Partida Rol por web

Tampoco es que confie ciegamente en lo que dicen… pero al menos no han atacado nada más vernos. Y necesito volver- le dije a Osellë en élfico, esperando que decidiese venir con nosotros. Al fin y al cabo, parecía ser la que venía de un mundo más similar al mio, por lo que su presencia haría que este no me resultase tan extraño.

La voluntad de una persona solía comprarse en base a sus carencias, en Aman o donde sea,  lo mismo daba ya que mi situación y la del resto no era favorable. Un solo camino me quedaba por optar y era acompañar al grupo de desconocidos. 

Solo que cuando estaba por responder a la Edain, es el Maia quien rompe el silencio al corregirme su nombre. - Lo siento,  de ahora en más será Mol. - respondo esbozando una sonrisa, algo raro en mi ya que pocas fueron las veces en donde un acto de simpatía se reflejaba en mi rostro. 

Y cuando el mago se ofrece a ir,  en mi mente tomo la misma decisión. - Por mi parte también lo haré. Iré contigo. - le digo a la sacerdotisa en un tono neutral,  para nada altanero ni molesto. No tenía pensado alzar mi arco en su favor pero si aceptaría cualquier ayuda necesaria para regresar a nuestras tierras. 

Finalmente cuando la humana decide retirarse y como consecuencia todos inician la marcha,  detengo al mago unos segundos para susurrar algo rápidamente. Por otro lado,  Sul permanece atento a mis órdenes, se incorpora hasta colocarse a mi lado dedicándome una mirada. Esperaba mis movimientos. 

- Sul ya nos vamos de aquí. Siempre a mi lado. -  expreso en mi lengua,  era el medio de comunicación con mi lobo. 

Acercándome a su oído de forma sutil susurro. - Iré contigo porque te creo y confío solo en tí. Mi mundo decayó antes de que apareciera aquí y necesito encontrar un lugar que valga la pena para mi. De momento quiero ayudarte,  los bosques son mi prioridad en cualquier sitio, al menos déjame luchar por una causa que no sea una perdida y te juro que mi corazón estará en paz. - termino por decir dejando una halo melodioso en cada palabra,  la cercanía era muy pequeña y así como sucedió naturalmente se esfumó. Eso si,  le dediqué una mirada desde la profundidad de mis ojos grises hasta bajarla, un tanto ruborizada y centrarme en Sul con el fin de iniciar la marcha. 

El bruto escucha atento las palabras de la elfa y del hechicero profanador. Podrán aparentar inocencia pero en el fondo Thosk! sabe que son iguales o peores a sus iguales en Athas.

La elfa en su momento no dudo un segundo en alzar su arco en dirección al bárbaro del desierto y el brujo que solo utiliza magia dañina falló por centímetros su flecha de ácido sobre el semigigante.

Y ahora los escucha confabular y quien sabe que más... El bruto no les perderá pisada y mucho menos cerrará un ojo cerca de ellos.

Sus armas beberán la sangre de ellos si es preciso...

Asiento lentamente a las palabras de Yaril·la. Hasta hace poco no me había dado cuenta de lo importante que Iowa es para mí, pero cuando me dí cuenta decidí que las enseñanzas de mi abuela no podían terminar conmigo. Tal vez la tierra en la que vivimos sea inhóspita y estas catacumbas estén en un paraíso, pero sigue siendo mi tierra... y mi gente. "Puto Thomas... sabía lo que hacía al nombrarme coordinador de la vigilancia del clan".

Observo a mis compañeros y levanto las cejas, pensando que esta peña está mal de la cabeza, pero en vez de ponerme en marcha continuamente, me paro un momento para recuperar mi meditación psiónica. Me concentro tal y como me enseñó Wichita, dejando que mi mente se ponga en contacto con la mutación que me permite alterar mi entorno.

Con el arco en la mano, me pongo en marcha finalmente y me sitúo junto a la sacerdotisa. - Elminster, Veliar... esos nombres no significan nada para mí, pero si en esa biblioteca tienen información sobre mi mundo y su historia, me gustaría recabar toda la posible antes de volver. - "Tal vez aquí sepan algo de cómo era el mundo de los Antiguos y puedan darnos una pista para averiguar cómo reconstruirlo".

