Partida Rol por web

Lágrimas de Poder

Capítulo I - Génesis

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28/11/2013, 19:37
Roland

A pesar de su delgada constitución, el anciano fue devorando los bollos con calma pero sin pausa. Cuando por fin estaban cerca de acabarse, el posadero volvió a acercarse a ellos- He estado pensando que quizás les gustaría saber más de Berke.

Aunque estén de paso, hay algunas cosas que deberían tener en cuenta: sin ir más lejos, deben saber que por esta zona los nobles rurales hacen los que les viene en gana -su voz bajó de volumen para evitar ser escuchado, y no pudo evitar cierta risa nerviosa- Aunque supongo que es así en cualquier pueblo del Imperio... en cualquier caso, podría hablarles un poco sobre ellos y otros "peligros" -les aseguró- Por un módico precio, claro está.

Aquel hombre no parecía ser de naturaleza codiciosa, pero Nüll podía ver lo que su moneda de oro había despertado en él: era muy difícil ver tanto dinero junto y no desear más de aquel que lo había soltado con tanta ligereza.

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28/11/2013, 19:43
Dunstan Grech

Sí, todos estamos bien -el capitán recalcó aquel simple plural, como dando a entender que no mencionaría a la mujer de Bendeck en un sitio tan expuesto- Y es bueno saberlo, los hombres dignos de confianza siempre escasean -Dunstan pareció perderse en sus recuerdos durante unos breves instantes.

No quiero entretenerte más -le dijo tras unos segundos- Seguro que tendrás cosas que hacer...

De nuevo, Grech demostró ser hombre de pocas palabras. Al despedirse de Iwan todavía podía verse cierto agradecimiento en sus ojos, pero enseguida continuó calle abajo para acometer la que seguramente sería otra de las tantas tareas que le acosaban cada día.

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28/11/2013, 20:37
Narrador

Sin perder más tiempo, el hechicero reemprendió la marcha y no tardó en llegar a su destino: la posada se mantenía tranquila, como si aquella fuese una mañana cualquiera. Pero no lo era.

En cuando entró en el local, Iwan pudo sentir como la presencia arcana le golpeaba con fuerza. Los tres forasteros -una joven, un viejo y un hombre encapuchado- se sentaban frente a la tabla de madera que el tabernero usaba como mostrador. El anciano y la chica llevaban cruces de escaso poder bajo sus ropas, a modo de colgantes, pero comparados con el encapuchado parecían mendigos frente a un rey.

Tal concentración resultaba algo agobiante, pero Iwan se esforzó en separar e identificar las distintas energías que percibía en aquel extraño: el forastero en sí mismo no parecía tener el Don, pero estaba en posesión de artefactos de considerable poder.

En su macuto parecía guardar algún tipo de poción o ungüento curativo... y no aquellas chapuzas que podía venderte cualquier boticario de ciudad. No, aquello le recordaba a las historias de los antiguos compuestos, brebajes legendarios que podían traerte de entre los muertos o mantenerte con vida cuando cien hombres sanos ya habrían perecido.

Como complemento, el extranjero llevaba un pequeño anillo en la mano derecha, un adorno que parecía tener control sobre poderosas energías nigrománticas... de hecho, todo el cuerpo del desconocido parecía emitir esas mismas energías, como si estuviese más muerto que vivo.

Ambos objetos eran equivalentes a las propias Lágrimas de Iwan, o incluso algo superiores... pero no podían compararse con el tercer y último artefacto que aquel extraño portaba. Al llevarlo bajo la capa no podía ver su aspecto físico, pero en el plano arcano parecían una especie de mortajas que cubrían todo su cuerpo: el hechicero pudo notar su sed de sangre, y no le cupo duda que uno sólo de sus ataques podría destrozar a un caballero forrado de armadura con insultante facilidad.

- Tiradas (1)
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28/11/2013, 20:39
Narrador

El asesino soñó con extrañas fantasías, raras y maravillosas. Las hierbas parecían haberse filtrado hasta el mismo reino onírico, y en él tenía una sensación de ligereza, de estar libre de cualquier enfermedad e impureza. Por supuesto, las innumerables muertes que había causado estaban presentes... pero no como algo de lo que sentir remordimiento.

