Partida Rol por web

El viaje había sido tranquilo y, desde luego, mucho más cómodo que esos trayectos en barco. Según paso más tiempo en esta tierra, más me sorprende su riqueza y la cantidad de recursos de los que dispone. Parece evidente que la gente no valora aquí las mismas cosas que en mi mundo. El oro, por ejemplo, tiene un valor excepcional, a pesar de que no se pueda comer ni beber y como metal útil deje mucho que desear sin generadores eléctricos para utilizarlo (Alana seguro que sí lo encontraría mucho más práctico). Vale, en una de las ciudades puedes conseguir cualquier cosa con sus monedas, pero en medio del campo, del mar o de un desierto, ni todo el oro del mundo te serviría para sobrevivir. ¡Es absurdo!

Durante el viaje, me fuerzo a disponer de la menor cantidad de agua posible. Espero volver en algún momento a mi mundo y no quiero acostumbrarme demasiado a la opulencia de esta tierra. A pesar de que nos han contratado para enfrentarnos a posibles salteadores de caminos, no parece haber ningún peligro real durante el trayecto, así que me dedico a escuchar las conversaciones de la gente.

Los estallidos psiónicos siguen repiténdose en mi cabeza a intervalos regulares cada dos días, y así se lo hago saber a mis compañeros. Cuando nos separamos de la caravana, continuamos caminando tranquilamente hacia la costa, hasta que al fin pudimos ver Candelero a lo lejos.

Me quedé completamente parado al ver la imagen de la fortaleza frente a mis ojos.

- Yo he visto ese lugar... - susurro. - ¡He visto ese sitio! Nuestro primer día aquí, cuando subirmos al barco... Tuve una visión de ese edificio... - Me callo de golpe, recordando con un estremecimiento otro flashback que tuve casi al mismo tiempo. Alguien sugirió que ambos podían estar relacionados y, aunque yo no estuviese de acuerdo, prefiero avisar al resto. - Esa visión estuvo acompañada de un intenso dolor. Habrá que tener cuidado en este sitio, por si acaso.

No digo más hasta que llegamos a las puertas. Allí un hombre nos pide una cuota de acceso (más oro) y se niega a dejar pasar a Sûl. Me pregunto que habría dicho sobre Thosk si el gigante hubiera llegado hasta aquí.

Niego con la cabeza al escuchar la discusión que mantiene con Angela sobre animales, humanos y diferencias entre ellos. ¿Con todas las razas mutantes que hay en este mundo, qué sentido tiene discutir sobre el lobo?

- Vale, Sûl no puede entrar en la biblioteca, lo hemos entendido... Pero supongo que tendrán alguna zona dedicada a los visitantes, provisiones y ese tipo de cosas lejos de sus preciados libros, ¿no? ¿O la gente que viene hasta aquí a caballo tiene que dejarlos amarrados en las rocas? - Pregunto exasperado. Por lo que he visto en la caravana, los caballos y carros poco tienen que ver con los vehículos de mi mundo, aunque a mí me sigue pareciendo que esos animales en Iowa servirían más como comida que como animales de tiro. De todas formas, las ruedas de esos carruajes no tardarían más de unos metros en encallarse en la arena de los Yermos.

Aprendió mucho en el viaje con la caravana sobre el concepto de la ética que valoraban sus compañeros cuando escuchaba a Hoglerruk y Varken hablar de los mercenarios del Puño Llameante.
No pasó tanto tiempo sentada como le habría gustado por deferencia a Sûl, que a veces desaparecía para regresar junto a la caravana con una expresión que Osellë identificaba como satisfacción y a veces sentía un poco de envidia del animal, que podía disfrutar del espacio personal y soledad tanto como quisiera antes de regresar a su lado.

Los restos animales y materiales de otros viajeros ensombrecieron visiblemente su expresión y su humor que no mejoró al llegar a Candelero.

-¿Pase de qué?-formuló la elfa sin disimular su contrariedad.- ¿ANIMALES?¿Después de ver lo que hace su raza dice que no admite animales?-su rostro se deformó por la rabia y avanzó desde donde se encontraba para ir hacia el Bibliotecario y darle una lección aunque Angela salió al paso con diplomacia diciendo algo que a ella se le escapaba en su significado concreto pero que el mensaje en general era totalmente comprensible.

