Partida Rol por web

El nuevo dia amanece con el sonido de la cocina ,al bajar podeis ver como Kendra ya ha preparado los desayunos, gachas de avena y algo de fruta.

---Buenos dias chicos- os dice cuando entrais en el comedor, podeis apreciar como Kendra tiene mejor aspecto que ayer, ya no tiene los ojos enrojecidos,ni lleva el traje negro de luto, ahora lleva un traje rojo bastante elegante y el pelo recogido en un moño, pese a su nuevo aspecto,  podeis apreciar todavia los rastros de tristeza y dolor en su cara y ojeras de no haber dormido mucho, aun así podeis ver como trata de parecer animada- He pensado que sí no os importa os acompañaré hasta la Iglesia, me gustaria agradecer al Padre Hoyosombrio todo lo que ha hecho por mi estos dias y de paso... - traga saliva antes de continuar-...rezar por el alma de mi padre... ¿ os parece bien?

Lo que hizo Arachne durante la cena y el resto de la noche podía resumirse en mantenerse con la boca cerrada. Le dio la sensación de que a los dos hombres que estaban en la casa les bastaba la presencia del otro para mantener un diálogo que se prolongaba hacia el infinito. Prefirió echarle las culpas del tedio al nuevo y no a su amigo Diadam, que tan solo se mostraba amable con cada ser que poblaba el mundo.

Aprovechó durante la cena para sacar al murciélago que tenía oculto bajo su ancha túnica y tras eso se despidió de sus compañeros para marcharse a descansar, pues las pesadillas la esperaban.

La noche, como Arachne temió, no transcurrió demasiado bien para la bruja. Se despertó en más de una ocasión presa del pánico y con sudores fríos recorriéndole la pálida piel, pero evitó en la medida de lo posible despertar a Eir o a cualquier otro.  Por la mañana fue de las primeras en incorporarse al desayuno con el rostro ojeroso y algo cansado.

-Buenos días, Kendra. Lo que has preparado tiene buen aspecto- dijo de forma educada mientras tomaba asiento.  Al oír la idea que había tenido la mujer de acompañarlos, sencillamente se encogió de hombros, queriendo hacerle ver que estaba en su derecho de hacer lo que le viniese en gana. Ella se encargaría junto a los demás de que nadie se interpusiera en su camino, al menos durante el siguiente mes. 

-Eres más que bienvenida. No soy una mujer devota- sí, más bien era todo lo contrario- pero si quieres rezar por el alma de tu padre estaremos allí, contigo.  Así de paso podemos ver si hay más malentendidos que debamos solucionar antes de nuestra partida. No creo que el profesor nos pidiera que nos quedásemos de no ser algo necesario.

La noche fue como todas; ya fuera en medio del bosque y con el firmamento nocturno como único techo, o sobre un mullido colchón y rodeado de paredes, el sueño era ligero e intranquilo. Más que dormir, permanecía en un descanso vigilante. Pero si era debido a mi propia personalidad —siempre alerta y desconfiado— o al estigma de mi linaje, era algo que no podía asegurar. Seguramente se debiera a una mezcla de ambas, cosa que no me ayudaba ni me lo hacía más fácil. Uno podía decidir olvidar de dónde era o engañarse sobre en que se había convertido, pero difícilmente era capaz de ignorar ambas y permanecer cuerdo.

Para cuando los primeros rayos del sol se filtraron a través de las gruesas cortinas que cubrían los ventanales, ya estaba despierto y casi vestido; limpio tanto yo como mis ropas, como era habitual. Tras dejar la cama hecha y todo recogido, salí del cuarto.

—Buenos días —dije al bajar. Sorprendéntemente, no era el primero.

El olor de las gachas recién hechas, un aroma dulzón con toques de canela, inundaba el salón. Sobre la mesa ya había preparados varios tazones con aquella papilla tan típica pero pocas veces bien elaborada —no era infrecuente encontrar desayunos insípidos y demasiado cocidos, hasta el punto de volverse una bola pastosa en la boca—, y junto a éstos diferentes piezas de fruta fresca, todas con buen color. Kendra se estaba esforzando mucho, aunque sospechaba que más que por quedar bien era por necesidad.

