Partida Rol por web

Ashley, caminó tranquilamente hacia su casa, calmó su mente, sus pensamientos se asentaron y concluyó algo. Solo la persona con la que llevaba prácticamente toda su vida podía darle algo de sentido a todo aquello, en especial con explicaciones de qué demonios estaba pasando.

Se tomó su segundo desayuno, algo impensable de normal para Ashley y algo que sabía que seguramente molestaría a Dylan, pues él era el primero en quejarse en cuanto esta pillaba algún kilo de más. Le dejó un mensaje a Dylan, lo leyó pero no contestó, aunque no fue necesario, pues en menos de diez minutos se plantó en su casa.

No llamó al timbre de la puerta, si no que tocó una de las ventanas de la cocina y Ashley le abrió para que pasara. - No he llamado para no molestar a tu padre, sé que ahora trabaja desde casa por lo del accidente. - comentó con un tono bastante más apacible de lo normal.

Miró las tostadas, luego miró a Ashley, no comentó nada, algo que sorprendió gratamente a Ashley. - Debo decir que no me esperaba que quisieras hablar, supondría que estarías en clase ahora mismo o que estarías con ese chico con el que fuiste ayer al cine y le diste un beso... Pero me alegra que quieras hablar las cosas.

Se sentó en una de las sillas de la cocina. - Yo... Siento como te traté durante nuestra relación. Siento que aún que me dejaras ya hace unos años, hasta a día de hoy siguiera cotilleando tus redes, en las que no sueles poner nada de normal debo decir... O siguiéndote y haciéndote fotos a traición. - negó con la cabeza, la agachó y la apoyó sobre sus manos.

He sido un mal novio, un mal amigo y en general, una mala persona contigo. - sollozó. - Pero es que siento que desde que lo dejamos, mi vida perdió el sentido. Siento que si no te tengo conmigo, no quiero a nadie más a mi lado y nada tiene sentido. - entonces sorbió sus mocos y una mirada realmente preocupante, se posó sobre Ashley. - Y te quiero solo para mí. Porque si no eres mía, no quiero que seas de nadie. Vuelve conmigo Ashley, dame una segunda oportunidad.

Ashley se sorprendió cuando vio a Dylan en frente de la ventana tan rápido, no había pasado ni media hora. Normalmente, era ella quien debía ir tras él cuando se trataba de hablar, o cualquier otra cosa, si no quería tener una tarde amarga. Le dejó entrar y siguió sorprendiéndose de su actitud tan pacífica con su padre o con su desayuno que, en condiciones normales, se lo hubiese ocultado para que no se enfadase.

—Te noto diferente, ¿te encuentras bien? —le preguntó, confusa—. Te he llamado porque todo lo de hoy ha sido tan rápido que me cuesta entenderlo y... no puede acabar así de repente.

Luego siguió con lo de las clases o lo del beso, algo que en realidad no había sucedido con ella, pero no le dio importancia. Esta nueva forma de actuar de su novio captó toda su atención y le resultaba tan dulce que no podía creerlo. Otra cosa que le resultó extraña fue que sintiera que la relación se terminó hace años, cuando todavía seguían siendo novios.

—¿Así lo sentiste? Todos estos años fueron como si no fuesen de verdad. Yo también pensé que estábamos perdiendo el tiempo. Aunque ya no me acuerdo del punto en que todo cambió para mal —Siguió hablando de lo que ya sabía, que espiaba su móvil para revisar los mensajes o la perseguía a veces, era una rutina que reconocía perfectamente en él—. Te veo arrepentido con eso, pero me lo hiciste tantas veces que, ¿de verdad quieres cambiarlo?

Entonces le agarró de la mano y no se apartó. Su tacto también fue diferente, como si hacía mucho que no lo hacía. De hecho, hacía mucho que no lo hacía, ya que según recordaba, las veces que le agarraba de la mano era para apretarla fuerte y guiarla donde él quería. Esta vez, la calidez de su mano se sintió delicada, sin ninguna intención de hacerle daño. Le miró a los ojos, ilusionada de que por fin Dylan quería hacer un cambio en la relación.

