Partida Rol por web

El gato no era más que una molestia para Séperis. Le preocupaba que le arañara los ojos, pero no demasiado, pues como criatura voladora, contaba con una membrana protectora  que los hacía menos vulnerables a tales agresiones. Aun así, cerró los párpados para evitar accidentes.

Balanceó la cabeza hacia un lado, después hacia el otro y, de repente, una sacudida y una dentellada que a punto estuvo de atrapar al gato.

Rya, cuando vio que Sésperis se preparaba para repetir la maniobra, salió como una exhalación de la tienda y agarró a la dragonnel por el cuello mientras trataba de quitarle el familiar de encima a manotazos. ¡Fuera! ¡Quita!

Por eso, Rya no tenía familiar. Podían tener un vínculo mágico e inteligencia, pero seguían teniendo el instinto de animales.

No te lo comas, le dijo al oído a Sésperis. Animales domésticos y ganado no, ¿te acuerdas?

Berenice se dedicó a observar la tienda mientras a Rya terminaban de limpiarle el polvo, en busca de algo de su interés. Como no encontró nada más de lo que había comprado, esperó atusándose las alas. Cuando escucharon el maullido y los rugidos del gato, la sacerdotisa miró hacia arriba y contempló asombrada la furia del gato, desmedida porque le habían robado un cuadradito de Sol. Era un gato demasiado agresivo, vaya carácter.

-¿Está castrado? -preguntó a Pinna. No estaba muy familiarizada con el aspecto salvaje de los familiares de los magos, de modo que preguntó desde su total ignorancia.

Salió fuera y trató de quitarle el gato de la cara a la pobre Sésperis.

-Vamos, gatito, déjalo ya, que te vas a hacer daño.

—¿Que si está... qué? ¡No! —respondió escandalizada Pinna.

Mientras tanto Misifú se escurría entre vuestros brazos como si fuera esencialmente líquido. Dibujó tres ardientes líneas en la mejilla de Rya, le saltó sobre la cara a Berenice y cayó limpiamente en el suelo. Os dirigió un ademán desdeñoso, como si resaltara que esperaba que hubierais aprendido la lección, antes de dirigirse de nuevo al interior de la tienda.

—Lo siento, espero que estéis todos bien —se disculpó Pinna—. Como ya os he dicho, es un salvaje.

Suspiró profundamente.

—Bueno, ¿hay algo más que pueda hacer por vosotros?

Sésperis, libre de la bestia diminuta, hizo caso del consejo de Galatea y metió la cabeza por la puerta de la tienda. Rya tuvo que agacharse para entrar por debajo del cuello de la dragonnel. Se limpiaba la mejilla arañada con un pañuelo.

El salvajismo se cura con disciplina, dijo. Un régimen de dieciséis horas diarias de trabajo duro, entrenamiento, rezo y estudio no hizo daño a ningún joven.

Rya no empleaba pergaminos si podía evitarlo, y las pociones eran latosas cuando combatías cara a cara con los villanos, así que no tenía nada que comprar. Tan solo quería cenar, acostarse temprano y salir muy temprano para llegar a Velarburgo con horas de sol suficientes como para no perder otro día.

Galatea le dió unas palmaditas en el hombro a Rya. 

—Me temo que en este caso concreto eso no aplica—dijo antes de dirigirse a la maga empresaria de nuevo—. De momento creo que eso es todo,  ya nos veremos en otro momento que pasemos por aquí. Que tengas suerte, Pinna. 

Lo cierto es que ella también empezaba a tener hambre. Y pese a que no necesitaba descansar tanto como los humanos, no significaba que no lo necesitase en absoluto. Quería hacerlo y partir al alba para llegar a Velarburgo cuanto antes. 

Berenice se frotó la cara, era un gato malcriado y a Pinna le hacía falta un poquito más de asertividad con su familiar. Era un animalillo travieso y arrogante, pero en fin, nadie tenía la culpa de eso. Ya escarmentaría, uno de los dos, al menos. Y esperaba que fuese Misifú.

