Partida Rol por web

Ashley se despertó en su habitación. Confusa, miró de lado a lado ¿no se había ido a dormir en casa de su novio? ¿Qué pintaba en su propia habitación?

Sin entender nada, decidió no darle más vueltas, al menos a ese hecho, pues algo que preocupó también bastante a Ashley Hill era el hecho de que en su habitación no había un solo osito de peluche, sin embargo, si que habían un montón de dinosaurios igual de esponjosos...

Ashley despertó confusa, pero tranquila. No recordaba mucho del día anterior, tan solo lo importante y que terminó dándose una ducha en la casa de su novio, para quedar decepcionada cuando se lo encontró dormido en la cama. Un duro día de trabajo y tantas ansías por su encuentro, para luego quedar una tarde sosa y no aprovecharlo, aunque sea los cinco minutos que tardaba en satisfacerse él mismo. Tardó poco en detectar la cantidad de peluches dinosaurio que había desperdigados por la cama.

—¡No puede ser!, ¿dónde están todos mis ositos? ¡Papá! —exclamó, aun sabiendo que su cojera podía hacerle tardar. No le esperó para mirar bajo la cama y dentro de los cajones. En algún sitio deberían estar—. Un momento, ¿quién ha entrado en mi habitación sin permiso?

Agarró el móvil y le escribió unos mensajes, esto tenía que haber sido obra de Dylan. El hecho de que estuviese en su habitación y no en la de él era desconcertante. Sin embargo, también había cambios en su móvil, pues la conversación que tuvo con David había desaparecido y en su lugar había otra que no recordaba. Era muy raro, pero solo acentuaba la posibilidad de que Dylan había hecho de las suyas. Aún con todo aquél imprevisto, contestó rápido a los mensajes y continuó con su rutina diaria.

Luego bajaría a saludar a su padre y preguntarle si había visto algo.

Ashley bajó las escaleras y vio a su padre con una amplia sonrisa, además de tener la propia Ashley el desayuno preparado. - Buenos días cariño. - le dijo de forma sincera. Ashley estaba algo extrañada, pues veía más feliz de lo normal a su padre y sobre todo, veía que no le preguntaba sobre Dylan. - ¿Qué tal lo pasaste anoche?

Pero antes de poder responderle, los mensajes del móvil hicieron que este vibrara y seguramente que Ashley quedara extrañada con las respuestas. Al ver la cara de su hija, George no pudo evitar preguntar. - ¿Va todo bien? ¿Te has dejado un trabajo sin hacer? - chocó los puños consigo mismo. - ¡No importa, estoy seguro de que eres lo suficientemente capaz de improvisar algo sobre la marcha! No por nada vas a ser de las mejores filólogas del mundo. - ¿Filóloga? Puede que se estuviera preguntando Ashley.

Bien era cierto que era la carrera de sus sueños ¿pero a su padre le estaba dando algún tipo de embolia? Nunca llegó a entrar a la carrera... Aunque a lo mejor a la que le daba estaba dando la embolia era a la propia Ashley, pues todos actuaban de forma extraña a su parecer.

Ashley bajó a la cocina, donde esperaba un desayuno sin tomar y ella pensó que era para Dylan porque de alguna manera estaba por aquí, esperando a salir de un rincón, haciéndose el gracioso por sustituir los ositos. Todavía no sabía cómo habían acabado en esta casa, con su padre en la cocina preparando el desayuno y poniéndose pesado de nuevo con los estudios. Además, ¿no se llevaban mal? Era muy extraño.

Su padre siguió hablando y cuando los mensajes aparecieron, como si le leyese la mente o su cara lo dijera todo. Al parecer, según entendía, Dylan de madrugada profanó su móvil y amenazó a David, montándose una película que todavía no había sucedido. Ahora, David no quería hablarle. En cuando a Kyle, todavía no entendía lo que quería decir con Preston, si era un mensaje en clave o qué nuevo meme de internet. No tenía ganas de más bromas.