—Dylan, te creo. Es la primera vez que te noto sincero —le dijo, sin apartar la mano—. Me gustaría que el cambio se demuestre con hechos, porque yo no puedo ser feliz si me tratas de esa forma —Las palabras de Dylan eran demasiado posesivas, típicas de él, había mucho que cambiar en su actitud—. ¿Crees que harías el cambio por mi?

Le sonrió. Aunque en esencia seguía siendo un capullo, se le veía con ganas del cambio. Después de años en una relación tóxica o fantasma, darle una nueva oportunidad después de todo era lo mínimo. Si de verdad cambiaba, sentiría que no había perdido tanto el tiempo.

—Bueno, empecemos por lo más fácil. Ven a mi cuarto sin que te escuche mi padre, que no quiero broncas ahora —subieron las escaleras en silencio—. Entonces, dime, ¿dónde están los ositos y de dónde salieron esos dinosaurios? 

Dylan asintió a todo lo que ella decía. - Sí, perdíamos el tiempo, yo tampoco entiendo en que momento empezó a irse todo a la mierda, solo sé que cuando desapareciste de mi vida, se generó un hueco que nunca más pude llenar. - entonces sonrió, aunque sus ojos mostraban cierto punto de desesperación e incluso locura. - ¡Si, si, si! - gritó, incluso rio. - Cambiaré por ti, cambiaré a mi familia por ti, cambiaré a mis amigos por ti, cambiaría el mundo entero por ti. - decía con convicción, haciendo así ver a Ashley que estaba dispuesto a todo con tal de que estuvieran juntos.

Fue entonces cuando Ashley le invitó a su cuarto, el chico sonrió y en cuando subió las escaleras, empezó a quitarse la camiseta, esperando hacer algún tipo de acto sexual con la chica... Aunque se sintió muy parado y no se quitó los pantalones cuando escuchó la segunda pregunta. - ¿Ositos? - dijo confuso. - Pero si siempre te han gustado los dinosaurios. - se acercó a uno relativamente grande y lo cogió con ambas manos y una sonrisa. - De hecho este te lo conseguí yo, en la feria. - "¡Mentira, me conseguiste un osito!" pensaría seguramente Ashley ante los comentarios del chico. - Pensé que lo habrías tirado cuando lo dejamos. - rió levemente. - Me alegra que tampoco me hayas olvidado, como yo nunca te olvidé.

Entonces su tono volvió a cambiar. - Eso de los ositos ¿es parte del cambio? ¿Quieres que te consiga un montón de ositos de peluche? Ya te digo que lo cambiaría todo por tí.

No le importó que Dylan siguiera con la pequeña interpretación de que lo habían dejado hace mucho, con el objetivo de darse una nueva oportunidad. No obstante, su papel de obsesivo se le iba de las manos hasta un punto psicótico y ella, tranquila, hizo un gesto con su otra mano como diciendo que se relaje. Subieron al cuarto agarrados de la mano, algo que, si hace mucho tiempo que no hacían, para ella no fue extraño. Tenía una sonrisa en la cara. Al fin se acabarían todas las tonterías que había escuchado en el día de hoy y empezaría una mejor etapa en su vida de mierda.

Entraron y le preguntó por sus ositos, antes de darse la vuelta y descubrir que ya se había quitado la camiseta. "Joder, sí que estaba desesperado, cuando ayer me ignoró completamente", no le dijo nada, puesto que en parte lo agradeció. Hacía muchos días, sino semanas, que no tenían un encuentro decente. Al menos uno en el que disfrutaran los dos, no solo él. Tras escucharle, se decepcionó. Pensó que diría "¡fue todo una broma!" y que aparecerían sus ositos de algún lugar escondido. No fue el caso, todo seguía en el mismo sitio desordenado de antes y el chico no daba su brazo a torcer. Pensó que quizás era porque siempre fue así, y nunca fue como recordaba. Se sentó en su cama, desesperada y confusa. Estaba en un escenario diferente y un sentimiento de impostora transformado en escalofrío le recorrió la espina dorsal.