Por un momento, y sin ser consciente de cómo había llegado a esa revelación, todo le parecía claro y puro: era el propio destino el que guiaba sus acciones, y en ello no existía el bien ni el mal. Su sueño se llenó de gigantescas montañas de hueso rodando, y él pudo flotar guiado por su estela, una libertad más allá de todo reproche...

Y sin embargo, no tardó en notar que algo andaba mal. Sus víctimas seguían meciéndose sin causarle ningún desasosiego, pero una gran presencia empezaba a arremolinarse en las cercanías. Estaba formada por cientos de colosales y despiadados entes, y al fusionarse formaban un vórtice de energía desgarradora, un portal de oscuridad que amenazaba con engullirlo.

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28/11/2013, 21:04
Narrador

Koft se despertó. No gritando ni pataleando como habría sido normal en un hombre de voluntad débil, pero si con cierta intranquilidad. La luz de la luna se colaba por las rendijas de los postigos y le daban a la habitación una absoluta sensación de paz, una suave oscuridad que convivía tranquilamente con el escaso resplandor que iluminaba la cama y la mesilla.

Estaba solo en la habitación, no había absolutamente ningún indicio de que alguien hubiese entrado mientras descansaba... pero aquellos artefactos le acechaban desde el bolsillo: de ser más supersticioso, el asesino habría dicho que cada vez eran más pesados, como si quisieran recordarle que aún seguían ahí.

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28/11/2013, 21:17
Narrador

El hombre sonrió entre nervioso y aliviado al ver que se iban, y no fue hasta que pusieron un pie fuera de la casa cuando escucharon aquel sonido: era como un extraño soplido, algo a medio camino entre un leve gemido de dolor y una corriente de aire entre las atestadas pilas de libros. Quizás habrían podido identificarlo mejor de haberse quedado más tiempo, pero la puerta se cerró tras ellos de golpe y volvieron a estar en aquel exótico callejón.

Habían perdido mucho tiempo siguiendo al viejo Klaus hasta allí, y para cuando consiguieron encontrar el camino de vuelta a las calles principales, ya era casi mediodía. Los dos hermanos pasearon tranquilamente por entre los grandes y modernos edificios de Du'Lucart, una ciudad que parecía enteramente construida por el más perfecto de los arquitectos; no es que las construcciones tuviesen demasiado valor artístico, pero cada una de ellas parecía un monumento al progreso, una perfecta muestra de lo que podía lograr la inteligencia del hombre.

Sus pasos tuvieron que ir esquivando a más gente según se adentraban en la zona: todos los albergues y restaurantes de categoría parecían concentrarse en aquella parte de la ciudad, y las calles cada vez estaban más concurridos por todos aquellos que podían permitirse gastar sin tapujos.

No tardaron en encontrar el local que les habían recomendado en su posada, un delicado asador llamado La Codorniz. Les habían asegurado que servían una de las mejores carnes de toda la ciudad, y que no podían marcharse sin probarla al menos una vez. Por el ligero aroma que salía de él, los rumores debían de acercarse bastante a la realidad.

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28/11/2013, 23:52
El Gran Lundberg

Antes de que pudiesen entrar en el local, un hombre trajeado se acercó a ellos- Perdonen que interrumpa su agradable paseo -les abordó con cortés amabilidad- Me he fijado en su fisonomía facial, y no he podido evitar darme cuenta de que era usted un hombre de gran porvenir y vasta inteligencia.

Una agradable sonrisa se extendió por su rostro- ¿Ha oído hablar de los Cosmoscopios? -le preguntó a Dorian mientras sacaba un extraño artilugio, y al instante todo quedó claro. En una calle tan refinada como aquella, los mendigos y embaucadores callejeros eran algo casi desconocido: si alguno se atreviese a mostrar sus harapientas ropas por allí, no tardaría en ser apaleado y arrastrado de vuelta a las barriadas por algún guardia de impoluto uniforme.

Pero la pobreza se adapta, e incluso allí tenían su propia y aceptable versión de un vendedor de amuletos- Soy miembro de la Real Academia de Investigadores, y le aseguro que éste es uno de nuestros descubrimientos más modernos y milagrosos. Se basa en el movimiento pentacular para predecir las órbitas transversales de las constelaciones, con una eficacia casi incognoscible.

