Partida Rol por web

Aprieto el rifle con fuerza, pensándome seriamente si pegarle un tiro a la mujer de la extraña armadura alada. No tengo la capacidad de deducción de Sophie, pero sé perfectamente que la prueba que le he pedido a Ángela es prácticamente imposible de recibir. Si en algún momento Wichita me hubiera enseñado algo de lógica, sabría que semejante hipótesis no se puede demostrar salvo por reducción al absurdo, cosa que intenta hacer Ángela postulando que sus funciones estarían deterioradas en caso de haber sido contaminada de alguna forma.

Sin embargo, ella misma parece pensar que Kerrigan pretende utilizarla únicamente por su forma de ser y no por su potencial. Tal vez esta mujer sepa mucho de medicina o biología, pero desde luego no tiene la más mínima idea de los poderes psíquicos que puede tener Kerrigan, o, mejor dicho, el ente psiónico que posee a la mujer que una vez fue Kerrigan. Pero si ha llegado a convertir a la reina zerg en lo que hemos visto hoy, seguramente no tenga la más mínima dificultad en asimiliar a Ángela o a cualquiera de nosotros.

Escucho su diagnóstico sin demasiada convicción. La mayor parte de las cosas que comenta son algo evidente en mi mundo. Deshidratación... cómo si tuviéramos agua para beber cada vez que queremos. Picor en la cabeza... sí, es habitual cuando te lavas con arena. Piel seca, sobre todo en los pies... no necesita ningún conocimiento especial para deducir eso sabiendo que vivo en una zona desértica. Dolor de espalda... con todo el equipo que llevo encima y sin gasolina para nuestros vehículos, ¿qué se puede esperar?

Sin embargo, también dice cosas de las que no tengo ni la más remota idea. Sophie, ¿sabes qué coño son esas... vitaminas?, pregunto a mi acompañante. Mi abuela me habló alguna vez de la fruta y de los peces, que si siguen existiendo en mi mundo, obviamente están muy lejos de Kansas.

Coloco el dedo en el gatillo de mi arma, pensativo. Si Ángela pudiera curarse de esas heridas, la opción más práctica habría sido comprobar que no tiene nada en el estómago. Los conocimientos de Sophie, combinados con mi habilidad para usar el cuchillo habrían sido suficientes para operarla aquí mismo. Sin embargo la mujer no se mostraría tan poco predispuesta a hacerlo si pudiera curarse a sí misma.

Una vez más, pienso en la visión que me transmitió Kerrigan justo antes de llegar a la casa, en ese ser que crecía de un huevo en el interior de un cuerpo humano. Intento dejar a un lado mis prejucios y analizar esa visión con algo más de calma ahora que no hay ninguna amenaza inminente. ¿Tú qué opinas, Sophie?, pregunto mentalmente mientras uso mis poderes precognitivos y trato de discernir el significado de la visión. ¿Era una anhelo de Kerrigan, miedo de la propia Ángela o algo que estaba sucediendo en ese momento?

Las vitaminas son nutrientes que necesita el cuerpo. Ciertas cosas que comemos tienen ciertas vitamitas, y por lo que sé, la falta de ellas da lugar a problemas médicos. Luego hay otras cosas que también he leído y que creo que son parecidas a las vitaminas: Proteínas, "Fibras", Omega3, y en fin... cosas que he ido leyendo en papeles de los Antiguos.

En cuanto a la visión... Bueno, tal vez la logramos evitar... Eso tendría muchas implicaciones, como que puede cambiarse el destino, cosa que no tenía demasiado clara hasta hace poco.

Pero volviendo al tema... No estamos notando la emisión psiónica de Kerrigan, si la estuviese dominando, notaríamos 'algo'... De hecho, antes oíamos sus pensamientos sin que ella quisiese. Y si no está dominada... Bueno, si tuviese una duda razonable de que pudiera estar infectada, no creo que estuviese tan tranquila.