El pasillo corretea hacia abajo. Thosk en ocasiones se ve obligado a seguir a los demás a gatas, a menudo hay que descolgar las antorchas para que no se queme con ellas, y por momentos parece que no vaya a ser posible para él continuar, pero una vez dejan las edificaciones y se adentran en cuevas, empieza a ser todo más espacioso para el voluminoso semigigante. Mirando hacia atrás, por las escaleras por las que habían bajado, se descubre que estaban en una fortaleza de aspecto antiguo, de grandes piedras, y probablemente con muchas salas.  

Caverna abajo, el rumor del mar y voces son traídas por el aire, haciéndose cada vez más evidentes. Tras unos cinco minutos más de caminata, llegan a cuevas naturales sin rastro de edificaciones, y al seguir hacia abajo, asoman a una inmensa caverna, donde decenas de piratas se afanan en recoger cosas y subir a dos barcos de cuatro mástiles. Para sorpresa de Thosk, la luz natural del exterior es blanca, para sorpresa de Molor, no hay rastro de las oscuras nubes negras de Izrador, con tan solo algunas nubes blancas dibujadas en un cielo azul, y para sorpresa de Riley, el Mar existe, y hay agua suficiente como para ahogarse en ella. Y eso que aún no ha visto el horizonte... afuera se alcanza a ver otro barco acercándose a la caverna.

Un camino entre rocas afiladas, muy expuesto, lleva hasta la estrecha orilla y el embarcadero, desembocando a la derecha de los dos barcos, a unos cuarenta metros del más cercano. Hay una caseta de madera que controla el paso. A la derecha, unos sesenta metros más allá, el sendero lleva a otra cueva, por la que salen una docena de piratas, llevando atados tras de sí a cerca de cincuenta prisioneros en dirección a los buques. Yaril·la se detiene, evaluando la situación.

 El barco que se acerca es Amniano, aliado, -Aclara- estos piratas no huirán sin luchar, aunque parecen tener muchísima prisa por zarpar... y definitivamente, son demasiados para nosotros. Con suerte... podremos provocar a unos cuantos y distraerlos para luchar con ellos en las cuevas, y liberarles de algunos indeseables a los del barco Amniano cuando se aborden mutuamente.

Tanto Oselle como Riley gozan de una atención excepcional.

Entre las tripulaciones embarcadas y los tipos del embarcadero habrán no menos de setenta piratas, un tercio humano, otro tercio orco o semiorco, y el tercio restante, un poco de todo, incluido algún elfo o semielfo, y un puñado de ogros.

La docena de piratas que arrastran a los esclavos está compuesta por dos ogros, un elfo y algunos humanos, semiorcos y goblins, mucho menos intimidantes.

Hay entre cuarenta y cincuenta prisioneros, todos con un aspecto lamentable, incluyendo a una docena de mujeres de raza humana, elfa y semielfa, varias con un estado de gestación muy evidente. Unos cuantos están heridos, y los guardias que los guían parecen discutir algo con un elfo de piel negra, cabello blanco y pañuelo rojo que ha salido de la caseta a interceptarles y darles órdenes.

Camino junto a Sul y el resto de los presentes con el arco en la mano, aún no me fiaba de la Sacerdotisa y mantendría el arma preparada por si las dudas. Un explorador era consciente de los imprevistos, por esa razón, nunca se bajaba la guardia y al fin de cuentas te preparabas para todo lo que pueda pasar.

Durante todo el trayecto, un notable silencio inundó mi persona, este lugar era muy extraño porque parecían edificaciones debajo de la tierra o en las montañas, construcciones propias de los enanos. Eran unos excelentes constructores, mejores artesanos sin dudas, aunque no parecía habitado por ellos. 

Encogiéndome de hombro continuo explorando el lugar, cada tanto le dedico una mirada al mago y observo con atención su rostro, me daba mucha curiosidad el saber que pensaba ya que era un sitio bastante llamativo. Incluso, Thosk y Riley podían asombrarse ya que vienen del desierto. 

Al llegar, noto la presencia de los dos barcos y uno que se estaba acercando, ahora tensando el arco busco una ubicación segura para observar mejor el panorama. Mujeres embarazadas eran las esclavas, entre ellas humanas, elfas y semielfas, frunciendo el ceño no digo nada sólo llamo al mago para que lo vea con sus propios ojos. 