Verla con mejor aspecto alegraba mi espíritu tanto como lo había cuando éramos pequeños. Estaba convencido de que, cuando se recobrara del todo y su ánimo fuera el que recordaba, lograría hacer que mi corazón despertara igual que de críos. Era agradable estar con ella, pese a las circunstancias que nos habían reunido de nuevo.

—El vestido te queda bien —comenté al sentarme, dedicándole una sonrisa. Esperaba que poco a poco las marcas de pena fueran borrándose de su ceño, hasta dejar únicamente el bello rostro que una mujer así debía mostrar. Deseaba con toda mi alma que ocurriera pronto, aunque también que se debiera a que lo hubiera superado de verdad y no solo de cara a la sociedad.

Mis pensamientos cayeron en saco roto en cuanto ella tomó la palabra. Idiota. ¿Qué pensabas? Apenas le ha enterrado, y ya estás buscando que olvide. Necio mentecato.

—Por supuesto —coincidí en voz alta, conteniendo un suspiro de amargura—. Tu presencia es siempre bienvenida allá donde vayamos. —No. No siempre. Mi gesto se endureció—. Mientras eso no te ponga en peligro, claro.

Como la noche anterior, parte de ella había permanecido leyendo algunos de los libros del profesor hasta que el sueño me invadía y caía rendido. Esto me ayudaba a encontrar el sueño reparador que mi cuerpo y mente necesitaba, además de intentar descubrir más cosas sobre las investigaciones del profesor.

Cuando los primeros rayos de solo penetraron por la ventana, tuve que ponerme la mano sobre mis ojos antes de que estos se abrieran y pudiera adecuarse a la luz, aunque en breves instantes, tras unos segundos, ya los tenía abiertos y estaba sentado sobre el colchón.

El resto ya era rutina. Lavarme y asearme, revisar mis ropas, mi equipo, comprobar la cuerda de mi arco, las plumas de mis flechas y todas mis bolsitas.

Una vez listo, fui hasta el comedor, donde ya estaban esperando Arachne y Evoris buenos días digo mirando a todos, primero a Arachne, luego a Evoris y, tras buscarla con la vista, a Kendra espero que hayáis podido descansar y recuperar un poco las fuerzas, sobre todo tú, Evoris comento mientras voy hasta una de las sillas para sentarme.

Umm, esto tiene que estar riquísimo. Energía para empezar bien el día comienzo a pelar una de las piezas de fruta asintiendo a Evoris Tiene razón. Ese vestido te queda realmente bien me llevo un trozo de fruta cortada a la boca, masticándola lentamente.

Iremos primero a ver al padre, así aprovechamos, le das tus agradecimientos al padre, recogemos el certificado, y vemos a ver si ha descubierto algo. 

Luego nosotros igual vamos a dar una vuelta por el cementerio. Y ya de paso podemos llevar unas flores a la tumba del profesor ¿os parece?  sigo comiéndome la fruta hasta que solo queda la parte de la semilla, momento que la tomo con ambas manos y la rebaño.

A continuación, cojo uno de los bol de gachas y comienzo también a comérmelo. 

Para cuando termino de remolonear en la cama y consigo por fin acicalarme lo suficiente como para estar orgullosa de mí misma (no demasiado, por supuesto, el día puede llevarnos por cualquier camino, pero una debe asegurarse de estar presentable en cualquier situación), bajo al salón y descubro que la mayoría de mis compañeros ya se encuentra allí, incluyendo a Evoris pero no a Patricia. Me pregunto si ese tipo estrafalario reaparecerá algún día, ahora que al menos parecía empezar a defenderse con el idioma.

"Buenos días", saludo con un bostezo a duras penas reprimido. "Gracias por dejarme algo, temía que con ese olor tan delicioso no hubiérais mostrado piedad con las gachas."

