Partida Rol por web

Se hayaba sentado sobre un pedrusco, meditando, cuando de pronto un grito estruéndoso y eufórico sonaba en el interior del bosque.Eolides abre los ojos molesto.

-Grr....¿tienen que armar alboroto hasta para buscar leña...?- pregunta retóricamente, levantándose de la piedra.

-Déjalos, son unos trozos de carne humana inútiles.Deberían perecer, y tu deberías marcharte con sus caballos y sus provisiones.....humhumhum....Recuerda cual es tu misión estúpido elfo.Que ningún humano se interponga en tu camino o me veré obligado a coger las riendas...- unas palabras amenazantes y frías suenan en su cabeza, dejándole dudoso.

-Sólo será un vistazo, o ¿es que acaso tienes miedo?- le responde en voz alta, agarrando su cayado dispuesto a marchar hacia el interior del bosque.

-Idiota, no es cuestión de miedo o no.Es cuestión de llegar intacto ante la bruja.Si ahora no tienes practicamente posibilidades de derrotarla como vas a hacerlo herido.Piensa un poco cerebro de mosquito- termina por decirle.Eolides finalmente decide avanzar entre los troncos perdiéndose en la espesura, siguiendo aquel grito.

Sigue intentandolo, usando todas sus fuerzas y las enseñanzas tanto del hombre como del elfo. No es muy certera, pero al menos consigue mantener a un par de ellos a raya. Aunque con la mala suerte de uno de esos le da un zarpazo en toda la espalda.

No le hace mucho daño, pero la desestabiliza, se gira y con toda su fuerza intenta cortar la cabeza de aquel ser, pero solo consigue hacerle un tajo en el cuello. La criatura intenta atravesarla con su arma, ella se aparta y en ese instante, le atraviesa por el estómago.

Nathan estaba cansado, el sudor bañaba su cuerpo y lo sentía frío bajo la ropa. Mantener el ritmo de la lucha con esos seres, mucho más rapidos que él, era brutal, para colmo, tenía que hacer frente a dos criaturas a la vez.

La sangre corría por el filo de su wakizashi, el tsuba, antes de color plata, ahora estaba teñido de carmesí, y goteaba por sus dedos.

El cazador de brujas dio un paso al frente y tanteó a su rival con una estocada de frente, éste contraatacó con un zarpazo fuerte, tanto que le hizo apartar el filo de su espada y dejar su guardia fuera de juego, pero antes siquiera de que aquella bestia rauda le atacara, Nathan se le echó encima con una carga, yendo a por todas.

La segunda criatura le mordió en el hombro con sus dientes podridos y el cazador soltó un gruñido. Con un codazo en el hozico de la bestia logró apartarla.

Nathan golpeó con la pierna la cara de la primera, que estaba en el suelo por su carga y luego introdujo su Esclavona por la garganta de la criatura, aunque sin ver venir a la segunda, esta sacó un puñal casi oxidado y lo clavó en el maltrecho hombro de Nathan.

El cazador rezó para que el puñal no estuviera envenenado mientras aullaba de dolor. Con un movimiento fluido, cortó la zarpa de la rata con la espada corta, de forma limpia. Pero el combate no había acabado...

Pronto llega la ayuda... el elfo se abre paso entre la maleza para llegar al lugar donde Saffron y Nathan mantienen una batalla a muerte con los Scavens... parece que los buenos están pasando por un mal momento...

Eólides llega a la zona de batalla.Parecían estar en peligro, aunque también les plataban cara valerosamente a aquellas criaturas.Sin pensárselo pronuncia unas palabras élficas y con una vuelta de 360 grados apunta su oscuro cayado en ese momento rodeado por un aura carmesí oscura hacia el cuerpo de Saffron.Le vendría bien una protección por si alguna de aquellas criaturas osaba atacarle.

-Siente el poder del fuego humana- comenta mientras intentaba que su hechizo se completara a la perfección.

Los Skavens caen ante el poder de los 3 compañeros de viaje. Sus heridas no es que sean lo mas importante del mundo y solo con un poco de descanso sanarán. La hoguera aun sin encender les espera junto con un jabato aun sin cocinar... 

Vuelven al campamento "base" y deciden descansar allí durante el resto del día y salir con los primeros rayos de sol...

Su destino? fácil... Hacia las cumbres de hielo, más allá de la ciudad de Muro, más allá de las planicies de hielo... Allí, al lugar donde se refugia esa vil bruja que con su corazón negro tiñe de oscuridad y maldad las tierras del reino.

