Partida Rol por web

-Seguramente lo importante estará allí arriba. O al menos yo, si tuviese algo que proteger, dormiría con ello cerca.- murmura Nathanian señalando la escalera con el pulgar para terminar diciendo, aparentemente más decicido -Igual empecemos buscando por aquí.-

De lo alto de la escalera, que no era muy larga y no tenía rellano, pues terminaba directamente en la planta superior, separada de ella por una cortina, no llegaba sonido alguno. No obstante, era muy posible que algo como un ronquido leve o una respiración acomodada al sueño estuviera atenuado por la distancia.

Mina se había mantenido en silencio desde que habían llegado hasta ese momento, sus pasos mudos, su voz olvidada. Su presencia casi no se había notado, y los hombres estaban seguros de que la británica lo había hecho así adrede. Quizás porque era muy consciente de su sexo, y de lo que aquello hacía sentir a muchos de sus acompañantes, de la carga que les suponía; quizás era porque la caza no era algo que le resultara ajeno, y había algo como costumbre o conocimiento depredador embebido en los músculos ocultos bajo ropa suave y sonrisa cálida. Mina había sido una figura constante para los demás, una sombra que no molestaba pero que acompañaba, una boca cerrada y unos ojos muy abiertos. Su mirada registraba todo a sus alrededores, interesada, alerta, dispuesta, mientras Louis y Nick registraban el camino.

Miró a Nathan, y asintió despacio. Estaba segura de que así sería aunque, si tuviera que apostar por ello, si aquel hombre era un sectario posiblemente lo que fuera más importante para él lo guardaría en un sitio del cual no pudiese serle arrebatado junto a su vida. Mas aquellas eran todas apuestas, y los dados ya estaban tirados.

Ella giró para mirar a sus alrededores, evaluando por dónde podrían empezar allí abajo, mientras mantenía la mano derecha dentro del bolsillo de su abrigo. Un espectador desapercibido podía creer que era un gesto de delicadeza femenina. Sus acompañantes la habían visto deslizar allí, cuando aún estaban en Mordaunt Manor, el cuchillo que siempre llevaba en su bolso.

- ¿Prefieren golpear antes de darle la oportunidad de descubrirnos y llamar a alguien, o correr el riesgo? - murmuró, acercándose a Nick y a Louis, señalando hacia la puerta en las alturas - Creo que el subir la escalera ya nos delatará, pero estar demasiado tiempo aquí abajo, también.

Los ojos oscuros de Mina pasaron del detective al guía sin atisbo de duda, aunque sin el dejo de sonrisa habitual. La británica no parecía tener miedo, aunque también era cierto que las sombras que la rodeaban y se ceñían sobre su rostro hacían de su mirada un horizonte de profundidad insondable. 

Los ojos de Mina hacen una experta evaluación de los alrededores. Todo supura autenticidad, pero no antigüedad. Es como la tienda de un verdadero comerciante egipcio traída directamente de un bazar de El Cairo, pero nada es especial, extraño ni, desde luego, extraordinario. Casi pareciera que el dueño evitase precisamente parecer uno de esos místicos aficionados a unir la herboristería y lo paranormal.

Las palabras de Mina le habían hecho pensar. -quizás tengas razón y debamos ocuparnos de él y dejarle fuera de combate.
Si es lo que pensamos no me gustaría encontrarme con una fea sorpresa.
Si estáis de acuerdo un par de nosotros deberíamos poder encargarnos de él - dijo en un susurro para evitar ser oído.

-Lo que también puede suponer interrogarle mientras el resto busca por aquí. El no saber cuantos somos, habiendo más gente haciendo algún ruido de búsqueda aquí abajo debería acojonarle bastante.- murmura Nathanian, quien de a poco pare ir recuperando el temple.

esa es una buena idea. ¿Para que dejarle fuera de combate si podemos sacarle información? - una sonrisa se dibujó en su rostro
No sabemos lo peligroso que puede ser ese tipo, así que será mejor ir con cuidado

Puedo empezar a buscar abajo opinó Henric poco valerosamente. En realidad sabía que sería más un estorbo que una ayuda si el sujeto ese daba problemas. Por otro lado, apenas podía ocultar la curiosidad que sentía por el lugar. Las palabras de Nate tenían sentido, algo valioso o querido estaría probablemente arriba, y sin embargo no todo el mundo actuaba de forma previsible o lógica.

Nick suspiró hastiado. Le parecía absurdamente cómico mantener aquella conversación en aquel lugar... a escasos metros del, según la bailarina exótica, hombre peligroso que comerciaba con hombres. Justo a las puertas de su "fortaleza". no era el lugar apropiado para una charla. No para establecer un plan de acción. El detective subió la manos a la altura de los hombros con las palmas abiertas en señal de calma. Su dedo índice rozó sus labios para indicar también silencio. Luego se tomó unos segundos para pensar.

Señaló a Sheridan y a sí mismo y luego indicó que serían ellos quienes subirían. Ascender en tropel por las escaleras llamaría tanto la atención que probablemente el susodicho se despertaría antes de que el primero llegase arriba. Luego extrajo su arma y la amartilló. Indicó a Sheridan con un gesto que hiciese él lo mismo. Si conseguían encañonar al tipo antes de que se despertase evitarían sorpresas desagradables.

