Partida Rol por web

Trepar y saltar hasta la casa en cuestión no resultaría difícil, aunque Quentin se sentía algo embotado por el alcohol. Sin embargo, se sentía culpable por no haber encontrado una forma de entrar en la casa sin montar escándalo, así que decidió arriesgarse.

—Sí, voy a probar —se colocó el arco en la espalda y empezó a trepar— Subiré arriba, y de ahí saltaré al otro lado. Desde ahí os podré ayudar.

Isaac, dándote de comer como buenamente puede, comienza a hablar en un tono suficientemente bajo como para que no resuene en las paredes desnudas y llegue a oídos de quien no debe. 

- Siento mucho que te atraparan por mi culpa. Agradezco que llegaras en ese momento. Si no... - sintió un escalfrío. - No se que hubiera sido de mi. Jerome estaba bebido y cabreado. - comienza a relatar atropelladamente, claramente nervioso. - Amenazó con cortarme con aquella botella rota, pero llegaste tú y...

En ese momento se da cuenta de que algo que ha dicho te ha llamado la atención. Justo al pronunciar el nombre del cara-cortada, "Jerome"...

- ¿Creías que ese era Tuk? Que va... Tuk no era un sádico. Sí... lideraba a una banda de matones, pero no era cruel con las victimas de sus robos. ¿Sabes la razón de esa herida que tiene en la cara? - preguntó en voz baja refiriéndose al "recién bautizado" Jerome. - Fue el propio Tuk el que se la hizo.

El médico estaba dándote una valiosa información. Aunque realmente no sabías porque. Quizá simplemente se debiera a que gracias a tu intervención salvó el cuello o a que se sentía culpable por tu encierro... La razón posiblemente ahora mismo no era lo más importante , así que sigues atendiendo a lo que te cuenta.

- No estuve allí, ni conozco todos los detalles... pero Jerome es ahora el líder. Seguramente quiso ascender de la forma más rápida y se quitó a su jefe de en medio. Sí... Tuk está muerto.     

La noticia te cae como un jarro de agua fría. No tenías ni idea de todo este asunto. Ni de la muerte de Tuk ni del reciente ascenso de Jerome en el escalafón. Y que Isaac supiera tanto sobre la banda tampoco era algo que te diera buena espina.

- Espero que tu amiga haya dado la voz de alarma... dice soltando la bandeja que contenía las migajas de aquella exigua cena, si es que se podía dar tal nombre a aquella bazofia. 

Quentin trepa por una de las casas adyacentes y salta al tejado de la casa abandonada. Con mucho cuidado se deja caer sobre el alfeizar de una de las ventanas que desde su posición parece ligeramente entreabierta. Con sumo cuidado, pese a saber que seguramente no había nadie en su interior y de haberlo ya estaba alertado, se adentra.

En la calle esperan Dain y Robin sumamente preocupados. Miran a su alrededor. No hay ni un alma en las calles a esas horas de la noche. Fácilmente podían confundirles con dos ladrones que iban a colarse en una casa. Eso les pareció gracioso y se sonrieron, relajando algo el ambiente tenso...

El guardia de capa roja se cuela en el piso de arriba con cuidado. Si había alguien escondido entre las sombras no quería alertarlo todavía más. La planta superior está totalmente abandonada, sólo se ven cosas amontonadas, acumulando polvo y telarañas al fondo de la estancia. Pero hay unas escaleras que daban a la planta baja...

Dain y Robin oyen un sonido que les sobresalta. Es el ruido de una polea del que cuelga uno de los ascensores que desciende a la plaza. Parece que todavía hay algún que otro ratón fuera de casa...

El arquero se dispone a bajar las escaleras de madera muy lentamente. Hacen un ruido espantoso sólo de apoyar su peso en cada peldaño. No hay más remedio que bajar de todas formas, pero extremando sus precauciones y su nivel de alerta. Finalmente desciende y se encuentra una escena un tanto extraña... aquí puede haber pistas sobre el paradero de Sadie...

Sus dos compañeros se encuentran al otro lado de una puerta atrancada con un grueso listón que asegura no dejar pasar a nadie. Es necesario retirarlo para que puedan pasar al interior.

En una mesa cercana hay una vela que, una vez encendida, quizá os sirva para ver en la penumbra de la sala...     

Mientras trepaba por el lateral de la casa, afianza la pata, no saltes hasta que tengas el apoyo firme, Quentin se obligaba a recordarse que estaban en Sprucetuck, y que aquella era la vivienda de un vecino y conocido. Si cometía algún error, si rompía un tablero o fragmentaba algún cristal, tendría que dar muchas explicaciones respecto a por qué se dedicaba a trepar por tejados en medio de la noche. Sí, era un Guardia Ratonil, pero eso no le daba carta blanca para según qué cosas, sobre todo en una gran ciudad como aquella.