-Pues, ya que lo dices... -"¿Sabes algo sobre Netheril? Porque debo ser la única persona que no sabía nada sobre eso" Berenice revisó su mochila-. No, ya está todo -dijo con una sonrisa nerviosa.

De modo que os dirigisteis a la única posada que poseía Roble Muerto. No era la posada de vuestros sueños. A decir verdad, sus servicios eran más bien humildes, pero al menos pudisteis encontrar la carne en el estofado que sirvieron en la cena. Cuando subisteis a las habitaciones, no había ratas. No había habitaciones individuales, sino que tuvisteis que dormir los cuatro juntos en la misma habitación.

Era media noche, y apenas habíais conciliado el sueño cuando una tremebunda explosión os despertó de pronto. Savinian estaba aún despierto, asomado a la ventana.

—No me... —ahogó la maldición—. Es la casa de Pinna. ¡El fuego de alquimista! ¡Dijo que le ponía nerviosa tenerlo en su casa!

El drow dio un puñetazo contra el alféizar.

—¡Supe que debíamos habérselo comprado!

—Si hay que comprarle el fuego de alquimista a alguien para que no le explote la casa creo terminaríamoa antes diciéndole que directamente no lo fabrique—masculló Galatea tratando de calmar a Áscalon que se había puesto a lanzar gañidos agudos ante el nerviosismo provocado por la explosión. El lobo movió suavemente la cola cuando la druida le susurró algo aunque aún tenía las orejas hacia atrás—. ¡Vamos!

Sin decir nada más, salió corriendo por la puerta con Áscalon a la zaga. ¡Demasiado había sido pedir una noche tranquila! 

Berenice estaba dormida profundamente y el sobresalto la impulsó fuera del colchón hasta caer junto al camastro, torciéndose un ala.

-Ay, qué daño... -lloriqueó mientras intentaba recolocarse el ala en una posición correcta. Con el pelo enmarañado sobre los ojos, se puso en pie y se tambaleó por el peso de las alas, mientras las agitaba para despertarlas. Se apartó los mechones para ver lo que estaba sucediendo-. ¿La casa de Pinna? ¿Ha explotado? Pero el fuego de alquimista no funciona así, ¿no? Ay, ay, a ver qué ha pasado.

Cogió su mochila se asomó a la ventana y alzó el vuelo en dirección a la casa de la hechicera. Se escoró hacia un lado y descendió, tenía las alas dormidas y rozó el suelo con los pies un momento antes de impulsarse hacia arriba. Medio dormida, se desplazó hacia delante. No debería haber saltado por la ventana, no era una buena idea, ¡podía haberse partido la crisma!

El estallido sacó a la paladina del duermevela que precede al sueño profundo. Con ojos cansados, se arrastró a la ventana junto a Savinian para ver lo que pasaba. Un instante después que el drow, reconoció la silueta de la tienda de Pinna entre las llamas.

Suerte que habían tenido de estar durmiendo todos en la misma habitación, pues de haber estado sola, Rya hubiera estado en la cama en paños menores, y hubiese perdido un valioso tiempo poniéndose algo encima.

¡Savi! Rya se echó la mochila al hombro y agarró la porra y el bastón bajo una axila mientras tiraba del drow con la otra mano. Salió de la habitación detrás de Galatea y Áscalon, y bajó las escaleras de tres en tres. No se torció el tobillo por puro milagro cuando cayó sobe el empeine descalzo al juzgar mal la distancia hasta el descansillo. El dolor pareció darle alas como las de Berenice, y salió de la posada dando zancadas.

Mientras corría, rezaba a la Madre de Toda de la Magia, pidiéndole que la maga no durmiese en la tienda, ni se hubiese quedado hasta tarde trabajando aquel día.