—No lo entiendes... —musitó con sus manos en la frente. Empezó a temer por su estado y si le miraba, a lo mejor veía a un extraño—. Todo ha cambiado, ¡nada es como antes! Yo nunca tuve dinosaurios y lo que tú me conseguiste fue un osito. ¡Ayer mi cuarto estaba lleno de ositos! —Miró al suelo, era el único sitio donde podía mirar si no quería perder la cabeza—. Por favor, dime que es una broma, una broma muy bien gorda. ¡Pero no puede ser una broma! Todos insisten en que voy a clases, cuando nunca inicié la carrera. ¡Los del restaurante donde trabajo no me conocían! ¿No te acuerdas? Me vienes a recoger casi todos los días. —Entonces le miró, buscando la respuesta que deseaba, pero era un Dylan diferente al que recordaba y se trataba de algo más que un cambio intencionado. Su torso desnudo, sin embargo, le resultó familiar y nostálgico, hacía mucho que no lo acariciaba—. No sé por qué dices esas cosas si tú y yo nunca lo dejamos. Hemos seguido juntos todo este tiempo.

Dylan parecía realmente confuso, pero negó con la cabeza y sonrió, aceptando que todo aquello era una prueba de Ashley, la cual ya había comentado que quería cambiar todo. - Sí, tienes razón, nada será como antes. - comentó con una sonrisa, con una mirada que la acompañaba que parecía ciertamente psicótica. - Tienes razón, a tomar por culo estos dinosaurios, lo llenaremos todo de ositos ¡nunca existieron esos dinosaurios! - se acercó a la ventana con el peluche que aún tenía entre las manos, la abrió y lo lanzó afuera.

No entiendo tampoco muy bien a que te refieres con eso del restaurante, pero bueno ¡si quieres dejar la carrera y montar un restaurante, también lo haremos! - le puso una mano en la cabeza a Ashley y la acarició. - Sé que debe estar siendo horrible tu carrera como para que quieras hacer como que nunca has ido, pero no te preocupes, vamos a hacer como que nunca ha pasado nada de lo maloo...

¡Y claro, eso significa que nunca nos hemos separado! - empezó entonces a reír, levemente, de una forma que hizo que a Ashley se le pusieran los pelos de punta. - ¡Siempre hemos estado juntos! - pero entonces su risa se cortó en seco. - Pero para que eso funcione, debemos no dejar ningún cabo suelto. - caminó entonces hacia la puerta y con una sonrisa y mirada aterradora comentó. - Me voy a encargar esta noche del cabo suelto. - para entonces, marcharse sin decir nada más.

Ashley apretó sus manos en el colchón de su cama, temiendo que su novio actuara de alguna forma violenta con ella. Tenía miedo, no como otras veces en que la emoción del momento le hacía actuar desesperado. Esas veces, como ahora, los objetos solían ser el objetivo de su ira. Otras veces era su muñeca, el brazo, entre otras cosas, lo que salía malherido. El miedo que le hacía erizarse los pelos era que en realidad ese hombre que tiraba el peluche fuera de la casa no era el que conocía. Esta no era su casa, esos no eran sus peluches. Esta no era su vida. Estaba en una horrible pesadilla.

Reaccionó temblorosa con una leve sacudida hacia la pared. El rostro psicótico de Dylan le decía que ahora la siguiente en lanzar por la ventana sería ella. Sudaba por los nervios y el presentimiento de que su vida estaba en peligro a manos del chico. Solo la acarició. A pesar de que estaba actuando violento, la caricia fue muy suave. Mejor que los de su verdadero novio. Eso era lo más extraño de todo: saber que siendo la misma mano, misma apariencia, podían tratarla de diferente manera. En cierta medida, esta versión era mejor que la otra, pero no era su mundo. Era perturbador relacionarse con los extraños de esta pesadilla y, aun así, gustarle más que su vida.

Dylan siguió hablando en su monólogo psicótico y al final abandonó el cuarto. Lo agradeció con un suspiro. En realidad, no sabía a qué se refería con el "cabo suelto". Muchas veces el furor de Dylan solía llevarle a hacer cosas extremas, como por ejemplo traer todos los ositos que ella "había" pedido o, como mucho, pelearse con otro chico con el que compartió un breve saludo. En cualquier caso, en su versión del mundo no recordaba que sobrepasara los límites legales. Le dejó ir, las ganas de estar lejos de ese extraño psicótico fueron mayores que su curiosidad.