Mostró el objeto con orgullo, una mezcla de instrumento de navegación y lente de astronomía- Es como si capturase la propia suerte, mi señor. Uno como éstos en sus manos, y no volverá a sufrir ningún infortunio en al menos diez años.

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28/11/2013, 23:53
Búho

La charla parecía bastante elaborada, pero los agudos sentidos de Cassandra no podían ser engañados por algo tan banal. Pudo ver como alguno de los noble viandantes se detenía a su alrededor para escuchar las palabras del vendedor, y también pudo notar que uno de ellos se acercaba a ella con paso sigiloso y metía la mano entre los pliegues de su vestido.

De ser un aristócrata sin duda habría tenido intenciones mucho más libidinosas, pero la mano de aquel era demasiado joven para buscar otra cosa que no fuese su bolsa. Cuando la joven Arganan dirigió la mirada hacia él, se dio cuenta de que apenas debía de tener ocho años.

Las ropas del niño se mantenían en el límite de lo permitido por aquella zona tan opulenta, y cuando sus ojos se cruzaron con los de Cassie todo su cuerpo pareció quedarse paralizado. Era como cervatillo que acababa de ver al cazador: sabía que tenía que huir, pero su cerebro todavía no había procesado del todo la situación.

- Tiradas (2)
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29/11/2013, 00:37
Derek Ström

El contacto hizo que la mano de Derek temblase ligeramente de sorpresa, y el conjuro hizo lo propio con su mente. Al principio pareció casi asustado por aquella ventana que se abría ante él, por los pensamientos y sensaciones que aparecían directamente en su cabeza. Y sin embargo, muy pronto se permitió sonreír con cierta timidez.

Le respondió, le mostró como las historias sobre sus hazañas le había permitido soñar cuando lo único que se esperaba de él es que entrenase su don lo más rápido posible. El chico lloraba por dentro por la confianza y sentimientos que Alice le había transmitido, pero su gratitud aún tenía fuertes tintes de sumisión: no era el agradecimiento de alguien elogiado por su igual, ni siquiera el de un vasallo premiado por su señor, sino el de un creyente que se siente favorecido por su dios.

Le mostró como la veía, un ángel invisible con el cuerpo bañado de energía arcana y una brillante estrella en el centro de su frente...

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29/11/2013, 01:35
Jarson Draig

El contacto se interrumpió cuando Jarson se levantó bruscamente, un movimiento que hizo temblar la propia mesa- Ya es suficiente, nos vamos -le espetó a Derek, al tiempo que le agarraba fuertemente el hombro. Por un momento pareció escucharse un leve crujido, pero la mueca de Ström no mostraba suficiente dolor como para que le hubiera roto el hombro.

El chico te esperará al atardecer en la puerta norte -le informó a Alice- Me encargaré que tengáis seis de los mejores caballos por si los crees convenientes, así iréis cambiando de montura según avanzáis.

Por otro lado, la Hermana que os podría ayudar vive a unos cuatrocientos kilómetros -dijo mientras forzaba a Derek a levantarse- Si tomáis la calzada hacia Malakai, no os costará demasiado desviaros del camino para encontrarla... le daré al chico más detalles de dónde está, pero de todos modos me pondré en contacto con ella para avisarla de que vais.

Y... -el hombretón dudó más de lo que lo había hecho en toda la conversación, y por su rostro parecía estar librando una lucha interna- Si deseas hablar conmigo antes de partir, estaré todo el día en el Bramido -mencionando el nombre de una de las tabernas más sórdidas de la ciudad, aunque dicho título no significase demasiado en una tan ordenada y tranquila como Du'Lucart. Costaba imaginar a un Arconte en un antro como ése, pero por otra parte también encajaba de cierta manera con el carácter brusco de Jarson... y su necesidad de pasar desapercibido.

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29/11/2013, 01:38
Director
Sólo para el director

Notas de juego

Posible mensaje de Alice.

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29/11/2013, 01:38
Zacarías Auvrey

Sin más despedida -y no porque Derek no lo desease-, la pareja de gigantes se alejó del café y no tardó en perderse por la primera callejuela; sin su compañía, las bravuconadas y discursos de aquel noble rubio fueron todo lo que se escuchó en el café hasta que llegó su tan esperada cita. Por suerte, Alice no tuvo que esperar demasiado.