Tras esperar unos días a Ceamus en Puerto Grande, los dos compañeros de éste creen que se debe encontrar muy lejos y que seguramente esa no es la dirección que han tomado: ni Ceamus ni Nathan y los demás...

Al cuarto día de espera, miran el mapa y deciden que lo más probable es encontrarlos en Muro, el último pueblo antes de las planicies de hielo y las cumbres que son los dominios de la bruja.

Black alza el vuelo junto con Erhin y ponen rumbo a Muro.

El sonido de los cascos al golpear con fuerza la tierra, es como el trueno en una tormenta de negras nubes. Atrás dejan los bosques y frente a ellos sólo las llanuras de hierba alta... Su destino está lejos, pero los dioses acompañan en ese destino que ellos mismos les han encomendado.

Los días largos del sur dan paso a los cortos días del norte, donde la oscuridad es cada vez más negra y las estrellas y la luna son las reinas del firmamento.

El frío cada vez es mayor y atenaza a sus huesos a pesar de llevar pieles encima de sus ropas de viaje... y en el cielo, en el dominio de las nubes, aun es peor...

Pero, tras muchos días de frío y sufrimiento, todos llegan a Muro, la última frontera, el último pueblo antes de los dominios de la bruja.

Hemos llegado a Muro, fue una suerte encontrar a Ceamus en nuestra antigua parada, me llamó la atención que aquel pastor hablara de un Fauno que ayudó a sus ovejas, que se hospedó en su casa y se lleno la panza con buen vino y miel, a decir la verdad mi único pensamiento fue el de imaginar que era Ceamus, para ir a donde nos dijo aquel pastor y encontrarlo tocando su instrumento al amparo de la naturaleza, la verdad que fue una suerte encontrarte, tal vez los designios del destino, aunque personalemente no crea en ello, era que te encontraramos en aquellos parajes para que vinieras con nosotros.... -decia Blackheart con un tono amigable y tranquilo -

Supongo que aqui Nathan , las señoritas, el elfo chungo y demás, esten ya en Muro, las complicaciones por el clima en estos últimos días, nos ha atrasado tanto, como para llegar a la par que ellos, sería buena idea que prepararas ese té tan delicioso que preparas Erhin, para que nuestros cuerpos y corazones esten calientes, asi , pienso que una melodía que toques tú, nuestro gran amigo Ceamus, alegrará nuestra alma y nos llevará a la calidez de nuestro ya atrás hogar - decía Blackheart sonriendo a ambos -

Mientras que hacéis ambas cosas, intentaré aterrizar el barco cerca del pueblo, en algún sitio más o menos seguro, mucha gente aun no está acostumbrada a ver un barco volador, sobretodo si son pueblos del interior... - decia pensativo Blackheart -

Lo más seguro que sea nuestra última parada, o penúltima depende de que casos... -terminaba de decir Blackheart -

-Al fin llegamos,Muro- comenta a sus compañeros de viaje cuando observa que allí estaba el barco volador.

-Nunca antes había estado tan cerca de su reino, por fin, por fin podré cumplir mi cometido- decía ansioso, con su mirada ida por la agonía que sufría y la rabia y oscuridad que aumentaban en su corazón conforme se acercaban más a ese reino helado.

-No podemos pararnos ahora, partamos nada más provisionarnos, es nuestra oportunidad- sentía el frío congelar su piel, pero ahora mismo era tantas las ganas de destruirla que no sentía nada más.

Nathan Cross alzó la cabeza más de lo que debía, pues la sombra de su ala ancha del sombrero a penas le dejaba ver. Pero se estremeció al ver esas tierras yermas, frías y oscuras, hogar de terrores y pesadillas. Un lugar en el que Nathan Cross habría elegido para vivir.

Nathan no paraba de envainar y desenvainar la hoja de su espada para evitar que la hoja se congelara por el frío y cuando necesitara sacarla, le dejara perdido.

El cazador se abrochó el abrigo y alzó la mano hacia Saffron para ayudarla.

-Estoy de acuerdo con el elfo.

Añadió.

-Llevemos el fuego de la justicia al corazón de estas tierras.

Cuando estuvieron ya tranquilos, agradeció al elfo que la ayudara en la pelea, había sido todo un detalle que lo hubiera hecho para ella y que gracias a él, consiguiera acabar con esos seres.

Cogió la mano del hombre y subió delante de él en el caballo, estaba tiritando de frio al ir ella sola y al pegarse al pecho del hombre, ya entraría en más calor.

- Son ellos, verdad? - dijo refiriendose a la nave.

- Que bien que hayamos llegado a la vez.. - decía mientras tiritaba, no estaba acostumbrada a ese frío.