera llevado consigo alguna moneda más pues tiene el tiempo justo de escuchar la respuesta y se cortará la llamada. - Espero que se encuentren bien y den con ellos pronto. El viernes nos vemos. Hasta luego. - Deja que la llamada se corte aún con el auricular en la oreja. Observa a la niña. Ordena sus pensamientos. Cuelga. Guarda el papel con los nombres.

          Por su cabeza pasan un montón de escenas policiacas. Comienza a mirar discretamente a su alrededor. - ¿Habra alguna cámara por aquí? ¿Habra localizado la llamada? Creo que después de esta llamada me he convertido en el primer sospechoso… - Sin estar satisfecho con el resultado de la llamada, repasa su incredulidad para con Juliet, es difícil imaginar por lo que habrá pasado. - Mejor será no abrir la herida de forma innecesaria, sabré más cuando podamos hablar largo y tendido. - Se acerca de nuevo a la niña tendiendo su mano y mostrando una sonrisa. - Vamos a la librería. - Se ponen en marcha hacia el metro, de otra boca de metro a la que han llegado.