-Sin él no entro-afirmó escupiendo las palabras. El individuo rancio, en su capitulación,  todavía pretendía hacerles pagar por Sûl y aunque su postura seguía siendo insultante seguramente sería la mejor opción que conseguirían. Irritada, Osellë se cruzó de brazos y accedió por muy desagradable que le resultase el bibliotecario y por muy frustrante que resultase tener que adaptarse a la situación.

El bibliotecario escucha a Riley cuando dice "Vale, Sûl no puede entrar en la biblioteca, lo hemos entendido...", y después a Osellë cuando exclama "¿ANIMALES?¿Después de ver lo que hace su raza dice que no admite animales?" 

Entonces miró a Angela, y con voz calmada e irritantemente monocorde, preguntó:

¿No entienden Común sus acompañantes?

Miro un momento al bibliotecario mientras mi mano se mueve hacia la empuñadura del hacha. Me paro a medio camino y niego con la cabeza. "Sí, ya sé que ahí dentro hay cosas interesantes, pero no me dirás que no te quedas con ganas de partirle en dos y pasar por medio...". Suspiro.

- Gilipollas - digo negando con la cabeza mientras me doy la vuelta y me retiro al fondo del grupo, sin demasiadas ganas de entablar una discusión que probablemente no lleve a nada bueno.

"Ya... ¡claro que me he dado cuenta de que quien ha hecho una doble negación ha sido él! Y para más cojones, es evidente que Sûl no habla y se está contradiciendo a sí mismo... Pero Sophie, si me pongo a discutir con él se va a acabar llevando una hostia y todavía tendrá que darme las gracias por no cargarla con ácido, así que mejor lo dejamos y que Yaril·la pague lo que le venga en gana, luego haremos cuentas con ella".

Alath se echó la mano al rostro ante el cariz que estaban tomando los acontecimientos, y se prestó a mediar por el grupo. Cansado del viaje y esperando que aquél hombre no los largase con malas formas, tomó la palabra y tras una breve charla con Osellë, la convence de que deje a su lobo a cargo de Hoglerruk, que tiene tantas ganas de estar rodeado de estudiosos, libros, y miradas de desagrado como el propio lobo. Mientras tanto, los otros ocho compañeros se tomarán el tiempo necesario con esos libros, lo que les costará unas doscientas monedas de oro al día al grupo.

Resignado a tener que interrumpir definitivamente su lectura, el hombre cobró dos días a cada uno y les extendió los recibos, que selló con cera y firmó, tratando de darles la mayor autenticidad posible.

Tras un reparador descanso en la posada del fuerte, por la mañana llegaron al alcázar-biblioteca de nuevo. Un bibliotecario mucho más amable aunque con extraño acento les explicó someramente la organización del Alcázar, para que tuvieran una idea de por dónde comenzar a buscar lo que fuera que estuvieran buscando. Además, en cada ala del alcázar había un responsable que les daría indicaciones más específicas.

En el interior, el número de volúmenes es absolutamente abrumador, y eso tan solo en la primera planta. Conforme suben plantas del alcázar, los conocimientos son más extraños o teóricos, y las últimas plantas, dedicadas a la magia, la alquimia y la hechicería, deben estar completamente a rebosar de recetas, pergaminos, libros mágicos, varitas...

Sin duda éste sería un lugar magnífico para un robo. ¿Cuales serán entonces las defensas de éste lugar? Evidentemente, éstas no son de dominio público, pero sin duda debe haber muchísima magia poderosa implicada en la protección de Candelero. Llamaba mucho la atención la cantidad de luces mágicas y de velas que nunca se apagaban ni parecían consumirse, incluso en salas donde no había nadie. Si podían permitirse aquella magia para asuntos triviales, ¿Qué no harían para custodiar todo aquél saber?

Y... ésta es la última planta a la que pueden acceder con sus pases. -Justo la última antes de los conocimientos mágicos- ¿Qué venían buscando, concretamente?

