Partida Rol por web

Menos mal que había cogido los libros y el resto del material antes de bajar, porque al final, hablando se nos había ido todo el tiempo y ya no podía ir a buscarlo y llegar a tiempo a clase, sobre todo cuando todavía recorrer el castillo implicaba tener que enfrentarse a aquellas escaleras traviesas.

Cuando llegamos arriba, me di cuenta de que aquella iba a ser la primera clase junto a Ravenclaw. Como siempre, Michael nos infundió ánimos y yo le sonreí mientras echaba un vistazo a la nueva clase. Úrsula volvió a gastar una broma con Alondra y sonreí, pero sin decir nada. Después entré y me senté en la última fila junto a los demás, al lado de Nolan. Este se encontraba ordenando sus cosas pero muy mal; parecía como si él solo se hiciese un lío.

-A ver, deja que te ayude –le dije finalmente, poniendo el libro de la asignatura delante, desenrollando el pergamino y sujetándolo con una pluma para que no volviese a plegarse -. Ya está listo. ¿Ves?

Finalmente, el profesor apareció delante de todos. Lo primero que hizo, además de presentarse, fue intentar tranquilizarnos. La verdad era que tenía mucha razón en lo que decía, porque al final, la derrota era perderlo todo, entre otras cosas, lo que éramos, aquello que nos gustaba hacer, y sobre todo, dejar de lado a los amigos. Pero había que estar en la clase y en nada más. Después de lo que habíamos vivido en Pociones, esperaba que todo fuese más tranquilo, sobre todo porque no estaba Alondra. Al pensar en ella, se me hizo un nudo en el estómago por lo que había pasado. La experiencia había afectado a Kyle y no tenía por qué suponer que ella iba a ser diferente, y es que en el fondo, seguro que todos queríamos ser mejores y demostrar que valíamos para estar allí, algunos de una manera y otros, pues a la de Alondra.

El profesor empezó a explicar lo que era y yo me apresuré a tomar notas sobre ello y a intentar no quedarme atrás. Cambiar las cosas a su antojo… sonaba súper bien, y ver al profesor transformándose en un enorme lobo, fue lo más. Hizo que la mitad de nosotros, yo incluida, nos pusiéramos en pie, sorprendidas y en parte asustadas.

Pero una vez pasado el susto inicial, me comparé yo misma con aquella criatura. Al sentarme, volví a hundirme un poco, aunque procuré animarme atendiendo a lo principal, al mismo tiempo que la clase aplaudía al profesor cuando volvió a transformarse en él mismo.

Mi seriedad contrastaba con el ambiente de júbilo del resto de la clase, incluyendo a Nolan a mi lado. Una vez estuvimos de nuevo todos callados, el profesor reanudó sus explicaciones hasta que por fin, entramos en el turno de preguntas.

Colton no tardó en levantarse para hacer una y la verdad es que lo que dijo resultó bastante interesante. Después de responder, otros siguieron preguntando otras cosas, hasta que la misma Úrsula se animó a preguntar. ¿Qué respondería el profesor?

Menos mal que había cogido los libros y el resto del material antes de bajar, porque al final, hablando se nos había ido todo el tiempo y ya no podía ir a buscarlo y llegar a tiempo a clase, sobre todo cuando todavía recorrer el castillo implicaba tener que enfrentarse a aquellas escaleras traviesas.

Cuando llegamos arriba, me di cuenta de que aquella iba a ser la primera clase junto a Ravenclaw. Como siempre, Michael nos infundió ánimos y yo le sonreí mientras echaba un vistazo a la nueva clase. Úrsula volvió a gastar una broma con Alondra y sonreí, pero sin decir nada. Después entré y me senté en la última fila junto a los demás, al lado de Nolan. Este se encontraba ordenando sus cosas pero muy mal; parecía como si él solo se hiciese un lío.

-A ver, deja que te ayude –le dije finalmente, poniendo el libro de la asignatura delante, desenrollando el pergamino y sujetándolo con una pluma para que no volviese a plegarse -. Ya está listo. ¿Ves?

Mientras tanto, las conversaciones se sucedían alrededor y casi todas iban sobre lo mismo. Aquel mago había acabado ya con dos de los nuestros (eso era lo que pensábamos) y podía palparse el miedo en todo el mundo, pero también que al reanudarse las clases, había más confianza en que nada de todo aquello se repitiese.

Finalmente, el profesor apareció delante de todos. Como ya lo conocíamos de cuando llegamos al castillo, no me sorprendió su aspecto serio ni tampoco su voz severa, aunque había en él un poco más de seriedad que de costumbre… si es que eso era posible.

Fue decir que guardásemos silencio y toda la clase dejó de hablar y hacer ruido en ese preciso instante.

Lo primero que hizo, además de presentarse, fue intentar tranquilizarnos. La verdad era que tenía mucha razón en lo que decía, porque al final, la derrota era perderlo todo, entre otras cosas, lo que éramos, aquello que nos gustaba hacer, y sobre todo, dejar de lado a los amigos. Yo sabía que no iba a perder a Ivy después de lo que habíamos pasado juntas, ni tampoco a los demás, así que me sentía tranquila sobre eso. Confiaba en ellos plenamente.

Me volví con una sonrisa a mirar a Nolan, que de repente me parecía como si tuviese varios años menos. ¿Podía haber crecido tanto en tan solo un día? No, claro que no. Era solo una sensación… pero muy fuerte.

Pero había que estar en la clase y en nada más. Después de lo que habíamos vivido en Pociones, esperaba que todo fuese más tranquilo, sobre todo porque no estaba Alondra. Al pensar en ella, se me hizo un nudo en el estómago por lo que había pasado. La experiencia había afectado a Kyle y no tenía por qué suponer que ella iba a ser diferente, y es que en el fondo, seguro que todos queríamos ser mejores y demostrar que valíamos para estar allí, algunos de una manera y otros, pues a la de Alondra.

Claro que Transformaciones seguro que se me daba peor que Pociones; aquella no era mi especialidad en absoluto. El profesor empezó a explicar lo que era y yo me apresuré a tomar notas sobre ello y a intentar no quedarme atrás. La verdad era que todo parecía muy interesante. Cambiar las cosas a su antojo… sonaba súper bien y ver al profesor transformándose en un enorme lobo, fue lo más. Hizo que la mitad de nosotros, yo incluida, nos pusiéramos en pie, sorprendidas y en parte asustadas.

Pero una vez pasado el susto inicial, me comparé yo misma con aquella criatura. Ojalá yo pudiera hacer eso y controlarlo a mi antojo, en lugar de dejarme arrastrar por mi naturaleza. Al sentarme, volví a hundirme un poco, aunque procuré animarme atendiendo a lo principal, al mismo tiempo que la clase aplaudía al profesor cuando volvió a transformarse en él mismo.