Habían quedado a media mañana, y su acompañante se presentó con la precisión de uno de los relojes mecánicos de Lucrecio. Vestía un traje de impecable elegancia -a pesar de su cierto anacronismo- y su rostro era delgado y severo. Payne jamás había visto a un Devah que pareciese tan viejo, que mostrase las leves arrugas que él no se molestaba en ocultar.

Su tercer ojo estaba cubierto con una fina capa de piel, pero a la joven no le costó Ver que el conjuro no lo mantenía él -ni siquiera tenía el Don- sino un pequeño anillo en su mano derecha.

Antes de nada -le dijo como saludo- Me gustaría aclarar que estoy aquí como favor expreso a tu madre -al hablar, la tonalidad de su piel se hacía todavía más patente: era pálida y algo grisácea, justo en el límite de lo que un humano consideraría natural, y dejaba traslucir las pequeñas venas azules que serpenteaban bajo ella.

No es mi deseo agraviarte, pero yo ya moraba en este mundo cuando la Guerra de Dios se desató -al margen de su curiosa y arcaica elección de palabras, Alice no tardó en darse cuenta de que aquello le otorgaba más de setecientos años- Sinceramente, hace mucho que no miro a las jovencitas como tú.

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29/11/2013, 01:45
Cassius Reid

Tienes razón -le contestó a Edrian con una sonrisa resignada- Bueno, en ese caso creo haber oído que el público te mencionaba el Jabalí Gris... es un buen sitio, y si no recuerdo mal podríamos ir por aquí...

* * *

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29/11/2013, 02:16
Narrador

El dueño del Jabalí Gris se mostró algo reticente a tener a dos "sabandijas" en su posada, pero bastaron un par de minutos bajo la música de Edrian para que su voluntad se disolviese como la mantequilla al fuego. Unos regateos después, ya tenían habitación y comidas gratis, a parte de una moneda de plata por cada día que se quedasen; a cambio sólo debía tocar durante al menos una hora por cada día de hospedaje, siempre en momentos elegidos por el propio Mysh'.

Con un trato tan ventajoso como respaldo, dejaron la carreta en el establo del local y continuaron el camino a pie. La incipiente noche empezaba a dibujar sombras amenazantes en las calles, pero Cassius les aseguró que aquella zona -aunque humilde- no podía ni comparase en pobreza a las barriadas.

Era cierto que las callejuelas eran cada vez más estrechas y las casas más apiñadas y viejas, pero el suelo aún se mantenía empedrado, y de vez en cuando encontraban vasijas con Lampyridae que les iluminasen el camino. Para cuando llegaron a la casa de su tía, su tenue luz ya era del todo indispensable.

La botica destacaba entre los sosos edificios que la flanqueaban: tenía un elegante cartel que indicaba su condición, y todo en ella -desde su puerta repujada a las cuidadas paredes de piedra- parecían más propios de la zona alta de la ciudad. Y sin embargo, tenía cierto aire arcano, casi siniestro. Cuando los hermanos Mysh' se acercaron hacia ella, la puerta se abrió con un penetrante chirrido.

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29/11/2013, 02:17
Viorica Mysh'

Quizás era demasiado mayor para llamarla dama, pero la mujer que les esperaba al otro lado tenía un ligerísimo porte noble. O más bien eran unos rasgos finos que, aunque algo malogrados por la edad, aún permitían adivinar la belleza que había tenido en su juventud.

Y sin embargo, aquello quedaba oculta por el tenebroso aura que irradiaba. Para decirlo de modo simple, parecía una bruja. Cualquier historia que hablase sobre hechiceras de malignos poderes, seguramente la describiría rasgo a rasgo. Su inquietante vestido parecía hace juego con las extrañas hierbas que se adivinaban tras ella, y sus ojos les miraban con poderosa intensidad.

Os estaba esperando, gemelos Mysh' -le dijo con voz profunda, al tiempo que una aterradora sonrisa dejaba entrever sus inmaculados dientes.

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29/11/2013, 02:21
Christophe Courtois

Excelente -el comerciante parecía encantado- Entonces pasaré a hablaros del asunto que nos ocupa... aunque antes me gustaría exponer mis sospechas en cuanto al incidente que habéis sufrido hoy. Lo que voy a contaros os desvelará secretos del Sol Negro, pero por el acuerdo que ahora nos une confío en que sabréis guardarlos.

