Partida Rol por web

Ashley se despertó debido al frio. A pesar de recordar haberse arropado la noche anterior. Al abrir los ojos, pudo observar algo que hizo que se quedara completamente quieta en el sitio, pues parte de la pared y del techo estaban derruidos. Al fijarse mejor, la cama estaba destrozada y no había una manta. El suelo estaba en bastante mal estado, pero lo que más le preocupó fue el ver escrito en rojo en las paredes un montón de veces la misma frase.

Tragó saliva, algo asustada por la visión que tenía delante. No solo el hecho de que hubiera pintadas en la pared con algo rojo, que esperaba que no fuera sangre, sino que además todo estaba derruido o casi hecho pedazos. Recordaba claramente lo que había hecho el día anterior, y los anteriores. Veronica tenía razón en eso, seguía saltando y saltando de mundo en mundo, y podía recordarlo todo. Así que debía de ser un poder otorgado por ese... libro.

— Qué cojones... - murmuró para sí misma, intentando encontrar pistas a su alrededor que le indicaran qué podría haber ocurrido allí. Parecía como si una catástrofe natural se hubiera cebado con el techo y las paredes, o quizás una bomba. Y esas pintadas... Podían ser una pista, pero parecía más bien la locura de alguien desesperado. O desesperada.

— Vale, Ash, a moverse - se dijo a sí misma, intentando alcanzar su móvil para intentar ponerse en contacto con alguien... encontrando que por desgracia este no funcionaba. — ¿Qué cojones?

Hiciera lo que hiciera no parecía responder, lo cual era un problema bastante gordo. Lo volvió a guardar en el bolsillo de su pantalón, frustrada, y se puso en marcha rápidamente. Si no había encontrado nada en la habitación que le diera más pistas iría a inspeccionar lo que pudiera fuera de ella, ya fuera encontrar algo que pudiera usar como arma para defenderse, o cualquier otra cosa o persona que le pudiera dar más información al respecto de lo que estaba ocurriendo.

Ashley se palpó los bolsillos, encontró que aún tenía el arma del otro día, el cuchillo, podría ser útil. Por otra parte, aunque su móvil no funcionaba, si que tenía disponibles el resto de funciones y en aquél tétrico y oscuro lugar al que había ido parar, una linterna nunca venía de más.

Por otra parte, se relamió los labios, aún le sabían un poco a sangre, lo cual confirmaba que seguía en el mismo cuerpo de ayer, a pesar de haber cambiado de realidad. Por alguna razón, lo sabía con bastante seguridad ¿quizá la sangre de Veronica estaba ayudando a entender un poco mejor todo aquello?

Como fuera, en aquella habitación que una vez fue parecida a la suya, no había mucho más que hacer, por lo que bajó las escaleras para encontrar que absolutamente toda la casa tenía la misma pinta que la habitación, con menos pintadas eso sí.

Al llegar a la cocina, algo hizo que se espantara, un esqueleto algo más grande que ella y con una fractura en la pierna, estaba en la encimera, sobre la que habían más letras funestas escritas.

Aquello no tenía sentido y al mismo tiempo lo tenía. Agradeció tener el cuchillo a mano, solo por si lo necesitaba, pero eso significaba que no solamente era su mente la que se transportaba, sino su cuerpo, de alguna manera. O al menos esta vez había sido así. Reprimió un escalofrío al darle la espalda a aquellas pintadas. Empezaba a sospechar que alguna Ashley no había permanecido del todo cuerda.

— Qué cojones... - murmuró cuando vio el esqueleto en la cocina, así como la nueva pintada en la pared. Tardó apenas unos instantes en atar cabos. El esqueleto, la pierna fracturada, la pintada... — ¿Papá? ¡Papá!

Se abalanzó hacia delante, sin poder procesar que estaba ante un cadáver, probablemente el de su padre. ¿Otra Ashley lo había matado? ¿Hacía cuanto? ¿Era su padre siquiera? No tenía por qué estar en su línea de tiempo original, quizá ese no era su padre...