Mi seriedad contrastaba con el ambiente de júbilo del resto de la clase, incluyendo a Nolan a mi lado. Seguramente fui la única que no se levantó a aplaudir, aunque gracias a eso, no tuve que callarme abruptamente cuando el profesor nos gritó que lo hiciésemos.

Una vez estuvimos de nuevo todos callados, el profesor reanudó sus explicaciones, obligándome a correr para anotarlo todo, sin apenas tiempo para pensar, hasta que por fin, entramos en el turno de preguntas.

Colton no tardó en levantarse para hacer una y la verdad es que lo que dijo resultó bastante interesante. No tenía que extrañarme por ello, dado que debajo de aquel chico tan travieso había un mago que quería aprenderlo todo, tanto o más deprisa que los demás.

Después de responder, otros siguieron preguntando otras cosas, hasta que la misma Úrsula se animó a preguntar. Yo no necesitaba ser animaga pero entendía que a los demás le pareciera algo interesante. Desde luego, seguro que no les resultaba fácil.

Si supieran que yo podía transformarme pero que no lo hacía voluntariamente, quizás cambiasen de opinión al respecto. Sonreí con el pensamiento de verme transformada en un lobo enorme y amenazante. Era lo único bueno que tenía, porque todo lo demás desde luego era completamente negativo.

Por otro lado, me pareció que Úrsula estaba haciendo una pregunta muy personal. Si se transformaba en lobo porque era su animal, como había dicho mi amiga… quizás estaba metiéndose en algo muy del profesor que los demás no debíamos saber. ¿Qué respondería el profesor? Por si acaso resultaba de lo más instructivo, preparé mi pluma para notarlo todo.

Al profesor no parecieron gustarle las muestras de felicitación de los alumnos. Sabía bien lo que ocasionaba sus transformaciones y las consideraba importantes para poder transmitir lo que necesitaba, pero al mismo tiempo, resultaban frustrantes, porque la mayoría de ellos se quedaban únicamente con eso y no con lo que estaba intentando transmitir.

Cuando empezó el turno de preguntas, escuchó la de Colton con atención.

-Señor Derrick, en su anterior colegio estaban en lo cierto. La energía y la materia están interconectadas y nosotros los magos lo único que hacemos es darle forma. Se puede realizar cualquier transformación dentro de un rango de tamaños, porque de otro modo, se necesitaría energía de los alrededores. Y también hay que advertir que no se puede transformar el dinero, porque en nuestra mente tiene demasiado valor. A ver si me explico mejor. El dinero es tan valioso para nosotros, que nuestra mente no puede realizarla. Es una de las  cinco Excepciones Principales a la Ley de Gamp sobre Transformaciones Elementales.

Después de responder a Colton, siguió con más preguntas hasta llegar el turno de Úrsula. Al oír su pregunta, lanzó una mirada furtiva en dirección a Luna, que esta no percibió.

-Ser animago es una de las proezas más increíbles para un mago. Requiere de años de estudio y práctica y es tremendamente peligroso por las consecuencias que podrían resultar de efectuar una mala transformación. En cuanto a la segunda cuestión... cada uno de nosotros está enlazado con la naturaleza a través de un animal. Entre los muggles se conoce como "animal guía", pero en el mundo mágico es más sencillo que todo eso. Simplemente, estamos más próximos en cuanto a nuestras características personales a según qué animales, lo que facilita enormemente transformarse en uno... y no en otro. Y un animago solo puede escoger un animal, cuya transformación perfecciona a lo largo de los años, no en cualquiera. Y si fuese un águila... podría volar, desde luego, o hacer todo cuanto hiciera su animal.

Después se volvió hacia todos en general.

-La rama de las transformaciones es de las más complicadas que existen, puesto que implica ser capaz de reordenar la materia hasta sus componentes más elementales y eso es algo que requiere de mucha concentración y habilidad. No todos los magos y las brujas tienen la destreza suficiente.

Cuando terminasteis de lanzar preguntas, el profesor determinó que había que ponerse manos a la obra.

-Creo que ya hemos hablado suficiente. Pasemos a la parte práctica -dijo, volviéndose hacia la mesa que estaba al final de la clase, en donde había una caja cerrada. La cogió y llevó hasta la mesa principal, y después l abrió, mostrando el interior -. Vamos a empezar con cosas sencillas. Aquí tenemos unas cuantas esferas de cristal. Hay una para cada alumno.

El profesor se echó a un lado para que lo vieseis y acercó la caja a los primeros de las filas, quedándose él con una y ofreciéndole después el resto a los alumnos para que fuesen cogiendo una y pasando la caja hacia atrás. 

-Esto es solo una esfera, pero puede ser cualquier cosa que nosotros queramos -dijo, mientras sostenía en su malo la esfera -. Sin embargo, hoy empezaremos con hechizos sencillos pero que estoy seguro os interesará enormemente.

El profesor agitó la varita en el aire mientras pronunciaba el hechizo.

-¡PASTEDULCIS!

Al instante, la bola de cristal se transformó en un pastelillo de chocolate, ante el asombro de todos, que él mismo se llevó a la boca para darle un bocado.

-Me encanta el chocolate -dijo, dándole un pequeño mordisco y dejándolo después encima de su mesa, mostrando por primera vez una ligera sonrisa, antes de volver a adoptar un gesto serio.

-Ejem. Bien, esto es un ejemplo de que lo que puede conseguirse, un objeto del mismo tamaño, pero completamente diferente. Si lo hacéis bien, la esfera se transformará en el pastelillo que más os guste. Si no... será mejor que no lo probéis. Ahora,  intentemos efectuar el hechizo, con convicción. El movimiento que hay que hacer con la varita consiste en describir una especie de elipse y golpear con fuerza en el aire, así.

El profesor hizo la demostración y después esperó a que todos lo intentaseis.

-Bueno, se puede mejorar, pero para eso estamos aquí. Ahora, intentad transformar cada uno su esfera. Yo iré pasándome por las mesas para tomar nota y ayudaros. Así que... ¡adelante! 

Las respuestas del profesor Partwulf a las preguntas de los alumnos, entre ellas la de Colton y la de Úrsula, fueron tan interesantes como el resto de la lección. Michael había oído hablar a su madre de las Cinco Excepciones mientras trataba de explicárselas, sin mucho éxito, a su padre. Pero hasta ese día no había sabido el verdadero motivo detrás de su existencia. Y la explicación sobre lo difícil que era convertirse en animago también le cautivó. ¿Con qué animal tendría él afinidad? Su mascota era un gato, pero quizá eso no tuviera mucho que ver. Sería una pasada poder convertirse en algún animal bonito que pudiera volar, o quizá respirar bajo el agua... Pero el profesor ya les había dejado claro que había que ser un gran mago para ello y tener mucho poder, así que más valía que no fantaseara mucho con esas ideas.

