Partida Rol por web

La puerta se abrió y tras ella apareció una hermosa joven de pelo rubio, que portaba una jarra en una mano. Llevaba un vestido negro que acentuaba su belleza, pero su rostro parecía congestionado por la tristeza y la rabia.

En la calle, un hombre de aspecto deformado y horrible esperaba para poder pasar a la casa. Había algo en su horrendo rostro, sin embargo, que parecía transmitir paz y humildad.

Casi tira el vino al suelo, de la impresión que le produjo la visión de aquel ser deformado. Nunca, en su corta vida, había visto algo así. Tuvo que mirarle fijamente y descubrir aquella expresión pacífica y humilde para poder sacar fuerzas y hacer que su voz sonase, sin parecer un instrumento desafinado-B... Buenas noches caballero, ¿qué deseáis?

Se tapo el rostro con sus manos por unos segundo…. Fue solo la reacción de la joven Mujer que le hizo realizar ese movimiento involuntario; - Lamento causarle tal espanto por mi aspecto, pero sepa que de mi persona no recibirá amenaza alguna – Se disculpo de mil maneras – He llegado a la tierras de Toledo por Gracia del Señor y Recomendación del Arzobispo de Milán, quisiera encontrar un lugar en el cual pasar unos días mientras me establezco en estas tierras - Quedo frente a la puerta esperando las palabras de la Mujer

Sintió culpabilidad al oir al hombre hablar, y comprendió que no debía ceñirse a su apariencia. Esbozó una sonrisa, la primera con cierto atisbo de sinceridad y alegría desde hacía mucho tiempo-No os preocupéis, es culpa mía, no merecéis que os haya importunado de tal modo-se hace a un lado en el umbral de la puerta, permitiéndole el paso-Si sois un viajero cansado y deseáis hospedaje, podéis hablar con el señor de la casa, si de mí dependiese, os lo ofrecería sin dudarlo, pero hay grandes diferencias entre mi criterio y el del hombre, si se puede llamar así, que regenta esta casa-intenta que la irritación que le produce hablar de aquel descorazonado no sea demasiado evidente.

Al fijarse un poco más en el individuo que esperaba en la puerta, recuerda las palabras entrecortadas que escuchó hacía un rato: Nosferatu, nuevo, capilla, Milán... Entonces comprendió que posiblemente era a él a quién se referían-Pase, pase, resguardáos del fresco de la noche, buen hombre

-Agradezco la hospitalidad que me brinda bella mujer, mis disculpas por llamarla así…. Pero no se su nombre – Expuso el Nosferatu – Mi Nombre es Isaac Bitlor – Sonrió dejando ver sus dientes disparejos – Yo lamento el llegar en un momento tan inapropiado, sepa disculpar mis malos modos – Musito mientras se quedaba parado tras cerrar la puerta tras.

Volvio la mirada a la Joven por unos segundos - Quisiera saber quien regentea esta casa mi señora -

Llamadme Beatriz, Isaac. Nombre bíblico el vuestro-su sonrisa muestra cierto nerviosismo al verle sonreir, aunque se sienta realmente culpable por ello, no puede evitar reaccionar así al verle, pues no es algo a lo que esté acostumbrada-Perdonad los mios, mi ignorancia me lleva a mostrar un comportamiento descortés para con vos

Se obligó a suspirar, mientras se daba la vuelta y daba un par de pasos. Viró el rostro hacia él, como esperando a que la siguiera-Acompañadme, os llevaré ante Paulo de Cesena, el dueño y señor de esta casa-sus últimas palabras están cargadas de un matiz de evidente desagrado. La sola mención de su nombre la irrita.

-Os lo agradezco dulce dama – Camino tras la Joven que guiaba el camino hasta su contacto, las cosas iban bien aunque sentía que estas nuevas Tierras no lo aceptaban.
Había escapado o tan solo era un enviado para ayudar a quien controlaba el sabbat allí, se había enlistado como lo hace un joven en la milicia….

- Dejame hacerte una pregunta, por que tu rostro refleja triztesa?.... hay una frase.... que dice ¨deja de llorar dulce dama, que sino las lagrimas no te dejaran ver las estrellas - Isaac era asi, coordial y siempre tenia una frase que decia mil cosas.

¿Cómo no estar triste cuando a uno le arrebatan algo tan precioso como lo es la vida? ¿Cómo no estarlo cuando ni siquiera puede disfrutar o tomar decisiones en esta vida que no es vida?-su sonrisa parecía quebrarse por momentos, su rostro luchaba por no contraerse en una mueca de dolor-De nada sirve, buen hombre, contemplar las estrellas, si uno está maldito bajo ellas y les pide que se cumpla un anhelo inalcanzable, recuperar algo irrecuperable

Ya que os habéis tomado la libertad de hacerme una pregunta, tomaré la libertad de haceros una a vos-se dio la vuelta y se detuvo, para mirarle fijamente-¿Venís a buscar al desdichado que regenta esta casa? y si es así, ¿por qué buscáis a un hombre tan malévolo como el que os voy a presentar? Un hombre que considera bello arrancarle a otro un brazo para ver y oirle suplicar por salvaguardar el que le queda-su mueca se contrajo en una que reflejaba cierto atisbo de horror

-Quizás… lo que dices es cierto, pero por que no tomarlo como una bendición?; Quizás aun tenemos una tarea que nos deja aquí en la tierra – Expuso el Nosferatu – Siempre eres libre de tomar tus propias decisiones, al fin y al cabo las tomamos inconcientemente, yo encontré la respuesta donde menos lo esperaba – Sonrió, sacando un rosario desde la túnica que llevaba puesta.