Pasó varios minutos tumbada en esa cama, parecida a la suya, pero diferente. Después, miró su entorno creyendo que había vuelto a la normalidad, pero seguía en el mismo sitio. A pesar de ser diferente, estaba en el mejor lugar en donde pudiera sentirse segura: su casa, con su padre. Su padre no podía ser tan diferente, debería ser el mismo que recordaba. Quizás sería el mejor para contarle lo que ocurría. Pensar en eso la alivió. Ahora necesitaba una ducha y luego iría a buscarle.

El discurso de Dylan recorría la cabeza de la chica mientras se duchaba, en especial aquello del "cabo suelto". ¿Qué sería? ¿Qué podría querer Dylan cambiar a "petición" de Ashley para que todo fuera como antes? Tenía que ser algo de su relación... O algo que entorpeciera en su relación.

Cuando terminó de ducharse, con más dudas que al principio, se cruzó con su padre por el pasillo, quien parecía que había terminado hace poco de terminar. - Hola cariño. - le dijo dándole un beso en la frente. - ¿Qué tal ha ido el día? ¿Las clases bien? - entonces una ligera sonrisa apareció en el rostro de George. - Antes he oído voces y risitas. - le dio un ligero codazo a su hija. - ¿Has estado "estudiando"con Kyle? - se recompuso, aún manteniendo una ligera sonrisa. - Creo que haríais buena pareja.

Aquél comentario dejó perpleja a Ashley. Era la primera vez que su padre aceptaba su relación con un chico... Aunque claro, antes solo había estado con Dylan. ¿Tan buen chico le parecía Kyle a su padre? ¿Tanto pasaban juntos que daba a pensar que eran pareja? Parece que el tal Kyle era un punto importante en la vida de Ashley, de esta pesadilla que por momentos parecía más feliz que su vida original y si a eso le sumamos el beso de ayer y la preocupación del chico el día de hoy, era casi evidente que él iba detrás de ella. Una palma en el hombro de Ashley la sacó de sus pensamientos. - ¿Estás bien cielo? - preguntó con cierta preocupación su padre.

Ashley le dio mil vueltas en la ducha sobre lo que estaba ocurriendo. Se preguntaba sobre lo que haría Dylan, pero en realidad, le daba igual, tarde o temprano despertaría en su cama con sus ositos de peluche y la pesadilla habría acabado. Todo esto parecía tan real que era increíble. El agua caliente conseguía sosegar sus preocupaciones a cambio de varios minutos bajo el agua caliente. No quería pensar. Cuando salió, se encontró con su padre. Según sus palabras, no era el mismo que recordaba, pero estaba tan acostumbrada a él que le costó aceptarlo. Pensó que si le decía lo que sentía, conseguiría su ayuda.

—Padre... —le dijo con un rostro de preocupación—, me está ocurriendo algo que no puedo explicar bien. Todo está cambiado... alguien lo ha hecho. —Le agarró de la mano, pensando que él se la acariciaría mientras escuchaba y siguió con su historia—. Esta no es mi vida, estoy en otro lugar distinto al de ayer. Mis ositos... mis ositos de peluche, ahora son dinosaurios cuando yo nunca hice ese cambio. Todos decís que voy a clases de filología, pero yo... ¡yo nunca inicie la carrera! Además, el dueño del restaurante donde trabajo no me reconoció hoy, tampoco los camareros. —Faltaba algo importante, ese chico que tan importante era en esta historia, pero que no conocía—. Ese Kyle, ¿quién es? ¡Yo nunca conocí a ningún Kyle!

Sumando a la mano que tenía agarrada, llevó la otra al mismo sitio.

—Padre, ayúdame. Te juro que no sé qué está ocurriendo. Esta no es mi vida, así no es como yo la recuerdo... —La chica se veía desesperada y parecía que suplicaba por ser creída.

Dime cielo. - le contestó con una sonrisa al escuchar su acercamiento inicial. Escuchó atentamente a su hija, mientras con ambas manos la sujetaba, preocupado. No dijo nada mientras Ashley decía todo aquello, solo escuchó atentamente. - Cariño... ¿Te has golpeado la cabeza en algún momento? - dijo totalmente enserio, soltando una de sus manos y palpando la cabeza de su hija sin encontrar nada.