Mientras disfruto del desayuno escucho los planes de los demás y asiento con decisión. "Creo que podemos ir todos juntos esta vez. También me gustaría hacer una pequeña visita al Profesor."

La mujer sonrie ante vuestros comentarios e incluso se sonroja ligeramente 

---Me parece una buena idea, Diadam- dice mientras acaba el desayuno- tengo unas orquídeas en el jardín, así que llevaremos unas a la tumba...

Mientras terminais de desayunar, Kendra aprovecha para recoger las flores y cuando todos acabais ya esta lista, así que no tardais mucho en  salir de la casa y poneros en camino, los pocos rayos de luz del sol, tan poco inusuales en la región han desaparecido para ser sustituidos por las típicas nubes de tormenta.

El camino está algo embarrado debido a la llovizna de anoche y los lugareños ya han empezado a salir a sus quedaceres diarios en el campo.

Mientras os acercais  a la iglesia, Eir, Evoris y Lucy empezais a notar un cierto olor metálico en el ambiente, Kendra tambien lo 

huela ya que la veis arrugar el ceño con cierto aire de extrañeza, pronto podeis ver el origen del olor, un enorme charco de sangre que se encuentra en mitad del camino justo al empezar el puente que cruza el rio, dicho rastro se arrastra hasta meterse en uno de los lados entre el follaje.

----¿Que...que es esto?- comenta asustada vuestra anfitriona mientras con cuidado se acerca al follaje y lo aparta un poco, al 

instante, veis como su rostro se mortifica y suele un grito de horror mientras retrocede horrorizada.Os acercais corriendo dispuestos a protegerla de cualquier cosa y podeis apreciar claramente el motivo del horror de Kendra.

El follaje se abre a un pequeño claro semirodeado por el rio, un enorme monumento de granito se alza en medio de este que representa a varias personas vestidas con armaduras; el monumento debía de ser de piedra blanca, pero ahora el blanco esta sustituido por el rojo de la sangre de un cuerpo que se encuentra empalado por las espadas de piedra....el cuerpo de Patricia... a los pies del monumento, con caligrafía algo errática podeís distinguir una letra escrita con la sangre de vuestro compañero...

El grito de Kendra no a pasado desapercibido y varios lugareños se han acercado al lugar, soltando los mismo gritos de horror al ver el dantesco escenarios,uno de ellos, insta a su hijo que corra a buscar al Sheriff y al Consejo.

Tanto Eir como Evoris, estan chocados por la imagen, en sus aventuras habian visto muchas cosas pero siemrpe era perturbador verlas, de hecho, no se dan cuenta ( los otros si) que el caballo de patricia tambien yace muerto a los pies del monumento rajado de arriba a abajo.

Una vez decidido el rumbo a tomar, no tardamos en dar cuenta del desayuno y prepararnos para ir al templo. El paseo parecía que iba a ser como cualquier otro por aquellas tierras —pisando barro bajo un cielo encapotado que amenazaba tormenta, con el sonido de succión de las botas al liberarse del fango como único acompañamiento al silencio tenso de la marcha, muy a juego con un día que, pese haber despertado con unos tenues rayos de sol, volvía a ser tan oscuro como muchas noches en otros lugares—, pero no me esperaba lo que estaba a punto de ver.

—¡No, espera! —Antes de ser capaz de detener a Kendra, ésta ya había apartado los arbustos del linde del camino. Su lívido rostro fue suficiente para hacerme avanzar con rapidez, y ya estaba a su lado cuando empezó a gritar. La abracé en un acto reflejo, obligándola a apartar la mirada de la grotesca escena, mientras yo mismo me quedaba mirando el asesinato.

Había visto muchas cosas parecidas en mi vida —incluso peores, recordé con un escalofrío, recordando con demasiada nitidez el cadáver de un niño al que habían descuartizado una vez—, pero nunca se estaba preparado para algo así. No era la clase de muerte que uno deseaba ver, pero si la típica visión que uno ya no podía sacarse de la cabeza. Mi gesto se endureció mientras observaba, más aún cuando reparé en la letra escarlata.