Llegó el momento que Michael había estado temiendo: demostrar que podían aplicar lo aprendido. Por un instante, le vino a la mente la clase de Encantamientos y el horrible papelón que había protagonizado, con su libro dando brincos y derribando pupitres por todas partes. Tragó saliva, notando cómo uno de sus pies se movía adelante y atrás por los nervios. Cletus Partwulf no era desagradable como la profesora Tauris, pero sí que imponía tanto como ella. Ojalá el hechizo le saliera un poco mejor esta vez... Se giró hacia sus amigos para ver sus reacciones, y le sorprendió comprobar que Luna estaba más seria que de costumbre. ¿Estaría tan nerviosa como él por el ejercicio?

El profesor depositó en la mesa una caja llena de bolas de cristal de un tamaño considerable. Michael cogió una antes de pasar la caja y la observó, preguntándose en qué tendrían que transformarla. La respuesta no tardó en llegar, y el hechizo de Cletus transformó su bola en un pastelillo con una pinta deliciosa. El comentario que hizo antes de darle un mordisco y su sonrisa posterior consiguieron que el chico de Ravenclaw se relajase un poco. ¡El subdirector no siempre estaba serio! Michael no pudo evitar sonreír a su vez, aquél profesor era genial.

Era el momento de comprobar qué tal había comprendido la lección. Observó el movimiento de varita del profesor Partwulf con tanta atención que se formó una fina arruga entre sus cejas, y luego lo repitió un par de veces en silencio. Cuando creyó que lo tenía controlado, respiró hondo un par de veces y se preparó, mirando con fijeza su esfera de cristal.

—Vamos allá... —apuntó a la bola de cristal mientras trazaba aquella elipse en el aire—. ¡PASTEDULCIS!

La esfera reluciente se convirtió en un pastelillo de bizcocho de almendra cubierto por una capa blanca de azúcar glas, y Michael lo reconoció al instante. ¡Era igual que los que preparaba su abuela cuando iban a cenar a casa por Navidad! El dulce se quedó ahí sobre la mesa, como si fuera un pastel normal y corriente que acabaran de sacar del horno. Michael se quedó atónito mirándolo. ¡Le había salido! ¡Por fin había tenido éxito con un hechizo en clase! Se le puso una sonrisa de oreja a oreja mientras cogía el bollito y lo contemplaba como si estuviera hecho de oro puro. Tenía muy buena pinta, pero... sólo había una forma de saber si el hechizo le había salido bien del todo.

Ñam...

Michael le dio un mordisco al pastelillo y masticó expectante. Tragó el bocado, mientras sonreía feliz.

—No me ha salido tan bueno como los de la abuela... —dijo encogiéndose de hombros— pero es que esos son insuperables. ¿Queréis un trocito?

Se volvió hacia sus amigos para ver qué tal les iba a ellos mientras les ofrecía probar su pastelillo, más contento que unas pascuas.

Michael había ocupado rápidamente los pupitres de primera fila mientras los leones se iban a los de la fila de atrás. La clase estaba siendo guay, no siempre te enseñaba un superhéroe, pero era muy serio y tenía como muy mal genio dentro, como si acabara de perder con Magneto o algo así. La lección iba sobre transformarse en lobo, y eso molaba mucho, mucho, pero él prefería transformarse en T-rex o algo así, o en pterodáctilo, pero si tenía que conformarse en tigre dientes de sable pues se conformaría. Le preguntó algo al profe y Michael asintió, así que seguramente habría hecho una pregunta inteligente, porque si no se estaría dando un face palm o algo así. Le devolvió la sonrisa con un guiño y trato de absorber la respuesta como una esponja.

Le había llamado señor, como si fuera un mayor, y no sabía si eso molaba o no, pero al menos le daba la razón en que eran algo parecido y que había un rango de tamaños. Frunció el ceño cuando explicó lo del dinero y dijo - Bah, no se crea, tampoco es que me importe mucho el dinero... - pero si que le importaba porque sabía del esfuerzo que habían hecho sus padres para mandarle a ese colegio. Habían excepciones de una ley que no sabía nada, la ley Van Damme de tranformaciones. Se lo apuntó en su cuaderno y entonces Úrsula hizo una superpregunta. Se adelantó en su silla y se dispuso a copiar como un condenado, el quería ser un T-Rex, pero águila molaba, o un dragón, o un hipogrifo, sí, un hipogrifo para tener un poco de todo.... y volar, volar debía ser la leche. Como siempre la pregunta fue respondida en plan profe: Esto es muy difícil, esto caca, consecuencias, malo, peligroso, un rollo..al menos se entero de que había un animal guía en quien te convertías y se preguntó cual sería. Se le escapó una risita al pensar en su madre, según ella sería el borrico, aunque no sabía porque lo decía....

Una vez respondidas las chachipreguntas empezó con la lección que resultó ser... ¡hacer pasteles!. Al principio fue muy emocionante, pero según iba viendo como evolucionaba la lección se estaba enfadando, se estaba enfadando con el profe. Lo miró muy serio frunciendo el ceño. ¿Aquello que mierda era? Un chocolatero se esforzaba, cuidaba del chocolate, lo mimaba, no hacía un floreo con un palo y hacía chocolate, eso no era propio de un caballero del chocogrial, no lo era. Miró a su esfera de cristal con rabia, sabía que eso significaba que su padre podía irse al paro, que si fuera tan fácil hacer chocolate nadie necesitaría pasteleros, y su padre amaba sus hornos, y él también, por sus venas corría chocolate. Pastedulcis, maldita palabra. Sus compañeros la fueron recitando y con mayor y menor éxito consiguieron su objetivo.

Miró hacia delante y vio como Michael lanzaba el conjuro a la perfección. Se sintió mal por desear que todos fallaran, pero es que aquella clase estaba mal, era algo que iba en contra de todo lo que había aprendido y amaba. Bufó enfadado y pensó en un pastel de chocolate, pero quemado, que supiera amargo, porque no quería hacer pasteles así, aquello no era digno

- Pastedulcis - dijo sin mucho ímpetu. La esfera se transformó más o menos en lo que buscaba, pero le había salido menos quemado de lo que quería. Puso el pastel de chocolate y se metió una mano en el bolsillo y sacó un bombón, uno de los que había hecho con tanto cariño, con sus propias manos, y lo puso frente al pastel hecho con la varita. Esperó con el ceño fruncido y cuando se acercó el profesor le dijo

- Profesor, este es el que he hecho con la varita - empujó el otro y se lo puso delante - Este lo he hecho con mis manos. ¿Me puede decir en cual de los dos está la magia?.

Estaba tan enfadado que tenía ganas de ponerse a llorar de la rabia. Mover una varita y hacer chocolate, aquello era una aberración.

Escuchó con atención al profesor porque estaba respondiéndoles a Colt y a ella y, para ella, era su primera pregunta en aquel colegio.