—Dylan está haciendo de las suyas de nuevo, me tiene harta —dijo, sentándose donde el hueco vacío de la mesa y mirando al desayuno, según ella para Dylan—. ¿Todavía sigue aquí? No sé cómo ha cambiado todos mis ositos por dinosaurios. Creo que tienes algo de razón, no puedo seguir más con él. Me está amargando la vida.

Entonces se levantó de nuevo a recoger algunas galletas que metería en su bolso para comer en las horas muertas de su trabajo como camarera.

—No, ayer no hubo trabajo extra y creo que hoy tampoco. Estos días están siendo agradables en el restaurante. Pero a lo mejor hoy vengo tarde si quedo con un amigo —le explicó, antes de responder a los mensajes.

Finalmente George se levantó y le tomó la temperatura a Ashley, apresurado. - Pareces estar bien... Pero ¿a qué viene sacar ahora a tu ex novio de hace tantos años? Con lo mal que lo pasaste con él y lo que te costó dejarlo. - entonces fue cunado sus ojos se abrieron como platos. - Espera, espera ¿dices que está por aquí? ¿Ha vuelto a venir a molestarte? - suspiró molesto y agarró su teléfono. - ¿Debería llamar a la poli? Te dije que deberías haber pedido una orden de alejamiento.

George parecía muy preocupado con el tema, aunque se paró un segundo. - ¿O has tenido algún extraño sueño? Cuando te he preguntado por trabajo hablaba de tus clases de filología, no de ningún extraño restaurante. - miró el reloj del móvil. - ¡Ostras, pero mira que horas son! ¡Vas a llegar tarde! - inquirió, metiéndole algo de prisa a Ashley. - Anda sube a despejarte un poco que parece que sigues confundiendo los sueños con la realidad y ve a clase ¡ya sabes que al señor Preston no le gustan los despistados!

Cuando su padre le ofreció llamar a la policía, Ashley quiso decir que sí, que llamara, estaba harta de Dylan, por fin harían lo que su padre quiso hacer desde hace mucho tiempo. Sin embargo, continuó hablando y se perdió en una conversación que no tenía sentido. Le costó tanto entender lo que decía que no dijo nada. Su padre hablaba de sueños —pesadillas— y desde luego, esta mañana era lo que parecía.

Le hizo caso y subió de nuevo a su cuarto, confundida. Tenía razón en que llegaba tarde en la rutina que estaba acostumbrada, pero necesitaba unos cuantos minutos para pensar en lo que estaba pasando. Nada parecía haber cambiado en su cuarto, los ositos eran el cambio más evidente y que quizás camuflaban otras variaciones a las que no estaba prestando atención. Eran sus ositos y habían sido sustituidos. Entonces, al mirar su móvil de nuevo, se dio cuenta de que su padre también le había hablado de las clases de filología y del tal Preston. Ya está, les había pillado, era todo una broma pesada y no tenía gracia. El humor es importante, pero tiene límites y tampoco están en el día de los inocentes.

Contestó a los mensajes y miró de nuevo debajo de la cama. Después, recogió su bolso y cerró la puerta de un portazo, no sin antes contestar a su padre con una mirada fulminante.

—Sois todos muy graciosos.

Fue a su trabajo, como cada día. Hoy empezaba mal y algo le decía que no aguantaría demasiado a su jefe engreído.

Ashley llegó a la cafetería donde trabajaba. Allí estaba su jefe, junto con sus compañeros de trabajo. La jornada parecía que ya había empezado sin Ashley, cierto era que llegaba un poco más tarde de lo normal por haberse entretenido con su padre y los mensajes del móvil, pero al presentarse delante de Marco, esperando una regañina de lo lindo, este simplemente se rascó la barriga, la miró completamente apático y con ningún tipo de entusiasmo comentó. - ¿Vas a querer desayunar o algo? ¿O te vas a quedar mirando al infinito chiquilla?

Fue entonces cuando la cabeza de Ashley empezó a dar vueltas. Por extraño que pareciera, podía ser que su padre, Dylan y el tal Kyle, le estuvieran gastando una broma muy pesada ¿pero su jefe? No tenía sentido del humor, le importaba solo el dinero y ahorrarse todo el posible, él nunca participaría en algo de ese estilo... Algo estaba pasando, ya fuera con Ashley o con absolutamente todos los demás... Pero aquello, aquello no era para nada normal.