- Mol... Ven. - lo invito a que se coloque a mi lado mientras Sul hacía lo mismo cubriendo nuestras espaldas. - Es raro, hay orcos, semiorcos, un elfo, enanos y unos que desconozco. Llevan mujeres embarazadas...-  expreso en mi lengua mientras estaba escondida detrás de una roca, como buena exploradora ningún detalle se me escapaba. 

Durante unos instantes, mientras veía a Osellë seguir a los demás, me quedé quieto, confuso, sin saber muy bien cómo reaccionar ante sus gestos y palabras cuando me había hecho detenerme. Si tal vez ella no fuera de Erethor, tal vez no estuviésemos ni tan siquiera en mi mundo, pero aun así, era la primera vez que un elfo no me rechazaba ni se alejaba por mi nombre, la primera que aceptaba que podía ser algo distinto a eso. Claro que después del shock de saber que ya no estaba en mi mundo, aquello era algo menor, por lo que me recompuse fácilmente y seguí a los demás.

¿Qué tipo de lugar es este?- me preguntaba al avanzar por los pasillos, sin poder evitar sentir cierta inquietud al estar, como suponía, bajo tierra. Al fin y al cabo, había vivido toda mi vida en el bosque, en las copas de los grandes árboles de Erethor donde la mayoría de construcciones élficas estaban, y tal vez estuviese algo acostumbrado a las viviendas humanas en tierra, pero aquello…

¿Cómo alguien puede querer vivir aquí?- pensaba. Y entonces llegamos a nuestro destino, una inmensa caverna, con decenas de piratas, un par de enormes barcos y una salida a lo que debía ser el mar desde la cual se podía atisbar el cielo.

Está limpio- murmuré sin poder evitarlo al ver que no había ni rastro de las oscuras nubes que como una mancha más prueba de la presencia de Izrador, poblaban eternamente el cielo de mi mundo. Claro que por desgracia, el resto de la imagen sí que era algo que había visto antes, algo que por desgracia, era demasiado común en mi mundo. Hombres y mujeres capturados por los ejércitos de la sombra, desdichados sin suerte que en el mejor de los casos, acababan como esclavos. En ese momento noté la señal de Osellë indicándome que me acercase.

Tal vez los hayan corrompido…- le respondí usando la misma lengua en referencia al elfo y los enanos, aunque sin demasiada convicción. Sabía de casos de algunos capturados por las fuerzas enemigas a quienes con magia impía obligaban a luchar contra los suyos, pero… este era otro mundo, imposible saber lo que era normal o incluso posible aquí. Claro que eso no cambiaba mi opinión sobre lo que debíamos hacer -No podemos dejar que se las lleven- le dije, señalando a los prisioneros… aunque la cuestión era como lograrlo.

Tenemos que hacer algo y hacerlo ya- les dije a los demás, en especial a la sacerdotisa ya que parecía ser la que más sabía del lugar y de aquellos a piratas -Puedo distraerles con ruido o atacar, pero hay que hacerlo ahora- le dije con cierta impetuosidad que se reflejaba en el hecho de estar aprovechando para cargar mi ballesta. Estaba claro que en mi mente, rescatar a aquella gente era la única vía de acción posible, estuviésemos en inferioridad o no -Si este mundo se parece algo al mío… no voy a dejar que se lleven a esas personas- dije con convicción.

Sabía que de estar en mi mundo, de estar aun en los bosques como parte de una patrulla, mi actitud hubiese conllevado ya una dura reprimenda como mínimo pero… si no salvamos a los que podemos ni atacamos al enemigo, mejor que directamente no luchásemos.

Además… ya no estamos en Erethor- me dije, con una ligera sonrisa de la que ni siquiera fui consciente.

Sigo al grupo por las cavernas, vigilando a mi alrededor. No son muy diferentes a alguna de las cuevas de mi mundo, salvo por la humedad del ambiente, que hace que el sudor a penas llegue a evaporarse y la ropa se pegue al cuerpo de forma algo incómoda.