Saber que cada uno tenía más afinidad con un animal en concreto le produjo una gran curiosidad. ¿Cual sería el suyo? ¿y el de los demás?. Pero también se enteró de que aquella era la asignatura más difícil de todas casi y que solo los magos buenísimos conseguían convertirse en su animal. Se propuso intentar ser uno de esos magos que lo conseguían, como Cletus, porque verlo convertido en lobo había sido genial. Se esforzó en coger todos los apuntes pero, se atascó en un momento dado y comenzó a quedarse atrás, no le daba tiempo a escribir todo lo que ella quería y, lo que escribía, era sin entenderlo demasiado bien. ¡Si que era complicada aquella asignatura!. 

Miraba a su lado, a los demás. Copiaban como alma que llevaba el diablo, nunca los había visto tan concentrados. En un momento dado, decidió que sus apuntes no iban a servir para nada salvo echar a perder pergaminos y tinta, así que hizo como si siguiera tomando apuntes pero sin hacerlo de verdad e intentó releer algo de lo que había escrito. Pufffffff los jeroglíficos del periódico eran más sencillos que entender aquello. Desistió. Tendría que pedir los apuntes a alguno de sus amigos sí o sí.

-¡Práctica!, sí, por favor...-exclamó en voz alta mientras intentaba ver lo que había dentro de la caja. Cuando está estaba por media clase, fue cuando distinguió exactamente las bolas de cristal de su interior. Cogió una cuando le llegó el turno. Estaba tibia y era pesada. La dejó sobre la mesa mientras intentaban aprenderse al dedillo como Cletus cogía la barita, la movía y decía aquella palabra para...

-¡Un pastel! ¡La bola de cristal ahora es un pastel!-y escuchó las advertencias a la hora de hacer aquel hechizo-No me he enterado de lo de antes, me he perdido a la mitad de la explicación-le susurró a Colt-la voy a cagar con este hechizo, no me fio de probar lo que salga...-miró con escepticismo su bola, temiendo incluso mover la varita. Escuchó a su lado a Michael y se volvió a ver que tal le salía aquello-¡Toma ya!, eso tiene buena pinta-miró a su amigo con aprobación en la mirada y le asintió cuando lo vio dudar entre si probarlo o no-Sí, yo creo que tiene que estar bueno. Tu primero y ahora nos cuentas...-aplaudió entusiasmada cuando Michael confirmó que, no es que fuera comestible, sino que estaba rico.

A su otro lado, escuchó a Colt formular el hechizo y se volvió a ver que tal le iba a él-¡Oh!,¡oh!, se te ha quemado un poco, está un poco pachucho, pero yo creo que estará bueno. ¿Lo pruebas y...-y se dio cuenta de la expresión de enfado que tenía-No te preocupes, el siguiente te saldrá mejor... -lo vio sacar un bombón y ponerlo junto al pastel justo cuando el profesor llego a su altura. Y ella sin su pastel hecho. Genial. La pregunta de Colt le extrañó, le sonó rara, pero tener al profe delante de ella la había puesto nerviosa. Ya debería tener el hechizo hecho a aquella altura de clase.

Bufó y se concentró, levantó su varita y...-¿PASTEDULCIS?-preguntó casi como pidiendo permiso a ver si la bolita de cristal tenía a bien el convertirse en un maravilloso bizcocho bañado en licor de naranja, cubierto de nata y con un enorme fresón en lo alto. La punta de su varita rozó el cristal y el hechizó se ejecutó.

Úrsula miró lo que había ahora encima de la mesa donde antes estaba la bonita y brillante bola de cristal-¡Ufff!, suspensa... esto...-levantó su mirada pero no su rostro, mirando al profesor así como de reojo desde abajo-Quizás esta clase no es lo mío...¿cómo puedo limpiar esto?-y es que, si hubiera organizado eso en casa, Mary ya le estaría diciendo que estaba tardando en limpiarlo.

Ahora, encima de la mesa, se podía ver algo que recordaba a un pegote de nata derretido y empanchurrado, goteando al suelo, y un amago de fresa ridícula sobre aquel líquido blanco y grasiento. Del bizcocho, ni rastro. Levantó la mano y, cuanto el profesor la miró, preguntó-¿Hay forma de volver a traer la bola de cristal y volver a probar o... o... esto ya no tiene arreglo?

Las preguntas que estuvieron haciendo la mayoría de la clase se referían sobre todo a su capacidad de cambiar a un animal, lo que hizo que permaneciese en silencio y con la cabeza agachada durante el tiempo que duraron. Obviamente, había mucha curiosidad al respecto y podía entenderlo, pero precisamente un lobo... eso me había hecho sentirme mal al verlo. Por lo que que había explicado el profesor, no era algo que él hubiese escogido sino que casi el animal lo había elegido a él, pero no necesitaba recordar lo que me esperaba dentro de poco. 

No era culpa suya, ni de nadie de los que estaban allí, aunque era difícil sentirse cómoda.

Menos mal que finalmente, volvimos otra vez a lo debíamos aprender a hacer. Cuando vi esas esferas, lo último que esperé fue ver al profesor transformar aquella bola de cristal en un pastelito... y después comérselo con la mayor tranquilidad del mundo. Eso sí que fue una sorpresa... y agradable

Sonriendo, miré a los demás para comprobar si al igual que me había ocurrido a mí, a ellos también les había parecido algo inesperado. El hechizo parecía bastante sencillo, aunque a mí esos movimientos de varita se me daban bastante mal. Pero lo intenté; imité sus movimientos varias veces y procuré concentrarme mientras susurraba el hechizo para pronunciarlo bien, procurando no apuntar a nada en concreto, fuese a transformar sin quererlo a una silla o algo por el estilo en un bollo de mantequilla. 

Finalmente, cogí la esfera y la observé unos momentos, antes de ejecutar el hechizo en voz alta.

-¡PASTEDULCIS!

Automáticamente, la esfera se transformó en un pastel... pero no tenía la misma forma que el que había hecho el profesor. Tenía algo de miedo, pero probé un bocado. No estaba mal... pero tampoco muy bien. Era como si le hubieran echado demasiada harina o algo así.

-Bueno, supongo que para empezar no está mal -comenté, poniendo mala cara mientras terminaba de tragarme el trocito que había probado.

A Michael, en cambio, sí que parecía haberle salido bien y cogí un trozo cuando me lo ofreció.

-Mmmmm. El tuyo sí esta bueno. Será mejor que no pruebes el mío. No merece la pena.

Después observé a Colton y a Úrsula. Ellos tampoco parecía haber tenido demasiado éxito, así que me acerqué para animarles, y animarme yo también. 

-Creo que no seremos buenos pasteleros después de todo, chicos -les dije, con cara de circunstancias. Definitivamente, transformaciones no iba a ser mi asignatura favorita.

Mientras tanto, por todos los sitios veía gestos diferentes al probar los pasteles, algunos agradablemente sorprendidos, y otros... pues eso, peores que los míos, incluso. Estaba muy claro que debíamos empezar a estudiar más aquella asignatura si queríamos sacar buenas notas o al menos, no suspender.