De camino al trabajo Ashley fue mensajeándose con esos dos chicos que parecían haber perdido toda la razón o estaban decididos a hacerla sufrir. En realidad, no sabía qué pensar sobre esas conversaciones, pero eran un poco dolorosas. No le caían bien las bromas o las locuras de ese tipo. Tampoco recordaba que esos dos se llevasen bien o lo suficiente como para planear este tipo de cosas, incluyendo a su padre. De hecho, tampoco recordaba la noche anterior, así que en sus posibilidades barajaba incluso que todo fuese cierto, pero no lo recordaba por alguna razón. Quedó algo afectada en los últimos minutos del trayecto. Al final dejó de responderles. Estaba segura que aunque Dylan dijese esas cosas, acabaría mandando miles de mensajes acosadores que interrumpirían su trabajo.

—Hola señor Rich, disculpa la tardanza de nuevo. Tuve problemas personales... —musitó, esperando la regañina típica, pero en su lugar el recibimiento fue diferente. Miró a sus compañeros y luego de nuevo a Rich, todos parecían tener una actitud diferente hacia ella, como si no la conocieran. Fue extraño, pero respondió—. No, no quiero desayuno, gracias, tengo el estómago revuelto. Enseguida me pongo el delantal.

Se adentró más al establecimiento en dirección al hueco de la barra donde estaría el uniforme con el que se vestiría en pocos segundos.

¡Hey! ¿¡Pero dónde vas!? - gritó al ver como la chica entraba al vestuario como Pedro por su casa. Ashley tras abrir la taquilla, pudo ver que no había nada suyo allí dentro. - ¡Fuera de aquí si no quieres que llame a la policía! - dijo en un tono bastante enfadado al alcanzarla.

Todos los clientes, además del resto de empleados, se asomaron para ver que demonios estaba pasando allí, pues el escándalo se escuchaba por todo el local. Parecía que Ashley estaba a punto de meterse en graves problemas.

Confundida por la actitud de su jefe, no se lo podía creer. Estaba echándola del trabajo sin remordimientos y encima actuaba como si no la había conocido en su vida. Lo peor era que aquellos empleados envidiosos actuaron del mismo modo. Fue todo un chaparrón de agua muy fría.

—¿Señor Rich? Pero si yo trabajo aquí, no hemos finalizado el contrato —le reclamó, saliendo de la taquilla, donde todos la miraban con ojos como platos—. Después de tanto tiempo, ¿me echas? No puede ser.

Miró al público observador, avergonzada, se sintió como una ladrona intentando robar en un establecimiento. Era un empleo precario, con un contrato hablado y esos empleados deseaban desde hace tiempo que se fuera, desde luego que declararían en su contra si se diera el caso. ¿Qué haría? Tenía dudas. Debería decírselo a su padre.

Tras la puerta del restaurante, sentada en un banco, cogió el teléfono y le llamó.

—¿¡Papá!? No sé qué está pasando, me han echado del trabajo. Está actuando como si no me conociera y esos viejos lo mismo. ¿Qué hago? Ni siquiera me ha pagado lo que me debe de estos días.

Hablando con él se acordó de David, quien según sabía era una figura algo famosa y de prestigio, que ha visitado el restaurante diariamente. Podría pedirle ayuda.

Ashley, frustrada, confusa, sin saber muy bien que hacer, salió corriendo de allí, alejándose de todas las miradas indiscretas y sobre todo del problemón que sería que avisaran a la policía, e intentó llamar a su padre. Por desgracia, este no le cogió el teléfono, pues se encontraba trabajando ya, sin embargo Ashley le dejó un mensaje de voz.

También probó a escribir a David, pero para su sorpresa, tras el mensaje inicial de respuesta, la había bloqueado, después de todo a la gente relativamente famosa e importante, pero en especial, gente con dinero, suelen llamarla de bastantes sitios para pedirle dinero con alguna estafa tonta o fingiendo que lo conocen.