—¿Sabéis quien es? —pregunté con severidad.

Finalizado el desayuno y todos listos para ir, primero a ver al padre Hoyosombrio y después, a ver al profesor y esa cripta de la que hablaba.

Mi mente vagaba sobre las posibilidades que se abrían ante el descubrimiento de esa cripta cuando vi como el resto comenzaba a poner caras raras, como olisqueando y arrugando la nariz ¿que os pasa? ¿Huele mal? Yo no huelo nada digo mirando a un lado y a otro, olisqueando sin detectar nada. Es en ese momento cuando todo paso tan rápido....Kendra se adentró entre unos arbustos, y Evoris tras ella con un grito de advertencia.

Sacando el arco y poniendo una flecha les digo a traves de los arbustos preparados para disparar ante cualquier peligro. Sin embargo, lo que encontramos me dejo boquiabierto y estupefacto. Ahí estaba Patricia, el y su amado caballo, asesinados de una manera horrible, como si de un ritual se hubiera tratado. Y esa V....¿que significaría? ¿Sería la cábala que estaba investigando el profesor? 

E....era Patricia y su caballo. Digo meneando la cabeza, todavía algo incrédulo. No me caía especialmente bien, pero no se merecía lo que le había pasado

La tranquilidad casi bucólica de la mañana se torna en horror cuando encontramos aquel dantesco espectáculo. Es cierto que Patricia era un tipo pintoresco, casi cargante a veces, pero lo que le habían hecho... ¿quién podría ser responsable de una monstruosidad como esa?

"Desde luego, no creo que hayan sido los campesinos del otro día, por más que les gustaran las turbas. No creo que llegaran tan lejos...", murmuro con tristeza, acercándome con cautela al cuerpo sin vida de nuestro compañero. "Deberíamos bajarle de ahí y darles descanso adecuadamente."

Las palabras de Lucy me sacaron de mi ensimismamiento, devolviéndome de golpe a la cruenta realidad. Patricia. Así que ese era el otro alumno del profesor. Ni siquiera se fijó en el caballo, pese a que Diadam llamó la atención sobre el animal; aquella muerte era demasiado importante, toda su atención, sus pensamientos, estaban puestos en el porque. Y la respuesta no era difícil: la Vía. ¿Significaría eso la V? Era una coincidencia o un aviso. Fuera lo que fuera, algo había ido tras el humano, y posiblemente iría tras los demás.

Aparté a Kendra poniéndome frente a ella, tapando con mi cuerpo la escena, o al menos parte de ella. Por muy fuerte que fuera la mujer, no tenía porque ver eso. Ni ella, ni las demás.

—Llevadla a otro lado, por favor —pidió a las demás, que estaban también observando, todas con horror en mayor o menos medida, pero sobre todo con tristeza. La empujó ligeramente hacia ellas, tocando ligeramente a Eir para sacarla del mismo shock que él había tenido instantes antes, y suspiró—. Diadam y yo podemos bajarle, no es necesario que sufráis esta imagen por más tiempo.

Asentí tanto a Lucy como a Evoris, girándome para ver cómo se encontraban Arachne y Eir. A pesar de todo lo que habían visto y padecido, era difícil acostumbrarse a algo así.

Una vez que comprobé que estaban bien, y Kendra se retiraba junto a Lucy, me acerque al cuerpo, junto a Evoris, para bajar el cuerpo del antiguo alumno del profesor.

¿Creéis que esa letras se corresponderá con la de mi vía? ¿Que habrá hecho, o a quien habrá preguntado? Esto no ha sido un ataque aleatorio, y estoy seguro que Patrícia sabía defenderse de 4 patanes armados con palos. Lo cierto es que todo lo que decía era algo que seguro el resto ya sabía, pero me sentía mal as cómodo hablando en voz alta. Un silencio en estos momentos podría ser bastante incómodo.

Entre Diadam y Evoris bajais sin ningun problema el cuerpo de Patricia, la gente no deja de murmurar entre ellos comentando lo ocurrido; tardais un rato debido a que era algo dificil de alcanzar pero al cabo de unos instantes lograis hacerlo.

