Partida Rol por web

Gerald se mantiene a la expectativa, esperando que Thognar dé buena cuenta del esqueleto que queda.

¡Venga, no es más que un montón de huesos asustadizo! ¡A por él!

También podría tratar de pegarle una pedrada, pero ¿valía la pena soltar espada, escudo, sacar la honda, coger una piedra y soltar la pedrada? No parecía un movimiento demasiado inteligente. ¿Y si aparecían más de aquellas criaturas? No, más valía preparado que pedrada.

Acomodándose en su posición y dejando que manos más capaces finalizaran aquél combate, se limitó a decir, en respuesta a las palabras de Izhan - Dudo mucho que haya sentido algo, compañero. -

Entre Gerald y Thognar no debían de tardar demasiado en terminar de dar cuenta al enemigo, uno que por otro lado, no debían de haber despertado, pero bueno, no merecía la pena lamentarse de eso ya.

Thognar lanzó de nuevo su hacha contra el enemigo pero la hoja a penas pasó cerca.

- ¡No escaparrrás maldito saco de huesos!

Geral está bastante sorprendido de lo que le está costando al enano acabar con aquel bicho.

Oye, ¿quieres que te echemos una mano? - le dice en tono de rechifla. - No quisiéramos que al esqueleto se le pasara el susto y decidiera, no sé... defenderse o algo. 

Gerald conoce bien la habilidad del enano con su hacha, y decide que con dos bromas ya basta. No querría que a la tercera fuera la vencida y Thognar decidiera lanzar el hacha hacia otro objetivo.

-¡Nah!-Digo sonriendo.-Déjale que se divierta. Así hace práctica. 

Con una sonrisa de oreja a oreja, me quedo a ver el espectáculo.

- ¡Arrrgh! ¡No necesito ayuda!

La furia del guerrero enano iba aumentando a medida que intentaba golpear al esqueleto sin fortuna y sus compañeros estaban presentes. Balanceaba el hacha de izquerda a derecha intentando alcanzar a su enemigo hasta que finalmente consiguió hundir el filo en su armadura.

- ¡Por Morrradin! ¡Vuelve a tu tumba!

Finalmente, el enano acababa contra el paralizado esqueleto mientras el resto del grupo comía palomi... miraba atentamente el transcurso de la desequilibrada batalla. Exhausto pero contento, el enano termió por darle una última patada una ves estuvo este en el suelo. Habían perdido mucho tiempo, tendrían que encontrar a...

- ¿Y Sirenia? - preguntó Gerald.

- Estaba aqui hace un momento, me he fijado en sus posaderas - respondió el hechicero.

Pero lo cierto era que la chica no estaba. ¿La habrían raptado?

Gerald se acerca al enano mostrando una brillante y genuina sonrisa.

¡Bravo! ¡Sabía que serías más que capaz de encargarte de esta criatura! ¡Es un orgullo que luches a nuestro lado, por todos los dioses!

El clérigo estaba tan absorto contemplando los hachazos de Thognar que pasó un rato antes de darse cuenta de que Sirenia ya no estaba.

La verdad es que estos últimos días se comportaba de un modo más bien extraño o, mejor dicho, aún más extraño de lo norma. en ella.

Yo no me preocuparía; quizás haya salido a descansar, o a tomar un poco el aire. Estoy seguro de que más pronto que tarde volveremos a toparnos con su cu... su cara.

-La han raptado o se ha ido.-Digo sopesando todas las opciones.-¿Estamos seguros de que no se convirtió en mujer-rata? Si es así, probablemente el guardian que dejamos atrás no le permita salir, por lo que estará aquí. Estad alerta.

Gerald no quería preocuparse de Sirenia; ella sabía cuidarse solita perfectamente, y había cosas más urgentes a las que debían prestar toda su atención

Ahora que al fin se habían librado del esqueleto, podían echar un buen vistazo a la habitación. ¿Quién eran aquellas personas que permanecían atrapadas en los ataúdes? ¿Qué habían hecho ellos para que se levantaran los otros? Era culpa del grupo... ¿o de alguien distinto?

Abramos los dos ataúdes que aún están sellados, y veamos si sus habitantes se levantan o no. Aún nos falta mucho por descubrir acerca de la magia que parece regir estas catacumbas.

Para el gnomo la desaparición de Sirenia no era una cuestión baladí, de hecho, en su mente todavía estaba la idea de componer una epopeya con la guapa muchacha como protagonista, y todo el mundo sabía que los protagonistas no desaparecen de las historias.