— Va, Ashley, tienes que calmarte. Entrar en pánico no te servirá de nada - se dijo a sí misma, inspirando y espirando profundamente. Debía dejar de pensar que ese era su padre, a estas alturas solo podía hacer hipótesis, así que prefería no caer en la desesperación de no estar segura de nada. Si pensaba que ese no era su padre le resultaba todo más fácil de sobrellevar. Así, mientras se lo repetía a sí misma una y otra vez en su cabeza, se dispuso a explorar más aquella casa que a estas alturas parecía de película de terror, antes de hacer ningún otro movimiento.

Aquél hecho era bastante traumático para cualquiera, pero esta Ashley Hill estaba demostrando una entereza envidiable, algo que llamó la atención de alguien. O más bien de algo. Pues cuando se disponía a salir de allí, unas letras aparecieron en el borde superior del marco de la puerta que llamaron su atención.

Al poco tiempo, aquellas palabras desaparecieron con la misma velocidad a la que aparecieron y es que al poco de leer aquello, escuchó un ruido en la habitación contigua, como un tablón de madera, probablemente del suelo, resquebrajándose. Unas nuevas letras aparecieron.

¿Eso significaba que había más gente en aquél lugar aparte de quien había matado a su padre?

Las palabras parecían contradictorias en cierta medida. ¿Habían enemigos? ¿Aliados? ¿Debía a caso fiarse de aquellas palabras que habían aparecido misteriosamente? La decisión final solo la podía tomar Ashley Hill.

Ashley palideció cuando aquellas palabras aparecieron frente a ella. No sabía cómo habían aparecido, ni quién las había escrito, pero estaba segura de que no estaban ahí antes. No como las de su habitación o la cocina. Leyó con un sudor frío lo que aquel ente tenía que decirle, sintiéndose completamente a merced de cosas que escapaban a su control. Quería gritar, pero ahora que estaba ocurriendo aquello temía que fuera a ocurrir algo si lo hacía. Después de todo, le estaban instando a que no hiciera ruido.

Incapaz de entender qué estaba pasando, decidió hacer caso a medias a aquella voz. Comenzó a andar de forma mucho más cuidadosa, intentando no hacer ruido mientras inspiraba profundamente, pero había oído algo en la habitación contigua. Si no estaba sola, quería comprobar quién era antes de hacer nada. Sacó su móvil del bolsillo, comprobando que la cámara funcionaba correctamente. Al ver que sí podría usarla, se acercó muy despacio a la habitación, aferrando con la mano izquierda el móvil fuertemente, y con la diestra sacó el cuchillo, solo por si acaso, en un vano intento por sentirse más segura. Utilizando la cámara como espejo intentó ver a quien había en aquella habitación, tratando de que no se notara demasiado. Si hacía caso a las palabras aquella persona no debía de ser enemiga, pero también era cierto que le había dicho que se escondiera. Y, además, no se fiaba del todo de aquellas palabras mágicas de todas maneras.

Tras abrir la cámara del móvil y usarlo a modo de espejo, Ashley pudo ver a una de sus versiones caminando por el pasillo de su casa, parecía que había tropezado con un escombro o algún tablón de madera del suelo. Llevaba una ropa bastante extraña, una especie de camisón gris, algo que era evidente que nunca una Ashley normal se pondría. También portaba una vela que le servía para iluminarse en aquél oscuro mundo.

Estaba caminando lentamente hacia donde se encontraba Ashley Hill espiando con el móvil, avanzaba lentamente, mirando de lado a lado, asustada. No parecía peligrosa después de todo.

Solicitaron aquellas doradas letras que aparecieron tímidas en el suelo, bajo el móvil.

Por alguna razón, verse a sí misma no la sorprendió tanto como quizá debería haberlo hecho. Estaba empezando a encajar toda aquella situación, lo cual no decía nada bueno sobre su estado mental, probablemente. Suponía que debería de estar tirándose de los pelos o chillando por ahí, pero en su lugar iba armada con un cuchillo, investigando cosas extrañas y hundiendo coches ajenos. Pero después de todo, ya había tenido tiempo para entender que aquello no era un sueño. Era muy real.