Christophe hizo una pequeña pausa para reordenar sus ideas antes de continuar- Nuestra organización siempre ha sido dirigida por dos grandes familias, los Delacroix y los Steiner. Hasta hace relativamente poco su poder e influencia eran similares, pero en las últimas décadas los Delacroix han ido ganando mayor relevancia debido a cierto... descubrimiento -hizo un gesto para indicar que no profundizaría en ese tema.

Yo mismo estoy al servicio directo de los Delacroix, y parece claro que si nuestro ambicioso proyecto tiene éxito, la caída de los Steiner será inevitable. Ellos lo saben, y en estos momentos intentan agarrarse al poder como ratas acorraladas -puso mala cara- Me temo que hablé con demasiada gente al intentar convencer a mis superiores de que vosotros sois los artífices que necesitamos, así que seguramente habrá llegado a sus oídos.

No pueden permitirse atacar a nadie directamente relacionado con el proyecto, pues se arriesgarían a llamar la atención sobre el mismo -miró a la pareja- Que el proyecto fuese revelado al mundo supondría un durísimo golpe para el Sol Negro en su conjunto, pues se perderían los inconmensurables recursos que se han invertido en él.

Dado que los Steiner no desean dañar la propia organización que intentan dominar, no me cuesta imaginar que decidieron eliminaros antes de que llegaseis aquí -con un gesto que abarcó toda la habitación- Por suerte os subestimaron, y ahora que estáis al corriente de todo no creo que se arriesguen a volver a intentarlo. No pueden permitirse que, por ejemplo, caigáis en manos de la Inquisición y les confeséis los detalles que voy a revelaros a continuación.

Courtois les sonrió afablemente, como si Helena o Paris necesitaran de algún consuelo- Como os comenté los riesgos son grandes, pero creo que os merecerán la pena cuando veáis esto.

De pronto el comerciante parecía bastante emocionado, casi como un niño que espera un regalo. Con paso rápido se acercó a la mesa y recogió todos los papeles que había desperdigados sobre la misma; apartó la botella de vino que él mismo había sacado, y le hizo un simple gesto a la mujer.

Las vendas volvieron a elevarse, y esta vez cortaron la madera con insultante facilidad. Unos cuantos tajos, y las tablas cayeron hechas pedazos, revelando lo que escondían en su interior: la mesa se había construido alrededor de un enorme bloque del más brillante metal, una pieza maciza que parecía reflejar la luz como si tuviese vida propia.

Era un material demasiado raro y extraordinario para que dos artífices como ellos no lo reconociesen al instante: era Metal Estelar. Por propia experiencia sabían que era imposible de crear por medios arcanos, y que su naturaleza mística lo hacía extremadamente poderoso y codiciado. Unos cuantos gramos podían valer cientos de monedas de oro, y allí había varias toneladas.

Era suficiente para comprar un principado, para financiar una guerra entre grandes potencias o para forjar un artefacto de poder y proporciones colosales.

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29/11/2013, 03:16
Alice Payne

Alice, simplemente, se despidió del Arconte y Derek con una sonrisa. Se terminó su té y pidió otro. Se recostó en el asiento, juntó las manos sobre el regazo y cerró los tres ojos, componiendo una sonrisa de felicidad. Se quedó así, pensando, hasta que llegó el Devah.

Un ángel invisible con el cuerpo bañado de energía arcana y una brillante estrella en la frente.

El Bramido. Jarson. Agresividad. Temperamento. Condicionamiento. Ocio.

La Hermana, siguiendo la calzada hacia Malakai. Un Poder. Conocimiento.

Terhel. Lucanor. Kisidan. Romeo. Gran Poder. Arrasado. Demostración.

...

...

Y llegó el Devah. Alice abrió los tres ojos y miró con el suyo al del Devah. Compuso un mohín con los labios, triste. Alice amaba hablar a través del tercer ojo con los miembros de su raza. Su madre, su padre. Su hermana, su amante. Y otros miembros de Samael. Era sencillamente mucho mejor que la lengua humana. De hecho, las palabras eran el necesario sustituto para aquellos que carecían de otro medios, ya fuese la Comunicación por Esencia, el Ojo del Alma, o cualquier otra cosa. Naturalmente, Alice era excepcional hablando, como todo, pero seguía prefiriendo el contacto directo entre mentes o almas. No en vano, Alice era una experta en fundir personas. Ya lo vería Draig en el Bramido.