Si empezamos a notar emisiones psiónicas extrañas, un comportamiento anormal o un cambio físico, entonces deberíamos volver a preocuparnos.

Aprieto el rifle con fuerza, pensándome seriamente si pegarle un tiro a la mujer de la extraña armadura alada. Escucho su diagnóstico sin demasiada convicción. La mayor parte de las cosas que comenta son algo evidente en mi mundo y no necesita ningún tipo de capacidades especiales para deducirlo. Sin embargo, levanto ligeramente la ceja cuando habla de "vitaminas", pues es una palabra que no había escuchado hasta el momento.

Cuando Ángela acercó su mano al compartimento de su armadura donde guarda la pistola coloqué el dedo en el gatillo de mi arma, sin llegar a apuntar hacia ella. Durante un momento se hizo un silencio tenso en el que permanecí pensativo, como si hablase conmigo mismo.

- Tal vez sea un ignorante en temas médicos, Ángela, o en lo relativo al nivel de tecnología de tu mundo... Pero tú no tienes ni puta idea de los poderes de esa mujer... o del ente psiónico que la controla. ¿Crees que si te poseyese de la misma forma que hizo con Kerrigan te haría menos efectiva en tus funciones? - Niego con la cabeza. - Absorbería todos tus conocimientos y destruiría tu personalidad con la misma rapidez que el suelo de mi mundo hace desaparecer una gota de agua. - No se me ocurre un símil mejor, pues la mayor parte del agua se evaporaría al contacto con el suelo y lo poco que quedase sería absorbido por la tierra antes de que cualquiera pudiese agacharse para recoger el preciado líquido. - ¿O piensas que Kerrigan nació siendo así? - Por muy poderosa que sea, no fue únicamente su psique la que sentí desde la taberna, ni la que asustó tanto a Sophie como para instarnos a que nos fuéramos desde el primer momento.

De golpe, bajo el arma y le tiendo la mano a la mujer para ayudarla a levantarse.

- No hay restos de esa mente en los alrededores - le digo finalmente. - Pero no tengo ni idea de cómo funcionan esos parásitos zerg y por lo que sé, tú eres la persona más adecuada para descubrirlo. Viendo la velocidad a la que esas criaturas se extendieron en esa plaza, más le vale a este mundo que lo hagas pronto.

Miro fijamente a los ojos de la mujer que ahora está a mi lado y cuelgo el rifle a mi espalda, cogiendo el hacha en su lugar.

- Antes dijiste que después te asegurarías de que no hay rastros de esa infección... Será mejor que lo hagas cuanto antes - sugiero con seriedad. No sé qué tipo de prioridades tienen en su mundo, pero tanto por su propia seguridad como por la de todos los demás, esa debería ser la primera. - Pero volvamos a la plaza. Es posible que los demás necesiten ayuda, porque la elfa me dijo que mandaría a su lobo y no lo he visto por ningún lado.

Varken suspiró, algo cansado, pero cuando habló lo hizo con energía.

Por supuesto que tendrá un entierro digno de un guerrero! Dijo con convencimiento. Ningún guerrero merece menos, y menos, un compañero de armas.

Miró alrededor. Él estaba hecho polvo, y aunque Oselle pudiera con Hoglerruk (Cosa que dudaba), Mólor aún tendría que llevar a Yaril·la, (Cosa que dudaba más aún).

Está bien, esperaremos aquí, por si sucede algo más... Y de paso recupero el aliento un poco. Mólor, busca a Angela y Riley... Oselle y yo esperaremos aquí más refuerzos. 

Miró a la elfa, por si tenía algo que objetar a eso.

Asintiendo a las palabras de Mol y Varken, Osellë decide quedarse allí junto al guerrero. La verdad es que según su creencia el mero hecho de ofrecer un entierro digno a alguien que dio la vida a cambio de una victoria, era muy sagrado por lo tanto estaba pensando que en vez de cavar un pozo enorme, sería mejor incinerarlo. 