No obstante, eso no significaba que no tuviera miedo. Verse a sí misma, con ese camisón en la oscuridad y viniendo hacia ella no le daba muy buena espina. No creía que la hubiera visto todavía, pero no sabía cómo reaccionaría de ser así, y por las palabras que se iban escribiendo parecía que no querría averiguarlo, a pesar de que se dijera que no era enemiga. Se escondió lo mejor que pudo en la zona, esperando que no la encontrara, sacando el móvil para intentar comunicarse con aquellas palabras que se iban formando de vez en cuando en paredes y suelos. No podía alzar la voz ya que entonces la escucharía, pero parecía que aquella cosa, fuera lo que fuese, la estaba viendo a cada momento, o no podría saber que había visto a la otra Ashley y decirle que la ignorara. Abrió una aplicación de notas y escribió:

"¿Quién eres? ¿Cómo estás comunicándote conmigo? ¿Es algún truco de ese puto libro?"

Ashley se escondió como pudo en uno de los maltrechos armarios de la cocina, desde donde pudo observar como la otra Ashley con camisón, no tardo demasiado en entrar. Esta se puso a investigar la cocina tranquilamente, hasta que reparó en el cuerpo de su padre, se puso frente a él y lo observó con cautela, al igual que revisó aquellas letras rojas que habían al rededor del cadáver.

Pudo leer Ashley dentro del armarito donde estaba escondida, sin darle demasiado bombo a la respuesta de las preguntas de aquella chica, parecía que iba a tener que conformarse con eso. Pero algo llamó la atención de ambas Ashley Hills, pues un grito ciertamente desgarrador y preocupante inundó la estancia.

La Ashley Hill del camisón, parecía que conocía al emisor de dicho grito, pues enseguida empezó a transpirar y a mirar de lado a lado, buscando una salida, fue entonces cuando caminó hacia donde estaba escondida Ashley, pero a diferencia de esta, se apoyó sobre la encimera donde estaba oculta, dispuesta a salir por la ventana. Aquellas palabras no aparecieron, por lo que era el momento de tomar una decisión final.

Parecía que la otra Ashley no la había visto, así que supuso que eso era bueno. Observó desde su escondite sus movimientos, y le parecieron bastante similares a los suyos. A fin de cuentas, al aparecer en aquella línea dimensional lo primero que había hecho ella misma era inspeccionar los alrededores. ¿Quizá habían coincidido dos de ellas en el mismo mundo? Ya había ocurrido el día anterior, cuando ella estuvo con Veronica y otra al parecer estuvo con David. 

No obstante, aquel grito le heló la sangre en las venas. Sintió el mismo terror que la otra, y aún más cuando vio que se acercaba a su escondite. ¿La había visto? ¿Qué iba a hacer si la descubría? Afortunadamente no parecía ser el caso, y tenía pinta de que lo que buscaba era salir por patas, claramente acojonada del grito, lo cual le hacía pensar si ella estaba haciendo bien. Pero esas palabras... Si salía se exponía a que la encontraran, y si aquella cosa era algún asesino de película de terror iría a por la Ashley que estaba dejando huellas y que trataba de huir, no a por la que se había escondido sin hacer ruido y sin dejar pistas... ¿verdad?

De todas maneras, aún sintiendo el corazón en un puño, sacó el móvil de nuevo y escribió lo más rápido que pudo una sencilla frase para su amigo el de las letras de la nada, procurando que la luz de la pantalla no saliera por las rendijas del armario para no despertar sospechas de nadie, a la vez que apretaba con más fuerza el cuchillo en su mano en caso de necesitarlo.

"¿Qué coño ha sido eso?"

A pesar de que aquella Ashley Hill intentaba escapar, sin percatarse de su presencia, justo detrás de ella apareció una chica con el pelo ennegrecido, cubierta de sangre y lo que era más preocupante, flotando. La agarró con fuerza del tobillo, lo cual hizo que aquella Ashley con vestido cayera al suelo de forma violenta y fuera en ese entonces cuando descubriera a la Ashley escondida.

La miró a los ojos y ambas pudieron ver el temor que sentían, terror que persistiría a pesar de que aquella mirada duró un instante, pues aquella mujer que flotaba, la empezó a arrastrar rápidamente y de forma violenta hacia fuera, lo cual provocó que aquella pobre Ashley con el extraño vestido gritara de puro pánico.

Aquél grito cesó a los pocos segundos de que desaparecieran de la cocina, bien fuera porque se habían alejado lo suficiente... O algo peor. De hecho no parecía haber ningún ruido más en la casa.