El profesor recorrió la clase mientras observaba las diferentes transformaciones que hacíais. Algunos lograban convertir su esfera en un pastel de buen ver, aunque no todos lograban una transformación completa, a juzgar por los gestos de asco al probar el resultado. Otros, en cambio, conseguían cambiar la esfera pero no del todo, por lo que el resultado era un poco extraño, a medio camino entre una cosa y otra.

-Muy bien hecho, señor Cramson. Continúe así.

Cuando oyó la pregunta de Colton, se acercó hasta él y miró el bombón.

-Señor Connor, no hay que avergonzarse por haber hecho mal un hechizo. Recuerde siempre que estamos aquí para aprender y superarnos a nosotros mismos. Aunque ya que ha hecho uno con sus manos, probaré un trozo.

Tras hacerlo, emitió un mmmmm de satisfacción y miró a Colton con una sonrisa.

-Sin duda alguna, en este hay mucha magia. 

Después se acercó a Úrsula.

-Me temo que hay algunos hechizos que no pueden revertirse. Por eso, insisto, la magia es todo menos un juego. Ahora mismo podemos disfrutar de cosas como estas, pero no os confiéis. Hay que estar siempre alerta y siempre pendiente de lo que estemos haciendo -le explicó, reanudando su camino mientras observaba los resultados -. -En aquella esquina tiene varios trapos y agua. Hay bastantes papeleras para retirar las transformaciones poco exitosas.

Desde luego, transformar algo no era tan sencillo como parecía, aunque en general, la mayoría parecía estar haciéndolo bien. Eso hizo que el profesor adoptara un cierto aire de satisfacción.

-Estoy viendo que no se os da mal. Bien, bien. Esto me gusta. Significa que podremos intentar cosas más difíciles porque si las clases fuesen a ser así de sencillas, no aprenderíamos nada ni tampoco llegaríamos demasiado lejos, ¿no creéis?

El profesor volvió otra vez al comienzo del aula y entonces se volvió.

Algunos estaban protestando y volviendo a intentar transformar su esfera en un pastel. Otros todavía estaban quitándose los restos de chocolate y nata de la cara.

-Los más habilidosos ya habréis desayunado. Los demás, me temo que tendréis que seguir practicando. Esto es solo un ejemplo de todo lo que se puede conseguir con las transformaciones. La mayoría no son tan fáciles como estas y requieren de un importante trabajo previo para poder acumular la concentración suficiente que permita deslizar la energía que necesitamos hacia nuestra varita, y de ahí hacia lo que queramos transformar. Recordad que la varita es solo lo que vosotros queráis que sea, ni más... ni menos. Hemos trabajado con un objeto inanimado. Veremos si ahora podemos hacer lo mismo... con un ser vivo.

El profesor alzó la varita y una caja baja pero de gran superficie, voló desde uno de los muebles estantería que había en la pared hasta su mesa. El profesor guardó su varita y abrió la caja.

Escarabajos. Montones de ellos.

-Esta especie de escarabajo es bastante pequeña y dócil. El hechizo que habéis aprendido está bien, pero puesto que estos son pequeños, será mejor intentar transformarlos en algo también de un tamaño similar, como por ejemplo, una pequeña cuenta -dijo, volviendo a sacar la varita -. Les advierto que este hechizo será algo más difícil que el anterior.

El profesor apuntó con la varita a uno de los escarabajos.

-¡Sphera mutatio!

Al instante, el escarabajo se transformó en una pequeña perla, que el profesor cogió entre dos dedos y os mostró a todos.

-El movimiento es similar al anterior. Fijaros. Solo hay que dibujar una S y una M encima. Pero si no se solapan correctamente... la transformación no se podrá realizar bien, porque al contrario de lo que sucede con los objetos, los seres vivos tienden de manera instintiva a oponerse a cualquier transformación. Después, para regresarlos a su estado natural, simplemente se dice... ¡Finite mutatio!... y listo.

El profesor pronunció el contrahechizo y entre sus dedos volvió a aparecer de nuevo el escarabajo, moviendo sus pequeñas patitas.

-Así que adelante, coged uno... e intentadlo vosotros. Venga, quiero ver cómo lo hacéis y si sois tan buenos como parecéis -os dijo, llevando la caja por todas las mesas para que cogieseis un escarabajo.

Michael compartió un trocito de su pastel con Luna y Úrsula, encantado de que a las chicas les pareciese que le había salido bien. Primero el Alohomora y ahora este pastelito... ¡los hechizos empezaban a funcionar! Estaba tan contento que casi se olvidó por un momento de todo lo que tenía que ver con Shadefian, la foto y los pobres alumnos sin alma.

—Pues el tuyo también tiene buena pinta, Luna —dijo mirando el pastel de la chica—. Seguro que sí vale la pena probarlo, ¿puedo...?

Cogió un pellizquito del pastel de Luna y se lo metió en la boca, mientras ladeaba un poco la cabeza con expresión de curiosidad.

—Bueno... quizá le falta un poco de sabor. ¡Pero no está malo! —le sonrió—. Seguro que se te va a acabar dando bien la clase.

Se giró hacia Úrsula con intención de probar también su creación... pero era imposible meterse en la boca aquella masa. Michael puso una sonrisa de circunstancias para tratar de animar a su amiga.

—Te aseguro que no te ha ido tan mal como a mí ayer en Encantamientos... —sintió un escalofrío al recordar su libro derribando pupitres—. No te preocupes, te echaremos una mano y lo limpiaremos enseguida, va.

Pero el más enfadado por aquél primer ejercicio era Colton. Michael al principio no entendió por qué estaba tan furioso, pero después vio el bombón sobre la mesa y escuchó lo que dijo. Recordó lo que el chico rubio les había contado en el tren al ofrecerles los bombones y comprendió. En realidad, a Colton no le faltaba algo de razón. Aunque también había que practicar mucho para dominarla, la magia hacía que muchas veces los magos y las brujas olvidaran lo difícil que era para los muggles hacer las cosas. Papá siempre decía que envidiaba lo fáciles que resultaban algunas tareas para mamá, que sólo tenía que florear la varita y ¡zas! Todo quedaba hecho.

Michael quiso decir algo para animar a Colton, pero en ese momento llegó el profesor Partwulf para supervisar el ejercicio. Cuando vio el pastel de Michael (o lo que quedaba de él...) le felicitó con aquella simple frase, que hizo que el chico de Ravenclaw se pusiera colorado hasta las orejas y se mirase los zapatos, musitando un "sí, profesor". Entonces Cletus le dijo aquello a Colton al probar su bombón y Michael sonrió. Su impresión de que el subdirector era un gran profesor se afianzó aún más. Siempre debía haber alguna Tauris, pero ojalá todos los que les quedaban por conocer fueran como Persimom y Partwulf.

—La magia mola —le susurró a Colton mientras iban a buscar los utensilios para ayudar a Úrsula con la limpieza—, pero tú sigue haciendo bombones a mano, que yo siempre querré uno.