Por suerte para Ashley, David estaba a punto de entrar a la cafetería ¿intentaría ir a verle? ¿Lo dejaría ir a comer tranquilo? Todo el mundo parecía que no la conocía, por lo que si intentaba acercarse a él, tendría que demostrarle de alguna forma que sí se conocían, aunque él no lo recordara... Aunque siempre hay muchas más cosas que hacer en el día.

Ashley se sintió sola y defraudada. Prácticamente todos los que conocía habían decidido tratarla como si una mierda sin importancia. Parecía como si de un día para otro todo se había vuelto en contra de ella. No sabía qué hacer. Se acercaba la hora en la que David venía al restaurante. Sabiendo cómo había terminado todo con él, dudaba si de verdad regresaría a comer una de las hamburguesas, solo para no encontrarse con ella.

No se quedó para comprobarlo. En su lugar, fue al parque. Ese sería el sitio idóneo para relajarse. Contemplar la naturaleza delante del lago, en un banco soleado y comer sus galletitas sería lo que necesitaba para relajarse, olvidar lo que estaba sucediendo, aunque sea por un par de horas. Todavía no lo asimilaba.

En el trayecto miró su móvil, ¿qué más personas tenía para contarle lo que estaba pasando? Hasta ahora no se había preguntado que su vida estaba enfocada en Dylan y había olvidado al resto del mundo. Era como si el destino estuviese dándole una lección. Repasó las aplicaciones, abrió su vieja cuenta de twitter y leyó algún comentario del momento.

Ashley revisó su vieja cuenta de Twitter, hacía años que no entraba, de hecho la última vez fue en aquella fiesta a la que fue con Dylan y probó por primera y última vez la maría. Fue en ese momento en el que Ashley se dio cuenta que la gente aparentaba demasiado en las redes sociales y que había demasiada toxicidad... Al menos eso aprendió del grupo que se juntaba y por ello no continuó usándolo. ¡Por suerte su contraseña era la misma desde hace años!

Pasaba las fotos y los tweets entre suspiros, en cierta medida, echaba de menos aquellos momentos, por otra parte también recordaba los malos momentos, pero lo que más rabia le daba de todo aquello es que en todos sus momentos salía Dylan. Parecía que no había construido nada sin él, que vivía todo en base a él y a veces se comportaba de una forma tan... Capulla.

Pero pronto Ashley dejó de estar absorta en sus pensamientos, pues le empezó a entrar una llamada, era Kyle Wood, un contacto que no había recordado guardar, pero allí estaba. Aunque parecía que la conocía ¡e incluso decía que se habían estado besando recientemente! ¿Cogería Ashley aquella llamada?

Ashley repasó las nuevas venturas que se traía la aplicación sin mucho interés. Gente desconocida insultándose y otros ofendiéndose porque alguien famoso dijo una palabra, mientras los más inteligentes de esa plataforma repasaban quién se acostó con quién de un programa de televisión. Era igual de tóxico como lo recordaba. Después de mirar con nostalgia sus antiguas publicaciones, tuvo el impulso de escribir algo en su muro.

No sé qué mierda le pasa a todo el mundo hoy. ¿Estoy en un reality show? Parece como si todo el mundo haya decidido hacerme una macrobroma. Todo es diferente.

Quizás lo estaba utilizando como una forma de desahogo y no le importó. No tenía muchas expectativas de que lo fuese a ver mucha gente o que recibiera respuestas. Entonces llamó Kyle Wood, era el mismo que el de los mensajes. En su foto de guardado se le veía mejor la cara y, ahora que lo pensaba, no le sonaba de nada. ¿Se había confundido con los mensajes? Puede que sin querer, con el lío de los peluches, no se dio cuenta de que era un extraño. Hay tantos Kyle en este mundo, que pensaría era uno de tantos.

—Eh... ¿hola? —le contestó tras iniciar la llamada—. ¿Eres el mismo de los mensajes? ¿Quién eres?, un amigo de Dylan, ¿no? —Esperó su respuesta, a ver si con su voz podía acordarse de algo. Empezaba a perder los estribos.