Zona despejada, vamos hacia abajo. Esquivando las telarañas para que no se le enredaran en el pelaje, se agachó y empezó a avanzar, maldiciendo por lo bajo a cada peldaño que descendía. Aquí no hay nadie. Si hubiera alguien, me habría oído llegar hace tiempo. La planta baja se desplegaba ante él, y Quentin supo que necesitaría de sus compañeros para cubrir todas las posibles pistas. Cogió la vela y se acercó a la puerta, retirando el pesado tablón que les impedía entrar.

—¿Todo bien aquí fuera? —la cabeza de pelaje ambarino del guardia se asomó por la abertura, algo cubierto de polvo y - pese al cuidado que había tenido - alguna telaraña. Hizo un gesto para que entraran y luego se aseguró que nadie les estaba vigilando. Encendió la vela y se la entregó a Dain— ¿Qué te parece todo esto?

- Yo también, lo espero.- dice Sadie. - Pero de todas formas dudo que tenga tiempo para ayudarnos antes de... lo de mañana. - 

Sadie se pone a pensar. Este ratón, por alguna razón está muy informado sobre la realidad de la banda, por lo tanto, solo hay dos posibilidades... O era parte de la banda, o estaba siendo esclavizado por estos.. Pero de una u otra forma, sabía bastante sobre su funcionamiento interno, y probablemente, sus escondites y demases ... Pero tenía que asegurarse de que era un aliado. 

- Y tu, ¿cómo acabaste aquí? Por lo que veo, llevas tiempo sirviendo a esta banda ... - pregunta con cautela. - ¿Sabes donde estamos? 

Un poco de aquí, un poco de allí, Robín procuró revisar el lugar buscando y pisando sobre cualquier huella que viera, las más limpias sin duda serían de su mentor, pero aquellas que ya lucían con un mínimo de polvo nuevamente, serían las que le entregaran mayores pistas.

Fue escudriñando tapando su hocico, el olor a polvo era insufrible, e incluso habían telarañas, si por casualidad tuvieran que enfrentar a según que araña aquello sería bastante más complejo de lo que esperaba. Su objetivo era buscar pistas, si podían evitar enfrentar a uno de esos monstruos peludos de patas largas, mejor que mejor.

No es que una araña fuera un gran rival, pero eran escurridizas y horrendas, no podía soportar a esas cosas de ocho ojos, ocho patas, ocho vidas, y ocho de todo "brrrr" un escalofrío recorrió su cuerpecito, no por miedo, más que miedo esos "bichos 8", 8 veces todo como decía su madre, eran desagradables, y si bien habían hábiles ratones que aprovechaban su seda para hacer magníficas prendas suaves y finas, no se quitaba de la cabeza a su madre persiguiéndola por la cocina escoba en mano, "jejeje" una sonrisa interior, pues si bien aquel monstruo era horrendo, la escena era entrañable y melancólica. Pero estaban ocupados en busca de pistas, no podía despistarse en pensamientos innecesarios.

Dain se alegró al ver asomar la cabeza de su amigo en aquella penumbra. No era fácil para él aguardar en la inacción a que otros trabajasen, pero sí sabía conformar un equipo. Quentin demostró de nuevo sus sobradas habilidades de subterfugio, que tan bien le habían servido en otras ocasiones.

Dain quizás fuese algo más patoso, todo dependía de la oportunidad. Pero sus despistes eran legendarios, como el día en que dejó las gafas dentro del libro que estaba leyendo, lo cerró... y estuvo mucho tiempo buscando sus anteojos, antes de caer en la cuenta que los había usado de marcapáginas.

-¡Buen trabajo, amigo! -le susurró Dain al entrar tras Robin en la casa-. ¡Menudo sitio! Parece deshabitado... Busquemos qué podemos encontrar por aquí.

Se ajustó las gafas, algo que hacía muy mecánicamente cuando quería concentrarse, y miró suelo y paredes todo lo meticulosamente que pudo, dada la penumbra solo alumbrada por la vela. 

El zarpatierna presta yesca y pedernal a su mentor para hacer saltar chispas y así encender la vela. Comenzáis a hacer vuestras pesquisas, cada uno por un lado. La luz es tenue pero la visión de un ratón es lo suficientemente buena como para que eso suponga un problema...

Robin encuentra cristales rotos. Sigue la pista hasta encontrar el pedazo más grande de todos, el cuello de una botella de licor. Y ahora que se da cuenta el suelo de madera, pese a la ligera capa de polvo, está ligeramente pegajoso. Acerca el hocico y comienza a husmear... huele a alcohol.