Hizo una mueca de preocupación. - Cariño, todo lo que has descrito... Es tu vida. Kyle es tu mejor amigo, estás super ilusionada con tu carrera y no sé qué hablas de un jefe de no se qué restaurante, pero nunca has trabajado. - con la mano con la que había palpado la cabeza de Ashley, se dio un par de golpes leves en el pecho y sonrió. - Aunque ande medio cojo, mientras este viejo caracamal pueda trabajar, no va a dejar que a su niña le falte de nada.

Pero si su padre ya estaba preocupado, al escuchar el último grito de ayuda de su hija, su leve sonrisa se transformó en un gesto de llanto. - Hija mía, no sé que te pasa, no soy médico, ni psicólogo, no entiendo porque piensas todas estas cosas. - la abrazó con fuerza contra él y Ashley pudo notar algunas lágrimas cayendo sobre su cabeza. - Pero vamos a solucionarlo ¿vale? Vamos a ir al médico y vamos a arreglar lo que sea que te pasa, eres lo mejor de este mundo y no te mereces que te pase nada que te haga sufrir.

Ashley abrazó a su padre y se le echó a llorar en el hombro. Los sentimientos que había acumulado durante cayeron en forma de gotas; los cambios en su habitación, el rechazo de David a quien estaba conociendo, su encuentro vergonzoso en el restaurante, el supuesto amigo Kyle con el que compartió besos, las conversaciones tóxicas con Dylan y su regreso renovado, pero igual de escalofriante. Caían desde sus lagrimales, pasando por sus mejillas hasta caer en el polo negro de su padre. Por más que se desahogara, la angustia y terror de encontrarse en un lugar extraño permanecieron dentro de ella, como un embrión que se hacía cada vez más grande.

—Papá, tú eres el único que no ha cambiado —le dijo, una vez consiguió controlar el llanto. Llamarle de esa forma solo le saldría en una situación de vulnerabilidad—. Tienes todo lo bueno que recuerdo de ti. —Despegó un momento su cuerpo, pero seguidamente volvió a abrazarle. Realmente, hacía mucho tiempo que no lo hacía, si con su "verdadero padre" no era algo común en estos últimos años o meses, en su cansancio de que estudiase y cortase con Dylan—. Papá, perdóname si fui una molestia todo este tiempo. Desde que se fue mamá... o antes, no me he comportado bien contigo. Lo siento. —Entonces se retiró, llevando sus manos al albor de sus manos y le miró a los ojos—. Te quiero, padre.

Despojada del veneno, que incluían los brotes de amargura con su padre, le sonrió. De repente, sintió como si hubiese vuelvo a casa, a su hogar, eso significaba su mundo. O tan solo significaba estar más cómoda con su "padre", este padre. ¿Y si realmente estaba loca? Decidió que lo mejor sería no separarse de él, no sabría qué hacer sola, si lo único que podría hacer sería esconderse bajo la cama.

—Sí... —le dijo con cierta inseguridad al tentarse contar lo sucedido en un médico—, ¿crees que me ayudarán allí? ¿No se reirán? No me dejes sola con ellos.

Claro que no. - negó con la cabeza, intentando animar a su hija. - Estás enferma, su trabajo es curarte, claro que no se van a reír de ti. - le puso la mano en la cabeza, mientras se separaba levemente de ella. - Y claro que no pienso dejarte sola, estaré a tu lado todo el rato ¿vale?

George parecía dispuesto a ir a ponerse otra ropa antes de ir al médico, pues iba con la parte superior de un traje y la parte inferior de pijama, ventajas del teletrabajo. Pero antes de que empezara a subir las escaleras, la tele que estaba encendida en el salón de fondo les llamó la atención, pues empezó de sopetón el telediario.

Una presentadora salió informando en la televisión.

¡Noticia de última hora!

Un joven ha ido a casa de otro y tras escalar por la ventana, lo ha asesinado brutalmente, mientras reía como un psicótico.

El asesino ha sido identificado como Dylan Duncan y la víctima como Kyle Wood. La policía lo tiene bajo arresto, pero mientras lo escoltaban hemos conseguido estas declaraciones.

Un cambio de plano mostraba un Dylan Duncan empapado en sangre, riendo como un maniático.

