Partida Rol por web

| DESCRIPCIÓN DE GLENDERS |

Al entrar por la muralla de la ciudad se extendía la gran calle principal, donde estaban las tiendas más cotizadas y las casas más lujosas. Por ella atravesaban estrechos callejones, donde vivía la gente que tenía menos dinero, pero aquella no era una razón para considerarlos pobres, pues sus casas no eran tan malas como las de Plenisford. Todas las fachadas eran de piedra, colocadas estratégicamente para que se vieran perfectas desde el exterior, para dar buena imagen. Las tejas eran de color negro, lo que debería darle un toque siniestro, sin embargo las amas de casa tenían preciosas plantas en los ventanales y todas estaban en perfecto estado. A ninguna le faltaba una bonita chimenea, algunas incluso echaban humo. Caminando unos minutos por la calle principal había un albergue, donde cobijaban a gente sin recursos que se acercaba a Glenders buscando ayuda.

| DESCRIPCIÓN DEL ALBERGUE |

Caminando unos minutos por la calle principal había un albergue, donde cobijaban a gente sin recursos que se acercaba a Glenders buscando ayuda. En la puerta había un pergamino que anunciaba la capacidad máxima de dicho albergue y, además, los días que como máximo podían quedarse en el lugar. La recepción del albergue era redonda y las paredes de piedra. En el centro había una gran alfombra de color marrón oscuro, justo debajo del mostrador donde Joseph esperaba a la clientela. 
Había una puerta cerrada con llave detrás del mostrador que llevaba a un pasillo con olor a humedad y como única fuente de luz un par de candelabros colocados a mitad del pasillo. Al final de éste había otra puerta que conducía a un patio enorme, con una fuente de piedra en el centro. Tenía forma cuadrada y, a los lados de éste, estaban las diferentes habitaciones de los huéspedes. También había unos bancos de piedra, entre puerta y puerta, para poder sentarse y descansar. En aquel lugar se respiraba un ambiente tranquilo, como si nada pudiera perturbarlo.

| JUGADA MASTER |
 

El sol había hecho su aparición en el horizonte, alumbrando la ciudad como pocas veces lo hacía. El cielo estaba completamente despejado, para sorpresa de todos los habitantes. La Tierra Media solía ser un lugar oscuro donde reinaban las tormentas, la lluvia y el frío. Los más supersticiosos creían que aquello era una buena señal, una señal de libertad.
Joseph trabajaba en el albergue como un día corriente, esperaba en la recepción a que llegaran los forasteros para asignarles una de las habitaciones que hubiera libre.
- Necesito una habitación, por favor- dijo un hombre con el cuerpo redondeado, esperando a que Joseph le atendiera.
Mientras tanto una joven llegaba a la muralla que protegía la ciudad. Cassandra, montada en un caballo negro, se encontró con los guardias que custodiaban la gran puerta de roble y que la miraron con atención antes de hablar.
- ¿Quién sois? ¿Cuál es vuestro nombre, bella dama?- quiso saber uno de los soldados, con una sonrisa de oreja a oreja oculta bajo el yelmo.

Ese día parecía ser diferente al resto. El cielo siempre había estado cubierto de nubes, algunas veces más oscuras que otras. Sin embargo, aquella vez era diferente. El sol iluminaba con intensidad la ciudad y el cielo azul era tan inmenso que me sentí insignificante.
La actividad en la ciudad era la misma de todas las mañanas aunque se notaba cierta alegría en el ambiente. Los forasteros seguían viniendo al albergue como hacían de costumbre así que no tuve más remedio que recibirles como siempre. Un hombre con el cuerpo bastante redondeado se acercó a la recepción para solicitar una habitación. Pude comprobar que iba solo así que le ofrecí uno de los aposentos individuales.
- Por supuesto, caballero. Si no le importa, ¿puede acompañarme y le indico dónde está su habitación?- dije, haciéndole un gesto con la mano. Esperaba que me siguiera así que empecé a caminar hasta la puerta por la que se accedía al pasillo. Lo atravesé y llegamos al patio exterior, donde estaban todas las puertas de las habitaciones-. Bienvenido a Glenders, señor, y que disfrute de su estancia aquí- le dije, despidiéndome de él para acudir rápidamente de nuevo a la recepción por si hubieran acudido nuevos forasteros pero no fue así.
 

