Partida Rol por web

David apretó los dientes con enfado. 

"¡Maldición! Se nos han escapado."

Se rascó la barbilla con frustración.

"¿Has visto el maletín que se llevaban?" le preguntó a Anne. "Es muy sospechoso que se hayan retirado por una puerta secundaria y antes del anuncio. tenemos que averiguar qué están tramando. Mejor regresemos con los demás."

Se dio la vuelta para regresar al interior.

Los cinco exploradores os reunís de nuevo en el interior de fiesta. La gente no cesa de sonreír, embriagada por la emoción y el alcohol. De repente, la música cesa y un estridente sonido os llama la atención.

- ¡Bueno, bueno, bueno, damas y caballeros! Llegó el momento que todos estaban esperando. - Anuncia un Cornelius con evidentes copas de más golpeando una larga cucharilla de metal para remover combinados contra su copa. - Les presento el acontecimiento arqueóligo del milenio. - Dice con un manifiesto exceso de solemnidad.

Dicho esto, con un movimiento de mano ordena a dos de los sirvientes de su mansión que abran dos altos portones de gruesa madera con fantásticos relieves trabajados. Al otro lado se ve una gran salón atiborrado de palas, quinqués, montones de cajas... Es enconces cuando Cornelius sigue hablando desde la media altura de las escaleras que llevan de la planta baja, donde está la fiesta, hasta la primera planta, los aposentos.

- Les doy la bienvenida a mi sala de juegos, que está ocupada provisionalmente por objetos relacionados con mus últimas actividades. Ruego me disculpen el desorden. - Apura el último trago de su copa y la lanza por su espalda, rompiéndose en mil pedazos contra los escalones de mármol. - Les invito a todos a que pasen y se pongan cómodos, por favor.

Se ve que nuestro anfitrión se esta divirtiendo mucho con la fiesta, o bueno con el Alcohol - hans observa desde lejos entre la gente la estancia que ahora se abre para ellos- la verdad es que esperaba un poco mas de profesionalidad en esta velada, un poco desordenado es una manera suave de decirlo, pero bueno acerquemonos esto pinta interesante-l joven se recoloca las gafas y avanza con sus compañeros a la estancia

Desde que se enteró del supuesto motivo de la fiesta, no había dejado de pensar en toda la historia de Ramsés que conocía por sus estudios. Causa de su trabajo, había leído varios libros prácticamente a regañadientes para tener la información suficiente como para mantener una conversación decente con un entendido en la materia a pesar de que no le gustaba, un factor obligado con el que debía lidiar.

Todavía escéptica, la balanza se inclinaba a la creencia de que era cierto por el espectáculo que mostraba Cornelius, ¿para qué tanta vuelta si al final era solo una artimaña? No hablamos de una joya, sino de un hecho histórico.- Se sumó a la gente que seguía al anfitrión hacia el gran salón, sin prestar demasiada atención a los objetos de exhibición que tenía en los escaparates.

David, ¿buscamos asiento? – Se acercó a su prometido, señalando con un golpe de cabeza a unas sillas libres en las que acomodarse.

Cornelius entra entre aplausos en la sala y extrae de un armario una mesa con ruedas sobre la que hay un proyector de diapositivas. A una señal suya, uno de sus sirvientes apaga las luces y sobre la pared del fondo se proyectan una colección de imágenes de excavaciones. Mientras ocurre esto, Cornelius va preparando el terreno con frases pretenciosas como "durante muchos años...", "os estaréis preguntando qué estamos excavando..." y "nunca imaginé lo que me deparaba mi increíble tenacidad...". Tras varios minutos más de divagaciones, Cornelius suelta la bomba informativa:

- Así es, damas y caballeros. Estoy a punto de descubrir la tumba de Ramsés II, en cuyo interior supuestamente se encuentran algunos de los más célebres tesoros de la egiptología.

La sala se entrega en un fuerte aplauso que Cornelius no duda en saborear al máximo, abriendo los brazos e inclinando ligeramente la cabeza, recogiendo agradecido todos esos vítores.

- La historia - continúa - que se conoce de la tumba, y que hemos dilucidado a través de pergaminos y otras fuentes de la época, es que Ramsés hizo construir su tumba en una localización exacta tras haber propagado una leyenda en torno a las tierras sobre las que finalmente la construiría. La historia que contó fue que se trataba del hogar del mismísimo Anubis, y que aquel que intentara profanar su lecho sufriría el castigo que el mismísimo Dios de los Muertos aplicaría. - Se escucha un tremendo ooohhh de sorpresa en la sala. - Lo sé, lo sé, pero eso no me va a detener. He encontrado la tumba y estoy muy cerca de abrirla. Tan sólo - dice levantando el dedo índice de su mano derecha y fijando la mirada en la proyección - nos queda encontrar el último de los cuatro estuches que abren la cámara mortuoria.