Echasteis mano de vuestro equipo y salisteis en tromba al exterior del edificio. Al final del sendero de tierra que cruzaba el pueblo ardía la tienda de Pinna. Unas llamas purpúreas, fruto del fuego de alquimista, envolvían por completo el pequeño edificio, iluminando la aldea con un resplandor infernal. El aire estaba cargado con el olor a humo madera quemándose. Los lugareños gritaban.

Un Jinete Gris¹ emergió de la humareda con el rostro tiznado de hollín. Al veros a lo lejos corrió a vuestro encuentro tosiendo.

—¡Orcos! —dijo, y señaló hacia el oeste—. ¡Se han llevado a la maga!

Tuvo un nuevo acceso de tos y cuando se recuperó dijo:

—Son una docena o así. Han matado a mi compañero —dijo y apretó los dientes—. Sois aventureros, ¿no?

Lagrimeaba. Si era por la pérdida de su compañero o por efecto del humo era difícil de decir. Tal vez eran las dos cosas.

—Partidles la cabeza a esos marranos hijos de puta y traed a la muchacha sana y salva.

1: los Jinetes Grises son un grupo de exploradores montados contratados por los Siete Burgueses de Ciudad de Valle de la Rastra. Deberíais estar acostumbrados a verlos patrullar por la campiña para mantener los caminos seguros.

Nada se podía hacer por la tienda, y si alguien estaba dentro todavía, no había remedio para ella. Los incendios provocados por el fuego de alquimista eran tan hermosos como terribles, y no bastaba con agua para apagarlos hasta que la sustancia se consumía por completo. Rya se lo quedó mirando como hiptonizada por el vaivén púrpura de las llamas, y solo las palabras del jinete gris consiguieron que apartara la vista del terrible espectáculo.

Rezo por el alma de tu compañero, jinete. Por él ya no podemos hacer nada, pero encontraremos a Pinna y haremos justicia con los responsables.

Se llevó el pulgar y el índice juntos a la boca y silbó, con fuerza, por encima del crepitar de las llamas y las exclamaciones de la gente que había acudido a la tienda. Silbó de nuevo, y de nuevo, hasta que reconoció la silueta de Sésperis volando a baja altura, acercándose a la tienda en llamas.

Los orcos no podían estar lejos, y aunque era probable que conocieran bien el terreno, dudaba de que fueran tan veloces como ellos o que pudiesen volar.

¿Estáis listos? preguntó a sus amigos. Se habían detenido a descansar, pero el deber era acuciante. No podían permitir que esos maleantes retuvieran a Pinna ni le hiciesen el menor daño.

«¡¿Pero es que en este valle no pueden dejar de pasar disparates ni por un momento?!»

¡Una docena de orcos! ¡Así! ¡De la nada! Era simplemente delirante pero ya habría tiempo para preguntarse incógnitas más tarde, ahora apremiaba.

—Lo haremos. Dime: ¿viste algún animal dentro? ¿Un gato?—preguntó. Aunque ante la posible protesta añadió rápidamente:—El Familiar de la chica. Los Familiares pueden detectar a sus magos.

Realmente no lo decía por eso, ella misma podía rastrear a Pinna si hacía falta, pero sabía que una razón práctica provocaría más cooperación por parte del Jinete Gris que "preocuparse por un simple gato".

Porque la realidad era que le preocupaba el paradero del gato. Al igual que Áscalon era como una parte de ella, Galatea sabía lo importante que un Familiar era para su mago. Como la propia Pinna  había dicho: era un salvaje, pero era su Familiar.

Aunque otra cosa que seguro le importaba era también su negocio, o lo que quedase de él, así que, entre que esperaba respuesta o no, agarró un pergamino del morral y pasó la palma sobre las runas del mismo, cosa que provocó que sus dedos comenzaran a brillar con un tono azul pálido. Trazó un círculo amplio sobre su cabeza con esa mano, y luego otro, y otro, rítmicamente. Con cada gesto se comenzaron a arremolinar en el aire lo que parecían jirones de bruma, cada vez más, hasta formar una nube sobre el edificio que comenzó a descargar una pesada lluvia sobre éste.