El sol brilla en el cielo azul. Un buen augurio para todas las personas que desearían al Rey muerto y el preludio de la tempestad para aquellos que como ella sirven al Rey con fervor. Pero eso no le impide dejar su lealtad a un lado... no va con ella el traicionar... al menos si no es con un buen motivo y el único motivo por el que traicionaría sería el conseguir más poder para ella misma.

Con porte altivo, mira a los hombres que guardan la entrada a Glenders.

-Preguntáis eso a todas las personas que pretenden cruzar vuestras murallas? Si no es así, me guardaré mi nombre a buen recaudo y os diré que me podéis llamar Dama.

| JUGADA MASTER |

Los soldados miraron intensamente a Cassandra, de pies a cabeza, como si intentaran adivinar alguna intención oculta en su visita a la ciudad pero después se dieron cuenta de que más gente se agolpaba detrás de ella para poder entrar. Ansiosos por poder tenderse de nuevo en la hierba a descansar, le hicieron un gesto a Cassandra para que pasara rápidamente. Abrieron las puertas de par en par y se acercaron al siguiente forastero para interrogarle, por suerte para la joven. Ya tenía el camino despejado y ante ella se extendía la calle principal de la ciudad. Tenía una misión que cumplir.

Mientras tanto, en el albergue, el hombre de cuerpo redondeado regresó a la recepción con una sonrisa de oreja a oreja, rascándose el poblado bigote agolpado en su nariz. Se acercó al mostrador donde se encontraba Joseph.
- Precioso lugar, joven, pero tengo asuntos pendientes que atender en la ciudad... Regresaré para comer- dijo el hombre, mientras daba media vuelta y salía del albergue, moviéndose su corta melena por la corriente de aire que creaba al pasar.

Glenders - Calle principal

Al fin puede continuar al interior de la ciudad. No sabe cuanto tiempo puede llevarle finalizar su misión en ese lugar, pero primero tiene que afianzar y conocer el terreno por el que se tendrá que mover. Así que, montada sobre su caballo, pasea al trote por la calle principal de Glenders, con un porte casi imperial, de princesa de un reino lejano, o algo así... al menos esa es la sensación que quiere transmitir.

Busca alguna posada para poder quedarse si es que le lleva más tiempo del debido.

| ALBERGUE - CALLE PRINCIPAL |

Despaché a todas las personas que habían acudido a la recepción del albergue y como ya no entraba nadie decidí salir al exterior, esperar las visitas en la misma puerta principal y deleitarme con el cielo tan despejado que había ese día. Era agradable ver el ambiente que se respiraba en la ciudad, a pesar de que la actividad era la misma de siempre. De vez en cuando saludaba a gente que pasaba por delante, habitantes de Glenders a los que veía diariamente y le conocían desde bien pequeño.

| JUGADA MASTER |

Cassandra iba por la calle principal buscando algún lugar donde poder hospedarse hasta que se cruzó con la mirada de un muchacho. Éste se encontraba en la puerta con un letrero que indicaba "Albergue para forasteros". El joven saludaba animadamente a la gente que se cruzaba delante de él. Al parecer era un muchacho bastante conocido y querido en la ciudad.
Cassandra sabía que debía buscar algún lugar en el que pudiera descansar gratuitamente, pues así se lo habían indicado, de modo que no tenía más remedio que preguntar a aquel joven.

Glenders - calle principal

Desmonta del caballo y tira de el mientras se acerca a aquel muchacho que parece conocer a todo el mundo y seguramente conozca toda la ciudad. La verdad es que no entiende porque tiene que buscar un lugar pobretón en el que pasar la noche... teniendo en cuenta que ella tiene una categoría y una imagen que mantener... por suerte, parece que ahí no hay nadie que sea capaz de reconocerla.

