Partida Rol por web

Lentamente, se internaron en las tinieblas que escondía aquella trampilla, y a cada paso Quentin iba frunciendo más y más el ceño. Esto no me gusta nada. Unas catacumbas como éstas son un gravísimo fallo de seguridad. ¿Y si algún maleante decidiera utilizarlas? ¿Y si alguna comadreja decidiera utilizarlas para reducir Sprucetuck a cenizas? Sus compañeros podían escuchar cómo el arquero murmuraba por lo bajo como un viejo ratón.

Finalmente, llegaron a aquella sala en piedra que a todas luces no era una oquedad natural, lo que molestó aún más al Guardia. Entonces, cuando escucharon el ruido en las sombras, se puso en guardia, taburete en alto. Afortunadamente, era sólo una salamandra, aunque no quiso relajarse.

—Recuerda que seguramente querría palparte con la lengua —susurró a su compañero cuando mostró interés en entablar contacto con la escamosa criatura.

¡Qué gran sorpresa los pasadizos! ¡Jamás hubiese imaginado una estructura así en Sprucetuck! Dain estaba impresionado. Si los hubiese conocido de niño, seguro que los habría explorado hasta convertirlos en su casa. Ahora era distinto, las amenazas que de niño no importan de mayor otorgan prudencia.

Dain se quedó quieto, como había aprendido a hacer ante situaciones en las que se encontraba a un animal desconocido. Cualquier gesto podía ser tomado como provocación o desafío, y eso es justo lo que querían evitar. La salamandra era grande, pero no parecía tener interés por ellos... de momento.

-¡Sí, mejor no moverse! -asintió a Quentin, minimizando incluso su respiración. Hizo un intento por mostrarse amigable con la criatura, con un leve "¡Hola!" al que no sabía si respondería. Quizás llevaba demasiado tiempo sola, aunque por las pistas posiblemente hubiese pasado por allí más compañía de la esperada recientemente. 

Eso pretendía averiguar Dain, si la salamandra se mostraba receptiva a su conversación.

- No lo se - dice Sadie pensativa - Encadenada como estoy, no podré ir muy lejos... Si hubiera una manera de conseguir que nos quiten las cadenas y abrir la celda, quizás podríamos intentar ir a esa corriente de agua y dejarnos arrastrar por ella. Supongo que correrá hacia algún sitio ¿no? - Mira a su alrededor, es una celda fría y mugrienta, no parece haber nada que pueda serles de utilidad ... La solución tendría que ser, entonces, que alguien les abriera y les quitara las cadenas voluntariamente, o al menos alguien con las llaves de sus grilletes, de forma que pudieran noquearlo y quitárselas... Pero ella tiene las manos encadenadas a la espalda también... Y no creea que Isaac fuera capaz de noquear a alguno de esos matones.... Entonces se le ocurre una idea... Es una medida drástica, pero es mejor que nada. Siempre tuvo manos pequeñas, patas finas... Los grilletes, que estarían ajustados a las muñecas de cualquier otro ratón, en su caso quedaban sueltos, no lo suficiente como para sacar la mano, claro... Al menos, no con los huesos en su sitio. 

-Isaac - empieza a decir despacio - Desde donde estás, acalzarías mis manos, ¿verdad? Digo, si, bueno, pudiera extenderlas hacia ti. -Suspira, mentalizándose para el dolor que deberá pasar si siguen su plan - Verás, lo primero es dejarme las manos libres, si no, no podremos hacer mucho, cuando las libere, tenemos que lograr que el guardia, que, creo yo, tendrá las llaves, o al menos alguna herramienta que nos permita liberarnos, venga, de modo que yo pueda noquearlo, librarnos y escapar por la puerta ... Para librar mis manos - Sadie traga saliva - Deberé dislocar los huesos de mi mano, si lo hago creo que podría pasarlas por los grilletes, luego tu podrías volver a ponerlos en su sitio, ¿no? 

Robín veía a Dain y miraba a la salamandra como si fuera a salir corriendo en cualquier momento, estaba claro que la salamandrología no era el punto fuerte del grupo, Robín antes de perder la oportunidad, mientras revisaba el lugar se acercó con movimientos suaves y le hizo una caricia en la frente. Algún día tenía que domesticar a unas cuantas, serían magníficas buscadoras.

Isaac te mira sorprendido. No parece querer ayudarte de ese modo...

- ¿Estás segura de lo que quieres hacer? No se si seré capaz de hacerlo llegado el caso.

Pero entonces te mira a los ojos viendo tu determinación. Vas a escaparte sea como sea y unos grilletes no lo iban a impedir.

- De acuerdo deja que te ayude. Úntate las muñecas con ésto... sugiere aplicádote la propia grasa que ha sobrado de la comida. - Espero que con esto sea suficiente. Lo que estás a punto de hacer te va a doler y mucho... prepárate. - dice esperando que muerdas algo tanto para aliviar el dolor como para evitar que te oigan los guardias.