Aquél lugar había conseguido excitar la consciencia de Sophie, hasta el punto que el propio Riley se sentía excitado, con unas irrefrenables ganas de coger cualquier libro y comenzar a leerlo... No tanto por contagio de entusiasmo, más bien era la propia intensidad de la emoción de Sophie que parecía desdibujarse con la propia voluntad de Riley. A la pregunta del bibliotecario, la niña gritó:

¡Todo! ¡Necesito un cuerpo para poder quedarme a vivir aquí! 
¿Qué estamos haciendo queriendo volver? Hay comida y agua en abundancia, seguridad, el sol no me abrasaría la piel y más conocimiento del que podré absorber en cien vidas.

¡Esto es el paraíso, Riley! Tenemos que traer a nuestra gente aquí, no regresar a ese páramo ardiente.

Cuando Varken y Yaril·la respondieron a mi pregunta con la misma expresión de sorpresa que había puesto yo al escuchar lo del pase, temí, lo peor, que necesitásemos la autorización de alguien importante o algo similar… pero por suerte, la respuesta del bibliotecario cuando Varken le preguntó cómo conseguirlo, fue que simplemente teníamos que pagar, y aunque cuando intentó impedir el acceso a Sul a la biblioteca, por suerte finalmente pudimos marchamos con un par de recibos cada uno a la posada del fuerte para volver allí al día siguiente.

¿Qué?- dije cuando las palabras del bibliotecario que nos había recibido aquel día, y que era mucho más amable que el anterior, me sacaron de mi ensimismamiento. Aquel lugar no es que tuviese más libros de los que pensaba, o de los que había visto en toda mi vida… tenía más libros de los que podría haber llegado a imaginar, por lo que solo pensar en el conocimiento que allí había y lo que podría aprender le hicieron olvidar por un instante a qué habían ido allí -Si, esto, perdón… ¿qué tienen sobro viajar entre distintos y mundos planos? Concretamente a aquellos aislados, o de las barreras que los aíslan- le pregunté sin dejar de mirar a mi alrededor, seguramente siendo demasiado explícito en mis preguntas, pero la abrumadora cantidad de libros hacía que me costase centrarme en algo más -También cualquier cosas sobre estos símbolos*- añadí, describiéndoles los símbolos sobre los cuales habían aparecido, tanto el de la mazmorra, como el de la posada.

El bibliotecario indica a Mólor cómo llegar a la sección referente a los Planos. Aunque a los viajeros les resulte extrañamente ajeno el hecho de que existan varias dimensiones, para la gente de Faerûn es algo normal, por lo que el conocimiento de los Planos se considera un conocimiento 'natural'. Sin embargo, el cómo llegar a ellos ya es un conocimiento 'mágico', pero le anima a hablar con Darion, el Gran Maestre de los Planos, ya que tiene mucha más información que nadie al respecto, y le dirá si es necesario un pase especial a la zona de transporte planario.

Mólor (Y quien desee) sigue las indicaciones y llega al escritorio de un hombre extremadamente anciano durmiendo sobre su propia mano.

Tras algunos carraspeos, consigue que se despeje lo suficiente como para atenderles.
Ah... Bienvenidos, jóvenes... Saluda con voz cascada y hablando despacio. ¿Buscáis algún libro en concreto...?

Sonrío ligeramente al escuchar la afirmación de Sophie en mi cabeza, pues ella sólo ha sentido el placer de verse completamente rodeada de agua a través de mi propio cuerpo.

- Tal vez traer a la gente de Iowa aquí sea una solución, Sophie. Pero algo me dice que nuestra presencia en este mundo se debe a una inestabilidad entre varios de estos... ¿cómo los llaman?... planos. Necesitamos saber mucho más de esto para tomar alguna decisión, creo, porque tampoco tendría sentido arriesgar la destrucción de nuestro mundo, por muy destrozado que esté ya, o de éste sólo por intentar venir hasta aquí.

Camino por la biblioteca, observando los libros y sintiendo en mi estómago la excitación de Sophie.

- Bueno, vamos a tener un par de días para estar por aquí, así que supongo que no me vas a dejar dormir mucho, ¿verdad? - Comento a la niña en mi cabeza. Es una pregunta puramente retórica, pues sé que, efectivamente, voy a estar leyendo todo el tiempo posible.

Niego con la cabeza respondiendo al anciano.