La recomendación de aquellas extrañas letras doradas que parecían querer ayudar, parecía buena ¿pero haría caso Ashley? ¿O le podría la curiosidad? Además ¿Cómo sabía tanto aquellas palabras que parecían negarse a dar una explicación de qué o quién era más allá de un "Ángel de la guarda"?

Fuera como fuera, la decisión sobre qué hacer recaía única y exclusivamente en Ashley.

Contuvo un grito de terror al ver aparecer aquella macabra figura justo detrás de la otra Ashley. El chillido de terror de su igual le provocó una terrible angustia, pero sabía que no podía hacer nada por ella. Esa cosa no parecía natural, a pesar de tener forma humana. Esta vez estaba segura de que lo que estaba viviendo era como una película de terror, solo que no era ficción. Era su dura realidad.

— ... - No podía hablar, no podía hacer nada más que intentar calmar su respiración. Había visto cómo se la llevaba a rastras, y después de eso... silencio. Temía lo peor, y lo cierto es que en aquel momento de pánico y tras haber pasado la tensión y la adrenalina, su cuerpo se negaba a hacer nada más que temblar y sentir frío. Un frío que se le colaba por la espalda y que le entumecía las manos y los pies. Instintivamente se agarró las rodillas con los brazos, notando un nudo en la garganta y la boca seca. 

Aquellas palabras la instaban a que no hiciera nada, a que se quedara escondida. No parecía que la figura la hubiera visto en absoluto, pero tampoco podía asegurar que no volviera a por ella por alguna razón. La poca parte lógica que le quedaba a Ashley le decía que a ella no la había visto, que si buscaba a una Ashley Hill ya la había encontrado y no había razón para que volviera a por ella, pero aun así... No podía estar segura del todo. 

"Dime quién eres. Ahora." escribió en el celular, fallando varias veces al pulsar la tecla correcta por el miedo. "Y dime qué era eso. Si no tendré que ir a averiguarlo yo misma" añadió después, aunque no del todo en serio. En realidad no tenía ninguna gana o intención de hacerlo, pero eso no podía saberlo su "ángel de la guarda". Quizá no le importara que se expusiera al peligro si se ponía tonta, después de todo, pero tenía el presentimiento de que querría evitarle cualquier peligro innecesario... Solo quedaba comprobarlo para saber si era realmente cierto.

El silencio asolaba aquél lugar, lo cual era bueno, porque significaba que Ashley estaba sola, por otra parte no tenía contestación por parte de aquellas letras doradas que la habían guiado a esconderse y evitar un encontronazo con aquél ser extraño. Si bien el mundo parecía interesante y podría seguramente descubrir algo sobre Vincent Banes y la Ashley que le robó el libro, el peligro era brutal.

Tal vez incluso podría aprender algo sobre magia y poderes, tal y como le comentó aquella rubia que tan mal rollo daba antes de beber su sangre, pero ahora se encontraba completamente sola, sin que nadie la reconfortara, Ashley debía tomar una decisión, aunque tomara la que tomara, no habían decisiones mejores que otras, solo decisiones que la llevaban por un camino u otro.

Esperó unos momentos a ver si aquellas letras volvían a aparecer, pero no fue el caso. O bien se había cortado la conexión, o bien no le importaba tanto como creía en un principio su supervivencia. Sopesó durante un buen rato si salir de allí o no, acompañada del atronador silencio que había invadido la casa, hasta que finalmente se decidió a actuar. Esperar a que pasara el día no parecía una opción, así que miró por la rendija para asegurarse de que no había nadie antes de salir de su escondite. 

Lo primero que tenía que hacer era salir de allí, encontrar un lugar con gente alrededor. No sabía cuál sería su siguiente paso, pero estaba completamente segura de que no quería encontrarse con aquella cosa de pelo negro. Mientras se dirigía hacia la salida, no obstante, fue caminando lo más silenciosamente posible, teniendo todos los sentidos puestos en ver si algo se salía de lo normal para actuar en consecuencia. 

Ashley decidió aventurarse fuera de la comodidad de aquél armario, algo temerario por su parte, pero sabía que estando allí de brazos cruzados, no iba a solucionar sus problemas. Fue paso a paso, avanzando por su destrozada casa, intentando no repetir el error que había cometido la Ashley de camisón gris.