Mientras limpiaban la mesa, el profesor explicó el siguiente ejercicio. Michael miró los escarabajos y se sintió un poco nervioso. No por los escarabajos en sí, porque aunque los insectos no le hacían ninguna gracia, los escarabajos eran de los pocos que le caían simpáticos. Eran regordetes y se movían despacio, no como las arañas o las cucarachas, que eran horribles. Pero le preocupaba que la transformación no saliera bien y los pobres animales sufrieran algún daño. Sobre todo si el hechizo era más complicado de realizar que con un objeto inerte, como decía el profesor. Pero no había más remedio que intentarlo, así que Michael cogió el escarabajo que le tocaba y lo observó, mientras movía las patitas entre sus dedos. Apuntó su varita y...

—¡S... SPHERA MUTATIO!

Otra vez había dudado al decir la fórmula, como el día anterior. El resultado fue decepcionante. El escarabajo se había puesto un poquito blanco, y las patas se le habían acortado, pero aún estaban ahí. Parecía una perla deslustrada y con unos curiosos apéndices que se movían.

—Este es más difícil —dijo Michael, fastidiado—. Profesor Partwulf... El escarabajo no lo estará pasando mal por esto, ¿verdad...?

Por si acaso, apuntó de nuevo al ¿perlabajo? con la varita y esta vez se obligó a concentrarse y decir bien el conjuro.

—¡FINITE MUTATIO!

Lo que sostenía entre los dedos volvió a ser un escarabajo perfectamente normal, y Michael suspiró aliviado. Al menos, deshacer hechizos seguía dándosele bastante bien. 

—Menos mal... —depositó al escarabajo en la mesa, ya había mareado bastante al pobre insecto—. Lo siento, ¿eh? Espero que al menos te den bien de comer.

 Colton estaba enfurruñado, y su sempiterna sonrisa pícara se había visto reemplazada con un ceño fruncido y cara de pocos amigos. Pasteles, pasteles que moviendo un palo aparecían, eso era un insulto para el sagrado camino del buscador del chocogrial, algo tan malo como si bastara mover una varita para pintar la capilla sin Tina o ganar una champions con el Wigan Athletic, una blasfemia. Úrsula estaba súper emocionada y Colt al ver su excitación decidió no chafárselo, se forzó a sonreír y le dijo - Es que el profe habla muy rápido, pero no te preocupes, te va a salir bien, y si necesitas un kamikaze bansai para probar lo que salga me ofrezco voluntario, tengo el estómago entrenado para aguantar bombas si hace falta - Y es que, en su búsqueda del chocogrial había hecho algunas cosas un poco, bueno, arriesgadas, como el día que puso guindilla fantasma en las garrapiñadas. A Michael le salió bien, pero es que Michael era listo, así que era algo que te podías esperar. A él no le salió bien, pero es que no quería que le saliera bien, así que cuando Úrsula le dijo que lo probara y que el siguiente le saldría mejor negó con la cabeza y negó

 - Esto es una blasfemia, me siento ofendido como cruzado del chocogrial....yo esto no lo pruebo, pero hay que hacerlo si se quiero aprobar... Ahora tú - Y Úrsula lo intentó y la cosa no salió bien, nada bien, y preguntó al profe si se podía despasetlizar la esfera. Miró el trabajo de Luna y sonrió al ver que más o menos aprobaría, aunque en el fondo no quería que nadie pudiera hacer pasteles así, aunque eso le hacía sentirse mal porque deseaba que sus amigos fallaran. Suspiró y se forzó a decir a Luna

 - El próximo te va a salir mejor, eres una bruja estupenda... es cuestión de práctica. - negó con la cabeza cuando le dijo que no serían buenos pasteleros y le dijo - Yo ya soy un gran pastelero, me he criado en una pastelería...es solo que a mi me gusta hacerlos con las manos, esto.... es trampa, y no me gusta.

Llegó el profe y le dijo que no tenía que avergonzarse por hacer mal un hechizo. Se esforzó en contener la furia y musitó entre dientes - Vergüenza me daría hacer los pasteles con una varita.... - Pero cuando se decidió probar su bombón se puso expectante, esperando el veredicto y cuando sonrió y dijo que había mucha magia sonrió y asintió. El profe molaba, había entendido que también existía magia en las cosas hechas con cariño y de modo artesanal, y esa iba a ser su manera, al menos con el chocolate por medio. Michael le dijo que la magia molaba, pero que el siempre querría sus bombones, y eso hizo que la tensión se despejara. Le sonrió y le dijo en modo de broma

- Llevan su tiempo, pero en cuanto encuentre la cocina haré unos cuantos... Aunque si quieres uno de los de Alondra.... - sonrió pícaramente mientras le guiñaba el ojo

Lo de Úrsula solo se podía arreglar con bayeta y agua, así que Colton le preguntó - ¿Te ayudo? Esto no es nada, si vieras las que liaba yo en la pastelería.... venga, anímate, ya has oído al profe, estamos aquí para superarnos.

Y como más o menos la clase se había enterado de la lección iban a pasar al nivel pro. El profe explicó que si querían pasar a nivel pro tenían que acumular energía, mover la varita para canalizar y....ahora lo iban a usar con un ser vivo. Colton sonrió emocionado. Aquello molaba, le iban a dar una tortuga e iba a ser el padre de Michelangello, molaba, molaba mil. Se empezó a mover inquieto en su asiento a la espera de que la lección continuara, pero no, eran escarabajos, bichos. Suspiró de frustración y siguió escuchando. Había que transformar un escarabajo en cuenta. Cuando lanzó el hechizo Colton retuvo la respiración preguntándose si el pobre bichito sufriría, pero la lección era difícil, así que tuvo que prestar atención. Había que hacer una S y una M, pero no se tenían que solapar....y encima los bichos se ibab a resistir. Vale, lo tenía, iba a coger la varita e iba a sacar un diamante del bicho ese, a lo grande. Cogió su escarabajo y dijo

- Perdone usted señor escarabajo, espero que esto no le haga daño.

Y movió la varita tal y como había dicho el profesor, más o menos, y dijo las palabras con una buen inflexión, pero no perfecta.

- ¡Sphere mutatio!

El hechizo había salido bien, más o menos, porque había transformado el cuerpo del escarabajo, pero las patas seguían siendo de escarabajo. Se había asustado el pobre bichito y empezó a corretear por la mesa. Lo tuvo que perseguir para que no se le escapara, así que cuando lo consiguió arrinconar movió la varita y dijo

- ¡Finite mutatio!

El escarabajo se transformó de nuevo, en uno normal. Colton suspiró de alivio y lo cogió y se lo puso en un dedo mientras se lo acercaba a la cara.

- Perdón, no quería asustarle. ¿Está bien?

El escarabajo no contestó pero revoloteó hasta posarse en su nariz, hacíendole cosquillas y haciendo que se riera con felicidad.