- ¿De acuerdo? - sentenció Nick con voz queda.

De acuerdo - contesto. No dijo nada más , se habían acabado las tonterías, era tiempo de pasar a la acción. Al igual que su compañero sacó el arma el arma y la amartilló

Nathanian se apostó al pie de las escaleras, dispuesto a subir a la menor señal de problemas allí arriba mientras decía a sus compañeros, enarbolando su bastón:

-Si hay problemas ...-

Mina se había reservado lo que habían descubierto sus ojos, al rondar vagamente por los alrededores. A fin de cuentas, no era de extrañar que no hubiera nada reseñable a la vista, tanto porque las cosas de valor o bien requerirían una búsqueda más profunda, o bien no estarían allí abajo sino durmiendo con su guardián. O no estarían allí en absoluto, por supuesto. Los ojos de la británica se habían balanceado entre Louis y Nathan, pero luego se habían fijado en Nick esperando su veredicto. No se le pasó el suspiro hastiado. Ante este, Mina esbozó una suave sonrisa que parecía incongruentemente una disculpa, pero no dijo nada.

Sus labios seguían cerrados cuando asintió, como única respuesta, y giró hacia Henrik. Nathan se había apostado cerca de la escalera, y no tenía sentido que todos hicieran lo mismo. Hizo un gesto al pintor señalando el lugar, y luego negando claramente con la cabeza. Esperaba que captase el mensaje, y que los demás no captasen también. No había nada reseñable allí abajo, pero quizás sí detrás del mostrador. Alguna pista, quizás.

Mina buscó al nido del vendedor allí abajo, para moverse hacia él en el mayor de los silencios posibles. Antes de ello, miró un instante a Louis y a Nick, y les dedicó una sonrisa cálida y fugaz.

Los dos hombres de acción del grupo subieron las escaleras, que tras torcer en el rellano apenas ascendían tres escalones más antes de llevarles a un salón no muy amplio y abarrotado. Un diván, almohadas sobre alfombras, muebles bajos, un narguile, y varias lámparas colgando del techo, de tonos amarillos y azules suaves. Un radiador de aceite en el centro de la sala la mantienían a una temperatura decididamente egipcia. En una vitrina se exponían estatuillas de dioses egipcios y sobre una mesa, abierto, había un ejemplar del Corán. En una de las paredes destacaba un espejo con marco dorado, muy trabajado y en otra, un escritorio de persiana. Las únicas salidas del salón era un pasillo hacia la otra mitad de la planta y las dos ventanas que daban a la calle principal.

Tras desaparecer los compañeros escaleras arriba, Mina se sumergió en la labor de revisar documentos y cajas de cartón detrás del mostrador. Todo parecía prosaico, exótico pero atribuible al negocio en el que se hallaban. En todo caso, a Mina le servía para meter unos cuantos nombres de proveedores en su cabeza, así como fechas de recogidas de envíos en otras tiendas mayoristas o en almacenes del puerto. Si más adelante surgía uno de estos nombres o decidína investigarlos todos, sería de ayuda tenerlos en la cabeza.

Nathanian seguía al pie de la escalera, atento a cualquier cosa que pudiese suceder para acudir lo más rápidamente posible.

La primera impresión no indica que aqui este pasando nada raro o que el tipo sea peligroso, pero será mejor ir con cuidado -pensó para si.
Antes de proceder a hacer algo, se paró a escuchar, no fuese que el tipo estuviese despierto y les diera un susto

Todo apuntaba a que el tipo estaba dormido. ¿Tipo...? Nick no tenía un buen presentimiento al respecto... ¿y si había varios? Poder controlarlos sin que allí se formase una escabechina se podría complicar. Pero ya que había llegado hasta ese punto era ridículo pensar en darse la vuelta.

Durante unos instantes ambos hombres se detuvieron tratando de atisbar algún ruido que revelase una posible emboscada. Arma en mano, el detective siguió avanzando por el pasillo que conectaba con lo que, él pensaba, debía de ser el dormitorio. Con la mano indicó a su compañero que le siguiera.

Si conseguían encañonar al tipo antes de que reaccionara, podrían maniatarle y amordazarle y así, registrar a placer todo cuanto allí había por registrar. Aquel salón guardaba cosas más que interesantes. Sin duda, todo aquello guardaba una estrecha relación con la expedición Carlyle, el asesinato de Jackson y, mucho peor, la hermandad del Faraón Negro.

Detenidos a la entrada del pasillo, los dos allanadores prestaron atención a cualquier sonido que viniera del pasillo. Pasados unos segundos, concluyeron que en efecto el residente debía estar durmiendo, a tenor de lo pesado de sus respiraciones. Nick se adelantó, internándose en el pasillo. Allí se encontró un espacio pequeño dando acceso a tres puertas cerradas; una a la izquierda, otra a la derecha y otra de frente, de la que parecían salir los ronquidos.

Escuchó, muy leves, los pasos de sus compañeros moviéndose por el piso de arriba. Un sonido muy suave que parecía indicar que no estaban registrando muebles, sino buscando algo que debiera estar a la vista.