- Ninguno en concreto, salvo que mis compañeros conozcan algún título... - digo mirándoles de hito en hito. - Pero somos bastantes como para poder revisar varios volúmenes al mismo tiempo, así que si nos indica los que mejor traten los temas que le ha indicado mi compañero, podemos ahorrar algo de tiempo al ir a buscarlos.

Parezco ligeramente impaciente, como excitado ante la posibilidad de acceder a todos los volúmenes de esta inmensa biblioteca. Incluso da la impresión de que trato al bibliotecario con un poco más de corrección de lo que es habitual en mí, no vaya a ser que se moleste por algo e interrumpa nuestro estudio de alguna forma. Después del encuentro con el hombre de la entrada, me podría esperar cualquier cosa, por muy civilizados que digan estar aquí.

Tras recorrer varios pasillos siguiendo las indicaciones que nos habían dado, llegamos hasta donde se encontraba el Gran Maestre de los Planos, como lo había llamado el bibliotecario, el cual resultó ser un anciano que en parte me recordaba a mis antiguos maestros en mi mundo… excepto porque se encontraba durmiendo, algo que estos nunca hubiesen hecho en un lugar como aquel.

Nos interesa información sobre como viajar, o forzar viajes entre distintos y mundos planos, especialmente a aquellos que se encuentran aislados, así como también de las barreras que los aíslan- le dije, explicándole de nuevo lo que le había dicho al otro bibliotecario -También nos interesa cualquier cosas sobre estos símbolos- añadí, describiéndolos.

El anciano se recolocó las gafas y miró los símbolos. Al principio con escaso interés, pero cuando vio el segundo, sobre el que apareció Angela, abrió los ojos y se lo miró con mucho más detalle.

Yo he visto este símbolo... Dijo despacio Y no hace demasiado. Dejó el símbolo en la mesa y se quedó pensando, tratando de recordar. Creo que... mm... Era sobre un libro que me trajeron de otro asunto, no era un tratado sobre Portales, Planos, ni nada parecido. Realmente parecía mosqueado por no recordar dónde lo había visto, pero parecía seguro de haberlo visto.

Repasó unos apuntes durante un rato, como si quizá pudiera encontrar una pista en ellos sobre qué libro podía ser. Además, me suena que era sobre una historia poco ortodoxa... extraña incluso para éste loco Plano, donde parece que uno no puede ya sorprenderse, pero no termino de...

Los compañeros echaron una mano buscando en algunos libros donde el Gran Maestre creía haber visto el dibujo. Tras casi todo el día dándole vueltas, Mólor descubre en uno de los libros, hojeándolo a toda prisa, el mismo símbolo. Se trata de un libro de 'historias extraordinarias', escrito por un tal Volozhamp Géddarm, que narra historias que un conocido bardo errante ha ido recopilando.

Al revisarlo el Maestre, asintió.
Sí... Volo, claro, no podía ser otro... El anciano parece leer más rápido de lo que habla. El relato cuenta la historia de un vehículo metálico volador que se estrelló cerca de Puerto Final, muy al norte de la Costa de la Espada. Aunque el trovador admite no haber visto los restos en persona, si no haberlo escuchado de fuentes de primera mano, un aventurero llamado Bingen Garra Gris. Cuenta que se trataba de un vehículo sin ruedas, con 'alas' y de unos treinta pies de largo, estrecho, y con un asiento dentro de una cabina de cristal, con un humano de extraña vestimenta muerto en su interior. En las placas del vehículo habían dibujados tanto el segundo símbolo que dibujó Mólor, como uno redondo en el que había varias inscripciones*, aunque dichas inscripciones, a diferencia del primer símbolo, parecían grabadas, no pintadas. Al parecer el tal Garra Gris sacó una pieza extraña que 'hablaba sola' dentro del aparato y algunas cosas más que vendió a un coleccionista de Luna Plateada.

Interesante... ¿De dónde han sacado ese símbolo?

Prepárate para no dormir en mucho, mucho tiempo! Dijo con un toque de humor.

Sonrío por algún motivo que no está del todo claro para los que me rodean y me fijo en los libros del anciano. Al escuchar lo que cuenta el relato sobre un vehículo metálico volador, desvío instintivamente mi mirada hacia Ángela. Si el metal puede flotar, después de todo, ¿por qué no va a poder volar? Al final va a resultar que esas alas que lleva tendrán una utilidad y todo, me digo, preguntándome qué diría mi abuela sobre ello. Probablemente me daría un capón seguido de un "te lo dije, niño incrédulo".