Colton estaba visiblemente fastidiado, pero Michael en cambio, había triunfado, y lo mejor era que no alardeaba de ello, solo disfrutaba como si fuese lo mejor del mundo. Se empeñó en probar mi pastel y fue demasiado amable, aunque no le dije nada. Solo... hice un gesto de "no digas tonterías", y con eso debía bastar.

Entonces se me ocurrió que quizás podía empezar a lanzar indirectas. Seguramente, necesitaría diez o doce antes de pillarlas, porque los chicos solían ser así.

-El tuyo ha salido muy bueno. Creo que cuando nos reunamos con el resto del grupo deberíamos probar a hacer el hechizo otra vez para que todos puedan comer. A Ivy le encantan los pasteles de chocolate, ¿Sabes?

Me dio mucha vergüenza decir aquello, así que me volví rápidamente para atender a lo que el profesor fuese a decir a continuación, mirando a Úrsula, a quien tampoco le había salido muy bien su hechizo.

-No te preocupes. Seguro que cuando estudiemos un poco más se nos da mejor -le dije, para animarla, mientras la ayudaba a limpiar la mesa de todos los restos que había pegados, junto con Colton -. Y tranquila que entre los tres limpiaremos esto rápidamente.

Estábamos terminando de limpiar cuando el profesor empezó a hablar acerca de lo que vendría a continuación: transformar a un ser vivo en algo. Aquello no me hizo mucha gracia, aunque me relajé un poco cuando vi que se trataba de escarabajos. Supuse que no sufrirían daño porque íbamos a hacer algo sencillo, como ellos.

Espero que no sufran, pensé.

El profesor nos dijo entonces que íbamos a transformarles en algo de tamaño similar, y lanzó un hechizo que me apresuré a anotar en cuanto observé el efecto que había provocado. De repente, el escarabajo quedó transformado en una preciosa perla.

-¡Oooooooh! -exclamé, sorprendida.

A continuación, imité los movimientos del profesor con la varita, varias veces, sin pronunciar el hechizo, e hice lo mismo con el contra-hechizo.

El profesor dijo que era difícil... así que veríamos. Sin perder tiempo, me apresuré a coger un escarabajo y volver a mi mesa. Lo coloqué en el centro de la misma y agarré con fuerza mi varita, efectuando los movimientos en silencio. Después, lo efectué en voz alta.

-¡Sphera mutatio!

Al instante, el escarabajo se hizo una bola lisa y perfectamente redonda, que cogí entre mis dedos y observé sorprendida. Después de unos segundos, volví a dejarla encima de la mesa y lancé el contrahechizo.

-¡Finite mutatio!

La cuenta se transformó de nuevo en el escarabajo, que caminaba tranquilamente por la superficie de madera. Contenta de haber conseguido hacerlo, empecé a dar pequeños saltos de alegría.

-¡Me ha salido, me ha salido!

Rápidamente, me volví hacia los demás. A Michael no le había salido muy bien; Colton parecía haberlo hecho un poco mejor. Pero Úrsula... seguía negada en aquella clase. No consiguió transformar al escarabajo, que parecía totalmente indiferente al hechizo.

-¿Estás segura de que lo has pronunciado bien? -le pregunté, observando más de cerca al insecto -. No te preocupes, Úrsula. En cuanto podamos, te ayudaré hasta que te salga bien el hechizo.

Uno detrás de otro fuisteis lanzando vuestro hechizo y contrahechizo, con diferentes grados de éxito, al igual que había sucedido antes, solo que en aquel caso, la dificultad era más que evidente y los resultados, por consiguiente, mucho más llamativos. El profesor tuvo que ir pasándose uno por uno revisando los intentos y arreglando los desaguisados que se estaban produciendo.

Cuando se acercó a donde estaba Michael, su pregunta fue respondida por el profesor con un simple movimiento de cabeza de un lado a otro.

Los resultados de Úrsula no le pasaron desapercibidos al profesor, aunque no dijo nada, pero tampoco los de Luna, que pareció dar en el clavo con su hechizo y contrahechizo. En este caso, asintió con la cabeza, también en silencio, felicitándola de manera sutil.

Finalmente, se colocó delante de toda la clase.

-Está claro que todavía estáis muy alejados del nivel que necesitáis para conseguir buenas calificaciones en mis clases. Vais a tener que estudiar muy en serio, jovencitos, si queréis terminar llegando lejos -comentó -. Solo algunos de vosotros parecen haber conseguido hacer bien las cosas, por lo que los demás tendréis que trabajar duro. Será mejor que anotéis las instrucciones que voy a daros.

Finalmente, cuando hubieron terminado, el profesor comenzó a explicar y dictar una serie de aspectos básicos sobre las transformaciones, buena parte de los cuales venía en el libro, pero que por supuesto debían formar parte de las clases, pues según sus palabras, "no se puede construir sin tener herramientas, y vosotros aún debéis adquirir las vuestras". El profesor era paciente, pero exigente. Explicaba deprisa, pero repetía cuando era necesario. Claro que cada vez que miraba, parecía como si se estuviese pensando si lanzar un hechizo desintegrador.

Finalmente, la clase fue llegando a su fin. Las transformaciones prácticas habían dejado sitio a una parte más de teoría, haciendo que las dos horas fuesen completas. El profesor parecía tomarse muy en serio sus explicaciones y esperaba que todos vosotros hicieseis lo mismo.

-Está bien, alumnos y alumnas. Basta por hoy. El próximo día continuaremos con todas estas cosas. Quiero que me hagáis las actividades que aparecen al final del primer capítulo en donde se indican ejemplos claros sobre hechizos y se hace hincapié sobre los fundamentos y las leyes de transformaciones de Kirch. No quiero errores en esos ejercicios o de lo contrario, tendremos que incrementar vuestro trabajo. Las transformaciones pueden ser desastrosas si nos e hacen bien desde un principio y me defraudaréis si no lográis todos a final de año unas calificaciones que estén muy por encima de la media. Por cierto, y antes de que se me olvide, señor Connor, Señor Cramson, señorita Ferlet, cinco puntos para cada uno por ayudar a su compañera. Considero que el trabajo en equipo es la mejor demostración que puede hacer un mago.

Y tras decir aquello, dio por finalizada la clase.

Sin apenas tiempo para respirar, ambos teníais a continuación clases diferentes, por lo que apenas disponíais de unos momentos para ir a recoger vuestras cosas y marcharos al nuevo aula.

La clase tocó a su fin de la peor manera posible, con deberes. No se valía. ¿Por qué? ¿Por qué los profesores los castigaban con tanta crueldad? Deberes, deberes y más deberes. ¿Como iban a explorar y hacer travesuras si tenían que hacer deberes todo el rato? Bufó desinflándose como un globo y compuso una sonrisa de resignación. No tenían el nivel, pero jo, que era el primer día, que estaban en primero y el profe esperara que hicieran no sé, integrales mágicas, o ecuaciones de 2 incógnitas de hechicería, y no, aquello tenía que ser poco a poco, primero un 1 +1 y luego si eso ir incrementando la dificultad.... Mucho habían hecho no convirtiendo a ningún escarabajo en uno de esos comecarne que salían en la momia.