¿¡Lo has visto amor!? ¡Ya no quedan cabos sueltos! ¡Siempre hemos estado juntos! ¡Kyle Wood nunca existió! ¡Todo esto por ti, Ashley Hill! ¡Te amo!

Aquellas declaraciones hicieron recorrer un escalofrío en la espalda de George y Ashley, quienes escucharon como llamaban a la puerta de su hogar. Era la policía. ¿Qué haría ahora Ashley? 

Ashley había pasado un día agotador, lleno de disgustos, hasta el punto de locura, nada peor podía pasar dentro de su imaginación. Solo el consuelo de su padre consiguió calmar sus miedos, disipando toda la energía negativa que había acumulado, como si él fuese el remedio de sus enfermedades. Estaba contenta y por un momento pudo olvidarse de sus problemas, ya no importaban tanto, no había ningún peligro. Hablaría con el psicólogo y le daría alguna pasilla que le indujera al sueño, así de fácil pensaba que solucionaría todo. La incomprensión de lo sucedido hoy le llevaba a pensar como una loca.

La televisión hace años que dejó de verla, si para lo que echaban podía utilizar internet. Solo tenían una en casa porque era más cómodo para su padre, un señor mayor en muchos aspectos. Como venganza por el abandono, el aparato decidió ponerse en su contra. Su sonido se escuchó de fondo, anunciando un nuevo asesinato sin importancia. Sus ojos se abrieron...

^_Dylan _Dylan ^Dy_laⁿ _DYL^AN DU_N^{CAN D}_uⁿ_c^a_n ^Duncan ^_Duncan

^Kyle _Kyle K_yle K_YLE W^OOD W^ood _Wood ^Wo_od

... como platos y miró directa al televisor. Los nombres rezumbaron en su cabeza repetidas veces. El tiempo se paró. Nada más existía salvo ella en un halo de oscuridad sin nadie a su alrededor. Temblorosa. Esclava de sus latidos y con la respiración trastocada por la ansiedad. No podía creer lo que escuchaba. Inconsciente de sus actos, agarró con fiereza la muñeca de su padre, clavando sus uñas en su piel.

—Pa... Pa... ¡PAPÁAAAA! —Un grito desgarrador que pudieron escuchar los que estuvieran tras la puerta y algún vecino atento— ¡PERO QUÉ HA HECHO ESE LUNÁTICO! Tenías... razón... nunca... nunca... más con él...

Apenas se diferenciaba entre gotas de sudor y lágrimas. Tras la puerta, un indicio de algo que podía ser más terrorífico. Tiritaba por lo que pudiera pasar a partir de ahora.

Tras escuchar aquél grito desgarrados, la policía no tardó en apresurarse al interior del domicilio, tirando la puerta abajo. Se notaba que estaban bastante tensos, después de todo, podía estar ocurriendo un asesinato allí adentro, pero al ver que solo Ashley estaba llorando y no había nadie en un peligro real, la situación se calmó levemente. - ¡Todo esto debe tener una explicación! - comentaba nervioso el pobre George, quien no pudo hacer nada mientras miraba como esposaban a su hija y se la llevaban para interrogarla.

¡Todo va a ir bien cariño! ¡Tú solo di la verdad, no has hecho nada malo! - dijo intentando animar a su hija. Pero ¿cómo iba a estar animada en aquella situación? Era horrible, muy horrible. No tardaron en llegar a la comisaría, donde la dejaron encerrada en un calabozo, pues era demasiado tarde como para que el inspector la interrogara. Allí, sola, encerrada y rodeada de gente que parecía peligrosa, eventualmente Ashley se quedó dormida, entre lágrimas y de puro agotamiento.

Ashley se despertó poco a poco, con un dolor de espalda terrible, su cama (el sitio más normal donde una Ashley puede despertar) estaba infinitamente más dura de lo normal. Se estiró un poco, abrió los ojos y fue entonces cuando se dio cuenta de que no estaba en su cama... Se había quedado dormida en un banco de piedra bien duro, dentro de la cárcel. Miró de lado a lado, atónita, no entendía que hacía allí, ni porque estaba entre rejas.

Parecía que el resto de presos la miraban con bastante asco, parecía que estaba en el cuerpo de una Ashley que había hecho algo terrible... O al menos la habían acusado de hacer algo terrible.