Finalmente, llegó a la puesta de su casa, pero al abrirla, se encontró con algo completamente inesperado y macabro, pues tras pasar la puerta, no estaba la calle a la que estaba habituada, si no una especie de mazmorra típica de un castillo medieval en la que ahora se veía encerrada. Un cartel se alzaba justo allí donde ella se encontraba.

Ashley no tenía claro si aquello era una advertencia o un recordatorio, pero lo que si que le llamó la atención fue ver cuerpos de Ashleys en camisón encerrados en las celdas, atados a las paredes con cadenas, desfigurados, mutilados y otros tantos adjetivos desagradables que seguramente revolvieran el estómago de Ashley.

Entre toda aquella masacre, un leve sollozo se alzó entre el silencio, provenía de una de las celdas. Ashley podía ignorarlo, podía volver al armarito o podía continuar e investigar aquello, pero ¿qué decidiría ella?

Definitivamente, aquella especie de mazmorra medieval no era lo que esperaba ver al abrir la puerta de su casa. Aquello dejaba claro que no había ido a parar a otro mundo cualquiera... y la visión de todas aquellas Ashleys se lo corroboró. Reprimió el instinto de vomitar al ver aquellas figuras desfiguradas. A algunas les faltaban los ojos, otras tenían regueros de sangre desde la comisura de sus bocas, como si les hubieran cortado la lengua. No podía saber qué era real y qué no, pero algo dentro de ella le gritaba que todo aquello era real, que podía acabar como una de ellas y que tenía que dar media vuelta cuanto antes.

Además, estaba el hecho de que estaba yendo por el mismo camino que había seguido esa cosa de cabello negro. Probablemente no era buena idea ir tras ella, y recordó que la otra Ashley estaba a punto de salir por la ventana, en dirección opuesta. ¿Quizá esa sería una mejor salida? Tenía sentido alejarse lo más posible de aquella locura. Si era esa cosa la que había escrito aquellas letras rojas, todas las señales indicaban que no era buena idea encontrarse con ella de nuevo.

Estaba a punto de dar media vuelta cuando escuchó aquel gemido. ¿Había alguna Ashley ahí viva aún? No podía creerlo, pero tendría sentido que las hubiera. A fin de cuentas se había llevado a una en sus mismas narices. Y si... ¿Y si que ella misma hubiera aparecido ahí no había sido casualidad? Hasta ahora siempre había saltado de mundo en mundo, con vidas distintas y ciertas peculiaridades, pero no dejaban de ser mundos normales. Sin embargo este en el que estaba parecía más una pesadilla, una película de terror de sábado por la tarde.

Con no pocas dudas plantó un pie fuera de la casa, buscando el origen de aquellos sollozos mientras no dejaba de mirar a todas partes como paranoica. En cualquier momento podía aparecer aquella cosa, y tenía muy claro que no quería ser la siguiente Ashley en ser encadenada y torturada allí. Apretó el cuchillo en su pecho, sintiendo el corazón a mil, mientras seguía buscando la fuente de aquellos sollozos.

Ashley avanzó poco a poco, evitando hacer ruido y sin mirar demasiado los cadáveres de sus otras yo. Al llegar al origen del sollozo, pudo ver a la Ashley Hill del camisón, prenda que compartía con el resto de de cadáveres del lugar. Se fijó en ella, tenía ahora un mordisco enorme en la cara, sangraba mucho y faltaba un pedazito de lo que antes conformaba su rostro.

Al igual que Ashley se fijó en ella, ella se fijó en Ashley. - Tú eres... La que estaba ahí escondida. - dijo un poco más calmada, a pesar de que se podía ver el pánico en sus ojos. Intentó caminar hacia ella, pero las cadenas que la ataban a la pared le impidieron avanzar demasiado. - ¡Por favor, sácame de aquí! ¡Se ha comido un cacho de mi cara y ha dicho que yo no soy especial, que no he tenido nada de contacto con quien busca, pero que sin embargo merezco morir! - le costaba respirar y empezó a gritar aun más. - ¡POR FAVOR, SÁCAME DE AQUÍ! - estiró de las cadenas que le ataban las manos, al punto de hacerle hasta algo de sangre. - ¡NO QUIERO MORIR, NO QUIERO MORIR! - la desesperación, las lágrimas y la sangre, hacían aquella situación muy lúgubre.