Entonces dio puntos a las casas por el esfuerzo, especialmente a los que habían ayudado a Úrsula. Los puntos se fueron a Luna, Michael y Nolan. Colton se giró y le guiñó un ojo con una sonrisa pícara. Parecía que el profe se había confundido, y creía que Connor era Colton, y Colton era Connor, y Connor era..... un lío, o, igual era algo peor, igual el profe era....bizco. NOOOOOOO, LOBEZNO NO PUEDE SER BIZCO!!! Asintió con una pequeña sonrisa para no comprometerse a nada y cuando salió de clase bufó fastidiado

- Jo, más deberes, esto es como un campo de concentración de las tareas, si no pasa una desgracia te mandan deberes, y a veces hasta pasando una desgracia te los mandan.... - Miró a Michael y se rió - Aunque estoy seguro que algunos son muy felices con los deberes. Que envidia, a mi no se me da nada bien.. - y entonces vio a Úrsula, que no había tenido mucha suerte en la clase. Compuso una sonrisa llena de confianza antes de decir - Pero en seguida os pillaremos, los muggles tenemos mucho powa dentro... Os damos ventajilla, pero en cuanto hagamos peleas de hechizos os vais a enterar - La idea le hizo sonreír ilusionado - ¿Por qué.... hay peleas de hechizos, verdad?

Y tras un poco de charla animada comentando lo que le había parecido la clase Colton se dirigió a la siguiente en compañía del resto de leones.

Mientras todos los alumnos intentaban el hechizo con sus escarabajos, Michael se volvió hacia el resto del grupo. A Colton le había ido más o menos como a él, pero Luna había tenido un exitazo. Michael sonrió mientras el profesor Partwulf asentía en su dirección.

—Alucinante... —le susurró a Luna.

El comentario de que aún les faltaba nivel hizo que Michael pusiera un poco cara de fastidio. Pero estaba claro que el profesor tenía razón al recordarles que estaban empezando y que aquello no iba a ser fácil. Debían esforzarse a tope. Michael se afanó en copiar lo mejor que pudo el resto de la lección y tomar nota de los deberes que tenían que presentar el próximo día. Cuando oyó su nombre entre los que pronunció Cletus para premiarles con cinco puntos, alzó la mirada sorprendido. Dudó un instante sobre si dar las gracias al profesor, pero este se marchó antes de que pudiera decidirse.

Se volvió hacia el resto, con una sonrisa de oreja a oreja. La clase había sido una pasada, y había terminado de la mejor forma posible. 

—Esto... pues... ¡es que los deberes son importantes! —dijo al no encontrar nada con lo que rebatir las palabras de Colton. Era verdad que tenía ganas de estudiar y ver cómo podía mejorar sus habilidades—. No pasa nada, Colton. Si ves que te atascas con ellos, yo intentaré echarte una mano si quieres...

Pero Colton ya les había lanzado aquél desafío, lo que hizo que Michael volviera a sonreír.

—Emm... sí, hay "peleas de hechizos". Pero en Hogwarts no se permiten los duelos, tendremos que esperar a que nos los enseñen en clase. Seguramente en Defensa Contra las Artes Oscuras...

Ya no tenían mucho más tiempo para charlar, él debía irse junto al resto de Ravenclaw para asistir a clase de vuelo.

—Bueno, suerte para la próxima clase. Creo que os toca Encantamientos, ¿no...? Uf... ¡mucho ánimo con Tauris! —exclamó mientras echaba a correr en dirección al exterior del castillo.

Los hechizos me habían salido bastante bien, así que me sentía muy satisfecha por eso. No me lo esperaba en absoluto dado que creía que únicamente iba a poder hacerlo así en Pociones. Pero bueno, quizás no fuese tan mala después de todo, ¿no? 

Sin embargo, no me gustó que los demás tuviesen dificultades. Estaba claro que a Úrsula y Colton, menos familiarizados con la magia, les costaba mucho más realizar los hechizos y sobre todo, enterarse bien de las cosas. Iban a necesitar más tiempo y sobre todo, ayuda. Pero para eso estábamos los amigos, ¿no?

Cuando el profesor pasó por mi lado me hizo un gesto que me hizo sentir orgullosa, pero me repetí a mí misma que eso no podía hacer que me olvidara de lo que de verdad importaba. El comentario de Michael me hizo sonreír, pero rápidamente me obligué a que desapareciera.

Luna, lo importante no es lo que eres, sino lo que haces. Recuerda que aunque tengas esta maldición de por vida, está en tu mano impedir que te domine. Y esto es igualmente válido para todo lo demás. Jamás olvides quién eres.

Las palabras de mi mamá, Janice, cobraban ahora un significado inesperado cuando regresaron a mi cabeza. No se trataba solo de la licantropía, sino también de ocuparme de lo importante y para mí eran mis amigos. Nunca los había tenido, y menos aún que me defendiesen y ayudasen, así que sacar buenas notas estaba bien y todo eso pero... no era ni de lejos, ni podía dejar que lo fuese, lo que más valoraba.

-No es para tanto -le dije finalmente a Michael.

Después tuvimos que seguir anotando cosas porque el profesor continuó hablando un buen rato sobre las transformaciones, cómo se hacían y las consecuencias que podían tener, lo que hizo que no pudiésemos hablar en un buen rato. Y encima hasta nos mandó actividades.

Colton bromeó con todo aquello, pero en el fondo sabía que le importaba, así que le seguí la broma sobre que nos alcanzaría, pero añadiendo algo más.

-Vale. Pero por si acaso, esta tarde te ayudo con los deberes, ¿de acuerdo? Seguro que entre los dos lo hacemos mejor... o entre los tres, porque Úrsula se nos va unir, ¿verdad?

Michael también se ofreció y es que a pesar de estar en Ravenclaw, podíamos contar con él siempre que quisiéramos y eso lo sabíamos. 

-Si quieres podemos ir a la biblioteca y trabajar allí. Así podremos hacerlos todos juntos. ¿Os parece?

Lo que de verdad no me esperaba era que nos diese cinco puntos a cada uno de nosotros por ayudar a Úrsula. Por lo visto no se le escapaba nada y la manera en que lo dijo... hizo que fuese inevitable volver a sentir algo de orgullo. Claro que menos mal que había sido yo, porque de estar Ivy, fijo que se moría de vergüenza.

Cuando acabamos la clase, apenas teníamos tiempo para nada. Nos tocaba Encantamientos, lo que significaba que otra vez habría que aguantar a la Tauris con su mal genio y aquel desprecio con el que nos miraba. Pero en fin, había que aguantarse.

-Eh... sí, gracias. Ya te contaremos. Y buena suerte a ti con... ¿vuelo? Sí, te toca clases de vuelo, ¿verdad? Pues ya nos contarás que tal -le dije a Michael, antes de salir corriendo junto a los demás para ir a la clase de Encantamientos.