- Estoy meditando al respecto, creo que será mejor hacer una pira y quemarlo. -  comento a Varken un tanto pensativa, comprendía que él no se encontraba demasiado bien y yo pedía tal vez demasiado. Por esa razón le indico a través de un gesto que me acompañe hacia la piedra más cercana para revisar sus heridas y ver que podía hacer. 

- Al margen, déjame revisarte. Ver que puedo hacer. -  propone sin tocar aún al guerrero, esperando su aprobación. 

Varken duda un poco acerca de quemar a Thosk, pero finalmente asiente.

Sí... Esa cosa lo está consumiendo. Será mejor que  lo quememos, aunque no sé muy bien con qué... Y... Se toca una herida, que aún sangra bastante. Y me estoy desangrando, me vendría bien esa ayudita, a decir verdad.

Con un gesto de dolor, se sienta sobre lo que queda de una caja que había por ahí tirada, y empieza a quitarse la placa del torso, para poder acceder a la herida.

Menudas garras... Miró a la elfa, que aún tenía la malla rota en el vientre y mucha sangre, aunque Angela la había curado. ¿Usted está bien?

 - Lo que si sé es que hay una especie de caballero andante ahí dentro. - Angela decidió no encararse con él, aunque muchas de las personas con las que se relacionaba hubiesen optado por quitárselo de en medio. Era evidente para cualquiera que había algo roto dentro de la mente de Riley. Esas personas no solían dar segundas oportunidades, ni primeras, si me apuras. 

 No se sonrosaban sus mejillas por admitirlo, tampoco se sentía una doncella en apuros. Podían tacharla de inofensiva, a ella eso no le parecía algo malo, pero no debían confundirse entre ser inofensivo voluntariamente y serlo porque no queda más remedio.

 - Gracias por venir a rescatarme. - sin tapujos, aunque eso no significaba que aceptase que Riley hubiese hecho lo correcto, ni que ella necesitase su ayuda, lo único que agradecía es que, sin conocerla, valorase su vida y hubiese venido a ayudar. Podía tener sus motivos más prácticos, egoístas, estaba seguro de que así era, tanto como de ver una luz parpadeante, débil, en su corazón, una luz que estaba dispuesta a rescatar.

 - No puedo comprobarlo ahora por limitaciones tecnológicas. - le expliqué retomando el punto de la discusión, sin ánimo de enfrentarse nuevamente a él. Creía advertir de un gran problema, de un gran peligro, y Ángela se lo tomó lo mejor que pudo, aunque en el proceso la creyese idiota o al menos ignorante de la naturaleza de Kerrigan. No necesitaba poderes psíquicos para entender a alguien que posee humanidad, aunque reste poco de ella en aquel cuerpo.

 - Necesitaré tiempo y tal vez recursos que serán difíciles de conseguir aquí. Afortunadamente, entre vuestros conocimientos y los míos, creo que podré reparar lo que está roto. - sonreí, me hacía mucha gracia aquello, estaba contenta una vez que recuperé el aliento. El bastón estaba estropeado, sí, incluso la Valkyrie, pero había otras cosas que podían arreglarse, y si estaba allí, no podía ignorarlas.

 Debía entender que la gente que había allí pertenecía a mundos cuyas guerras eran muy diferentes. Prácticamente eran masacres, eres el poder puro aplastando a los débiles, o la fuerza más violenta de la naturaleza arrancándolos de su comodidad, obligando a muchos a renunciar a aquello que no parece útil para la supervivencia. Podía entenderlo, pero no lo aceptaría, como ellos. Si necesitaban una luz, ella tenía de sobra.

 - Una vez que asegure mi equipo podré comprobar que no ha quedado nada. Pero no estoy preocupada en exceso al respecto.

 Lamento no poder revertir lo que le ha pasado a Tosk y a esa gente. Me temo que los limites naturales son también los límites de mis recursos.

 En cuanto a esas criaturas...

 La sonrisa se borró, y su semblante se transformó en una reflexivo y prudente.