Quentin que porta la vela comienza fijarse en unos taburetes que hay cerca de la mesa. No muy lejos de donde busca Robin él se da cuenta de que hay salpicaduras de sangre. No son muy evidentes, pero gracias a la luz de la vela pueden distinguirse. Siguiendo ese rastro encuentra unas fibras. Al tocarlas parecen restos de... ¿vendas?

Dain por su parte ve como hay un rastro claro en el suelo. Alguien ha sido arrastrado hasta pequeña alfombra. El veterano ratón la levanta con cuidado y consigue descubrir dos cosas. La primera es un objeto algo extraño, una cuchilla pequeña y delicada, como las que suelen usar los científicos para diseccionar insectos... La segunda era algo más evidente al ojo, una trampilla oculta.

De pronto suena amortiguada por la distancia una campanada anunciando que son las 3 de la madrugada...

- Mañana vendrán a por nosotros,  sí eso parece. Espero que tus amigos los guardianes no tarden mucho. Ya han pasado casi tres días desde que nos bajaron a estas celdas. No quiero ser pesimista pero.. si no nos han venido a buscar ya, dudo que lo hagan.

Ves como de alguna forma estas contagiando tu apatía a aquel ratón que cabizbajo comienza a sollozar al igual que habías hecho tu misma momentos atrás. 

- Es todo culpa mía. Entré en el juego... ya sabes, apuestas ilegales a las cartas. - confiesa Isaac. Tenía problemas de dinero y ellos se ofrecieron a prestármelo a cambio de un interés bastante alto. Pero las carreras de insectos tampoco eran lo mío. Intentando recuperar rápidamente el préstamo lo aposté todo al caracol ganador y... bueno, el resto ya te lo puedes imaginar...

Isaac volvió a su esquina y desde ahí, mirando al techo aparta su mirada de ti para proseguir. Como si no tuviera fuerzas suficientes como para contar sus secretos y a la vez soportar tu mirada que lo juzgaría sin duda alguna.

- Para pagar mi deuda busco información que me piden para poder ocultarse, escapar de los guardias por túneles secretos de antes de la guerra. En la biblioteca de Sprucetuck, los científicos tenemos acceso a todos los libros. Y como soy médico les curo sin cobrar nada. Pero esta vez Jerome no quedó contento con sus cicatrices en la cara... y bueno ya sabes el resto. - termina sin dejar que su mirada se cruce con la tuya. No tiene el valor suficiente como para soportar el peso de sus acciones...   

-¡Eh, fijáos aquí! -se emociona Dain con su descubrimiento- ¡Mirad esto!

Cogió con cuidado la extraña cuchilla del suelo, usando su capa como si fuera a quemarle. Como no conocía su procedencia, Dain prefería ser cauto. Pese a la penumbra de la vela, tuvo que acercársela a los ojos para distinguir que era una cuchilla bien afilada, cosa que no presagiaba nada bueno. Su segundo descubrimiento sí auguraba algo más evidente: una trampilla que alguien podía haber utilizado, con aspecto de ocultar el paradero de algo oculto.

-Parece... parece que aquí ha habido alguna pelea, o alguien herido ¿no creéis? Las fibras de vendajes y esta cuchilla parecen de algún tipo de cuidados médicos. Creo que debemos abrir la trampilla, y si es un escondite, aventurarnos dentro. Preparad las armas, en todo caso.

El joven ratón saltando ligeramete de huellas a huellas, escuchó como hablaba Dain, en el momento que dijo la palabra trampilla se acercó muy interesado, cristales, huellas de pisadas y arrastre,...

- Preparad esas armas pues... - dijo preparando su alabarda a modo de pértiga o palanca, para abrir la trampilla desde una distancia prudencial. No le gustaban las arañas, y si las habían encerrado ahí, quería disponer de una ligera distancia para que sus repulsivas patas no tuvieran oportunidad de tocartle y ensartarla de ser necesario.

- Todos cometemos errores en nuestra vida - dice Sadie al cabo de un rato. ¿Juzgar al ratón? ¿Qué era ella para algo así? Como mucho, había sido tonto, como ella misma lo fue al salir a la casa sin si quiera pedir refuerzos o ayuda alguna. Siempre pensó que la única razón por la que existían ratones en situaciones como la de Isaac era porque había una fuerte manipulación detrás, y gente como Tuck, o como Jerome ... ¿No era, al fin y al cabo, el usurero más culpable que quien desesperado pide dinero? ¿Y qué decir del negocio de las apuestas? Aprovechando instintos básicos como el gusto por el riesgo y el anhelo de ganar, conducían a pobres almas como la de Isaac a la ruina. - No me importa que hayas hecho para caer así de bajo, Isaac, me alegro de que, si voy a morir, sea al lado de un buen ratón, como tu ... 