Galatea lanza un pergamino de Chaparrón.

Berenice sobrevoló el incencio y luego descendió cuando el jinete gris comenzó a dar explicaciones sobre lo sucedido.

-Pero ¿por qué doce orcos vendrían para a llevarse a Pinna? -fue lo primero que se preguntó Berenice-. Eh, sí, sí, somos aventureros. La compañía de la bar... no espera, esos no somos nosotros. Somos los Escudos de la Rastra, vamos a buscar a la hechicera. Si encontráis al gato, cuidado porque araña y tiene muy mal carácter. Sigo sin entender por qué doce orcos vienen en mitad de la noche a secuestrar a una mujer.

De su mochila, Berenice extrajo un cetro con rapidez. De hecho, era curioso porque el cetro era más grande que el tamaño de la bolsa, pero solo alguien que se fijase mejor podría darse cuenta del detalle.

-Esperad, antes de lanzarnos a buscar nada, dejad que prepare unas custodias, solo por si acaso.

Comenzó a mover el cetro mientras lanzaba una plegaria a Selûne.

-Oh, Dama de plata, Señora de las estrellas, protege a los míos... -Rya sintió cómo la magia divina se centraba en ella y se sintió más fuerte, los orcos tendrían problemas para acertar alguno de sus golpes. Acto seguido, Berenice alzó el cetro y una cálida luz plateada bañó a todos los presentes-. Que las estrellas nos guíen...

La moral de los aventureros creció hasta hacerles sentirse invencibles. Berenice volvió a guardar el cetro y alzó el vuelo con rapidez.

-Ahora sí, ¡vamos!

Berenice y Galatea no fueron las únicas en conjurar. Rya, con su primer conjuro, se imbuyó de la energía vital de Metsavana, telúrica y corrupta, que hizo que su corazón bombease sangre oscura que contrastaba con el tono de su piel. Un segundo conjuro rodeó a su garrote de una fuerza invisible que equiparaba la fuerza de su impacto al arma de un gigante. El tercero invocó sobre su torso una elegante coraza de pura luz, que la paladina se apresuró a cubrir con su capa para evitar cegar a todos los presentes.

El aguacero mágico convocado por Galatea apaciguó las purpúreas y sobrenaturales llamas que lamían la tienda de Pinna. El problema estuvo resuelto antes de que la cadena humana pudiera formarse, a base de cubos, para solucionarlo. Los aldeanos contemplaron, boquiabiertos, como la magia había resuelto lo que ellos habían tardado mucho más tiempo en solucionar.

—¿Un gato? —repitió el Jinete Gris—. No he visto ningún gato.

Solucionado el asunto del incendio de la tienda de Pinna, y sin pista alguna sobre el paradero de Misifú, os dirigisteis a solucionar el asunto más acuciante: el misterioso rapto de la maga de Roble Muerto. Protegida por las bendiciones de la señora de la luna, Berenice levantó el vuelo. Rya cabalgó sobre Sésperis, y Galatea corrió junto a Áscalon en la dirección que había señalado el Jinete Gris.

Alcanzar a los orcos fue tarea sencilla, pues erais más rápidos que ellos dadas vuestras capacidades. Los grandes y musculosos marranos corrían hacia el oeste. Uno de ellos llevaba cargada a Pinna, que estaba atada, amordazada, y sollozaba entrecortadamente. Al veros acercaros los orcos supieron que no tenía sentido seguir corriendo. Depositaron a Pinna en el suelo y blandieron sus armas, preparándose para el inminente combate.

Pueden tirar iniciativas si son vuestras señorías tan amables.