-Buenos días, veo que conocéis bien la ciudad... estoy buscando un lugar donde descansar gratuitamente o por muy bajo precio... conocéis alguno?

| CALLE PRINCIPAL |

Estaba saludando a la gente que pasaba por delante de la puerta del albergue cuando vi llegar a lo lejos una joven con los cabellos más llamativos que había visto en mi vida. Era increíblemente bella y vestía elegantemente, de modo que debía ser noble o algo así. Me sorprendí cuando me preguntó por un lugar donde hospedarse, preocupada por lo que eso pudiera costarle. No parecía ser pobre...
- Por supuesto, mi lady- dije, haciendo una pequeña reverencia haciendo gala de mi caballerosidad. Me incorporé de nuevo y le miré directamente a los ojos con una agradable sonrisa-. Puede alojarse aquí mismo, en el albergue. Es gratuito pues su uso es exclusivamente para forasteros. Pero podría alojarse en cualquier sitio más apropiado para vos... ¿Está segura de que quiere quedarse aquí?-.

Glenders - calle principal

Se guarda lo que tiene que decir sobre los albergues, pero tiene que guardar las apariencias y seguir con esa comedia que está representando, porque es de risa que alguien de su posición tenga que dormir en un lugar de tan baja calidad... ¿Es que hay crisis en el reino? Se va a enterar su padre cuando le pille por banda...

-Estoy de peregrinaje y para mostrar mi humildad debo dejar atrás los deseos materiales... es por eso que acarreo conmigo lo poco que tengo y en mi equipaje no hay oro ni nada de valor que pueda proporcionarme una habitación en las posadas de la ciudad.

| CALLE PRINCIPAL - ALBERGUE |

Sonreí ligeramente al escuchar lo que aquella dama relataba. Era interesante saber que había gente buscando su propia paz interior y ese tipo de personas era las que necesitaba Glenders.

- Pues éste es el lugar perfecto para personas como vos- le dije, sin borrar la sonrisa de mi rostro, haciendo una pequeña reverencia antes de pronunciar las siguientes palabras-. Si me acompaña al interior, le enseñaré sus aposentos y la distribución del albergue... Siempre que quiera quedarse, por supuesto- añadí, incorporándome de nuevo.

Me acerqué al caballo y llamé a uno de mis compañeros para que se lo llevara al establo que estaba situado en la parte trasera. Así lo hizo y ambos desaparecieron. Le hice un gesto con la mano para que la forastera entrara en el albergue y poder comenzar a enseñarle el lugar.

- Por cierto, mi nombre es Joseph y estaré a su disposición siempre que lo requiera- me presenté con educación.

Glenders - Entrando en el albergue

Sigue a Joseph al interior del albergue. Esa gente es muy confiada, pero bueno... mejor para ella que se confíen demasiado, así no tendrá problemas para moverse por la ciudad y podrá llevar a cabo su misión. Baja la capucha de su capa para dejar libre su cabellera.

-Mi nombre es Charlotte... - un nombre totalmente inventado, pero necesario en esas circunstancias - pero los guardias de la ciudad me llamarán Bella Dama... no tenía ganas de responder a sus preguntas.

| ALBERGUE |

Caminamos por el albergue y le enseñé dónde estaban sus aposentos. Era una de las puertas que había en el patio interior del albergue, un lugar muy hermoso para todos los forasteros, donde podían sentarse y hablar tranquilamente sobre sus experiencias en su viaje.
- Sí, los guardias siempre interrogan a los forasteros. Dicen que el Rey está obsesionado con un grupo de personas, rebeldes claro está. Dicen que está deseando cogerles y acabar con ellos, pero no entiendo muy bien por qué. ¿Tan poderosos son esos rebeldes como para hacer peligrar su reinado?- dije, pero me di cuenta de que estaba hablando más de la cuenta y de repente silencié mi boca-. Perdona, Charlotte, no quería... En fin, ¿de dónde vienes?-.

Albergue

-Medid vuestras palabras... nunca sabemos quien puede estar escuchando y tampoco creo que queráis acabar colgado o algo peor... los métodos de castigo son muy variados y los carceleros disfrutan ejerciendo su poder.