Eso da tiempo a que el Sheriff aparezca acompañado de lo que parece sus ayudantes.

---Aquí no hay nada que vez, fuera todo el mundo- dice con brusquedad  mientras  se gira hacia sus ayudantes- haced un perimetro de la escena del crimen y examinad el lugar.

Mientras los ayudantes  se afanan en delimitar el territorio y alejar a los curiosos, se gira hacia vosotros.

---Ustedes, extranjeros, perdonad por la brusquedad pero van a tener que venir todos a la comisaria para ser interrogados- dice severamente pasando la mirada por todos ustedes- Os tomaré declaración y veremos que haremos a continuación, así que vamos.

El esfuerzo de bajar a Patricia me dejó la frente perlada de sudor, una fina pátina de humedad que me adhirió unos mechones de pelo blanquecino al rostro; no es que la estatua fuera mucho más alta de lo que esperaba, pero el hecho de coger a peso el corpulento peso del hombre empalado para arrancarle de su funesta posición no era tarea fácil, ni mucho menos. Quien iba a decirme que Patricia iba a pesar tanto, pensó con amargo humor. Para cuando lograron dejar el cadáver sobre el suelo, junto a su montura —por suerte el asesino no había tenido fuerza, tiempo y/o ganas de colgar también al caballo—, notaba los músculos tensos y cargados, y la respiración entrecortada por la ardua tarea.

—Bien hecho —dije a Diadam mientras me secaba la cara con un pequeño y limpio pañuelo que saqué del abrigo, a la altura del pectoral izquierdo. Con desagrado al ver como la blanca tela se oscurecía por la suciedad, lo guardé en otro bolsillo diferente al primero, sin molestarme en doblarlo y sin prestar ya atención.

Las órdenes inconfundibles de alguien acostumbrado a mandar ya se escuchaban tras nosotros, y no tuve que darme la vuelta siquiera para saber que había llegado la guardia. El alguacil era un tipo brusco que, con sequedad, distribuyó a sus ayudantes y espantó a los curiosos, dejándonos a nosotros dentro de un perímetro nada halagüeño. Mmm. Nunca me había terminado de gustar la ley de aquellos pueblos y villas —tampoco la de la ciudad, pero eso merecía un pensamiento aparte mucho más profundo—, ni quienes la implantaban. Actuaban tan a menudo con despotismo y abusando de los demás, tan faltos de humildad como de eficacia, y demasiado estrechos de miras, que era difícil tomárselos en serio; mantenían el orden frente a pequeñas turbas de campesinos, pero cuando los problemas eran reales y las cosas se ponían difíciles, acababan volviéndose una idiotas redomados que no sabían ni por dónde coger el problema. Y eso, con suerte; en aquellos lugares dónde de normal no pasaba nada, se volvían holgazanes y negligentes, pero sobre todo intratables cuando creían llevar la razón por muy descabellada y lejos de la realidad que ésta fuera. Eran muy pocos los que hacían gala de una justa autoridad y amplitud de miras, así que no tenía muchas esperanzas respecto a éste. Empero, esperaba que el Sheriff que teníamos frente a nosotros fuera uno de ellos. De no ser así, seguramente tendríamos problemas muy pronto.

—No es necesario ser descortés —respondí con una nota de igual severidad que la usada por él—. Le acompañaremos encantados de ayudar a resolver ésto, pero por favor... —pedí bajando el tono—. Agradecería que dejara al margen a la señorita Kendra y a nuestras compañeras, para que puedan acompañarla y no dejarla sola. Ha pasado por mucho últimamente.

-No.- Dije de manera cortante, mientras me agarraba a la manga de Evoris, sin apartar mirada del cuerpo del ahora frió y silencioso Patricia, echando, aunque sonara extraño en mi cabeza, de su usual extensa y extraña charlatanería.- Quiero declarar, cualquier cosa que pueda hacer para que ayude a atrapar el asesino y hacer justicia, la haré sin queja alguna.- Mi voz no se alzo, pero había un cierto temblor y rabia impotente en cada saliva, notando en mi rugir la sangre que recorría por mis venas.