— ¡Shhhh! - chistó Ashley cuando la oyó hablar tan alto. No estaba gritando aún, pero parecía a punto de ponerse a hacerlo por aquella cara que mostraba. Bueno, al menos la parte que le quedaba intacta. Era un poco grotesco mirar directamente a su rostro desfigurado, por lo que desvió la mirada instintivamente al hablar con ella. — No puedo sacarte, acabo de llegar. Cuéntame con calma y en voz baja cómo llegaste aquí, qué es esa cosa si lo sabes, y dónde puedo encontrar la salida y la forma de sacarte.

Hablaba con más resolución de la que realmente sentía, pero su forma de moverse y las constantes miradas a su espalda y a los lados mientras la interrogaba delataban su nerviosismo. Sentía que a cada momento podía aparecer esa cosa de nuevo, como una sombra acechando a su espalda, esperando a que se descuidara para llevársela y mutilarla como a aquella Ashley... o algo peor. Quizá ella sí fuera la que estaba buscando. Quizá esa cosa no era una bestia sedienta de sangre, y más una lunática.

¿Pero cómo era que la ciudad se había convertido en aquella locura? Tenía bastante claro que había ido a parar a un mundo completamente distinto a lo normal. Quizá allí hubiera pasado algo con aquel libro. Recordó que Verónica culpaba al libro, que Banes lo estaba buscando, y recordó las letras rojas, escritas probablemente por una Ashley mucho más desequilibrada que ella misma. Sentía su cuerpo frío, tenía ganas de llorar, quería gritar y golpear las paredes con sus puños para descargar toda aquella tensión y frustración por no saber nada. Pero no serviría de nada, y lo sabía perfectamente. Su personalidad racional la instaba, en cambio, a usar esos sentimientos como fuelle, como combustible para seguir adelante.

Pero antes de que pudieran reaccionar ninguna de las dos, justo detrás de la Ashley vestida con su ropa habitual, apareció aquél ser, atraída por los gritos y golpes de la Ashley encadenada. - A̶s̶í̵ ̶q̷u̶e̴ ̷h̸a̷s̸ ̷v̶u̵e̷l̴t̵o̷.̴ - dijo con una voz increíblemente extraña, dirigiéndose a la chica que hacía no demasiado estaba escondida en la cocina.

Con su mano zurda la agarró del cuello, mientras con la diestra, como si de Darth Vader se tratara, alzó a la otra Ashley en el aire. - Y̶a̵ ̷s̷é̸ ̶q̸u̷e̶ ̴e̷s̶t̸a̶ ̶n̵o̶ ̶m̶e̵ ̸h̵a̵r̷á̸ ̶f̸a̸l̶t̷a̴.̶ - y tras decir esa frase, un terrible crujido sonó proviniente de la Ashley flotante, quien cesó de moverse.

El cuello de Ashley empezó a mancharse de sangre y su nariz a llenarse de un nauseabundo olor. Ashley tenía claro que aquella mujer llevaba mucho tiempo sin darse un buen baño. Empezó a reír y la tiró de forma violenta al suelo. - H̷e̵ ̴e̸s̷t̶a̶d̴o̶ ̵t̵r̵a̵y̸e̸n̵d̷o̸ ̷A̷s̷h̷l̵e̴y̴s̷ ̷a̷q̸u̴í̴,̴ ̸e̸s̵p̴e̶r̷a̸n̴d̴o̶ ̶i̷n̵v̵o̷c̵a̴r̷ ̷j̴u̶s̸t̵o̵ ̶a̶ ̴l̶a̸ ̸q̴u̶e̶ ̶m̵e̷ ̶a̴r̴r̷u̵i̵n̸ó̶ ̷l̵a̵ ̷v̴i̵d̵a̷.̶ ̶¡̸A̶ ̶l̶a̸ ̷q̵u̸e̵ ̶m̵e̸ ̴a̸r̸r̸e̵b̶a̸t̴ó̶ ̵t̴o̷d̸o̸!̷ - era difícil comprenderla, pero estaba claro que estaba muy enfadada. - Y̷ ̶m̶í̸r̴a̶t̶e̷,̷ ̶a̵q̶u̴í̴ ̶e̴s̴t̶á̸s̵,̴ ̶h̴a̶s̵ ̸v̴e̶n̴i̵d̸o̷ ̵s̶o̸l̵a̴,̸ ̵s̷o̶l̷o̸ ̸l̸a̵ ̵A̴s̸h̷l̴e̷y̷ ̷q̵u̷e̷ ̵m̷e̸ ̵a̴r̸r̵e̴b̷a̷t̴ó̵ ̸t̸o̷d̴o̶ ̴p̵o̵d̵r̷í̸a̶ ̷v̵e̴n̸i̸r̵ ̸a̷s̶í̴ ̶c̶o̴m̵o̵ ̷a̸s̴í̸.̵ ̷N̸o̵ ̸s̶é̸ ̵a̵ ̸q̷u̴e̴ ̵h̸a̶s̵ ̶v̸e̴n̶i̴d̴o̵,̷ ̵n̴o̸ ̶q̷u̶e̸d̸a̶ ̶n̷a̵d̵a̵ ̷q̴u̷e̶ ̶p̵u̸e̴d̴a̷s̵ ̷a̵r̸r̸e̸b̴a̶t̷a̴r̷m̵e̴.̶ ¿̴O̴ ̶a̸c̸a̷s̴o̶ ̴e̴s̷p̷e̵r̶a̵s̶ ̷r̵e̴c̸u̶p̷e̶r̵a̵r̵ ̶l̴a̵ ̷p̵á̸g̵i̵n̷a̶ ̷q̵u̴e̸ ̴t̷e̴ ̸d̴e̶j̶a̷s̶t̸e̶ ̵a̸q̷u̶í̴?̵