- No, Gerald, solo ha podido ir hacia adelante, hacia atrás no hay salida posible. Recuerda el laberinto, sobrevivimos a duras penas y éramos muchos. No, solo hay una dirección en la que ha podido ir y es la que hemos de tomar. - dijo

- ¡Y por todos los dioses! - exclamó - ólvidate de los ataúdes y deja de actuar como un vulgar ladrón de tumbas. Cuando cumplamos con lo que hemos venido hacer, si quieres, puedes dedicarte a tomar todo lo que quieras de este lugar. -

Era consciente de que sin Gerald y sin el enano, ni Izhan ni él podrían avanzar por aquél lugar, pero aún así, se dirigió a las escaleras y avanzó por ella con cuidado, inspeccionándolas, no fuera a ser que sus escalones contuvieran alguna trampa.

- El pequeñín tiene rrrrazón. Deberrríamos continuarrr y no perrrderrr más tiempo aquí.

Thognar era consciente de que el encuentro con aquellas criaturas los retrasaba en su persecución y que debían continuar si querían alcanzar al grupo, que ya les llevarían bastante ventaja. Sin embargo, el enano no podía negar la especial atracción que ejercía sobre él este lugar: ¿sería la adrenalina propia de la aventura o quizá alguna extraña aura mágica que envolvía las salas?

Al ver avanzar al gnomo, el guerrero se incorporó tras él cargando su hacha a la espalda y con su martillo y escudo preparados para cualquier nuevo contratiempo. Antes había sacado una de las pociones que llevaba y se la había bebido.

- Te sigo compañerrro, no sé parrra que me empeño en tomarrr este asquerrroso líquido inserrrvible ¡arrrgh!

¿¡Ladrón de tumbas!? ¡Nada más lejos de la verdad, Mali! Lo que pasa es que si seguimos avanzando y de repente se levantan estos dos cadáveres - y ya hemos visto que por aquí los muertos tienen la mala costumbre de no saber estarse quietos - pues estaremos rodeados por delante y por detrás. Y eso no sería una buena estrategia.

Que sí, que quizás los rubíes tenían cierto interés, claro, pero la preocupación principal de Gerald era asegurarse de que se tenían que retroceder en algún momento no se encontrarían con una sorpresa desagradable.

Tras tratar de "limpiar su honor", Gerald se puso también en marcha, siguiendo los pasos del enano. 

Como solíamos decir en el Templo, Clérigo prevenido vale por dos. Que después todo son prisas y lamentos.

Finalmente, y tras dejar atrás los restos y los sarcófagos, encabezaron su marcha escaleras abajo. Al entrar en la tercera estancia se quedaron un poco sorprendidos por los nuevos murales. La nieve cubría la colina, pero marcas de sangre se entremezclaban entre el barro y la escarcha. El rey rubio estaba arrodillado, el brazo izquierdo colgaba a un lado inerte. Numerosos humanoides bestiales le rodeaban mientras él acariciaba la mejilla de la mujer pelirroja tendida frente a él, mortalmente herida. Detrás del rey de pelo dorado se erguia el caballero de pelo oscuro cual cuervo, su armadura plateada manchada también con sangre y sus ojos con un tono brillante de salvaje triunfo, lleno de ira y de avaricia. Sujetaba la corona del rey con una mano mientras la otra sujetaba la espada con la que estaba dandole el golpe de gracia al rey. A medida que la imagen se desvanece, podeis apreciar una puerta de piedra en la zona este.

Gerald se queda pensativo, contemplando la escena.

Verano, otoño e invierno. Nos cuentan la historia de la caída en desgracia de un rey, a manos de alguien a quien consideraba su amigo y que le traicionó, poseído por algun espíritu maléfico... o por simple envidia. Quién sabe.

De poco servía analizar ahora aquellas imágenes inspiradas en hechos que habían transcurrido hacía muchísimo tiempo. Lo único que podían hacer era seguir avanzando.

Me pregunto si en esta historia habrá una primavera, en la que el reino se levante de nuevo y logre vencer al tirano.

Parecía que en la sala no había nada más de interés, por lo que Gerald siguió avanzando.

-Es decir, que aquí puede haber algún tipo de caballero caído en desgracia... o incluso maligno. ¿No os suena al típico cuento de la guardia negra? 

Miro alrededor y sonrío.

-Puede que haya algo parecido. Algún ente maligno atado aquí... ¿El caballero tal vez?

El gnomo, trató de ignorar las imágenes que se dibujaban y desaparecían de las paredes para fijarse en las evidencias físicas que puedieran conducirles hacia el grupo que persiguían y siguió los pasos de Gerald en el interior de la habitación. En teoría solo había un camino por el que seguir y pasaba por atravesar las puertas de piedra que acababan de aparecer, pero había que tener cuidado, aquél lugar estaba lleno de trampas que tenían que evitar.

- Con cautela, Gerard, esto pudiera no estar tan vacío como parecce. -