-Evoris, puedo hablar con Patricia aun mas allá de su partida y preguntarle por su asesino.- Susurre a este, haciéndole saber de mis habilidades.- Pero para eso necesito estar cerca de su cuerpo y lejos de miradas impertinentes.- No era nigromancia, al menos no la que Pharasma prohibía, pero no quería arriesgarme, en un pueblo de ignorantes y traidores, era mejor no revelar tales dones en publico.

El rostro de Arachne palideció aún más si cabía cuando tuvieron ante ellos esa imagen tan grotesca de Patricia y su caballo. En realidad a la bruja le apenó más la masacre del animal que el final del hombre, pero no lo verbalizó en voz alta.  Más allá del shock inicial su mente comenzó a hacerse preguntas sobre quién podría querer hacerle eso y si era un aviso de lo que les esperaba a los demás si se atrevían a investigar. No es un acto que parezca hacerse por una venganza sin más. Sin duda alguna quien lo hizo está tratando de amedrentarnos. No puedo volver a dejar que Eir o Diadam marchen solos.

La bruja aguantó la compostura y el comportamiento de los demás provocó que pudiera aguantar todavía mejor.  Las palabras del sheriff casi le hicieron reír por lo irónico del asunto. ¿Cómo que no hay nada que ver? Este hombre es imbécil, como todos los demás.  Tuvo que contenerse por no increpar allí mismo a Evoris por su continuado comportamiento a su juicio de superioridad –algo que estaba marcado en ella por su relación con los hombres, no por lo que realmente acontecía- pero Eir reaccionó rápido dejando claro que quería declarar.

-Yo también quiero declarar. Puedes acompañar  tú a Kendra si así lo quieres- no estaba segura de poder contener su mal humor más, sobre todo teniendo en cuenta el estrés de la situación. Hagamos esto cuanto antes aunque pierde el tiempo si cree que hemos sido nosotros- le dijo al sheriff, poco acostumbrada a tratar con la ley al haber vivido con personas con escasas normas sociales. No obstante no voy a decirle cómo hacer su trabajo a no ser que sea necesario- se cruzó de brazos y esperó a que todos marcharan juntos.

Reprimo mi inicial impulso de unirme a mis compañeras pidiendo ser interrogada. Es cierto que fui la última en ver con vida a Patricia, pero no creo que mi declaración vaya a aportar nada de interés, y además no estoy convencida con la idea de dejar completamente sola a Kendra.

"Dudo mucho que el Sheriff imagine que yo podría subir a un hombre ahí arriba, incluso si sospechara que he podido tener algo que ver en todo esto...", comento enarcando una ceja. "Si mi presencia no es esencial, me gustaría acompañar a Kendra mientras atendéis a las preguntas. No considero que sea educado dejarla sola después de prometer acompañarla esta mañana."

La tarea de bajar de allí a Patricia no fue sencillo, tanto por la situación en la que estaba como por lo que pesaba el condenado, pero finalmente pudimos hacerlo entre Evoris y yo mientras las chicas mantenían alejada da Kendra.

Una vez conseguido, justo en ese momento, llegó el sheriff junto con sus ayudantes, intentando poner orden que, por otro lado, no pensaba que hiciera demasiada falta, y llegó lo que me temía que llegaría. En cualquier investigación, lo primero es interrogar a quienes habían encontrado el cuerpo, y no cabía duda de que nosotros éramos los principales sospechosos. Sin duda no duraría demasiado, pero ya nos hacía perder tiempo. Si eso no fuera suficiente, Eir podía averiguar quién había sido su asesino, pero para eso necesitábamos algo de intimidad.