De la nada, hizo aparecer un cuchillo en su mano, estaba bien ensangrentado y tenía una forma muy curiosa, parecía uno que encontraría en algún ritual satánico. - V̷a̶ ̷a̶ ̵s̶e̵r̵ ̵u̵n̵a̴ ̷m̶u̸e̵r̴t̵e̵ ̸m̵u̶y̶ ̷l̵e̶n̵t̵a̸ ̷y̴ ̴m̴u̸y̸ ̵d̷o̴l̷o̷r̴o̶s̵a̵.̸

La situación parecía desesperada, pero algo sorprendió a Ashley y es que justo detrás de aquella mujer aparecieron aquellas letras doradas.

Eran algo contradictorias, pues para llegar hasta donde decían, debía pasar por donde ahora mismo había una mujer con un cuchillo y muchas ganas de matarla, sin embargo en dirección contraria, estaba su ruinoso hogar y nadie que intentara asesinarla.

Sintió un escalofrío en la espalda justo antes de que aquella cosa apareciera de nuevo. Como había pensado, los gritos la habían atraído, pero aún no entendía cómo diantres había aparecido de repente de la nada. Estaba claro que aquello ya rozaba lo sobrenatural... cosa que se confirmó cuando la otra Ashley empezó a levitar y acabó siendo asesinada frente a sus ojos.

Su cuerpo estaba tan tenso como una piedra mientras estaba aprisionada por aquella mano, y el olor nauseabundo la hacía querer vomitar. Tenía el corazón a cien por hora, y el miedo que sentía le indicaba que no podía enfrentarse a aquella cosa, ni era algo que fuera a salir bien si lo intentaba.

— Yo... ¡yo no te he hecho nada! - jadeó con dificultad, intentando boquear por aire cuando aquellos dedos que se le clavaban en el cuello como garras se lo permitían. — ¡No sé de qué me hablas!

Sabía, por supuesto, que cualquier cosa que dijera sería inútil. Aquella cosa no estaba en su sano juicio, pero sus palabras... ¿Una página? ¿A qué se refería? No podía pensar, todo su cuerpo y sus instintos le estaban diciendo que estaba a punto de morir, que no importaba una dichosa página, ni un diario, ni siquiera que hubiera letras flotando en el aire, indicándole una dirección extraña. Solo podía pensar en una cosa: luchar o morir.

Sacó el cuchillo con un movimiento rápido, clavándolo todas las veces que pudo en el antebrazo de aquella cosa para que la soltara, esperando así poder zafarse de su agarre y correr en la dirección de aquellas letras. Eran lo único que le había ayudado al llegar allí, y la razón se quedaba muy por detrás del instinto de supervivencia en aquel momento, encomendándose con fe ciega a lo que le decía ese ente desconocido para así poder salvar su vida.