Cornelius sostiene la mirada unos segundos de todo su público, el cual está encantado con la grandilocuente disertación sobre sí mismo que está haciendo el excéntrico heredero. Luego, gira ciento ochenta grados, mirando hacia la puerta por la que todos los asistentes han entrado a la sala y extiene su mano, que sostiene una nueva copa.

- Ahora, les mostraré uno de esos estuches. ¡Por favor, Harrington - dice, llamando a uno de sus criados -, pase con...!

De repente, la doble puerta de la sala se abre de golpe, produciendo un gran estruendo, y el que debe ser Harrington, un criado de unos sesenta años y pelo cano encima de las orejas, entra apresuradamente y faltándole la respiración.

- ¡Señor, el estuche ha desaparecido! - Se produce un eterno segundo de silencio en el que Harrington toma aliento y Cornelius borra la sonrisa dejando caer la copa al suelo, perplejo. - ¡Lo han robado!

- ¡Señor, el estuche ha desaparecido! - Se produce un eterno segundo de silencio en el que Harrington toma aliento y Cornelius borra la sonrisa dejando caer la copa al suelo, perplejo. - ¡Lo han robado!

Hans se queda perpejlo al escuchar lo del robo- Habeis escuchado esto me da mala espina , algo tan valioso ha sido robado en las narices de tanta gente acaso no contaban con seguridad, abra un ladr´pn entre nosotros- despues rapidamente empieza a mirar alrededor por si ve a alguien sopechoso intentando salir de la fiesta aprovechando la confusión, si habia alguien a su vista que pudiera ser el ladrón  sus ojos captarian algún detalle sobre ello o eso esperaba

Sin dejarme impresionar por el discurso, observo a ese borrachín megalomano hacer un "magistral" presentación. Mientras sus palabras entran por mi oído derecho y salen por el izquierdo, mi cerebro solo se escucha a si mismo. Si bien entiendo que alguien desee salir corriendo de aquí a invertir su tiempo en otros menesteres, parezco ser el único que piensa así, por lo tanto es raro que el tal Zimmer se haya marchado así.

Tras salir a la luz el robo, me giro hacia el aviador y le pregunto tranquilamente:

-Y ¿Por dónde dices que se fue Zimmer con su maletín?

Estás bastante seguro que allí dentro no está el ladrón material pues todas las reacciones parecen genuinas. Además, no nadie podría esconder un estuche egipcio entre aquellos escotes de gala y blazers a medida.

Comienza a cobrar intensidad una nueb de silbidos y abucheos. Los asistentes, que se sienten engañados, se levantan de sus asientos indignados. Se escuchan proclamas que califican de tomadura de pelo la escena, de farsa organizada por un Cornelius que, en realidad, no ha encontrado ninguna tumba.

El éxodo de visitantes se dirige hacia la puerta de salida mientras Cornelius Hollister intenta por todos los medios intenta detenerlos, pero rápidamente comprueba que sus intentos caen en saco roto. Los invitados se marchan.

Consumido por la ira, Cornelius llama a gritos a sus sirvientes, los cuales acuden a la carrera para recibir instrucciones de su amo.

Sí, vayamos con él.

Ve a Hans mirando minuciosamente hacia la puerta de salida.

¿Qué estás hacien…

Al comprender que Hans estaba intentando averiguar si podría ser que el ladrón seguía entre ellos no le dijo nada con tal de no distraerlo, y ver si aportaba datos nuevos.

- Traiganme a Zimmer, ¡ahora! - Grita un furioso Cornelius Hollister mientras algunos de sus hombres salen corriendo. Luego, se gira hacia Harrington y pregunta con un tono más respetuoso mientras le pone la mano en el hombro. - ¿Qué más tenemos?

- Nada, señor. Su dinero y sus documentos financieros están intactos. - Responde éste.

- ¡Ese jodido zorro alemán me la ha jugado! - Grita, a la vez que golpea con el puño una torre de cajas, que se desmoronan y tiran también al suelo un conjunto de palas y picos que estaban apoyados en la pared, provocando un pequeño desorden.