-Tus palabras parecen seguras, pero como sabes que no volveremos a ver la luz del día….. Donde el sol golpee nuestro y el viento acaricie nuestro cuerpo? Nunca digas nunca Damita… quizás tu propia vida te sorprenda algún día – Palabras sabias, o charlatanería como algunos lo tomaban…eso no importaba, el mensaje había sido dado.

Escuche la pregunta de la joven mujer - Quizás el Hombre del que hablas, inundo su corazón con odio ya que le teme a los sentimientos que en su vida le dieron alegría, ese miedo a sentir puede volverte frió y liberar a tu demonio interior – Siguió caminando – Pero todo en la vida se paga, así como un castigo divino… porque estoy aquí? Por un encargo de Mi Señor el Arzobispo de Milán -

Ni con todo el fuego del infierno podrá pagar el susodicho, por la desdicha en la que ha sumido mi existencia-hablaba con coraje, aunque sin elevar la voz, para que los ocupantes del salón no la escuchasen-¿Bendición decís? ¿Convertirse en el depredador de los depredadores se puede considerar una bendición? Perdonadme pero no comparto vuestro punto de vista, además, ni siquiera en el cielo, la tierra prometida, podremos ver el sol nuevamente sin padecer por ello, pues nuestras almas perecieron en el momento en el que fuimos malditos-se dio de nuevo la vuelta, lentamente, y reanudó el paso.

No era gran idea hacer esperar a Paulo, quién sabe si querría cortarle la lengua al hombre que recién había llegado por detenerse a conversar con ella sin su censura aplicada. Se detuvo de nuevo, justo al lado de la entrada a la sala en la que se encontraban aquella mujer y su desalmado sire-En muchas ocasiones el sufrimiento ajeno es el mayor gozo para algunos, no brindéis la oportunidad de dejar disfrutar a vuestra costa a estos individuos-susurrando estas últimas palabras, extendió el brazo, en dirección al salón, indicándole al caballero que procediese a entrar.

- Quizas tu como yo, no compartimos la idea de aun seguir vivos... pero debe ser por algo - Expuso el Nosferatu - Algun dia, podras entender mis palabras - Sonrio ante la mujer - Pero no te dejes caer en el sufrimiento, o haz de el la fuerza necesaria para levantarte mil veces -

Beatriz e Isaac cruzaron lentamente la entrada de la casa, decordada lujosamente con tapices y suntuosos muebles, y se internaron en el salón, no menos lujoso.

En él esperaban un hombre de rasgos aristocráticos y duros y una mujer de gesto severo, vestida como una noble dama.

El hombre alzó las cejas al ver al recién llegado:

-¡Estimado amigo! Vos debéis de ser el agente que se nos ha envíado desde Milán. Mi nombre es Paulo de Cesena. Supongo que ya conoceréis a Beatriz, mi chiquilla. Y a mi lado se encuentra María Pacheco, probablemente la mujer más importante de Toledo. Perdonad, pero no se me informó de vuestro nombre...

La mujer a la que acababa de presentar el hombre compuso un mohín de disgusto al contemplar el rostro del nosferatu. Se limitó a lanzarle una mirada fría y a musitar un "bienvenido" que carecía completamente de sinceridad...

Lo sabia que su aspecto o la desconfianza que creaba la elección de su Clan por la camarilla lo dejaban mal parado.

-Mis respetos ante Usted mi Señor Paulo, agradezco su gracias de recibirme en su morada… largo fue mi viaje pero he llegado a estas tierras por pedido de su excelencia Gian Galeazzo Sforza - Realizo una reverencia ante las dos presencias en aquella habitación.

Beatriz toma asiento, con visible expresión de hastío. Se obliga a suspirar, intentando disimular su amargura frente a aquella mujer, que le provoca casi tanto desagrado como su sire, Paulo-Se llama Isaac-susurra por lo bajo, para informar al Toreador.

-Bien, bien, señor Isaac. Tomemos asiento, por favor, y así podréis contarnos cómo están las cosas en Milán. Entiendo que el arzobispo os ha... informado de las razones por las que vuestra presencia aquí es requerida.

- Creo me informaron correctamente, sobre un foco de la camarilla aquí en Toledo… pese a los esfuerzos de la espada no han podido encontrarlos… y Según Su excelencia se debe al echo de que son como yo….- Aseguro con sus palabras Aquel Nosferatu – Dígame Mi Señor si me equivoco, pero deseáis que yo Isaac Bitlor los encuentre y revele su posición para una incursión? – Pregunto ante el Dueño de la casa.

El hombre sonrie ampliamente.

-En efecto, signore Isaac. Vuestros... compañeros de clan se han mostrado demasiado elusivos para nuestros agentes. Y es preciso que, dados los acontecimientos que pronto se desatarán en la ciudad de Toledo, eliminemos pronto esa amenaza. No podemos permitirnos un montón de alimañas (no os ofendáis, por supuesto) espiando para la Camarilla en el subsuelo de Toledo.

En ese momento, oís un ruido más allá de la puerta del salón, y la figura de una mujer aparece recortada en el umbral. Su rostro es pálido y ausente y, aunque es perceptible en ella una antigua belleza, esta parece completamente vencida por una lánguida enfermedad.

La mujer se mueve torpemente hacia el interior de la sala, incapaz de pronunciar más que balbuceos inconexos.