Kyle cogió el teléfono y su voz sonaba quebrada. - Para ya Ashley... - decía casi sollozando. - Vale que no quieras nada conmigo y que lo de ayer fue una tontería, pero no tiene gracia que digas que soy amigo de tu ex, más con la de veces que me has comentado lo malo que fue contigo. - suspiró, se le notaba agobiado. - Además ¿por qué no has venido a clase? El señor Preston ya andaba ayer mosca contigo por tus comentarios, hoy le ha hecho muy poca gracia que no vinieras.

Sorbió sus mocoso. Se le notaba destrozado por dentro. - Ashley, somos amigos ¿verdad? Así que ¿podemos ignorar lo del beso de ayer y volver a como éramos antes? No quiero que sigas con esta broma de mal gusto ni que faltes a clase por no verme... - se le notaba muy roto a cada palabra que decía. - Por favor Ashley, vuelve a clase antes de que pierdas más.

Ella se quedó muda cuando empezó a hablar, su monólogo fue extraño. Hablaba sobre cosas que no habían hecho, pero también sobre su relación con Dylan. Sabía que era malo con ella a veces, pero si fuese una broma manejada por su novio, tampoco reconocería que él era el malo tan abiertamente.

—¿Qué? ¿Por qué sabes tanto sobre nosotros? ¿Quién te lo ha contado? Como sea algo manejado por mi padre, me va a escuchar —le dijo, elevando la voz. No le importaba si estaba llorando, le parecía un actuación amateur—. ¡Dile de mi parte que ayer no hicimos nada! Fue una tarde de mierda, como todos los días. Ahora sabrá que no me divertí. ¿Contento?

La conversación no tenía sentido para ella, parecían dos interlocutores hablando de diferentes cosas.

—No sé cómo hicisteis para que Dylan hiciera esa foto con mi cara. ¡Ni se os ocurra hacerlo de nuevo! Ya le dije a mi padre que me plantearía lo de comenzar los estudios de filología, pero como me siga agobiando con estas tonterías, pensaré en otra cosa solo por joderle —le confesó, cansada por seguir hablando—. A donde no podré regresar más es al trabajo que acabo de perder, espero que no por su culpa.

Kyle estaba al borde de echarse a llorar. - No entiendo por qué actúas así... No entiendo por qué me hablas así... - hasta que finalmente se sorbió los mocos y sonó un poco más serio. - A no ser que... ¿De verdad estás diciendo todo lo que dices en serio?

La chica no podía verlo, pero escuchó un movimiento a través del teléfono, como si negara con la cabeza el chaval. - O te estás tomando demasiado enserio la peli que vimos ayer, o te has dado un golpe muy fuerte en la cabeza... O realmente no estás viviendo la vida que solías vivir. Porque me niego a creer que la Ashley Hill que conozco se comportaría tal y como lo estás haciendo ahora, menos aún llevaría una broma tan lejos.

Suspiró, seguía sin creerse lo que Ashley le decía al cien por cien, pero decidió seguirle le juego de momento. - Pregúntate una cosa Ashley ¿por qué ibas a tener mi número guardado si no me conoces de nada? ¿Por qué ibas a tener mensajes míos casi a diario si no fuéramos amigos desde hace tiempo? Y yendo un poco más allá. - su tono cambió ligeramente, se notaba que estaba incómodo hablando de lo que iba a hablar. - ¿Por qué iba a acceder tu "novio", quien me dijiste que era un posesivo de cuidado, a hacer este tipo de bromas? No creo que alguien como él estuviera contento de hacer una foto en la que salieras enrollándote con otro chico.

Se quedó callado unos segundos. - ¿Lo has desbloqueado para hablar con él? - se notaba cierta intriga personal en aquella pregunta, pero pronto intentó redirigirla para hacer que Ashley se diera cuenta de todo aquello. - Más bien ¿no te parece raro tenerlo bloqueado y que no tengáis ninguna conversación desde hace mucho tiempo?