- En un grabado en el suelo - le digo al anciano a modo de respuesta. - Tal vez tenga que ver con ese suceso del tal Volo. ¿Sabe cuándo ocurrió? - Aunque no estoy muy familiarizado aún con el calendario de esta gente, apostaría a que fue una noche hace un múltiplo de 48 horas.

Luna Plateada. Tendremos que pensar en visitar ese lugar...

Mmm.... Darion se mesó la barba, pensativo, leyendo las anotaciones iniciales y finales del libro. El libro fue editado hace dos años..., más lo que tardara en recopilar sus historias... calculo que más de tres años. Hay una sección de la biblioteca que compila historias de aventureros conocidos... no conozco al tal Garra Gris, pero si es alguien con el suficiente reconocimiento por parte de Volozhamp como para incluir sus historias en uno de sus libros sin corroborarlas de primera mano, debe de ser famoso, seguro que podréis encontrar información sobre él en esta misma biblioteca. Cerró el libro y miró al grupo con curiosidad. Ese símbolo... ¿Es alguna especie de sello planario? O si iba en un vehículo, quizá un glifo protector... ¿no hay más que me podáis decir al respecto...?

  Angela prefería guardar silencio. Su tentativa para conseguir que Sul viniese con ellos había sido innecesaria ahora que había terminado fuera con el hombre musculado de aspecto bárbaro, se sentía un poco idiota, o más bien, demasiado fuera de lugar. Aquello podía convertirse en una pesadilla dentro de poco, en cuanto no pudiese soportar volverse histérica, quizás por pensar en que había sido de Jack. Sabía que no podía estar pendiente de acontecimientos que no podía controlar, si quería volver a dónde debía estar necesitaba plantearse aquello como una oportunidad.

   Miré a Mol, que parecía desenvolverse con soltura en aquel tema. Era mejor no inmiscuirse. Riley demostraba su valentía al contribuir, o su tremenda ignorancia. En cualquier caso, ella sólo había visto ese sello una vez, en su llegada, y todos pudieron verlo entonces. No tenía información suficiente para inmiscuirse, pero podía escuchar y tratar de aprender.

 Sus puños temblaron sin poder contenerse. Tenía que hablar.

 - Sea un glifo o un sello, ¿Es necesario ser muy hábil para grabar elementos como este? ¿Podría hacerlo cualquiera?

 Necesitaba paliar su ignorancia con conocimientos. Y si la respuesta era un "puede ser" abría el camino a realizar un viaje ellos mismos, un viaje de vuelta. No tenía porque ser fácil adquirir la práctica y los conocimientos necesarios, con que fuese una opción para Angela era más que suficiente.

 - Y...¿Si fuera algo ligado a nuestro transporte, está ligado de alguna forma a lo que transporta o sólo al medio por el que lo que se quiere transportar es llevado a su destino?

 Miró tanto a sus compañeros como al anciano, a aquellas alturas ya sabía que cualquiera podía sorprenderla con una respuesta o una corrección a sus preguntas.

Si esos glifos han de ser mágicos, desde luego que hay que ser bastante más que hábil con el Arte arcano o los sortilegios divinos... Marcas como esa pueden servir como 'punto' de llegada o partida en viajes interplanarios, pero por lo que mencionáis, esos símbolos no estaban hasta que aparecísteis, y después desaparecieron, lo que es... extraño. Existen formas de teletransportarse sin usarlos, pero sería aún más difícil, hablando de teletransporte ENTRE planos... dentro del mismo plano no es tan exigente.

Habitualmente ese tipo de glifos refieren al lugar de destino, pero en el punto de llegada tampoco es raro que refieran al punto de partida... Hmf. 

No sé si los símbolos serán mágicos, intenté leer uno de ellos usando un conjuro, pero no conseguí nada…- empecé a decir -En cambio cuando intenté observar los residuos de magia en él, detecté un aura de la esfera de Conjuración, una que resultó ser tan potente que me dejó sin sentido- le dije al anciano -¿Conoce algo capaz de dejar un residuo tan potente?- le pregunté.