Alice, tras el mohín en sus labios, estiró una mano sobre la mesa, firme, buscando un justo apretón de manos con su cita. No iba a darle dos besos, y no porque no quisiera o porque le molestase, sino por deferencia a aquel hombre. Si él no lo había hecho ya, como hubiese sido mundano, por algo sería. Lo respetaba.

- Antes de nada- le dijo como saludo, emulándole con su meliflua y melodiosa voz-, me gustaría aclarar que estoy aquí como favor expreso a mi madre- y sonrió, guiñando un ojo. No de forma pícara, sino cómplice. A Alice no le interesaba un hombre tan "chapado a la antigua", Zacarías podía respirar tranquilo-. Comprendo tu postura, y la respeto- aclaró poniendo una mano ante su corazón, sincera si bien le tuteó como él hizo, asumiendo que la edad era trivial para el trato dadas las circunstancias-, pero, aunque no es mi deseo agraviarte, y aunque comprendo tu escepticismo, creo que hay algo que se te ha escapado.

Y entonces, Alice, sonrió de medio lado. La luz incidió sobre uno de sus laterales, dejando el otro en penumbra. Como el sol y la luna incidiendo a la vez en lo alto. Como un eclipse. Nuevamente, la sombra se perfiló ante ella, arrastrándose la mesa, y diez reflejos impactaron sobre sus uñas pintadas de negro. Su marmórea piel teñida de símbolos arcanos, maquillada por magia como mera palidez, quedó bruñida por los látigos del sol bajo la rejilla de los guantes. Los pliegues de la ropa revolotearon de forma salvaje. Y sin magia. Sonó un reloj con su campana dando la hora.

- No hay más jovencitas como yo- dijo sin más, orgullosa de forma sana-, y no puedes mirarme bien si te tapas los ojos- bromeó, componiendo una mueca para reforzar su intención, aunque había mucha verdad en ello dada la piel sobre su Ojo del Alma-. Si te parece, comenzaré yo. Te lo pondré fácil.

Y comenzó a hablar de si misma, buscando crear relativa confianza o cercanía con el Devah. No dijo nada que supiesen los de Samael. Lo dijo bien, claro, con su habitual retórica y dicción, con su comunicación no verbal, con su magia. Que de niña ya era un pequeño manantial inestable de magia. Que de niña ya se metió en los lugares más oscuros, literalmente hablando, para aprender la magia más poderosa. Que de adolescente desapareció para madurar su independencia y sus propias metas, volviendo con el poder de la nada no-latiendo en su pecho, que ya no subía ni bajaba al respirar, pues no lo necesitaba. Y que ahora iría con el que todo lo veía a investigar ese desgarrador poder.

Y siguió, y sumó. Esperó lo propio de Zacarías, buscando retazos de su vida, sumamente interesada en ella por el mero marco de perspectiva histórica que ello ofrecía. Naturalmente, Alice no tuvo problema en demostrar que sus conocimientos de Historia y Ocultismo estaban a la altura de mantener una conversación con quien había vivido ambas cosas. Y es que merecía la pena escuchar con interés el testimonio de primera mano.

Y, de algún modo, Alice no dejó de interesarse por la personalidad y los intereses de aquel hombre. Cómo se mostraba y cómo era más allá de su toma de contacto, más allá del primer acto de la función. Qué intereses tenía. Cuál era su meta en la vida. Cómo se encontraba ahora ese aspecto sentimental que todos tenemos. Viudo, seguro. La pregunta era porqué no se había vuelto a casar, y porqué había aceptado. Por mucho que su madre quisiese, no le pediría un imposible a alguien. Zacarías había aceptado porque al menos un 1% de él no estimaba aquello como una absoluta pérdida de tiempo. Alice no emprendía empresas sin el más remoto interés.