(20) Galatea: 55/55 (Círculo de protección contra el mal, Piel Robliza +3, Convicción +3)

(19) Arqueros orcos: ilesos

(19) Berenice: 45/45 (Círculo de protección contra el mal, Convicción +3)

(14) Bersérker orcos: ilesos

(14) Guerreros orcos: ilesos

(7) Rya: 67/67 temporales 18/18 (Armadura luminosa, Círculo de protección contra el mal, Convicción +3, Escudo de la fe +3, Greater mighty wallop)

(7) Sésperis: 45/45 (Círculo de protección contra el mal, Convicción +3)

(6) Áscalon: 45/45 (Círculo de protección contra el mal, Piel Robliza +3, Convicción +3)

(5) Savinian: 49/49 (Armadura de mago, Círculo de protección contra el mal, Convicción +3, Volar)

Sésperis empezó a dar vueltas alrededor de los orcos en cuanto los divisaron. Tal y como les había dicho el jinete gris, uno de ellos cargaba con Pinna, que parecía a punto de desmayarse por el terror. Berenice lo había preguntado en voz alta, y ella tenía la misma duda, aunque no la había expresado: ¿por qué una banda de orcos habían secuestrado a la maga?

Antes de descender y comenzar la contienda, la mujer se inclinó sobre el flanco de la dragonnel y habló con voz firme: Soltad a la mujer y soltad las armas, advirtió, o no tendremos piedad.

A Pinna la soltaron, antes incluso de que lo exigiera, pero las armas las blandieron. Rya soltó el broche que sujetaba la capa, desvelando su coraza luminosa, que la hizo brillar como un faro en la noche.

Rya usa nerveskitter ("pa na").
Iniciativa de Rya y Sésperis: 7.
J-K-12-13. Volando.

Galatea torció el gesto, esperaba que Misifú hubiera sobrevivido a la explosión y simplemente se hubiera escondido en alguna parte porque no había tiempo para buscarlo en ese momento si no querían perderle la pista a Pinna. Y la maga ya tenía suficientes disgustos.

Al observar la reacción de los aldeanos recordó también lo que había comentado Rya de cómo se recelaba del Arte por aquellas tierras... y pensó que con suerte su gesto servía para darle a aquella gente "una imagen buena" de lo que podía hacer la magia por ayudar. Por pequeña que fuese era mejor que nada.

Sus compañeros se prepararon antes de echar a correr tras los orcos así que ella hizo lo propio: se acercó a Áscalon y tras un breve resplandor verduzco, su piel pareció adquirir el aspecto propio de la dura corteza de un árbol, cosa que también "se contagió" al lobo. Luego emprendieron la persecución.

Mientras corría lo hacía con el ceño ligeramente fruncido, pensando; no podía adoptar su forma híbrida con Pinna delante y no quería arriesgarse a morder a aquellos brutos en su forma cuadrúpeda pues con que uno solo se escapase podría añadir otro problema a la extensa lista que de por sí ya tenía el valle. No obstante, aquello no la dejaba inútil, aún tenía su poder de druida así que en aquella ocasión apelaría más a él que a su herencia.

Iniciativa de Galatea: 20
Iniciativa de Áscalon: 6

Galatea (Piel Robliza +3, Convicción +3, ¿y*?) está en K13
Áscalon (Piel Robliza +3, Convicción +3, ¿y*?) está en K14

_{*No sé si tridimensionalmente entro en el rango del Círculo de Protección xD}

Berenice sobrevoló la zona y encontró a los orcos que se llevaban a Pinna cargada como un saco de patatas. En cuanto los aventureros llegaron a su altura, los enemigos se prestaron al combate, de modo que la sacerdotisa toco su símbolo sagrado y un fulgor plateado hizo brillar sus ojos cuando rezó a Selûne. Tocó el hombro de su compañera.

-La Luna es nuestra reina y la Noche es su dominio -exclamó.

Sobre Rya volvió a caer una nueva bendición.

-¡Deponed las armas o la oscuridad de la noche caerá sobre vosotros! ¿Por qué os habéis llevado a la mujer? -les preguntó.