Ashley se despertó en su cama, abrió los ojos y con alegría pudo ver como los peluches estaban allí ¡por fin de vuelta con sus dinosaurios! ¿Significaba aquello que toda esa pesadilla había terminado? ¿Había vuelto a su hogar? ¿O siempre estuvo allí y simplemente había tenido un sueño increíblemente largo? Era hora de despertarse y descubrirlo.

Ashley no contestó a Vincent. No iba a seguir discutiendo sobre lo evidente de la situación: que ella seguía estando mucho más jodida que él. Así que se metió en el coche, todavía rezumando rabia y frustración, y antes de lo esperado, se quedó dormida. Demasiadas emociones juntas en un solo día como para no caer rendida.

En cuanto abrió los ojos y comprendió dónde estaba, tuvo claro que le esperaba otro día igual, si no peor. Ignorando las miradas del resto de presos, intentó recabar toda la información posible a través de lo que llevaba encima y los mensajes del móvil. Seguía sin ser su mundo, parecía el de una tercera Ashley. Pero no había ni una sola referencia a por qué había acabado en la cárcel. Perfecto. ¿A quién debería preguntar, a su padre con el disgusto que le daría o a los reclusos que parecían odiarla? Si tan solo Vincent estuviera aquí--

"No, no, no", detuvo sus pensamientos. A la mierda con Vincent. Vincent y su libro eran los culpables de que ahora ella estuviera ahí.

Se levantó y buscó a algún policía con el que hablar. La verdad es que le daba miedo hasta preguntar qué había pasado exactamente,

-¿Hola? ¿No tengo derecho a una llamada o a un abogado?

¡Sus peluches! ¡Su cuarto! ¡¡SU PIJAMA!! ¡Por fin! Y por fin no aparecer en casa de Dylan. Se levantó y lo primero que hizo fue buscar su móvil, para leer los mensajes, y ver si todo estaba bien o no lo estaba.

...

...........

¡AAAAAAAAAAAAAAAAH!

Si no gritó fue para no despertar a su padre, pero ganas no le faltaron. Su vida... ¿¡arruinada!? ¿¡Qué eran esas fotos de twitter!? ¡¿Y esa discusión con Dylan?! ¡Maldita fuera, estaba pasando! ¡De verdad que estaba pasando! Su vida... ¡arruinada! "Mierda mierda mierda mierda." su relación con Kyle Wood, arruinada. Su bloqueo a Dylan, desbloqueado. Y los mensajes... y las reacciones de Kyle Wood... Jooodeeeeer. El estrés y la ansiedad podían con ella. Se puso a escribir el diario en el móvil otra vez para intentar lidiar con la ansiedad, mientras empezaban a saltársele las lágrimas, y pronto directamente a llorar.

Tras terminar el mensaje y secarse las lágrimas, miraría qué hora era. ¿Era por la mañana? Tenía que hablar con Kyle, disculparse. Y con papá. Tenía miedo, mucho miedo. Su propia vida ahora era ansiedad y terror por conocer cómo se habría arruinado, y un montón de culpabilidad pese a que ella no era la que lo había hecho, pero sí era ella, pero no era ella. ¡AAAAH!

Un policía se acercó al escuchar el ruido que estaba generando Ashley. Sacó su porra y golpeo las barras. - ¡Silencio! - dijo con una voz bastante aguda. - ¡Después de la que has liado no tienes derecho a nada! ¡Incitadora! - volvió a golpear la barra que los separaba, como si de un emocionado primate se tratara.

Ashley pudo observar la placa de aquél agente, ponía "Agente Especial Poopy"

Un agridulce despertar esperó a Ashley, quien tras revisar su móvil y escribir su diario personal, se vio resignada a tener que arreglar las cosas que había liado su anterior yo. Si la había liado tanto con Kyle ¿qué podría haber liado con otras personas? Como con su padre, por ejemplo, pues en el mundo que visitó no es que tuvieran muy buena relación.

Decidió salir de su habitación, refrescarse y hablar con él. La sorpresa llegó cuando, al bajar las escaleras, su padre no estaba allí, tomando su habitual desayuno. ¿Dónde podría estar? Ahora que teletrabajaba, no tenía ningún motivo de peso para salir de la casa tan temprano ¿o es que en solo un día lo habría adquirido?