La salamandra se queda ahí durante unos segundos. Parece que no entiende muy bien vuestras intenciones.

Al ver que os acercáis comienza a recular. Consigue articular un par de sonidos, incomprensibles para vosotros y se marcha por un pequeño túnel.

No sabéis dónde estáis y el rastro de Sadie se pierde.

En esa sala sólo hay tres caminos. La escalera por la que acabáis de venir, un portón y el pequeño tunel por el que se fue la salamandra.

Robín miró a sus superiores y miró al anfibio, el era el que mejor podría moverse por lugares estrechos, así que pensó rápidamente ofreciendo su alabarda al arquero.

- quiero creer que el pequeño nos quiere decir algo, yo podré moverme mejor si los túneles son estrechos, así que no iré sin permiso, pero propongo que vayáis por el portón mientras yo sigo a la salamandra. Si Sadie está en un lado o en el otro, podremos ayudarla antes. Si viera algún peligro serio volvería a por vosotros...

No sabía si separarse en esas condiciones sería lo mejor, pero pensaba que si aquel anfibio les había dicho algo, sería horrible ignorarle solo por haber sido incapaces de entenderle. Si le decían que era mala idea, iría con ellos, pero si le permitían seguir a la salamandra, sería mala idea llevar su alabarda por caminos que pudieran incluir pequeñas curvas cerradas.

Quentin chasqueó la lengua, molesto, cuando la salamandra escapó. Quizás no hubiera servido de nada, pero no le gustaba que una oportunidad de obtener información se escurriera así como así. Pero lamentándose no conseguiría nada y ahora tocaba ver por qué camino seguir. Comprobó el portón, tironeando un poco, pero estaba completamente cerrado: eso implicaba que alguien tenía la llave o había colocado un cerrojo al otro lado. Si la Guardia desaparecida había ido por allí, no tenía sentido que se hubiera cerrado una vía de escape.

—No nos separaremos —en eso fue tajante con Robin. Aplaudía la iniciativa de su pupilo, pero ya habían perdido a un compañero por no viajar juntos y no repetirían la misma mala idea.

Sadie asiente, coge con la boca el cuello de su camisa y lo muerde con fuerza mientras empieza. El dolor es inmediato... Tiene que hacerlo con cuidado, para no romper un hueso, y solo dislocarlos. Poco a poco va forzando los huesos del metacarpio de sus manos, el concreto, disloca el meñique y el pulgar, ya que son los que ensanchan la mano, y por cada uno el dolor es inmenso. Aprieta su rompa entre los dientes mientras masculla de dolor, impidiendo que la voz le salga en un alarido. Finalmente, los huesos están dislocados y sus manos son un amasijo sin forma ... Pero la tortura está lejos de terminar. La ratona inspira varias veces, mientras soporta el dolor, y luego, vuelve a apretar los diente, para tirar de sus brazos y pasar sus manos por los grilletes. Estos aprietan sus dedos haciendo presión y aumentando mucho el dolor. Grita contra la tela que por suerte ahoga el sonido hasta que finalmente, sus manos quedan libres. Respira esforzadamente, adolorida, para controlar el dolor, y luego estira las manos hacia Isaac... Sus dedos cuelgal inútiles, y puede notar como sus músculos, forzados, empiezan a amoratarse. Esto dolerá durante un tiempo... 

- Ya está - farfulla Sadie con una sonrisa adolorida, intentado dar ánimos al médico - No fue para tanto, ¿eh? Ahora haz lo tuyo Isaac. Confío en ti.. - su respiración está entrecortada, jadea, y le duele como mil demonios. Pero en su mirada se aprecia que no se arrepiente. 

Al final no esperó a que tomaran su alabarda, en lugar de eso la utilizó para destrozar pequeñas secciones por las que le serían complicadas pasar. Picando la piedra por algunos rincones vio en su inercia la necesidad de apresurarse, no sabía que encontraría al otro lado, pero su amiga salamandra era demasiado simpática como para ignorarla. Corrió como el viento revisando el túnel y arrastrando su arma buscando un ángulo apto para introducirla, ya que no se iban a separar* la llevaría el mismo.

Pensó que su mentor le seguiría, pero el estrecho paso no sería fácil para ellos.

-No, mejor no separarse en estas condiciones. Tal vez teniendo problemas no tengas oportunidad de avisarnos, Robin. Es lo más sensato. ¡Recuerda lo que me pasó a mí con el búho! -al menos su extraña y casi mortal aventura ahora le serviría de lección para recordar lo tremendo que puede ser ir cada uno por su cuenta.

"Las cosas pocas veces salen tal como uno las espera", decía su padre. ¡Cuánta razón tenía!