Memoriza el número de su habitación y observa a los forasteros que han decidido permanecer en el albergue a aquellas horas de la mañana en lugar de pasear por la ciudad. Quizá hayan hecho un largo viaje y quieran descansar sus cuerpos castigados por la dureza del camino.

-Vengo de la costa, de un pueblo cercano a Aquest. El clima aquí es bastante diferente...

| JUGADA MASTER |

Joseph y Cassandra estaban hablando tranquilamente, aunque hubo un momento en que la conversación se volvió un poco tensa, cuando de repente un grupo de soldados irrumpió en el patio donde se encontraban los dos jóvenes. También sorprendieron a varios forasteros que acababan de instalarse en sus aposentos y se disponían a dar un paseo. Los soldados se repartieron para impedir que cualquiera de los ciudadanos se moviera. Al menos era una decena o eso es lo que les pareció a Joseph y Cassandra cuando echaron un vistazo rápido. Dos de los soldados se acercaron a ellos con prepotencia y, cogiéndoles por el brazo, les zarandearon.
- ¡Vuestros nombres, YA!- bramó uno de ellos, mientras los demás soldados hacían lo mismo con el resto de personas allí presentes-. ¡Vamos a revisar los aposentos de éste albergue, REVISIÓN POR ORDEN EXPRESA DEL REY!- gritó, para que todos pudieran escucharlo.
Joseph y Cassandra no se habían dado cuenta de lo tarde que era. La oscuridad reinaba el cielo en ese momento y la luna presenciaba la escena desde lo alto. Ninguno de los dos sabía lo rápido que pasaba el tiempo mientras hablaban.

Albergue

Joseph le está mostrando el albergue y su habitación mientras ella aparenta que le interesa verdaderamente ese lugar, aunque no es así... es solo un lugar donde pasar la noche para cumplir su misión con diligencia cuando se presente la ocasión. Pero unos soldados entran en el patio interior y les reclaman el nombre mientras le zaranden del brazo. ¿Pero es que esa gente no saben con quién están hablando?

-Mi nombre es Charlotte de Willfreud, ¡mi padre se enterará del trato que me habéis dado! - por debajo de la capa muestra un sello escondido... un sello que pertenece al rey y que es su emblema... les premia con una amenazadora y letal mirada mientras vuelve a esconder el sello en su cinturón.

| JUGADA MASTER |

El soldado estaba zarandeando a la joven forastera cuando de repente dejó de hacerlo, en seco, después de que le dijera su nombre. El soldado se retiró disimuladamente y ordenó a los soldados que se marcharan, ya que habían terminado de interrogar a todos los forasteros.
Era una revisión que hacían casi a diario pero nunca habían sido tan violentos. Siempre preguntaban pacíficamente los nombres, lugares de procedencia, etc, pero nunca hacían daño a los forasteros. Estaba claro que algo extraño estaba sucediendo y el nerviosismo en los soldados pudo sentirlo hasta la recién llegada.
En pocos segundos los soldados desaparecieron del lugar, dejándolo todo como estaba, salvo una tensión en el ambiente que hizo a los presentes comentar entre ellos lo sucedido.
- ¡Menudo recibimiento!- exclamó una mujer. 

| ALBERGUE |

Me quedé sorprendido ante la reacción de los soldados que acababan de irrumpir por la fuerza en el albergue. Me puse bastante alterado y quise decirles que dejaran de zarandear a los inquilinos pero no me dio tiempo. Interrogaron a cada uno de ellos y el soldado que lo hacía con Charlotte se detuvo al escuchar su nombre, repentinamente. En su rostro podía verse el respeto hacia aquella joven pero no entendía muy bien por qué. ¿Quién demonios era?.
A los pocos segundos se marcharon de allí, dejando tensos a los forasteros.
- Tranquilidad, por favor... Todo ha sido un error, sigan con sus actividades, gracias- les dije a los inquilinos, intentando transmitirles algo de tranquilidad. Me giré de nuevo hacia Charlotte y le interrogué con la mirada-. ¿Por qué el soldado dejó de zarandearte cuando le dijiste su nombre? ¿Quién eres?-.