 - Creo que es algo ante lo que debemos estar alerta, pero puede que el suceso no se repita. Tenemos un objetivo común importante, y pasa por saber que hacemos aquí.

 No estamos aquí para parar a Kerrigan.

 Aunque llegado el caso, tal vez debamos hacerlo.

 Rebosaba optimismo, realmente pensaba que aquel suceso no se repetiría, tan segura estaba de su elocuencia o simplemente venía de un mundo sin problemas tan crudos y reales como los de Riley. Ángela volvía a estar en plenas condiciones de avanzar, no se dejaba llevar por la melancolía, por la tristeza, por el dolor, si estaba allí, lo aprovecharía. Había un montón de cuestiones enriquecedoras.

 Señalé a la calle.

 - ¿Ése es Mol? - una respuesta con una cuestión a las preocupaciones de su extraño acompañante.

Mólor sigue por las calles en dirección a donde se fue Riley, y ha de preguntar a algunos vecinos, pero un disparo del rifle de Riley le orienta bastante, y finalmente llega a una calle, al fondo de la cual hay una casa que luce un boquete en el techo y la puerta destartalada de una patada.

A unos cuantos metros de la casa, bajo un tejadillo de otra casa, Riley y Angela están de pie, en una pose un tanto... tensa, como si hubiesen estado cerca de llegar a las manos, al menos por parte de Riley, que empuña su arma, sin apuntar a la médico.
Esta última tiene unas cuantas contusiones y bastante polvo y suciedad, pero se la ve bastante entera para haber recibido semejante golpe.

Mólor, por su parte, tiene un zarpazo en el hombro, cerca del cuello. No parece demasiado grave pero sí doloroso.

Con la ballesta en una mano y mi libro de conjuros en la otra, llegué a donde estaban Ángela y Riley, los cuales se encontraban en mucho mejor estado del que me esperaba.

¿Estáis bien? ¿Dónde está la mujer monstruo?- les pregunté, mirando a mi alrededor en busca de señales de esta -¿Qué pasa?- añadí, algo confuso al fijarme que parecían haber estado a punto de atacarse el uno al otro.

Frunzo el ceño al escuchar a Angela, sin terminar de entenderla. - No, nunca he montado a caballo... De haber visto alguno en mi mundo, probablemente nos lo habríamos comido. - "Pero, ¿qué sentido tiene tener un caballo para ir andando?", me digo sin entender el término de "caballero andante". "Sea como sea, seguro que no es eso lo que llevo dentro".

Empezamos a caminar de vuelta hacia la plaza cuando aparece Mol. Tiene una fea herida en el torso que no recuerdo haberle visto cuando fui en busca de Ángela. Parece que las cosas se complicaron en la plaza, a pesar de estar relativamente controlado y con los refuerzos locales a punto de llegar.

Niego con la cabeza cuando pregunta por Kerrigan. - Escapó volando... - le digo sin poder ocultar un cierto tono de decepción. - A pesar de recibir un disparo a quemarropa. Es mucho más resistente de lo que parecía.

Miro a Ángela un momento, pero no digo nada. Es decisión suya si contar o no lo que le ha ocurrido con la reina zerg.

- ¿Cómo están los demás? ¿Yaril·la? ¿Y la elfa? - pregunto. La mujer de este mundo estaba insconsciente, pero Oselle se encontraba perfectamente, aunque su lobo nunca vino detrás de mí como había esperado que hiciera, lo cual me resulta preocupante. - ¿Estáis quemando toda esa biomateria? No tengo muy claro que sea seguro dejarla ahí sin más.

Técnicamente, lo que llevas 'dentro' es una vidente difunta. En tal caso, tú serías el caballo, y ya quisiera yo andar. Dice con otro de sus arranques de humor negro. Creo que nunca he echado de menos eso de tener que cubrirme del ardiente sol. Sophie salía poco, porque su blanca piel se quemaba con mucha facilidad en la calle. Siempre de noche, o buscando las sombras, o si no, tapándose de pies a cabeza.