Por fin, llegamos a un pequeño repecho que desemboca en una caverna de inmensas magnitudes. Pero no es el tamaño del lugar, sorprendente para estar bajo tierra, lo que llama mi atención, sino la inmensa cantidad de agua que ocupa gran parte del suelo de la caverna. Desde donde estoy a penas puedo ver lo que para otros sería una pequeña parte del mar que se cuela bajo las rocas, pero yo no había visto tanta agua junta en mi vida. Y, viendo el tamaño de esos barcos (por otro lado, mucho más pequeños que el Iowa, además de estar hechos de madera y no de metal), el mar debe ser aún más extenso.

- Así que Wichita no se equivocaba, después de todo... - pienso en voz alta, casi sin darme cuenta.

Pero Yaril·la no tarda en devolverme a la realidad al hablar de los piratas. Ya podré observar el agua tranquilamente cuando no haya enemigos en las proximidades, pero ahora no es lo prioritario. Observo un grupo de piratas guiando a unos prisioneros hacia el barco. "Parece ser que en este mundo también hay esclavos", pienso con desagrado al mirar cómo les tratan.

"Tal y como sospechaba, todos son humanos... Independientemente de que se hagan llamar elfos, orcos u osgos, pueden tener hijos unos con otros, así que son sencillamente mutantes con algún rasgo diferente ", me digo al ver a las mujeres embarazadas recordando las palabras de mi abuela.

La elfa y el mago vuelven a hablar en su idioma común, haciendo caso omiso a mis comentarios anteriores. "¡Joder! No sé si voy a poder luchar al lado de estos dos impresentables", me digo a mí mismo, algo cansado de su actitud. Sin embargo el hombre no tarda en dirigirse al resto del grupo en un idioma común y consigue cambiar mi opinión con sus palabras.

- Estoy de acuerdo. Al menos podremos evitar que esos piratas lleven a sus prisioneros hasta el barco. Somos siete contra doce, deberíamos poder enfrentarnos a ellos cogiéndoles por sorpresa - digo mostrando mi arco y mirando de soslayo a la elfa, que ha demostrado tener en puntería todo lo que carece en educación y respeto por sus compañeros, por mucho que sea un grupo formado de forma tan casual.

Tras pensar un momento, busco bajo mi túnica unos prismáticos, que probablemente para los otros sean sencillamente dos tubos negros unidos que me llevo a los ojos. Con cuidado, le quito las tapas que cubren las lentes para no estropearlas y observo al grupo al que estamos sugiriendo atacar. - Esos doce parece que están a cargo de un tipo con la piel oscura, aunque no están muy de acuerdo con él... Creo que no quieren que suban a los prisioneros al barco - explico. - Hay dos tipos grandes, cinco más feos que Picio y cuatro normales... humanos o elfos - añado para que me entiendan, ya que esta gente parece darle mucha importancia a esas razas. - Deberíamos empezar por el negro o el que se están enfrentado a él. Si nos cargamos al primero intentarán subir a esa gente al barco, y si vamos por el otro igual conseguimos que se empiecen a pelear entre ellos...

¿Prisioneros? Preguntó Yaril·la. Aparentemente, no había visto a la pandilla de guardias con los prisioneros, y cuando los ve, frunce el ceño con ferocidad mientras escucha a Riley.

Hay que sacarlos de aquí y cubrirles los pasos de vuelta al fuerte. No era por la gloria, ni tan siquiera solo por la fe por lo que se había enrolado en aquella misión. Era precisamente por esa gente que resultaba apresada por los piratas día sí día no, que los tempurianos estaban allí.

Miró de nuevo a los piratas, tremendamente atrareados acarreando barriles, cajas, cofres y equipamiento naval a los dos barcos, dándose voces y metiéndose prisa los unos a los otros. Un sendero firme y seguro serpenteaba descendiendo hasta la orilla, con roca pelada y dura a un lado y a otro, y algunos salientes ocasionales que ofrecían una cobertura muy escasa.

Parecen bastante ocupados como para prestarnos atención... pero si bajamos por el sendero va a ser demasiado evidente. Podríamos usar las rocas para cubrirnos mientras podamos Miró a Thosk Aunque no vayamos a llegar muy lejos antes de que nos vean. 

Lo pensó un momento y se puso en pie, hablando a sus compañeros y a quien quisiera escucharla.

Si dejamos que se acerquen más al barco, habrán demasiados piratas cerca y se animarán a atacarnos. O ahora o nunca. Con suerte los dejan y prefieren correr a los barcos, dejando su 'cargamento' atrás, como les dice el drow. Primero a la caseta, no sea que hayan sorpresas por la retaguardia, luego poner en fuga a los guardias, y de vuelta cubriendo la huida de los prisioneros.