Usted debe de ser el sheriff Caeller ¿cierto? comento acercándome a él con una sonrisa y total amabilidad, intentado alejarle de los comentarios malhumorados de Arachne, que podían no sentarles demasiado bien. Sabía cómo eran las autoridades de sitios pequeños como éste, y quizás hubiera que ser un poco más sútil. Entiendo perfectamente su petición, pero nos gustaría tener un tiempo para despedirnos de nuestro compañero ante de que se lo lleven. Es más, íbamos a ir a verle ¿No había hablado con usted? porque ayer, cuando nos separamos, iba en su busca para preguntarle por algunos asuntos de los que carezco de detalles, pero esperaba que nos pudiera decir algo al respecto. Anoche no volvió y hoy, nos le hemos encontrado así. ¿Qué piensan hacer con el cuerpo?. como si nada, había dado un poco la vuelta a la cosa, pues en teoría podía ser el sheriff el último que habló con Patricia. Además, de dilucidar si había mantenido una charla, quería ver cómo podíamos quedarnos a solas con Patricia, además de lanzarle varias preguntas en distintas direcciones, quizás para aturullarle un poco.

En cuanto a lo de Kendra, sin duda era un contratiempo, pero igual hacerla volver a la casa podía hacerla sentirse peor. No sabía bien qué hacer con respecto a la hija de profesor, por lo que, a pesar de lo que había dicho el resto, me acerqué a ella Kendra, siento mucho que hayas tenido que ver esto después de los últimos acontecimientos, pero como ves, tenemos que ir con el sheriff. ¿Cómo estás tú? ¿qué quieres hacer? digo poniéndola la mano en el hombros y mirándola directamente si quieres venir con nosotros estaremos encantados. Si quieres volver a casa, Lucy te acompañará o si quieres ir a ver al Padre para hablar con él, también te podría acompañar y luego ir allí nosotros. De verdad, lo que tu quieras hacer, estaremos contigo.

Sorprendido por la reacción de Eir, o más bien por su afirmación, me quedé callado, pensativo. ¿Hablar con los muertos? No había esperado que Lorrimor hubiera tenido a una nigromante como aprendiz, de hecho, lo veía casi imposible; esa magia, aunque no malvada per se, no era a juicio de muchos un arte aceptado. Aunque el profesor no se dejaba llevar por las habladurías y las lenguas de los necios, haber mantenido a una mujer así bajo su ala habría sido arriesgarse en exceso, sobre todo en aquella región. Por tanto, aunque era una posibilidad, era una más bien remota, y debía de tratarse de otra cosa. Como inquisidor de Pharasma no debía aprobar tales cosas, los muertos debían reposar y no ser molestados —otra cosa era una perversión—, pero como hijo de quien era, no podía juzgarla. Si me pedía que confiara en ella, lo haría.

Arachne, por contra, era otro problema diferente. No tenía claro si su desconfianza era conmigo o si se extendía a todos los hombres —y puede que mujeres— a los que no conocía, pero no había de ser muy listo para darme cuenta del veneno que soltaba cada vez que abría la boca; empezaba a notar cierta semejanza entre su nombre y una antigua fábula que había escuchado tiempo atrás acerca de una araña. Si la había ofendido en algo no tenía ni idea de en qué, y preguntar, suponía, habría sido un error aún peor que haberlo hecho. Estúpido además de insolente. Casi podía escucharlo en boca de ella, junto a unos cuantos apelativos más nada agradables. ¡Mujeres! Definitivamente, la decisión de permanecer callado era la más inteligente de todas, no fuera a empeorar la situación.

En su lugar, y sin atreverme a decir ni una palabra, asentí con un cabeceo de agradecimiento a Lucy, por ofrecerse a permanecer junto a su amiga, y después esbocé una tímida mueca de agrado —que intenté no transmitir— cuando Diadam habló. Con unas pocas palabras había intentado dar la vuelta a la situación, y a la vez apoyar su propuesta de que Kendra se marchara de allí antes de que tuviera que sufrir más. Era un buen hombre, algo raro de encontrar en los parajes por los que solía moverse. La luz de la gente era rápidamente aplastada por la oscuridad que reinaba Ustalav. Esperaba que la suya aguantara el tiempo suficiente. También, que el Sheriff fuera capaz de verlo.