Y, por supuesto, le preguntó sobre su perspectiva de cara a las actuales circunstancias. Su enfoque. Su teoría. Si había visto algo igual. Su perspectiva, en resumidas cuentas, y qué haría él. No porque Alice no tuviese respuestas a esas preguntas, sino porque era interesante ver las que otro, y otro culto a su altura, podía ofrecer. Y, naturalmente, le preguntó si estaba interesado en mantenerse informado del asunto y, llegado el caso, intentar ayudar si podía. Alice no era tonta, y no descartaba aprovechar situaciones, no de modo egoísta, sino por Samael.

Finalmente, tras interesante por qué aspectos eran los destacados de Zacarías más allá de sus seguros conocimientos, fuese Psiónica, Conjuración, Ki, combate "mundano" o mera habilidad como pianista o escultor, Alice se interesó por dónde vivía el hombre y si estaba interesado en mantener el contacto. Asumía que sí, porque Alice era Alice, pero sino, él se lo perdía, aunque no lo diría así. Alice no iba a ser arrogante. De hecho, esperaba que su madre, una vez más, quedase satisfecha con su hija. No porque se casase por segunda vez, sino porque al menos era una hija de la que sentirse orgullosa por innumerables razones y mentadas y por mentar.

Al fin y al cabo, inicialmente lo hacía por ella.

Una vez terminado su encuentro con Zacharías, Alice partió a cambiarse de complementos y zapatos, y dígase así porque no en vano llevaba un Guardarropa encima. Tras ello, y con unas pequeñas compras para Derek, la mujer partió hacia el Bramido para lo obvio y, tras ello, a su encuentro con Derek, adelantándose al reloj de bolsillo porque no quería hacer esperar al chico, y se veía venir que llegaría antes de hora.

- Tiradas (1)
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29/11/2013, 13:39
Nüll

Aquel hombre venía dispuesto a exprimirle, y a Nüll no le sorprendía. Acababa de ganar en un minuto lo que normalmente le costaba ganar en medio mes, y venía a por más. Codicia o necesidad, a Nüll no podía importarle menos. No le gustaba esa actitud y no estaba dispuesto a soltar más dinero solo por compartir los cotilleos locales.

- Se lo agradezco, pero prefiero descubrir los encantos locales por mi mismo -respondió con cierta indiferencia

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29/11/2013, 13:55
Narrador

El posadero -un hombre de panza incipiente llamado Roland- se había acercado para preguntarle algo a los tres viajeros, mientras éstos seguían comiendo de una bandeja con bollos de carne que tenían delante. Hasta Iwan llegó la respuesta del encapuchado, que no parecía muy interesado ni en la comida ni en la propia propuesta.

Se lo agradezco, pero prefiero descubrir los encantos locales por mi mismo -contestó con una voz algo rasposa.

- Tiradas (2)
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29/11/2013, 15:43
Iwan

Iwan entró en la taberna con una sonrisa en la boca. Parecía contento, pero la sonrisa cambió a sorpresa cuando observó a los nuevos extranjeros. En la puerta, les estudió con detalle unos instantes antes de acercarse a ellos con una sonrisa en la boca.

- Mi señor!- dijo dirigiéndose al hombre mayor con una gran sonrisa y doblándose para saludarlo.- Están ustedes de paso, o están buscando algo aquí en Berke? Si desea usted buscar algo para su nieta o su... hijo quizá? -dijo mirando a la joven y después al hombre encapchado intentando discernir si sería el hijo o un guardaespaldas del hombre-. Sea lo que sea, no duden en preguntarme, seguramente pueda ayudarlos.

Iwan se fue tan contento cómo había llegado. Caminó hacia la barra y habló con voz clara y tranquila.

- Cómo estamos hoy Roland? Y tu mujer, está ahí dentro?- le pregunta al tabernero con una gran sonrisa. Esperaba que su mujer estuviese en la cocina, realmente cocinaba muy bien. Tras escuchar al tabernero, le pidió un buen desayuno- Dile que me ponga alguno de sus desayunos. Estaré en esa mesa.

Iwan camina con una sonrisa y se sienta en una mesa, mirando hacia los recién llegados mientras esperaba su desayuno. Siempre era curioso ver a los recién llegados. Algunos de ellos eran realmente interesantes. Se preguntaba si alguno de esos tres le vendría a preguntar algo. Si se quedarían en la villa, y cuánto tiempo, o se irían.