Te noto confundido con lo de caballero andante. Es una... expresión que refiere a personas que combaten injusticias por sí solos, creo que sin más motivo que solucionar injusticias y ayudar a los demás. 

Todo muy poético, pero me temo que poco realista.

Ah, y... No sé de donde viene ese nombre tan raro. 

- Consumió a un pobre hombre. - expliqué ante el relato de la huida de Kerrigan. Había una profunda tristeza en mi voz, pero también la aceptación de que ya no se podía hacer nada por él. Eso les podía dar pistas de que todo el daño que le habían llegado a producir en la plaza había sido en vano. Bajo esa premisa podía llegarse a concluir que ir tras ella, que hacerle daño, era condenar aquel mundo o condenar a más gente. Si ella sufría daños consumía. También cabía la posibilidad de que lo hiciese con otros motivos, como en la plaza, algo que Angela no iba a defender en ese momento, pues hablar de aquello que no se sabe con cierta certeza, en muchas ocasiones, no sirve de nada. - En la caída me usó de amortiguador... - no era propiamente una queja, sólo el relato de los hechos, algo que podía esclarecer porque la resistencia de esa criatura.

 Luego negó con las manos y sonrió con calidez a Mol. También negaba con la cabeza y una mirada directa a los ojos con un tono maternal.

 Ella no tenía ningún problema con Riley, mientras mantuviese sus zarpas lejos de su cuerpo y su tecnología.

 - Ugh. Eso tiene mala pinta.

 Se preocupó por el no tan desconocido. Aferró su bastón, a pesar de que ella misma tenía ciertos problemas de salud pendientes y se propuso aliviar sus heridas. Podría negarse, y de hecho, Ángela no le curó sin permiso, lo encañonó con el extremo de aquel bastón, como si fuera una lanza. Éste, se abrió en el extremo y comenzó a girar, la luz amenazaba con brotar de él.

 Le miré buscando su consentimiento.

 Daba por hecho que Osellë había conseguido escapar, parecía mucho más sensata que Tosk!.

Vivos… aunque a duras penas y demasiado heridos como para ponerse a quemar nada- le respondí a Riley, mirando al cielo por reflejo al escuchar que aquel ser había escapado volando -Aunque los soldados que acababan de llegar estaban encargándose de los huevos cuando me fui- añadí, girándome hacía Ángela cuando esta habló.

¿Se comió a una persona?- me pregunté, estremeciéndome al escucharla, aunque antes de que pudiese preguntarle algo más, me puse tenso al ver que me apuntaba con su bastón, relajándome un instante después al entender sus intenciones.

Déjalo- dije, negando con la cabeza -Es solo un rasguño, sobreviviré…- le dije -Mejor si guardas energías para los demás- añadí mirando en dirección a la plaza -Los dos guerreros que acompañaban a la sacerdotisa tienen heridas mucho más graves, mientras que esta ni siquiera despierta tras lo que sea le hizo aquel ser- le expliqué.

Asiento con seriedad al escuchar a Mol.

- Lo siento, pensé que estaba todo más controlado cuando corrí a buscar a Ángela - comento. Después de todo, fui yo quien abandonó su puesto y probablemente eso hiciera que los pocos zergs que quedaban aprovechasen para atacar por ese flanco. Tal vez fuera un error, pero de no haberlo hecho, estoy convencido de que la mujer no estaría aquí con nosotros.

- El gigante... ¿también sobrevivió? - La última vez que lo vi estaba tumbado con heridas muy serias, pero desconozco la capacidad física que pueda tener alguien de semejante tamaño o el alcance de la magia de Mol y de la gente de este mundo para tratar sus heridas. - No debió haber cargado así... y menos después de que tu magia intercambiase nuestras posiciones de esa manera - comento. Ese poder no es del todo desconocido para mí, aunque de alguna forma me sorprende que la psiónica de mi mundo tenga similitudes tan directas con lo que aquí llaman "magia". Sin embargo, he de reconocer que cuando el elfo lo utilizó no esperaba encontrarme tan cerca de Kerrigan de repente.