Impaciente, pero sin dejar traslucir los nervios, se quedó absorto, esperando la decisión del tal Caeller.

El hombre levanta la mano para interrumpiros en vuestras declaraciones.

---Creo que no entendeis lo que está pasando aquí- dice de manera severa- Se a producido un asesinato, así que procederé de la manera que he dicho, todos los extranjeros y la señorita Lorrimor vendreis conmigo a la comisaria para ser interrogados, no se admiten replicas.

Parece que estan complacido con las palabras de las mujeres  y mira a Kendra que asiente.

---Yo tambien iré, Sheriff, haré todo lo necesario para colaborar con la justicia- dice con firmeza.

---Perfecto- masculla el hombre y luego  mira a los lugareños que todavian curiosean por ahí- ¡¿ Que haceis todavia aquí?! No hay nada que ver ¡¡¡LARGO!!! - grita  asustando a los pocos que quedaban, quedando los guardias y vosotros solamente, mira el cadaver de Patricia y luego os mira- Me temo que no puede esperar esto, cuando más frescos los detalles mejor, aplazarlos solo difuminaria los detalles, he mandado llamar a un sacerdote para que se lleven al templo, luego podreis ir allí, ahora seguidme.

Salvo que alguien diga la contrario, todos vais detras  del Sheriff que os lleva a la Carcel, un edificio situado en la plaza del pueblo bastante grande, al entrar podeis ver que hay cuatro celdas vacias que ocupan casi todo  dejando espacio para un archivo , una mesa y unas cuantas sillas.

---Me temo que no temenos sillas suficientes - es lo único que dice  mientras toma papel y una pluma.- Bien, antes de nada, que esteis aqui no significa que os considere sospechosos, pero siendo los primeros que encontrasteis el cadaver me gustaria saber todo lo posible sobre lo que pasó ¿os dijo algo anoche? ¿ que pensais que hacia en un lugar como aquel? ¿algun sospechoso?

La cuestión se había zanjado sin haber lugar a discusión alguna ni argumento posible, por lo me encogí de hombros, antes de mirar al resto. Vayamos entonces. Cuando antes acabemos, antes podremos continuar comento poniendo voz al pensamiento de todos nosotros.

Durante el camino, aproveché para reducir la velocidad y poder lanzar una pequeña oración a Iomedae. Lo cierto es que el hecho de ir tan despacio me permitió concentrarme durante unos segundos antes de continuar.

Una vez en la cárcel, dejo tomar asiento a las mujeres, quedándome de pie, junto a Evoris.

Pues como  ya sabrá, todos nosotros somos......bueno, fuimos alumnos todos nosotros en algún momento de nuestras vidas. De esta forma, algunos nos conocíamos, pero a otros les conocimos durante el entierro del profesor, como fue el caso del señor Patricia....no se qué digo moviendo las manos y la cabeza no me acuerdo. 

Al finalizar el entierro, Kendra solicitó que fuéramos a casa del profesor para leer el testamento. Como se hizo tarde, ya nos quedamos a dormir. Durante la cena comentamos que íbamos a preguntar un poco por la muerte de nuestro querido profesor, pues lo cierto es que nos extrañó, y nos extraña, cómo ocurrió su muerte. cambio de postura, mirando al resto por si quería ampliar algo de la información en ese momento, nosotros comentamos que ibamos a acercarnos a la iglesia de Pharasma, y Patricia nos dijo que iba a hablar con usted, aunque también comento que había conocido a un tal Zokar, y que le había caído bastante bien.

Al día siguiente, todos salimos de la casa de Kendra en busca de alguna respuesta, y esa fue la última vez que vimos con vida a Patricia, pues no volvió anoche. Esta mañana, íbamos a ir a ver la tumba de nuestro querido profesor y luego ya volver a la iglesia y preguntarle a usted por nuestro compañero. Y fue entonces cuando encontramos el cuerpo de Patricia, luego ya apareció usted y sus hombres y el resto ya lo sabe.