Mólor, si tienes algún truco en la manga, es el momento... Y a los nuevos, cuidado con el jefe de piel negra.

Era curioso que hubiera advertido antes del tipo de piel negra que de los ogros. Sin embargo antes de perder más tiempo con las preguntas, Yaril·la y sus compañeros se ponen en marcha en dirección a la caseta, entre las rocas.
Varken y la Guardiana parecen tener algunas complicaciones, mientras que Hoglerruk, el que va equipado más ligero, les adelanta fácilmente.

Thosk ha trabajado en minas durante mucho tiempo. La cueva está llena de estalactitas por todas partes, tanto sobre tierra como sobre el agua y los barcos, algunas son enormes y con grietas severas.

El semigigante abandona la mazmorra y avanza en el último puesto con grandes dificultades porque el sitio es demasiado pequeño para alguien de gran porte como él. Al parecer en este mundo todo es de tamaño reducido, incluyendo los pasillos y las recamaras pero la duda de que fuese otro mundo comenzaba a surgir. Las antiguas ruinas Athasianas descubiertas en las excavaciones mineras mostraban los mismos espacios reducidos que aquí.

Y Thosk! lo sabía porque había presenciado en muchas ocasiones la apertura de esos sitios en sus días de minería. La marcada diferencia surgió en la caverna, cuando la luz presento un tono blanquecino, distinto al sol amarillento de su mundo.

Por último la gran sorpresa fue descubrir un inmenso lago, tan grande hasta donde la visión lo permitía y que al parecer no tendría fin. El cielo también era llamativo, de un tono azul, plagado de pequeñas nubes allí donde la caverna accedía a examinar el horizonte.

Luego dos enormes barcos, repletos de saqueadores – o piratas como los llaman aquí – se prestaban a zarpar aunque un barco aliado estaba en curso de intercepción.

El asunto de los esclavos le era indiferente para Thosk!, ya que en su mundo era la base del comercio. Sin esclavos el mundo no caminaba…

Luego los demás comenzaron a dar sus opiniones que poco importaban al bruto. A la única persona que le prestó algo de atención fue a la mujer con la que tenía el trato.

En realidad hablo solo para ella sin mirarla. Levanto su brazo diestro señalando el techo de la estructura natural. – Allí colgar puntas afiladas que poder hundir barcos y matar enemigos. Thosk! lanzar rocas y derribar puntas filosas. Ustedes bajar y matar enemigos. –

El bárbaro tenía la creencia que podía derribar las estalactitas ubicadas sobre los barcos y los piratas y de esa forma causar muchos problemas. Sin otras mediaciones el semigigante levanto una piedra del tamaño suficiente para derribar una estalactita y comenzó a medir el lanzamiento sobre una ubicada encima del barco más cercano.

Los barcos están muy lejos, pero aún lo puede intentar con piedras pequeñas o estalactitas grandes. A la misma distancia están los guardas de los esclavos (Muy cerca de los esclavos), y el material que se afanan en recoger. 
Lo que está mucho más cerca es la caseta. Es de madera, y seguramente más pensada para ser una cobertura para observar que una protección así que con toda probabilidad será incapaz de aguantar una sólida estalactita desde más de quince o metros.

Asiento con mi cabeza a las palabras de Mol, confirmando que estaba de acuerdo con su opinión. - No, no podemos. - respondo atenta a los movimientos de aquellos sujetos, incluso el "pirata" de piel oscura es quien capta mi atención. Me resultaba extraño un elfo con ese color, de Aman no era, sería algo pendiente a descubrir. 

- Él y yo podemos cubrirlos con los arcos- sugiero primero señalando al Edaín (Riley). - Puedo disparar desde aquí e ir intercambiando la ubicación para que no me detecten, mientras Mol ofrece una bonita distracción. - afirmo tras dedicarle una sonrisa al mago mientras preparo el arco y espero alguna respuesta de la Sacerdotisa. 