Mientras hablamos, camino de vuelta hacia la plaza para ver el estado de la situación allí.

No es culpa tuya- le dije, puesto que al fin y al cabo, no había huido, sino que había ido en ayuda de Ángela -En cuanto a Thosk!...- empecé a decir, ensombreciendo el gesto -No, por desgracia, las heridas fueron demasiado graves- le dije -Cuando conseguimos acabar con todas las criaturas ya era demasiado tarde como para hacer algo por él- añadí con una resignación a la que por desgracia estaba demasiado acostumbrado -Será mejor que nos demos prisa- les dije, acelerando el paso.

Asintiendo por el comentario de Varken, Osellë no duda en acercarse al soldado para revisar sus heridas. Pocas veces se había acercado a un hombre y el mero hecho de revisar sus heridas la exponía a un contacto que no estaba acostumbrada. De alguna manera le resultaba atractivo, así que al quitarle la armadura sus manos suavemente acariciaban el hombro y la espalda del soldado buscando la herida que debía curar. 

- No se ve bien, pero intentaré ayudar... - expresa al revisar uno de los costados y ver el afluente de sangre. Cortándose un poco la tela de su falda sin importar lo corta que puede quedar, busca un poco de agua para limpiar. - Necesito algún líquido para quitar la sangre y ver que tan profunda es. -  comenta al detenerse por un segundo en la mirada de Varken y luego desviarla un tanto ruborizada. Raro era en ella pasar por estas cosas. 

Luego cuando menciona sobre su herida, asiente. -Puedes revisarla si quieres, pero cuando termine de curarte. -  afirma al intentar ayudarlo. 

Varken sacó la cantimplora. El agua debería bastar para limpiar un poco la sangre para que su compañera elfa pudiese trabajar en la herida.

La Noldor tenía centenares de años de experiencia, y no decepcionó con el improvisado vendaje. Tenía muchas heridas serias, la mayoría zarpazos, pero una de las garras de hueso se había clavado en el hombro cerca del corazón... Era una herida que había que tratar con especial cautela, pues podría haber costillas rotas que dañaran un pulmón, o simplemente, tenía que quedar bien para que no se infectase.

Mientras le atendían, Varken iba variando el blanco de su mirada entre su sacerdotisa, que aún convulsionaba inexplicablemente, a Hoglerruk, que tras los cuidados de Mólor parecía estable, y a su nueva compañera. Se había calmado bastante, pero seguía atento, no fuera que tuviese que defender a los heridos mientras Oselle terminaba con alguna otra abominación.
Como ferviente de la guerra en su rama más estratégica, sería demasiado descuido bajar la guardia en 'suelo del' enemigo. Literalmente.

En un momento, con un gesto agradecido, acarició la mano de Oselle que le vendaba y limpiaba la herida, y le sonrió.
Gracias... Asintió. No se encontraba desde luego con ánimos para un flirteo, ni siquiera para uno sutil, por muy hombre que pudiera ser el guerrero y por muy hermosa que pudiera ser la elfa... Pero no se le pasó por alto el recorte de falda, y le echó inevitablemente una mirada de reojo mientras tanto... Ruborizándose un poco.

Cuando terminó, revisó la cura y se giró hacia ella, cansado pero sonriente.

Tiene muy buena mano como curandera, Osellë. ¿Se dedicaba a eso en casa?

El pensamiento fugaz de su tierra trajo consigo otro... la imagen del Silmaril.

Había estado ausente de su cabeza durante días, pero era algo que tenía en su subconsciente, cuando intentaba descansar, parecía seguir 'de fondo'. No sabía demasiado bien porqué lo había recordado tan vívidamente y con tanta añoranza en ese momento. 

La elfa permanecía atenta a la herida que se encontraba en el hombro mientras piensa cuales serán los pasos a seguir y por suerte no falló en la elección cuando finalmente quitó el hueso incrustado. Luego tras limpiar con cuidado y vendar con el trozo de su falda, se quedó conforme ante el trabajo realizado. 