Sadie ya no está desesperada, después de la llorera y la adrenalina, está inusitadamente serena, quizás en respuesta a la desolación del pobre Isaac. De pronto, algo se activó en ella... No puede morir así, no, de ninguna manera ... Si se va a morir, sería luchando, dándolo todo, hasta que sus pulmones dejaran de funcionar. Frunce el ceño con determinación. Rendirse, no es una opción, si hay una mínima oportunidad de salir de esta situación con vida, tienen que tomarla... Y su oficio le ha enseñado que la vida está llena de oportunidades mínimas. Mira a Isaac, ¿lo iba a dejar a morir así? Jamás, era un miembro de la Guardia, y cumpliría con su deber con la cabeza alta. Si había de morir, miraría a la parca a los ojos, pero antes lucharía con ella a brazo partido. 

- Eh, Isaac - lo llama Sadie - No podemos quedarnos así. Me niego, y tu también debes negarte. Los dos merecemos una oportunidad para hacer las cosas bien, ¿no crees? Vamos a darlo todo. Dime, ¿Qué tan bien conoces este lugar? ¿Cómo funciona, quien tiene las llaves de la celda, cuáles son los horarios de los guardias? . No podemos dejarnos hundir así, vamos a trazar un plan, y si morimos, que sea jodiéndo a estas sucias comadrejas de alcantarilla lo más que podamos. ¿Qué dices? 

—Quizás alguien usó el alcohol para desinfectar la herida, o es una consecuencia del combate —dijo, arrugando la nariz. Le gustaba la cerveza, pero bebidas de mayor graduación le provocaban un intenso dolor de cabeza y su cuerpo había aprendido a revolverse cuando olía según qué compuestos. Escuchó las campanadas y se masajeó el puente de la nariz. La verdad es que estaba cansado— De poco servirá mi arco ahí dentro, así que dejadme que coja este taburete y que porte yo la vela, así estaréis descuidados para defenderos si es necesario.

Un taburete sería casi tan útil como no portar nada, pero así se sentía más seguro. Un golpe en la cabeza con una de esos objetos a un maleante podía dar la oportunidad a sus compañeros para reducirlo.

—Vamos allá.

El médico oye tus palabras cabizbajo, pero finalmente asiente. - Yo no soy tan valiente como tú, pero tampoco quiero morir sin intentar hacer algo. A mi me han dejado las manos libres para poder tratar las heridas de Jerome. Viene un par de veces al día para que le aplique cuidados y no se infecte. Pero no puedo llegar muy lejos con esto ...Afirma frotándose los tobillos encadenados.

- Sí, se lo que piensas. ¿encerrado aquí abajo como se cuanto tiempo llevamos aquí? Sencillo, él sigue viniendo dos veces al día para que le trate... Por suerte Isaac conoce los cuidados que debe hacerse Jerome y eso le da una idea aproximada de cuantos días está pasando cautivo. ...igual que lo hice durante 2 días antes de encerrarme. Si no las heridas le dejarán totalmente desfigurado.

- En cuanto al lugar... no lo conozco. Diría más, jamás oí hablar de estos túneles subterráneos bajo Sprucetuck. Es algo muy inquietante... piensa en voz alta. - Son una serie de túneles y galerías. En alguna ocasión he oído el eco de agua corriendo... pero no sabría decirte más. No sabría volver sobre nuestros pasos si eso es lo que te preguntas.

- ¿Se te ocurre algún plan para salir de aquí?

La patrulla comienza a bajar con sumo cuidado por unas empinadas escaleras intentando no perder el equilibrio y a la vez intentando ser silenciosos. Pronto os dais cuenta de que la escalera se mete por una gruta bajo tierra. ¿Túneles excavados bajo Sprucetuck? ¿Cuando y por quien?

Ninguno de vosotros recuerda jamás haber oído nada similar. Así que una de dos, o era algo que el gobernador sabía pero se mantenía en secreto o directamente era algo desconocido y misterioso. Quentin va el primero, avanza muy alerta con la vela en una zarpa y un improvisado taburete en la otra. El resto vais detrás.

Llegados a un recodo comienza a descender cada vez más hasta que llegáis a una sala hecha en piedra:

El lugar es húmedo, frío y está abandonado. No muy lejos de ahí veis a una criatura que se mueve entre las sombras. Todos so ponéis en guardia hasta que se asoma dejándose ver por la claridad de la vela...

Su actitud no parece amenazadora ni asustada... incluso diríais que siente curiosidad por vosotros. Es una salamandra, un ser que no supone peligro para vosotros. Pese a que su tamaño es la mitad del vuestro sigue imponiendo respeto. Veis que comienza a acercarse y como saca su lengua para oleros.