La conversación se estaba tornando absurda. Aquél Kyle parecía un promotor de alguna religión nueva, como la cienciología, basada en destruir la cordura de sus clientes. Pediría un test de personalidad, un documento para saber cómo penetrar en la mente de Ashley y hacerse con su vida. Sin embargo, el chico no insistía en métodos escritos. Su método de convicción era fingir que ya se conocían, probablemente añadiendo que fue en vidas anteriores o lugares cósmicos, ese tipo de cosas que se llevan ahora. Al final con el mismo objetivo que las otras religiones, redirigir sus ingresos hacia el líder. Pensar que este chico haya sido el causante de todo el revuelo del día anterior, quizás sonaba algo enrevesado, pero tampoco sería ingenua de no dar una posibilidad. Hoy en día los estafadores cada vez son más eficaces.

—Escucha, señor Wood —le dijo, respetando un tono relajado—, no te conozco, ¿vale? Ayer no vimos ninguna película y no estoy de broma. Broma la vuestra, o lo que tramáis... No estoy interesada en vuestra estafa, así que si no te importa seguiré con mi vida, que bastante mierda es para venir alguien a quitarme el dinero.

Fue a colgar el teléfono, pero la voz insistió. Si no fuera porque preguntaba sobre las incógnitas que se habían presentado desde esta mañana, hubiese colgado. Le atendió. Aquél chico a quien nunca le había contado nada sobre su vida sabía bastantes detalles sobre la personalidad de Dylan y en parte tenía razón, eso apoyaba más la idea de que el chico venía de su parte. Pero que en su imaginación supiera que el contacto estaba bloqueado y que, efectivamente, no tenía conversaciones con Dylan y sí con él, llamó mucho su atención.

—Tengo mensajes contigo que no recuerdo escribir. Qué eres, ¿un hacker? ¿Cómo sabes que Dylan estaba bloqueado? No sé por qué estaba así o quién borró mis mensajes con él. Ni siquiera encuentro la foto que le mandé ayer —entonces sospechó que se trataba de un extorsionador por aquella foto y algunas más. Suspiró, relajando los hombros por creer comprenderlo, aunque eso no explicaba otras cosas que habían sucedido. No sabía si ir a la policía para contarlo todo o regresar a su casa para olvidar el día—. Tengo que colgar.

Kyle suspiró con pesadez. - Todo lo que sé de ti, es porque me lo has contado tú. Estoy intentando ayudarte, no me hace ninguna gracia que encima me acuses de delincuente. Si esto es una broma que estás llevando demasiado lejos, no tiene ningún tipo de gracia y si sigues diciéndolo enserio, ve al médico a que te mire la cabeza. - colgó entonces sin dejarle decir nada más.

Se notaba que estaba bastante molesto, después de todo, no era de buen agrado que a nadie le llamaran criminal. Ashley volvía a estar como antes, sin saber que hacer, sin saber que mirar... Sin saber nada de nadie, por lo que parecía, pues ella cada vez estaba más determinada a que todo el mundo se había confabulado en su contra.

Aquella conversación terminó de golpe. El chico que no conocía de nada hablaba como si supiera más de lo que callaba y después, cuando Ashley pensó que revelaría el secreto de la broma o de lo que supone que estaba viviendo, le mandó al psiquiatra. Quizás se ofendió cuando le llamó hacker, un oficio alejado de la rama del conocimiento de la que trataban sus clases de filología, pero era lo que parecía. ¿Qué otra explicación había? ¡No tenía ni idea de lo que estaba ocurriendo! En su cabeza rondaba la idea de ir a la policía y denunciarlo todo, más que nada por lo del trabajo. También se planteó por un instante si debería hacerle caso y acudir lo antes posible a un médico, aunque ¿no sería precipitado? ¿Y si nada es real y todo es un sueño? Necesitaba descansar.

Llegó a su casa, caminando tranquilamente por el paseo al que estaba acostumbrada. Era un camino largo de varios minutos, pero el tiempo no importaba cuando los sonidos de la naturaleza servían para meditar. Abrió la nevera, tenía hambre de algo más que las galletas de su bolso. Algo fuera de lo común, sabiendo que el esfuerzo que dedicaba en el restaurante conseguía mantenerse ocupada para no pensar en su estómago. Esta vez fue diferente.

Comió despacio, a medida que alejaba el móvil de sus manos.