- Nada que agradecer, simplemente es necesario para que puedas luchar otras batallas más. - responde en un tono melodioso mientras le dedica una mirada cuando acaricia su mano Varken. Una vez que el efímero tacto cesó, intenta cambiar de pensamientos al desviar la mirada hacia otros lugares y pensar que de nuevo se encontraba en una situación similar, rodeada bajo un charco de sangre. 

Y mientras los segundos transcurrían repentinamente, justamente es Varken quien la devuelve a la realidad con la premisa de tener en su mente el silmaril y Erundur porque de alguna manera no podía alejarse de aquella vida de la cual pertenece, donde la ambición y el amor nunca fueron de la mano. 

- Si, muchas batallas he tenido que presenciar y pensé que jamás estaría en otra más. Quizás el cansancio de ver durante siglos lo mismo es lo que me lleva a querer cambiar y un gran paso he dado al bajar mi arco para curar tus heridas. Una grata experiencia sin dudas. - responde aún aferrada a esos pensamientos que agobian su mente y aceleran su corazón. No matar un Edaín optando por salvarlo cuando su mismo linaje lo tenía por prohibido, era todo un avance para Osellë y al fin de cuentas cumplía con un propósito mayor libre de toda presunción. 

- ¿Puedes revisar la herida que tengo? No creo que sea demasiado grave. - expresa al quitarse su cota de mitril reluciente en medio de aquel lugar mientras Sul se mantenía en alerta. Ahora ya despojada de su fina armadura, no duda en levantar la única fina tela que cubre su piel para ver el estado de su herida. Sin mostrar nada indecoroso. 

Varken asiente, y mientras Oselle deja acceso a la herida que pretende curar, el guerrero busca un trozo de tela en su camisa que esté limpio de sangre para devolver el favor a Oselle, pero con tantas heridas apenas encuentra un trozo en la espalda. Se quita la camisa y lo arranca para hacer una gran venda que pueda dar la vuelta al vientre de la elfa, pues a primera vista, sigue siendo una herida a tener el cuenta. Una, pero a pesar de la curación de Angela, seria.
El guerrero no parece tener problema en quedarse sin camisa. Muchas cicatrices le cubren el cuerpo, por no hablar de las recientes y aún abiertas heridas de los zerg.

Mientras limpia con agua la herida y la prepara para el vendaje, opina sobre lo que comenta Osellë.

La guerra es eterna, señorita. Es una consecuencia de la civilización. No hay civilización que no guerree... es parte del ciclo de la naturaleza, es una parte del ser pensante como cualquier otra.

No digo que haya que celebrarla ni alegrarse de que haya una, pero hay que tomarla como lo que es. Como un terremoto, como una riada... Cada cierto tiempo llega, y hay que estar listo para ella, y ojalá todos siguieran las enseñanzas de Tempus... Pues la guerra no pasaría de los soldados a los hogares y a los indefensos, como algunas barbaridades que se hacen por ahí.

La mira a los ojos mientras se acerca un poco para poder rodearla con la venda.
Con permiso... Empieza a rodearla y cuando termina, empieza a anudar la venda improvisada.

Me alegro de que le haya parecido grata la 'experiencia' de ayudar a un humano. Sonrió un poco, el comentario parecía tan fuera de lugar, que sin duda debía de tener mucho sentido para ella. Deduzco que en su mundo... Nuestras razas no se deben llevar nada bien. ¿Ha tenido que luchar contra muchos humanos?

Para que presione la herida y no se mueva, Varken da un buen apretón al vendaje al hacer el nudo, y lo deja tosco, pero útil. Empieza a coger su armadura de nuevo para ponérsela, por si acaso.

Sûl se acerca a Yaril·la, curioseando aparentemente, sin que Varken se de cuenta.

Pero tú conoces bien a tu compañero, no es simple curiosidad, la humana cada vez convulsiona menos, y menos intensamente.