Cierto era que al tener un gigante de compañero, la parte de camuflarse entre las piedras o descender a través de ellas se vería dificultoso, pero no es nada imposible si dos arqueros con buena puntería trabajan en equipo. No me agradaba la idea de tener que coordinar acciones con el Edaín de mala cara, al margen de ello, teníamos esclavas que salvar y se podía dejar la rispidez para otro momento. 

- ¿Qué opinan? - pregunto en general pero sin mirar a nadie en especial, sólo a Sul que rondaba a mi lado un tanto nervioso. 

Las distancias podrían ser un problema al momento de intentar lanzar rocas o derribar estalactitas. No había otra solución que acercarse pero antes tenían que despejar el sendero de posibles sorpresas y la caseta podría albergar enemigos ocultos. - Ir adelante. Thosk! destruye casa pequeña y bajar. Barcos muy lejos para que piedras alcanzar. - de inmediato el bruto lanza una piedra de considerable tamaño a la caseta.

Tal vez el impacto destruya la choza o en su efecto haga salir a sus ocupantes... 

Mólor, si tienes algún truco en la manga, es el momento...

No soy Mólor- le espeté a la sacerdotisa, evidentemente molesto por ser llamado así… lo cual no me impidió pensar en la situación.

Si quiero intentar distraerlos, voy a tener que acercarme más- pensé, aunque con algo de suerte y el apoyo de Osellë y Riley no debería ser demasiado complicado -O no lo sería si no fuésemos acompañados de un bruto de más de dos metros- me dije. Por suerte, sabía cómo solucionar eso.

Puedo encargarme de que nadie le vea hasta que sea demasiado tarde…- empecé a decir señalando a Thosk! mientras abría mi libro de conjuros. Con eso podríamos acercarnos a la caseta sin demasiado riesgo y actuar desde ahí… o al menos, esa era la idea inicial. Thosk! en cambio no parecía entender los conceptos con cuidado y en silencio pues no se le ocurrió otra cosa que lanzar un enorme pedrusco hacia la caseta -¿¡Pero qué haces!?- pregunté, aun sin creérmelo del todo -Escondeos- les dije a los demás a la vez que lanzaba tocaba a Thosk! -¡Estate quieto, no te verán mientras no ataques!- le dije con la intención de lanzar el conjuro sobre el bruto, esperando que no fuese demasiado tarde.

¿Nos han visto?- pensé mientras pasaban unos angustiosos segundos antes de considerar que había pasado todo -Parece que no...- me dije mientras suspiraba aliviado.

Ahora eres invisible- le dije a Thosk! mirando hacia donde suponía que debía estar su cabeza -Acercate lo que puedas al grupo mientras nosotros nos encargamos de la cabaña- le indiqué -Pero con cuidado, que aún pueden escucharte- añadí -¿Que decís?- les pregunté a los demás, esperando que aceptasen para empezar a descender.

La pedrada de Thosk se quedó muy corta y voló por encima de todo el mundo hasta caer en el agua, y entonces el mago lo hizo invisible.

Yaril·la asintió, mientras veía como el resto iban bajando. Hoglerruk ya había llegado a la caseta y echó un vistazo a través de los tablones, señalando "1" con la mano, y luego se estiró la nariz hacia arriba, haciendo que pareciera por un momento el hocico de un cerdo.

 Solo un orco. Cogió su ballesta y la amartilló. Lo mismo hizo Varken. Thosk, mejor manténte sin atacar hasta estar al lado del enemigo.

Una vez que el plan estaba medianamente listo, junto a Sul camino entre las piedras como si de verdad fuera una sombra. No sólo mi andar era sigiloso, también las posiciones que adoptaba en mi cuerpo, la forma de ocultarme y como el lobo acompañaba con la misma sutileza, como si se tratase de una suave caricia en la mejilla. 

Eso si, no perdía de vista a cada uno de mis compañeros, incluido el mago que al abrir un misterioso libro hechiza a Thosk brindándole invisibilidad. Simplemente ante mis ojos era maravilloso, sólo que no podía quedarme con ello en mi mente porque me desconcentraba y ahora necesitaban mi atención acompañado de la puntería. -Oselle atenta...- me sentencio.

Finalmente luego de un corto trayecto, elijo una ubicación cómoda para mi y nada visible para los enemigos. Sul, por su parte se sienta a mi lado mientras preparo una flecha y la coloco en el arco. Ya apuntando al primer objetivo, espero la orden de quien inicie el combate.