Los invitados ya casi han abandonado la mansión, en sus coches o en los propios coches que Cornelius puso a disposición de ellos para acudir a su fiesta. El aparcamiento está practicamente vacío. La mansión es la viva imagen de la gloria perdida.

Es imposible que algun invitado esconda la reliquia entre estos ropajes de fiesta - Hans no puede observar nada fuera de lo común en invitados y empleados de la fiesta.

¡Ese jodido zorro alemán me la ha jugado! - Grita, a la vez que golpea con el puño una torre de cajas, que se desmoronan y tiran también al suelo un conjunto de palas y picos que estaban apoyados en la pared, provocando un pequeño desorden.
 

Alguno a visto salir a Zimmer , parece ser que es el maximo sospechoso en esto lo que se refuerza con mis sospechas de que pueda trabajar para nuestro amigo sin brazo y el tercer Reich- a Hans no le gusta aquello, puede volverse el tema algo peligroso de nuevo pero si sus sospechas son ciertas y ese grupo esta implicado aquello lo acercara a la verdad de la muerte de su padre- quizas deberiamos hablar con el anfitrion y ver que nos cuenta

Escucha atentamente las palabras de Hans

Si lo que dices es cierto, deberíamos ir a hablar con él ya. Tenemos que encontrar ese coche antes de que puedan salir de Tebas y les perdamos la pista.

Se cruza de brazos, esperando a que se dirigieran hacia Cornelius

A diferencia del resto, Madeleine estaba relativamente tranquila, como si se hubiera imaginado esa posibilidad dentro de todas las opciones. El hecho de haber organizado tal magnánima fiesta llena de secretismo e incertidumbre había traído la atención de los más codiciosos, aquellos que se habían acercado a él para intentar sonsacar perlas de información sobre las verdaderas intenciones del anfitrión. A todo eso había que sumarle que incluso ella misma, que había estado un tanto despistada, había escuchado el rumor de la tumba de Ramsés II, algo tan significativo que podría llenar las arcas de por vida de su descubridor, ¿quién no podría estar tentado a robar tal hallazgo? Porque no, no le importaba demasiado el hito histórico, las nuevas teorías sobre faraones o a saber qué cuentos sobre Ramsés, sino la cantidad económica que eso traería.

Me sorprende que no haya dispuestos a seguridad especial para ello.- No quería decir que se había confiado demasiado tal vez halagado por la posibilidad de estar en las noticias, pero había sido bastante iluso en confiar en el resto para que no se adueñaran de los estuches.- Debe de haber algo más, no puede haber sido tan fácil.- La joven cavilaba en voz alta antes de desviar su atención al jaleo general que reinaba en la sala.- Vamos, tenemos que averiguar más si queremos avanzar.- Y así, echando una leve mirada al resto de compañeros, dirigió sus pasos hacia Cornelius.

Esquivó algunos invitados que se habían quedado murmurando sobre el robo mientras salían de la mansión para poder llegar hacia Cornelius, empezando ella el diálogo.

Lamento el robo, pero creemos que podemos ayudar.- Miró a sus compañeros sin meterse demasiado en presentaciones, ya que el tiempo apremiaba y se imaginaba que el hombre no estaba para formalidades.- Hemos visto salir a Zimmer por la puerta norte, iba con un maletín.- De nuevo miró al resto para que confirmaran sus palabras ya que podía haberse confundido en algún punto.- Si se da prisa podrá alcanzarlo.

Cornelius aprieta la mandíbula hasta que su rabia interior es incontenible y lanza un grito de odio.

- ¡A los coches!

Sus hombres salen corriendo hacia la zona de aparcamiento mientras él puntualiza a gritos: - ¡Recompensaré a quien me traiga a ese hijo de perra!

Rápidamente, se gira hacia la Srta. Archer y le lanza las llaves de un Sedán a la vez que le señala con el dedo: - Usted, tráigame a ese hombre y no tendrá que preocuparse por el dinero jamás en su vida.

A continuación, sale corriendo y se sube a uno de los coches con los que sus hombres salen a peinar la zona.

No se porque creo que es no va acabar bien- Hans al ver como todo el mundo se lanza hacia los coches, se ve preocupado - señorita Archer adelante abra la marcha- dice señalando el aparcamiento instando al grupo a correr hacia los vehiculos, pese al peligro que se avecinaba era prioritario recuperar aquella reliquia, no debia caer en manos de gente que la venderia en el mercado negro o la tendria en alguna triste colección privada