Para el pequeño (en tamaño solamente, pues no en valor) Robin quizás fuese más sencillo introducirse por ese lugar, pero Dain no dejó de intentarlo. Ahora lamentaba las estupendas cervezas en la sala de la Guardia de Lockhaven, pero poco se podía hacer.

Seguir a la salamandra parecía la opción más viable, porque la cerradura del portón se veía demasiado compacta para forzarla. En caso de no poder pasar, Dain intentaría hacerlo. Pero primero se encogió lo que pudo, e intentó su paso por el estrecho túnel.

No se separarían, así que era la hora de seguir adelante. Robin, llevado por su ímpetu, encabezó la marcha y él cerró la comitiva, con su silla en mano y la vela, que no pretendía soltar por nada del mundo. Al fin y al cabo, estaban en un subterráneo y no sabían cuándo la necesitarían realmente.

—Vamos allá...

Sadie comienza a forzar las muñecas pero Isaac insiste que antes de nada muerda algo para el dolor. Ella lo hace y evita así llamar la atención mientras pasa el calvario de tener que dislocarse las zarpas...

Tras pasar por el mal trago, angustiada y dolorida le ofrece las manos a Isaac. Este respira con calma. Es un experto y debe demotrar ahora su valía, pero sin precipitarse.

Estudia cada hueso músculo fuera de lugar, pese a estar haciendo pasar a Sadie un dolor quizá innecesario.

Pero entonces asiente para sí. - De acuerdo, ¿estás lista? esto puede que te duela igual o más que hasta ahora.

Sadie instintivamente vuelve a morder el cuello de su camisa.

Entonces, con un preciso, rápido y casi indoloro movimiento el médico realiza una maniobra en cada mano. Su habilidad es sorprendente pues de pronto el intenso dolor pasa a ser sólo una molestia soportable.

- Listo. En cuanto te recuperes del hormigueo podrás usar tus zarpas con libertad. Coge ese tenedor de la bandeja y a ver si puedes liberarme a mi también.

Tras pasar por aquel pequeño arco sentís como el túnel sigue recto. Por suerte para Robin el riesgo no supone perder el arma a medio camino.

Prorto llegáis al otro lado del túnel. Alzáis la vista y veis como la salamandra, algo sorprendida, se gira para ver que queréis de ella.

No parece ser muy habladora, pero por su lenguaje corporal parece que quiere que la sigáis. El problema es que seguís sin saber a dónde os conduce...

Comenzais a preguntaros si habéis hecho lo correcto. Quizá la salamandra no sepa nada que os pueda ser de utilidad y simplemente este haciéndoos perder el tiempo. De todas formas tampoco tenéis pistas para adivinar el paradero de Sadie por ahora.

Finalmente veis que os lleva hasta un cubíl donde hay más salamandras como ella. Parece ser su familia o quizá su prole, no lo sabríais decir pues os parecen todas iguales.

Estáis algo desconcertados al no saber que quiere deciros...

Robín se rascó la cabeza, eso no es lo que esperaba ver al otro lado... Intentó concentrarse en la salamandra, para procurar entenderla y pedirle ayuda, ahora no solo estaba ella, también su familia, entre tantos encontraban pistas si, si o si...

Parece que siguieron un camino que no les condujo a nada concreto. La familia de la salamandra parecía encantadora, pero no era lo que estaban buscando. Trató de hacerse entender con el animal, pero parece que no era posible*.

-Amigos, no sé qué quiere este animal. Tal vez no sea nada en relación con Sadie, quizás debiésemos volver a donde estaba aquel portón e intentar abrirlo de algún modo. No nos queda otra. Busquemos si por aquí hay pistas de si han pasado o ha habido actividad más reciente aparte del nido de salamandras. El bicho quería que lo siguiésemos y lo hemos hecho, algo tiene que haber por aquí.

Dain se dispuso bien los anteojos, escudriñando en la penumbra iluminada por la vela de Quentin. Buscaba huellas, arañazos, algo inusual caído... lo que fuese.

Apretando la barriga, Quentin pudo entrar por aquel estrecho agujero y siguió a sus compañeros, alternándose de vez en cuando la vela para que revisaran alguna esquina o el estado de la techumbre, pues el arquero no quería que se les desplomara encima sin venir a cuento. Finalmente, llegaron a donde aquella escurridiza salamandra quería llevarles, lo que terminó en otro sinsentido para el veterano ratón.

—Mpf... —masculló, visiblemente decepcionado. ¿Qué esperaban encontrar en ese nido? ¿Y qué esperaba el anfibio que ellos podían aportarle? No se les veía en mal estado, y un lugar fresco y húmedo como aquel era idea para esas criaturas, así que no sería auxilio. ¿Quizás habrían entre los restos alguna pista sobre Sadie? Con cuidado, intentó acercarse a ver si entre los demás seres había algo interesante— Permiso...